Lazy Dungeon Master (NL)

Volumen 7

Extra 3: El Trabajo Del Lado Rosado De Las Monjas Beddisto

En ese fatídico día, Keima trajo trabajo a la Iglesia Beddisto. “¿Un trabajo secundario, dices?”

“Sí, porque la iglesia de repente tiene muchas más monjas. No debe haber suficiente trabajo para todos, ¿sí? Si alguien está aburrido y busca algo que hacer, puede matar el tiempo con este trabajo secundario”. El trabajo secundario era hacer productos que serían vendidos a la Compañía Dyne. Las monjas Succubus estaban emocionadas de escuchar eso, ya que eso significaba que serían pagadas.

“Así que sí, aquí están los materiales para los cojines y las instrucciones para hacerlos”. Keima conjuró un nuevo futón de la nada. Podía comprar los cojines con DP, al igual que compró los futones, pero eran mucho más caros. Podrían ahorrar mucho dinero desmantelando futones y reutilizando los materiales.

“Además, aparentemente  las esculturas de madera son un elemento básico aquí. Algo sobre niños jugando con ellos o algo así. Voy a dejar los materiales aquí, tallar lo que quieras”. Keima podría haber usado su {Crear Golem} para hacer las esculturas en cuestión de segundos, pero las esculturas eran un elemento básico para que casi todos lo hicieran. Al dejar los materiales en la iglesia, Keima esperaba que los aventureros pudieran unirse a la diversión y dedicar su tiempo a hacer otras cosas además de beber y apostar.

“Muy bien, aceptamos”.

Si nada salió de todo esto, bueno, no es gran cosa. Keima no estaba preocupado por eso.

Y así, las monjas Succubus con Suilla a la cabeza inmediatamente se pusieron a trabajar haciendo los cojines y las esculturas. Los cuatro se reunieron, excluyendo a Michiru el loli Succubus.

“Lady Suilla, este futón es nuevo, ¿no? ¿Puedo cambiarlo con mi futón?”

“Supongo, ya que lo vamos a desmontar de todos modos. Nuestros futones también son nuevos, pero cambiar los colchones después de solo un mes es deliciosamente decadente a su manera. Cambiemos todos nuestros futones”.

“¡Yay!” Dijo el súcubo antes de salir corriendo a buscar los futones.

“En cuanto a las esculturas de madera… Me pregunto qué deberíamos hacer”.

“Creo que él dijo que tallamos lo que queramos. Entonces, qué nos gusta…” Quizás esta historia hubiera sido diferente si fueran monjas normales o muchachas de la aldea. Pero desafortunadamente, todos eran Succubi. Solo había una cosa posible que harían.

Una vez que terminaron los prototipos satisfactorios, fueron a mostrárselos a Keima. Tomó un prototipo de escultura de ellos e hizo una mueca.

“El cojín está bien. Se ve genial,  sigue haciéndolos  así. ¿Pero esta escultura…? No va a funcionar”. Trágicamente, Keima rechazó el resultado final de la sangre, el sudor y el jugo de amor de Succubi. No estaban contentos con eso, naturalmente. Especialmente porque les gustaba más la escultura que el cojín por un factor de diez.

“¡¿Pero por qué?! ¡Es tan maravilloso!”

“¡Sí! ¡Es tan… tan grande! ”

“¡Es una maldita polla gigante!” De hecho. La escultura de madera era una talla realista de un pene masivo. Era tan realista que cuando se colocaba sobre el escritorio, parecía que al escritorio en sí le crecía un pene que apuntaba orgullosamente hacia el techo. Como se trata de una obra japonesa, tuvo que estar cubierta de mosaicos.

“¿Sabes lo duro que trabajamos para que las venas se abultaran así?”

“No quiero saberlo. Es un problema específicamente porque es muy realista… ¿Crees que los niños deberían jugar con este tipo de cosas?”, Dijo Keima, llevando a todos los Succubi (incluido Suilla) a imaginar a Michiru sosteniendo la escultura. Pero todos habían pensado en Michiru mientras la tallaban en primer lugar, imaginándola sosteniéndola y jugando con ella. Por eso exactamente se lo habían mostrado a Keima con tanta confianza.

“Una vista conmovedora, para estar seguro”.

“Su futuro es brillante. Estoy orgulloso de ella.”

“Me encanta cuando se frota las mejillas contra él y se lo pone en la boca”. “Me está sangrando la nariz. ¡Es tan linda que quiero comerla!”

“Ahhhh, está bien, está bien. Sheesh, nuestra cultura es demasiado diferente”. Keima acunó su cabeza, pero sabía que era su culpa por dejar que los Succubi trabajaran en sus propios términos. “Vender estos sería básicamente anunciar que todos ustedes son Succubi, así que olvídalo”. Los Succubi se quedaron boquiabiertos ante la revelación de Keima. En su mayoría habían olvidado que estaban ocultando sus verdaderas identidades.

“… Muy bien, parece que entiendes ahora. Aquí, use esto como ejemplo”, dijo Keima antes de usar DP para comprar una muñeca kokeshi.

“Esto es… bastante grueso”.

“¿No podrías mirarlo así? De todos modos, de donde soy, las esculturas se ven así. Comience de nuevo y copie esto en su lugar”.

Los Succubi chasquearon la lengua y se quejaron, pero finalmente aceptaron y se fueron.

Después de eso, repitieron varias veces y finalmente lograron hacer un pene que apenas se parecía a una persona lo suficiente como para que Keima se rindiera y lo aceptara, tanto por el agotamiento como por el asombro ante el inesperado entusiasmo de Succubi. Pero Keima no se dio cuenta. No sabía que los Succubi también estaban expresando su entusiasmo por las muñecas físicamente, sin ningún concepto de decencia en el lugar de trabajo que las frenara.

“¡E-Esto es solo para verificar la calidad de las muñecas, eso es todo! ¡Es importante asegurarse de que no haya bordes irregulares ni nada! ¡Los niños podrían estar tocando esto, entonces!”

Sus ‘controles de calidad’ llevaron a que las muñecas crecieran en popularidad con una base central de fanáticos, trayendo más ganancias de las anticipadas, pero… Esa es otra historia.