Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 12

Interludio 3: Mientras Tanto…

 

 

Mientras tanto, justo después de que Rio le pidiera a Orphia que ampliara el rango de alerta de Ariel…

Muy arriba, en el cielo ya varios kilómetros de distancia, dos personas observaron a Río y a los demás. Uno era Arein, el hombre que había dado el aviso deseado a los aventureros, montado sobre un grifo. El otro era Reiss, que había recibido un informe de Arein la noche anterior y se dirigió hacia aquí. Flotaba por su propia cuenta sin un grifo.

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En cuanto a por qué los dos estaban aquí, Arein se había estado escondiendo en las cercanías desde que les dio la solicitud a los aventureros y se fue, a veces montando su grifo para vigilar quién estaba en la ciudad y quién se estaba desviando por ella. En el momento en que vio a Rio y los demás pasando la noche en la ciudad postal, se dirigió a Reiss para dar su informe.

Ahora, en la dirección de Reiss, observó al grupo de Rio desde detrás de las nubes a una gran distancia.

“… ¿Realmente hay una necesidad de estar tan lejos?” Arein preguntó dubitativo, preguntándose si Reiss se estaba tomando esto demasiado en serio. Desde esta distancia, la fiesta parecía granos de arroz incluso con su cuerpo físico mejorado a través de su espada encantada. Los perdería de vista fácilmente si no tenía cuidado.

“Sí, lo hay”, asintió Reiss sin dudarlo. “El pájaro que vuela en círculos sobre ellos es especialmente problemático. Debe suponer que un radio de medio kilómetro a su alrededor está dentro de su rango de detección. Serás detectado instantáneamente si intentas algo sospechoso como seguirlos, por lo que debes esconderte en las nubes y retirarte tan pronto como parezca que ese pájaro se está acercando. ¿Entendido?”

“…Si entiendo.” Arein asintió con rigidez, su tono corto, como si se estuviera preparando para algo.

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“Bien, continúa vigilándolos. Llamaré a Lucci y Ven mientras me dirijo a Charles. ¿Tienes alguna pregunta?” Preguntó Reiss.

“… No es realmente una pregunta importante, pero hay algo por lo que he sentido curiosidad. ¿No crees que ese aviso les hizo desconfiar más de nosotros, o más bien de ti, maestro Reiss?”

“Naturalmente. La princesa Christina es un hecho, pero ese chico de cabello gris también piensa rápido. Naturalmente, llegarían a la conclusión de que el aviso fue fabricado por mí y llegarían a la conclusión de que estoy trabajando por separado de Charles. Es por eso que hice todo lo posible para aparecer ante ellos y atacar a la princesa, después de todo”, confirmó Reiss con una agradable sonrisa.

“¿Está todo bien?”

“Si. Cuanto más me dé la impresión de que mis intrigas están separadas de las de Charles, más se dirigirán hacia mí su cautela. Eso es lo que le da sentido a mi próxima colusión con Charles… Hace que sea más fácil burlarlos”.

“… Ya veo”, tragó Arein.

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“La verdadera diversión comienza aquí. Asegúrate de evitar su detección por todos los medios. Cuento contigo, Arein”. Reiss luego se fue, dejando esas palabras atrás.

“Es un aliado aterrador, honestamente”, murmuró Arein con expresión rígida.

***

 





 

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Esa noche, en un edificio de invitados en la finca del Conde Claire, Charles estaba sentado en la oficina que se usaba como sede de la búsqueda, con una expresión de disgusto en su rostro. Ante él estaban los caballeros bajo su mando.

“Se desplegaron 5000 personas estos últimos días, pero no se obtuvo ni una sola pista”.

“… Por favor, disculpe nuestro fracaso”.

Los caballeros delante de Charles bajaron la cabeza. Eran los comandantes de cada grupo de búsqueda.

“Si lo lamentas, muéstrenme los resultados. Después de todo, el rango de búsqueda se amplía con cada día que pasa”, declaró Charles con un resoplido infeliz.


Maldición. ¿Dónde se esconden? Si compraban varios caballos para aumentar su velocidad de viaje, los rastrearían de inmediato. Si se mueven a pie, comprobamos todas las carreteras y ciudades dentro de un rango transitable. La unidad aérea está al acecho desde los cielos. No hay forma de que una princesa protegida y dos niños sin entrenamiento puedan durar mucho tiempo escabulléndose por las montañas o los bosques…

Su impaciencia creció violentamente dentro de él. Pero, justo entonces… Toc Toc.

“… Entra,” ordenó Charles con una mirada hosca de disgusto.

“Sir Charles. Jean Bernard, que nos visitó el otro día, ha hecho otra visita…” informó nervioso el guardia de seguridad que ingresó.

“… ¿Qué?” Charles frunció el ceño de mala gana por un momento, pero pronto se puso de pie.

“Guh, bien. Estaré ahí. Muéstrale el salón”.

“¡Sí señor!” El soldado se volvió de inmediato.

“El resto de ustedes regresan a sus posiciones. Informen inmediatamente si pasa algo,” Charles ordenó a los caballeros restantes, saliendo para dirigirse al salón.

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“Sir Charles, Jean Bernard está aquí”.

Reiss entró en la habitación menos de un minuto después, encabezada por un guardia de seguridad. Charles se puso de pie una vez que la puerta se cerró, dejándolos a los dos solos.

“Bienvenido, Lord Reiss.” Charles se puso de pie, una sonrisa pegada en su rostro mientras ofrecía palabras de bienvenida un poco incómodas.

“Vaya, gracias. Lamento molestarlo con tanta frecuencia, Sir Charles”, respondió Reiss con una sonrisa ilegible.

“No, no me importa. ¿Ha pasado algo?”

“Bueno, como dije antes, pensé que la ciudad parecía bastante vigilada. Hubo una fuerte conmoción temprano en la mañana el otro día”.

“… Como dije el otro día, hubo delincuentes que huyeron”.

“Ya veo”, dijo Reiss con una sonrisa alegre. El incómodo era Charles. Después del incidente de la boda con Celia, no fue fácil para él admitir que Christina se había escapado. Hacerlo podría empeorar su posición.

“… ¿Ha estado en Cleia todo este tiempo, Lord Reiss? ¿Puedo preguntar cuál es su negocio aquí? Creo que anteriormente dijiste que estabas persiguiendo a alguien”, preguntó Charles, mirando la expresión de Reiss para investigar sus verdaderas intenciones.


Consideraba que Reiss era un amigo querido, su amistad cruzaba las fronteras del reino gracias a sus distinguidos esfuerzos en el renacimiento de la casa del Duque Arbor. Por eso confiaba en él, pero todavía sentía curiosidad cuando se trataba de asuntos relacionados con su propio reino. Era difícil investigar, pero decidió preguntar de todos modos para quitarse de encima la incomodidad.

“Oh no. Estoy aquí hoy porque tenía algo que discutir, o mejor dicho, sugerir”, comenzó Reiss.

“… ¿Una sugerencia?” Charles cuestionó dubitativo.

“Soy consciente del hecho de que la princesa Christina ha desaparecido”, dijo Reiss con calma.

“Guh… ¿D-Dónde escuchaste tal cosa?” Charles se asustó. Estaba casi sin palabras, haciendo su pregunta con voz aguda.

“Entiendo tu ansiedad, pero ¿pensaste que no me daría cuenta después de toda esta conmoción?”

“P-Perdóname. Pero definitivamente la atraparé y la traeré de regreso”, tartamudeó Charles con cara de pánico.

“De hecho, sería un inconveniente para nosotros si no lo hicieras. Después de todo, la familia Arbor es un socio comercial importante para el futuro”.

“B-Bien, haré todo lo posible. No deberían haberse alejado demasiado”.

“Al contrario, la princesa Cristina ya está bastante cerca de Rodania ahora”.

“… ¿Eh?” Charles estaba atónito. Las palabras de Reiss en ese momento lo hicieron sonar como si estuviera al tanto de la ubicación actual de Christina.

“La verdad es que me las he arreglado para precisar su ubicación. Mi subordinado está observando sus movimientos actualmente,” dijo Reiss suavemente.

“¡O-Ooh! ¡Dios mío! Como se esperaba de ti… ¡qué tremenda eficiencia!” Charles elogió al hombre que tenía delante.

Simplemente eres demasiado incompetente, eso es todo. Pero eso era lo que lo hacía fácil de manipular, pensó Reiss, ocultando su desprecio.

“Sin embargo, ha surgido un pequeño problema. Varios guardias poderosos se han unido a la princesa Christina, lo que dificulta hacer un movimiento descuidado”, dijo con tristeza.

“¿Guardias poderosos, dices?”

“Piensa en cuatro espadachines encantados”.


“Qué…” Charles se quedó sin habla. Tener cuatro contigo se consideraba el requisito mínimo para el personal de escolta, pero para que todos ellos empuñaran espadas encantadas… Era una cantidad excesiva de fuerza de combate para proteger a una sola persona.

“He preparado al menos a tres portadores de espadas encantadas de mi lado por si acaso, pero hay diferencias en las habilidades incluso entre compañeros portadores. Uno de los cuatro de su lado es particularmente problemático, lo suficiente como para evitar una batalla frontal a toda costa”.

“¡E-Espera! ¡Espera un momento!” Charles se opuso nervioso por el torrente de información que venía de Reiss.

“¿Qué pasa?”

“¡Cuatro espadachines encantados es imposible! Eso es suficiente poder para enfrentarse a un ejército. ¡¿De dónde reuniría la princesa Christina a ese personal?!” Charles preguntó en una ráfaga.

“Deberías reconocer el nombre de uno de ellos. Los otros tres son sus compañeros”.

“¿Es alguien que conozco?”

“Haruto Amakawa. El chico que fue nombrado caballero honorario de Galarc el otro día”.

Cuando apareció el nombre de Haruto, la expresión de Charles cambió. “Qué… D-De hecho, recibí informes de él interactuando con la Princesa Christina varias veces durante el banquete… ¿N-No me digas que ella hizo la solicitud entonces?”

No exactamente. También es la persona que te arrebató a Celia Claire, y probablemente ella fue la figura que los unió. Aunque mantendré esa parte en silencio para evitar que las cosas se compliquen innecesariamente, pensó Reiss, burlándose por dentro.

“Yo mismo no estoy al tanto de los detalles, pero existía el rumor de que hizo retroceder el aliento de un semi-dragón con un solo golpe de su espada encantada, ¿no? Ese rumor no fue de ninguna manera una exageración. Además de eso, tiene otros tres portadores de espadas encantadas como compañeros. Debido a esto, el Imperio de Proxia ha estado observando en secreto sus movimientos. La persona a la que estaba persiguiendo era en realidad él, y vaya, qué sorpresa fue una vez que lo alcancé. Allí estaba, actuando como guardia de la princesa Christina”. Presentó un esquema plausible de eventos con la verdad mezclada.

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“¿E-Es así? Hmm…” Charles tarareó con una mirada solemne.

“Ha estado usando la mejora física de su espada encantada para viajar, y cruzará la frontera hacia el Reino de Galarc en cuestión de días a este ritmo. Una vez que lo haga, su gente no podrá participar y la princesa Christina huirá a salvo a Rodania”.

“Eso significa que ya abandonaron el rango de búsqueda que habíamos predicho, ¿eh? Tch, no es de extrañar que no pudiéramos encontrarlos”. Charles apretó los dientes.

“La situación ya es más angustiosa de lo que pensaba. Por lo tanto, vine a hacer esta sugerencia: ¿uniremos nuestras fuerzas? Los portadores de espadas encantadas de mi lado no son rival para la habilidad de Sir Alfred Emarle, pero son lo suficientemente poderosos como para defenderse. Si trabajamos juntos, deberíamos poder evitar la fuga de la princesa Christina. También he preparado un plan”.

Reiss presentó su propuesta con una agradable sonrisa.

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