Nidome no Yuusha (NL)

Volumen 1

Capítulo 2: El Héroe da un Segundo Paseo por el Mundo

Parte 2

 

 

Un hombre, que había visto lo sucedido, solo opto por escapar con todas sus fuerzas.

Corría a toda velocidad, sin preocuparse por revisar su entorno, su forma nerviosa de correr hacía que le resultara difícil evitar los obstáculos. Corrió golpeando varias paredes y atravesó descuidadamente incontables montículos de chatarra, acumulando cada vez más raspaduras y cortes en sus brazos y piernas.


Sin embrago, ese hombre no podía darse el lujo de preocuparse por tales cosas.

No le importaba en lo más mínimo qué heridas menores pudiera hacerse en el cuerpo. Estaba siendo presionado intensamente por el miedo, demasiado como para que pudiera pensar o razonar con calma, como si estuviera reviviendo los más aterradores momentos de su antigua vida.

Con sus instintos aclamándole: ‘Si no quieres morir, escapa.’

(¡¡Rápido!! ¡¡rápido!! ¡¡rápido!! ¡¡rápido!! ¡¡rápido! ¡¡rápido!!)

Incluso cuando se quedó sin aliento y todo su cuerpo le rogaba que tomara un descanso, su cerebro le seguía diciendo que se apresurara.


Entendió el verdadero significado de ‘escapar’, que venía acompañado por recuerdos confusos originados por su miedo.

Su encargo del día fue montar una pequeña obra, era un trabajo rutinario, no era nada fuera de lo normal para este hombre.

Las personas que ya no eran capaces de hacerle frente a sus vidas, terminaban en los barrios bajos, llegando a este todos los días.

Gente común que sufría a causa de la pobreza, criminales que eran buscados por la ley, huérfanos que habían perdido a sus padres, aristócratas que perdieron sus posiciones debido a los problemas que causaron a sus familias, comerciantes que habían fracasado en los negocios y aventureros que ya no tenían la capacidad de pagar sus deudas.

Eso eran los barrios bajos, el lugar al que aquellas personas devoradas por las sombras de la sociedad terminaban escapando, convirtiéndolo en un paraíso para los inescrupulosos.

Pero a pesar de esto, los barrios bajos como este tienen un lugar dentro de la sociedad. Era bien conocido que, si estos desaparecieran, las personas contenidas en su interior terminarían inundando el resto de la ciudad, deteriorando rápidamente la seguridad pública.

Se dice que hubo una vez una ciudad donde se usaron caballeros regulares para eliminar por la fuerza los barrios bajos. Sin embargo, dicha ciudad, que debería haber prosperado fácilmente gracias a desaparición los barrios bajos, sólo logró un aumento en el deterioro de la seguridad pública, esto a su vez impidió que los comerciantes se acercaran a la ciudad, lo cual tuvo como consecuencia que la economía de la ciudad terminara declinando en picada como si cayeran por una ladera.

Por esta razón se convirtió en parte del sentido común el que ninguna ciudad debería eliminar los barrios bajos y solo debería interferir hasta cierta medida, siempre que no afectara la funcionalidad de la ciudad.

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Y, de hecho, una ciudad con barrios bajos tiene mayores posibilidades de tener mejores condiciones sociales y de seguridad que una ciudad que no los tenga.

Dicho esto, todo eso es solo hasta cierto punto. Incluso si son reconocidos como un mal necesario, si una persona que ha huido a un barrio bajo comienza a interferir con la operación de la ciudad más de lo permitido, la ciudad o el país se verán forzados a responder contra los barrios bajos, incluso estos si son necesarios.

Debido a esto, los barrios bajos también querían evitar la intervención directa de las ciudades y las naciones. Es por eso que aquellos que se colocaron cerca de la cima o en la cima de cualquiera de los barrios bajos los manejaban por su cuenta.

Ajustando el tamaño de los barrios bajos para que no fueran demasiado grandes y para que mantuvieran un orden mínimo. Tratando de evitar cualquier tipo de fricción con el exterior tanto como fuera posible. Y cuando les toca encargarse de una persona que podría interponerse en su camino, esta sería asesinada fuera de los barrios bajos. Además, cualquier evento que ocurriera en el interior de los barrios bajos se completaría con la regla implícita de no interferir en lo sucedido en absoluto, o en la medida de lo posible.

Un vacío legal creado por los derechos extraterritoriales reconocidos por las ciudades y las naciones terminaron por hacer que, en la práctica, los barrios bajos formaran parte de la realidad de este mundo.

Es por eso que este hombre estaba monitoreando las entradas de algunas de las calles, aprovechando las habilidades que había adquirido como ex espía, siguiendo las instrucciones del hombre que controla los barrios bajos de la ciudad capital.

Si una persona peligrosa se metía en el barrio, debía recopilar información, como las características de su apariencia.

Si quien llegaba a este lugar peligroso y hostil era el hijo de algún aristócrata o de alguna persona influyente, debía ser guiado a la salida en cuanto perdiese su protección.

Al hacerlo, los barrios bajos que estaban al margen de la ley, evitaban ser purgados por las fuerzas del orden.

El que cayeras en los peligrosos barrios bajos significaba que habías perdido tu lugar en la sociedad. Así que cuando este hombre vio a este niño entrando en los barrios bajos desde la calle principal estuvo listo para comenzar la vigilancia del objetivo utilizando sus habilidades, como de costumbre.

El chico parecía tener más de quince años. Tenía el cabello negro y un cuerpo delgado, la ropa de color negro azabache que vestía se veía bastante bien y de buena calidad, pero era un traje desconocido, incluso en esta capital real donde llegaban diversos productos desde todas partes del país.

Al menos él no parecía una persona poderosa de esta ciudad, pero a la vez, tampoco se sentía que estuviera sumido por las sombras como un criminal o alguna clase de fugitivo. Estaba seguro de que no era un aristócrata o un comerciante proveniente de otra ciudad, o al menos un residente ordinario cuya influencia él aun no entendía.

“Entonces, lo mejor sería lastimarlo un poco.”

El hombre dio una tos pequeña y observó cómo los matones rodeaban al intruso como de costumbre. El plan consistía en que la persona que se había extraviado dentro de los barrios bajos fuera atacada, entonces él aparecería para ayudarlo cuando sufriera una cierta cantidad de lesiones.

Los matones y el hombre tenían una relación establecida gracias a un contrato temporal. Era el llamado contrato ‘Bomba de Fósforo’. Al darles dinero regularmente, el hombre decidiría cuando no sería prudente que un objetivo muriera y saldría en su ayuda, montaría un acto en el que pretendería pelear con los matones, para luego dejarlos escapar, de esta manera el intruso le debería un favor a este hombre. Además, al hacerlo se conseguirá que el objetivo desee abandonar los barrios bajos, a la vez que se le impediría que guardara rencores en su contra.

Mientras se preparaba para entrar en acción cualquier momento, pensó: “Estará bien si le rompen dos o tres huesos”, pero mientras esperaba a que los matones golpearan al chico para hacerlo caer en su trampa, y él pudiera hacer su entrada triunfal para venderle sus favores…

“¡¿Qué? Gaaaaaaaaa!”

Los gritos resonaron, sin embargo, no le fue posible al hombre juzgar la situación basado en el espectáculo que observaba desde su ubicación.

Los matones que estaban a punto de golpear al chico, estaban tirados en el suelo. Cuando pudo percibir lo que sucedió con sus ojos entrenados de espía, quedó paralizado.

La persona que creó toda esta miseria y sufrimiento con tanta facilidad, no parecía tener ningún en interés particular en ella, era como si estuviera haciendo algo tan sencillo y habitual como tararear una canción. En su mano tenía un pequeño cuchillo, que parecía utilizar como un cuchillo arrojadizo o por lo menos eso fue lo que entendió al ver como lo usó para clavar en el suelo el brazo del líder de los matones, que parecía querer arrastrarse lejos de esa escena, hasta que finalmente le cortó el cuello.

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Se dio cuenta de que, sin importar que, él no podría lidiar con el objetivo. La diferencia de poder entre ellos era tal que incluso los caballeros del país no podrían ser considerados sus rivales. Jamás se le habría pasado por la cabeza que podría aparecer un hombre como este, uno tan acostumbrado a segar vidas, si no estuviera en un lugar que no fueran los barrios bajos.

La expresión que puso tras acabar con una vida, sin el menor ápice de interés, grabó en él hombre la imagen de alguien carente de humanidad, un Dios de la Muerte.

El hombre desconocía si los matones confesaron su relación con él. Pero sabía que no sobreviviría si continuaba vigilando.

Mientras el hombre corría cruzando un puente maloliente, su intuición e instinto de supervivencia aumentaban aún más su alarma, diciéndole que aquel monstruo se encontraba detrás de él, a solo un paso de distancia. Fue empujado por su miedo en cuanto se dio cuenta de que la otra parte, sin importar como respondiera, estaba totalmente fuera de su control, así que corrió y continuó corriendo para informárselo todo y lo antes posible a aquel que controlaba los barrios bajos.

Después de correr por un tiempo, el hombre llegó al mercado de los barrios bajos. Estaba en la parte más alejada de la calle principal de la ciudad, se encontraba llena de tiendas que estaban abarrotadas de productos tan burdos, que resultaban incomparables con las tiendas de la calle principal. Entró por una esquina hacia un edificio. Dentro podía verse un robusto y rústico edificio, con unas puertas de acero, y a ambos lados, dos gárgolas que cumplían el papel de guardianes.

Dos pares de ojos de color escarlata, tan fríos como sus pieles de piedra de textura grisácea, enfocaron hacia el hombre sus cuatro globos oculares cuando lo miraron.

“¿Cuál es la contraseña?”

“Eh, sí, [Llave maestra del embalse del barrio]

“Bien, puede pasar.”

Cuando escuchó la respuesta de las dos gárgolas, que le respondieron al mismo tiempo y sin pausa, el hombre contuvo el aliento y abrió la puerta hecha de acero. El interior estaba tan limpio que era difícil considerarlo como un edificio perteneciente a los barrios bajos, tenía en su interior muchos muebles y otros artículos de alto valor, mostrando un interior espléndido que no resultaba en nada inferior a la residencia de un aristócrata de clase media.

En el centro de la habitación, en un sofá de cuero, varios ex caballeros y ex aventureros, que eran parecidos a gorilas, se relajaban con un juego de apuestas.

“Hmm, ¿Qué pasó, Jack? Te ves tan asustado”.

“Oye, adivinaré, comiendo alguna porquería, alguna cosa asquerosa que hizo que tu barriga ya no aguantara, ¿verdad?”

“¡Ah vamos, no empieces a decir tonterías para intentar distraernos durante el juego por favor!”

“Tsk, pequeño idiota observador.”

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Al escuchar su nombre y ver a sus colegas riéndose como siempre sintió que todo el miedo que recorría su cuerpo se disipaba. La tensión que se había mantenido sobre él para mantenerlo con vida había desaparecido casi por completo en este punto.

“Quiero ver al jefe lo antes posible”.

Dicho esto, no sintió que era un error el informarle a su jefe sobre lo ocurrido lo antes posible. No sabía cuál era su propósito, pero lo que si sabía era que él no era una persona normal que accidentalmente termino aquí. Ese sujeto claramente conocía el lado oscuro de la sociedad.

La razón por la que llego a esta conclusión era porque entendía que ese individuo era alguien sin influencia propia, pero su intuición como un espía que había visto a muchas personas en secreto le hizo concluir que no tenía idea de qué efecto tendría este individuo en los barrios bajos si no se le controlaba adecuadamente.

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“¿Qué? ¿Acaso el gobierno ha sido enviado algún caballero?”

“… No es eso, pero te lo explicare después.”

Jack pensó que no sería capaz de explicar este desastre con palabras y que tampoco sería capaz de transmitir información de forma precisa, incluso si sólo se lo contaba a su jefe, debido a que había estado manteniendo aquella relación con los matones en secreto, y si lo dijera enturbiaría sus palabras.

Subió las crujientes escaleras de madera y llamó a la puerta, se quedó de pie esperando frente a la habitación.

“¿Quién es?”

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“Es Jack. Jefe, tengo que decirle algo, lo antes posible.”

“Está abierta, puedes entrar.”

“Disculpe.”

Después de abrir cuidadosamente la puerta, Jack vio a un hombre con un monóculo de unos treinta años de edad, con el pelo gris endurecido, observando un documento en su mano con una mirada inquisitiva, lo que hacía que diera una muy buena impresión.

“Lo siento, pero ¿te importa si leo este documento primero?”

“No hay problema, jefe.”

Jack respondió eso mientras su jefe revisaba sus documentos, no porque subestimara la importancia de su información, sino porque creía que su jefe era una persona que podía hacer buenos juicios.

“Parece que va a tomar un poco de tiempo. Puedes sentarte en el sofá de allí.”

Quizás fuera por el tono de su voz, pero sintió un matiz de seriedad mezclado con el sonido de las palabras de su jefe.

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“Entonces, si me disculpa…”

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Mientras estaba sentado en el sofá rápidamente recopiló toda la información dispersa en su mente para determinar lo que iba a decir. Pero antes de que pudiera abrir la boca, su jefe le dijo…

“Bueno, Jack, parece que en esta ocasión has sido realmente imprudente.”

Jack, que estaba a punto de hablar, fue interrumpido por las palabras de su jefe, sorprendiéndolo. Debido al estupor no dijo nada, se quedó en blanco por un momento.

“¿Qué? Bueno, eso fue porque…”

“Buenaaas, ¿está el jefe de los barrios bajos aquí?”

Las palabras de Jack, con las que trataba de justificarse, fueron ahogadas por el sonido de una voz que apareció al abrirse la puerta con una fuerte patada. En ese instante, Jack, al ver quien entró por la puerta, sintió que podía oír el sonido de su propia sangre fluyendo por su cuerpo.

Entró en la habitación como si hubiera llegado a la casa de un amigo, en su mano derecha sostenía la cabeza de una de las gárgolas, y con la mano izquierda arrastraba el cuerpo de un colega suyo, un antiguo ex aventurero, cuyas extremidades se encontraban dobladas en direcciones opuestas.

“Oh, gracias por las indicaciones, solo por eso olvidaré el desagradable asunto de hace un rato.”

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Frente a él estaba parado un chico de cabello negro con una sonrisa parecida a la de un Dios de la Muerte.

 

 

MrFreeman: Revisado y corregido

NOVA: 2da Revisión

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