Great Demon King

Libro 4: La Ciudad del Valen

Capítulo 151: Una Cosa Tras Otra

 

 

El mero acto de moverse a toda velocidad, de saltar de tejado en tejado como si volase sobre el resto del mundo, llenaba de júbilo el corazón de Han Shuo. Muy pocas veces había tenido ocasión de dar rienda suelta a todas sus habilidades, pero el Maestro Fortunato era alguien que podía mantener fácilmente su ritmo. Además, los techos de las casas en la ciudad de Valen eran planos en su mayoría, construidos con arcilla maciza y soportados con vigas de buena madera. Para unos hombres con semejantes talentos, eran el equivalente a una carretera en el aire.

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Hicieron una pausa al borde de un edificio para mover el cuello y estirar la espalda unos momentos, mientras retrocedían unos pasos. Los siguientes tejados pertenecían la zona residencial donde vivía Calvert y para llegar había que saltar unos seis metros, pero el par no le dio ninguna importancia. En su lugar respiraron muy hondo y arrancaron a correr. Sus pasos resonaron con fuerza mientras aceleraban hasta llegar al filo. Entonces dieron el brinco, pero siguieron moviendo las piernas como si corrieran por el aire mientras volaban por encima de la calle. Ambos superaron con creces la distancia y aterrizaron unos dos metros por encima de los tejados de la mansión.

No se detuvieron ahí. Sino que siguieron raudos hasta una pared donde una parte del techo se elevaba para formar un pequeño tercer piso. El muro era demasiado alto como para agarrar el borde con un solo impulso, así corrieron pared arriba tanto como pudieron y sólo entonces se impulsaron hacia afuera.  Al mismo tiempo estiraron las manos y apenas alcanzaron a sujetar las vigas del techo que sobresalían proyectadas del edificio.

Finalmente se encaramaron al muro. A partir de este momento el Maestro Asesino era el líder de toda la operación y Han Shuo adoptó rápidamente el papel de apoyo. Siguieron serpenteando por los tejados de la mansión hasta llegar a una zona segura donde Fortunato le alcanzó unas prendas grises para que se vistiera, mientras él mismo hacía lo mismo. La noche estaba cayendo, las sombras se alargaban. El Ejecutor le explicó con un corto susurro que el color gris ayudaba mucho más a camuflarse en la oscuridad que el negro puro.

Nuevamente comenzaron a desplazarse, siempre por los tejados y muros, hasta que vieron al primer centinela haciendo una ronda por el perímetro. “El guardia perfecto” Pensó Han Shuo con sorna: “Algo lento, con poca imaginación y extremadamente rutinario”.





Y en efecto. El vigilante se limitó a avanzar unos treinta pasos hasta llegar a la esquina, plantó su alabarda en el suelo, se rascó la barriga por debajo del peto de su armadura Y miró en todas las direcciones. Luego, completado el ritual, echó a andar de nuevo.

Fortunato le dijo con una seña que esperase ahí. Acto seguido se dejó caer por el borde del muro, manteniéndose agarrado únicamente con la punta de sus dedos y esperó con mucha paciencia durante treinta segundos. Para entonces el guardia llegó a la otra esquina y volvió a dar un golpe con su alabarda en el suelo, el veterano asesino se soltó en ese preciso momento de modo que su suave aterrizaje sobre la hierba quedó completamente oculto por el sonido de la alabarda. Seguramente era una precaución innecesaria, ya que era muy poco probable que el soldado hubiese podido escuchar algo, pero la paranoia era la madre de la ciencia de los Ejecutores, los mejores asesinos en el Imperio Itálico. No fue nada difícil para el desplazarse como un fantasma en pos del guardia para degollarlo en completo silencio y luego esconder su cadáver entre los arbustos. Sólo entonces le hizo señas a Han Shuo para lo siguiese.

Usualmente los patricios poseían dos tipos de residencias. Las más importantes eran las casas señoriales donde vivían sus familias desde tiempos inmemoriales, muy anteriores a la formación del Imperio Itálico y que eran ampliadas o mejoradas con el pasar de las generaciones. Naturalmente eran impresionantes por su arquitectura y también por sus grandes jardines, donde sus propietarios podían organizar fiestas u otros eventos como una forma de exhibir su poder y riqueza frente a otros de su misma clase.

En cambio, en las grandes ciudades no abundaba el espacio, de modo que los nobles optaban por residencias más económicas con un gran patio interior alrededor del cual se elevaban las estructuras y la mayor parte del decorado se reservaba para el interior. Pero ya fuese por su mal gusto o por un complejo de inferioridad poco disimulado, el Barón Calvert había optado por construirse una mansión bastante estrafalaria que poseía un gran jardín delantero atiborrado de esculturas y árboles que no tenían ninguna coherencia con entorno arquitectónico de la ciudad. Era demasiado evidente que el señor de la casa se sentía bastante acomplejado por ser un noble “reciente”, que no poseía la misma alcurnia de los auténticos patricios, por eso había intentado desesperadamente que su residencia urbana se pareciese a una casa señorial. Pero ni Han Shuo ni el Maestro Asesino sintieron ganas de quejarse, porque esta estrambótica decoración les facilitó en gran medida desplazarse hasta llegar a una ventana cuyos pestillos no representaban un gran desafío.

Entraron con mucho cuidado y se desplazaron bien pegados al muro para reducir lo más posible el eco de sus pasos. Se habían introducido en una pequeña despensa de alimentos, repleta de costales con provisiones para el invierno y bastantes botellas de aguardiente. Esperaron unos momentos con los oídos atentos antes de abrir la puerta con mucho sigilo, luego comenzaron a recorrer la casa por unos oscuros pasillos, evitando a todos los guardias, hasta encontrar el salón principal.

Llegaron frente a una enorme puerta de madera que dejaba escapar un haz de luz por el estrecho resquicio y unas voces estruendosas se escuchaban al otro lado. El Asesino la miró durante un momento para hacerse una idea de su posición, luego se alejó seguido por Han Shuo para buscar un buen punto para escalar a las vigas de madera del techo, desde donde pudieron reptar hasta su objetivo sorteando las paredes.

Debajo de ellos había una habitación muy lujosa, aunque demasiado decorada, como si el propietario quisiera gritarle al mundo entero que tenía dinero. Pero conforme se acercaban existía el riesgo de ser vistos, así que los movimientos del asesino se hicieron mucho más cuidadosos y silenciosos, como los de un espectro. Han Shuo, que ni siquiera en el Bosque Oscuro había visto a alguien moverse de un modo tan sigiloso, se quedó consternado por un momento sin saber muy bien que hacer, pues entendió que si continuaba siguiendo al ejecutor corría el riesgo de exponerse.

Lo cierto es que era muy difícil que consiguiese imitar a la primera esa forma de moverse que Fortunato había desarrollado durante años mientras se volvía un Maestro Asesino. Sin embargo, Han Shuo tenía de su lado la Esencia Mágica fluyendo por todo su cuerpo y la adicional ayuda del Infante Sanguinario para controlarlo, de modo que rápidamente encontró una solución. Con mucho cuidado comenzó a manipular el funcionamiento de sus órganos internos y reducir el ritmo de su metabolismo hasta el punto en que incluso los latidos de su corazón empezaron a mitigarse. De ese modo todo su organismo se paralizó, su respiración se volvió inaudible e incluso la temperatura de su cuerpo se redujo. A primera vista uno podría haberlo confundido con un cadáver. El propio Fortunato no pudo evitar volverse un momento para mirarlo con asombro, pues ni siquiera él era capaz de esconder su presencia de ese modo, incluso utilizando pociones mágicas.

Debajo de ellos se encontraban hablando dos personas sentadas en una mesa conversando a la luz de los candiles. A su alrededor había varios guerreros con armadura que seguramente actuaban como guardias.

– Joven señor, no creo que tantas precauciones sean necesarias. Yo preferiría. –

– No se trata de lo que usted o yo preferiríamos, sino de lo que mi padre, el Duque ha dispuesto. ¡Bonito espectáculo daríamos a nuestros enemigos si alguien os asesina justo después del golpe a la familia Addison! –

– Pero ¡¿quién se atrevería?! Valen está completamente bajo nuestro control… –

– No señor Calvert. Valen está bajo el control de mi familia. –

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Sentados uno frente al otro se encontraban Clark y un hombre vestido con ropas lujosas de colores azul y dorado, que sin embargo no lograban camuflar su desagradable personalidad. El Barón Calvert llevaba los cabellos alborotados como si acabara de despertarse o llevase varios días sin dormir. Además, era evidente que le tenía bastante miedo a su interlocutor.

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No era para menos. La expresión de Clark era cualquier cosa menos cordial y de vez en cuanto un poco de su Aura de Batalla resplandecía a su alrededor, dejando claro que estaba haciendo grandes esfuerzos para contener las ganar de atacar por lo enojado que estaba.

– Por supuesto que… no quise decir… Claro, que entiendo que el Duque. – Dijo Calvert tartamudeando por los nervios y sin querer su mirada se dirigió hacia los hombres parados detrás suyo, como confirmando que estaban ahí para protegerlo, pero esto no hizo nada para tranquilizarlo.

El Barón tenía a unos siete soldados como guardias, en cambio Clark solo tenía dos, pero incluso un profano en asuntos militares podía darse cuenta de que había una diferencia inmensa entre la fuerza de ambos grupos. Los dos soldados tenían ese porte que solo poseen aquellos veteranos que han sobrevivido a cientos de batallas y sostenían sendos cascos con impresionantes penachos de crin de caballo teñidos de rojo, que revelaba su rango como centuriones.

Los siete de Calvert seguramente habrían visto alguna cuota de lucha, pero eran como gatitos enfrentando a tigres en comparación. Y en realidad lo sabían, porque cuando Calvert los miró, los guardaespaldas de Clark lo notaron de inmediato y llevaron sus manos hacia las espadas cortas en sus cintos sin inmutarse en lo más mínimo y con un movimiento casi mecánico. Los hombres de Calvert apenas pudieron contener el impulso de retroceder y algunos incluso tragaron saliva de forma inconsciente.

Clark era el más fuerte en la habitación. Naturalmente notó todo lo que acababa de ocurrir y sonrió con desdén mientras decía: – ¿De verdad lo entiendes? Tengo mis dudas y mi padre también. –

– ¿A qué se refiere, joven señor? – Respondió Calvert mientras se secaba la frente con un pañuelo en un desesperado intento por pretender que nada había ocurrido.

– Déjame explicarte. – Respondió Clark con un gesto que revelaba desprecio: – Teníamos un plan perfecto para exterminar a la familia Addison, apoderarnos de su tesoro familiar y purgar de nuestros dominios a nuestros últimos opositores. Todo tendría que haber acabado en una sola noche, sin despertar sospechas de la capital y con mínimas bajas; pero en su lugar terminó convirtiéndose en un desastroso ataque nocturno que muy pronto resonará por todo el Imperio; un desastre que nos costó la vida de cincuenta guerreros de élite e incluso perdimos la mitad del tesoro cuando el lugar colapsó. Todo eso porque tú tenías que vengar a tu hijo y no pudiste resistir el impulso de manipular las cosas para que la joven Lisa regresase a su casa. –

– … ¡Yo juro que nunca! –

– ¿De verdad creíste que no íbamos a descubrir que enviaste esa carta? – Lo cortó Clark iracundo mientras daba un golpe en la mesa con el puño: – Te aconsejo que tengas mucho cuidado con tus próximas palabras, Barón, porque mi padre todavía no está muy seguro de si tu utilidad alcanza para mantenerte con vida o si debemos ofrecer tu cabeza a los Tribunos Imperiales para mantener nuestra fachada unos meses más hasta que termine el invierno y los caminos se abran. –

Calvert tragó saliva e inmediatamente bajo la vista. Sus manos temblaban y su respiración estaba agitada. Finalmente se atrevió a responder.

– Es cierto que vengar a mi hijo puede haber precipitado mi actuar, pero siempre pongo los intereses del duque por encima de todo. Además, soy lo bastante listo como para entender que mi destino depende del éxito de su Excelencia Ascher y haré todo lo que pueda para asegurar que triunfe. –

Ese discurso funcionó, porque Clark dejo de mostrar hostilidad, aunque a regañadientes. Calvert suspiró aliviado, pero no se relajó. Era evidente que estaba pisando un terreno peligroso y solamente lo estaban perdonando porque en ese momento la familia Ascher necesitaba a todos los aliados posibles o de otro modo su cabeza podría haber terminado en una pica junto a las de sus odiados enemigos.

Calvert sabía que necesitaba probarse útil cuanto antes, así que preguntó: – Creí que lo más importante para el Duque era la muerte de toda la Familia Addison. Aunque su tesoro familiar haya sido grande, no lo era mucho en comparación al de otros nobles. En cambio, si esa mocosa seguía libre ¿no existía la posibilidad de reuniera a los amigos de su padre en nuestra contra? –

– ¡Piénsalo un poco! – Respondió Clark mirándolo con desgano: – ¿Cuánto crees que nos cuesta comprar senadores, oficiales del ejército y soldados? ¿Acaso crees que los legionarios van a arriesgar el cuello para rebelarse contra su emperador simplemente por buena voluntad? ¡Necesitamos comprar su lealtad, no alquilarla! Sin oro perdemos influencia. Sin influencia perdemos poder. Y sin poder, el que los amigos de los difuntos Addison se venguen de nosotros se vuelve más una certeza que una posibilidad. Sobre todo ahora que Lawrence está aquí. –

– ¡Lawrence! ¡¿Aquí?! ¡Deme la orden y lo arrestaré esta misma noche! – Dijo Calvert eufórico, pensando que se le presentaba una oportunidad para congraciarse con el Duque.

– Si fuera tan simple ya lo habría ido a capturar yo mismo en lugar de perder mi tiempo aquí. – Respondió Clark exasperado: – Su identidad es complicada y requiere que procedamos con mucha prudencia. Pero no temas, porque muy pronto me encargaré personalmente de él. En lugar de eso deberías ocuparte de otras cosas. Hace poco han reportado que hay extraños llegando en la ciudad y haciendo preguntas, averigua quienes son. No quiero factores imprevistos justo ahora, cuando estamos tan cerca. –

– Se hará como ordenes, joven señor. –

Clark dio un fuerte trago a la jarra de aguardiente que tenía en frente y se levantó mientras decía con un tono fastidiado: – Realmente deberías mejorar la calidad de tus bebidas. –

– ¡Lo… siento mucho! –


– No importa. – Lo cortó Clark y señaló a sus guardias: – Además de los legionarios que te he traído, estos dos se van a quedar para protegerte unos cuantos días. Son mucho más confiables que tu gentuza y se asegurarán de que sigas vivo. –

– ¡Muchas gracias! – Respondió Calvert a toda prisa con una sonrisa nerviosa: – En verdad debo agradecer a su Excelencia por molestarse tanto. –

– También son bastante caros y protegerte no forma parte de sus deberes oficiales. – Agregó Clark con una sonrisa que no tenía nada de amable: – Así que tendrás que pagarles de tu propio peculio. Afortunadamente la joven Addison se vendió por buen dinero, por lo que usaremos tu comisión para compensar nuestras pérdidas. Espero que no te importe ¿o sí? –

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Calvert abrió mucho los ojos con un gesto de ira, pero alcanzó a contenerlo en el último momento, pues sabía que su vida dependía de ello. Así que sonrió de un modo bastante patético mientras hacía una reverencia al mismo tiempo que se forzaba a mascullar: – je je. Para nada, joven señor. Es mi placer servir a la familia Ascher. –

Después de este último insulto, Clark finalmente abandonó la habitación para marcharse.

Han Shuo ya había visto lo suficiente para hacerse una idea de lo que había ocurrido. Calvert había sido quien envió a Lisa el supuesto mensaje para que volviese a casa, porque quería asegurarse de vengar a su hijo castrado. Pero esto terminó previniendo a los Addison, que prudentemente se retiraron a su refugio antes del ataque. Con sus cartas expuestas, el Duque Ascher tuvo que lanzar una ofensiva y perder a muchos hombres, a pesar de haber recurrido a traidores para minimizar sus bajas. Un evento tan importante no dejaría de ser conocido y tarde o temprano llegaría a la corte imperial y al senado, donde sus enemigos comenzarían a proclamar discursos en su contra. Era cuestión de tiempo que su traición fuese expuesta y podía terminar ocurriendo antes de que el Imperio Kasi estuviese listo para ayudarlo, sobre todo porque el invierno aún no había terminado y ningún ejército humano emprendería una gran campaña antes de que las nieves se derritiesen por completo. Por eso el Duque Ascher estaba tan desesperado y ahora Calvert había caído de su gracia.

El problema es que un animal acorralado, suele reaccionar atacando. Más pronto que tarde los Ascher irán a matar a Lawrence e incluso Emily podría quedar expuesta.” Pensó Han Shuo mientras alzaba la vista para mirar al Ejecutor Fortunato. Este le devolvió la mirada y fue evidente que el veterano asesino había llegado a la misma conclusión que él.

¡Tenemos que matar a Clark!

Calvert no era más que un peón desechable que ya estaba cuesta abajo y no valía la pena entretenerse con él. En cambio, si conseguían matar a al primogénito del Duque, le estarían dando un golpe terrible a toda la organización de los traidores al imperio, que perderían a uno de sus comandantes más hábiles. Ahora que estaba viajando de noche, era el momento perfecto.

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Tras unas cuantas peripecias consiguieron abandonar la mansión de Calvert, justo a tiempo para ver las puertas abrirse y dejar paso a una comitiva de soldados montados que comenzaron a marchar en dirección a los cuarteles militares. Clark lideraba la marcha en un brioso Corcel de Guerra de color negro, precedido tan solo por dos legionarios que avanzaban un poco adelante y vociferaban a todos lados para que cualquier transeúnte se apartase del camino, aunque no era necesario, porque a esa hora ya casi no se veía un alma en las calles.

Fortunato y Han Shuo comenzaron correr sigilosamente por los tejados siguiendo la comitiva, adelantándose lo suficiente como para buscar el lugar idóneo en donde emboscar. Finalmente, el Maestro asesino vio un sector de la calle lleno de edificios y con un trayecto sinuoso que parecía perfecto, entonces se volvió hacia Han Shuo y susurró: – Ahí hay un callejón donde las sombras se cruzan. Espera en silencio a que el grupo de Clark te haya pasado y entonces haré mi movimiento. Busca el mejor momento para apoyarme y crear una distracción. Tengamos éxito o no, nos retiraremos por rutas diferentes. –

Tras decir esas palabras, el Ejecutor pareció disolverse entre las sombras, desapareciendo completamente de la vista. Han Shuo asintió y se colocó en el lugar designado. Las instrucciones de Fortunato eran bastante vagas, pero la situación de por sí era bastante peligrosa y no había forma de saber cómo podía evolucionar, así que tendrían que improvisar.

Al poco tiempo se escuchó el sonido de los cascos a la distancia. Han Shuo ocultó su presencia mientras invocaba discretamente al Filo Asesino de Demonios. A unos diez metros pudo ver con claridad los diecisiete corceles que desfilaban de un modo imponente, montados por legionarios vistiendo armadura de placas relucientes y con penachos de sus casos. Dos de ellos sujetaban unos impresionantes estandartes labrados con hilos de plata, sobre los cuales habían bordado un espectacular Grifo, que era el emblema de su legión.

De pronto se oyó un crujido seco y un objeto desconocido que desprendía destellos fulgurantes comenzó ascender de uno de los tejados. Todos los jinetes alzaron la vista, pero Han Shuo tuvo un presentimiento y cerró los ojos justo a tiempo para evitar el enorme fogonazo cuando la bomba de centellas estalló. Los guerreros gritaron, los caballos relincharon nerviosos e incluso Clark parecía bastante alarmado.

De repente dos flechas silbaron en el aire e impactaron de forma certera en el cuello de los caballos que iban al frente de la comitiva. Los animales lanzaron un grito agonizante y se derrumbaron junto con sus jinetes, pero antes de que nadie pudiera reaccionar ya había más flechas en el aire, matando al corcel de Clark y los que estaban a su alrededor.

Han Shuo entornó la vista y vio como el Maestro Fortunato corría de techo en techo, disparando con una habilidad y precisión diabólicas. Estaba usando algún tipo de habilidad sobrenatural para sostener las flechas que aún no utilizaba en el aire, de modo que, tan pronto como lanzaba una, la siguiente ya se acercaba a la punta de sus dedos. Así fue matando o hiriendo severamente a todas las monturas de los guerreros en pocos segundos mientras cerraba la distancia. Pero el efecto cegador ya estaba terminando. Los experimentados legionarios comenzaron a levantarse, aunque con algo de dificultad y muchos alzaron sus escudos mientras miraban a los tejados para localizar a su atacante.

Supongo que este es el mejor momento.” Pensó Han Shuo mientras salía de su escondite con su Arma Mágica bien preparada. Los soldados estaban tan concentrados en localizar al misterioso arquero, que no consiguieron reparar en la sobra que se acercaba hacia ellos como una serpiente hasta que fue demasiado tarde.

Con un grito furioso, Han Shuo cargó por la retaguardia del grupo y lanzó una espantosa patada a uno de los legionarios, que apenas alcanzó a cubrirse con su escudo de forma instintiva. Aun así, el impacto inesperado lo hizo perder el equilibrio y antes de que pudiera recuperarlo, Han Shuo ya lo estaba apuñalando en la parte baja del bazo, ahí donde la armadura era menos densa.

Varios soldadores gritaron para avisar a sus compañeros de que un segundo atacante venía por su espalda, pero para entonces Han Shuo ya había apuñalado a uno en el cuello y estaba a punto de matar al siguiente. Pero cuando varias espadas comenzaron a apuntarle, supo que estaba abusando de su suerte y desató su conjuro de Niebla Negra. Otro Necromante habría tardado casi un minuto en lanzarlo, pero con la sobrenatural velocidad que su Fuerza Mental alcanzaba, Han Shuo lo hizo en un segundo.

Hasta los más valientes pueden sucumbir ante un temor repentino y eso fue exactamente lo que sucedió. De pronto casi la mitad de la escolta de Clark se quedó atrapada en el conjuro, sin poder ver a sus compañeros y comenzaron a gritar mientras daban tajos a diestra y siniestra en un intento por atinar un golpe sobre este nuevo enemigo desconocido. Pero el miedo que sentían los volvía torpes y erráticos, muchos se golpeaban mutuamente o tropezaban con los cadáveres de los caballos en el suelo. Han Shuo se aprovechó de esto para matar a otras tres personas.

A pesar de lo intenso del ataque, todo el evento no había ocurrido en instantes. Clark había pasado de la sorpresa de ver morir a sus monturas y buscar a un enemigo en los tajados; a tener que reaccionar a un ataque repentino por la espalda. No sabía cuántos enemigos estaban atacándolos, ni cuáles eran sus habilidades. Y el pánico comenzaba a extenderse entre sus hombres.

Pero, aunque fuese ruin y traicionero, Clark seguía siendo un aristócrata guerrero. Incluso se había atrevido a intentar un asesinato en la más prestigiosa y segura Academia de Magia dentro del Imperio. Rápidamente comenzó a vociferar ordenes bastante certeras para que sus soldados formasen un muro de escudos tanto en la retaguardia como en el frente. De ese modo podrían neutralizar a cualquier atacante.

Fue entonces que Fortunato entró en acción.

El Maestro asesino había estado aprovechando la distracción de Han Shuo para ir saltando de techo en techo hasta que estuvo a poca distancia de su objetivo y entonces se lanzó desde las alturas con una velocidad impresionante, igual que un halcón en pos de su presa.

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En ambas manos llevaba dagas muy rectas y afiladas. En todo momento se había cuidado de que la luna no estuviese detrás suyo para que su silueta no fuese detectada. Cayó sobre Clark en perfecto silencio, como un león abatiendo su presa y certero como la mordedura de una serpiente.

El Caballero de la Tierra sintió el peligro y activo su Aura de Batalla para defenderse sin saber muy bien de dónde vendría el ataque. De pronto el pie del Asesino impactó de lleno en su hombro, rompiendo su postura y causando que cayese hacia atrás. Inmediatamente después sintió la estocada de las dagas que se abrían paso entre las rendijas y pliegues de las placas de su armadura. Justo entonces el Ejecutor activó su propia Aura y Han Shuo alcanzó a distinguir un color blanco, muy similar al de Clark, revelando que poseía el poder de un Maestro de Espadas.

El impacto fue atronador.

Los poderes de ambos, Asesino y Caballero, provocaron una auténtica explosión que mandó a volar a todos los legionarios a su alrededor, algunos de los cuales salieron heridos e incluso hubo unos cuantos que cayeron muertos. El propio camino fue destruido. Fue un instante que pareció eterno.

Cuando el polvo se asentó, una figura salió disparada. Se trataba del Ejecutor. Por un instante Han Shuo sonrió eufórico al pensar que el asesinato había tenido éxito, pero cuando entornó la vista vio que Clark no estaba en el suelo, sino arrodillado en una posición defensiva con su espada larga protegiendo su cuerpo. El ataque de Fortunato había conseguido atravesar la defensa de su Aura de Batalla y su Armadura de Placas, pero las heridas, aunque sangraban, no parecían ser lo bastante graves a juzgar por la expresión de desafío que había en la cara del Caballero de la Tierra. Si tan solo las armas del Ejecutor hubiesen estado envenenadas, aún podría haberlo matado, pero toda la operación había sido demasiado vertiginosa y no tuvieron tiempo de hacer preparativos.

Tampoco podía darse el lujo de lamentarse.

Con un ruido atronador un muro de escudos se cerró de repente frente a Han Shuo. El efecto de su conjuro se había terminado y ahora los legionarios marchaban disciplinadamente hacia él con expresiones asesinas. Ninguno de ellos era más fuerte, pero se trataba de veteranos experimentados que no le tenían ningún temor, pues sabían que podían compensar cualquier debilidad que tuvieran trabajando en conjunto.

Han Shuo miraba sombríamente a estos soldados. Por un lado, no quería luchar contra ellos, pero justo detrás podía ver la espalda descubierta de Clark y parecía casi a su alcance. Quizá si arrojase su Filo Asesino de Demonios en ese mismo momento podría matarlo. Quizá podría abrirse paso o invocar a su Pequeño Esqueleto para luchar juntos. Tales ilusiones se formaban en su mente.

– ¡Escapa ahora! ¡Usa las casas! –

La voz de Fortunato llegó a sus oídos trasmitida a través de algún medio desconocido y lo despertó súbitamente. De inmediato dio media vuelta y comenzó a correr a toda velocidad, seguido muy de cerca por los enfurecidos soldados. Entonces dio un fuerte pisotón mientras activaba el Arte del Noveno Diagrama Celeste para elevarse rápidamente hacia un balcón e ingresó por las ventanas de una residencia desconocida. Avanzó caóticamente por los pasillos e inmediatamente llegó a otra ventana por la cual se arrojó para llegar a una segunda residencia. Esta vez tomó unas escaleras que lo llevaron hasta los tejados y comenzó a saltar de techo en techo.

A lo lejos comenzaron a resonar los aterradores toques de las campanas en los cuarteles militares que anunciaban: “Emergencia, Auxilio, Fuego, Enemigos”. Pudo oír el furioso rugido de Clark que gritaba para que los atrapasen y con horror escuchó como los soldados rompían la puerta del edificio en que acababa de estar, mientras vociferaban gritos de guerra.

Aceleró el paso y con su gran velocidad fue capaz de distanciarse de sus perseguidores. Pero en apenas unos instantes la ciudad parecía haberse convertido en un hervidero de soldados que salían de todas partes y entraban en todas las casas, rompiendo las puertas sin miramientos. Sólo entonces reparó en que no se había encontrado con ningún civil en ninguna de las residencias. Y es que había estado tan concentrado en matar a Clark que no había usado sus sentidos para examinar el entorno.

Quizá Calvert obligó a todos los ciudadanos alrededor de su residencia a desalojar o quizá todo esto fue una trampa desde el principio.” Pensó Han Shuo sin saber muy bien que hacer excepto seguir corriendo. De pronto una de las puertas que daba al techo al que acababa de saltar se abrió de golpe y tres Caballeros Sargentos seguidos por varios Compañeros de Armas se lanzaron contra él. Eran demasiados enemigos y muy bien armados. No le quedó otra opción que lanzar una ráfaga de Fuego Glacial-Místico para poder abrirse paso. Escuchó unos gritos de agonía, pero no se quedó a ver el resultado porque escuchaba más pasos acercándose.

Siguió corriendo a toda prisa, saltando de edificio en edificio, pensando en lo que podía hacer, cuando llegó a una zona donde los techos altos terminaban. No dudó un instante. Con un brinco se arrojó desde un cuarto piso mientras calvaba el Filo de Asesino de Demonios en la pared para reducir la velocidad de su caída, logrando un espectacular deslizamiento. Vio una calle oscura frente a él, repleta de estructuras de madera y sonrió al darse cuenta de que había llegado al sector más pobre de la ciudad, uno donde tendría más oportunidades de perder a sus perseguidores. Pero justo cuando comenzaba a correr escuchó un sonido atronador de cascos y vio a Clark que aparecía al final de la calle seguido de cerca por un desaliñado Calvert que en algún momento se había unido a la persecución. Ambos montaban sendos corceles y ahora estaban cortándole el paso con una nutrida escolta de al menos cincuenta legionarios con fuertes escudos que lo seguían a poca distancia. Parecía que ni siquiera su velocidad podía superar a la de los corceles.

Con un suspiro de frustración, Han Shuo estaba a punto de volver a usar el Arte del Noveno Diagrama Celeste para ganar distancia, cuando de pronto algo inesperado ocurrió.

Al principio pensó que se trataba de la adrenalina, pero le pareció que la temperatura a su alrededor descendía rápidamente. Luego tuvo un presentimiento y salto hacia atrás, justo a tiempo para evitar algo que emergía del suelo a gran velocidad, destrozando la calle empedrada, elevándose como una torre. Pero no era solo frente a él, por toda la calle emergieron pilares espantosos e incluso a través de algunos edificios. Todos eran blancos, ligeramente curvados y parecían converger hacia un mismo sitio. De repente comenzaron a brotar púas de su superficie a gran velocidad, como si fuesen árboles espantosos.

Han Shuo inmediatamente se arrojó detrás de una pared derruida por el misterioso acontecimiento. Al mismo tiempo escuchó gritos de los legionarios junto con el relincho desesperado de los caballos. Se asomó para ver lo que ocurría y se quedó estupefacto.

Los pilares que habían aparecido tan repentinamente estaban bastante concentrados alrededor del grupo de legionarios liderados por Clark, arrinconándolo con sus afiladas púas y desprendiendo una especie de aura helada que claramente los estaba paralizando. El Caballero de la Tierra se adelantó rápidamente con su espada desenvainada y cortó a su alrededor para destruir los extraños pilares, pero, aunque se dañaron o cayeron, rápidamente se regeneraron.

Entonces el suelo tembló y de la tierra emergieron varias criaturas que Han Shuo conocía muy bien. Eran Guerreros Esqueléticos y Guerreros Zombi, pero parecían mucho más espantosos que cualquiera que hubiese visto hasta entonces. Las Criaturas Oscuras atacaban a los Legionarios por sorpresa, cortándolos con sus armas, con sus garras e incluso mordiéndolos de un modo espantoso. Naturalmente los humanos contratacaban, pero las armas que normalmente habrían matado de un golpe a cualquiera de estas criaturas, ahora parecían necesitar un esfuerzo extra incluso para dañarlas. Muchas caían un momento y luego se volvían a levantar con los daños sobre su cuerpo completamente restaurados. Cuando finalmente conseguían destruir a una de ellas, nuevas Criaturas Oscuras aparecían para reemplazarla. Y como si esta visión digna del infierno no fuese suficiente, una misteriosa lluvia de afiladas púas de hueso comenzó a caer desde los cielos, matando a varios soldados cuando se incrustaban en las aberturas de sus yelmos o los lugares donde su armadura no los protegía demasiado. Habrían pasado unos momentos, pero más de veinte legionarios había muerto y el resto comenzaba a flaquear.

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– ¡Testudo! ¡Formen un Testudo! – Grito Clark de repente.

Al escuchar la orden, todos los legionarios se apresuraron a agruparse disciplinadamente entorno al Caballero de la Tierra para formar un sólido bloque cuadrado. Entonces todos levantaron sus escudos sobre las cabezas, para bloquear por completo los proyectiles enemigos. Mientras tanto los soldados del exterior colocaron sus escudos de modo vertical, formando un sólido muro que no tenía problemas para repeler a las Criaturas Oscuras. Eran como una máquina acorazada que acuchillaba a todo lo que se acercase a ellos y no podía ser dañada.

– ¡Avances hacia los pilares! ¡Hay que destruirlos! – Ordenó Clark y todos juntos comenzaron a moverse como una sola entidad imparable, gracias al sólido caparazón que acaban de formar. Pero no habrían avanzado mucho cuando un nuevo evento aconteció: Lo que parecían ser unas enromes garras esqueléticas emergieron del suelo para golpear a los soldados con tanta fuerza que la propia extremidad se destruyó inmediatamente. La formación defensiva de los legionarios les salvó la vida, pero inevitablemente se dispersaron.

Entonces Han Shuo notó algo y alzó la vista a tiempo para mirar a una figura vestida de negro que levitaba hacia ellos. En sus manos llevaba un báculo de color blanco y a su alrededor comenzaron a aparecer neblinas espantosas que se expandieron hasta ocultar completamente la luz de la luna que hasta hacía unos instantes era perfectamente visible a sus espaldas, oscureciendo aún más las tinieblas de la noche.

El misterioso personaje murmuró un conjuro y un nuevo ejército de Criaturas Oscuras se materializo a su alrededor: Guerreros Esqueléticos, Zombis, Gules, Abominaciones e incluso Gárgolas. Todos ellos cargaron contra los Legionarios para comenzar a desatar una auténtica carnicería. Era una visión espantosa y sin embargo fascinante.

– ¡Por los divinos! – Gritó entonces un horrorizado Barón Calvert: – ¡Es un Necromante Archimago! –

Todos observaban con auténtico terror a esta figura imponente que levitaba frente a ellos como un auténtico dios de la muerte. Todos menos uno.

Han Shuo miraba fascinado desde su escondite, tratando de grabar en su memoria cada aspecto y detalle de lo que observaba, pues por primera vez estaba en presenciando el verdadero poder destructivo de la Magia Necromántica.

 

 

 

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Hola amigos, soy Acabcor de Perú, hogar de la pachamanca, uno de las mejores comidas del mundo y cocinadas directamente en la tierra ancestral. Búsquenlo. (NOVA: Damos fe de que esto es cierto (っ˘ڡ˘ς)

Mis disculpas a todos por la tardanza en mi traducción, pero estoy pasando por una serie de predicamentos. Espero su comprensión si de cuando en cuando no llego a presentar un capítulo, pero quiero que sepan que no es porque los haya olvidado e intentaré continuar lo mejor posible.

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Continuando con la nota histórica anterior, en esta segunda parte quiero hablar del contexto científico.

Mencioné que el SACCO DI ROMA puso fin al Renacimiento Italiano. Eso es verdad, pero lo es sobre todo en el ámbito de las Bellas Artes, en el plano científico aún continuaba teniendo una gran preponderancia. En esa época había una fascinación casi obsesiva por la Antigüedad Clásica, o sea Grecia y Roma. Tanto es así que fueron los renacentistas los que llamaron Edad Antigua a esta época y se llamaron ellos mismos “Modernos”, como si fueran sus sucesores. Todo lo demás lo llamarón peyorativamente como Edad Media u Oscurantismo, porque lo consideraban inferior.

El que la Tierra sea el centro del universo no es realmente una cuestión de teología. No hay ningún capítulo de la Biblia donde se especifique eso. En realidad, esta creencia se basaba en el trabajo de un gran científico griego llamado Ptolomeo Claudio en su tratado astronómico ALMAGESTO. De ahí que al Geocentrismo se le conozca como Modelo Ptolemaico.

Ahora, yo no soy físico. Pero sí que he estudiado filosofía y tengo que decirles que los griegos son DEMASIADO brillantes. Hasta el día de hoy puedo utilizar a Aristóteles para resolver una infinita serie de problemas y creo que todos seguimos usando el teorema de Pitágoras. El caso es que, en esa época, decir que los griegos podían cometer un error era el equivalente a decir hoy en día que en Stephen Hopkins ha estado sumando mal. Uno simplemente no podía decirlo si no estaba absolutamente seguro o se lo comerían vivo en la universidad.

Galileo fue uno de los que intentó rebatir este modelo que había funcionado bien por más de mil años. ¡Decir que Ptolomeo estaba equivocado! Lo que intento decir aquí es que el rechazo que recibió no fue únicamente religioso, sino principalmente académico. (NOVA: Bueno si, totalmente de acuerdo, pero no fueron los cientificos los que intentaron matarlo xD)

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Hasta ahí lo dejo esta reseña histórica sobre el Juicio a Galileo.

Ahora lo que realmente importa, los cambios.

No quiero sonar presumido ni demasiado orgulloso, les ruego que me disculpen, pero… ¡Que tal capítulo! Me encantó, fue incluso mejor que el anterior. Está muy mal que yo lo diga, pero me quedó excelente. Creo que hasta es mejor que el anterior.

El original describía a Clark saliendo de la casa en un carruaje y entonces el asesino atacaba el carro directamente, matando al ocupante. Al final resulta que Clark no estaba en el carruaje y todo era una especie de trampa bastante obvia… Simplemente no tenía sentido.

De ahí que me decidiera a modificar toda la pelea, tanto de este, como del siguiente capítulo.

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Así es, mis estimados lectores. En este episodio cambié tantas cosas que lo único igual es el final. En el original Clark llama a Calvert “Tio” como si fuese su mejor amigo. Eso no me cuadraba con un traidor como él y preferí cambiar su relación a la de un subordinado que arruinó la operación. También introduje el tema de los guardaespaldas para justificar que el enfrentamiento entre Han Shuo y los soldados sea algo complicado a pesar de su fuerza.

El original inmediatamente nos lleva a la mansión, yo opté por crear todo el recorrido para darnos una idea de una vertiginosa carrera. ¿Qué tal quedó? Esperaba que fuera un poco como la sensación que se tiene en The Matrix cuando los agente aparecen en todas partes.

Pero por favor, déjenme su opinión en los comentarios. ¿Les gustaron los cambios? ¿Cuál fue su parte favorita? ¿Qué les pareció el diálogo entre Clark y Calvert? Si han leído el original ¿Qué les parece el capítulo en comparación?

Y por favor no dejen de valorar la novela y darle todas las estrellas que deseen. Ya estamos en 25 valoraciones ¡Voy a ponerme a celebrar muy pronto!

Nos vemos en el siguiente capítulo.

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