Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 3

Interludio 1: Maniobras Secretas

La metrópoli de acero estaba envuelta en la niebla de la mañana.

El viento nocturno había golpeado contra el gran río Santa Elzaria, esparciendo el rocío en el aire, que suavemente bañaba las calles en la madrugada. Alcatroz estaba iluminada por el sol, que se abría paso lentamente entre los edificios mientras el francotirador de pelo plateado sofocaba un bostezo en el vehículo.

—Ha pasado un tiempo desde que pasé una noche en un coche. Hey, despierta, Nene.

—…Jhin, ¿qué hora es?

—Recién son las seis.

—Agh. ¿Ya? —En el asiento del pasajero, Nene se levantó de su posición reclinada, recogiendo su pelo, despeinado durante la noche, y poniéndolo en su habitual cola de caballo.

—¿Capitana? Capitana, también tiene que despertarse.

—……

—Hey, Jhin, la capitana está profundamente dormida —Nene tenía una sonrisa agridulce cuando miraba el asiento trasero.

La capitana de pelo azul se había acurrucado en el asiento trasero, que no era nada ancho. Sus lindos ronquidos ejemplificaban cómo había aprovechado su pequeño cuerpo para dormir cómodamente.

—¿Qué debemos hacer?

—No vinimos aquí para hacer turismo. Apúrate y despiértala.

—Okaaay. ¡Eh, Capitana! Vamos, Capitana- —Nene se inclinó en el asiento trasero justo cuando el dispositivo de comunicaciones que la capitana estaba usando como almohada sonó.

Su tono de llamada casi rompió los tímpanos de Mismis.

—¿Ack? ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡¿Jhin?! ¡¿Nene?! ¡¿Podrían despertarme un poco más gentilmente…?!

—Uh-uh. No hicimos nada.

—Oh, ¿huh? Entonces…  —Mismis  estaba  ahora  alerta,  recogiendo  el dispositivo de comunicaciones.

“Hola. Buenos días a todos ustedes en la Unidad 907. ¿Durmieron  bien?” preguntó una voz femenina y despreocupada.

Era la voz de la Discípula Santa del quinto asiento, Risya In Empire, que se suponía que estaba a la espera en la capital para comandarlos.

—No en este estrecho coche. Preferiría una tienda de campaña a esta porquería.

“Ja, ja, me alivia tu energía, Jhin-Jhin” La Discípula Santa parecía feliz de recibir las quejas del francotirador. “Ahora bien, Mismis? ¿Puedo preguntarte dónde estás ahora mismo?”

—Ummm, estamos en un estacionamiento justo en el centro de Alcatroz. Hay un montón de edificios grandes, y estamos en sus sombras.

En cuanto a la escena de la ventana del coche…

Eran todavía las seis de la mañana. Las carreteras estaban cubiertas de niebla y poco pobladas por gente que iba y venía. Era casi como si nadie estuviera en este estacionamiento en particular.

Los edificios de color piedra tenían calles y aceras bien conservadas a ambos lados. Este paisaje urbano recordaba a las ciudades imperiales.

—…Simplemente no se siente como si estuviéramos en la Soberanía.

“Eso es porque estás exactamente en el límite. Además, sólo han pasado 50 años desde que se convirtieron en un estado de la Soberanía. Básicamente, los edificios no han cambiado desde que eran independientes.”

Era diferente del estado central. Los pueblos y ciudades de la Soberanía Nebulis mantenían una armonía sagrada entre la naturaleza y la arquitectura moderna. Pero esto no parecía tener mucha influencia en el diseño urbano de Alcatroz.

“¿No es conveniente? Las culturas Imperial y de la Soberanía se han mezclado allí. No destacarás aunque camines por ahí fuera.”

—Bien… he estado demasiado asustada para salir fuera todavía.

“Está bien, completamente bien. Las otras unidades de la misión especial han ido a cada uno de sus estados, caminando a su antojo. Están comiendo en restaurantes y yendo de compras.”

—¡¿Qué?!

Porque todo eso es información valiosa para el Imperio. Oh, pero no pueden exagerar y meterse en una mazmorra. No me malinterpreten, no puedo ayudarlos si lo hacen.

—Oiga, Lord Discípula Santa, tenemos algo más importante que hacer — Jhin había extendido un mapa de la ciudad sobre el asiento del conductor.

Lo compraron la noche anterior. Actualmente, estaba cubierto con marcas de verificación dibujadas por Jhin.

—Aquí. Escuché rumores de ello, pero este lugar está realmente lleno de prisiones.

“¿Oh? Jhin-Jhin, eres rápido para ir al grano” elogió la entusiasta voz del otro lado. “Hay varias torres de prisiones en el decimotercer estado. Allí es donde han reunido a los prisioneros dentro de la soberanía. Acomodan a los criminales más viles y reciben cantidades astronómicas de compensación de otros países. Así es como se han desarrollado económicamente.”

—Por eso había muchos guardias caminando durante la noche.

La policía estuvo patrullando, no buscando infiltrados imperiales. Eran unidades que buscaban fugitivos criminales.

—¿También son magos astrales?

“Por supuesto. Naturalmente, hay magos astrales entre los criminales encarcelados. Incluso está el atroz trascendental -Oh, eso es una mentira. No le presten atención a esa última parte.”

—¿Qué acaba de decir?

“Bien, Jhin-Jhin, ¿podrías empezar por mover el coche? Gira a la derecha después de salir del estacionamiento.”

—…Tch. Qué descarada mentira —Chasqueando su lengua en desaprobación, Jhin puso el coche en marcha. Sacó el coche tal y como Risya le indicó y se fue por los estrechos caminos que había delante de ellos.

“Gira a la izquierda en ese cruce. Ahora sólo sigue derecho…”

—Así que, Risya, tengo curiosidad, pero… —empezó Mismis.

“¿Hmm?”

—¿Nos estás mirando?

Silencio. Finalmente, una risa alegre y familiar vino del dispositivo de comunicaciones en las rodillas de Mismis.

“Hoy estás muy aguda, Mismis. ¿Es porque mis instrucciones son demasiado precisas?”

—Porque sería imposible a menos que estuvieras mirando las cosas desde el interior de nuestro coche. ¿Cómo se navega por una ciudad enemiga?

“¿Por qué no paras el coche a la sombra de ese edificio? Entonces lo entenderás.”

El lugar que había indicado era la parte trasera de un callejón.

En la parte trasera de los edificios viejos y apretados, en un lugar donde la basura en bruto se encontraba en la calle, pararon el coche y se bajaron. Casi como si alguien hubiera escupido chicle aquí, las suelas de sus zapatos se pegaron ligeramente al suelo mientras caminaban por el callejón sin salida.

—No me gusta esto… Es tan oscuro y estrecho. Parece que el ejército de magos astrales podría estar esperando para emboscarnos.

—Estoy de acuerdo. Jhin, ten cuidado —advirtió Nene.

—¿Qué más se supone que debemos hacer? Son las órdenes del oficial al mando —Jhin sacó la funda del arma disfrazada de bolsa de golf mientras suspiraba profundamente.

Pero no encontraron nada allí.

Estaban rodeados en tres lados por paredes grabadas con grietas. Era un callejón sin salida.

—Hola. Buenos días, Unidad 907.

—¡¿Risya?!

Nada menos que la propia Risya apareció, ahora de pie en el callejón sin salida ante ellos.

Jhin frunció el ceño dubitativamente; Nene tragó saliva; Mismis gritó de sorpresa.

¿Por qué?

Los Discípulos Santos son los guardianes personales del Señor. Aunque eran enviados al campo de batalla de forma excepcional, como en la batalla del vórtice, su trabajo generalmente comenzaba y terminaba dentro del dominio imperial.

¿Tenía asuntos dentro de las fronteras de la Soberanía?

—¿Por qué estás aquí, Risya?

—¿Por qué no estaría aquí? Obviamente eres muy importante para mí, Mismis —respondió la Discípula Santa, radiante—.Bueno, ahora que nos hemos reunido todos, démonos prisa y pongámonos en marcha.

—……¿Qué? ¿Adónde?

—Eso es obvio, ¿no? —Le dio una palmadita en la cabeza a Mismis. La Discípula Santa del quinto asiento, Risya In Empire, entrecerró los ojos detrás de sus gafas—. Al lugar donde Isk está siendo retenido como prisionero. Vamos a irrumpir en las torres de la prisión. Duh.