Overlord

Volumen 14: La Bruja del Reino Caído

Epílogo

Parte 1

 

 

Elias Brandt Dale Raeven bajó de su carruaje, solo para encontrarse estupefacto, mirando aterrado la escena frente a él.

Una extendida montaña de escombros era lo que se encontraba frente a sus ojos.

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Le costaba creer que esta fuera la capital. Hubiera sido más creíble si alguien le hubiera dicho que todo esto era una ilusión, pero ese no era el caso. La escena frente a él era verdadera, era el resultado de una batalla.

La expresión del marqués Raeven se contorsionaba al ver la tragedia frente a él.

¿Cuánta mano de obra y tiempo hubieran sido necesarios para arruinar una ciudad tan grande como la capital y dejarla en este estado de escombros?

La mano de obra y el tiempo que tomaría destruir la capital sería inimaginable para él, el único con el poder de realizar esto era el Rey Hechicero, un ser superior a los humanos.

Los pasos detrás de él se acercaban y una voz comenzaba a hablarle.


“Marqués…”

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Era un noble de su propia facción, uno que lo había acompañado en su camino hacia la Capital. Aunque era un simple barón, el marqués Raeven tenía en alta estima sus habilidades. Tanto que había planeado elevar el título de este hombre antes que nadie.

Solo por esa razón, cuando el subordinado del Rey Hechicero le preguntaba cuál de los nobles era lo suficientemente sobresaliente como para perdonar, este hombre fue la segunda persona que nombró. Ni siquiera un hombre tan distinguido como él podía hablar, porque él tampoco podía ocultar su miedo, por lo que temblaban juntos. Debía estar experimentando las mismas emociones que el propio Raeven al presenciar la escena frente a ellos.

El marqués Raeven miró hacia atrás y confirmaba que los doce nobles habían descendido de los diez carruajes.

“Nuestra audiencia espera.”

Nadie se oponía y eso era de esperarse. Habían sido convocados a este lugar por el Rey Hechicero, por lo que no había manera de que en el estado actual del conflicto aún pudieran dar marcha atrás. En primer lugar, ni siquiera sabían como habían podido reunir tanto coraje para llegar aquí. No, lo más exacto era decir que ninguno de ellos era tan insensato.

El problema ahora era que les habían dicho que vinieran a la capital sin una ubicación específica.

El marqués Raeven echaba un vistazo a su alrededor y finalmente descubría una estructura aún lejana que le era familiar, el palacio. Los terrenos del castillo, destinados a servir como defensa del palacio, también se habían convertido en escombros.

La razón por la cual el Marqués Raeven había podido detectarlo desde donde estaban era probablemente porque, a propósito, habían limpiado los escombros a su alrededor.

Era la única estructura en medio de una montaña de escombros. Raeven no había pensado bien de antemano, pero pensando con más tranquilidad esto no era salvación. Por el contrario, se había convertido en un elemento que inspiraba un asco y un miedo indescriptible en quienes lo veían.

“Vamos a proceder.”

El séquito del marqués Raeven estaba actualmente en las ruinas de lo que solían ser los muros de la capital, por lo que el palacio estaba aún bastante lejos de ellos. Si bien podía ser más rápido, tuvieron que bajar de sus carruajes para evitar ser vistos en ellos y por temor a faltar respeto. De todos modos, habían llegado temprano respecto a la hora programada para su audiencia. Habían previsto tiempo adicional para que pudieran llegar allí a tiempo aún cuando tuvieran que caminar todo el camino hasta allí.

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El marqués Raeven tropezaba mientras caminaba hacia adelante.

“¿Era esta esa calle…?”

Escuchaba a alguien detrás de él murmurar.

La calle principal hacia el palacio estaba libre de escombros. Estaba tan limpio que probablemente fue barrido antes de esto.

En otras palabras, lo único que permanecía intacto aquí era la calle. Todas las casas y las paredes a los lados de la calle habían sido destruídas. Parecía probable que fueron demolidas y luego quemadas. En su camino a la capital habían visto aldeas y ciudades que también habían sido destruidas, pero ninguna de ellas coincidía con el grado de destrucción que se exhibía en la capital.

“Marqués, los habitantes de la capital…”

“Ni lo menciones.”

Suponían que debían haber estado preocupados por la seguridad de los residentes de esta ciudad. Sin embargo, Raeven no había oído que fueran reubicados ni había visto refugiados fuera de la capital. Dado que ese era el caso, era fácil imaginar el destino que habían tenido.

El marqués Raeven miraba las ruinas a sus costados. ¿Cuántas personas fueron enterradas debajo? Incluso sentía como si estuviera caminando por un cementerio gigante.





Raeven ya no usaba su nariz para respirar porque no quería oler el olor acre de los cadáveres. Pero, milagrosamente, no había tal olor en absoluto. Los únicos olores que permanecían en el aire eran el insoportable aroma de los elementos quemados y las cenizas.

Habían caminado por algún tiempo, pero aún estaban lejos del palacio.

¿Se habían debilitado sus corazones al ver tal tragedia? Raeven escuchaba a alguien murmurar.

“Rey loco.” (Nota de Hitori, el traductor inglés: 狂 王, una referencia a Ashnard de Fire Emblem, que tiene el mismo VA que Ainz)

El marqués Raeven inmediatamente se dio la vuelta y gritó.

“¡Bastardo!”

Su aguda mirada se paseaba por los nobles, de los cuales había uno cuya tez estaba pálida y cuyo rostro se retorcía constantemente.

Aquellos que habían vivido lo suficiente como nobles habían aprendido a dominar sus emociones solo para ocultar sus expresiones, sin embargo, la vista frente a él todavía lo hacía ceder internamente.

Podía empatizar con ellos, pero incluso si estaba de acuerdo con ese pensamiento, estaban “aquí”. No sería aconsejable enemistarse con “ellos”, por lo que tenía que reprenderlos.

“Todos ustedes son talentos fenomenales, por eso elegí salvarlos… Así que traten de evitar desperdiciar mis esfuerzos a través de tales errores… No hay necesidad de disculparse o agradecerme. Solo intenten entenderme.”

No había respuestas, pero tenía fe en que sus intenciones estaban bien transmitidas.

“Marqués-sama. Umm, si simplemente caminamos sin hablar, nuestras mentes se ocuparán naturalmente con pensamientos deprimentes. ¿Qué tal si hablamos de algunos temas positivos mientras caminamos?”

“Esa es una buena sugerencia. Entonces… ¿Hablamos sobre el nacimiento de mi segundo hijo?”

Los nobles lo felicitaron al unísono. En estos últimos meses miserables, para el marqués Raeven, esta había sido la única buena noticia. Por eso ya les había hablado de este tema varias veces.

Alabaría a su hijo durante horas y horas, pero solo era una charla sin sentido.

Sin embargo, considerando el hecho de que podía aliviar un poco el estado de ánimo, procedía a hablar de su hijo. Cuando volvió a la realidad, ya habían recorrido la mitad del largo camino hacia el palacio.

Tal vez podía haber dicho un poco, de hecho, solo un poco… O tal vez demasiado.

Aunque todavía tenía mucho más que decir, sabía que era hora de que se detuviera. Raeven fingía una tos a propósito.

Todos los que se habían relajado se tensaron ante esto.

“Bueno, entonces, hablaremos más de mi hijo cuando regresemos. ¿Qué deberíamos proponerle al Rey Hechicero para que nuestros hijos puedan vivir felices en el futuro?”

Habían discutido este tema muchas veces antes de llegar aquí, pero ya era hora de que llegaran a una conclusión.

El marqués Raeven inspeccionaba sus alrededores para confirmar que no había soldados del Reino Hechicero alrededor.

“Si bien esta es una pregunta que debemos enfrentar de frente, Su Majestad el Rey Hechicero es un no-muerto después de todo. A diferencia de los seres vivos como nosotros, su gobierno será eterno. ¿No es posible que nuestros nietos y bisnietos olviden esta escena y hagan algo para enfurecer a Su Majestad?”

“Eso es muy probable. Aunque a nuestros nietos les vaya bien, los que vienen después de ellos me preocupan.”

“Después de todo, los idiotas podrían heredar el papel de cabeza de familia.”


“Honestamente, no tenemos que asumir tanta responsabilidad. Si el empujón llega. ¿Por qué no permitimos que perezcan? ¿Concederles una muerte rápida no sería una forma de piedad?”

Un discurso que sorprendería a cualquiera que se enorgulleciera de su noble linaje, era pronunciado por una señorita cuya familia solo ascendió a la nobleza durante la generación de su padre. Ella estaba aquí como representante de su enfermo padre.

Como había venido de alguien cuyas raíces en la nobleza no eran tan profundas, muchos habían expresado disgusto.

“Mira lo que está frente a ti, las cosas no terminarían con la matanza de una sola familia.”

Las palabras de Raeven la hicieron mirar hacia el suelo.

“Así que es por eso que estas son las únicas cosas que podemos hacer. Elaborar una historia de esta tragedia y tenerla preparada para la posteridad y contarles a nuestros hijos lo que sucedió aquí. Tendremos que rogarle a Su Majestad el Rey Hechicero que preserve esta escena.”

“¿No se suponía que íbamos a construir una nueva ciudad en estos terrenos?”

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Raeven escuchaba una pregunta desde su derecha, que de inmediato se encontraba con una refutación a su izquierda.

“¿Reconstruir esto cuando se ha arruinado a este estado? ¿No te parece un poco demasiado difícil?”

El marqués Raeven estaba de acuerdo con esto. Sin embargo, el Rey Hechicero poseía un poder que ni él ni toda la raza humana podían reunir. Quizás deseaba construir su ciudad ideal desde cero y por eso había hecho lo que hizo.

Pero, si se perdían en este pensamiento, no llegarían a ninguna parte.

“Además ¿Qué pasa con la situación de los rehenes? ¿Marqués?”

Este era el tema que más odiaba.

Raeven se mordía el labio inferior.

No estaban seguros de si el Rey Hechicero les exigiría rehenes, pero sería más favorable para ellos proponer esta idea que permitir que la otra parte sugiera esto. El marqués Raeven se sacudía el cerebro y llegaba a una conclusión.

“Seré yo quien sugiera la propuesta al Rey Hechicero.”

En pocas palabras, estaba pensando en entregar rehenes por iniciativa propia. Muchos de los nobles probablemente no estaban de acuerdo con su decisión en sus corazones, pero ninguno de ellos hablaba ni cambiaba de expresión.

Después de tomar sus decisiones finales sobre varios temas continuaron avanzando y el palacio finalmente aparecía a la vista.

Lo que Raeven y el resto veían era una montaña de escombros que parecía estar bloqueando la entrada. Encima había un ser no-muerto.

El no-muerto conversaba con la Primera Ministra del Reino Hechicero, Albedo. Quizás habían detectado su presencia, porque ambos giraban hacia ellos.

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Todavía había un poco de distancia entre ellos, pero Raeven y su séquito comenzaron a correr.

Una vez que se acercaron, finalmente descubrían la verdadera forma de la montaña de escombros en la que se sentaba el Rey Hechicero. Bueno, sería incorrecto llamarlo una “forma verdadera” porque de hecho era una montaña de escombros, pero desde un punto de vista diferente no lo era.

Colocado encima había algo muy brillante y resplandeciente. La corona del Reino.

Ese era un trono hecho de escombros, una obra de arte que simbolizaba el fin del Reino.

Les costaba imaginar que los escombros que constituían este trono provenían de esta ciudad. Quizás había sido transportado desde algún otro lugar.

Espantoso.

Un monstruo que era capaz de concebir una idea así y también podía ejecutarla así, era aterrador.

Corrían con todas sus fuerzas y se arrodillaban frente a ella casi como si hubieran tropezado. Se quedaron sin aliento.

“Estamos aquí para presentar nuestros respetos a Su Majestad el Rey Hechicero.”

El marqués Raeven se inclinaba y sentía que el Rey Hechicero miraba hacia atrás.

“Raeven ¿Correcto? Llegaste justo a tiempo. Así que, umm… ¿Cómo debería decir esto? Recuperen el aliento primero. Después de todo han trabajado mucho.”

“N-Nos disculpamos profundamente por mostrarle una vista tan vergonzosa.”

Su voz estaba mezclada con tanta familiaridad que lo sorprendió. Esa era exactamente la razón de por qué era tan aterrador.

Su cerebro gritaba la palabra “trampa”. Su situación solo empeoraría si mantenían su descuido. Raeven sacaba un pañuelo para limpiarse el sudor de la frente.

“Después de todo, los llamé a todos aquí. La etiqueta dictaría que primero los salude. Sin embargo, no me gusta la charla sin sentido, así que seamos rápidos.”

“¡Entendido!”

¿Estaba a punto de hablar con Raeven y los demás sobre algo que no habían discutido antes?

“Mi… El ejército del Reino Hechicero ha destruido la tierra de los nobles al oeste y al sur de esta ciudad. Volverán pronto. Todos deben administrar sus tierras como de costumbre. Aunque en el futuro podríamos alterar la designación de la posesión de la tierra, aún no hemos planeado hacerlo. ¿Tengo razón, Albedo?”

“Sí, es como Ainz-sama ha dicho.”

“Eso es todo. A partir de ahora, Albedo los notificará sobre cualquier cambio importante que podamos hacer en sus dominios. Debéis seguir las mismas leyes que habéis estado siguiendo hasta este momento. ¿Tienen alguna pregunta?”

Todos los nobles se apresuraban a responder.

“¡Ninguna en absoluto! Es solo que, para demostrar la lealtad mía y de mis compañeros nobles, a su sirviente le gustaría hacer algunas propuestas.”

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El marqués Raeven hablaba como si estuviera tosiendo sangre. Después de decir estas palabras que lo deprimían, veía que el Rey Hechicero había vuelto la cabeza para mirar algo distante. ¿Podría estar pensando en algo como “¿Estos simples humanos se atreven a hablarme sin que les haya preguntado? Qué arrogancia.”

¿Le había disgustado? Raeven sentía como si su estómago se hubiera llenado de plomo. Si estaba a punto de terminar con un trabajo agotador, solo para que su subordinado agregara más documentos a la pila, probablemente estaría haciendo una expresión similar a la que tenía el Rey Hechicero en este momento. Raeven pensaba en estas cosas en un vano intento de escapar de la realidad.

Después de lo que parecía una eternidad, el Rey Hechicero hablaba perezosamente:

“Hmmm. ¿En serio? Entonces habla con Albedo más tarde.”

“Eso concluye esta conversación entonces… Ah, sí. Para permitir que las personas se den cuenta de lo idiota que sería oponerse a mí y a mi país, este lugar quedará en su estado actual. Dicho esto, si una peste se esparciera debido a esto, sería bastante problemático. Por esa razón, aplicaremos magia aquí después de quemar la capital completamente. Para evitar que queden atrapados en ese ambiente, recuerde a su gente no permitir que nadie se acerque aquí.”

“¡Entendido!”

“Albedo, convoca a Guren aquí y quema todo. Sin embargo, se debe preservar el hermoso exterior del palacio. Mueve los muebles y demás cosas a E-Rantel.”

“Entendido.”

Aunque quería saber quién era Guren, probablemente era algo que no estaba destinado a sus oídos. Si tuviera que clasificar las cosas en “cosas que debería saber” y “cosas que nunca debería saber”, todo lo que rodeaba al Rey Hechicero probablemente pertenecía a la segunda categoría.

“Ahora bien, aunque el Reino ha sido completamente destruido, Raeven, tengo una pregunta. El verdadero alcance de lo tonto que sería oponerse a mí debe ser de conocimiento común ahora. ¿Correcto?”

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“Sí… Lo tonto que sería oponerse a Su Alteza el poderoso Rey Hechicero seguramente se convertirá en conocimiento común por los muchos eones por venir.”

Debido a que su cabeza estaba inclinada, no podía decir qué expresión tenía el Rey Hechicero. Por supuesto, el Rey Hechicero no tenía piel y por lo tanto, tampoco una expresión facial, pero podía sentir un toque de alegría en su respuesta.

“¿Es eso así? Entonces lo que hemos hecho aquí valió la pena. Estoy bastante satisfecho por eso.”

Al escuchar las opiniones del Rey Hechicero, que había asesinado a ocho millones de personas del Reino, le daba a Raeven un intenso impulso de vomitar. No podía evitar rezar.

Imploraba que algún día un héroe matara a este rey demonio.

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