Violet Evergarden Gaiden

Capítulo 4: Cattleya Baudelaire

Parte 1

 

 

 

Violet Evergarden Gaiden Capítulo 4 Parte 1





 

Escribir cartas era similar a interpretar melodías.

—Encantado de conocerlo. Me apresuro a cualquier lugar que mis clientes deseen. Soy del servicio de Auto-Memories Doll, Cattleya Baudelaire.

Esa era la teoría favorita de cierta Auto-Memories Doll, y ella realmente pensaba de esa manera.

—Bueno, voy a empezar, ¿ok?

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El canto requería que la gente armara un escenario en sus cabezas, y por lo tanto, también era similar a la pintura.

—Mert, ¿te ha ido bien? Gracias por la carta. Tus cartas son un estímulo para mí.

En el momento en que tomaba un respiro para empezar a escribir era cuando empezaba a cantar.

—Vaya, me equivoqué. Hagámoslo de nuevo.

Una vez que el destinatario recibiera la carta, ¿cómo reaccionaría? ¿Cómo se sentirían con esas palabras?

—Es natural que quieras decirle que estudie mucho… …pero si eso ocupa la mayor parte de la carta, será agotador. Tu hermano menor fue enviado a un internado, ¿verdad? No parece que se divierta mucho allí, así que creo que es mejor decirle que crezca como tú y que se liberará de casa si se esfuerza en sus estudios. Pero si escribimos sobre ti elogiándote demasiado, se volverá aburrido, así que seamos moderados. Sobre todo si quieres recibir una respuesta.

Se lo imaginaba en su cabeza.

—Bueno, entonces, desde donde nos detuvimos.

Había un principio y un final en las melodías. La forma en que podían diferir de ser extraordinarias o de ser ligeramente alegres dependía de la canción que estaba tocando, pero desde el principio hasta la mitad, las cosas se volvían gradualmente más emocionantes.

El ruido de la máquina de escribir era el piano. El crujido de la pluma fuente era el violín. Por último, llegaría el estruendo del platillo, poniéndole fin.

—¿Cómo está?

La carta terminada se convertía en un ser vivo. Cada sonido de cada palabra bailaba alrededor, y la vitalidad humana se podía sentir en el olor de la tinta. La carta se había convertido en una historia.

Cattleya Baudelaire realizaba su escritura fantasma de esa manera.

Auto-Memories Dolls y sus clientes cooperaban en la construcción del mundo para crear los relatos, la música y las imágenes llamadas “cartas”. Cuanto más tiempo pasaban juntos y cuanto más rico era el contenido de las cartas, más cerca estaban sus corazones el uno del otro. Sin embargo, había personas que alcanzaban ese nivel de inmediato, incluso en un lapso inusualmente corto.

—¿Aceptarías… salir conmigo?

Como este cliente…

***

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Últimamente, cierto establecimiento era popular en Leiden, la capital de Leidenschaftlich.

El dueño del edificio, que solía ser un salón de recepción, lo había reformado en un espacio donde la gente podía disfrutar de dulces y música – “Café Magnolia”. Los ciudadanos de Leiden admiraban el lugar, en el que finalmente sólo se permitía entrar después de esperar un mes tras haber hecho una reservación. Era un lugar deseado donde se le ponían los ojos llorosos a la gente por la decoración del maravilloso interior y se podía disfrutar de la música de los pianistas que permanecían allí constantemente.

Los músicos cambiaban según el día y la hora. Tal vez porque un lugar donde los jóvenes músicos actuaban era también un lugar para buscar patrocinadores, el rango de edad de los visitantes era amplio.

Mientras dejaban escapar suspiros emotivos, parecía que Cattleya y la que estaba sentada con ella eran las más jóvenes de la tienda. Tal y como se rumoreaba, los precios del menú que se les entregó eran altos, pero al ver los platos ofrecidos, entendieron el valor de la inversión. El dinero difícilmente podía comprar la emoción instigada por un atril de pasteles de tres niveles.

Ella y su acompañante decidieron elegir los artículos que les gustaban uno a uno. En primer lugar, después de mucha indecisión, eligió el pastel de manzana. Acercando con emoción el plato de tarta de manzana que estaba a su lado, clavó su tenedor en él. Al probar un bocado, se dio cuenta de que era lo que quería. Comer algo dulce dentro de una tienda calentita era el verdadero placer del invierno.

Lux Sibyl, que estaba sentada a su lado, no podía poner su mano sobre un pastel de chocolate aunque estuviera delante de ella. Se veía extremadamente delicioso. Cattleya quería comerlo.

Como el camarero había traído los pasteles en medio de la conversación, el tema se cortó completamente en la parte buena.

—Cattleya, ¿y luego qué?

—Esto es lo mejor… Ah~, de verdad~, ¡gracias por pasar el rato conmigo, Lux! ¿No es este lugar muy caro? Además, no puedes completar un atril de tres niveles si no te gustan los dulces. Todo el mundo me dijo que no, pero ¿no es eso estúpido? Tendrías que ser bastante tonto para no comer esto, ¿verdad?

—Sí, creo que es una tienda maravillosa. Bueno, entonces, Cattleya…

Como queriendo interrumpir a Lux cuando por fin pronunció esas palabras, Cattleya continuó,

—Por cierto, ¿has escuchado? ¿No compró el Presidente algunas tierras? Como la que convirtió en una base para nuestra fábrica de producción. Dicen que hay una legendaria cascada cerca de ese pueblo. Si traes a casa una piedra del fondo del agua, tus sueños se hacen realidad… ¿Qué tal si vamos juntas la próxima vez?

—Este tipo de leyenda no sirve si vas con alguien, ¿verdad? Pero no es así, Cattleya. Quiero volver al tema anterior.

Poniendo un terrón de azúcar  procesada con forma de estrella en su té y mezclándolo, Cattleya respondió,

—Ah, la charla sobre que me invitaron a salir, ¿no? Sí, me negué.

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—¿QUÉ~~~~~~~?

Cattleya pensó en cosas extrañas, como que el azúcar debe sentirse bien si se derrite en ese tipo de té. Podría ser que su cabeza estuviera aturdida por la repentina ingestión de una cantidad demasiado grande de azúcar. ¿O es que en el problema del que hablaban las dos era en realidad la culpable?

—Es porque me dijo que era con la condición de casarse.

No era la primera vez que a Cattleya Baudelaire le proponían una relación romántica, pero desde que nació, fue la primera persona que la hizo consciente del matrimonio.

—¿QUÉÉ~~~~~~~~~?

—Lux, haces mucho ruido.

Como su voz era muy fuerte, Lux puso ambas manos sobre sus labios después de escudriñar inquietamente su entorno.

—¿Es él la persona que pasó por la compañía?

—Sí.  La persona que pasó por la compañía es él.

—Tengo la sensación de que es un tipo genial… Es un poco mayor que tú, pero también es encantador, por así decirlo.

Cuando Cattleya le dijo que comiera, Lux finalmente llevó el pastel a su boca. Mientras masticaba sin expresar sus impresiones, esperaba las siguientes palabras de Cattleya.

—Lux, seguro que disfrutas escuchando los asuntos amorosos de los demás aunque tú misma no tengas una relación, ¿eh?

—Sí. Quiero decir, aún es pronto para que me interesen esas cosas, así que es como un encuentro con lo desconocido…

Lux Sibyl tenía el título de secretaria del presidente, pero su figura, mientras pasaba su tiempo tan tranquilamente, era la de una niña pequeña. Además, vivió la mayor parte de su vida bajo el control de una organización sectaria, por lo que era sin duda una novata en todo. No había duda de que el de Cattleya era uno de los problemas en el libro de texto del romance entre mujeres y hombres.

—Quiero intentarlo algún día también, pero ahora mismo, quiero escuchar las historias de otras personas. Bien, adelante —Los ojos heterocromáticos de Lux estaban llenos de curiosidad.

—Dirige una perfumería aquí en Leiden. Es un perfumista. Su nombre es Chris. Pasé por su tienda hace un tiempo y parece que le va bien. También parece un buen hombre; su cara no está mal y tiene un comportamiento amable. Así es, parece que sería un buen marido si se casara. Es un hombre con el que las mujeres se encariñan.

—Cattleya, ¿no te gusta?

Al preguntárselo, Cattleya estaba muy pensativa. Entre elegir si era su tipo o no, ella diría que lo era. Sin embargo…

—No sé… No lo sé realmente. Se siente diferente de lo que me suele gustar.

…el rostro de una persona apareció en su mente.

—La que me gusta no es una persona que se enamoraría de mí, aah — Apoyó su barbilla en su mano y suspiró.

—Aah, Presidente Hodgins. De hecho, creo que es imposible con él. No porque seas tú, Cattleya, o algo por el estilo. Es porque el Presidente juega con fuego donde no dañe a la compañía, así que con sus colegas, eso es… Es el tipo de persona que experimenta el romance de una forma apropiadamente lógica. Le gustan las relaciones románticas y las mujeres, así que no se enamora.

Como era de esperar de alguien que siempre está junto a él de la mañana a la noche, Lux, que normalmente daba respuestas gentiles y modestas respecto a otras personas, describió a la persona llamada Claudia Hodgins a través de su lado despiadado.

—Hmm~. Así es. Presidente Hodgins. Después de todo, él transmite ese sentimiento, ¿no es así?

—Lo hace. Creo que el Presidente Hodgins seguramente está esperando a esa persona predestinada. Parece que no se casará con nadie si esa persona no aparece… Pero una mujer por la que el Presidente Hodgins lo tiraría todo por la borda y se consagraría es…

—¿Qué pasa con Violet?

Como se mencionó el nombre de la amiga que ambas tenían en común, Lux hizo una X con sus brazos.

—Eh~, Violet ya es su familia. Además, Violet tiene… a ese hombre.

—¿Es así? Ya veo. No puede ser ella.

—Bien, no puede ser ella. Por eso le dije que creo que no existe semejante persona en el mundo.

—¿Qué dijo el Presidente Hodgins?

—Me dijo: ‘Pequeña Lux, eso es horrible; lo descontaré de tu paga’. Y fingió estar llorando.

Cattleya pudo imaginarlo y se echó a reír. Lux tampoco pudo contenerse y se rió haciendo:

—Jujuju

Mientras la conversación se animaba, llegó una segunda ronda de té negro. La siguiente tarta que escogió fue una decorada con frutas y figuras de caramelo. Se esperaba que fuera deliciosa. Quería que Violet, que había salido en la conversación, lo probara también. Hacía tiempo que no veía a esta última.

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Violet era la Auto-Memories Doll más solicitada. Ella estaba ahora mismo en algún lugar del continente. Hubiera sido genial si ella estuviera presente.

—Sabes, diré esto porque terminamos hablando de ello… Decliné salir con él, pero acepté ir juntos a comer… con el Señor Chris.

Si Violet Evergarden estuviera en ese lugar, ¿qué habría dicho en respuesta al comentario de Cattleya?

—¿Te has hecho su amiga?

–Sí, siento que preguntaría algo tan fuera de lugar como eso.

Aunque no era Violet, a su manera, Lux tuvo una buena reacción. Movió su silla con un golpe, inclinándose hacia adelante. El atril de tres niveles de pasteles interfería con la distancia entre las caras del dúo.

—¿P-Por qué? ¿Este es el comienzo de una relación divertida? Cattleya, ¿haces ese tipo de cosas?

Como fue todo un malentendido, Cattleya negó con impresionante vigor,

—¡No, no! Puedo parecer así, pero soy de corazón puro cuando se trata de un romance, ¿sabes? Lo que dije cuando lo rechacé fue que no podía tener citas bajo la premisa de casarme con alguien que no conocía muy bien… así que la charla se convirtió en “entonces por favor, conóceme”… y además era un cliente, por lo que no podía rechazarlo categóricamente.

—Eh~, qué raro. ¿No es típico de Cattleya decir firmemente a la gente que no te gusta que no la quieres? ¿Te sentías enferma?

—Oh, señorita Lux. Eso es hablar mal de la gente, ¿no?

—Sería hablar mal si hiciera una crítica, pero como amiga, me gusta ese lado inquebrantable de ti. Además, creo que eso es esencial para las Auto- Memories Dolls. ¿No son las Auto-Memories Dolls femeninas cortejadas todo el tiempo por los clientes? Por ejemplo, ¿has oído los rumores sobre esa chica de la Compañía Guardian?

—El de cómo iba a caer en manos de un político de renombre, pero su novio cartero apareció subiendo por la pendiente, ¡lo ahuyentó y al final se le confesó a ella! ¡Lo sé! ¡Esa historia realmente hace que mi corazón se acelere!

—Te entiendo. Para colmo, dicen que esos dos eran amigos de la infancia. Vaya, honestamente. ¿No está eso al nivel de una novela romántica?

—Me gusta mucho el clímax en el que él dice: ‘Ella es mía’. De ese libro que me prestaste, quiero decir.

—¿Las Crónicas de la Orden de los Caballeros Estelares? ¿La parte en que la protagonista ofrece su cuerpo al gran maestro? ¿Capítulo tres del segundo volumen?

—¡Eso! Es muy similar a lo que pasó. Eh, ¿no nos estamos desviando del tema?

—Sí. Lo siento, fui yo quien se desvió de ello… Ah, este pastel es delicioso.

Como el flujo de la conversación entre las dos mujeres se convirtió en algo común, decidieron calmarse por un momento.

Cattleya se sirvió una tercera taza de té. La tetera quedó vacía, así que pidieron una segunda ronda a una camarera atractiva.

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Los clientes que pedían el atril de tres niveles tenían segundas raciones gratis de té negro o café. Cattleya lo consideró un buen trato. Esa consideración era importante. Ya estaba empezando a pensar con quién vendría en su próxima visita al lugar.

—Cattleya, ¿está bien si me como el bollo?

—Seguro. Sin embargo, es simple, pero, ¿está sabroso?

—Me gusta mucho. Quizás me guste más que la tarta. Así es, a la continuación. ¿Cuándo es tu cita?


—Es mañana.

—¿QUÉ~~~~~~~~~?

—Lux, eres ruidosa.

—Eso es porque… —Lux protestó, su cara roja—.Oye, oye, si… si terminas pensando después de esta cita que salir con el Señor Chris no sería tan malo, sería una cita con la premisa para ser novios, ¿no?

—Lo haría por él, pero yo…

—Cattleya, si no tienes esa intención, estaría bien que no fueras, ¿verdad? Irás, ¿verdad?

—Yo…

—Entonces, dime los resultados, ¿ok?

Al preguntársele con una sonrisa, Cattleya respondió:

—Si tengo ganas.

Lux le dio una mirada hosca.

Cattleya apartó la vista de la demandante Lux, mirando el paisaje por la ventana. Los árboles del camino que hubiesen estado llenos de verdor vivo si fuese verano, sus ramas desprovistas de hojas y completamente desnudas, así como los exteriores donde soplaban vientos fríos, parecían algo tristes. La gente que caminaba por las calles tenía la espalda arqueada, sosteniendo los cuellos de sus abrigos.

También podía ver las figuras de los carteros conduciendo sus motocicletas. A pesar de no pensar que era él, Cattleya terminó inclinando su cuerpo sobre la ventana para echar un vistazo. En realidad no era él. Él no era rubio, e incluso desde lejos, se dio cuenta inmediatamente de que tenía una cara y un cuerpo completamente diferentes. Resulta que también era cartero.

—¿Qué pasa?

Cattleya había exagerado con un simple cartero. Cuando Lux le hizo la pregunta, respondió: “nada”, su voz sonaba como si su corazón no estuviera allí. Se sentó bien erguida en su asiento.

—Oye, de verdad, ¿qué ha pasado?

—Pensé que podría ser él.

—¿Hm? ¿Qué? —Lux preguntó de nuevo, tal vez no la haya escuchado bien.

Frunciendo los labios, Cattleya respondió:

—Benedict —Su tono era áspero.

Con un “ah”, Lux pronto entendió lo que había estado intentando no decir. Inclinando un poco su cuello, Lux se rió,

—Se siente como si hubiera pasado mucho tiempo desde que se fue, eh… Cada vez que veo a alguien en la ciudad doblar la esquina en una motocicleta, también pienso que podría ser Benedict. Todo el mundo me pregunta si todavía no hay correspondencia de él como si fuera algo de todos los días.

—¿No hay cartas o postales de él?

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—Aunque … aunque yo también estaba allí desde el principio…!

—Sí. Te hace sentir sola, ¿eh?

La honestidad de Lux describió con precisión el sentimiento que Cattleya había estado tratando de ocultar. Ella estaba sola. Excepto que, si fuera capaz de decirlo, no estaría arrugando sus labios y expresando quejas.

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—¡No quiero decir que estoy sola aunque se me parta la boca!

Cattleya Baudelaire no es ese tipo de mujer.

Pinchó un pastel con su tenedor y se lo metió a la fuerza en la boca. Lo masticó, lo bajó de inmediato con el té, y volvió a perforar violentamente el pastel. Puede ser que pensara en el pastel como si fuera Benedict.

—Ya han pasado tres meses. El invierno está terminando y parece que la primavera está a punto de llegar, eh… Sin embargo, el Presidente no deja que nadie toque la motocicleta de Benedict… Tampoco lo he eliminado del registro de nombres de empleados.

Escuchando las palabras de Lux casi como un consuelo para ella, Cattleya infló sus mejillas.

—¡No estoy sola!

—Hm-hm.

—El Presidente también está siendo él mismo. Simplemente deja que un empleado se vaya cuando lo pide sin saber cuándo volverá.

-Soy una persona repugnante.

Aunque la verdad era que no quería difamarlo, detestaba que sus sentimientos fueran expuestos.

—Aunque vuelva sin más, no hablaré con él. Porque se fue sin hablar conmigo —escupió sus emociones negativas para distraerse. Se deleitó con la amabilidad de Lux, que se reía como si le preocupara oír eso.

Había estado pensando en alguien que escuchara lo que tenía que decir hoy en este lugar. Eligió a Lux.

Lux dijo gentilmente, para tranquilizarla:

—Aunque me alegraría que volviera…

Era casi como si representara los pensamientos internos de Cattleya.

—Soy alguien que empezó a trabajar allí ya cuando había comenzado, pero creo que es una buena persona, aunque tiene una boca sucia. Después de que Violet me trajo y me contrató para trabajar para el Presidente Hodgins… el que venía a hablar conmigo de vez en y casi parecía preocupado era Benedict. Es amable con las chicas más jóvenes que él. Además, pensando en la gestión de la empresa como secretaria del presidente, se le necesita. Nunca hay suficiente gente entre el personal de los carteros. Muchos de ellos renuncian pronto después de ser reclutados y empleados, así que gente como Benedict, que deambulan mucho aun quejándose y tienen habilidades de liderazgo, son personal realmente importante. Él debería estar involucrado con la administración de la compañía en el futuro. Como portavoz de los empleados, es decir. Estoy segura de que nuestro administrador, el Presidente, también se siente así. Además, Cattleya, es imposible que supieras. Quiero decir, estabas lejos por tu trabajo como Auto-Memories Doll. Podría ser que Benedict hubiera querido decírtelo pero no pudo. No, seguramente quería que el número de personas de las que tenía que despedirse fuera pequeño. Parece que algo realmente terrible le sucedió. Pero Violet y el Presidente no me dicen nada. Pero los dos dijeron que volvería, y el propio Benedict también tiene esa intención, así que tal vez no lo dijo a propósito. ¿No es el tipo de persona que odia las cosas sentimentales, ese chico? Esperemos a nuestro egoísta Benedict. Yo también soy una de las personas a las que no les dijo nada.

Susurrando lentamente con una voz tranquila y encantadora, la prolongada declaración penetró directamente en su pecho. En lugar del contenido de lo que dijo Lux, Cattleya se sorprendió por la excesiva amplitud de sus puntos de vista y la amplitud de la capacidad de su corazón. Lux es una chica más joven que ella, pero casi podría ser considerada como su madre.

—¿Por qué tienes que ser tan buena chica…?

Terminó sintiéndose miserable por lo inmadura que era a pesar de ser la mayor en su reunión de té de la tarde.

Después de eso, dejaron todo tipo de cosas de lado, tonteando y dando un paseo por primera vez en un tiempo. Pasaron por librerías y adorables comercios, así como por boutiques de moda de sus respectivos gustos. Cada vez que los dependientes preguntaban,

—¿Son hermanas? —se reían y respondían:

—Somos colegas y amigas.

Al atardecer, se dirigieron a la oficina, con varias bolsas de compras. Cattleya se unió a la diligente Lux, quien afirmó que quería terminar con al menos un poco del trabajo que dejó sin hacer el día anterior.

Sin nada que hacer, Cattleya fue a la habitación del presidente. Hodgins no estaba, un cactus y pequeñas plantas en maceta estaban sobre el escritorio del presidente con una extraña sensación de desplazamiento hacia ellos, así como una nota que las usaba como pisapapeles.

—Negocios y cena. Volveré por la noche —decía. Mientras se lo mostraba a Lux, ésta lo descifró,

—Esto significa salir a cenar con la mujer con la que se está relacionando últimamente —con una cara de disgusto. Parecía que, de hecho, volvería por la noche. Eso era un hecho, ya que tenía su residencia en la empresa.

Después las dos cenaron y se separaron. Como habían hablado tanto, aunque se despidió alegremente, Cattleya se sintió sola después de dar tres pasos.

Ella también estaría de vacaciones al día siguiente. Aunque estaba desanimada y sola por haber dejado a alguien a pesar de que sabía que se volverían a ver pronto, se fue a casa. Vio un gato callejero en el camino y lo persiguió, pero no logró acariciarlo.

—Estoy en casa.

Una vez que se sentó en la cama ligeramente polvorienta de la residencia a la que no volvía muy a menudo, inmediatamente después de llegar, se acostó de forma natural. Entonces se agitó y dijo

—No debería hacer eso, no debería hacer eso —y se limpió el maquillaje.

Con sus impresionantes rasgos faciales, la gente pensaba frecuentemente que el maquillaje de Cattleya era demasiado denso, pero en realidad  no  había mucha diferencia entre antes y después de que se lo aplicara. Como cada parte de su rostro tenía una estructura distinta, ella simplemente se veía un poco más joven.

Después de tomar un baño caliente, sacó de su armario un negligee que había comprado pero nunca usó y se cambió. Preguntándose en qué fase estaba la Luna esa noche, miró por la ventana, pero no era visible. En cambio, sólo pudo ver el parpadeo de unas pocas estrellas. Vestida con su negligee y cepillándose el pelo, Cattleya miró las luces de cada casa. Le recordaron que, a diferencia de ella misma, que vivía sola, había gente viviendo en compañía de otros.

–las parejas casadas son realmente increíbles, ¿eh?

Esa forma de amor, que podría considerarse como un contrato llevado a cabo en todo el mundo, no podría concebirse sin otra persona. Probablemente lo haría algún día. O eso creía cuando era niña, pero todavía no conocía a un hombre con el que quisiera casarse después de haber alcanzado la mayoría de edad. Tal vez nunca lo haría.

–Estar con alguien toda la vida sin estar enamorada de él sería imposible para mí.

Como esa era su situación en lo que respecta al matrimonio, era aún menos capaz de imaginarse tener un hijo. Después de todo, Cattleya pensaba que ella misma era como una niña. Sin embargo, como las tendencias de la sociedad se conformaban de una manera que la incitaban, tenía un vago sentido de la obligación de hacerlo.

Ese sentido de obligación le causaba un sabor amargo parecido al del café. No era en absoluto agradable.

-Me pregunto si hay otras chicas por ahí que van a dormir con los mismos sentimientos que yo.

Sería mejor si no, pero se encontró deseando que las hubiera. Esperaba que esas chicas tuvieran amigas que les dijeran que todo estaba bien.

-Me alegro de tener un trabajo.

El trabajo le permitía distanciarse un poco de las exigencias que tenía como mujer para cumplir con tal obligación. Mientras pensaba en la palabra “obligación”, le traspasó el corazón indirectamente.

–Benedict no tenía ninguna obligación de decirme nada.

Él había estado atrapado en su mente todo el tiempo. Como un pequeño corte, le dolía.

A Cattleya no se le permitía entrar en la vida de Benedict, simple y llanamente. Cualquier cosa que hiciera él era asunto suyo. Eso era todo. No tenía ningún compromiso de informarle nada a ella.

Sin embargo, Cattleya tenía la intención de llevarse bien con él. Peleaban a menudo, pero de una forma u otra, tenía la sensación de que era él con quien se llevaba mejor. Eso había sido un malentendido por su parte.

-Yo… siempre soy así.

En la vida de Cattleya, no fue una o dos veces que ella había malinterpretado llevarse bien con alguien cuando en realidad no era el caso.

-Porque soy una idiota.

Podría ser que todos estuvieran tolerando estar cerca de ella.

-Yo… definitivamente…

Tal vez ella era el tipo de persona que nunca podría convertirse en la pareja de alguien.

Pensar en ello le causó ansiedad y tristeza, lágrimas salieron de sus ojos, y entonces rodó en la cama, cubriéndose con sus mantas hasta taparse la cabeza. Bloquear el mundo exterior la alivió un poco. Suplicó que la mañana no llegara. Sus preocupaciones y penas se desvanecerían una vez que se durmiera, como el azúcar en su té negro.


–… sola.

Pensar que la ausencia de Benedict Blue la haría tan débil. “Ríndete”, otro lado de ella se deleitaba en su cabeza.

Cierto. No tenía otra opción que rendirse. Él no la quería y ella ya no tenía espacio para entrar en su vida.

-Me siento sola.

Rodando como un feto, Cattleya se durmió.

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