Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 3

Capítulo 4: Salinger, El Hechicero Trascendental

Parte 4

Cuando lo drogaron y se lo llevaron, Rin se lo confiscó. Debería estar apagado. Sin embargo, el sonido que indicaba una llamada entrante sonó en la sala de estar.

—¡¿Capitana?! ¡Estás bromeando!

No tenía tiempo para pensar en qué estaba sucediendo, en vez de ello se lanzó decididamente en dirección al dispositivo de comunicación antes de que se apagara, lo que significaba dirigirse hacia el dormitorio en la parte de atrás con las manos todavía atadas.

Al dormitorio de Alice.

La cama en la que ella durmió la noche anterior estaba allí. Era lo suficientemente grande para dos adultos.

Su dulce olor perduraba débilmente en el aire.

Se sentía culpable de entrar a hurtadillas en la habitación de una chica de su delicada edad, pero no tenía tiempo para dudar.

—¿Dónde estás, dispositivo de comunicación? ¿De dónde viene…?

Las almohadas. Estaba inmediatamente al lado de una que Alice debió haber usado. El dispositivo se encendió para indicar que estaba recibiendo una llamada.

…pero ¿por qué lo dejaría visiblemente encima de su almohada?

…Si quería ocultármelo, ¿no lo escondería en algún lugar donde no pudiera encontrarlo?

El dispositivo de comunicaciones de Iska fue dejado en la almohada de Alice.

Era casi como si… una niña pequeña hubiera estado acunando su muñeca favorita mientras dormía.

—…¿Alice?  —Gritó el nombre de la chica que había salido de la habitación.

Pero perdió el hilo de sus pensamientos cuando el dispositivo de comunicación sonó con fuerza.

—¡Ah, claro, la llamada!

—………

—¡Um…!

“¿………Iska?” Era una voz linda y gentil. Aunque sonaba como una chica muy joven, sabía que era una respetable capitana imperial.

—Capitana Mismis. ¡Soy yo, soy Iska!

“¡¿Iska?! Lo hicimos. Por fin lo conseguimos. ¿Lo ven, ustedes dos?”

“Está bien, ¡vamos al grano ya! ¡Nos costó todo lo que teníamos detener al escuadrón de supresión! Hey, Nene, ¡lanza una granada de poder anti-astral por allí!” gritó Jhin.

“¡Déjamelo a mí!”

Se escuchó el sonido de un disparo y llamas rugientes.

“Iska, ¡¿qué está pasando allí?!” preguntó la capitana.

—Honestamente no tengo ni idea. Es sólo que no hay nadie a mí alrededor. Estoy cautivo en el último piso de un hotel.

“¿Y la Bruja de la Calamidad Helada?”

—Ella se fue. De camino a la torre de la prisión de Orelgan… Oh, espere. Debería decirle dónde estoy…

El decimotercer estado -Alcatroz.

Primero, necesitaba explicar que había estado cautivo aquí. Su cabeza no podía estar al tanto de todos estos nuevos acontecimientos, pero al menos podía decirles dónde estaba.

“¿Orelgan? Uh, pero es donde estamos ahora mismo.”

—…¿Perdón? —Casi deja caer el dispositivo de comunicaciones.

Y encima de eso, estaban en la torre de la prisión que había explotado hace un momento…

¿Qué significa esto?

¿Qué coincidencias tenían que haber sucedido para llevarlos a esta situación?

“¡Jhin, Nene, esto es malo! ¡La Bruja de la Calamidad Helada se dirige a nuestra ubicación! ¡Eso es lo que Iska acaba de decir!”

—¡Espere, Capitana! ¿Fue la explosión en la torre de la prisión, chicos?

“No, sólo nos quedamos atrapados en esto. Vinimos a buscarte, pero resultó que no era el que buscábamos, y entonces… Ugh, en serio, ¡cambia conmigo, Jhin!”

“Hey, Iska”, comenzó el francotirador de pelo plateado. “Podemos contarnos nuestras historias de vida más tarde. Ahora mismo, necesitamos averiguar cómo reunirnos de nuevo. Voy a preguntarte directamente: ¿Puedes llegar a nosotros?”

—…Puede ser difícil. Tengo las esposas puestas, así que creo que me atraparían antes de salir del hotel.

“Así que eres un prisionero”. Iska escuchó un tsk viniendo desde el dispositivo, lo que debió significar que el francotirador, siempre dispuesto, empezaba a mostrar su impaciencia.

—¿Y tú, Jhin? ¿Podrías llegar a mí?

“Nos llevará un tiempo salir. Estamos en el piso superior de la torre subterránea de la prisión. Hay escuadrones de supresión por todas partes, así que estamos completamente atrapados”.

A diferencia de los otros tres miembros de la Unidad 907, Iska estaba solo. Como Jhin dijo, para reunirse, sin duda sería más fácil para Iska dirigirse a ellos.

“Iska, voy a preguntarte de nuevo. Estás solo en el último piso del hotel. Eso significa que si puedes quitarte las esposas, puedes escapar. ¿Crees que puedes quitarte esas cosas?”

—Si pudiera, ya lo habría hecho —Reexaminó el peso de las esposas de acero alrededor de sus muñecas. Para romperlas, necesitaba  un dispositivo que pudiera cortar el metal, pero no era como si algo así estuviera convenientemente cerca—. Todo lo que tengo es el dispositivo de comunicaciones. Lo tengo en mi mano y…

¿Y qué más?

¿Qué podría quitarle las esposas? ¿Un cable? ¿Pinzas? ¿Podría doblar algo hasta que tuviera forma de llave y forzar la cerradura de las esposas? Imposible. Las esposas de este tiempo no se basan en simples mecanismos de cierre.

…No.

…….Espera.

¿No estaba olvidando algo increíblemente importante?

Quiero dártelo mientras Rin no está aquí.

Lo pondré aquí. Si no te gusta, déjalo. Pero espero que te lo lleves contigo.

Era un solo recuerdo.

Sus palabras de despedida surgieron de un rincón de su mente.

—¿…..Alice?

“¿Iska? ¡¿Hey, Iska, qué está pasando?!”

Se quedó en silencio como respuesta. Porque su mente estaba en blanco. No podía decir nada.

Además, era sólo una especulación. Era una idea vacía, y él sabía que era una expectativa demasiado conveniente para ser verdad.

Pero… ¿por qué se lo dio ahora? Había una explicación para su comportamiento.

—Ella no pudo haber… —Iska dejó salir una voz ahogada cuando comenzó a correr.

Se lanzó a la sala de estar. En la mesa del centro, la cosa que Alice dejó todavía estaba allí.

El pañuelo que había devuelto.

Sucedió cuando se conocieron en la ópera de Ain.

No había forma de que lo olvidara. Eso fue porque era la primera vez que él y Alice se encontraban fuera del campo de batalla.

—…Ella no pudo hacerlo.

Con las manos atadas por las esposas, con los dedos temblorosos… Iska recogió el pañuelo nuevo. La mente en blanco, dejó de respirar. Casi sintió como si estuviera rezando mientras desdoblaba el pañuelo…

Thump. Una pequeña llave se deslizó en la palma de su mano. La llave de sus esposas.

—Uh… Jajaja… Ya veo… Soy tan estúpido… ¿Por qué no me di cuenta…?

Levantó sus esposas, dejándolas chocar entre sí mientras sujetaba su frente.

…Soy tan estúpido.

…¡¿Por qué no me di cuenta de esto inmediatamente?!

Alice estuvo buscando una oportunidad para liberarlo.

Desde el principio. Nada había salido como ella esperaba. Quería arreglar las cosas en el campo de batalla. ¿No lo había estado diciendo ella misma todo este tiempo?

Prometo que te liberaré tan pronto como se llegue a una negociación adecuada.

En cuyo caso… ¿cuáles habrían sido las condiciones? ¿Qué quería Alice de esto?

Si… te pido que me prestes tu fuerza… ¿Responderías a mi petición?

Era tan obvio.

Si no podía responder a esa petición, entonces no tenía derecho a llamarse su rival.

…Si esas son las condiciones, entonces…

…Si eso es lo que quieres, ¡entonces tengo que acceder!

Las esposas se soltaron.

Ni siquiera miró las esposas que cayeron al suelo cuando regresó rápidamente al dormitorio. Recogió el dispositivo de comunicación que había dejado.

—Jhin.

“¿Iska?”

—Me dirijo hacia ustedes ahora mismo. Encontrémonos en Orelgan.

“¿Qué? Espera, ¿pero tus esposas…?” preguntó Jhin, sorprendido.

—Me las arreglé. Además, quiero que le digas a la Capitana Mismis: Salga de ahí rápido. Y tengan cuidado. Los escuadrones de supresión no son los que deberían preocuparlos —respondió al francotirador en un tono cortante—. Un hechicero encarcelado en esa torre escapó.

“…¿Qué quieres decir?”

—Podemos entrar en detalles más tarde. Me dirijo hacia allí ahora mismo.

Colgó.

En la habitación poco iluminada, Iska tomó un pequeño respiro.

—El hechicero trascendental, ¿eh?

El hombre que mostró sus colmillos a la reina de ese entonces. Iska no podía ni siquiera imaginar qué tipo de persona haría eso.

—Estaré allí de inmediato. Todo estará bien.

¿A quién intentaba garantizarlo exactamente? Después de que Iska convirtió sus deseos inconscientes, que no entendía, en palabras, salió de la habitación.

—Si mi oponente es un mago astral, no tengo intención de perder, no importa quiénes sean.

***

El corazón del decimotercer estado, Alcatroz.

Aunque era la mitad de la noche, la acera estaba llena de gente. Se produjo una explosión en la torre de la prisión de Orelgan. Intermitentes estruendos continuaron destrozando el suelo, e incluso hubo algunos que fueron testigos de la luz indicadora de un ataque astral.

Escondido entre la multitud, Iska continuó corriendo por la calle principal.

Salinger, el hechicero trascendental… Si escapa, irá tras el poder astral de la reina… ¡¿Qué significa eso…?!

Mientras corría por la calle, se estaba lamentando consigo mismo. Iska no había oído el nombre de Salinger antes, sólo se enteró de él por la historia de Alice de que una vez intentó atacar a la reina.

…La Soberanía Nebulis no es un monolito.

…Hay quienes se oponen a la familia real, y Salinger es uno de ellos. ¿Es eso lo que significa?

Eventualmente, la ola de gente se redujo.

—¡¿Está ardiendo la torre?!

Vio la enmarañada torre de la prisión, rodeada por una valla de hierro. La estructura misma estaba envuelta en rugientes llamas rojas. Un infierno rojo ardiente borró todo el cielo nocturno.

Iska miró fijamente mientras observaba las llamas que no mostraban signos de extinción.

—Esto no es una llama astral. ¿Es un fuego real? ¡¿Dónde están… la Capitana Mismis y los otros?!

También sabía que Alice y Rin ya deberían haber llegado a algún lugar del recinto. Dicho esto, probablemente sería mejor para él reunirse con la capitana y sus otros colegas primero. Cuando Iska se comunicó con Jhin antes, los otros tres miembros de la Unidad 907 aún estaban bajo la torre de la prisión.

—Capitana Mismis, Jhin y Nene… ¿Dónde están…?

—¡¿Iska?! —gritó una voz desde el terreno.

Con la torre de la prisión alzándose en el fondo, notó a su adorable capitana atravesando la hierba vestida con su ropa personal en lugar de su uniforme de combate. Debe haber sido un disfraz. Normalmente atado, su pelo estaba suelto, y parecía un poco más adulta de lo normal.

Y en sus brazos, sostenía una espada astral negra y otra blanca cerca de su pecho.

—¡Capitana Mismis!

—¡Waaaaaaah! Iska, ¡¿eres realmente tú?!

—¿Ah?

Como si olvidara la situación que se desarrollaba a su alrededor, su superior inmediatamente corrió y saltó sobre él. Frotó sus mejillas, aún embadurnadas de hollín, en el pecho de Iska tan fuerte como pudo.

—Me alegro tanto… Lo siento mucho, Iska. Si hubiera sido mejor…

—N-no ¡en absoluto! ¡Eso fue completamente mi culpa!

Fue él quien bajó completamente la guardia y bebió el zumo cargado de drogas, lo cual fue su error garrafal. Incluso si se había distraído con otras cosas.

—Capitana, ¿dónde están los otros?

—¡Ahhh, Capitana Mismis! ¡Estás acaparando a Iska todo para usted otra vez!

Escuchó el familiar chillido agudo de una chica.

Después de ver a Iska y Mismis en los brazos del otro, una chica con una cola de caballo trotó, sujetando un arma aturdidora en cada mano.

—En  serio,  Capitana,  ¡eso  es  tan  injusto!  Vamos,  muévase.  ¡Iska  le pertenece a todos!

—¡Soy la que lo encontró!

—¿Podrían callarse un poco? —Jhin caminó tranquilamente por el césped. Apareció al final porque actuó como ancla cuando escaparon de la torre de la prisión.

—Esto ha sido una enorme molestia tras otra —El joven de pelo plateado se encogió de hombros mientras miraba a Iska—. En un minuto fuiste capturado, y un minuto después, escapaste. No puedo seguirte el ritmo.

—Uh… Lo sé. Lo siento —Iska bajó la cabeza como una disculpa a los tres.

Sólo podía imaginar lo que la unidad tuvo que pasar para estar allí. No podía darse el lujo de preguntarles sobre ello, pero estaba seguro de que no había sido fácil.

—Bueno, no te preocupes por eso. En primer lugar, nos vamos de aquí. Si nos quedamos, nos veremos envueltos en una tormenta de fuego —Jhin sacudió su barbilla hacia la cerca de hierro detrás de él.

La hierba alrededor de la torre se había incendiado, y las ascuas se elevaban, volviendo el aire rojo. Era sólo cuestión de tiempo para que el fuego se extendiera más allá del terreno.

—Nos dirigimos hacia afuera.

—Oh, ¡espera, Jhin! Capitana y Nene, ustedes también.

—¿Qué?

—… Capitana, ¿puedo tener esas espadas astrales?

Le quitó el par de espadas. A pesar de que habían estado separados por sólo unos días, no pudo evitar sentir que la robustez de las vainas tenía una cualidad nostálgica en ellas.

—……

Todavía había algo que tenía que hacer con estas espadas en la torre de la prisión.

No había cumplido las “condiciones” de Alice. Todavía.

—Capitana, lo siento, pero ¿me concedería quince minutos?

—¿Qué?

—Por esa carretera principal de allí, el hotel más grande que se puede ver es donde me tuvieron prisionero. ¿Pueden esperarme detrás de él? Los seguiré enseguida.

—¿Qué…? ¡¿E-espera, Iska?!

Su objetivo era la torre de la prisión de Orelgan.

Iska fortaleció su determinación mientras saltaba a través de las llamas y el humo para entrar en el edificio.