Rakudai Kishi no Eiyuutan (NL)

Volumen 6

Capítulo 5: Cortando el Nudo Gordiano

Parte 7

 

 

[Stella ataca una y otra vez, pero en vano! ¡Es incapaz de romper la defensa temible y alarmante del as de la Domadora de Bestias, Rinna Kazamatsuri… Charlotte Cordé! ¡De hecho, los contraataques de Charlotte están rompiendo su ataque poco a poco!]

[Si su brazo izquierdo estuviera bien, probablemente podría ir en contra de esa barrera, pero no puede usarlo para sostener su espada en este momento. La Princesa Carmesí está en una posición difícil.]

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Justo como el comentador y analista lo habían dicho, los ataques de Stella hasta ahora han fallado en hacer una abolladura en la guardia de Ichirin Junka. Por el otro lado, los contraataques consistentes de Charlotte la estaban agotando.

Cualquiera podía ver que el encuentro no iba bien para ella.

Los hombros de Stella se cayeron mientras suspiraba.

— Vaya, vaya… en verdad eres exageradamente resistente. Todos esos cortes no hicieron nada en lo absoluto. Parece que como se esperaba nada resultara en usar una mano.

Acciones sin sentido debilitaron al espíritu tanto o más que el cuerpo y a un espíritu exhausto le faltaba fuerza. Ante el tono débil de Stella, Charlotte estaba segura que la batalla estaba al alcance de su mano.

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Un poco más. Solo un poco más y esta caballero caería.

No había necesidad de esperar hasta que el Noble Arte del Titiritero estuviera lista.

— Por supuesto. Proteger a mi señora es la razón de mi existencia… la razón por la que soy su espada y escudo. Tu espada no podrá tocarla, Princesa Carmesí. Mientras este aquí, mientras respire, no dejaré que quemes ningún pelo sobre su cabeza.

— Tal lealtad. No me desagrada.

Charlotte no respondió al cumplido de Stella.

Aunque no tenga nada que decir, Charlotte entendía que su lealtad era un sentimiento que no perdería ante nada en el mundo. Había jurado vivir por esa adorable joven chica, Rinna Kazamatsuri, desde el día en que Rinna la recogió de ese basurero. Daría todo, desde la coronilla de su cabeza hasta la planta de sus pies, por ella.

Y había dado todo de sí misma.

Sin apartarse del lado de la chica, se deshacía de todo peligro que la acechaba. Si deseaba un gato, sería el gato. Si quería un perro, sería ese perro. Al haber hecho demasiado, se sentía bastante frustrada cuando Rinna había puesto a Esfinge como una mascota, tanto que quería cocinarlo a fuego lento para la cena.

«Pero entonces, la joven señorita me dijo…»

«Deberías ser solo un ser humano. Estaría en problemas si mi mano derecha fuera un gato, así que por favor, para de comer comida para gatos en cuatro patas.»

Al decirlo, le había regresado a Charlotte las ropas que había desechado para que se convierta en gato.

«¡Aah, mi señorita, mi señorita! ¡Que amable de su parte!»

Pensar que Rinna la apreciaría tanto… ella, quien era tan anticuada como para no era más que un perro o un gato.

Fue por eso que daba todo de sí, para vivir ante sus expectativas. Su lealtad era tan firme como una roca… no perdería. Ella no perdería.

Esto era lo que creía. Este era su orgullo.

— Sin embargo… lo siento, pero es imposible para ti.

Dijo eso la caballero de cabello pelirrojo que la enfrentaba.

Era casi como si la compadeciera.

— ¿Qué quieres decir con ‘imposible’?

— No serás capaz de proteger a tu maestra.

Charlotte se rio de Stella.

— Ahora eso es extraño. Dices esas cosas, y aun eres indefensa ante mi Ichirin Junka. Admites que no hay nada que puedas hacer, ¿no? En este momento hablar tan descaradamente sin ninguna base a esto no se lo puede llamar algo indecoroso, ¿no?

— Vaya. Parece que olvidas algo importante, Señorita sirvienta.

—¿…?

— Dije que no podía hacer nada. Sin embargo… eso es con una sola mano.

En ese instante, el Vestido de la Emperatriz que la cubría comenzó a mostrar un extraño comportamiento, concentrando todas sus llamas en un solo punto… su brazo izquierdo, que había sido roto e inmovilizado por el Reflejo Total de Yui.

«¿Qué está haciendo?»

Charlotte no podía entender el significado detrás de las acciones de Stella.

Pero de pronto, algo incluso más allá de su entendimiento ocurriría.

¡De alguna manera, en ese calor mordaz, ese brazo que debería haber sido destrozado comenzó a moverse!

— ¿Qué…?

El brazo doblado recupero su antigua rectitud; los dedos destrozados formaron un puño, y entonces lo liberó. Reflejo. Repetición.

Entonces las flamas se disiparon y Stella sostuvo a Lævateinn en su mano izquierda que supuestamente estaba rota.

Un manodoble como ese, siempre debía ser blandido con dos manos, ahora estaba tan empuñado.

No debería ser posible con un brazo roto.

Que pudiera hacerlo, significaba que había sanado su brazo roto.


Y aun un usuario de fuego como Stella no podía usar magia de curación.

Entonces como…

— ¡…!

Algo paso por la mente de Charlotte, algo imprudente, incoherente.





— Podrá… —Dijo con una voz de dolor—. ¿Podrá ser que usaste tu fuego para fundir y soldar tus huesos de nuevo…?

Stella no respondió.

Simplemente sonrió en triunfo.

Esa sonrisa lo decía todo.

Era exactamente eso: había fundido el calcio en sus huesos rotos y los colocó de nuevo juntos.

Y ahora con sus ambas manos restauradas, ya nada la detendría.

— Perfora los cielos, Oh fuegos del purgatorio…

Sosteniendo su espada en el aire, activo su Arte Noble más poderoso.

Un pilar de fuego carmesí salió de Lævateinn, ardiendo a través del cielo, su incomparable llama se hizo azul mientras se hacía más y más caliente, antes de finalmente perder toda la coloración… se convirtió en luz.

Una espada de luz de cincuenta metros de largo, con la cual quemaba todo a su paso.

— ¿Entonces qué vas a hacer señorita sirvienta? Katharterio Salamandra está a punto de cortar a tu maestra. No eres un representante… No te perseguiré si huyes, ¿sabes?

— ¡Tch!

La presión que emitían las palabras de Stella pesaba mucho sobre la espalda de Charlotte.

Lo sabía.

Era su advertencia final.

Si no se quitaba, la Princesa Carmesí movería esa espada celestial de luz, forjada de su magia natural de nacimiento, que la aplastaría sin contenerse.

Era impotente ante algo de ese calibre.

Pero…

— ¡Que estupidez!

No retrocedió.

Poniéndose en frente de Rinna para protegerla, declaró su determinación.

— ¡Lo dije antes, no la tocarás!

— ¡Muy bien!

Como dos hombres armados del oeste en pleno mediodía, se movieron al mismo tiempo.

— ¡Katharterio Salamandra!

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— ¡Surge violentamente… Senben Junka!

Stella liberó su espada de luz y calor para cortar a Charlotte y a Rinna detrás de ella, claramente en dos.

Charlotte respondió, poniendo todo su mana en un escudo resistente el cual sobrepasaba a Ichirin Junka por tres veces de tamaño para proteger a su maestra.

Sus ataques chocaron…

… y una tormenta de luz intensa apareció, como si eliminara todo lo que estaba en el domo, ante su despertar.

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