Great Demon King

Libro 4: La Ciudad del Valen

Capítulo 147: Comienza la Misión

Al fin y tras muchos esfuerzos estuvieron otra vez bajo el cielo y sintieron el viento en sus caras. A pesar de ello siguieron marchando rápidamente hasta estar bien lejos del alcance de cualquier honda que los Elfos Oscuros pudiesen tener.

No habría pasado uno hora desde el mediodía. El Sol brillaba, la luz era alta, blanca e intensa al reflejarse sobre la nieve helada.

Finalmente miraron atrás hacia los picos nevados de la cordillera. Sus oídos alcanzar a escuchar el redoble de varios tambores guerreros, junto con las maldiciones de mujeres encolerizadas. Habían escapado justo a tiempo para evitar al ejército de los Elfos Oscuros, pero seguramente las temibles Yashkas saldrían a perseguirlos en cuanto anocheciera, así que tendrían que tener mucho cuidando de no dejar rastros. De modo que alzaron sus puños por última vez hacia las montañas y emprendieron la marcha a toda prisa.

Solamente redujeron el ritmo cuando el brazo adelantado de las montañas quedó atrás y se introdujeron en las vastas tierras cubiertas de abetos. Durante la tarde el sol se ocultó tras las nubes para dar paso a una tormenta de nieve. Algo que resultó ser una bendición disfrazada de incordio, pues cualquier huella o aroma que dejasen a su paso quedaría destruido por el hielo y ya no tendrían que dar muchos rodeos en su camino hacia la Aldea de los Troll del Bosque.

La aventura terminó saliendo muy diferente a todo lo que Han Shuo pudiera haber planeado o anticipado. Estuvieron cuatro días enteros en el Mundo Subterráneo, mucho más tiempo de lo deseado. Pero también obtuvieron mucha experiencia, un nuevo sirviente extremadamente poderoso, todo eso más cuatro talentos de oro y otros tantos de plata.

Finalmente estaba el cofre lleno de gemas preciosas. El mismo por el cual Gilberto continuaba quejándose lastimosamente, argumentando que le pertenecía y suplicando además que le consiguiesen mujeres. Parecía que ni siquiera el asombro de ver por primera vez la luz del sol, la nieve y los árboles podía mitigar la lujuria de este dragón lascivo.

Pero aparentemente la inteligencia le alcanzaba para reconocer cuando una causa estaba perdida, porque tras uno día de marcha Gilberto dejó de perder el aliento y prefirió quedarse callado o rumiando su descontento, algo por lo que todos se sintieron agradecidos.

Mientras tanto Han Shuo enfocaba sus esfuerzos en dominar una nueva magia necromántica que tenía pendiente: Niebla Negra. En principio parecía ser una simple neblina que dificultaba la visión en un área de unos metros alrededor del taumaturgo; pero si el Necromante la dominaba en su totalidad, podía ejecutarla de tal modo que él mismo no se viese afectado ni tampoco sus aliados. Casi todos los Adeptos la empleaban para escaparse de una situación peligrosa, pero a Han Shuo le interesaba más su potencial para realizar asesinatos rápidos contra pequeños grupos de enemigos. Y si conseguía expandir el rango de efecto en un área considerable, incluso podría decidir una batalla. Pero nunca encontró ningún libro teórico o histórico en que se mencionase a un Necromante haciendo esto, así que no debía resultar sencillo.

Para entonces ya tenía una mejor comprensión del Arte del Noveno Diagrama Celeste y con cada día que practicaba se incrementaba un poco más el tiempo que podía levitar, aunque todavía no controlaba del todo bien la dirección. Sin embargo, cada vez más se acercaba el momento en que podría volar libremente por el cielo.

El resto de su tiempo libre se lo pasaba conversando con Gilberto para enseñarle un poco del sentido común en la superficie. Cosas como los límites territoriales, leyes escritas, compra y venta de productos o incluso la agricultura eran conceptos totalmente ajenos para los Dragones Negros y como su Amo, era su deber educarlo en estos temas. Pero sobre todo Han Shuo puso mucho énfasis en corregir su vulgar forma de expresarse.

Esto último representó un gran reto, pues el pequeño dragón lascivo parecía completamente incapaz de abandonar sus manías depravadas. Todo fue así hasta que Han Shuo perdió la paciencia y decidió golpearlo en la cabeza con un garrote cada vez que intentaba masturbarse en frente de todos o lo escuchaba decir palabras como “coño”, “conchita”, “follar”, “pija”, “pito”, “aguantado” o “aderezar la carne de las mujeres”.

– ¡Auuu…! ¡¿Por qué me pegaste ahora?! – Chilló Gilberto en cierta ocasión en que se toparon con un grupo de venados hembras. El Dragón realmente no había dicho nada, pero por su expresión era demasiado obvio que estaba pensando en cometer un acto de bestialismo. Así que Han Shuo decidió darle el castigo por adelantado.

– ¡Para ver si finalmente podemos arreglarte! – Le espetó Han Shuo: – Los antiguos siempre decían que “la letra con sangre entra” y seguramente tenían razón porque cada vez actúas menos como un imbécil. Pero no te preocupes, te seguiré ayudando hasta que consigas entender el concepto. –

– ¡Estas abusando! ¡Eres un Amo completamente irracional! –

– No, lo irracional es que un dragón supuestamente noble se exprese la mitad del tiempo como un mocoso callejero sin hogar y encima se ponga a fantasear con violar a unos animales. Te juro que, si no te corriges pronto, tendré que recurrir a otros medios. –

– ¡Pero si no he dicho nada! –

– Pero lo pensaste. –

– ¿Cómo lo su…? Digo… ¡claro que no! –

– ¿Quizá si te quemo la lengua cada cierto tiempo dejarás de pensar en porquerías? Porque también puedo cortar por lo sano y castrarte de una vez para librarme de todas estas molestias. –

– ¡Lo entiendo! ¡Me corregiré! ¡Lo prometo! –

Cuando finalmente llegaron a la Aldea de los Troll del Boque encontraron que muchos de los guerreros convocados inicialmente por el Viejo Chamán ya habían vuelto a sus hogares tras una ronda de saqueos exitosos, de modo que el problema de sobrepoblación estaba solucionado.

Los Elfos del Bosque parecían haber renunciado a intentar vengarse y sus poblados permanecían firmemente cerrados. Eso permitió que los troles pudiesen salir a comerciar con seguridad y gracias a esto las Armas de Asedio fueron vendidas con éxito a un comerciante del mercado negro. De ese modo se cumplió el objetivo que Emily tanto necesitaba para continuar con su misión.

La crisis estaba resuelta, pero Han Shuo no podía descansar. Originalmente planeo pasar unos diez días entrenándose, pero todo el asunto se terminó convirtiendo en una auténtica odisea y finalmente había permanecido casi un mes en el Bosque Oscuro. Muchas cosas podían haber cambiado en ese tiempo y era imperativo que regresase cuanto antes, así que se despidió de los troles usando la excusa de que el dios Datara quería que buscase nuevos objetivos.

***

Han Shuo emprendió el viaje acompañado solamente por Gilberto. En el camino continuó entrenándose y corrigiendo a golpes el comportamiento del dragón lascivo, hasta que llegaron al Cementerio de la Muerte. No tenía miedo de que su sirviente lo traicionase revelando sus secretos a otros, porque podía matarlo con un pensamiento, así que le permitió ingresar.

Cuando Gilberto vio la impresionante fortaleza se quedó mudo de asombro y su admiración por Han Shuo creció hasta límites impensables hasta el momento. Tanto fue su asombro que su disfraz de humano se disipó y su verdadera forma quedó expuesta.

Han Shuo sonrió divertido y le permitió volar alrededor del Cementerio de la Muerte para que se familiarizara con el entorno. También le explicó cuáles eran los sitios que debía evitar a toda costa, como el agua oscura del gran foso.

– Jamás en mi vida había visto un lugar que poseyera tanto poder mágico, menos aún uno que fuese tan compatible con la naturaleza de los Dragones Oscuros. – Dijo Gilberto cuando aterrizó: – ¡Y las defensas! En verdad este lugar parece completamente inexpugnable. –

– Lo es, siempre y cuando haya suficientes defensores. Por eso te traje aquí. Este lugar es mi base principal, el sitio desde el cual edificaré mi poder en el futuro. Y desde este momento tú serás el guardián de este sitio cuando no estés cumpliendo una de mis órdenes. –

– ¿Seré el guardián de este fabuloso lugar? –

– Y matarás sin piedad a cualquier hombre, bestia o demonio que intente ingresar sin mi permiso. Actualmente solo hay una mujer que conoce este sitio a parte de mí, así que por ahora puedes asumir que todo aquel que venga es un enemigo. –

– ¡Los mataré a todos Amo! –

– Excelente respuesta. – Dijo Han Shuo sonriendo: – Pero por ahora el Cementerio está muy bien escondido tras la barrera, así que no debería haber ningún invasor pronto. De modo que lo más importante ahora es que te recuperes. Puedes dormir tras la primera muralla, pero hay un sitio que nunca debes perturbar y que te enseñaré ahora. –

Después de encomendarle todo a Gilberto, sobre todo la protección de la matriz oculta donde se gestaba el Zombi Élite de Tierra, Han Shuo se dirigió al interior de la fortaleza para utilizar la matriz mágica de trasporte que lo llevó de vuelta a la Academia Babilonia.

***

Como siempre apareció en la tumba excavada dentro de la roca donde ocultaba su matriz portátil y cuando retiró la gran piedra que usaba para bloquear la entrada, se encontró con un pedazo de tela incrustado en una grieta que definitivamente no estaba ahí en un principio.

Cuando lo examinó descubrió que era una nota escrita con dos simples frases:

Debo verte. Busca al portero.

De inmediato entendió que era un mensaje de Emily pidiéndole que se encontrasen, pues sólo ella sabía que siempre se aparecía en este lugar.

El mensaje era tan breve que incluso si alguien más lo encontraba no entendería nada al respecto, pero por si acaso Han Shuo lo quemó. Luego se dirigió a una posada donde pagó por adelantado una habitación en el segundo piso y pidió agua para bañarse.

Una vez aseado se vistió con ropas nuevas para camuflar un poco su apariencia y salió disimuladamente por una de las ventanas, de ese modo esperaba despistar a cualquier espía que hubiese podido seguirlo. Entonces tomó un carruaje para dirigirse hacia la entrada secreta de la Orden del Manto Oscuro donde lo recibió Chester, el joven ladrón que en ocasiones servía como portero y que lo recibió con efusividad.

– ¡Oh mi Señor Bryan, finalmente ha llegado! Ya estaba temiendo que te hubiese sucedido algo malo. La dama Emily preguntó por ti muchas veces e incluso me parece que visitó muy brevemente la Academia Babilonia con la esperanza de encontrarte, pero no pudo enterarse de nada. –

– ¿Nuestra Señora dijo algo al respecto? ¿Acaso ha ocurrido alguna emergencia? – Preguntó Han Shuo reprimiendo el sentimiento de alarma en su corazón para pretender indiferencia.

– No mencionó nada específico, simplemente que necesitaba comunicarse contigo. –

Han Shuo ya imaginaba que Emily no compartiría información vital con Chester hasta que hubiese probado su lealtad, así que simplemente preguntó: – ¿Te dio alguna orden o instrucción para mí? –

– Si, joven señor. Debes dirigirte a la ciudad de Valen para tu próxima misión y es de vital importancia que nadie sepa tus movimientos. La dama Emily ya debería encontrarse ahí, pero antes de irse me aseguró que los superiores han preparado una buena excusa en la Academia Babilonia para justificar tu ausencia. A mí encargó ocuparme de todos los preparativos necesarios para tu viaje, el trasporte y una serie de identidades falsas por si debes pasar por algún control. Luego me encargaré de ponerte en contacto con nuestros miembros en esa ciudad. –

– ¿Qué tan rápido podemos partir, Chester? –

– Su gustas ahora mismo, mi señor. Tengo un carruaje esperándonos en nuestro destino y la matriz de trasporte siempre está lista. – Respondió el ladrón.

– ¡Entonces partiremos de inmediato! – Ordenó Han Shuo.

***

Unos doscientos años atrás el Imperio Kasi poseía el control de una enorme cordillera, que en ese entonces era su frontera natural más importante. Los caminos para atravesar esas montañas eran muy estrechos, peligrosos y podían ser fácilmente defendidos por pocos hombres, pero había un lugar lo bastante ancho como para permitir que un ejército entrase con relativa seguridad: El Gran Paso de Kerlan. Se trataba en realidad de un cañón formado por un río que descendía de las montañas nevadas y a su paso se dividía en varias lagunillas de agua helada.

El Imperio Kasi decidió invertir una gran cantidad de recursos para fortificar este único punto débil de su frontera erigiendo un gran bastión inexpugnable. No escatimaron en gastos y cuando terminaron el castillo llamaron a sus sacerdotes más importantes para realizar un descomunal sacrificio de más de cien toros blancos. Todo esto para pedirle a los dioses que jamás permitiesen a un ejército enemigo conquistar su gran fortaleza ya fuese por tierra o por el agua.

El gran poderío de su bastión provocó que se volviesen muy soberbios e iniciaron una serie de devastadoras incursiones contra el Imperio Itálico sin tener en cuenta ningún código militar al atacar pueblos y asesinar a los civiles. También se llevaron a muchos ciudadanos como esclavos y robaron grandes cantidades de oro.

Después de eso era evidente que el pueblo Itálico querría vengarse, pero el Imperio Kasi no tomó en cuenta esta amenaza porque estaban demasiado seguros de que su fortaleza no podía ser conquistada. Para entonces la resistencia de sus muros y el sacrificio hecho a los dioses era ya conocido por todos los que vivían a su alrededor. ¿Quién querría arriesgarse a enfrentar las espantosas consecuencias de intentar un asedio semejante y desatar la ira de los dioses al mismo tiempo?

Y en efecto, ni siquiera los militares más experimentados y aguerridos se atrevieron a atacar la fortaleza de Kerlan. En su lugar se limitaron a rodear las montañas por senderos muy lejanos para realizar pequeños saqueos que no tuvieron ningún efecto real. Otros intentaron invasiones marítimas con algo más de éxito, pero nunca pudieron recuperar el honor nacional.

Todo eso fue hasta que el Emperador Valente asumió el trono del Imperio Itálico y su primera orden fue reunir al Senado para pedir un Casus Belli contra su eterno rival. Luego reunió a dos legiones con tropas auxiliares, que sumaban unos treinta mil soldados.

Con tan pocas tropas todos estaban seguros de que el nuevo Emperador únicamente planeaba desatar una serie de rápidos ataques y luego regresar, pero para sorpresa del mundo entero Valente se dirigió directamente hacia la fortaleza de Kerlan para asediarla. Muchos creyeron que era un suicidio seguro e intentaron detenerlo, pero el Emperador fue inflexible y proclamó que castigaría la insolencia de sus enemigos.

Las tropas del Imperio Itálico atacaron el mismo lugar una y otra vez sin conseguir nada excepto agotar sus fuerzas, mientras los defensores enemigos se reían de ellos mientras los veían estrellarse inútilmente contra sus defensas. Pasaron cinco días, pero las únicas ordenes que recibían los legionarios era atacar la puerta durante unas horas para después retirarse. Con el tiempo los defensores se acostumbraron a concentrarse en la puerta principal y descuidaron otros lugares.

El sexto día las legiones no atacaron y en cambio el emperador esperó al anochecer antes de reanudar el asedio. Todos creyeron que se trataba de un último intento desesperado, pero no podían estar más equivocados.

Durante mucho tiempo Valente había ocultado un arma secreta: Treinta Grifos de Guerra, las primeras tropas aéreas que se habían visto en el Continente Profundo. Estas terribles bestias fueron criadas especialmente para llevar jinetes en sus lomos, pero además podían trasportar cargas relativamente pesadas.

La noche en que se desplegaron había Luna Nueva y ningún soldado kasita los vio venir, porque toda su atención estaba en defender la puerta. Los Grifos de Guerra fueron yendo y viniendo al amparo de la oscuridad, trasportando tropas a las descuidadas murallas hasta que tuvieron suficientes para desatar un ataque por ambos flancos.

Fue un triunfo glorioso para el Imperio Itálico, pues el Bastión de Kerlan, considerado inexpugnable, terminó cayendo en tan sólo seis días. El emperador Valente masacró a todos los defensores y luego, con su retaguardia finalmente asegurada, cayó con sus dos legiones sobre el territorio enemigo. Nadie en el Imperio Kasi llegó a enterarse del peligro hasta que fue demasiado tarde y no pudieron reaccionar a tiempo. Las dos legiones estaban compuestas por pocos soldados, pero precisamente por eso eran capaces de moverse muy rápido y en menos de un mes estaban a las puertas de la capital enemiga.

El Imperio Kasi tuvo que aceptar una vergonzosa rendición. Valente les obligó a entregar familiares de la realeza como rehenes políticos, devolver inmediatamente todo lo que habían robado, sobre todo a los ciudadanos esclavizados. Finalmente tuvieron que comprometerse a pagar una terrible indemnización, pero nunca tuvieron intenciones de cumplir con esto último. El emperador lo sabía bien, pero aceptó de todos modos porque no tenía tropas suficientes para una auténtica conquista militar y necesitaba una victoria rápida que le permitiese retirarse a salvo.

Sin embargo, lo cierto era que se había apoderado del Bastión de Kerlan, nada menos que la joya más valiosa para los militares del Imperio Kasi y ahora tenía una vía libre para caer sobre sus enemigos si se atrevían a provocarlo. El mundo no lo podía creer y muchos comenzaron a decir que quizá los dioses del Imperio Itálico eran los más poderosos, pero antes de que los templos pudieran dar una respuesta el propio Emperador dijo que su conquista se había conseguido a través del aire, gracias a los Grifos, en lugar del agua o la tierra, de modo que era imposible saber qué dioses eran más fuertes y no había motivo para discutirlo.

Para conmemorar su victoria el Emperador ordenó que construyeran una impresionante ciudad al pie de las montañas y que bautizó como Valen, en su honor. Ahí entregó propiedades a todos los soldados que lucharon a su lado y convirtió el Bastión de Kerlan en la residencia de un marqués. A este se le encargó aumentar el número de Grifos para surtir las tropas imperiales, pues el cañón era un territorio perfecto para criarlos, pero además debía tener una legión defendiéndola en todo momento, reforzada por una población permanente de 300 de estas criaturas. Por ese motivo la legión apostada en este lugar recibió el apodo de Legión Grifón.

El Emperador Valente falleció y pasó a la historia como uno de los más grandes gobernantes del Imperio Itálico. Con el tiempo los kasitas se recuperaron y volvieron a convertirse en una amenaza, así que la frontera tuvo que reforzarse con más legiones, pero la Grifón continuaba ostentando el mayor prestigio entre todas. Y a pesar de la tensa situación entre las dos naciones, el comercio permitió que muchas personas se enriquecieran y con el pasar de los años Valen creció rápidamente hasta convertirse en una de las ciudades fronterizas más poderosas e impresionantes del Imperio Itálico. Tanto aumentó su prestigio que terminó siendo demasiado grande para que un simple marqués la controlara y pasó a ser el centro del Ducado otorgado a la familia Ascher cuando consiguieron emparentar con la familia imperial y el Bastión de Kerlan se volvió su residencia oficial.

***

La Orden del Manto Oscuro poseía una vasta red de Matrices de Trasporte estratégicamente posicionadas para que sus agentes pudiesen llegar en muy poco tiempo a los lugares más importantes del Imperio Itálico. Lo más sorprendente es que los puntos de salida se encontraban ocultos en almacenes remotos, mansiones privadas e incluso bajo el suelo. Semejante despliegue de recursos no podía dejar de impresionar al propio Han Shuo a pesar de todo lo que había visto hasta el momento.

En esta ocasión aparecieron dentro de un gran granero a las afueras de la ciudad, en el centro de una plantación de maíz perteneciente a un miembro de la orden. Los altos cultivos bloqueaban la vista y todos los días había muchos trabajadores trasportando cosas, de modo que un par más no llamó mucho la atención.

El carruaje preparado estaba en una posta al costado del camino. El Imperio manejaba dos tipos de carreteras: Las de Aristócratas, que dependían de las necesidades de cada territorio. Y luego estaban las Imperiales, que eran las arterias por las que fluía la población y sobre todo las Legiones cuando había que desplazarlas.

Las carreteras imperiales se mantenían en buen estado con el dinero de los impuestos. Como eran una necesidad vital, había una gran cantidad de ministros y cuestores involucrados en pavimentarlas, cuidarlas y protegerlas de acuerdo a las disposiciones dictadas por la corte. Dañar a propósito una de estas carreteras podía llegar a considerarse un acto de traición, incluso si el perpetrador era un Aristócrata, aunque era muy raro que esto ocurriese, porque a todos les convenía que sus territorios recibiesen un flujo constante de personas, sobre todo comerciantes.

Han Shuo se encontraba sentado tranquilamente dentro del carruaje aparentando ser precisamente eso, un joven burgués adinerado. Sus ropas ya habían sido preparadas con anterioridad, de modo que su principal preocupación era imitar las maneras que había observado cuando prestaba atención al comportamiento de los comerciantes. Cada cierto tiempo observaba la calzada por la puertezuela y se maravillaba de este camino hecho con losas de piedra bien labrada y que incluso poseía ranuras talladas a modo de carriles para que las grandes ruedas de madera encajasen, de modo que el desplazamiento era bastante cómodo. También notó que cada cierto tiempo se veían unos pequeños monolitos de piedra blanca tallada, erigidos a ambos lados del camino. Chester mencionó que se trataba de un modo de medir las distancias, pues cada uno estaba separado del anterior por aproximadamente mil pasos, así que alguien acostumbrado a viajar podría calcular el tiempo que le tomaría llegar a su destino e incluso era posible enviar una carta a un viajero en pleno recorrido.

– Fantástico. Sencillamente Fantástico. En verdad el ingenio de la humanidad nunca deja de asombrarme. – Exclamó Han Shuo suspirando.

– ¿Dijo algo, Amo Bryan? – Preguntó Chester desde el asiento de conductor.

– Nada en particular. Pero creo recordar haberte dicho que me llamaras Bryan a secas. –

– ¡Imposible! – Replicó el ladrón: – Se supone que eres el hijo de un rico comerciante y yo tu leal cochero. Todos sospecharían inmediatamente si te vieran hablando casualmente con un simple sirviente. Es mejor ser precavidos. –

– Bah. Los Burgueses sabrán mucho de hacer dinero, pero al final se sirven principalmente a sí mismos. – Dijo Han Shuo recordando la forma arrogante en que el difunto Cameron se comportaba o las cobardes reacciones de todos esos hombres de negocios cuando los asesinos atacaron al Senador Aurelio: – No es que eso sea algo malo. ¿Pero por qué habrían de comportarse como si fuesen mejores? Al menos los Aristócratas son criados para gobernar y descienden de una estirpe que ha defendido el imperio durante siglos, así que puedo entender su orgullo, por más molesto que sea. ¿Pero ellos? ¡Ni siquiera participan en las batallas! De hecho, con la excepción de algunos como la líder del Gremio Mercante de Boozt, estoy convencido de que la mayoría se escaparían con la cola entre las piernas a la primera señal de peligro. –

– Jajaja. Es cierto. Pero en esta ocasión no importa tanto lo que ellos sean en realidad sino lo que piensan de sí mismos. – Contestó Chester riéndose: – Y lo que la mayoría de ricos cree es que su dinero los vuelve automáticamente iguales a los nobles. De modo que no mirarán a un criado a los ojos. ¡Por el bien de nuestra coartada tú tampoco deberías hacerlo, Amo Bryan! –

Chester soltó una especie de chillido para excitar a los caballos y estos comenzaron a correr como si les hubieran crecido alas. El carruaje avanzaba rápido como el rayo, arrancando miradas cada vez que pasaban junto a un grupo de hombres caminando hacia o desde la ciudad.

– He aquí un placer que no conocía. – Dijo Han Shuo alegremente mientras disfrutaba del vertiginoso viaje: – ¿Cómo te las arreglaste para conseguir semejantes caballos? ¿Los han criado exprofeso? –

– ¡Adivinó, amo Bryan! Hace un par de años me enteré por rumores de que un noble bien entendido había conseguido obtener un caballo semental que ya era famoso por su velocidad. De inmediato informé a los superiores y logré convencerlos de que convenía comprarlos. Ignoro cuanto pagaron por el animal, pero debió ser una buena suma, porque al Manto Oscuro siempre le ha convenido tener a la mano semejantes activos para sus agentes más importantes. Pero este resultó ser todo un campeón… ¡En un solo año logró tener treinta y seis hijos!

Como fui el intermediario me dejaron echarle un vistazo a esa prole en cierta ocasión: Todos son negros, sin una sola mancha a excepción de la estrella blanca de su frente. Tengo entendido que consiguieron excelentes yeguas para la reproducción y gracias a ese golpe de suerte conseguí mi primer asenso importante. También hice muchos amigos, algunos de los cuales me debían un favor. Así fue como me prestaron a estos para nuestra misión. –

– ¡Ja ja ja! ¡Que detalle! ¡Es usted un hombre lleno de recursos, señor Chester! –

– ¡Conviene serlo para poder servirle, Amo Bryan! –

El viaje continuó con la misma velocidad y en menos de tres horas pudieron ver el contorno de las murallas que protegían la Ciudad de Valen. Entonces Han Shuo sintió algo y abrió rápidamente la puertezuela para sacar medio cuerpo y mirar hacia el cielo.

Por encima de ellos pasaron volando tres sombras increíblemente veloces. Eran bestias similares a una esfinge, con el cuerpo superior de un águila y los cuartos traseros de un león con el pelaje amarillo. Su apariencia era bastante feroz pero también emanaba de ellos un inconfundible aire de nobleza. Han Shuo podía sentir muy claramente el poder mágico que se desprendía de sus cuerpos de un modo muy similar al de la Mantícora de Trunks.

Cada uno de los grifos trasportaba un jinete bien pertrechado. Si bien solo los vio por un segundo, eso fue suficiente para que Han Shuo distinguiese el contorno de las formidables armaduras propias de los Caballeros más poderosos del Imperio.

“Por lo menos serán Caballeros Veteranos, pero su fuerza seguramente se quintuplique gracias a sus monturas. ¡Que temible combinación del hombre con la bestia!” Pensó Han Shuo asombrado, pero se tranquilizó rápidamente al ver que seguían volando sin tener un rumbo fijo, como si estuviesen haciendo una patrulla de rutina.

Pasaron unos minutos y Chester tuvo que reducir la velocidad porque se aproximaban a las puertas, donde el flujo de transeúntes comenzaba a amontonarse en su intento por ingresar a la ciudad. Entonces Han Shuo miró hacia las montañas rocosas con picos nevados, donde se destacaba el gran cañón que servía como ruta natural entre los imperios rivales. Ahí mismo, vigilando la ruta principal, se alzaba la formidable fortificación de Kerlan, rodeada con grandes muros recién reparados y un mar de soldados defendiéndolos. Era evidente que los emperadores que siguieron a Valente pusieron mucho empeño en que esa frontera estuviese bien defendida. Han Shuo entornó su mirada sobrehumana y no pudo evitar soltar un suspiro de asombro, pues nunca en toda su vida había visto tantos miles, no, más bien decenas de miles de legionarios juntos. Y como coronando esta fabulosa visión de poderío militar, había una nube de criaturas volando en círculos sobre el torreón principal: Más de cuatrocientos Grifos realizando maniobras con sus jinetes para estar listos en cualquier momento.

Han Shuo volvió a suspirar. Ahí mismo podía ver cuán grande era este mundo y los poderes que luchaban por la supremacía, pero sobre todo cuán pequeño era todavía en comparación a estas potencias. Parecía que todavía le quedaba mucho por hacer antes de que pudiera alzar la cabeza con orgullo sin miedo a perderla, pero lejos de amilanarlo el desafío solamente despertaba en su interior unas ansias de poder aún mayores.

De vez en cuando otros Grifos pasaron volando sobre ellos, pero la multitud no parecía estar asustada en lo más mínimo, como si el vuelo de estas majestuosas bestias ya fuese algo cotidiano para ellos. Quienes sí despertaban temor en los civiles eran los Guardias de la Puerta. Estos exigían revisar todos los cargamentos de quienes querían ingresar en la ciudad y muchas veces recurrían a gritos, amenazas e improperios para imponer su autoridad. Cuando alguien se demoraba un poco en obedecer lo comenzaban a patear de un modo despiadado, requisaban sus cosas o simplemente las destruían ahí mismo.

“¿Soy yo o el Duque Ascher a convertido esta ciudad en una cárcel?” Pensó Han Shuo con ironía, pero no se alejaba mucho de la realidad. Había soldados vigilando atentamente todos los accesos, puertas y sobre todo las entradas de las grandes carreteras que conectaban a la Ciudad de Valen con los confines del inmenso Itálico.

– ¡Alto ahí! ¿QUO VADIS? ¡identifíquense de inmediato! –

El carruaje avanzaba bastante despacio, pero como era de esperar, uno de los guardias se interpuso de pronto en su camino seguido por doce legionarios bien armados y pertrechados. Chéster obedeció de inmediato e inmediatamente bajó del asiento del conductor para entregarles un cilindro de cuero que contenía varios royos de pergamino con los sellos que los autorizaban a transitar. El líder de los guardias los revisó, pero aun así no parecía muy convencido y golpeó la puerta con fuerza mientras ordenaba: – ¡Sal de ahí! –

La puertezuela se abrió y Han Shuo bajó del carruaje con un aire bastante imponente, uno que solamente suelen mostrar aquellos acostumbrados a dar órdenes y que éstas sean obedecidas. Al mismo tiempo se aseguró de dejar ver el anillo de oro y otros adornos que llevaba con el propósito de aparentar ser un hombre de la alta sociedad.

– Lo siento, pero primero debemos revisar su carruaje. – Dijo el guardia con un tono precavido pues temía ofender a alguien importante.

– Revisa pues, si es que debes hacerlo. – Respondió Han Shuo.

De inmediato los guardias comenzaron a inspeccionar, pero Chester había sido muy minucioso en sus preparativos y no había nada en el interior que pudiese ser considerado ilegal o peligroso.

– Muy bien, todo está en orden. – Anunció el Guardia.

– ¡Ya era hora! –

– Solo falta que pague el impuesto correspondiente. –

– ¡¿Qué impuesto es este?! – Preguntó Chéster extrañado.

– Para ingresar a la ciudad deben pagar una tarifa por persona y por carruaje. –

– ¡¿Y se puede saber cuál es el motivo de semejante pago?! – Exclamó Chester con clara indignación, pues cuando hizo su investigación sobre la ciudad no encontró nada sobre este impuesto.

– ¡Es para gozar del privilegio de ingresar a la ciudad! Son dos monedas de cobre por persona y tres por carruaje. Siete en total. –

– ¿Siete de cobre? – Susurró Han Shuo mientras por dentro pensaba: “Son un total de siete guardias. ¡Es evidente que esto es una estafa!” Estaba a punto de darles su merecido cuando…

– ¡Ah, y necesito saber su nombre! –

– ¿Qué? –

El guardia sacó una tablilla con cera para apuntar y explicó con un tono rutinario: – No es nada serio. Sólo necesito registrar los nombres de todos los que ingresan a la ciudad. –

– Entiendo. – Respondió Han Shuo cordialmente: – Pero le propongo algo. ¿Qué tal si le doy ocho monedas de plata… y nos olvidamos del nombre?

Y antes de que el Guardia o sus subordinados tuviesen tiempo de comprender lo que sucedía, Han Shuo le puso la cantidad mencionada en una de sus manos. Chester no dijo nada, pero ahogó un suspiro. Los guardias tampoco entendían por qué este joven acaudalado estaba dispuesto a pagar mucho más de lo convenido para ocultar algo tan ridículo como su nombre, pero tras un cálculo mental concluyeron que las ocho monedas de plata de seguro les alcanzarían para irse de juerga durante al menos tres días, así que sonrieron y miraron a su superior, quien a su vez contestó: – Le doy la bienvenida a la ciudad de Valen, señor… ¿Alberto Herrera? –

– No me molesta ese nombre. – Dijo Han Shuo con una rápida sonrisa y regresó de inmediato al interior del carruaje. Un minuto después volvieron a ponerse en marcha e ingresaron a la ciudad.

Finalmente tuvieron ante sus ojos esa floreciente urbe: Templos impresionantes decorados con esculturas de mármol o bronce, edificios de piedra con tejas de cerámica, plazas atestadas de personas realizando actividades diversas. Todas las calles eran anchas y estaban bien empedradas, favoreciendo que los caballos trotasen con premura y acelerando mucho su viaje hasta que finalmente llegaron al corazón de la ciudad, el Foro.

Había un foro en cada ciudad importante del Imperio Itálico. Se trataba de un enorme espacio abierto y rectangular, alrededor del cual siempre se construían los almacenes públicos donde se guardaban las mercancías o los edificios donde laboraban los Ediles que mantenían funcionando la ciudad. También había otros edificios importantes como el mercado de la ciudad y el teatro.

Pero las dos construcciones principales siempre eran el Templo Principal y el Palacio del Propretor. En el primero se realizaban los sacrificios a los dioses, se llevaban a cabo los auspicios para vaticinar el futuro y se organizaban los distintos cultos; en el segundo se llevaban a cabo las principales actividades judiciales y se organizaban las políticas dadas por los Aristócratas asignados al territorio o los ministros enviados por la Corte Imperial.

– Amo Bryan ¿Por qué les pagó tanto dinero a esos guardias? – Preguntó Chester. Evidentemente había estado reprimiendo su curiosidad y Han Shuo aprobó en secreto que este joven ladrón supiese bien cómo mantener controladas sus emociones, por eso decidió responder.

– La seguridad en esta ciudad es más fuerte de lo usual, lo que significa que hay muchos ojos observando en secreto. Nuestras identidades falsas pueden protegernos por un tiempo, pero no para siempre. Creo que lo mejor es no utilizarlas si podemos, de ese modo tardaremos más en despertar sospechas. –

– ¿Pero esos guardias… no nos delatarán más adelante? –

– Esos guardias son obviamente corruptos y seguramente lo último que desean es que algún superior se interese por sus actividades. Además, les di suficiente dinero para que se emborrachasen en las tabernas, pero no tanto como para que llamen la atención. ¿Cómo van a convencer de algo a su superior sin exponerse a que todos descubran que aceptaron un soborno? –

Chester sonrió de inmediato al entender la situación y arreó los caballos. Por fin, tras atravesar varios grupos de multitudes aglomeradas, llegaron a una gran posada donde sus alojamientos ya estaban preparados. Cuando se apearon de inmediato fueron recibidos por un grupo de sirvientes, pero en lugar de darles la bienvenida comenzaron a decirles de un modo un poco impertinente que “todas las habitaciones ya estaban tomadas” y “no había más espacio”. Tuvieron que explicar casi a gritos que sus habitaciones ya estaban reservadas con anterioridad y Chester se abrió paso hábilmente entre los mozos con la tarjeta que lo identificaba. Al final funcionó, porque el posadero llegó corriendo a toda prisa para disculparse por los inconvenientes y reñir a sus empleados.

Tras superar todos los obstáculos finalmente los condujeron hacia los aposentos de Emily. Se trataba de tres habitaciones finamente decoradas cuyas ventanas deban a la calle, circunstancia que el posadero no dejaba de ensalzar por el estimable mérito que representaba poder ver el Foro de la ciudad desde una posición tan cómoda, donde podrían presenciar cualquier evento público que se desarrollara. Entre las tres habitaciones había una hermosa salita y justo al final de esta se encontraba un pequeño estudio con un hermoso escritorio de madera negra.

Emily se encontraba escribiendo enérgicamente sobre un pergamino mientras consultaba unos libros a su izquierda, pero alzó la vista cuando escuchó que las puertas se habrían. Cuando sus ojos distinguieron a Han Shuo su mirada se iluminó alegremente, pero inmediatamente fingió una actitud seria al percatarse de la presencia del joven ladrón.

– Chester, espere en la sala por ahora. Tengo que discutir asuntos confidenciales con el señor Bryan y necesito que vigiles para que nadie nos interrumpa. –

Aunque mostró un breve gesto de reticencia, Chester realizó una educada reverencia y cerró las puertas detrás suyo. En cuanto estuvieron solos la pareja se acercó rápidamente para entregarse a una serie de abrazos y besos apasionados. Casi terminan dando rienda suelta a su lujuria ahí mismo, pero consiguieron controlarse para discutir cosas serias.

– Los Troll del Bosque han vendido las máquinas de asedio hace unos días, así que muy pronto se encontrarán en el mercado negro. El misterioso comprador deberá hacer su movida en breve. – Le informó Han Shuo tranquilamente mientras agitaba un poco las brasas de la chimenea para avivar las llamas.

– Eso es excelente. – Contestó Emily sonriendo y luego le comenzó a explicar sus objetivos: – El Manto Oscuro sospecha desde hace tiempo que la Familia Ascher está tramando una rebelión para llegar al poder aprovechándose del caos generado por el conflicto entre los príncipes.

Normalmente mi hermano los arrestaría primero y preguntaría después, pero no es tan sencillo tomar acciones contra un Duque sin provocar la ira de muchos senadores. Además, el poder de la Legión Grifón se ha incrementado considerablemente en los últimos años y seguramente los Ascher ya habrán comprado o asesinado a todos los oficiales leales bajo su mando.

Una confrontación directa resultaría en muchas muertes innecesarias. Por eso tenemos que encontrar alguna evidencia que incrimine indudablemente a los Ascher para que ninguno de sus aliados en el Senado pueda defenderlos. Entonces ni siquiera tendremos que actuar, los propios Censores los arrojarán a los perros.

Por suerte sabemos que la evidencia existe: Las Armas de Asedio. En el momento en que lleguen aquí tendremos la mejor oportunidad. –

Han Shuo abrió los ojos asombrado, pero luego sintió que una euforia guerrera comenzaba a nacer en su interior. Después de tantos conflictos con Claude primero y luego con Clark, toda la familia Ascher era como maldita astilla con la que no podía lidiar. Incluso si sus poderes se incrementaban, el estado de una familia ducal era tan elevado que no creía poder atacarlos hasta que pasasen varios años, pero ahora el Manto Oscuro estaba haciendo un movimiento contra ellos y el destino parecía configurarse de un modo perfecto para que matase a Clark y acabase con su molesto respaldo e incluso obtendría un gran prestigio frente sus superiores.

– ¿Sabemos por qué el Duque Ascher quiere rebelarse? –

A pesar de toda su euforia Han Shuo no permitió que su mente se apresurase. Como Duque, Odón Ascher ya tenía el máximo rango dentro de la Alta Aristocracia por ser pariente de la familia imperial, pero además poseía la más alta atribución militar de todas: El Consulado.

Lo que más deseaban todos los políticos era poseer Imperium, o sea, el poder para ordenar a otros aristócratas. Y la máxima autoridad otorgada en el Imperio Itálico le pertenecía a los Cónsules, los magistrados más poderosos de todos.

Un Cónsul tenía a bajo su mando a un ejército completo de cuatro legiones más las tropas Auxiliares y usualmente eran nombrados cuando había que realizar una invasión a gran escala dentro de un territorio enemigo para extender las fronteras. En pocas palabras, los Cónsules eran conquistadores.

Usualmente solo el Emperador ostentaba esta dignidad, pero como el soberano no podía estar en varios sitios al mismo tiempo delegaba a los Duques el honor de volverse Cónsules y comandar los ejércitos que fuesen necesarios cuando el Imperio Itálico tenía que combatir en varios escenarios.

Sin embargo, para evitar que ninguno de ellos cayese en la tentación de rebelarse contra su Emperador, el tiempo que un Duque duraba en el cargo estaba limitado a dos años como máximo y solamente podía extenderse con autorización del Senado. Aun así, ser Cónsul era el máximo honor que un aristócrata podía aspirar a conseguir, pues por un breve momento uno podía ser tan poderoso como el propio Emperador… y usualmente sólo los Duques podían ostentarlo. Eso significaba que la familia Ascher también tenía acceso al mayor grado de autoridad militar.

En el plano político todos los Duques tenían un asiento asegurado dentro del Senado cuando se retiraban del ejército, lo cual les daba voz para dar consejo al propio emperador e incluso detenerlo si era necesario. Si sus méritos eran indiscutibles y su reputación incólume, podían incluso obtener el prestigioso grado de Censor, los guardianes de la moral, con el cual podían ser considerados más importantes que la propia familia imperial.

En pocas palabras el prestigio de la casa Ascher ya era supremo dentro del Imperio y no parecía lógico que quisieran arriesgarse a perderlo todo en una rebelión.

Emily se quedó en silencio por unos momentos con la mirada fija en las llamas de la chimenea, pero finalmente lo miró a los ojos y comenzó su narración: – Te conté hace poco que la salud de su Majestad Imperial está deteriorándose. Además, los príncipes han demostrado ser una decepción, pues pasan todo su tiempo entregándose a sus respectivas perversidades y nunca están dispuestos a ensuciarse las manos. Eso no impresiona a las legiones, pues todos los soldados quieren que su emperador esté dispuesto a marchar con ellos a la guerra en lugar de quedarse sentados en el palacio.

Hace un par de años el Duque Ascher le pidió al Emperador que comprometiese a uno de sus hijos con una de las princesas. Esta petición era peligrosa, porque la Legión Grifón ya es bastante formidable por si sola y si además los Ascher obtenían la oportunidad de heredar el trono… bueno, puedes imaginártelo. Nadie quiere que una sola familia acumule tanto poder.

Sin embargo, los príncipes resultaron tan decepcionantes que el Emperador lo consideró seriamente y ordenó al Manto Oscuro investigar cuidadosamente para ver si Clark o Claude Ascher eran dignos de ser nombrados príncipes imperiales.

Por supuesto que la ilusión desapareció rápidamente porque mi hermano descubrió todos los trapos sucios y defectos de comportamiento que esos jóvenes hermanos ocultaban tras su fingida cortesía. Fue entonces cuando descubrió uno extraños rumores que llevaron su investigación en una dirección más oscura y finalmente revelaron que el Duque Ascher estaba teniendo conversaciones secretas con alguien en el interior del Imperio Kasi, aunque nunca confirmamos su contenido.

Eso fue suficiente para que el Emperador no solamente rechazara la petición de matrimonio, sino que incluso comenzó a mover sus influencias para retirarle el control de las Legiones a la Familia Ascher. Pero estas cosas toman su tiempo, sobre todo porque el Duque tiene su cuota de influencia en el Senado, así que han pasado años sin que puedan retirarlo del puesto. –

Han Shuo alzo una veja mientras exclamaba confundido: – Creí que la autoridad del Emperador era absoluta cuando se trataba del ejército. –

– Así es de acuerdo a las leyes, pero estas callan en tiempos de crisis. Además, la gran mayoría de soldados que lucharon junto a su Majestad Imperial ya están retirados por su avanzada edad. En cambio, el Duque Ascher es joven aún y su hijo mayor ha demostrado ser un poderoso sucesor a pesar de sus defectos. Para empeorar las cosas, la ciudad de Valen les aporta una gran riqueza personal con la que puede comprar la lealtad de varios soldados. Si a todo eso le sumas el hecho de que los príncipes son decepcionantes… –

– Bueno, ya sabes lo que dicen: “La gente aprecia más al sol naciente que al poniente”. – Comentó Han Shuo sonriendo irónicamente.

– El Imperio siempre ha dado importancia al carácter de su gobernante y sus habilidades políticas. Si un noble demuestra tener más talento o nuestro soberano resulta ser demasiado iluso como para evitar que una conspiración lo destrone, el pueblo simplemente lo verá como un cambio dinástico y no le dará importancia. – Respondió Emily, pero su expresión se ensombreció cuando dijo lo siguiente: – Pero si hay una confabulación con el Imperio Kasi, la cosa es muy diferente. El ejército no lo aceptará y todos los nobles se verán forzados entrar en una serie de guerras civiles que desgarrarán a nuestra nación desde adentro. Entonces seguramente seremos invadidos por las potencias rivales y nuestro gran Imperio habrá desaparecido en el lapso de una generación.

El Duque Ascher lo sabe o debería saberlo, pero su ambición es tan grande que no le importa arriesgarse a desgarrar todo el país con tal de convertirse en emperador. –

Ambos se quedaron en silencio por unos momentos. Emily suspiraba apesadumbrada por la codicia desmedida del Duque y Han Shuo asimilaba la información calmadamente, pero tratando de construir una buena imagen mental de toda la situación política. El crepítelo de las llamas era el único sonido que se escuchaba, pero de algún modo la habitación se sentía fría a pesar de su calor y las sombras proyectadas se veían ominosas, como anticipando una tragedia en ciernes.

– En las pocas interacciones que tuve con los vástagos de la familia Ascher puede apreciar que son particularmente hábiles en pretender ser honorables, pero su personalidad es bastante retorcida. Quizá eso se deba a que desde pequeños han sabido los planes de su padre y de ser así, esto podría ser un esquema largamente meditado, quizá incluso el primer patriarca de su clan haya estado implicado. – Comentó Han Shuo recordando el modo en que ambos hermanos se comportaban con el resto de personas: – Pero la Legión Grifón fue concebida para luchar contra el Imperio Kasi, así que deben odiarlos hasta los huesos. ¿No deberían ser los primeros en volverse contra el Duque si se enteran de su traición? –

– Normalmente sería así, pero aquí ocurrió algo excepcional. La ley dicta que los comandantes del ejército pierden su Imperium cuando trascurren los dos años. Sin embargo, el ejercito de los kasitas es una amenaza demasiado seria a nuestra soberanía y por eso la Legión Grifón ha recibido un tratamiento especial.

En principio asignaron como su superior a un Duque, en lugar de un Márquez como se acostumbra cuando hay que defender una frontera. Y lo más importante es que le otorgaron una autoridad sin límite de tiempo definido sobre las tropas. Todo esto ha permitido que la familia Ascher tenga el control constante de esta legión durante décadas y eso les dio mucho tiempo para corromper a un buen número de oficiales. – Contestó Emily deprimida, pero su expresión se normalizó cuando concluyó: – Pero no importa cuán bien finjan los Ascher o el dinero que posean. Si obtenemos pruebas suficientes, mi hermano no tendrá ningún problema para deshacerse de ellos. –

Han Shuo asintió mientras meditaba en estos asuntos. Finalmente entendía muchas cosas que antes le parecían confusas, pero todavía quedaba un misterio por resolver: El papel que tenía Lawrence en toda esta conspiración.

“Después de todo el espía mencionó que Clark originalmente estaba en la Academia Babilonia para intentar algo en su contra. ¿Pero qué papel juega el hijo de un Cuestor Imperial para que el Duque Ascher envíe a su propio hijo para tratar con él?”

– Sea pues. – Dijo Han Shuo dejando de lado estas interrogantes para poner toda su atención en la misión que tenían por delante: – ¿Cuáles son tus instrucciones? –

Como Emily tenía mucha más experiencia en todo lo relacionado con la corte imperial y conocía mejor la información relacionada con la misión, a él le parecía innecesario plantear alguna objeción o dar sugerencias. En su lugar asumió inmediatamente su papel de apoyo.

– El Manto Oscuro ha recibido informes de que el Imperio Kasi está reuniendo recursos en secreto para una gran campaña militar cerca de nuestras fronteras, pero todavía no han comenzado a reclutar soldados. Seguramente la invasión comenzará en el momento en que Su Majestad Imperial muera y los príncipes luchen por el poder.

En ese momento el Odón Ascher solamente tiene que mover a la Legión Grifón a otro lugar para permitir que las tropas kasitas ingresen sin dificultad. No sé cuáles serán sus planes después de eso, pero esas armas de asedio son la clave y también su mayor debilidad, porque no hay modo en que justifique su presencia en este lugar. – Explicó Emily con una sonrisa: – Nuestro objetivo principal es encontrar dónde oculta esas armas y reunir cualquier prueba que podamos para arrestarlos antes de que comiencen su rebelión. También estamos autorizados para emprender cualquier acción con el fin de debilitar a los Ascher y utilizando cualquier medio a nuestra disposición. –

– Pues si debemos asestar un golpe contra ellos, tengo una buena idea de por dónde empezar. – Dijo Han Shuo con un tono despiadado: – Si asesinamos a Clark Ascher, el Duque se quedará sin herederos. Todos planes de colocar a su dinastía en el trono se irán por el drenaje e incluso es posible que cometa errores por la desesperación. Además, esa rata se ha ganado mi odio y es preciso que lo mate cuanto antes. –

Emily abrió los ojos con sorpresa cuando lo escuchó decir esas palabras. El odio que Han Shuo sentía hacia Clark era tan evidente en ese momento que casi parecía palpable.