Amagi Brilliant Park

Volumen 6

Capítulo 2: El Día Libre de Seiya

Parte 5

 

 

Él usó su magia. Esta fue la quinta vez. [¿De qué está hablando? ¿Sabe él sobre la oferta de Qatar? ¿O Marina y Takuya? Qatar no sería tan malo… pero, ¡dime que no se enteró de Takuya!]

Seiya olvidó el aspecto del hombre. Recordaba haber conocido a un hombre llamado Hojo Ichiro, pero el recuerdo de su apariencia había desaparecido de su memoria. Una sensación de desorientación lo asaltó, ya que de repente se encontró hablando con un anciano que nunca había visto antes. Sintió que se estaba volviendo loco. Una sensación de vértigo lo invadió, pero Seiya apretó los dientes y se dijo a sí mismo: El viejo frente a ti debe ser Hojo Ichiro. No puedes estar seguro, pero tiene que ser él. Consigue un agarre. ¡Clava a este chico a la pared!

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Lo más importante era lo que acababa de aprender de sus pensamientos. ¿Una oferta de Qatar? Probablemente fue de su tiempo como funcionario del gobierno… Eso fue probablemente hace mucho tiempo, así que lo dejó a un lado. Eran esos nombres, Marina y Takuya, lo que le interesaba. Especialmente Takuya… Ese era el nombre de un hombre, y parecía ser alguien que le importaba mucho. ¿Una amante y un niño amoroso, tal vez?

“Lo sé… todo tipo de cosas”. Seiya dudaba en seguir usando su magia, así que decidió cambiar a preguntas principales. “Debe ser muy duro para ti tener a Takuya-san ahí afuera. Hmm… Kazuki-kun. ¿Tu nieto lo sabe?”

“¡Maldita seas! ¡Eso es suficiente!” Finalmente, Hojo explotó de rabia. Parecía que incluso podría acusar a Seiya con el palo de golf. Su grito se extendió por todo el campo de prácticas, haciendo que los otros golfistas se detuvieran en medio de sus golpes. Al darse cuenta de que todos lo estaban mirando, Hojo bajó su garrote, temblando. “… ¿Qué deseas? ¿Has venido aquí para amenazarme?”

“¿Amenazarte?” La cabeza de Seiya le dolía. Estaba tan harto de recurrir a tácticas sucias, pero no sintió reparos en romper a este viejo.

¿Cuánto sufrimiento le causaron las acciones de este hombre? ¿Cuánto sufrimiento había causado a la gente del parque? En este momento, Moffle y los demás estarían en medio de su espectáculo nocturno. Pasaron todos los días y todas las noches actuando. Incluso cuando estaban exhaustos, sonrieron e hicieron todo lo posible para entretener a los invitados. Y aquí estaba este hombre, jugando una tranquila ronda de golf. No merecía piedad.

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Sí, terminemos esto aquí y ahora, decidió Seiya. “Sí”, le dijo a Hojo, “te estoy amenazando”.

“Cómo te atreves…”

“Retira la condición de los tres millones”, dijo Seiya con frialdad.

“No seas ridículo”.

“Si no lo haces, revelaré todo. Lo pondré todo ahí afuera, en el momento que más le hará daño: sobre la consultoría, sobre Qatar, sobre Takuya- san”.

“……” Hojo estaba estupefacto.

“Diré esto una vez más: Retirar la condición de tres millones de personas”.

“¡No puedo!”, Chilló el viejo. “¡No es tan simple! Necesitaríamos cambiar el acuerdo con Malmart y…”

“No, creo que es así de simple”, Seiya le dijo con frialdad. “Hazlo”. Hojo no pudo ocultar lo sacudido que estaba ahora. Echó un vistazo a los otros golfistas, que habían vuelto a sus prácticas.

¿Es hora de comenzar a jugar con su compasión? Seiya se preguntó. ¿Sabes lo desesperada que está la gente de AmaBri? ¿Entiendes lo duro que están trabajando? ¿Te das cuenta de la alegría que traen a sus invitados? ¡Eres el único que puede salvarlos!

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Pero antes de que Seiya pudiera hacer la venta difícil, Hojo comenzó a hablar, en ataques y arranques. “Primero… ¿te importa si yo… hago una llamada?”

“¿A quién?”

“Er… a Kurayama-san… Esta discreción… no es solo mía”.

¿Es ese el hombre a cargo de Cosmic Studios? él se preguntó. Seiya no sabía qué tipo de hombre era, o la naturaleza de su acuerdo, pero Hojo probablemente lo llamaría en el momento en que Seiya dejara el curso, de cualquier manera. Sería mejor, entonces, dejarlos hablar donde él pudiera verlo. “Adelante”, le dijo a Hojo. “Solo mantenlo corto, por favor.”

“M-Muy bien…” Hojo sacó su teléfono y marcó. Mientras sonaba, seguía lanzando miradas en dirección a Seiya. Era como si percibiera a Seiya como un monstruo.

Adelante, piensa todo el tiempo que quieras, pensó Seiya. Pero no te dejaré escapar. Si intentas algo conmigo, seguiré usando mi magia. Lo usaré tantas veces como sea necesario y hundiré mis dientes en tu cuello…

“Ah… Kurayama-san. ¿Estás libre? …Sí. Sí. Me he encontrado con… un poco de problemas… Sí. … Er, se trata del… acuerdo de tierras… y la condición de asistencia de tres millones. No estoy seguro de que podamos seguir con esto ahora… ¿er?” Hojo frunció el ceño. “Ah, ya veo. Estoy con un chico llamado Kanie-kun… ¿Sí? Ah… ¿que? Y… ¿eso es todo lo que tengo que decir? Yo… ya veo”. Hojo se quitó el teléfono de la oreja y miró a Seiya incómodo.

“¿Qué pasa?”

“Ah… bueno… Él quiere que transmita un mensaje… aunque no sé qué significa exactamente…”

“¿Un mensaje?”

Hojo procedió, débil y vacilante, “Ah… dijo…” debe haber sido difícil gatear a lo largo de la cerca en el estadio “…”

El mensaje causó que el mundo alrededor de Seiya se volviera negro. ¿Estadio? ¿Arrastrándose a lo largo de la cerca? Sabía exactamente lo que significaba. Hace tres meses en el estadio Kajinomoto, había arreglado las placas de circuito para provocar un incendio. Fue un acto altamente ilegal que había tomado para prolongar la vida del parque. Nadie había resultado herido, pero aún era incendio provocado. Fue un delito grave.

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Para poder ingresar al estadio para que esto ocurra, Seiya tuvo que pasar una hora arrastrándose a través de una cerca de ocho metros de altura. Probablemente a eso se refería “Kurayama”, y lo estaba haciendo de una manera que dejó a Hojo en la oscuridad.


El mensaje, entonces, era claro. Si no quieres que le cuente las noticias sobre el incendio provocado, despídete de Hojo, decía.

“……” Seiya le tendió la mano a Hojo.

“¿Qué sucede?”, Preguntó el viejo.

“Su teléfono. Dámelo a mí”. Él medio arrebató el teléfono. Haciendo un gesto para quedarse donde estaba, Seiya se alejó del viejo. “¿Quién eres?” Tuvo una idea, pero preguntó de todos modos.


“Bien bien. Ha pasado un tiempo, Kanie Seiya-kun “,” Kurayama “respondió por teléfono. La voz era diferente, pero él sabía ese tono ligeramente burlón.

“¿Kurisu?”

“Correcto. ¿Y cómo has estado?”

“Deja el acto”, Seiya le dijo rotundamente. “¿Qué demonios es esto?”





“Jajaja. Pensé que esto podría suceder, ya ves… así que le dije que si algún miembro del personal de AmaBri comenzara a hacer demandas irrazonables, que debería llamarme de inmediato”.

Por supuesto. Qué bien preparado de su parte. Sabía de antemano que Seiya trataría de amenazar a Hojo.

“Es fácil imaginar de qué estabas hablando con el viejo”, dijo Kurisu amablemente. “Bueno… es una buena oportunidad, entonces, ¿por qué no hablamos, tú y yo?”

“Bien. ¿Dónde estás ahora? ”Seiya estaba de humor para correr allí de inmediato.

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“Ah, no esta noche,” declinó Kurisu.

“¿Qué?” Seiya estaba sorprendido.

“Tengo algunos planes para esta noche. ¿Qué tal mañana? Sí… quizás el puente de Amagi, a las nueve de la noche”.

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“Bien”, acordó Seiya en breve. “Adiós”. El otro hombre colgó.

Hojo lo miró con miedo, a un “niño” como él. Seiya casi le dijo que creciera un par.

“¿Y?” Preguntó Hojo nerviosamente. “¿Que dijo él?”

“Olvídalo todo”. Seiya le arrojó el teléfono a Hojo. El viejo se apresuró a atraparlo, lo jugó un poco, pero al final lo dejó caer al suelo.

“Disculpe,” dijo Seiya, luego se fue.

Seiya no durmió mucho esa noche. Viajó al parque a la mañana siguiente, pero Isuzu no estaba en la oficina. Estaba a punto de llamarla para confirmar algunos detalles del trabajo, pero antes de que pudiera, ella lo llamó.

“Sento”, dijo por teléfono. “¿Dónde estás ahora?”

“Castillo de Maple. Estoy con Su Alteza”. Su voz era tensa; eso solo fue suficiente para preocupar a Seiya.

“¿Qué pasa?”

“Bueno… algo extraño ha sucedido”, respondió ella.

¿Qué?” Exigió él. “Dime”.

“La… La memoria de la princesa tiene…”

“¿Qué?”

“Por favor, ven pronto.” Isuzu colgó.

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No era necesario que Seiya se lo dijera dos veces; corrió al castillo de arce. Cuando entró en la habitación de Latifah, la encontró sentada en su silla de salón habitual, Isuzu a su lado. Todo parecía estar bien de un vistazo.

“¿Latifah?”, Preguntó con cautela.

Un escalofrío la atravesó y luego habló. “Isuzu-san. Ah… ¿sería Kanie Seiya-sama?

“…Sí.”

Seiya estaba estupefacto. Quizás notando su reacción, Latifah continuó disculpándose. “Perdóname, Kanie-sama. Me han dicho que has hecho mucho por el parque y por mí. Pero mi memoria… ah… parece haberse ido…”

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