Great Demon King
Libro 4: La Ciudad del Valen
Capítulo 141: Oráculo de un Dios
La multitud de troles continuaban con sus alegres griteríos sin prestar atención a nada más, por ese motivo el Viejo Chamán tuvo que esforzarse bastante para llegar junto a Han Shuo. Cuando finalmente lo consiguió se arrodilló en el suelo llorando mientras proclamaba: – ¡Grande y poderoso Datara regresado con Adalid! ¡Finalmente regresado! –
Mirando la alegría ferviente en los ojos de todos los Troll, desde los poderosos guerreros hasta los ancianos, niños y mujeres, Han Shuo comenzó a sentirse un poco conmovido por el modo en que lo adoraban ciegamente sin cuestionar que sus palabras fuesen la voluntad de su deidad, casi como si se estuviera encariñando un poco con ellos e incluso llegó a pensar que no eran tan malos.
“Si bien es cierto que llevan el saqueó en la sangre, no es muy diferente a como se comporta la gran mayoría de criaturas dentro del Bosque Oscuro. Bueno, lo cierto es que cuando se trata de comer o ser comido lo que estos troles hacen es el método más efectivo. Además, ¿Dónde voy a encontrar a otro grupo de monstruos tan fáciles de manipular y que estén dispuestos a cumplir todas mis órdenes? Definitivamente son útiles, así que si ignoro su mal olor puedo comenzar a considerarlos como mis subordinados. Si, voy a hacer eso. Los cuidaré un poco más en el futuro.” Se dijo Han Shuo a sí mismo, mientras observaba las expresiones fanáticas de los Troll, que parecían dispuestos a matarse ahí a mismo si él les decía que lo hicieran.
– ¡El Datara, el dios muerto, señor del oro y del saqueo proclama que no deben temer! ¡Nunca abandonará a su pueblo leal! – Gritó Han Shuo luego de permanecer en silencio por unos momentos como si estuviese escuchado instrucciones del dios.
Sus palabras desataron una nueva ronda de gritos llenos de alegría. Los troles comenzaron a agitar los sacos de cuero que siempre llevaban consigo para sus robos, mientras que los chamanes derramaban lágrimas y clamaban levantando tierra con sus manos para arrojarla sobre sus cabezas.
Han Shuo suspiró y entonces activo su Anillo Espacial para sacar todas las raciones de alimento que había traído, mientras felicitaba interiormente a Phoebe por haber reunido una mayor cantidad de la que solicitó en un principio. Pero de inmediato se desató un peligroso incidente debido al gran hambre que tenían los Troll en ese momento, que perdieron el juicio por un instante y se abalanzaron sobre los paquetes sin pensar. Toda la comida estuvo a punto de convertirse en desechos aplastados por una multitud de cuerpos deformes y voluminosos.
– ¡El Gran Datara reunió esta comida y tiene que durarles todo el invierno, no la desperdicien! ¡Tampoco tienen que asustarse, porque hay más que suficiente para que todos coman bien y no tengan que salir a buscar fuera de su aldea! – Explicó Han Shuo enojado después de golpear a varios troles en la cabeza para conseguir que se detuvieran.
El Viejo Chamán todavía estaba llorando agradecido, pero rápidamente dio órdenes al jefe de los guerreros para que asegurara la comida y comenzara a dividirla entre el resto de los troles, mientras que una gran parte era almacenada en una cueva excavada en la ladera montañosa.
Luego los troles comenzaron a celebrar danzando bailando una música estridente, mientras cantaban en su grotesca lengua natal. Mientras tanto Han Shuo se dirigió al Templo de Datara escoltado por el Viejo Chamán y ahí descubrió unos grandes tótems de madera y huesos que representaba al Pequeño Esqueleto junto con otro que no pudo identificar al principio porque los rasgos estaban mal hechos, pero por la ropa de la efigie supo que era el propio Han Shuo.
Esto lo hizo tragar saliva mientras reafirmaba su decisión de poner un poco más de atención en el cuidado de los Troles, así que le preguntó al anciano mientras controlaba al Pequeño Esqueleto para que se sentase sobre sus hombros: – Cuando venía hacia aquí vi los rastros de una terrible batalla. ¿Acaso los molestos elfos los atacaron? –
– ¡Oh Adalid de gran Datara! Elfos comenzar guerra todos los años, pero esta vez reunir gran ejército, ¡mucho más grande! Gran Datara supo. Seguro por eso decirte que no debíamos salir. –
– ¿Encontraron esta aldea? –
– No encontraron. Pero muchos Troll venir de aldeas cercanas al escuchar la noticia de Gran Datara y decirnos que vieron a los molestos elfos buscando y rebuscando. Por eso ocultarnos bien, no salimos y pasamos hambre, pero no cazamos. Y elfos seguir rastros, acercándose, pero entonces seguramente Gran Datara ordenar, porque los ruidosos Orcos invadir Bosque Oscuro. –
– ¿Los Orcos? –
– Si Orcos ruidosos y chillones. ¡Eran tantos como hormigas! ¡Gran horda! Yo no saber por qué estar aquí, pero chocaron con Elfos. Gran batalla ocurrir cerca de aquí y al final Elfos ganar usando espadas brillantes y obligarlos a escapar de Bosque, pero perdieron muchos. Después se fueron. Nosotros hambrientos, pero ahora más guerreros, más chamanes ¡Podemos derrotar Elfos y matarlos a todos! Por eso nos preparamos para hacer guerra. ¡Molestos Elfos morirán! –
Era difícil entender al Viejo Chamán, pero Han Shuo tenía una buena idea de lo ocurrido. Los Elfos del Bosque eran una especie poderosa pero muy escasa, así que por seguridad siempre atacaban a los troles cuando el invierno caía porque en ese momento estaban más hambrientos y menos armados. De ese modo mantenían la ventaja a pesar de ser tan pocos.
Pero en esta campaña los Elfos procedieron de un modo distinto y reunieron a un gran ejército para exterminar de un solo golpe la aldea de los Troll para que ya no fuesen una amenaza. De modo que convocaron a sus hermanos de otros pueblos elfos, quienes enviaron a sus guerreros, hasta que reunieron el asombroso número de cinco mil, el mayor ejercito élfico que se había visto el Bosque Oscuro desde hacía muchas generaciones.
Este fabuloso ejército solo necesitaba encontrar la guarida de los Troll del Bosque para aplastarlos por completo con facilidad, pero además estaba reforzado con varios aliados que los elfos tenían. La victoria parecía una cuestión de tiempo, pero ocurrió un evento inesperado.
Los Orcos eran una especie extremadamente cruel, sanguinaria y sobre todo numerosa, pues se reproducían muy rápidamente, hasta el punto que muchos los comparaban con cucarachas. También eran inteligentes, pero demasiado ambiciosos, por eso tenían la tendencia a matarse entre ellos en espantosas luchas por el poder y muy raramente eran vistos fuera de sus territorios. También era muy extraño que sus gobernantes se mantuviesen vivos por más de un mes, aunque a veces emergía entre ellos algún caudillo que lograba imponerse sobre el resto por más de un año y entonces lideraba a los ejércitos orcos contra el resto del mundo.
Algún Caudillo debía haber aparecido en los últimos meses, porque un ejército de setenta y cinco mil orcos invadió de pronto el Bosque Oscuro. Seguramente su objetivo era atacar algún reino humano por sorpresa y eligieron esa ruta para ocultarse el mayor tiempo posible, pero en su camino se toparon con el ejército de los Elfos, que a su vez estaba siguiendo los rastros de los Troll, pero al reconocer a los orcos decidieron enfrentarlos inmediatamente porque eran sus enemigos naturales.
Y a pesar de ser mucho menores en número, los Elfos del Bosque tenían la disciplina, la experiencia de siglos, armas mágicas extremadamente poderosas, así como el terreno de su lado. El ejército élfico consiguió una aplastante victoria sobre los Orcos, que escaparon desesperadamente, sin líderes, orden u organización y seguramente la mayoría terminó siendo el alimento de las innumerables bestias que siempre estaban al acecho.
Pero este triunfo también se cobró su precio y al final los Elfos eligieron retirarse y disolver su ejército, porque ya no estaban seguros de tener suficientes guerreros para proseguir con su campaña contra los Troll. Si hubieran sabido que la guarida de esos infames saqueadores estaba a tan solo unas horas de distancia quizá habrían atacado igualmente e incluso era probable que obtuviesen una segunda victoria, pero pensaron que aún les quedaban varias semanas de búsqueda hasta encontrar la Aldea de los Troll y con el invierno ya sobre ellos la perspectiva no era agradable.
De modo que los elfos escogieron llevarse a sus muertos para darles una honorable sepultura, sin saber que su presa había estado tan cerca. Y así fue como los Troll del Bosque se salvaron de la que probablemente había sido la mayor amenaza de sus vidas.
Ahora los troles querían vengarse de los Elfos y sabiendo que el ejército de sus enemigos iba a reducirse aún más durante los próximos días, porque que la mayoría regresaría a sus lejanos hogares, se envalentonaron y decidieron convocar a sus compañeros para atacar el asentamiento elfo más cercano, que era el que había convocado la expedición en su contra.
Los troles usualmente se movían por el Bosque Oscuro en cientos de pequeñas bandas independientes, compuestas por entre cinco y diez miembros, que permanecían ocultas en cuevas durante el día y saqueaban durante la noche. A veces tres o cuatro grupos se juntaban para realizar grandes atracos, pero se separaban casi inmediatamente después. La única excepción era la Aldea Oculta donde se encontraba el Templo de Datara, que tenía un numeroso grupo defendiéndolo y eso les daba una cierta autoridad sobre el resto. Muchos troles oyeron la convocatoria del Viejo Chamán para ir a la guerra contra los Elfos del Bosque, así que viajaron desde muy lejos para formar el ejército que Han Shuo había visto al llegar, aunque esto también significó que las ya escasas raciones de alimento que conservaban los Troll se les acabaran mucho más rápido por el aumento tan drástico de su número.
“Ah, aunque son útiles también pueden ser muy estúpidos. Ya es bastante ridículo pensar en atacar a los Elfos, pero ni siquiera pensaron en que ahora estamos en invierno y no hay comida fuera de aquí para sostener a tantos troles. ¡Se iban a matar de hambre antes de llegar donde su enemigo!!”
– ¡Escucha bien la voluntad del dios muerto! – Dijo Han Shuo gravemente: – El poderoso Datara te ordena que no ataques a los Elfos del Bosque. En lugar de eso harás que los Troles se dividan en varios grupos compuestos por dos Chamanes, cinco Cazadores y quince Guerreros; con ellos atacarás solamente a los grupos de Elfos que viajen desprotegidos, solo por la noche, con golpes rápidos y certeros. Luego te retirarás inmediatamente. Repetirán esto una y otra vez durante algunos días, luego dispersarás a los que vinieron desde lejos. –
– ¿Gran Datara no quiere guerra contra molestos Elfos? ¿Por qué, Adalid? ¡Ellos siempre interfiriendo con nosotros! ¿Por qué no matar? – Preguntó el Viejo Chamán asombrado y confuso.
– Porque Datara el Grande necesita vivos a los Elfos. Ellos hacen joyas brillantes y preciosas ¿no es verdad? Si todos se murieran ¿Quién las haría? Los Troll del Bosque son saqueadores, Datara es el dios de los saqueadores. Reuniremos un gran ejército cuando haya una gran presa a la que robarle mucho oro reluciente, en cambio por ahora Datara quiere usar a los Elfos como esclavos para que le fabriquen tesoros para robar. – Respondió Han Shuo
– ¡Oh Gran Datara! – Exclamó el Viejo Chamán eufórico: – ¡Poderoso Gran Datara! ¡Adalid habla con voz del dios muerto! ¡Datara incluso es amo de los elfos molestos y asquerosos! ¡Viven para ser usados por Gran Datara! –
Han Shuo suspiró con alivio al ver que el Viejo Chamán había creído su excusa. Realmente necesitaba que los troles dispersaran su gran ejército rápidamente por otros motivos: En principio si eran demasiados sería mucho más difícil controlarlos, pero la principal razón era que no podía dejarlos atacar a los Elfos. Porque si bien era cierto que su raza hacía muchas joyas de incalculable valor, no era por eso que Han Shuo quería evitar meterse en problemas con ellos.
Durante su tiempo en la Academia Babilonia había aprovechado para leer todo lo que pudo sobre el nuevo mundo. Y aunque el conocimiento contenido en los libros no era demasiado, le bastaba para hacerse una buena idea del poder de los Elfos del Bosque.
Esta raza vivía dividida en cientos de asentamientos construidos sobre grandes conjuntos de gigantescos árboles inmortales, altos como auténticas torres vivientes, cuyos troncos eran tan rectos que muchos los describían como un auténtico bosque de columnas, que poseían una corteza liza y plateada. Sus hojas no se marchitaban en otoño, aunque si se amarilleaban y solamente caían cuando los nuevos brotes nacían junto con unas hermosas flores amarillas.
Los libros contaban que las ramas de estos árboles crecían verticalmente al principio, pero luego se curvaban formando una especie de corona, sobre la cual los Elfos construían auténticas mansiones llenas de lujo y esplendor, iluminadas con bellísimas linternas de plata colgadas sobre sus ramas. También había palacios, salones de reuniones e incluso templos importantes.
Todos estos edificios estaban unidos con escalas de cuerdas doradas que se hacían con los cabellos dorados de doncellas, así como hermosos puentes de madera blanca y decorados con gemas verdes, amarillas y plateadas.
Uno de los grandes misterios de estos asentamientos era la obtención del agua, pues muchos describían sus hermosas fuentes de agua tan pura y cristalina, que no solamente se usaba para las necesidades diarias, sino que servía a los elfos como espejos naturales que usaban para interpretar el movimiento de las estrellas. Pero nadie estaba seguro del método con el cual las surtían.
Estos grandes conjuntos eran auténticas “ciudades sobre los árboles” y su belleza era legendaria, aunque muy pocos humanos los había llegado a contemplar.
Las personas poco informadas creerían que sería relativamente fácil conquistar estos pueblos, pero la verdad era que esas hermosas ciudades colgantes estaban mejor protegidas que el nido de un dragón. Había historias espantosas de los terribles encantamientos antiguos que podían destruir al instante a cualquier enemigo que intentase entrar por la fuerza, también se rumoreaba que existían poderosísimos guerreros ancestrales, cuya edad se remontaba a los mitos de los orígenes, esperando ocultos para defenderlos si era necesario. No por nada sus ciudades se mantenían en su sitio a pesar de haber pasado miles de años.
Era posible vencer a los Elfos cuando no eran muchos y estaban lejos de sus dominios, pero atacarlos en sus hogares era un suicidio si uno poseía por lo menos el poder de un Gran Mago o el de un Jinete de los Cielos e incluso así no era seguro sobrevivir. Que en este momento los troles superasen en número a los Elfos no representaba una ventaja.
Claro que Han Shuo no podía decirles eso a los troles sin dañar su orgullo o hacer que dudasen del poder de su “Gran Datara”. En cambio, les ofreció un objetivo más seguro para satisfacer sus ansias de violencia, así se marcharían contentos e incluso era posible que lo hiciesen con algún botín.
– El Gran Datara también quiere que envíes a vender con los comerciantes esos raros artefactos de madera y hierro que obtuvimos de los humanos. Debes hacerlo secretamente, sin pedir demasiado, pero hazlo rápido. Luego ordena que, a parte de los viajeros que regresen, ningún Troll debe abandonar esta aldea o aventurarse afuera si yo no los acompaño. La comida que les di alcanzará para todo el invierno, así que no necesitarán salir y solo lo haremos cuando el Gran Datara quiera recorrer el Bosque Oscuro. –
El viejo Chamán no lo cuestionó más e inmediatamente se arrodilló. Luego se marchó para darle sus instrucciones al resto de troles, mientras que Han Shuo suspiraba pensando en que todo este asunto le tomaría mucho más tiempo de lo que originalmente había pensado.
***
Pasaron algunos días y los Troll del Bosque habían salido muchas veces en busca de sangre élfica. Han Shuo vivió bastante preocupado, porque estaba seguro de que en algún momento los Elfos comenzarían a enviar guerreros poderosos para contraatacar y entonces seguramente serían los troles quienes se llevarían la peor parte de los combates, pero sorprendentemente esto no ocurrió.
Los Troll del Bosque estaban tan emocionados de pelear por orden de su dios, que combatían con una ferocidad nunca antes vista. En cambio, los Elfos habían perdido muchos soldados en su enfrentamiento inesperado con los Orcos y no podían reponerlos rápidamente, así que la pasaron muy mal en cada uno de sus encuentros con los Troll del Bosque a pesar de la superioridad de sus armas y después de sufrir varios reveces en las primeras escaramuzas, los Elfos adoptaron la estrategia de encerrarse en sus asentamientos y no salir hasta que terminase el invierno.
Para incrementar aún más esta inesperada fortuna, un grupo de Cazadores Troll vino a informar que vieron un gran grupo de humanos viajando por el bosque. Al principio Han Shuo pensó que se trataba de una trampa, porque ninguna nación humana comerciaba o viajaba por las tierras salvajes en pleno invierno, pero al final resultaron ser un grupo de desertores del ejército imperial que estaban escapando a toda prisa hacia la nación vecina y llevando varios cajones llenos de armas robadas con la esperanza de venderlas para obtener dinero. Tras matarlos a todos, los troles obtuvieron mucho material para remendar sus harapientos equipos.
Han Shuo constantemente suspiraba con ironía o se frotaba la cabeza mientras pensaba: “Estaba tan preocupado por estos Troll, pero al final resulta que los que tenían que temer eran los Elfos. ¡Oh, ironía!”
– ¿Pasa algo malo, Adalid?… – Preguntó el Viejo Chamán al verlo tan ofuscado.
– No pasa nada. – Respondió Han Shuo con tono resignado. Durante los últimos días había invertido la mitad de su valioso tiempo saliendo de cacería con los Troll del Bosque para enseñarles varios métodos de Guerra de Guerrillas y el resto se lo pasaba encerrado en el Templo de Datara, practicando en secreto el arte del Noveno Diagrama Celeste. Finalmente comenzó a conseguir resultados en ambos casos: Ahora podía levitar hasta un metro sin moverse de su sitio y los troles aprendieron muchas nuevas formas de emboscar.
Sin embargo, estas grotescas criaturas también le enseñaron mucho a Han Shuo sobre el Área Intermedia del Bosque Oscuro, sus secretos, peligros y tesoros. Pero lo más valioso era el propio conocimiento del territorio, pues nadie había podido cartografiar esta selva inmensa e indómita, así que conocerlo, aunque fuese en parte, era muy valioso en sí mismo.
– Prepárense para salir, imagino que trescientos serán suficientes para explorar. Quiero familiarizarme más con toda el Área Intermedia y encontrar alguna presa que merezca la pena. –
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