Lazy Dungeon Master (NL)

Volumen 4

Capítulo 2: Suma Sacerdotisa

Parte 8

# La perspectiva de la suma sacerdotisa

 Una vez más, la Suma Sacerdotisa regresó a la posada después de ser comida por el lobo negro dentro de la mazmorra. Pero ella no se sentía particularmente mal por eso. La razón es que la gran suite de la posada era tan cómoda que a veces sentía el deseo de quedarse en la posada para siempre. Después de todo, la posada incluso tenía una fantástica sala de recreación que albergaba las carreras de ratas verdaderamente espléndidas. La comida también era increíblemente sabrosa, y había un onsen gratis disponible en todo momento. La posada era de tan alta calidad en todos los sentidos que era difícil de creer, teniendo en cuenta su ubicación.

La Suma Sacerdotisa estaba de buen humor gracias a ganar un poco en algunas carreras recientes de ratas. Terminó apostando todo en la próxima carrera y perdiendo sus ganancias, pero no importa. Para ella, ella estaba esencialmente jugando con un cambio extra. Perderlo no la impactó mucho.

“Haaah. En verdad, esta ropa de cama es espectacular. Me gustaría ropa de cama como esta en mi propia casa, incluso.” Alca se dejó caer en su cama mientras sorbía el jugo de naranja que había ordenado al servicio de habitaciones. Cada vaso de jugo aparentemente cuesta una moneda de plata. Las naranjas fueron una exportación importante de Pavella y, por lo tanto, no eran caras en absoluto, pero el sabor indicaba que tenía un azúcar muy valioso en espadas. Con eso en mente, el precio era más que razonable. Un robo, incluso.

Además, como un aparte, el costo del jugo se tomó de la cuenta que el asistente de Alca había pagado por adelantado.

“… Hmm. Pero realmente, Keima ciertamente es terco. ¿Por qué se niega a aceptar mi pedido cuando me recibe tan calurosamente? Incluso ha realizado los actos de Ofrenda desinteresada, Comida querida y Consejos de caridad para mí, y sin embargo… ”

Ofrenda desinteresada, comida querida y consejos caritativos fueron tres acciones separadas definidas por la Iglesia de Lux.

Ofrenda desinteresada, en la que uno ofrecía sus pertenencias preciosas a otro. En este mismo momento, Keima le estaba ofreciendo una inmensa recompensa de alimentos ricos a pesar del duro invierno. Aunque estaba pagando un fondo insignificante a cambio, en circunstancias normales, una aldea pequeña y pobre nunca ofrecería esta comida tan valiosa durante el invierno. Estaba claro que Keima se estaba esforzando más allá de los límites de lo que le estaba pagando. Ofrenda desinteresada, el acto de que uno entregue sus objetos de valor a otro, se originó en una parábola histórica de la Iglesia de Lux donde una mujer ofreció su ropa a un santo helado en el invierno.

Amada comida, en la que uno ofrece su propia comida a la persona que ama. Keima había invitado recientemente a la Suma Sacerdotisa a una comida de arroz con té, y no había preparado ninguna para él. Amada comida, el acto de preparar comida únicamente para otro, se originó en una fábula histórica de la Iglesia de Lux donde un huérfano sin hogar ofreció su comida a un santo que padecía hambre.

Consejo caritativo, en el que se dice la verdad a quienes desean escucharla. Keima le había informado de cuándo comenzaban las carreras de ratas, y aunque eso la hacía sentir desvergonzada, esas eran las palabras exactas que la Suma Sacerdotisa había querido escuchar. El Consejo de caridad, el acto de darle a otro la información que desea sin saber con certeza que la quiere, se originó en una fábula histórica de la Iglesia de Lux donde un aldeano le dio instrucciones a un santo perdido y confundido.

Ofrenda desinteresada, comida querida y consejos caritativos fueron todas expresiones de amor apasionado. En otras palabras, a juzgar por las enseñanzas de la Iglesia de Lux… Era claro como el día que Keima se había enamorado profundamente de la Suma Sacerdotisa. Había intentado presionarlo para que confirmara, y la sonrisa que él le devolvió mientras negaba firmemente su solicitud dejaba en claro que sus sentimientos eran reales.

“… Esta es la primera vez que he presenciado un amor tan acalorado, tan apasionado”. Cualquiera que haya estudiado las enseñanzas de la Iglesia de Lux entendería cómo se sentía Keima. La Suma Sacerdotisa no se sintió mal por eso. Pensando en su coqueteo, incluso se sonrojó un poco. Sintió que para pagar su amor, era absolutamente necesario que ella se librara del lobo negro que amenazaba su pueblo de alguna manera.

Puede parecer que no estaba progresando en ese frente, pero en verdad, estaba aprendiendo lentamente cómo peleaba el lobo negro. En el día tres, ella esquivó su ataque de apertura por primera vez. Ahora, ella podría esquivar tres ataques seguidos. Si pudiera ganar un poco más de tiempo, podría activar su habilidad mágica especial Suma Sacerdotisa. Esa sería su victoria.

El lobo negro era probablemente un monstruo tipo Oscuridad. Eso lo convirtió en el oponente perfecto para la Suma Sacerdotisa. Sin embargo, debido a una diferencia fundamental en la fuerza bruta, él la estaba dominando. Solo tenía que ganar un poco más de tiempo.

Un golpe resonó y su asistente llamó a través de la puerta.

“Lady Alca, ¿tienes un momento?”

“Mmm… Por favor, entra”.

“Disculpe”. Shento abrió la puerta con un clic y entró. Hm… Hablando de eso, me pregunto cómo mi asistente ha pasado su tiempo. Ah? ¿Ha estado apostando en las carreras de ratas todo este tiempo…? O eso pensó la Suma Sacerdotisa antes de descartar la idea. Ella sabía que su diligente asistente nunca haría algo así.

“Ahora, ¿qué podría ser, Shento?”

“No nos queda mucho dinero”.

“¡Lo sabía, las ratas…! ¡No debes apostar, Shento! ”

“¿Hrm? ¿De qué estás hablando?” Shento parpadeó confundido. Alca había sacado conclusiones precipitadas.

“Nada nada. En cualquier caso, si nos faltan fondos, solo necesitamos solicitar más del Reino Santo. Escribiré una carta ahora, deberían enviar lo que necesitamos de inmediato.”

“Sí por favor hazlo.”

La carta solo tardará unos días en ser entregada si publican una misión de entrega adecuada al Gremio. Dicho esto, era imposible saber si quien realizó la búsqueda realmente la completaría. Lo que significaba que, en términos realistas, era necesario publicar la búsqueda varias veces diferentes.

“Ahora bien, qué escribir… Ah. Mencionaré que el honorable jefe de la ciudad nos está dando una cálida bienvenida y que aún no hemos recibido permiso para destruir el Dungeon Core. Quizás si los que están en casa hablan con el Imperio, podemos obtener permiso directamente del Emperador.”

“Ya veo. Eso tiene sentido, ya que el jefe de la ciudad ha declarado que solo se ha negado a permitirnos destruir el Dungeon Core debido a las leyes del Imperio. Eso debería resolver este enigma.”

“Si. Es un buen hombre, pero su negativa a negociar es un defecto. Aunque desde otra perspectiva, muestra que es un individuo diligente y digno de confianza”.

“Sería un excelente retenedor, creo. Sería prudente explorarlo oficialmente y traerlo de regreso al Reino Santo contigo.”

“Incluiré eso en la carta. Hm… Creo que unas cinco deberían ser suficientes.” Alca escribió la misma carta cinco veces y se las entregó a su asistente. Aun así, fue sorprendente que ya se hubieran quedado sin dinero, dado lo mucho que les quedaba del Reino Santo. ¿En qué parte del mundo había desaparecido todo…? En cualquier caso, la carta se encargaría de todo.

“Supongo que deberíamos economizar mientras esperamos que lleguen los fondos adicionales. Quizás debería traer de vuelta los cadáveres de Golem de Hierro que he estado dejando atrás. Eso debería pagar nuestra comida, ¿no?”

“Sería muy apreciado. Perdóname por aumentar tu carga.”

“No temáis. Tú y yo somos aliados, Shento.”

A decir verdad, todavía tenían fondos suficientes para durar todo el invierno si la Suma Sacerdotisa se mudara de la gran suite a una habitación normal, pero Shento ni siquiera consideró esa posibilidad. La Suma Sacerdotisa vivió una vida de muerte y sufrimiento. Solo deseaba que su tiempo de vida fuera lo más cómodo posible. Él no podía, ni sugeriría, que ella sacrificara su tranquilidad por dinero.

Después de ver a Shento irse con las cartas, Alca regresó a su cama y se acostó sobre ella. Mientras su cuerpo se hundía suavemente en el colchón reconfortante, se susurró a sí misma: “Realmente quiero esta cama”, y luego se quedó dormida.