86 [Eighty Six]

Volumen 3

Capítulo 8: Atravesando el Campo de Batalla

Parte 7

 

 

El sol se elevaba desde el horizonte oriental detrás de ellos, pasaba por los cielos del sur y se dirigía hacia el occidente. Los Reginleifs los seguían mientras corrían por la pradera.

El ejército del Reino Unido había atascado a las fuerzas principales de la Legión, mientras que los ejércitos conjuntos de la Federación y la Alianza Wald se dirigían hacia el sur por la Ruta ‘Flor del Paraíso’, que parecía haber desviado la atención de la Legión. El grupo había logrado evitar el combate debido a la habilidad de Shinn, y desde esa primera batalla, no se habían encontrado con ningún enemigo y se movían rápidamente dentro del territorio enemigo.

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Estaban en el medio del campo de batalla, siendo extrañamente capaces de viajar sin problemas, y cambiar el paisaje donde se encontraban en la pantalla óptica que mostraba el territorio controlado por la Legión, capturando la atención de Frederica varias veces.

En medio del bosque, había un campo había flores azules que bailaban creciendo entre ellas. La luz del sol brillaba a través de las hojas gruesas, y el verde brillante de las hojas delgadas luchaba por la luz del sol brillante junto con estas flores.

Había una ciudad devorada por la vegetación, y los arbustos que crecían libremente habían agrietado las aceras de piedra, los árboles en los rincones devoraban los autos abandonados, las señales de tránsito y las estatuas de santas doncellas, mientras las muchas capas de enredaderas derribaban las casas. Las delicadas flores relucían en el otoño, sobre estos objetos oxidados.

Había un pueblo abandonado con casas hechas de ladrillos de color pastel, tal vez debido a la tierra que tenía, lo cual resultó en lo que parecía ser un país sacado de un cuento de hadas. Lo que ahora eran grandes arbustos solía ser un campo de trigo, y el espantapájaros se desvanecía allí, esperando que cierta persona regresara, o al menos eso parecía.

Al medio día, se detuvieron en la iglesia en el centro de la ciudad y miraron asombrados la catedral gótica vertical. Los vitrales alcanzaban el techo y brillaban bajo la luz del sol transparente, lanzando colores y bendiciones sin límite sobre el santuario vacío donde ya nadie rezaba.

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El sol ya había abandonado su posición del mediodía, no había bosques ni ciudades para cubrirse el resto de su camino. Sabían de los peligros, pero se dirigieron por el lago.

La vasta superficie del lago reflejaba un castillo abandonado a la distancia, y el claro color azul profundo de los cielos formaba un contraste con las enormes flores rojas que cubrían una gran torre blanca. Los vendavales retumbaban a través de las hendiduras erosionadas, y la sombra solitaria de un pájaro negro agitó sus alas tristemente. Desde lejos, se podían ver sus plumas cayendo mientras se lanzaba a los cielos, elevándose por encima del viento frío en los cielos.

Era sereno y hermoso.

Frederica comenzaba a comprender lentamente por qué los 86 pensaban muy poco en la supervivencia de la Federación, la supervivencia de la Humanidad, o incluso de la de ellos mismos y de sus compañeros.

Si las personas fueran forzadas a salir a las calles, vivirían en el campo de batalla, y vivió dentro de tales escenarios.

Sabrían que el mundo era hermoso.

No había necesidad de que la humanidad existiera, porque el mundo permanecía tranquilo y hermoso.

No había lugar en este mundo donde la Humanidad tuviera que estar. Este mundo no necesitaba a los humanos para empezar.

No había consuelo

No importaba donde estuvieran, ni con quien estuvieran… se aplicaba de igual manera para todos

El sol finalmente cayó más allá del horizonte.

Las últimas luces de este día hicieron que el atardecer sin nubes se pareciera a un fuego abrasador, formando una larga sombra sobre la vasta pradera. Las montañas distantes formaron bordes negros por los cielos del sur, y en este mundo con la atmósfera teñida de escarlata, los Reginleifs arrastraban sus largas sombras negras a medida que avanzaban a través del mar de hierba.

Al otro lado de la luz carmesí, había una luz dorada deslumbrante, y en la dirección opuesta, había sombras oscuras que revoloteaban en el viento. Frederica lo observó y habló.

Era como un mar

Venía y disminuía como la marea, aunque era una metáfora común.

“… ¿Habíais visto el mar?”

Nadie respondió a sus palabras que no eran ni una pregunta ni un monólogo, incluyendo a Raiden, que estaba en la misma unidad que ella.

“Pues yo no, y nunca había visto tales escenas… hay muchas que no conozco ¿Qué hay de vosotros?”

Los ojos rojos miraban fijamente las pantallas ópticas, estrechándose estremeciéndose, anhelando algo.

“A mí me gustaría ir a la playa. Quería visitar lo que ellos llamaban playa y pasear por la costa en algún lugar del sur como se ve en la foto de la luna de miel de Ernst, con mucha gente allí… seguramente sería divertido.”

La federación no tenía mares.

Había un lugar que bordeaba el mar durante la era del Imperio, pero estaba en el norte, y era un puerto militar. El único lugar donde se podía disfrutar de la playa era la costa sur de su vecino, la República de San Magnolia, o países más al sur de la Alianza, que eran inaccesibles ya que eran obstaculizados por la Legión.

Un poco más tarde, Krena habló.

“El mar… sí, nunca antes había podido verlo”

“Nadie tuvo la oportunidad de abandonar el área de residencia. Desde los Campos de Concentración esta podría ser la primera vez que llegamos a un lugar tan lejano. Creo que lo vi una vez cuando estaba en un helicóptero de transporte que se movía entre las áreas de batalla, pero pensándolo de nuevo, supongo eso no era un mar.”

“Nunca fui al mar, pero había un gran lago cerca al lugar donde solía jugar… cierto, tal vez fueron momentos divertidos. Había algunas personas que iban allí solo para jugar”

“Creo que hubo una actividad de este tipo durante la escuela primaria. Pero la guerra comenzó antes de que pudiera asistir… así que nunca llegué a verlo”

Alguien dejó escapar una risa inmadura en el Para-RAID

“El mar, eh… me gustaría darle un vistazo. Vayamos allí una vez que la guerra haya terminado.”

“En ese caso, quiero ir a las islas del sur, con arrecifes de coral y palmas con coco. Oh, y también con playas blancas”.

“A mi me gustaría ir a ver los mares helados del Norte. Además, escuché que se podía caminar sobre ellos cuando las temperaturas son realmente bajas. Podría ser divertido ir allí.”

“Bueno, podríamos darle un vistazo al mar de estrellas. Kujo quería organizar para un evento para observar la luna, pero nunca pudo hacerlo. Preparemos uno en otra ocasión”

Fueron cautelosos a medida que avanzaban, pero no se veían enemigos por ningún lado, ni siquiera a distancia. Poco después, todos empezaron a charlar, calmando la tensión con una conversación informal.

Había uno de ellos que nunca participó en su charla y, a pesar de que todos lo sabían, nunca lo mencionaron.

La noche siguiente, llegaron a las ruinas de lo que parecía ser una metrópolis y eligieron acampar en un centro de exposiciones de aspecto refinado.

Habiendo viajado todo el día, les hicieron mantenimiento de los Reginleifs antes de que el sol bajara por completo, y cuando el sol se había puesto por completo, habían terminado de cenar, y después de eso, solo tenían que dormir.

El cuartel suplía las necesidades mínimas, pero dormir en el suelo o en el concreto era inadecuado, ya que se perdería calor corporal. Si no tenían suficiente descanso, les afectaría durante las batallas del día siguiente.

Así que Raiden y los demás acomodaron las camas plegables almacenadas en el contenedor de Fido, se cubrieron con mantas y pronto se quedaron dormidos.

No era cómodo en lo más mínimo, pero los 86 estaban acostumbrados a entornos tan toscos. No era raro que pasaran la noche solo con mantas en los cuarteles de la Zona 86.

Pero para Frederica, que nunca había dormido en ningún otro lugar que no fuera una cómoda cama con colchón, fue un poco arduo.

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Mientras se acostaba en la densa oscuridad, Frederica no se sentía somnolienta a pesar de cerrar sus ojos carmesí, y finalmente se rindió cuando los abrió.

Se retorció y se acurrucó fuera de su manta, dejando atrás el artilugio de tuberías y capas que no podían considerarse una cama, y se puso sus pequeñas botas militares.

Que la cama fuera pequeña significaba que el aire frío la alcanzaría directamente, y había insectos que nunca había visto arrastrándose audazmente en el piso de concreto a un lado, molestándola. Haber pasado la última mitad del año durmiendo con su osito de peluche favorito a su lado y ahora no tenerlo la dejaba algo inquieta.

El centro de exposiciones tenía un techo en el que sus columnas conducían al centro de este, un vasto pasillo y salas de varios tamaños. En este punto, el lienzo del techo estaba rasgado, mientras las estrellas deslumbrantes brillaban en la habitación. En lo más profundo del campo de batalla desconocido para Frederica no había luces artificiales, sino oscuridad. Más allá del otro extremo del corredor estaban las extremidades dobladas del Reginleif, y las siluetas de las personas que estaban durmiendo a su lado

Bajo las estrellas que formaban un contraste claro y brillante con la noche se encontraba Shinn, el primer encargado en vigilar durante la noche, y levantó la cabeza.

“¿No puedes dormir?”

No vigilaba por la Legión, sino por animales salvajes.

Los animales salvajes habían sido aislados del espacio vital que le correspondía a la humanidad desde hace más de diez años, naciendo en lo profundo del Área Controlada, y por tanto nunca les temieron como resultado. Ellos huían de la Legión, la cual era más despiadada que los humanos en asesinar indiscriminadamente entre humanos y animales, y por lo tanto, no se acercarían fácilmente a cosas con metal y el olor a pólvora. Sin embargo, era prudente serlo de parte de los 86. Se decía que pasaron las noches de este mismo modo cuando atravesaban el área controlada, sin poder encender fogatas.

Ya que los turnos duraban unas pocas horas, Shinn tomó el primer turno, probablemente porque Raiden y los demás estaban preocupados por él. Shinn podía escuchar las voces de Legión incluso dormido, y esta responsabilidad no podía ser reemplazada. Todos querían dormir un poco más.

“Sí, disculpadme por no dormir, incluso cuando no se me asignó patrullar. No siento ganas de dormir…”

Frederica recibió una taza de café instantáneo de Shinn y se sentó en la cama sencilla donde Shinn estaba sentado. El café instantáneo y el combustible sólido que podía hervir en una olla de agua eran elementos básicos de las raciones militares. El café caliente había sido hecho usando agua caliente de la cena, y estaba muy dulce, ya que se le añadía mucha azúcar para reponer los montones de calorías perdidas en batalla.

A Shinn no le gustaban las cosas dulces, y seguía bebiendo de la taza con disgusto.

“Siento que en lugar de tener a personas patrullando con rifles, simplemente deberíais de hacer que Fido vigile.”

“Pii”

“… Fido, estar activo solo hará que pierdas energía. ¿No te dije que permanecieras en modo de espera hasta que te llamemos mañana?”

“Pii”

“… Bueno. Haz lo que quieras.”

El sensor óptico parpadeó, como si asintiera. Aparentemente tenía intenciones de acompañar a Shinn, y solo entraba en modo de espera una vez que él terminaba su turno. Shinn vio que lo acompañaba como un fiel y obstinado sirviente, así que suspiró con resignación. Frederica se empezó a reir entre dientes… solo para fruncir el ceño después.

Mientras estaban en el campo de batalla, ella sentía que los 86, incluyendo a Shinn, eran muy propensos a tener siempre sus unidades a su lado.

Las cuatro siluetas estaban todas dormidas, apoyadas en sus Reginleifs. Shinn estaba bajo las estrellas, apoyado en el Undertaker, y apoyó su hombro en el rifle de asalto destinado a fines de defensa. Como un niño pequeño que abrazaba un osito para dormir, parecía como si le temiera a la oscuridad y no pudiera dormir sin él.

Estaban atrapados entre el ejército de la Legión y su tierra natal que los había oprimido y desterrado. Vivieron en el campo de batalla, sin saber del mañana, y tuvieron que encontrar su camino bordeando obstáculos mientras se enfrentaban con la inminente muerte.

Quizás, a diferencia de sus apariencias, eran inmaduros en algún lugar de su mente…

“…Qué”

“Nada.”

Se podría decir que Frederica era igual a ellos. Al evitar los ojos rojos similares a los suyos, observó el cielo estrellado.

A diferencia del invierno, cuando las estrellas brillaban claramente debido al frío aire, las brillantes estrellas de otoño permanecieron apagadas mientras parpadeaban silenciosamente. Las numerosas estrellas que manchaban el planeta deslumbrándolo. El calor de los pastizales durante el día se había desvanecido sin dejar rastro, y la dulce fragancia de las flores se esparcía en la oscuridad estrellada.

La noche estaba llena de estrellas fugaces, y la fragancia de flores en la oscuridad.

Para Frederica, era una escena hermosa, pero despiadada.

El asombroso cielo estrellado y la oscuridad llena de fragancia de flores sucedían debido a que nadie vivía aquí. Si hubiera gente viviendo aquí, las débiles luces estrelladas y la fragancia se desvanecerían débilmente entre las luces y el bullicio de la ciudad.

Era como un arenoso desierto descolorido. Esta escena de desesperación ante ella era lo mismo que un páramo contaminado debido a ciertos desastres, reducido a una ruina inhabitable.

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Un terreno árido.

Miró hacia un lado, y en un rincón oscuro del espacio, podía ver vagamente a una viejo conejito de felpa abandonado que yacía allí desamparado.

“¿Esta es la escena…”

Quizás los robots construidos para ser la encarnación de la masacre y la destrucción no tenían más remedio que ser destruidos.

Aquellos que murieron quedaron atrapados en su interior, y solían ser humanos.

“… que tanto anhelaba la Legión?”

Las palabras de Frederica parecían ser un monólogo más que una pregunta, pero Shinn pensó un poco y sacudió la cabeza.

“Es difícil de decir”

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Shinn solo podía deducir las últimas voces de los muertos, y solo podía deducir de allí lo que pensaban antes de quedar atrapados dentro de la Legión.

Los lamentos de los fantasmas mecánicos entraron en sus oídos, todos pidiendo regresar.

“… Tal vez no anhelaba nada.”

Eran armas, herramientas destinadas a ser usadas por personas para sus deseos personales.

“Esos tipos son fantasmas. No importa si los muertos en combate fueron tomados o no. La muerte… nunca anhela nada para empezar.”

“¿Cómo lo sabes?”

“… Pienso de igual modo.”

Él casi fue asesinado, solo para escapar del borde de la muerte Seguramente algún lugar dentro de él permanecía muerto.

Desde esa noche, nunca tuvo esperanzas. Después de matar a su hermano, no tenía nada.

No tenía nada que quisiera hacer, ni un lugar al que quisiera ir.

Nunca pensó en el futuro.

Miró a un lado, sin mirar a los ojos rojos que lo miraban fijamente.

Comenzó a darse cuenta de que no estaba haciendo nada, excepto huir.

“El mar,”

Shinn nació en la capital de la República, Liberté et Égalité, y nunca dio un paso hasta que lo llevaron al campo de concentración. Nunca vio el mar ni los paisajes tomados por la Legión.

”No pienso en mirarlo, ni en nada que realmente quiera hacer, o a donde quisiera ir. Realmente no me interesa… pero por la noche, me parece raro que no pueda pensar en algo que quisiera hacer, ni siquiera algo tan mínimo.”

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No podía pensar en ningún deseo trivial sin importancia, del que pudiera hablar de inmediato, sin importar cuán insignificante fuese.

A fines del otoño del año anterior, fueron en la dirección opuesta, avanzaron por el Área Controlada y se divertían mucho… sí, recordó que debería estar feliz. Presenció muchos escenarios naturales que desconocía, vio culturas extranjeras mientras recorrieron ciudades y aldeas. Se detuvieron en muchos lugares, u optaron por no quedarse. Cada vez, podían decidir y avanzar libremente, era la primera vez que tenían completa libertad. Shinn recordó que en ese entonces él era igual que sus compañeros, solo disfrutando el momento.

Porque pensaba que era cuestión de tiempo hasta que llegara el final.

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Porque sintió que un día llegaría al final de su viaje. Pensó que no podría regresar a ninguna parte, y sin que nadie más lo supiera, moriría en la batalla con el ataúd de aluminio defectuoso como su lecho de muerte.

Pero de alguna manera, fue salvado por su hermano y rescatado por la Federación. Inesperadamente siguió viviendo, y lo que apareció ante él era un largo futuro en el que nunca había pensado. Para él, quien no debería estar vivo para empezar, el futuro era en verdad demasiado largo y el objetivo demasiado lejano.

La libertad que obtuvo era inesperadamente un desierto para él. No tenía familia ni tierra natal, y ningún objetivo que lo guiara. Este vacío excesivamente enorme… lo aterrorizaba.

Debería suceder lo mismo con sus compañeros, pero en medio del vacío, ellos encontraron algunos pequeños deseos.

No tener deseos era lo mismo que no vivir.

No esperar nada era lo mismo que no desear vivir.

Al parecer, solo era él quien no había estado viviendo adecuadamente

“No soy tu caballero”

Shinn repitió las palabras que dijo hace un mes y medio, cuando se decidió la estrategia, y suspiró.

“Lo sé… pero lo siento, he estado usando a tu Caballero como una excusa”

Una excusa para volver al campo de batalla, ya que no tenía ningún objetivo.

“El hecho es que quiero seguir adelante hasta el final, pero mi hermano ya no es mi objetivo. Ahora mismo, creo que necesito un nuevo objetivo para reemplazar el antiguo.”

Hmph, entonces Frederica resopló

“Supongo que eso no es todo”

“¿…?”

“Necesitas saber que te os estáis mirando al espejo de la manera incorrecta. No tienes una personalidad cruel, a diferencia de cómo crees. Podrías haber dicho simplemente ‘no es mi problema’, pero no sois capaz de no extender la mano, incluso cuando no te piden ayuda, y mucho menos si se trata de un fantasma… sois un dios de la muerte que amas a todos por igual.”

Murmuró, con su mirada observando hacia lo lejos, y no este lugar

“Al menos… respondiste a mí, y así sois capaz de liberar a Kiri.”

Sus ojos estaban fijos en el caballero que se lamentaba en la oscuridad de la noche.

“Deseo liberar a esa persona atrapada en lo profundo del campo de batalla, llorando con esa triste mirada… espero liberarme de ver ese trágico destino repetidamente ¿Qué hay de ti?”

“…No”

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Todo lo que Shinn esperaba hacer era enterrar las voces que se lamentaban en lo profundo del campo de batalla.

Ni una sola vez pensó en deshacerse de ellos.

“Yo también,”

En ese momento, Frederica sonrió con una expresión al borde de las lágrimas.

“es solo que me asusta perder a Kiri.”

Temía perderlo.

Temía que…

“Ya que no soy una niña que quiera la Federación. Este país se ha transformado en una República, y ya que soy una niña que trajo las calamidades, el solo hecho de vivir significa que soy una chispa que genera malestar… mi ausencia es lo mejor para cualquier persona.”

La Federación había pasado de una dictadura a un país republicano, pero los antiguos nobles que acumularon mucha autoridad permanecieron en el poder. A pesar de haber llegado a la Federación por no más de un año, Shinn percibió esto a pesar de que no conocer más que el ejército. Los Nobles de varias tribus ocupaban la mayoría de los rangos superiores, los colores Onyx y Piropo en particular, ocupaban al menos la mitad de los rangos generales.

Si aquellos ambiciosos que esperaban derrocar al país supieran que la Reina sigue con vida…

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“Pero siento que tengo que seguir viviendo, para que un día, pueda matar a mi Caballero. Una vez que Kiri… muera, ya no tendré ninguna excusa. Eso es… lo que temo.”

“…”

Aun así.

Había la necesidad de enterrarlo y redimirse para que pudiera seguir adelante.

“… Tú temes ahora y no estáis dispuesto a seguir adelante, porque tratas de ver tu futuro correcto en la dirección que conlleva a muchas dificultades. No es una cosa de que lamentarse, y en este corto período, deberíais pensar en vuestros compañeros como pilares del apoyo. Los compañeros… son personas que permanecen juntas y se protegen entre sí.”

“… Raiden dijo eso también”

De repente un frío pensamiento entró en el pecho de él.

Incluso si la situación permanecía de ese modo.

El seguirá siendo nuestro dios de la muerte.

 

86 Volumen 3 Capítulo 8 Parte 7 Novela Ligera

 

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Sí, aquellos que lo llamaban así sin duda algún día…

“Así que reacciona antes que yo… ¿no crees?”

“¿…?”

“…No es nada”

Las palabras ambiguas se disiparon en la oscuridad de la noche.

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