Bluesteel Blasphemer (NL)

Volumen 1

Capitulo 1: Un Animal Sagrado

Parte 3

Cuando él se despertó… había una chica desnuda a su lado.

Eso fue más que suficiente para molestar a Yukinari.

“¿Qué…?”

No, a segunda vista, no estaba desnuda, pero… en cierto modo, lo que llevaba puesto la hacía parecer mucho más inapropiada de lo que sería no tener nada cubriéndola. Lo que llevaba puesto era ropa fina, como la ropa interior, que sólo cubría áreas limitadas. Estaba hecha de gasa de seda finamente tejida y esencialmente podía ver a través de ella hasta su piel. No era cuestión de sólo ver ‘contornos’. Si alguien estuviera lo suficientemente cerca, probablemente podría discernir hasta las pequeñas vellosidades de su piel. Yukinari no podía evitar pensar que ir abierta y completamente desnuda sería menos excitante para los ojos errantes que llevar lo que ella llevaba puesto.

Además, la chica era linda. Tenía tal vez dieciséis o diecisiete años, su pelo era largo y liso y tenía una cara bonita. Sin embargo, se veía algo frágil y la luz que habitaba en sus ojos ámbar parecía terriblemente débil. Era mucho más fácil imaginarla llorando que riendo o enfadada. Era esa clase de chica. Su apariencia podía incluso tentar a la gente con cierta disposición a la crueldad y el deseo de burlarse de ella sin una buena razón.

Sin embargo, Yukinari no tenía tales tendencias.

Dasa, que había estado durmiendo a su lado, también se despertó con un murmullo de confusión somnolienta. Probablemente se había dado cuenta de la sorpresa de Yukinari. Se quitó las gafas, se frotó los ojos para despertarse, se volvió a poner las gafas y miró a la chica que estaba de pie junto a ellos, sin moverse.

“Tú…”

Los ojos de Dasa se entrecerraron detrás de sus lentes.

“¿Estás metido en algún tipo de fetiche?”

Yukinari preguntó primero.

“Tonto…”

Dasa hizo una valoración terriblemente fría del comentario tonto de Yukinari.

“¿Entonces no lo es?”

“Ella está… encadenada.”

“Uh, sí, ese era mi punto…”

Yukinari dijo, inclinando la cabeza.

En la simple visión del mundo de Yukinari, si alguien estaba encadenado y también desnudo, era un esclavo o un pervertido. Pero seguramente no había forma de que un esclavo fuera abandonado en un enorme monumento de piedra aquí en las montañas. El objetivo de los esclavos era ponerlos a trabajar. Así que la única posibilidad que quedaba era…

“U-um, por favor, por favor salgan de aquí rápidamente…” La chica de ropa fina interrumpió los pensamientos de Yukinari. Su voz era tan tímida como parecía y, sin embargo, dentro de ella, había tonos inconfundibles de urgencia y pánico.

“¿No sabes dónde estás? ¡Este es el santuario del Erdgod…!”

“¿Erdgod?” Yukinari frunció el ceño.

“Puede que tú estés bien, pero la chica que está a tu lado…” dijo la chica, mirando a Dasa. “Ella podría ser vista como una ‘doncella de santuario’.”

No pudo terminar su frase. Un sonido de pies contra la tierra húmeda retumbó en el aire por encima de la cabeza. Y luego, poco después—

“Ohhh… Ohhh…” ¿Era ese sonido, que se parecía al burbujeo del lodo, una voz? “Hay… dos… sacrificios… enteros…”

Yukinari se giró en la dirección de la voz. Y allí-

“Un Erdgod.” Murmuró Dasa.

De pie había una monstruosidad gigantesca. No había otra forma de describirla. Las texturas y formas de las diversas partes de su cuerpo parecían bastante familiares y estaba cubierto con el tipo de piel que se ve comúnmente en los animales de cuatro patas. Pero una criatura de seis patas como esta iba mucho más allá de un mero ‘animal’.

Para ser precisos, tenía cuatro patas con pezuñas y dos extremidades adicionales que no eran identificables como brazos o piernas que crecían de su cuerpo. En los extremos de esas dos extremidades había largos y delgados ‘dedos’ que parecían colgar hacia abajo y todos se movían independientemente, sin descanso, como las patas de un insecto. Además, su cabeza no era claramente la de un animal de cuatro patas. De hecho, su cara estaba construida más como la de un mono- no, la de un humano. Era redondo y sus ojos, nariz, boca, incluso sus orejas estaban juntas en la zona sin pelo de su centro. Era como si un diminuto rostro humano se hubiera incrustado en el medio de una bola de carne sin rostro.

Entonces, ¿esta cosa era humana? Tenía un rostro humano, y podía entender y usar el lenguaje humano…

“SACRIFICIOS. SACRIFICIOS.”

“EL PEQUEÑO. QUIERO. QUIERO.”

” HOMBRE COMER TAMBIÉN.”

Había otras monstruosidades arrastrándose alrededor de los pies del enorme. Eran del tamaño de un perro o un gato, pero de nuevo sus cabezas se parecían más a las de los humanos que a las de los animales de cuatro patas, creando una imagen horriblemente incongruente.

“¿Qué son estos tipos…?”

“Un Erdgod y… sus familiares.” respondió Dasa.

“¿Erdgod? ¿Me estás diciendo que esta cosa es un dios?”

“La mayoría eran animales … primero.” dijo Dasa abriendo su maletín y buscando en el interior.

“Animales, eh… Bueno, sí, no parece que vayamos a tener mucha conversación.”

Yukinari miró a su alrededor con una expresión de cansancio. Había un monstruo gigantesco, o debería llamarse dios, llamado ‘Erdgod’ y sus diez o más familiares divinos. Cada uno de ellos estaba en posición de rodear la estructura megalítica que la chica había llamado ‘santuario’ y todos miraban a los tres humanos. Los rostros de los familiares se parecían a los de los seres humanos. Sin embargo, era imposible percibir una forma superior de inteligencia en sus expresiones y la baba goteaba de sus bocas entreabiertas. Al menos el Erdgod, que podría haber sido llamado su jefe, no tenía una cara tan floja.

En cualquier caso, Yukinari, Dasa y Berta estaban en la misma situación. No sólo estaban rodeados, sus enemigos eran horribles monstruosidades. Aunque los familiares tenían cuerpos como perros grandes, con sólo mirarlos quedaba claro que no eran algo que un ser humano pudiera manejar por sí mismo. Si se trataba de una lucha a muerte con las manos desnudas, un humano ni siquiera sería el favorito contra los caninos comunes de tamaño medio. Los perros saltarían sobre él de una sola vez y sería mordido hasta la muerte, sin poder detenerlos.

“¡EL PEQUEÑO! ¡COMER!” Haciendo su movimiento antes que los demás, uno de los familiares comenzó a acercarse. Parecía haber determinado que Dasa podía ser su presa y estaba avanzando, esperando hincarle el diente. La chica de ropas finas pertenecía al Erdgod, pero parecía que los otros dos, que no habían sido planeados, eran los primeros en llegar, los primeros en ser atendidos.

“¡COMER, COMER!” Ladrando las palabras más que hablándolas, el familiar saltó hacia Dasa. Las mandíbulas de su cara muy humana se abrieron y sus colmillos, que eran inequívocamente los de un animal, se mostraron para matar mientras la saliva salía de ellos. Y entonces…

BANG.

Hubo un ruido ensordecedor, una violenta explosión de sonido, una voz de disentimiento en este banquete de locos. El familiar que había saltado a Dasa se inclinó en el aire y cayó al lado de Dasa en una extraña postura. Pero eso fue todo. El familiar no se levantó de nuevo, sino que se quedó tendido en el suelo, con el cuerpo temblando y convulsionando. Estaba claramente cerca de la muerte. El Erdgod y los otros familiares se congelaron del shock. Parecía que eran lo suficientemente inteligentes para entender que era una situación anormal.

“Yuki.” dijo Dasa, mirándolo. “Voy a… usarlo.”

“Ya lo hiciste… Ehh, lo que sea. No es como si tuvieras elección.”

Yukinari asintió con la cabeza. Con el permiso recibido, Dasa apuntó su arma de nuevo, esta vez con la forma adecuada. La última vez había sido un desenfundado rápido, así que no había tenido suficiente tiempo para apuntar.

“Red Chili.”

Dasa susurró el nombre del arma mientras la tenía preparada. Era un revólver negro de gran calibre con mira y bípoide, claramente excesivo e inapropiado para las manos de una joven.

Revisado por MaxWell