Violet Evergarden Gaiden

Capítulo 5: Gilbert Bougainvillea Y Claudia Hodgins

Parte 3

 

 

Hodgins interrumpió las palabras en ese punto, extendiendo su mano. Las puntas de sus dedos tocaron el pelo de Violet, que estaba metida en su cama. Lentamente quitó un hilo que se había vuelto pegajoso debido al sudor.

—Entonces, Presidente Hodgins, después de graduarse… ¿cuándo… se reunió con esa persona?


Al serle solicitada una continuación de la historia con largas respiraciones sibilantes típicas de aquellos cuyos bronquios estaban sufriendo, Hodgins dio una sonrisa forzada. Se levantó de la silla en la que había estado sentado, colocando la manta, que se quedó a la altura del pecho de Violet, firmemente hasta su cuello.

—Continuemos con esto después de que te hayas curado del resfriado — susurró con la mayor ternura y una mirada gentil. Los confines de su declaración rebosaban de un afecto similar al de la paternidad.

Estaban dentro de una habitación lo suficientemente grande como para que vivieran dos personas. Tenía un papel pintado de flores azul claro y un candelabro decorado con violas. En una mesa redonda en el centro de la habitación, había cajas, bolsas y cestas de frutas envueltas de forma que dejaba claro que eran regalos para desearle su recuperación. El interior de la habitación no era demasiado frío, pero la madera quemada en la chimenea, explotaba con chispas mediante un chasquido. Las ventanas, que tenían las cortinas cerradas, temblaban estrepitosamente debido al viento. Las agujas del reloj de la habitación apuntaban una hora justo antes del anochecer.

—Esto me sorprende incluso a mí. Me pregunto si  es porque me he distanciado de los campos de batalla… Pensar que me debilitaría tanto. Mis disculpas por no haber logrado mantener el control de mi salud.

—¿Qué estás diciendo? La razón por la que tuviste fiebre fue que la diferencia de temperatura te afectó, ¿verdad? El lugar al que fuiste comisionada era una tierra más septentrional… Perdón por hacer que te esfuerces. No te preocupes y duérmete, ¿sí? —Mientras hablaba, acarició suavemente con su dedo índice los círculos ligeramente oscuros bajo los ojos azules de Violet. No era como si fueran a desaparecer con eso, pero era una muestra de su deseo de que lo hicieran—. Estamos en contacto con los clientes que te reservaron, y la mayoría de ellos quieren confiar en ti aunque llegues tarde, así que no hubo cancelaciones a las solicitudes. No te preocupes por nada y tómate tu tiempo, Pequeña Violet. Te ves muy cansada.

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—Me curaré pronto. Para mañana incluso.

—No, no. Tómate al menos tres días de descanso del trabajo contando con el día de hoy. Porque vendré después de estos tres días para decidir si estás en condiciones de volver. Perdón por prohibir las visitas de los demás.

—No, sería terrible que se contagiaran de esto. Presidente Hodgins, usted también… Mis disculpas por hacerlo hablar de tantas cosas además de hacer que venga aquí… Hice que se quedara demasiado tiempo.

—Estoy bien. Si contagiarme te pudiera curar, Pequeña Violet, entonces preferiría contagiarme. Después de todo… soy algo así como tu padre adoptivo, aunque haya sido poco tiempo. ¿No es así?

—Sí.

Ante esa respuesta, Hodgins sonrió con todo su ser.


—El libro que Pequeña Lux me pidió que te diera está en el paquete marrón. Terminé viendo el contenido, y resulta que es una novela romántica popular. Si se te cansan los ojos, asegúrate de dejar de leer inmediatamente.

—Sí.

—El resto es de los miembros de la compañía. Benedict me dijo que te dijera ‘cuídate’. Cattleya está programada para volver mañana, pero aunque venga aquí por su cuenta, no deberías hacerle compañía.

—Sí.

—Dile a la gente de aquí en la casa si hay algo que quieras que haga. Dejaré el trabajo y me apresuraré a venir.

—No, Lux lloraría, así que por favor haga su trabajo.

Hodgins se despidió e intentó darle un beso en la mejilla, pero sus labios fueron bloqueados por la palma de una mano ardiendo de calor. Mientras él le preguntaba con voz triste si ella no quería, Violet respondió que él podía contagiarse de su resfrío, así que era peligroso.

Haciendo un ruido intencional, besó en la palma de la mano cubriéndose los labios.

—Buenas noches, Pequeña Violet.

—Buenas noches, Presidente Hodgins.

Dejando la habitación en silencio, Hodgins caminó por el amplio pasillo rápidamente. En el camino, informó a un sirviente que pasaba de su intención de retirarse. Su aspecto apresurado también se mostró después de eso en la forma en que condujo su coche.

Quizás porque la residencia que había visitado estaba situada lejos de la capital Leiden, el Sol estaba a punto de ponerse cuando llegó a la ciudad. El extraño cielo rojo comenzaba a envolverse gradualmente en colores oscuros.

Por lo que parece, hoy era un día de fuertes vientos. El coche clásico de Hodgins se balanceaba inestablemente durante el temible viaje.

El lugar al que Hodgins se dirigía era un distrito de instalaciones de alojamiento en un lugar un poco alejado del paisaje de la capital de Leidenschaftlich, Leiden. Dentro de él, no sólo había los tipos de posadas por las que uno podía pasar inesperadamente sin reservaciones, sino también posadas por las que no se podía pasar por las puertas del sitio a menos que un invitado lo permitiera. El tipo de posada en la que tocaba la campana era exactamente la última.

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El primer piso era la entrada para los residentes, así como el nivel de los empleados que llevaban la administración de todo. Había cinco pisos sobre él. A pesar de que los edificios de un solo piso eran altos y los de tres pisos eran corrientes, el edificio podía considerarse bastante alto entre ellos. Sólo los contratantes podían vivir en cada piso. Era una posada de clase alta de un solo piso, donde los dormitorios, baños, cocinas, etc. habían sido diseñados de forma lujosa. Incluso una estadía de una sola noche requería una suma considerable. Por cierto, los residentes eran elegidos.

Al tocar el timbre del apartamento del último piso, se oyeron pasos desde el interior.

—¿Quién podría ser?


Hodgins sonrió ante las palabras bien educadas.

—Soy yo. El pequeño zorro que te salvó ese día.

—No tengo un zorro como conocido —La voz del dueño de la residencia de repente se hizo más grave al reconocer a la otra persona.

—Entonces, el que intercambió puños contigo en nuestro primer encuentro de ese día, Hodgins.

—Espera ahí. Voy a abrir ahora.

El residente elegido que abrió la puerta de roble con un arma en la mano era un hombre de más de veinte años en la flor de la vida laboral, así como el jefe de una familia que se conocía en el ejército de Leidenschaftlich. A pesar de que era medianoche, estaba vestido con su uniforme militar. Sólo que su camisa estaba suelta, desabrochada en el cuello. Tal vez debido a que no tenía tiempo para descansar, su pelo, normalmente peinado sobre su frente, estaba despeinado y le había salido un mechón. También se había quitado el parche, mostrando su ojo lacerado.

—¿Cómo está Violet?

Hodgins se encogió de hombros ante las palabras que le dijeron en cuanto sus miradas se encontraron.

—“Hodgins, has trabajado duro hasta altas horas de la noche. Buenas noches”. ¿No puedes preguntar después de decirme eso?

—Hodgins, has trabajado duro hasta altas horas de la noche. Buenas noches… estoy exhausto.

Incapaz de soportar la mirada que decía:

—Dime ya la situación.





Respondió:

—Es sólo un resfriado. Te dije que no te preocuparas, ¿no? Si vas a visitarla mañana, ¿no es inútil que te informe?

—Estaba preocupado…


Tal vez porque había estado recordando el pasado, sintió que el actual Gilbert se había vuelto bastante amistoso. Pensar que él, que solía ser tan quisquilloso durante su infancia, ahora amaba a alguien. Hodgins se tragó una risa que le salió de repente.

—Oye, ¿qué fue eso? ¿Por qué te reíste?

—No lo hice. Por cierto, parece tan caro aquí… ¿Terminaste de pagar el lugar donde vivías hace un tiempo?

—Lo alquilo por un precio barato gracias a las conexiones de mi casa. Estoy en medio de la búsqueda de un apartamento… así que esta es una residencia temporal. Antes… me mudaba de casa periódicamente para que Violet no me encontrara, pero la necesidad de eso se ha ido…

Después del incidente del secuestro del tren, Gilbert se disculpó con Hodgins y la familia Evergarden, dejó de esconderse y continuó interactuando con Violet. Los dos estaban arreglando las cosas entre ellos.

Como uno era un coronel del ejército y la otra una solicitada Auto-Memories Doll, tenían poco tiempo para encontrarse. Los momentos y lugares en los  que podían estar a solas eran muy valiosos.

—Aah, no es de extrañar que no quieras volver a la residencia principal donde están tu honorable madre y tus hermanas.

Gilbert asintió.

—No quiero llamarla allí…Hodgins, el hecho de que me hables directamente de su situación me ha ayudado. Entra.

Seguramente estaba muy cansado. Las palabras que pronunció tenían frecuentes pausas.

A Hodgins le dejaron entrar en la habitación más grande. Tal vez porque las luces dentro de dicha habitación no iluminaban bien, estaba oscuro. Sólo una lámpara en un rincón de la habitación iluminaba los alrededores.

—No abras la ventana. Los papeles volarán.

El escritorio frente a la silla en la que Hodgins se sentó silenciosamente tenía un punzón, una cuerda para atar y documentos apilados. También había otras cosas, como cera para sellar, una pluma y papelería dejada a medio escribir. Un montón de cartas atadas con cuerda yacía junto a los papeles.

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Mostrando una cara de sorpresa, Hodgins extendió silenciosamente una mano hacia la papelería. Gilbert lo dejó y se fue a la cocina. Mientras leía la papelería, Hodgins preguntó con una plácida expresión,

—¿Estabas durmiendo?

Se produjo el sonido de un sacacorchos.

—Sí, hasta hace poco. Hodgins, voy a hacer la cena, ¿pero la comerás?

—Huun, estás bastante agotado, ¿eh? Va a ser un festín. Gilbert, ¿vas a tomar una copa mientras cocinas?

Un dulce aroma se había desviado repentinamente hacia él.

—No soy tú… lo pondré en la comida.

—Así que haces cosas como cocinar.

—Por lo menos lo hago cuando viene mi amigo.

Los ojos que habían estado leyendo se detuvieron por completo y Hodgins giró la cabeza en dirección a la cocina. Gilbert no era visible desde esa habitación.

—Mentiroso. Simplemente tienes hambre porque acabas de despertarte,

¿no? —Hodgins habló con una risa en su voz, pero no sonreía de ninguna manera.

—Entonces me comeré todo esto yo solo.

—Sabes, últimamente de repente me has estado llamando ‘amigo’. ¿Qué clase de favor es ese?

—Últimamente… ¿Es así? ¿Pero qué otra definición debería usar? Hemos tenido esta relación por más de una década. ¿Por qué llamarte mi amigo es un favor?

Las palabras que le respondían suavemente le atravesaron el pecho.

—No, quiero decir, tú… tratas a la gente buena como herramientas. No me muestras respeto aunque sea mayor que tú.

—Sobre los asuntos relacionados con Violet, lo siento. Acerca de no mostrar respeto hacia ti, ¿por qué tendría que mostrar respeto debido a la diferencia de edad en este momento?

Silencio.

—¿Hodgins?

A pesar de haber sido llamado, Hodgins, sin decir nada, regresó su mirada a la carta durante un momento. Era la primera vez que leía una de esas, pero Hodgins las conocía. Después de todo, cada vez que Hodgins visitaba su habitación, había una carta sellada sin destinatario en alguna parte. Hodgins conocía a otra persona que solía acumular cartas sin enviarlas.

—Eres un idiota.

Como dijo Gilbert, habían tenido esa relación por más de una década. También tuvieron un período donde se rompió el contacto. En la carta que finalmente volvió a ver después de esos años, se registraban los sentimientos hacia cierta chica a la que Gilbert no había podido dejar de escribir. Probablemente tenía la intención de deshacerse de las viejas y entregar nuevas respuestas. En ellas estaban sus disculpas repetidas por lo que había hecho hasta ese momento, así como sus palabras de gratitud agradeciéndole por enviarle innumerables cartas.

Hodgins torció su cuello, observando la espalda de Gilbert mientras estaba en la cocina. Lo mismo era válido para él, pero Hodgins pensó que ambos habían envejecido bastante.

–pensar que esos dos que se separaron se encontrarían de nuevo.

Era una historia de amor común, que parecía que podía suceder en cualquier lugar. Pero eso era precisamente por lo que…

–…creo que quiero que sean lo suficientemente felices para compensar sus rodeos.

Él y ella. Ambos eran personas irremplazables para Hodgins.

—Gilbert.

—¿Qué?

—Volviendo al tema… Sabes, creo que las amistades también pueden ser no correspondidas.

—Sí —Gilbert no negó la desmesurada declaración.

Hodgins sintió que estaba dando una respuesta vacía sin escuchar realmente la charla. Su sentimiento de descontento se filtró accidentalmente en su forma de hablar.

—Dices ‘sí’, pero ¿realmente lo entiendes? Creo que no… Me he sentido así contigo durante muchos años. Gilbert, definitivamente puedes arreglártelas sin amigos. Pero yo no soy así. Sin embargo, realmente no quería que fuéramos así… así, siendo yo el único… que desea que te quedes así, bien. O que quiere verte de vez en cuando para hablar de cosas triviales. Como: “¿Sólo eres tú quien me agrada y no es recíproco?”… Después de todo, eres una persona fría. Por eso me he sorprendido contigo últimamente. Tú… sin embargo, probablemente no entiendas estos sentimientos míos.

Ambos conocían el temperamento del otro y comprendían que su amistad existía. También confiaban en el otro. La prueba de ello fue que Gilbert confió a Hodgins a la persona que intentaba proteger poniendo su vida en juego. Sin embargo, Hodgins pensaba que, para Gilbert, no estaba en la posición que tenía en mente. No lo había expresado ni una sola vez, ya que esos apegos parecían tontos en las amistades masculinas.

Después de decir eso, Hodgins pronto se arrepintió. Se arrepintió, y aun así…

—No, lo entiendo. No tengo ningún amigo excepto tú.

Tal vez porque había estado sosteniendo el papel en sus manos con fuerza, se arrugó un poco. Hodgins lo colocó desesperadamente en el escritorio y lo estiró con cuidado. Aun así, escuchó los pasos de Gilbert acercándose  mientras estaba en ello y devolvió la carta a su lugar anterior.

Los dos permanecieron en silencio una vez que estuvieron cara a cara.

Tal vez finalmente habiendo notado la carta medio escrita, la mezcló con sus documentos y rápidamente la apartó de los ojos de Hodgins. Hodgins siguió la trayectoria de la carta por el rabillo del ojo.

Al clasificarlas minuciosamente, Gilbert exhaló un largo hálito que sonó como un suspiro.

—Dijiste que probablemente no lo entiendo, pero incluso yo lo hago —poco a poco, su voz se fue alejando en silencio—. Siempre estabas rodeado de un gran número de compañeros. Pero eres mi único amigo.

–Es una mentira.

Incluso sin compañeros con los que se relacionara como lo hizo con Hodgins, Gilbert ya era una persona que atraía a los que lo rodeaban. No era del tipo que actúa como un lobo solitario. Asistía a las reuniones de clase y a los banquetes para socializar durante sus días en la Escuela Militar. Podía mantener perfectamente una conversación con cualquiera.

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Pero antes de que Hodgins fuera capaz de negarlo con palabras, Gilbert dijo,

—Tengo muchos conocidos pero tú eres mi único amigo verdadero. Después de que te graduaste… pensé que hubiera sido genial  haber nacido dos años antes para aprovechar mis días de estudiante —Su forma de hablar parecía malhumorada.

La ilusión de un niño de catorce años se superponía a la figura de un hombre maltratado de treinta años. Hodgins sintió que él también había vuelto a los dieciséis años. En ese entonces, siempre estaba persiguiendo a Gilbert y bromeando con él.

–siempre estábamos juntos.

El dolor que había atravesado su pecho se tiñó gradualmente de calor. Una sonrisa se deslizó en su corazón egoísta, incapaz de evitarlo.

-Gilbert, tú…

El hombre llamado Gilbert Bougainvillea no era de los que dicen esas cosas. Durante mucho tiempo, fue capaz de mostrar una faceta de sí mismo que no fuera la de un “activo” que sirviera para administrarse sin problemas a sí mismo y a su entorno.

–Ese lado tuyo es injusto.

Y extrañamente, la chica que Gilbert amaba también fue una ” herramienta” por su bien. Sin embargo, esa “herramienta” se estaba volviendo capaz de deshacer

gentilmente las cuerdas firmemente atadas a su alrededor y mostrar un rostro humano. ¿Quién había sido el responsable de la mayor parte de esos logros?

Claudia Hodgins, indiferente a sus propios actos, simplemente se regocijó y sonrió ampliamente ante la cara tímida de su amigo.

—¡Vaya, jaja, jajajajajaja!

—Oye, no te rías. Me hiciste decir algo vergonzoso. Como si fuera a volver a decirlo en mi vida.

— Jajaja, ja, no… te equivocas. No es que me esté burlando de… Ah, Gilbert. ¿Están bien las cosas que dejaste en el horno? Está haciendo un ruido un poco raro.

—No está bien.

Hodgins se puso de pie y siguió a Gilbert mientras regresaba a la cocina. Una pelea habitual fluía cómodamente por todo el apartamento, convirtiéndose en una melodía nocturna.

Y lo mismo se aplicaba al tiempo, no importaba cuánto fluyera. Para dos personas que tenían una relación llamada amistad, se remontaba a sus días de gloria sin importar que hubiera un período en el que no se hubieran visto.

—Muévete, voy a rociar el condimento.

—Tonto, te equivocas, eso no es sal.

—No tienes ninguna especia en absoluto. ¿Vives sólo de sal y azúcar?

—Tengo el viejo hábito de comer fuera. Hodgins, dejémoslo ya. Esto no es comida.

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—No digas tonterías. No hay nada que no pueda ser rescatado.

—¿Es así?

—Es así. No te rindas.

No importa cuántos cientos, miles de años vivieran, los dos se remontarían a las versiones de sí mismos de esa época.

Violet Evergarden Gaiden Capítulo 5 Parte 3

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