Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Short Stories

Capítulo 3: Recopilación De Cuentos De Hadas Comunes

Parte 1: El Leñador Honesto

Un día, un leñador estaba cortando árboles cerca de un estanque. Llevaba consigo su fiel motosierra de azantium potenciada por magia. Su motosierra hizo un fuerte zumbido al cortar árboles como un cuchillo caliente a través de la mantequilla. Con su fiel motosierra, el joven podía cortar todo lo que quisiera, ya fuera rocas o muros de acero. Una herramienta como esta sería tan útil en un campo de batalla como en un bosque. Cualquiera que la empuñara podría cortar hordas de soldados con facilidad. Espadas, escudos e incluso armaduras hechas de metal no podrían soportar su poder.

En cuanto a por qué un simple leñador poseía una herramienta tan poderosa, bueno, eso no era importante. Tampoco era importante por qué seguía siendo un simple leñador a pesar de tener la capacidad de ser mucho más.

Con un estrepitoso choque, uno de los árboles cayó al suelo.

“Uf, parece que el trabajo ha ido bien hoy también”.

El trabajo de hoy estaba hecho. Sólo le había llevado cinco minutos al joven, pero aún así se limpió una gota de sudor imaginario de su frente. Justo entonces, sintió que algo intentaba matarlo.

“¡Tch, muere, inútil!”

Soltó una serie de violentas maldiciones que uno no esperaría escuchar de un leñador de pueblo. El joven sacó un trozo de metal en forma de L de su bolsillo y apuntó. Un segundo más tarde, una luz roja se desprendió de los árboles. Seguro que hoy se han liberado muchas cosas.

Lo último que se desprendió fue la cabeza del “chucho” al que había disparado, un monstruo parecido a un lobo que se había escondido en un matorral cercano. En el momento en que el rayo de luz golpeó su cabeza, salió volando. Aún así, no había un solo lobo que apuntara a la vida del joven. Disparó una serie de destellos que destruyeron brutalmente a toda la manada. La escena era tan espantosa que debería haber sido censurada. El pacífico bosque se tiñó de rojo con la sangre de los monstruos.

“Tch, como siempre, todo lo que tienes de tu lado son los números. ¿Hm? ¡Mierda, la mercancía!”

Hasta ahora, el joven demonio que había estado pintando el bosque de rojo había sido perfectamente comprendido. Sin embargo, perdió la calma cuando vio a uno de los lobos acercarse sigilosamente a sus preciados bienes.

Por bienes, por supuesto se refería al espléndido árbol que acababa de cortar. El monstruo entonces activó sin corazón su magia especial y disparó una bola de fuego al árbol. Incluso si el leñador matara al monstruo ahora, su árbol se quemaría más allá del reconocimiento. El leñador lanzó su arma en forma de L a un lado, levantó su motosierra con ambas manos y corrió hacia la bola de fuego.

“¡De ninguna manera te lo permitiré!”

Con un grito enérgico, el leñador bajó su motosierra y partió la bola de fuego en dos. Luego la volvió a subir, cortando el estómago del lobo. Otra flor roja floreció entre los árboles verdes.

“Uf, lo logré… Oh, sí…”

Una vez más, limpiándose una gota imaginaria de sudor de su frente, el leñador buscó el arma que había lanzado antes. Cuando su mirada pasó sobre el manantial, notó que había ondas en el agua previamente estancada.

“¡Mierda! ¡No puedo creer que la haya arrojado directamente al manantial!”

El leñador se acercó al borde del manantial. Viendo que no podía encontrar su arma en ningún otro lugar, era probable que se hubiera caído. Se desplomó sobre sus hombros y suspiró.

“Amigo, ¿qué hago? Sin eso, llevará más tiempo aniquilar monstruos y ladrones. Dios, qué dolor.”

El manantial era tan ancho como profundo. Sumergirse en el fondo para buscar su arma llevaría tiempo y esfuerzo considerables.

“Tal vez debería tirar un montón de taur ardiente ahí abajo y vaporizar el manantial.”

El leñador murmuró de forma inquietante. Taur ardía a unos impresionantes 3.000 grados centígrados, así que ciertamente sería posible. El manantial repentinamente comenzó a brillar, como si reaccionara a los aterradores comentarios del leñador. Sorprendido, el hombre encendió  su  motosierra  y  se  preparó para  luchar.  De  las  profundidades  del manantial, una persona emergió.

“Wow…”

El usualmente grosero y cruel leñador suspiró con asombro. Así de hermosa era la diosa que había surgido del manantial. Nada podía igualar su esplendor. Su cabello rubio dorado brillaba a la luz del sol. Sus largas pestañas y sus profundos ojos carmesí cautivaban a todos los que la miraban. Su piel blanca como la porcelana estaba teñida con el más leve de los rubores. Parecía no tener más de doce o trece años, pero su mirada apasionada y su sonrisa seductora la hacían parecer mucho más vieja. Era una diosa cautivadora. Sus delgados brazos se asomaban de un vestido blanco puro. Cuando vio al leñador, la diosa se agachó delante de él. Entonces metió ambas manos en el manantial y sacó algo con cada una. El leñador esperaba que ella usara magia, no algo tan mundano como sus propias manos.

“¿Será ésta tu astuta coneja? ¿O es tu pervertida sacerdotisa?”

El leñador no sabía cómo responder. La diosa acababa de sacar a dos personas del manantial. Una tenía orejas de conejo creciendo en su cabeza, mientras que la otra estaba vestida con túnicas de sacerdotisa.  Ambas estaban empapadas  y parecían  bastante molestas al ser sostenidas por sus cuellos.

Por lo que se oía, la diosa las había sumergido en el manantial contra su voluntad.

Parecía que era una diosa que secuestraba a la gente.

“Eh, tú, señor de la motosierra. ¿Podría por favor elegir a esta pobre coneja? ¡Si lo haces, te dedicaré estas orejas de conejo de por vida!”

El leñador no estaba seguro de lo que significaba tener orejas de conejo dedicadas a él, pero ciertamente estaba tentado. La chica conejo tenía un pecho impresionante y se aseguró de enfatizarlo mientras le suplicaba al joven.

Ya veo, ella definitivamente es astuta.

 “¡U-Umm, tú el de ahí! El tipo que convirtió este pacífico bosque en un campo de batalla, quiero decir. ¿Crees que podrías ayudarme? Si me eliges, ¡haré todo lo que me pidas!”

El leñador no estaba seguro de lo que ella esperaba que le pidiera, pero podía decir por su sonrojo y su inquietud que no era nada sano. La sacerdotisa enterró su cara en sus manos, pero siguió mirando tímidamente al leñador a través de sus dedos.

Ahora veo que es definitivamente una pervertida.

“No dejé caer nada vivo en el manantial, sabes.”

“¿¡Eh!?

La astuta conejita y la pervertida sacerdotisa lo miraron con asombro.

“Mmm… Supongo que es comprensible. No necesitamos esto, entonces.”

“Hey, ¿no crees que eso es un poco grosero?”

“Eres tan malo, Ha-”

La diosa las arrojó a ambas de regreso al manantial. No volvieron a subir.

“Entonces, ¿este es tu…?”

“Oh, ¿ya es mi turno? Muy bien, Maestro. Por favor, insulta…”

“Siguiente”.

La diosa dejó caer lo que había recogido antes de que el leñador tuviera la oportunidad de mirarlo. Por el rápido vistazo que tuvo, asumió que era una criatura extraña. La diosa metió su mano en el manantial una vez más y buscó alrededor. Después de un rato, parecía que había encontrado lo que buscaba y sacó su mano.

“Mmm… ¿Este es tu revólver de treinta y cinco centímetros de largo, hecho con taur, recubierto de azantium, alimentado por un campo de rayos, de seis disparos, capaz de disparar con cañones de rieles y llamado así por la palabra alemana para el trueno, alias Donner?”

Qué descripción tan espantosamente detallada. Era difícil de creer que lo había visto por primera vez con lo preciso que era. Era casi como si esta diosa hubiera estado observando al leñador todo este tiempo.

La expresión del leñador se endureció. Se había dado cuenta, quizás un poco tarde, que esta diosa era peligrosa. Los escalofríos corrían por su columna vertebral y abrió la boca para decir que era suya. Sin embargo, la diosa lo interrumpió antes de que pudiera hacerlo.

“O…”

Tomó su mano vacía y la colocó elegantemente sobre su propio pecho.

“¿Esta es tu diosa?”

“Como dije, no dejé caer nada vivo en ese manantial”, replicó el leñador, lo que hizo que la diosa entrecerrara los ojos. Esa era la mirada de un cazador mirando a su presa.

“Esta es tu diosa, ¿no es así?”

Ahora se estaba empujando a sí misma hacia el leñador. Sin embargo, no era alguien que se dejara influenciar tan fácilmente.

“No, dejé caer a Donner allí. El arma que escondes a tus espaldas. Por favor, devuélvemela. Hey, espera, ¡no la tires! ¿Qué? ¿Tengo que elegirte si la quiero de vuelta? ¡Ahora sólo me estás chantajeando!”

La diosa intentó arrojar a Donner de vuelta al manantial, con lágrimas en los ojos, mientras que el leñador hizo todo lo posible para detenerla. Los sonidos de su lucha a muerte resonaron por todo el bosque.

Al final, su historia terminó como estaba previsto según el folclore. Por su honestidad, el leñador recibió todo lo que la diosa le había ofrecido antes. Eso, por supuesto, significó que recibió tanto su revólver como una diosa sonriente.