Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Short Stories

Extra 4: Metamorfosis (Forzada)

Algún tiempo después de limpiar las cavernas de hielo, Hajime y los otros hombres fueron a una habitación separada para prepararse para su próxima salida. Mientras tanto, las chicas se relajaron en la sala de estar. Shea, que estaba tumbada en un sofá, se estiró lánguidamente, haciendo que sus enormes tetas se elevaran de forma prominente. A corta distancia, Tío y Shizuku estaban charlando. Mientras no hacían nada para enfatizar sus propios activos, también eran bastante grandes.

“Tch…” Yue chasqueó su lengua con irritación. Kaori, que estaba sentada a su lado, se giró sorprendida.

“¿Qué pasa, Yue?”

“No es nada… No estoy pensando en la vez que Shea me llamó ‘tabla de lavar’ o algo así”, respondió Yue en voz baja.

Obviamente lo era. Wow Shea… No puedo creer que tuvieras el valor de decir eso, pensó Kaori para sí misma. Con su expresión rígida, hizo todo lo posible para animar a Yue cambiando el tema.

“O-Oh ¡sí! ¡Todavía tengo que practicar la magia de la metamorfosis un poco más! ¿Crees que podrías mostrarme algunos consejos, Yue? Quiero saber cómo te las arreglaste para cambiar el color de tu cabello…”

De repente, Yue se giró hacia Kaori, que se estremeció. Ignorando su reacción, Yue miró fijamente a Kaori.

“¡Kaori!”

“¿Eeeek? ¿Qué pasa, Yue? No tienes que acercarte tanto, ¿sabes?”

Yue tomó las mejillas de Kaori en sus manos y acercó su cara lo suficiente para que se pudieran besar.

“¡Eres una genio! ¡Nunca pensé en eso! ¡Podría besarte ahora mismo!”

“Por favor, no. ¿Y puedes soltarme?”

Yue descuidó a Kaori y empezó a concentrarse. Parecía no darse cuenta de que todos los demás la estaban observando.

“Mrrrrr… ¿Así? No, eso no funcionará. ¿Qué tal esto? ¡Sigue sin funcionar! ¡Maldición, necesito concentrarme aquí! Soy la vampiresa más fuerte de la historia, ¡puedo hacer esto! ¡Hnnnnnnnnnnnnnngh!”

El maná dorado se arremolinaba alrededor de Yue, que parecía concentrarse aún más que cuando ayudó a Hajime a hacer la Llave de Cristal. ¿Qué diablos está tratando de hacer? Todos los demás pensaron.

“Y-Yue, ¿qué estás haciendo?” preguntó Kaori tímidamente, espoleada por la mirada suplicante de Shizuku.

“Kaori… por fin he descubierto la verdadera esencia de la magia de la metamorfosis”.

“Umm… Pensé que lo habías hecho hace un tiempo.”

“¡Tonta!”

Controlando su creciente enojo, Kaori pacientemente preguntó: “Está bien, pero ¿qué quieres decir?”

Yue, que se estaba masajeando las tetas dijo con una expresión completamente inexpresiva, “Escucha… la magia de la metamorfosis es capaz de transformar la apariencia de uno”.

“Lo sé. Por eso te pedí que me mostraras cómo te cambiaste el color del pelo antes…”

“¡Y eso significa que puedo hacer mis tetas más grandes, también!”

“¿¡Qué acabas de decir!? Yue-oneesama, por favor, enséñame a miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!” Suzu rugió mientras corría hacia Yue como si fuera el único oasis en un vasto desierto. Kaori les echó una mirada triste a las dos.

“Sabes que a Hajime-kun no le importa el tamaño de las tetas, ¿verdad Yue?”

“¡Exacto! ¡Y Suzu-san, ya eres lo suficientemente linda, no necesitas cambiar tu apariencia!” Shea añadió.

“Cálmense, ustedes dos. Los pechos más grandes implican más desventajas que ventajas, así que no hay razón para que pierdan el tiempo tratando de…”

“Puedes usarlo para hacer tu piel más suave, también…”

“¡Por favor, enséñame!”, gritaron las chicas al mismo tiempo. Todas sus advertencias y recelos previos habían sido arrojadas por la ventana.

Yue les sonrió y les gritó, “¿¡Quieren ser guapas!?”

“¡Si, lo queremos!”

“¿Quieren tener una figura perfecta que puedan mantener sin tener que hacer ejercicio o dieta?”

“¡Si, lo queremos!”

La magia de la metamorfosis tenía el poder de lograr todo eso y más. Habiendo entendido eso, las chicas empezaron a concentrarse más que nunca lo habían hecho en sus vidas.

Diez minutos después, Hajime vino a verlas.

“¿Hm? Hay mucho ruido aquí dentro. Eh, chicas, ¿qué es todo ese alboroto…?”

En el momento en que Hajime abrió la puerta, Suzu perdió la concentración y su maná se descontroló. Eso, a su vez, causó que Yue y las demás perdieran también el control de su maná, creando una imparable reacción en cadena.

“¿Qué demonios es esto?”

Su maná convergió en Hajime, envolviéndolo en su luz. Yue y las demás se giraron hacia él, preguntándose qué efecto tendría su magia. Finalmente, la luz se desvaneció, revelando la transformación de Hajime.

“Ha pasado un tiempo desde que algo me asustó tanto. ¿Hm? ¿Cómo es que mi ropa me queda ajustada?”

Hajime se dio cuenta de repente de que había crecido más alto y más musculoso. Se desabrochó la camisa para tener espacio para respirar y se quitó el cabello de los ojos. Aunque no lo sabía, esos gestos resaltaban su transformada figura, que era la de un hombre extremadamente atractivo y de mediana edad. Parecía que la combinación de la magia de las chicas lo había envejecido unas décadas. Ellas lo miraban fijamente, con los ojos bien abiertos.

“¿Hm? Espera, mi voz también ha cambiado… y mi vista se siente diferente… Hey, ¿qué me hicieron?”

Nadie respondió. Todavía estaban demasiado aturdidas. Aunque todas excepto Suzu también parecían sonrojarse. Viendo que no iba a obtener una respuesta, Hajime tomó un espejo para mirarse.

“¿Qué demonios? ¡Soy un viejo! En serio, ¿qué hicieron?”

Hajime miró a Yue y a las otras. Sin embargo, su mirada tuvo el efecto contrario al deseado.

“El adulto Hajime es… bueno…”

“Awawawawah ¡Ser tan sexy es hacer trampa, Hajime-san!”

“E-Ehehehe. Ya veo. Así que así es como va a ser Hajime-kun en el futuro. Después de casarnos, esto es lo que tengo que esperar… Ehehehehe.”

“No debe mirarme así, Maestro. Si lo hace, no podré controlar mi… Haaah… Haaah…” “Hajime… No me mires. Me estás haciendo sentir rara…”

Naturalmente, Hajime las golpeó a todas en la cabeza.

“Podrías quedarte así un rato más, sabes…” Yue murmuró desanimada.

“Sólo date prisa y deshaz esto”.

Yue comenzó a regañadientes a hacer un casting para arreglar la situación. Desafortunadamente, aún no estaba acostumbrada a la magia de la metamorfosis y se excedió un poco. Esta vez Hajime salió con aspecto de…

“¿La mierda? ¡Ahora soy un niño pequeño!”

Su yo de cinco años. Sus pantalones y su ropa interior se deslizaron, dejándolo sólo con su camisa. Yue y las demás se quedaron atónitas otra vez, pero esta vez porque era demasiado lindo, no demasiado sexy.

“¡Eres tan lindo, Hajime!”

“¡Eh, eso no es justo! ¡Yo también quiero abrazarlo, Yue!”

“Ya, ya, Hajime-san. ¿O debería decir, Hajime-kun? ¡Ven aquí y dale un abrazo a Shea- oneesan!”

“¡Maestro infantil! ¡Qué festín para los ojos!”

“H-Hajime, ven hacia Shizuku-oneesan.”

Las chicas empezaron a pelearse por el mini-Hajime, así que su paciencia se agotó.

“¡Basta ya!”

Hajime se deshizo de ellas con una ráfaga de maná y alcanzó a agarrar a Donner, que había caído al suelo. Justo cuando estaba a punto de golpearles a todos con unas cuantas balas de goma para desahogar su ira, se dio cuenta de lo horrible que era.

“¿Hm? Mierda, ¡mis dedos no pueden alcanzar el gatillo!”

Yue y los ojos de las demás se iluminaron. ¿No puede resistirse? ¡No puede resistirse! Todas pensaron al mismo tiempo. Ya habían pasado el punto de razonamiento. La belleza de Hajime había envenenado sus mentes. Al darse cuenta de que estaba en un mal momento, Hajime decidió huir, pero en el momento en que se dio la vuelta para correr, tropezó con sus nuevas y mucho más rechonchas piernas.

“Maldita sea…” murmuró débilmente, con lágrimas en los ojos. Desafortunadamente, eso sólo lo hizo parecer más lindo ante Yue y las demás. Miró a su alrededor desesperadamente, buscando cualquier cosa que pudiera salvarlo. Después de unos segundos, lo encontró.

“¡Taniguchi, pon una barrera!”

Se arrastró hasta Suzu, que era la única persona presente que parecía sorprendida en vez de loca. Aún un poco sorprendida, Suzu sin embargo puso una barrera para bloquear a Yue y a las demás.

“¡Gracias, Taniguchi! ¡Sabía que eras una buena persona todo el tiempo!”

Hajime miró con gratitud a Suzu, las lágrimas se derramaron por sus mejillas. Suzu no podía creer que el mismo tipo despiadado que dio a todos la espalda y no tenía ni un ápice de compasión por la mayoría de la gente la admirara así.

“H-Hehehe”.

“¿Taniguchi?”

“No te preocupes, te protegeré, Hajihaji. ¡Puedes contar conmigo!”

“¡Oh no, tú también no!”

Suzu se acercó a Hajime, y luego empezó a hacerle señas para que avanzara. Unos treinta minutos más tarde, Kouki y Ryutarou regresaron a la sala de estar. Allí, vieron a un pequeño Hajime medio desnudo con ojos muertos siendo acariciado por un grupo de chicas obsesionadas con su belleza. Naturalmente, se fueron en silencio y cerraron la puerta tras ellos.