Rakudai Kishi no Eiyuutan (NL)

Volumen 2

Capítulo 3: Ayatsuji Ayase

Parte 2

 

 

 

Al día siguiente, justo como ayer. Ayase vino al dojo con la molesta lluvia.

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– Hola… ¿Huh?

Después de saludar y abrir la puerta del dojo, encontró a Kaito, quien estaba sentado en un cojín.

– ¿Estas solo tú, padre? ¿No es inusual para los demás llegar más tarde que yo?

– Es verdad, es la primera vez para todos ellos llegar tarde al mismo tiempo.

Kaito inclinó su cabeza, desconcertado. Aunque todos ellos nunca se habían retrasado juntos, pero había veces donde uno o dos de ellos llegaban tarde, probablemente era una coincidencia que todos ellos lleguen juntos tarde.

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– Bueno, volverán tarde o temprano. Ahora, ya que finalmente estamos solos después de un largo tiempo voy a ver personalmente tu práctica de espada.

– Estoy feliz de que lo vayas a ver, pero… No está permitido balancear la espada,
¿entendiste? Ya que papa está enfermo.

– Ayase es una pesimista. No te preocupes, solo voy a darle un vistazo, porque mi cuerpo no está en una buena condición debido a la lluvia continua estos últimos días.

Ayase decidió mostrar a Kaito las posiciones antes de intentar la técnica secreta, la cual aprendió cuándo se matriculo en la Academia Hagun, mientras espera por los otros discípulos. Ayase apuntó su espada de madera y abrió su postura un poquito. Bajó su cintura un poco y liberó fuerza desde sus hombros. Ella siguió los movimientos de Kaito dentro de su memoria de ese día. Uno por uno, cuidadosamente.

Pero…

– No.

Kaito inmediatamente le regaño.

– No relajes tu mano cuando liberes fuerza desde los hombros. Ajusta tus muñecas más, pero no pongas mucha fuerza. Todo mientras mantengas las posiciones en mente.

– Es-Eso es difícil.


– Si no puedes hacerlo, entonces no vas a ser capaz de perfeccionar la técnica secreta. Voy a mostrarte como es de hacerlo una vez más.

Después de decir eso, Kaito cogió la espada de madera que estaba arrimada en la pared, pero…

*Mirada*

– …

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*Mirada*

– … Lo entiendo. Lo entiendo. No voy a balancearla. Okey.

Kaito se rindió al levantar sus dos manos hasta Ayase, quien la estaba mirando desde atrás con una mirada de reproche en sus ojos.

– Por amor de Dios, realmente te pareces a tu madre en ese sentido. Tu madre, también, me reprochaba al enviarme miradas como esas, más bien que decirlo con su propia boca.

– Es natural, porque mamá me enseño que si papá alguna vez trataba de hacer algo estúpido puedo detenerlo al hacer esto.

– No es chistoso ser dominado por amabas generaciones de madre e hija.

Kaito suspiró una vez más y se movió hacia la espalda de Ayase. La abrazó desde atrás y se aferró a sus manos, las cuales estaban agarrando la espada de madera.

– Escucha bien: mantén tus muñecas a este ángulo. El punto vital detrás de esta técnica secreta es no alterar las posiciones al insertar demasiada fuerza.

Mientras explicaba el punto vital de la técnica secreta, la cual le confió a ella cuando iba a ir a Hagun, Kaito estaba ayudando a Ayase con su postura, Sintiendo la sensación de las palmas rígidas y ásperas que estaban envueltas alrededor de sus manos.

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«… Son grandes, las manos de papá.»

Ayase amaba esa sensación que no podía ser referida como gentil.

«Ahora que lo pienso… Ha sido un largo tiempo desde la última vez que me enseño de esta manera.»

– … Fufu.

Cuando se dio cuenta de eso, por alguna razón se puso extremadamente feliz. Ayase hizo una sonrisa.

– ¿Qué sucedió? Riendo repentinamente.

– No es nada. Solo pensé que ha sido un largo tiempo desde que papá me enseño varias cosas de esta forma. De alguna manera estaba feliz con esto.

Ayase repentinamente se apoyó sobre el amplio pecho de Kaito y acercó su rostro más cerca.

Rakudai Kishi no Eiyuutan Volumen 2 Capítulo 3 Parte 2 Novela Ligera

 

*Ba-bump Ba-bump*

Mientras escuchaba el latido de su amado padre…

– … Sería lindo si este dulce tiempo continúa para siempre.

Suspiró hacia ella misma

– …

Las palabras de Kaito no continuaron. Claro, porque sabía que ese deseo no se volvería realidad. Por supuesto, Ayase, también, sabia eso. Kaito no tenía mucho tiempo de vida. El tiempo cuando este latido, el cual estaba oyendo ahora mismo, pararía se acercaba progresivamente. Es por eso, Kaito había enseñado a la inmadura Ayase la técnica secreta la cual no podía manejarla en este momento.

«¿Por cuantos años más papa sería capaz de vivir?»

Ya había hecho su resolución para separarse de él. Pero fue por eso que Ayase deseaba que el ultimo día sería tan dulce como este momento.

… Y ese deseo fue traicionado en las formas más crueles.

En ese momento, la puerta corrediza del dojo de repente se abrió. Ayase y Kaito volteron sus ojos a la entrada, pensando que finalmente los discípulos habían llegado. Ciertamente, había uno de sus discípulos ahí. Era Sugawara.

Pero…

– ¡Su-Sugawara…!

El rostro de Ayase se puso pálido en un instante. Porque Sugawara estaba ahí en una forma que era dolorosa mirar con vendajes y gasas por todo su cuerpo y cara.

– ¿Esas heridas, que sucedió?

Kaito, quien estaba sorprendido también, corrió al lado de Sugawara.

Luego de ver a su instructor ver a su instructor correr hacia él. Sugawara por un instante casi estalla en lágrimas y…

– ¡Instructor… Lo, lo siento mucho!

Al igual que postrarse, casi como golpeando su cabeza en el piso del dojo. Aunque su rostro no podía ser visto, su voz sollozante podía ser escuchada.

Kaito inmediatamente entendió que no era algo trivial.

– Levanta tu cabeza, Esas heridas… parece que no te las hiciste al caerte o algo. ¿Qué sucedió?

– Es-Estas… fueron hechas por ese hombre que vino ayer…

– ¿Qué…?

– Ayer en la noche, cuando estábamos en nuestro camino de regreso del dojo, estaba esperando para emboscarnos a los siete… ¡Entonces, de repente nos atacó con una barra! ¡Ese chico esta demente! Sin dudar trató de romper la cabezas de los demás. Él está demente, loco te digo… Es por eso que, sin otra salida, todos nosotros luchamos, pero…

Sugawara sollozó fuertemente una vez más en ese punto y…

– ¡Fuimos inútiles! Todos los siete de nosotros ni siquiera fuimos capaces de tocarlo cuando estaba no usando su habilidad, ni siquiera estaba cubriendo su cuerpo con mana.

– ¡…!

Ayase tragó, sorprendida luego de oír esas palabras. Incluyendo Sugawara, los otros discípulos también, como Ayase, habían estado aprendiendo la espada de Ayatsuji desde sus niñeces y para ellos ser inútiles contra alguien.

«Ese chico, era tan fuerte…».

– A pesar de que fuimos entrenados por el Instructor por varios años… ¡Fuimos engañados por ese delincuente! ¡Lo siento mucho!

– ¡Ya no tienes que disculparte! ¿Más importante, están bien los demás?

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– … A Nitta le dieron una paliza y es por eso que fue tratada con una cápsula, pero todos los demás fueron hospitalizados…

Las capsulas solo pueden ser usadas al reclamar el seguro de salud; de otra manera seria muy costoso. Por eso, parece que entre los siete de ellos, con Sugarawa y Nitta fuera, los cinco de ellos aun fueron confinados a la cama. Los que tenían lesiones graves fueron diagnosticados con lesiones tale como sus brazos nunca regresarían a la normalidad, etc.

Después de confesar todo eso, al fin Sugarawa alzó su cabeza.

– Sensei… Fuimos capaces de llegar tan lejos porque te admiramos. Queremos convertirnos en hombres orgullosos como Sensei, pero… ¡No quiero decir esto pero que estábamos haciendo durante tantos años!

Preguntó a Kaito mientras lloraba.

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– …

Luego de ver la miserable figura de su pupilo más antiguo, Ayase estaba sin palabras. El entrenador, Sugarawa quien enseño a Ayase la espada, ya no se lo podía ver. Esos ojos estaban teñidos con miedo y desesperación. Su corazón había sido retorcido tanto que no sería capaz de volver a ser el mismo de siempre. Error, no era solo Sugarawa…

– Lo siento. No vamos a tocar la espada desde ahora en adelante…





Mientras lloraba fuertemente, Sugarawa sacó de su bolsillo las cartas de resignación de las siete personas. Si, al igual que Sugarawa aquí, los otros seis, quienes no estaban presentes, también tenían sus corazones rotos.
– Cruel…

¿Por qué haría algo así? ¿Cómo puede alguien hacer algo así? A pesar que todos dieron su mejor esfuerzo desde la niñez y siguieron directamente el camino de la espada. ¿Cómo puede alguien juguetear con el corazón de las personas y romperlo? Ayase no lo podía comprender.

Y el hombre que hizo esas cosas incomprensibles…

– ¡Jaja! Vine en un tiempo interesante.

– ¿¡…!?

El apareció en el dojo como si estuviera esperando ese momento.

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– Pensar que todos renunciaron, quizás los atemorice demasiado.

– ¡Hi-hiiiiii!

El momento en que Sugarawa vio esa figura, gritó como una chica moviendo sus cuatro extremidades de prisa dentro del dojo.

– Oye, oye, no huyas de esa manera. Vas a herir mis sentimientos.

Kuraudo entró al dojo mientras reía en una manera vulgar.

– ¡No te acerques, por favor no entres, hi-hiiii!

– ¡D-Detente! ¡Se está asustando!

Al no ser capaz de ver la patética figura de su compañero quien siempre había seguido directamente el camino de la espada junto a ella, Ayase dio un paso al frente para proteger a Sugarawa.

Pero su hombro fue agarrado por una mano áspera. Era Kaito.

– ¿Qué asuntos tienes aquí?

– Los mismos asuntos de ayer.

– Pensé que me había negado.

– Solo pensé que si pasaba por aquí hoy obtendría una respuesta diferente. ¡Jajaja!

– Ya veo. ¿Así que, solo para persuadirme hiciste esas cosas a mis discípulos?

– Ya. Pero ayer no fui capaz de poner mis manos encima de esa mujer de ahí.

– ¿Por qué…?

– ¿Huh?

– ¿Por qué haces esas cosas? ¿No eres un Blazer? Ya sea en la escuela o en el Festival Sword-art de las siete estrellas, no deberías carecer de oponentes dondequiera que estés descontrolado. ¿A pesar de eso porque estas tan obsesionado conmigo?

– No me preguntes algo raro de nuevo, anciano. ¿Acaso el borde del corazón de un guerrero se vuelve aburrido cuando se retira?

– ¡…!

Ante esas palabras, Kaito ligeramente abrió sus ojos.

– Jaja… Bueno, todo está bien. La razón es simple, es porque quiero presumir mi fuerza, mi poder. No importa si son Blazers o personas normales. ¡Quiero demostrar a cada uno quien atraiga mi interés!

Ayase ardió con ira ante el motivo de Kuraudo, el cual acababa de hablar como si le gruñera a Kaito.

– Por algo tan inútil… ¡Hiciste esas cosas crueles!

– ¿Inútil? ¡Ja! ¿Qué es? Solo quiero probarlo con alguien fuerte, quiero destrozar a las personas fuertes. ¿Sentimientos así no son naturales?

– ¡No te metas conmigo!

No se quedaría sin hacer nada mientras este chico hace lo que quiera.

– ¡No importa cuántas veces vengas, la respuesta seguirá siendo no! ¡Este no es un lugar donde alguien como tu puede meterse, porque no balanceamos nuestras espadas solo para alardear nuestra fuerza! ¡Padre, llamemos a la policía inmediatamente!

Pero, Kaito suspiró.

– No, no puedo dejarlo pasar de esta manera. El dojo del estilo Ayatsuji de un solo filo acepta tu desafío. Quienquiera que acerté los dos primeros golpes gana el enfrentamiento. Solo usaremos espadas de madera. Espadas reales no son permitidas,
¿entendiste?

De todas las cosas el siguió adelante y aceptó el desafío de Kuraudo.

– ¡Qu-Qué, Padre!

– ¡Se-Sensei!

En el momento en que oyeron su motivo para aceptar el desafío de Kuraudo, los dos discípulos, cuyos rostros se habían vuelto azules, intentaron detener a Kaito.

– ¡Por favor pare esto, Instructor! ¡No debería luchar con alguien así! ¡Sobre todo por, su corazón…!

– ¡Es verdad, Padre! ¡No serás capaz de luchar con ese tipo de cuerpo! ¡Si en verdad quieres hacerlo, entonces luchare en vez de ti!

La hija de Kaito, Ayase, e incluso Sugawara, quien se había envuelto de miedo hacia Kuraudo, intentó detener a Kaito desesperadamente. Pero Kaito sonrió ligeramente ante eso.

– Gracias, a ambos. Me enorgullezco de la bondad de ustedes dos quienes se preocupan por mí, pero es precisamente porque…

Las palabras que fueron habladas antes habían sido plasmadas dentro de la mente de Kaito.

«¿Qué estábamos haciendo durante tantos años…?»

– ¡No hay forma en que pueda perdonar a este chico quien les hirió a todos ustedes!

No podía dejar esto a otros. Tenía que derrotar a este hombre con sus propias dos manos. Kaito miró a Kuraudo como un ogro y en sus ojos residía resolución y determinación.

Luego de ver esa expresión, Ayase estaba sin palabras. Ya lo había entendido, que ahora no podía ser detenido con sus palabras.

– … Entiendo. No voy a detener a papá si está dispuesto a ir tan lejos. Yo, también, mirare esto como el juez.

– Si, Voy a dejarlo a ti.

– Gana a todo costo… Padre.

Una voz violenta retó a Ayase, quien estaba deseando como si rezara, desde el lado.

– Hey, Si terminaste de hablar entonces vamos a empezar ya. Me he cansado de esperar.

– … Lo sé.

Ayase frunció el ceño ante la voz que no quería escuchar, entonces golpeó el suelo con su talón y arrojó una espada de madera hacia el demandante Kuraudo.

– Jaja, que mujer tan violenta.

– Las reglas son, como dijo mi padre, el primero que acierte los dos golpes a su oponente gana. Las armas de este enfrentamiento son espadas de madera. El uso de mana está prohibido. ¿Está claro?


– Si, no tendría ningún sentido si este no es un enfrentamiento con igualdad de condiciones.

Los caninos de Kuraudo brillaron como colmillos cuando sonreía. Sus ojos están, ahora, mirando solamente a Kaito.

Por otro lado, ¿Estaba Kaito concentrándose? Él solo estaba parado ahí con la espada de madera en su mano derecha, y con sus ojos cerrados. Parece que ambos habían completado sus preparaciones. Es por eso, Ayase como la juez…

– Entonces, Ustedes dos párense delante del otro. ¡Empiecen!

El enfrentamiento de aquellos dos había comenzado.

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