Violet Evergarden Gaiden

Capítulo 3: Benedict Blue

Parte 1

 

 

Violet Evergarden Gaiden Capítulo 3 Parte 1

 

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Nos tomamos de las manos en la oscuridad. La única prueba de que estábamos vivos era la temperatura de nuestro cuerpo. Cada vez que decía que estaba asustada, yo le respondía: “Está bien”. Le decía “Tu Hermano Mayor hará algo al respecto”.

La que había afirmado mi existencia era mi hermana pequeña. Me las arreglé para obtener valor del hecho de que se podía confiar en mí. Que, sí, yo era un hermano mayor. Que no era buena sin mí, así que tenía que seguir viviendo.

Pero no me acordé. No lo sabía.

¿Alguien me había roto? ¿Me había roto yo solo? No lo sabía.

Aun así, ella definitivamente existió. Si la encontrara algún día, sabría que es ella. Aunque lo olvide, aunque no pudiera recordarla, la reconocería si la viera. Deseaba que lo mismo fuera válido para ella.

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Ese sentimiento de soledad se quedó dentro de mí como una hoguera.

 

El hecho de que los continentes dispersos alrededor del mundo fueran grandes o pequeños no suponía una diferencia particular para las personas que vivían en ellos. Cualquier lugar era igual si había humanos viviendo en él. Arar y crecer. Cosechar, construir y pintar. Crear y fallar. Esconderse, interactuar, destruir, morir de hambre, tener éxito. Deprimirse. Derramar lágrimas, coaccionar. Brillar, actuar inmoral. Arrepentirse, marcharse, adorar. Aclamar, reproducirse, lamentarse. Volverse holgazán. Sentirse nostálgico. Se quieren y se matan.

Y él también lo hará.

***

 

 

Cuando determinado continente puso fin de una vez por todas a una guerra que se había prolongado durante mucho tiempo, la “Guerra Continental”, las batallas continuaron en otro continente como si fuera algo natural. Sobre el tema de los oficios que tenían profundos vínculos con las llamadas “guerras”, estaban los mercenarios.

Aunque existían diferentes tipos de ellos, los mercenarios que deambulaban por ese continente eran en su mayoría guerreros libres que se unían a cualquier facción dependiendo de la paga. Se dirigirán al oriente hoy y al oeste mañana. No importaba si, por ejemplo, un compañero mercenario con el que habían bebido juntos se convertía en enemigo. Dependiendo del dinero, tampoco les importaba lo que le pasaba a la cabeza del señor cuyo favor se habían ganado, o a la aldea de la mujer con la que se habían acostado.

Y ahora mismo, un mercenario estaba siendo conducido a la muerte, que sin duda les llegaría a muchos otros.

—Hace demasiado frío.

Pelo rubio arenoso sacudido por el viento mezclado con polvo ceniciento. Un hombre con una apariencia que sería un desperdicio si se perdiera en un lugar así, se derrumbó de la forma en que había nacido. Su piel de marfil, con sus dorados pelos de punta, fue expuesta sin piedad a las amenazas naturales. El hombre gimió en medio de sus recuerdos nublados, preguntándose cómo demonios resultaron ser así las cosas.

–Hace tres días, estaba matando. Hace dos días, también mataba.

Recordó varias batallas en las que renunció a su cuerpo para unirse en un momento dado.

–Ayer…. así es, estaba en el bar de un pequeño pueblo de la calle bailando con mujeres, bebiendo….

El hombre podía entender más o menos lo que pasó. Extravagantemente malgastó la recompensa que recibió por sobrevivir al fuego de la guerra y pasó la noche con una mujer absurdamente hermosa, que se había dado cuenta de su espléndido festín. Su alojamiento y las bebidas que había consumido fueron arreglados por dicha mujer. Lo más probable es que le hubiera administrado algún tipo de droga.

—Me siento mal… oeh…

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El hecho de que le hubieran quitado todas sus pertenencias, que le hubieran arrebatado la recompensa que ganó a costa de su vida, y que lo dejaran a su suerte en un lugar así, sin que nadie se molestara en acabar con él, no podía llamarse otra cosa que mala suerte. Sólo que su cuerpo no estuviera atado era buena suerte, pero incluso si lo estuviera, no se habría movido. Parecía que no tenía en absoluto la energía para ponerse de pie.

—Algui… —intentó decir, pero cerró la boca.

–Aunque llame a alguien, no hay nadie alrededor. ¿Quién es “alguien” para mí?

El hombre no tenía camaradas ni familia que lo ayudaran en ese momento.

Eso era lo que significaba vivir como a uno se le antoja. Hacía su equipaje lo más ligero posible y simplemente avanzaba hacia donde le parecía conveniente. Si tuviera una suerte de grandioso objetivo, podría llevarle a buenos resultados. Una existencia poco entusiasta a veces se convertía en un obstáculo para las decisiones de la vida. Aquellos que no tenían nada podían ver un mundo mucho más amplio que aquellos que lo tenían todo. Sin embargo, no tener a nadie que se afligiera por ellos cuando se saboreaban esos últimos momentos era algo solitario.

Un dolor recorrió en algún lugar de las profundidades de su pecho, el lugar que se denomina “corazón”.

—No, no me estoy muriendo.

El dolor se extendió, pero el hombre no tenía el espíritu de alguien que percibiera obedientemente el destino como destino. Cerró los puños, exhortando a su cuerpo e intentando ponerse en pie de alguna manera.

—¡Como si fuera a morir…. como si fuera a morir, como si fuera a morir!

Quizás porque ese rugido era la última de las fuerzas que le quedaban, con la cabeza hacia abajo, el hombre volvió a caer sobre su espalda después de gritar. Enterrado por la arena, perdió el conocimiento. En sus circunstancias extremas, habría muerto allí. Sin embargo, hay cierto número de individuos amados por la Diosa de la Fortuna hasta el punto de distorsionar sus destinos. El hecho de que una motocicleta estuviera transitando por ese lugar sin camino y que se encontrara con un transeúnte de buen corazón que se detuvo al encontrarlo fue todo obra de la Diosa de la Fortuna.

***

 

 

El hombre volvió a abrir los ojos al cabo de unas horas.

—¿Quién… eres, en serio? —Debido a la sorpresa, pero también porque estaba sentado, su voz era ronca.

—Soy Hodgins, un veterano en medio de un viaje. Soy a quien le debes la vida por levantar tu trasero desnudo del desierto.

Era un hombre un poco rico, un hombre despreocupado que podía fácilmente unirse a los demás, extremadamente calculador y amante de las intrigas, que obtenía grandes ganancias en las apuestas de guerra y que tenía gran ventaja inicial. Era un empresario que se encontraba actualmente en medio de la creación de su negocio. Ese fue el primer encuentro del hombre con Hodgins, su salvador.

***

 

 

—¿Por qué me ayudaste, Viejo? —Su voz áspera resonó por todo el interior del establecimiento.

Los dos estaban en un restaurante con terraza abierta situado en el primer piso de una posada a la que el hombre se dirigía. Era demasiado tarde para desayunar y demasiado temprano para almorzar. El hombre era llamativo. Después de todo, no importa cómo se mire, estaba vestido con camisa y pantalones holgados y obviamente prestados.

—Ah, lo siento. Este chico es un poco maleducado. Sí, se calmará… ¿Hm? Espera un momento. ¿’Viejo’…? ¿Yo….? —Hodgins abrió bien los ojos y se acercó al hombre.

¿A eso va a reaccionar?

El joven y el hombre demasiado alegre eran una combinación inigualable dentro de la refinada posada. Era inevitable que las miradas de los clientes se concentraran en ellos de una manera natural, pero al oír un gruñido del joven, que decía:

—No somos un espectáculo —todo el mundo miró hacia otro lado—. Viejo, escúchame.

—No, no, más importante, ¿qué tal si aclaramos la cuestión de si parezco o no un viejo? Ya he pasado los veinte años, pero soy más joven que la gente de mi generación que está casada, mi estómago no sobresale todavía, y más que nada, soy un buen hombre, ¿verdad? ¿Realmente parezco un hombre viejo? ¿No un hermano mayor? ¿Qué tal si intentas pensarlo? Listo, en posición…

—¡VIE… JO!

Como si lo hubiera apuñalado en el corazón con sus palabras, Hodgins se agarró el pecho y gimió.

—¿Qué pasa… jovencito…? —Hasta su voz estaba acongojada.

—¿Por qué me ayudaste? Incluso me estás invitando a comer… ¿Qué hay después? Te digo que no tengo dinero.

Era verdad. Si al hombre le cobraran por una comida en ese lugar ahora, sería su fin.

En contraposición, Hodgins hizo un gesto con la mano hacia un costado.

—No, no estoy detrás de nada.

—¿Entonces quieres mi cuerpo?

—Tienes…. demasiada confianza en ti mismo. Bueno, cuando te vi por primera vez, tu cuerpo estaba enterrado en la arena y no podía ver nada más que tu cara… así que pensé que eras una chica bonita desnuda que se había desmayado —Después de mirar fugazmente al hombre, giró la cabeza en otra dirección, con ojos distantes—. Cuando te levanté en mis brazos, noté que tenías algo extra allí… pero aún estabas vivo, así que te traje de vuelta a la posada conmigo, toqué tu cuerpo ya que tenías hipotermia… y cuando me di cuenta, ya era de mañana. Sabía que no tenías dinero con sólo mirar. No tenías nada contigo.

Esta vez, el que tenía el pecho revuelto era el hombre.

—Lo siento mucho. Por…. no tener nada —Como el tono de su voz cambió bastante, quizás lo que fue tocado fue un punto muy doloroso.

—Joven, ¿por qué estabas dormido en ese lugar?

—¿“Por qué” preguntas…?

Aunque dudaba en hablar de su desgracia, habló de su situación de forma resumida. Hodgins escuchó seriamente al principio, pero desde la mitad, giró la cara hacia un lado y sus hombros temblaron como si estuviera reprimiendo la risa.

—¡Si quieres reírte, hazlo…!

—Eh, ¿puedo? ¡Jaja! ¡Jajajajajajaja! ¡¿Finalmente te habías ganado algo y lo perdiste todo?! ¡Eso es demasiado lamentable! Me duele el estómago… Ah, espera, espera. ¿Qué tal si no levantas esa silla? Vamos a calmarnos. Fue terrible, ¿verdad? Tú también tienes hambre, ¿verdad? Come, come, come. Hablando de eso, tampoco te pregunté tu nombre. Joven, ¿cómo te llamas?

Silencio.

—Oye, oye, no importa lo mal que te portes, al menos deberías dar tu nombre.

Enfurruñado, el hombre murmuró secamente:

—No tengo —Como estaban hechos de los colores del cielo veraniego y convertidos en una bola de cristal, sus notables ojos se nublaron, y volvió a hablar desafiante una vez más. Cruzando los brazos, apoyó los pies en la mesa —No tengo nombre. Puede que me hayan dado uno, pero no tengo ninguno. Llámame como quieras. Mi nombre de registro de cuando era mercenario era ‘Blue’. Como no sé mi nombre… escogí el color de mis ojos.

Hodgins mostró nerviosismo por primera vez delante del hombre, que se había convertido en una masa disgustada.

—“No tengo”… ¿Qué quieres decir?

—Amnesia. Mi memoria no tiene nada más que lo que pasó hace unos años. No sé dónde estaba, qué hacía, de dónde vengo o quién era antes de esto. Cuando desperté, estaba tumbado en la orilla de un río en las fronteras de este continente. En ese entonces, llevaba una armadura y una túnica…. Si no me hubiera recogido una gitana, habría muerto sin más.

Hodgins por fin se dio cuenta de que sus palabras fueron un error verbal.

—¿No recuerdas nada? ¿Ni una sola cosa?

Silencio.


—¿Hay algo que puedas hacer?

Eso podría ser lo suficientemente importante para el hombre como para hacer que titubeara incluso al ponerlo en palabras. Después de mostrar una expresión de vacilación, finalmente abrió la boca.

—Probablemente…. tenía una… hermanita —Su actitud era casi la de confesar un pecado—. Aun así, no la recuerdo. Sólo tengo el recuerdo de que existió, y no sé qué clase de persona era. Pero definitivamente estaba allí. Me acuerdo de eso.

Hodgins terminó agarrando su propia camisa en el área del pecho.

—Me uní a los gitanos por un tiempo, aprendiendo de ellos a cantar, bailar y demás. Luego, al final, cambié de trabajo a mercenario. Parecía que la lucha encajaba mejor con mi naturaleza. Mi apodo es “Chiflado Hambriento de Batallas”. Soy famoso en el mundo de los mercenarios —Al decirlo, el hombre se encogió de hombros—. Bueno, ese no es un nombre…

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No sabía quién era. ¿Qué tan preocupante era eso para él? El hombre no parecía tener una personalidad encomiable en absoluto, pero le preocupaba no tener un nombre.

—Hu~n…. ¿eso es todo? Así que, tú…. eras un mercenario, ¿no?

—Así es. ¿Es malo?

—No estoy diciendo que sea malo per se. Pero aun así, ¿no tienes dinero, ni nombre ni nada?





—No, no, no —La rabia del hombre hacia su propia vida estaba presente en las muchas clases de “no”—. ¿Quieres que te maten, viejo? Sólo lo digo, pero no tengo ningún sentido de obligación moral, así que si no me gusta alguien, no tengo problema en golpearle.

—Sí, eres así. Ni un “gracias”. Pero yo… no odio a los tipos poco sinceros como tú.

—¿Qué pasa con eso?

—Veras, también tengo una conocida… es una chica que se parece a ti… Aunque soy su tutor legal, la dejé con otras personas y me fui de viaje como si estuviera huyendo. Tengo la sensación de que no puedo dejarla sola.

–¿Alguien que se parece a mí?

¿Existe una persona así en el mundo?

—¿Qué clase de persona es?

Sin responder a la pregunta del hombre, Hodgins dio migajas de pan a una paloma que estaba a sus pies esperando que las sobras de su comida cayeran al suelo. Pensara lo que pensara, se quedó callado durante un rato y de repente se levantó de su  asiento, persiguiendo a la paloma. Las otras palomas no pudieron soportar su imponente acción, batiendo sus alas y huyendo hacia el cielo.

Su grito de enojo se superponía con la risa inocente de Hodgins y el sonido de las plumas de los pájaros.

Con la ciudad hacia la que habían volado las palomas a su espalda, Hodgins se dio la vuelta. Sus ojos parecían estar mirando al hombre, pero no lo estaban.

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—La más fuerte y la más débil del mundo.

Como era de esperar, Hodgins estaba sonriendo, pero sus ojos no se arquearon. Independientemente de si la persona a la que se refería era mala o buena, el aire a su alrededor transmitía el hecho de que ella era alguien importante.

El hombre frunció el ceño.

–¿Qué es eso…? ¿Un acertijo…?

Cada vez era menos capaz de entender al salvador que tenía delante.

—También tengo que ir y enfrentarla —Hodgins dijo que tenía treinta y tantos años, pero parecía más viejo que eso cuando hablaba de los “más fuertes y más débiles del mundo—. No puedo decirle…. que me cuesta mirarla a la cara cuando parece triste.

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Con los ojos entrecerrados, el hombre pensó:

–Este tipo… finge ser decente, pero algo le pasa.

Sintió un giro en el otro hombre que se estaba riendo. Este último habló mucho al principio, pero parecía estar dando rienda suelta a sus pensamientos en lugar de tener una conversación. ¿Acaso no tenía la carga de algún tipo de problema enorme? Y uno con el que realmente no podía hacer nada, ni más ni menos.

—Está decidido —Hodgins apuntó con el dedo índice al hombre y cerró con un chasquido uno de sus párpados—. Si no eres nada, ¿no me acompañarías?

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—¿Significa…. que vas a contratarme?

—Así es. Te falta demasiado de todo. Ven a mi negocio a ganar dinero. Necesitas dinero para buscar a tu hermana y vengarte de los tipos que te arrojaron desnudo al desierto, ¿no? A cambio, ¿puedes prestarme tu vida por un tiempo?

—¿Hah?

—Ahora mismo, sólo tienes tu vida, ¿no? La compraré.

Con esas palabras, el corazón del hombre empezó a hacer sonidos agitados. Supuestamente estaba acostumbrado a que su vida se comprara con dinero, pero cuando se le pidió cara a cara, sentía que su respiración se detendría.

—¿Cuánto es?

Al preguntárselo, el hombre se quedó sin respuesta.

***

 

 

Después, el hombre adquirió un nombre.

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“Benedict Blue”.

También se aseguró una profesión y un lugar para dormir. La Compañía Postal CH.

Tenía un salvador que le era muy querido. Claudia Hodgins.

También consiguió camaradas.

Había seguido un largo prólogo, pero esa era su historia.

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