Violet Evergarden Gaiden
Capítulo 3: Benedict Blue
Parte 4
El tiroteo que tuvo lugar en la ciudad de Lontano durante la noche se convirtió en un acontecimiento mucho más grande de lo que Benedict y los demás se imaginaron, y la situación llegó hasta el punto de que la policía militar fue despachada. Sucedió que otras personas además de la mujer detrás del escándalo se mezclaron con el desconcierto de la confusión y huyeron de la ciudad entre las sombras, pero esas eran historias desconocidas para Benedict y Violet.
Habían pasado unas horas desde la problemática hazaña de la huida.
—¡Ay!
—¡Cállate! ¡Deprisa, póntelos! —En un mundo en el que fluía la luz del amanecer, Benedict lanzó los zapatos que había estado usando sobre la cara de la mujer.
Mientras murmuraba quejas de que él le arrojó los zapatos, la mujer se los ató. Ella había estado corriendo toda la noche y sacudiéndose sus cazadores con Benedict, así que sus pies estaban heridos y empapados de sangre. El dolor era severo, pero la euforia de haber logrado escapar le permitió sentirse como si no importara. Además, al ponerse los zapatos de Benedict, aunque eran demasiado grandes, le resultaba más fácil caminar en comparación con cuando no llevaba nada en los pies.
En cambio, ahora Benedict no tenía zapatos. Tenía heridas en todo el cuerpo. Su ropa también estaba rota por todas partes.
—Oye, ¿por qué?
—Cállate…. No preguntes tantas veces.
—Pero, es sólo que…. me sigo preguntando por qué. Hasta ahora, nadie me había ayudado, así que es muy extraño para mí.
Con esas palabras, la cara de Claudia Hodgins cruzó la mente de Benedict. Su bondadoso empleador y salvador. Él también le había regalado a Benedict ropa y zapatos cuando éste estaba desnudo.
–Supongo que también me preguntaba por qué.
Las personas que nunca han recibido un trato amable pensarán que el amor incondicional es el comienzo de algo aterrador. Creían firmemente que todo lo que los demás les traerían era una reprimenda o un abuso.
—Te lo dije, ¿no? Es porque me rescató un buen tipo. Es por eso —Una pequeña sonrisa se le escapó.
—Benedict.
Lo llamaron por detrás, Benedict se dio la vuelta.
Con hojas en la cabeza, su cómplice del día, Violet Evergarden, estaba ofreciendo billetes para el primer tren de la mañana, que ahora partiría.
—También, toma esto también —Junto con el billete, dejó en manos de la mujer una bolsa de pan recién horneado que supuestamente fue comprado en una tienda cercana.
La mujer miró el pan y a Violet alternativamente, formándosele lágrimas en sus ojos.
—Gracias.
—No hay problema. Ten cuidado en tu camino…
—Tú eres la que menos tiene que ver con esto…. Gracias, de verdad.
—No. Tiene que ver conmigo. Después de todo, yo era su “fuego de apoyo”.
Al oír eso, Benedict se rió a carcajadas. Cuando ella habló de ser su apoyo, la connotación era simplemente de echar una mano, y él no había pensado que lo pondría en práctica.
Como Violet y Benedict eran los únicos que sabían el significado de eso, la mujer ladeó el cuello.
—Benedict… a ti también.
—Usa “Señor”.
—¡Señor Benedict, usted también, muchas gracias….!
—De nuevo, ten cuidado en las carreteras por la noche —contestó Benedict con una amenaza añadida.
El momento de la salida del tren aún no había llegado. El dúo, habiendo decidido dejarla allí y marcharse, terminó su despedida diciendo «nos vemos» y comenzó a alejarse.
—¡Hum! Sr. Benedict —Quizás todavía teniendo algo que decir, una vez que Benedict se dio la vuelta, la mujer estaba sonriendo, su cabello rubio ondeando en el viento de la mañana—. Verá, tenía un hermano mayor…. No lo he visto en años, así que no puedo recordarlo, pero cuando era pequeña, lo llamaba «Hermano Mayor»… realmente tenía esos sentimientos en mente cuando lo llamaba así…
—¿Y qué?
—¡Si yo fuera su hermana menor, buscaría por todo el mundo a un hermano mayor como usted!
—Pero tú no eres ella.
—¡No lo soy! Pero un día, seguro que…
Un día, la encontrará, la mujer sonrió débilmente.
En ese momento, los orbes celestes de Benedict se abrieron de par en par. Una sensación indescriptible y extraña recorrió todo su cuerpo. Si los así llamados recuerdos fueran proporcionados a la gente viajando no sólo a través de sus almas sino también a través de los detalles de sus cuerpos, y si pudieran ser recordados a través de un pequeño catalizador en caso de que algo se olvidara, podría resultar como una especie de sensación, como un cosquilleo de un choque eléctrico.
La mujer agitó la mano, aun sonriendo. Él no le dijo que se callara.
—Estú~pida —Su voz tembló. Girando sobre sus talones, Benedict comenzó a caminar.
Violet lo siguió desde atrás.
–Ah, yo…
Su visión era tambaleante.
–¿Por qué? ¿Por qué pensé que era mi hermana menor?
Ahora podía darse cuenta claramente. Ella no era para nada como su hermana. En primer lugar, aunque ambos eran rubios, los tonos de su cabello eran completamente diferentes, y aunque su hermana también era guapa, ella y esa mujer tenían características diferentes.
—¿Benedict?
Sí, su hermana no era una belleza tan lujuriosa, sino que tenía una apariencia más bien voluble. Ella tenía un tono de voz y un comportamiento bien educado, y no era el tipo de persona que se referiría a los demás como «tú».
—Benedict, por favor, espera.
Para empezar, rara vez lo llamaba «Hermano Mayor» y casi nunca lo llamaba por su nombre. No recordaba ese nombre, pero recordaba que ella lo había llamado.
—Benedict, te tropezarás si caminas así.
–De todas las cosas… de todas las cosas… de todas las cosas…
—Benedict, ¿por qué lloras?
De todas las cosas, tuvo que recordar a su hermana pequeña por una sonrisa de la mujer que lo había llevado al infierno.
***
«Vaya, bienvenido de nuevo, mi amigo que ya no recuerda su nombre»
–Era una llorona y una miedosa. Siempre se escondía a mis espaldas y me seguía trotando. Me gustaba más cuando ella venía corriendo hacia mí después de verme. Por eso a veces la hacía buscarme a propósito. Los momentos en que estábamos juntos eran felices, y los que no, un infierno.
Tenía una hermana pequeña. Estuvo allí todo el tiempo. Eso es seguro.
En mi recuerdo más antiguo, ella estaba a mi lado. Hacía mucho frío cuando nos despertamos. Estábamos en un lugar que parecía una torre de piedra. Ella era la más cercana a mí, y también estaba temblando. Los adultos no nos dieron mantas, así que la llamé y nos aferramos el uno al otro. Cuando le pregunté: «¿Quién eres?», su rostro parecía que estaba a punto de llorar y me dijo: «No me olvides».
Después me dijeron que era mi hermana pequeña, así que pensé: «Así es». Dijo que yo estaba en muy malas condiciones. Que casi me muero por una herida en la cabeza que al parecer yo mismo me gané. Que quería morir rápidamente cuando mi ego desapareció. Se desharían de mí si me volvía loco una vez más. Por eso lloró, rogándome que me mantuviera cuerdo.
Mi hermana recordaba mucho más que yo. En realidad no vivíamos en ese lugar y teníamos una familia. Pero la gente se olvidaba de las cosas poco a poco en ese lugar. Cuando le pregunté si estaba segura de que yo era su hermano mayor, me respondió que sí. «Tú también olvidas cosas, ¿verdad? ¿Cómo lo sabes?» Le pregunté. Cuando presioné con la frase «Así es, ¿cómo puedes saberlo?», gritó aún más: «Me queda el sentimiento de amor en mí, así que somos familia». Tenía una personalidad extraña, pero después de esas palabras, pensé que tenía que proteger a mi hermana.
Los adultos llamaban a la torre «hogar». En «hogar», los niños pequeños eran reclutados para hacer trabajos de adultos. Había todo tipo de trabajos. Como entregar cosas, o recuperarlas. Trabajos en los que alguien moría cuando realizaba ese tipo de trabajo. A los que eran buenos en el trabajo también se les pedían cosas más directas. Parece que me volví loco cuando se me acumularon. Si no cumplías con tus obligaciones, tu hermano pequeño, tu hermana pequeña, tu hermano mayor o tu hermana mayor – el número más pequeño de cada uno de los miembros de nuestra familia – serían asesinados. Las personas que nos conocían y amaban eran rehenes. Bueno, eso hace que la gente se vuelva loca.
«Hogar» era como una pequeña unidad militar. Siempre íbamos a lugares diferentes. Por lo que decían los adultos, «hogar» era un medio de vida temporal para los empleados. Estaban preparando recursos humanos capaces de soportar cualquier tipo de misión de batalla desde cero. Ahora que lo pienso, me daban medicinas e incienso sin descanso todos los días.
Mi hermana, yo y los demás, que olvidábamos muchas cosas, éramos al parecer discípulos de recursos humanos. Por lo que me dijo mi hermana, en ese amasijo de niños, yo era el más apto para esos trabajos. Era yo quien tomaba la mayor cantidad de medicamentos, así que mi olvido era bastante grave.
¿Podrían los humanos ser creados desde cero después de haber sido obligados a olvidarlo todo? Además de eso, ¿podrían convertirse en el recurso humano más fuerte? Las respuestas fueron «sí» y «no», se podía decir ambas cosas.
Acabábamos volviéndonos locos por una sola reflexión. Rápidamente nos volvimos suicidas. No había ningún significado en los soldados que no pudieran ser usados por mucho tiempo. Probablemente estaba loco, pero fingí ser normal por el bien de mi hermana.
Los adultos decían que nos contratarían cuando creciéramos. Que, por el momento, éramos ganado.
Los adultos que nos observaban parecían haber vivido como nosotros en el pasado. «¿Hay sólo idiotas aquí?» Pensé. No aprendieron nada incluso después de que les hicieron esas cosas horribles.
Decidí que, si teníamos que convertirnos en adultos en ese infierno, sería mejor huir. Mi hermana estaba llorando. Si intentamos escapar, los adultos vendrían a matarnos.
El sentimiento de querer morir siempre había estado en mí. Si iba a morir de todos modos, quería morir por mi hermana. Quienquiera que le hubiera hecho algo que no quería era una mierda. Quería matarlos.
Ella era la única cosa bonita en ese mundo patético. No sé si realmente era mi hermana. Pero aunque tuviéramos el mismo color de pelo y de ojos, ella lo era todo para mí. Era la chica a la que más quería proteger en el mundo. Aunque ella era todo lo que tenía…
«Tu Hermano Mayor te protegerá, ¿de acuerdo?»
Aunque ella era todo lo que tenía… Seguramente fallé en liberar a mi hermana. Lágrimas brotaron de los ojos de Benedict.
—Mierda…
Las lágrimas que brotaban de ellos fluían continuamente, penetrando eventualmente en la tierra y desapareciendo sin cumplir ningún propósito. Nunca más regresarán. Nunca volverán a los ojos que las produjeron. Del mismo modo, la persona importante que había salido de la vida de Benedict seguramente no regresaría.
–La vida…. es una mierda.
En su recuerdo al tomarla de la mano en medio de la noche, huyendo y, por último, observando el barco desde el fondo del mar, si su hermana estuviera en ese barco, ¿cómo habría sobrevivido después su joven yo? ¿Había ido a la deriva y había sido recogida por alguna persona de buen corazón? ¿Sobrevivió bien su hermana sobremedicada después de haberse olvidado de él y de sí misma? ¿Estaba viviendo bien en algún lugar bajo ese mismo cielo, incluso cuando no podían verse?
Eso no fue más que una historia de ensueño.
El mundo parecía lleno de historias felices, pero en realidad eran muy pocas. Las historias y la vida real eran…
–No necesitaba una vida así.
Como mínimo, la vida de Benedict sabía a mar. Estaba demasiado salada y no se podía beber. Así era hasta ahora. Las lágrimas que se derramaban por sus mejillas, pasaban por sus labios y goteaban por su barbilla tenían el sabor del océano. El pasado de Benedict lo perseguía y estrangulaba su cuello, para matarlo de tristeza. Quería gritar y sollozar, preguntando: «¿Por qué?».
–Termínala ahora mismo. Dios, ¿por qué haces esto? Termínala ahora mismo. Dios, no hay salvación para mí. Por favor, ayúdame. Termínala ahora mismo. Dios, no puedo respirar por el dolor en el pecho que me causa esta tristeza. Date prisa, tan pronto como sea posible, ahora mismo, ¡lleva esta vida….
—No te vuelvas loco; no te mueras —le había pedido.
–…. a su final….!
Sin embargo, eligió la muerte. Después de todo, seguramente, su hermana ya había muerto mucho antes.
Siempre había huido de esa verdad. Simplemente lo había olvidado. Cosas como desear que no muriera en un desierto y pensar en comer pan con alguien que provenía de su otro yo inventado. Era simplemente un farsante que fingía estar cuerdo y sobrevivió de alguna manera. Aunque estuviera en el pasado, su yo original había anhelado morir durante mucho tiempo. Era falso que él estuviera viviendo y mostrando gratitud a alguien. Sin duda había olvidado lo que no debería haber sido olvidado porque así era más fácil.
Lo doloroso y lo fácil. Al clasificarlos, había escogido lo fácil. No había duda de que quiso intentar olvidarlo todo y vivir libremente.
Estaba maldito por ello.
—¿Fue divertido? —Si se lo preguntaran, podría responder que fue muy divertido.
–Sí, todo fue divertido.
En su nueva vida, después de conocer a ese hombre, la humedad y la temperatura del continente al ser rescatado fueron diferentes, y todo era refrescante. La motocicleta que le fue concedida en lugar de sostener un arma o una espada le había mostrado muchos mundos.
Sólo entregaba cosas. Había pensado que era sólo eso, pero al descubrirlo por primera vez, ser cartero era difícil. Todos los días, se sentía desorientado por las reprimendas de los clientes o por recibir una gratitud excesiva. Era extraño que alguien como él, que nunca había recibido una carta, las entregara.
Curiosamente, cada vez que veía las sonrisas de la gente que las recibía, se sentía como si estuviera haciendo una acción extremadamente buena. Le había parecido extraño que se hubiera elegido una agencia postal para iniciar un negocio y no estaba acostumbrado a ello, pero había llegado a comprender que la razón de ser de ese trabajo era para realizar una labor.
Era simplemente una entrega. Si uno podía caminar o conducir una motocicleta, ya fuera una mujer, un hombre, un niño o un anciano, cualquiera podía hacerlo. No tenía que ser él. No era un trabajo que sólo él pudiera hacer. Sin embargo, pensó que esta mera entrega no era mala. Le pareció divertido. Las entregas en las que podía complacer a los demás eran agradables.
No importaba lo que hiciera, las imágenes que veía eran diferentes a las de cuando era mercenario. Los pequeños descubrimientos que encontraba durante una entrega -cosas menores como la existencia de una deliciosa panadería o ir más rápido tomando un determinado camino- eran divertidos. Pero más agradable que cualquier otra cosa era que tenía un lugar al que regresar, sin importar a qué parte del mundo fuera. Incluso cuando regresaba hecho añicos, una vez que abría la puerta de la oficina, había alguien que decía: «Aah, bienvenido de regreso, Benedict. Buen trabajo».
En el mundo donde había empezado a caminar como si hubiese nacido de repente, desde que conoció a ese hombre, sí, parecía una tontería, pero el mundo había ganado colores como si hubiese conocido a su mujer predestinada.
–Fue divertido, fue divertido, fue divertido, fue divertido, fue divertido, fue divertido. No debería haberme divertido, y sin embargo, me divertí mucho. ¿Qué has estado haciendo? ¿Por qué lo estabas disfrutando? No estabas en posición de hacerlo. Eres una persona que debería haber muerto sin saber lo divertido que era. Se acabó, se acabó, se acabó, se acabó, se acabó. Todo debería llegar a su fin. Terminemos con esta versión de mí ahora. ¿No es mejor para todos? No habría ningún daño para nadie si hay una persona menos como yo, sin familia ni pareja en el mundo. Ya me he divertido bastante. En cuanto a las personas que se entristecerán por mí, basta con que pueda contarlas con una mano. Me eliminaré y haré que este sucio mundo quede limpio al final. No deberías estar divirtiéndote. Lo que tienes que hacer es sólo una cosa: ve a mirar a tu hermana, que está sonriendo dentro de tu cabeza.
Por eso Benedict buscó impulsivamente su arma con una de sus manos.
Seguramente, la gente moría de esta manera. El dolor sellaba sus gargantas y morían sin poder respirar. Morían por tener más momentos tristes que felices.
Sintió que no sería capaz de vivir aunque fuera por un segundo más. No era que quisiera morir. Más bien, estaba tomando la decisión de que tenía que morir.
¿Había algún ser vivo que quisiera morir tan pronto como naciera? La mayoría de ellos supuestamente quieren vivir. Sí, quieren vivir. Vivir una vida maravillosa, si es posible. Una vida que haría que el haber nacido valiera la pena.
Sin embargo, de ninguna manera va bien todo el tiempo. La vida no es algo que se pueda preparar con anticipación.
—Ugh… uuugh…
Como resultado de las decisiones tomadas, había innumerables cambios. Había momentos en los que sólo pasaban cosas serias. Una serie de cosas como lamentar haber nacido.
Las dificultades eran como lluvia gélida que Dios echa sobre cualquiera. Sería estupendo que hubiera un lugar donde refugiarse o un paraguas, pero había momentos en que no se podía encontrarlos. La lluvia prolongada hacía que el cuerpo se enfriara y las raíces de los dientes temblaran. Para la gente, era algo difícil de soportar. Cuando se volvía imposible de soportar, la gente….
—Deten…. te.
… anhelaba la muerte.
—Det… te…
Cuando la vida se volvía dura, tendían a buscar lo que era más fácil. No era nada extraño. ¿Qué había de malo en huir? La menor cantidad de dolor era mejor. El sufrimiento más corto era mejor.
El propósito de las criaturas vivientes era algo que ellas mismas decidían.
—Deten…. te.
De todos modos, sí…
—Detente.
…lo mismo había pasado cuando estaba en ese desierto.
—Detente, ¿por qué…?
Un cierto número de personas, amadas por la Diosa de la Fortuna, podían escapar de esa situación. Si uno lo pensaba fondo, se daría cuenta de que no era más que el resultado de algo que se había estado acumulando.
La obra de la Diosa se desarrolla de una manera muy viva. Si uno se preguntara qué era exactamente eso….
—V…
…sería alguien que aparece para tomar la mano de quienquiera que sea cuando intenta morir.
En el precipicio de su vida, apareció la que había actuado como su fuego de apoyo.
Lo que la Diosa trae es diferente para cada persona. Para Benedict Blue, en el momento presente….
—Benedict.
…fue Violet Evergarden.
–¿Por qué me tomas de la mano, de entre todas las cosas?
Así como el hermano mayor que tomó la mano de su hermana menor en la oscuridad, Violet tomó la de Benedict. Al apretarla una vez, cambió su agarre al de entrelazar los dedos y siguió caminando, guiándole.
—Benedict, vamos a casa.
A pesar de que no había podido dar un solo paso, terminó por caminar.
—Eso no es bueno.
No podía tomar su arma mientras ella le sostenía la mano.
—Si estás llorando, no puedes ver lo que está por delante.
Aunque quería dispararse una bala en la cabeza, no podía.
—Te llevaré de la mano, ¿sí?
Cuando esta muchacha, que se parecía a su hermana, le dijo que volviera a casa….
—Vamos a casa.
…terminó por pensar que tenía que vivir.
—V…
La razón por la que no había podido dejarla sola de una manera u otra desde la primera vez que la había visto era que sus apariencias eran similares. Ambas tenían el pelo dorado y los ojos azules, y eran un poco solitarias. Se sintió como si siempre hubiera hecho de ella algo así como un sustituto de su hermana.
—V… Yo…
No podía quitarle los ojos de encima e incluso se refería a ella con un apodo.
—Yo… probablemente… maté… a mi hermana menor… Lo he recordado…
Aunque se había olvidado de su hermana, una parte de él terminó pensando que, si estuviera viva, ella se habría convertido en algo así. Sus lágrimas se volvieron imparables ante su propia idiotez. Se preguntaba: «¿Por qué fracasó mi yo pasado si ella era tan importante para mí?»
—Nos detuvimos a medio camino, y me separé de ella… U-Uugh… Es… Es como si yo la hubiera matado…
Violet agarró su mano aún más fuerte.
—Aún no lo sabes, ¿verdad? —En lugar de ser como una hermana menor, era como una mayor—. Como dijo esa persona, es posible que la vuelvas a ver algún día —susurró ella con voz baja, como para regañarlo, como para calmarlo.
—Imposible… Imposible… Yo fui definitivamente el único… el único que sobrevivió… Yo… Yo fui… —Derramaba demasiadas lágrimas, las palabras cortadas por su llanto. Era sofocante. Quería que esa asfixia terminara.
—Benedict, nada es definitivo. Mi mayor también estaba vivo. ¿Quién puede decir “definitivamente” que tu hermana está muerta?
La mano con la que unió sus dedos palpitaba. Sin embargo, si no fuera por ese dolor, sentía como si pronto se soltaría y se suicidaría.
—Pero… Pero ¿sabes?
—Hoy hemos tenido que hacer frente a muchas cosas. También podemos ocuparnos de ello a partir de ahora. ¿No es cierto?
—¡Estaría…. estaría… mejor muerto…!
Llorar así, como un niño, era una tontería, pensó Benedict. Ya no había vuelta atrás.
—¡Estaría mejor muerto!
Aunque llorara, ya la había perdido. Tampoco tenía idea de en qué parte del mundo podía buscarla. En caso de que las manos unidas se soltaran, si la persona no estaba cerca, no podrían volver a unirse.
—Benedict.
Las piernas de Violet se detuvieron completamente. ¿El sollozante Benedict le parecía un niño pequeño? Ella se acercó, empujándole la cabeza sobre su hombro.
—Volvamos, Benedict.
—¿Adónde?
—A la compañía. Tú y yo sólo tenemos ese lugar.
Silencio.
De hecho, no tenían ningún otro lugar. Las personas que los esperaban y se mantenían firmes sin volverse locos no estaban en ningún otro lugar que no fuera allí.
–¿Pero está bien que vuelva?
—He…. hecho cosas horribles en el pasado. Es que nadie sabe que yo… cuando era mercenario…
—Sí.
—Hice un montón de cosas estúpidas. No se puede perdonar sólo porque era un niño.
—Sí.
—Yo… Pero…
La cara de Claudia Hodgins cruzó por su mente.
–No debería…. volver.
La sensación de alegría al caminar por primera vez con los zapatos holgados que le regaló el hombre. Los chistes que el otro contaba mientras escupía quejas cuando salía con él. La risa de cuando bebían y hacían un escándalo juntos.
–…pero…
Sus cejas bajaban cada vez que tenía problemas. Su espalda se arqueaba cuando Lux se enfadaba con él. La dulce voz que sólo usaba para las mujeres. La fuerza que le mostró. Era la única persona de buen carácter en el mundo que podría encariñarse con un hombre con amnesia que no tenía nada.
–Quiero regresar.
Quería volver a esa persona de buen carácter tan, tan profundamente que se llenó de lágrimas.
—Pero aun así, vivirás, ¿verdad?
Benedict se paralizó. Esas palabras casi se sintieron como una bala en el pecho. Estaba tan sorprendido que se quedó sin palabras. Normalmente era taciturna y no usaba palabras adornadas. Pero a veces se atrevía a sacar a la luz la verdad.
—Vivirás, ¿verdad? —Un poco de súplica se mezcló en la voz de Violet.
La mano que Violet había unido a la suya. Sus dedos artificiales.
—Contemos las cosas que has hecho y las que harás de ahora en adelante, para que no las olvides.
Eran la prueba de las cosas que había perdido y de las que había roto. Así como un símbolo de regeneración. Esos dedos lo ataban delicadamente en su lugar.
—Hasta que mueras algún día.
La chica frente a él había aceptado esa agonía mucho antes que él, sin huir ni apartar la vista de ello, y simplemente se quedó entre la tristeza.
—Hoy…. Por hoy, vamos a casa.
Era Violet Evergarden.
—Ahora, caminemos. ¿Recuerdas que nuestro turno era sólo hasta la mañana y que nuestro día libre empezará al mediodía? —Poco a poco, pero todavía tirando de su mano, ella guió a Benedict—. Ayer volvimos a Lontano sin terminar nuestros informes. Le habíamos prometido a Lux que los presentaríamos hoy sin falta. Estamos demasiado andrajosos para ir a trabajar como si nada hubiera pasado. Seguramente, si nos presentamos a trabajar así, podría haber un gran escándalo, ¿verdad?
Mientras se lo decían a Benedict, salieron a la superficie en su cabeza: su compañera de peleas desde el día de la fundación, Cattleya; Lux, a quien habían rescatado de una isla distante; sus colegas de la Compañía Postal CH; la ciudad de Leidenschaftlich; su propio pasado; su ocupación actual; su nuevo nombre y el hombre que se lo había dado.
—Me pregunto si el Viejo se enojará…
Claudia Hodgins. El hombre que le dio todo lo que tenía ahora. Tenía muchas ganas de verlo. Mientras recordaba su voz y su cara, su pecho parecía a punto de reventar.
En la vida de Benedict, incluyendo su pasado, Hodgins había sido el único adulto que lo había proveído y protegido.
—Pudiste conocer al Presidente Hodgins porque estabas vivo. También puedes encontrar a tu hermana. Seguramente…. La gente como nosotros no es buena si no lo creemos, Benedict.
Tenía la fuerza suficiente para vivir solo, sin importar dónde.
—Hoy ha sido un día agotador, ¿verdad? Vamos a casa.
Sin embargo, el calor de tener un guardián cambió a Benedict, que solía odiar los vínculos por obligación. La Compañía Postal CH, a la que Violet dijo que volverían, ya se había convertido en su lugar de regreso.
Benedict miró al cielo. El Sol estaba saliendo. Detrás de él, la sombra en la que se había fundido la noche se reflejaba ahora en abundancia. El camino por delante estaba muy iluminado. Como el pasado y el presente.
—Hey, V —Mientras Violet preguntaba qué pasaba, murmuró mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su camisa—: Lo de que yo llorara es un secreto entre nosotros dos.
La escena de los dos mientras caminaban de la mano probablemente se parecía a la de los hermanos que se llevan muy bien.
***
—Ahora mismo, tu vida es todo lo que tienes, ¿no? La compraré.
Con esas palabras, el corazón del hombre empezó a hacer ruidos fuertes. Supuestamente estaba acostumbrado a cambiar su vida por dinero, pero parecía que iba a dejar de respirar cuando se lo pidieron cara a cara.
—¿Cuánto?
Al preguntárselo, el hombre estaba desconcertado.
—No sé.
Mientras respondía con seriedad, Hodgins se rió:
—Qué tonto, dale un precio alto.
—¿Por qué?
—Podrías dar una suma por la que no pueda pagar, así tendría que contratarte para el resto de mi vida.
Por un instante, no entendió lo que le dijeron y, al cabo de un momento, respondió:
—¡No quiero! ¿¡Qué estás diciendo!?
—Quiero decir, no tienes nada, ¿verdad?
—¡No sigas diciendo ‘nada’!
—Seríamos como una familia si estuviéramos juntos, incluso si no estuviéramos emparentados por sangre. Sólo dame un precio que no pueda pagar.
—¿Hah?
—Como dije, podríamos ser como una familia. Bueno, eso está bien. Y lo más importante, tu nombre.
—No, no, oye, definitivamente eres un bicho raro, ¿verdad?
—¡Ha venido a mí!
—¡Viejo! Es como si no estuvieras escuchando lo que digo, ¿no?
—Muy bien. Escúchame bien.
—¡Tú escucha bien!
Con una cara extremadamente alegre y un poco tímida, Hodgins dijo:
—Puede que sea un poco pretencioso. Ahora entiendo sus sentimientos. Ah, no, verás, son mis propios sentimientos, por así decirlo. Estoy poniendo en ello mi deseo de querer que un joven como tú sea así.
En ese momento, el único en el mundo que presenció el brillo de esos ojos azules fue Claudia Hodgins.
—Significa “bendecido”; ¿qué tal “Benedict”?
Sabía por primera vez la alegría de tener su vida bendecida por alguien en ese momento.
—Tomémoslo como el dios que administra la protección divina. Deja que ‘Blue’ sea tu apellido. El nombre que te diste tú y mi ‘Benedict’. Benedict Blue. Sí, es un buen nombre. Encantado de conocerte, Benedict.
Aun cuando se sentía herido al repetir sus recuerdos, era bendecido cada vez que alguien decía su nombre.
—Estú~pido.
Él no quería dejar ir esa bendición nunca más.
—Aah, Benedict y Pequeña Violet. Bienvenidos de regre…. ¡Oye, esto no está bien! ¿Qué pasó…? ¡Ustedes dos vengan aquí! Pequeña Lux, ¡el botiquín de primeros auxilios!
Aunque un poco larga, esta fue la historia de Benedict Blue.
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