Amagi Brilliant Park

Volumen 6

Capítulo 3: Fuera del Túnel

Parte 2

“¡Ohhhh! ¡Te extrañé, Setsuko-saaan! ¡Déjame ver esos pechos!” El oni tosco, con colmillos, devorador de hombres cargó, las lágrimas corrían por su rostro, hacia Isuzu. Más precisamente, hacia los senos de Isuzu.

Isuzu disparó su arma. “Guh…” El anciano oni cayó.

“Sabía que comenzaría así, fumo…” Moffle asintió.

“Ya me arrepiento”, susurró Seiya.

“¿Por qué debe ser él, de todas las personas?” Preguntó Isuzu, con voz temblorosa, las manos agarrando su mosquete humeante.

“No lo descartes demasiado rápido…” Seiya le aconsejó. “Él exorcizó a Bando Biino, después de todo”. Habían invitado al viejo oni, Obiza, una vez antes a inspeccionar un medio tiempo poseído por un espíritu maligno, y de hecho había logrado exorcizarla. Tenía un defecto (un defecto terrible) que perdió la cabeza cuando vio los senos grandes, pero su talento seguía siendo formidable.

“Nosotros fuimos los que hicimos el trabajo pesado allí, fumo…” gruñó Moffle.

“Solo espero que no tengamos que sufrir otra prueba…” Isuzu suspiró.

Obiza se sentó malhumorado. “¿Qué pasa con ustedes?”, Se quejó. “¿Llamas a un anciano todo este camino, y esta es la bienvenida que le das?”

“¡Cállate! Nos sentimos mal por eso hasta que comenzaste a actuar de esa manera”, le dijo Seiya. “¿Por qué no piensas en tus propias acciones por una vez?”

“¡Bueno, estoy ocupado!”, Dijo Obiza, tratando de defenderse. “¡Estaba haciendo una repetición de la serie SRWα!”

“¿Por qué ahora?”

“También estoy jugando a Z, por supuesto”, continuó el oni, “¡ya que tiene FMP! en eso.”

“Entonces no puedes estar muy ocupado, ¿verdad?”

“¡Cállate! ¡El punto es que no puedes llamar a un hombre aquí y luego tratarlo así! ¡Muestra un poco de aprecio y luego dame las bragas de esa chica! ”

“¡Ugh, solo síguenos!” Ignorando sus quejas, Seiya guio a Obiza al Castillo de Maple. Obiza parecía gruñón al respecto, pero aparentemente estaba dispuesto a hacer lo que le dijeron.

“Recordarás que les expliqué la situación en mi correo electrónico”, comenzó Seiya. “Queremos que le hagas un examen físico a Latifah”.

“Ah, entonces es más de eso, ¿eh?” La expresión de Obiza de repente se volvió seria. Era extraño decir algo sobre un ogro literal, pero de hecho parecía pensativo y reflexivo. “He estado pensando en esa princesa tuya por un tiempo, ahora. La maldición de la hambruna animus… He estado revisando viejos textos día y noche, pero no pude encontrar mucho en el camino de los precedentes”.

Pensé que estabas jugando Super Robot Wars, pensó Seiya, pero opté por no decirlo en voz alta. “No pudiste encontrar mucho, dijiste. ¿Eso significa que encontraste algo?”

“Bueno, algo así…” Obiza admitió. “Encontré un registro de una princesa con una maldición similar de hace varios siglos, en un reino mágico que ahora está muerto y desaparecido. Pero no tenía muchos detalles… Nada sobre cómo eliminar la maldición, o incluso si la princesa alguna vez se curó”.

“Hmm…”

“Sin nada en los viejos textos para continuar, tendré que ir con algunas conjeturas educadas. Me parece probable que la hambruna animus y el restablecimiento del crecimiento y los recuerdos estén estrechamente entrelazados”, continuó Obiza. “Como eres mortal, explicaré lo que quiero decir: para los residentes del reino mágico como nosotros, animus es como el combustible con el que corremos. Pero hay más que eso”.

“¿Qué quieres decir?” Seiya preguntó.

“También es el poder a través del cual ganamos experiencia, maduramos y nos elevamos a planos superiores de existencia. Animus nos permite crecer y, con el tiempo, envejecer”.

“Supongo que eso tiene sentido… Pero, ¿qué quieres decir con elevarte a planos superiores de existencia?” Seiya lanzó una mirada dudosa a Obiza, y luego a Moffle. Era difícil creer que estuvieran en un plano de existencia más alto que las niñas (supuestamente “niños”) como Latifah e Isuzu.

“¡Seiya!”, Objetó Moffle furiosamente. “¿Estabas dudando de que estoy en un plano superior de existencia, fumo?”

“Apuesto a que sí”.

“¡Moffu! ¡Cómo te atreves a trivializar mis experiencias! ¡Eres solo un niño, fumo! ¡Puff, fumo!”

“¡El lenguaje de la canaleta no está ayudando a su caso!”, Respondió Seiya.

“M-Moffu…”

Ese viejo, Obiza, también es un idiota, reflexionó Seiya. Si él fuera un espíritu o un hada o lo que sea en un plano superior de existencia, ¿por qué diría cosas como “déjame apretar tus pechos” y “dame tus bragas”?

“Joven, esa es una forma superficial de ver las cosas”, se defendió Obiza. “Hay un significado más profundo para todo lo que digo”.

“Me resulta muy difícil de creer”, dijo Seiya a cambio.

“Oh, ¿en serio?” Obiza levantó una ceja. “¿Qué pasa si digo que en el antiguo idioma del Imperio Schubert,” déjame apretarte las tetas “significa” paz esté en tu alma “?”

“¡Diría que mentiste!”

“Y tendrías razón”, se rió Obiza. “De todos modos, lo compararía más con… la forma en que, a medida que tu gente envejece, se cansan de ser conscientes de cada pequeña cosa y comienzan a contar chistes sucios solo para irritar a los jóvenes. ”

“No entiendo”, se quejó Seiya,

“Ahh, sí, fumo. Entiendo exactamente lo que quieres decir”, dijo Moffle con exagerada sabiduría.

“Así es”, dijo el oni. “Te cansas de proyectar una seriedad importante todo el tiempo”.

“Moffu”, Moffle estuvo de acuerdo. “Y dejas de pretender ser más inteligente de lo que eres”.

Moffle y Obiza parecían haber alcanzado algún tipo de entendimiento mutuo. Seiya todavía tenía solo dieciséis años y no tenía un marco de referencia para nada de eso, por lo que todo le parecía una tontería. Miró a Isuzu con curiosidad, pero ella estaba parada allí, desplomada.

“Ah, bien, lo que sea”, dijo finalmente. “Supongamos que usted y Moffle son hadas en un plano superior de existencia, o lo que sea. Estás diciendo que el crecimiento está siendo bloqueado en el caso de Latifah, ¿verdad?”

“Correcto”, confirmó Obiza. “La hambruna animus está obstaculizando su crecimiento”.

“Incluso los médicos de Maple Land pudieron inferir eso”, interrumpió Isuzu. “Eso no explica por qué su mente y su cuerpo se reinician todos los años a fines de marzo, ¿verdad? Ni por qué está sucediendo ahora, en julio… ”

“En efecto. Entonces es hora de hacer la pregunta: ¿por qué a fines de marzo? ”

“Moffu. Bueno… porque la maldición se aplicó a finales de marzo, fumo”.

“Hmm. Y se restablece después de un año. ¿Pero quién decidió eso?”

“El mago que le maldijo, fumo”.

“¿Cómo lo sabes?”, Preguntó Obiza. “¿Puedes estar seguro de que fue el mago quien decidió que la maldición la restablecería todos los años en el aniversario?”

“M-Moffu… Bueno, ahora que lo mencionas…” Moffle se sumió en sus pensamientos.

Toda la charla de magia y maldiciones fue un poco más allá de la comprensión de Seiya. Quizás notando su confusión, Isuzu explicó: “Seiya- kun. Podrías comparar un hechizo con un programa de computadora; Una maldición es como un virus. Su activación depende de ciertas condiciones o plazos”.

“Ahh…” Eso tenía sentido. La “maldición de reinicio” de Latifah se había activado a fines de marzo de cada año durante más de diez años; se comportaba, en cierto modo, como un virus sensible al tiempo, así que eso es lo que los médicos de Maple Land (en la analogía, los programadores) habían decidido que debía ser. Pero Obiza estaba planteando dudas: ¿el virus realmente dependía del tiempo?

“Han sido las mismas condiciones restableciéndola durante los últimos diez años, ¿verdad?”, Preguntó Obiza. “Entonces, tal vez este año fue otra condición que lo desencadenó. ¿Alguna idea de lo que podría ser?”

“Hmm…” El murmullo de Seiya no fue porque lo estaba pensando; fue porque la pregunta del viejo había dado en el blanco. De hecho, tenía una idea. “¿Yo?”

Isuzu asintió vacilante. “Normalmente diría que piensas demasiado bien de ti mismo… Pero estoy de acuerdo. El parque ha cambiado mucho desde su llegada; No sería una sorpresa saber que su presencia ha afectado las cosas. ¿Qué le parece, Lord Moffle?”

“Moffu. A mí me parece bien”, acordó Moffle, de mala gana. “Es un camino lento que AmaBri ha recorrido estos últimos diez años, fumo. Casi no hay cambios, solo un declive gradual… Entonces Seiya llega y le da esta gran sacudida de vida, fumo”.

“Ya veo”. Obiza asintió con el ceño fruncido. “Eso es un comienzo, para estar seguro”.

“¿En serio?” Preguntó Seiya.

“Ahora, no te hagas ilusiones”, les advirtió el viejo oni. “Nunca he lidiado con una condición como esta antes, tampoco…”

“Médico…”

“Sin embargo, no te deprimas demasiado. Haré todo lo que pueda. Mi orgullo está montado en eso, y la princesa es una buena chica. ¡Dios no puede haberla abandonado! ¿Verdad?” Las palabras inusitadamente amables de Obiza parecían quitarle peso a Isuzu, Moffle e incluso a Seiya.

En silencio, lo llevaron al jardín de la azotea. Trajeron a Latifah para que se lo presentaran.

“Ah… Doctor… Debo disculparme por tomarme este tiempo de tu ajetreado día… pero te agradezco por venir a verme”. Latifah parecía estar muy nerviosa. Eso era comprensible; Obiza también era una extraña para ella, ahora.

“Sí”, dijo Obiza, sacando su estetoscopio. “Entonces, primero, vamos a quitarnos esas bragas”.

Seiya le dio una patada en el costado, Moffle golpeó una pata contra él e Isuzu le disparó varias veces.

“¡Viejo bastardo!” Bramó Seiya.

“Sabía que lo diría, fumo. ¡Sabía que lo diría, fumo! ”

“No sé por qué pensé, por un minuto, que realmente podría ser una persona decente…”, dijo Isuzu con odio a sí misma mientras se alejaba de Obiza, que yacía allí temblando sobre las losas.

“Por el amor de…” Seiya gimió. “Latifah, ¡no lo tomes en serio! ¡Mantén tus bragas puestas!”

“¡¿Q-Qué?! Ah, perdóname…” Latifah, que había estado alcanzando el borde de su falda, se enderezó abruptamente en estado de shock. Parecía aterrorizada y su actitud era terriblemente formal.

En su mente, Seiya acababa de advertirle como solía hacerlo; pero para Latifah, Seiya era efectivamente un extraño en este momento. “Um… lo siento”, le dijo, luchando por explicarse. “Es solo que… así es como solíamos hablar…”

“S-Sí, ya veo… Er… por supuesto, entonces”, dijo Latifah en tono de disculpa, a pesar de que Seiya sabía que él estaba equivocado.

“De todos modos… bueno, el viejo, quiero decir, el médico, sabe lo que está haciendo, creo. Dejaremos a Sento aquí para vigilarlo, así que deja que te haga un chequeo completo”.

“… Por supuesto”. Aun así, recordó, Latifah tampoco conocía bien a Sento en este momento. Le llamó la atención la necesidad de abrazar a la ansiosa y temblorosa niña. Luchando contra el impulso, Seiya ayudó a Obiza a levantarse. “Muy bien, doctor. Contamos con usted”.

“Ah bien.”

“Y no se quite las bragas”, ordenó Seiya.

“Bueno, lo intentaré”, se quejó Obiza.

Demasiado molesto para seguir discutiendo, Seiya se dio la vuelta en silencio y le dijo a Moffle: “Vámonos”.

“Moffu”.