Rakudai Kishi no Eiyuutan (NL)

Volumen 2

Capítulo 4: Batalla Decisiva “El Caballero Fracasado” vs “El Devorador de Espadas”

Parte 6

El sonido de choque más fuerte hasta ese entonces, sonó y el corredor se quedó en silencio.

– ¡Haa, haa! ¡Haa!

En ese silencio, Ikki estaba respirando bruscamente. La sangre perdida por las incontables heridas que sufrió enormemente drenó su energía. Pero… Ikki no era el único que estaba jadeando.

– ¡Ugh! Haa, haa, haa.

A pesar de que Kuraudo aún no recibía una herida, también estaba respirando mucho. La batalla parecía estar completamente desigual, pero ¿Por qué también estaba tan cansado como Ikki?

La respuesta, Stella inmediatamente la descubrió.

– ¡Eso es! ¡Entonces ese es el punto débil del Ataque Marginal…!

– ¿Eh? ¿De qué estás hablando Vermillion-san?

– Solo mira cuidadosamente al rostro del chico del cráneo, ahí lo vas a entender.

Siendo dicho eso, Ayase miró al rostro de Kuraudo. Estaba sudando mucho y desde su mentón, gotas de sudor estaban cayendo como si se derramaran.

– ¡… Ya veo! ¡Es su resistencia!

– Si. Es bastante simple ahora que lo pienso. Ese Ataque Marginal abrumador suyo que desafía al sentido común hace valer esas acciones superiores presumidas, pero a cambio el consumo de su resistencia realmente es dura. ¡Ikki inmediatamente se dio cuenta de eso y jugo por algún tiempo mientras sufría la más mínima cantidad de heridas, para así poder agotar su resistencia!

Como si confirmara eso, Kuraudo repentinamente crujió violentamente sus dientes.

«¡Maldito imitador…! ¡Se suponía que esto iba a ir a mi ritmo, pero antes que me diera cuenta, quedé atrapado en el juego de resistencia de este bastardo!»

Aunque estaba medio muerto y apenas podía sostener su espada, inmediatamente descifró la debilidad del Ataque Marginal de Kuraudo y lo atrajo a su propio ritmo. Como resultado, la energía de Kuraudo casi estaba completamente agotada.

Sí, es exactamente como Stella lo dijo, Ikki no era el tipo de chico que solo se sienta silenciosamente mientras estaba siendo atacado. En su arsenal, había muchos métodos para cansar a sus oponentes.

«Casi como brujería… que bastardo tan molesto.»

A Kuraudo le dio escalofríos cuando trataba de pensar cuantos niveles de planificación tenia este simple encuentro de ataques y bloqueos.

Por el otro lado, Ayase estaba llena de admiración para Ikki.

– ¡Como se esperaba de Kurogane-kun! ¡Incluso puede hacer eso desde un lugar donde sus espadas no alcanzan al oponente! ¡Si es así, entonces podía ser capaz de ganar…!

Pero cuando Ayase estaba balanceando sus puños de felicidad por la posibilidad de un giro radical. Stella mostró una expresión severa.

– … Quizás, quizás no.

– ¿Eh? ¿Qué quieres decir?

– Este juego de resistencia era su última carta. No tenía otras opciones si no podía cambiar la distancia en lo absoluto. Eso es todo. Y a Ikki también no le queda resistencia.

Ha pasado más allá de sus límites. En una batalla prolongada, la posibilidad de que pierda es más alta.

Solo es algo que hizo como último recurso en esa desventajosa e inútil situación. Así que no era algo que tuviera muchos méritos para este lado. La única cosa que se podía decir era…

– Bueno, no importa quien pierda o quien gane… el siguiente golpe probablemente será el último.

Esa era la única verdad.

– ¡… Este bastardo… tiene que haber un límite para la terquedad…!

– Haa, haa… desafortunadamente. Realmente odio perder… Y… ha sido un largo tiempo desde que he me han hecho agotar tanto… Es muy divertido… sería una pena terminarlo.

– Haa… haa… haa… ¿es divertido? ¡Jajajajajaja! ¡Tú también… huh, también estas muy mal de la cabeza!

– ¡… Eso, podría decir lo mismo sobre ti…!

– … Sí, pero es tiempo de terminar también eso.

Kuraudo corrigió su respiración, y puso recta su espalda. Y blandió a Orochimaru.

– El siguiente va a hacerte polvo.

Declaró eso al guerrero cubierto en sangre, parado frente a él. Con el siguiente ataque… sería asesinado.

Y aceptando ese desafío a muerte. Ikki alegremente alzó los extremos de sus labios.

– …Si, es verdad. También estaba pensando en eso.

Apunto a la espada negra frente a sus ojos, apuntando la punta directamente hacia el pecho de Kuraudo. Los dos caballeros intercambiaron la promesa de traer una muerte segura a cada uno y entonces…

– Por último, ¿Puedo preguntar algo?

– ¿Qué?

Antes que el encuentro termine, Ikki preguntó algo que tenía que oír desde Kuraudo sin importar que.

– El gran maestro de la estaba que ambos anhelamos… ¿Estaba sonriendo justo como lo hacemos ahora?

Ante esa pregunta, los ojos de Kuraudo de repente se abrieron.

– … Jaja, no preguntes algo tan obvio.

Respondió como si lo escupiera.

– No hay forma que alguien quien es llamado el Último Samurái no se divirtiera en un encuentro a muerte tan divertido como ese.

– … Así que es eso.

Quería saber eso. Y quería que la respuesta también sea esa. Es por eso, que Ikki lo dijo.

– Gracias.

Salió precipitadamente mientras mostraba sus colmillos.