86 [Eighty Six]

Volumen 3

Capítulo 6: Allá

Parte 6

Se les pidió que empacaran sus pertenencias personales, ya que la posibilidad de supervivencia para esta operación seguía siendo extremadamente baja. Sin embargo, a diferencia de la última vez, Shinn tenía pocas pertenencias para empezar.

Y de ese modo, Shinn tocó la puerta de la habitación con la única pertenencia que debía devolver.

“Frederica”

“La puerta está abierta”.

Empujó a un lado la delgada puerta de madera contrachapada, y encontró varios muebles alineados en esta estrecha habitación. Frederica estaba sentada en la pequeña cama, colocando un muñeco debajo de su barbilla y abrazándola con sus manos mientras se giraba a un lado.

“Sobre vuestra operación”.

Dijo sin mirar a Shinn, y este último levantó una ceja.

“La aceptásteis, ¿verdad? Esa imprudente operación de asalto especial sin retorno.”

“Pensé que quité el dispositivo RAID… lo viste, ¿verdad?”

La operación militar era clasificada. No se permitía ninguna forma de comunicación en la sala de reuniones, incluidos los dispositivos RAID.

Especialmente para esta operación, si la noticia se filtraba, habría una gran posibilidad de caos y disturbios. Si la Legión tuviera que interceptar y analizar este plan, todo el trabajo arduo que se hizo sería en vano.

Pero Frederica, quien podía ver el pasado y el presente de una persona, pudo ver el mapa estratégico en la pantalla holográfica. No era difícil deducir lo que implicaba la operación.

“Entonces no tengo que agregar nada más… apresuraos a regresar a la capital ahora. Una vez que comienza la preparación para la operación, la línea de transporte no tendrá tiempo de regresaros.”

“… Una mascota es más un seguro que un soldado. No hay lugar al que volver. Tú lo sabes.”

Las mascotas solo serían un obstáculo en el campo de batalla, sin embargo, no estaba permitido enviarlas a las líneas traseras.

Eran seguros para sersiorarse de que los soldados no abandonaran el campo de batalla, como si fueran sus propias hijas o hermanas pequeñas.

Los problemas de cada uno variaban mucho.

Algunos eran huérfanos sin hogar. Algunas eran niños vendidos por sus padres para que hubiera una boca menos que alimentar. Algunas eran niños campesinas arrojados al cuartel en lugar de los niños aristocráticos, todo por el bien de mostrar lealtad al país.

No se les permitía salir de las líneas del frente, de modo que los soldados no abandonarían la base que podría explotar en cualquier momento. Incluso si se fueran, no tenían dónde regresar.

El deber de una mascota se mantenía hasta los 12 años como máximo. Después de eso, todos ellos terminaban asistiendo a la escuela primaria, y más tarde, se unían al ejército.

No tenían a dónde regresar, y crecían cerca al campo de batalla. En definitiva, no podían abandonarlo.

Sí, hasta entonces.

“Podéis volver ahora, ¿verdad? ¿Tienes tiempo para preocuparte por los demás?”

“Tal vez es posible usar la autoridad de ese tonto… pero ¿por qué me pides que regrese? ¿No eras tú quien dijo que la forma de vivir de uno no puede ser decidida por otros?”

“También dije que no había necesidad de involucrarse con la muerte de otros”.

Shinn había visto a su familia irse al campo de batalla para siempre, vio estallar unidades amigas en la pantalla principal de su “Juggernaut”, se le suplicó que matara a sus propios compañeros e incluso tuvo compañeros que se suicidaron tras escuchar los lamentos de los Muertos a través del Para-RAID… de ser posible sería mejor no presenciar algo así.

Era probable que para la próxima operación, más de la mitad de los combatientes murieran.

Sería una escena sacada del mismo infierno, no era algo que Frederica debiera ver, quien podía observar el presente de los vivos.

“Normalmente no se permitiría esta operación, pero estamos en una grave desventaja. Una cosa es que repelan nuestro asalto, pero si contraatacan, los frentes podrían caer, y esta base podría no seguir en pie.”

Si eso sucedía, la base, e incluso la capital, estarían condenadas. Shinn sin embargo no lo dijo. Si eso sucedía, sería inútil correr de todos modos. No quería que esa pequeña pizca de esperanza le fuera destruida.

“Recuerdo su voz… cuando peleaba en la primera área, cuatro personas estallaron debido a él. No necesito que me digas dónde está.”

Kino, Chise, Toma y Cloto. Esos eran los nombres de los cuatro compañeros que lucharon en el último campo de batalla del Área 86, solo para terminar explotando por un cañón distante en un abrir y cerrar de ojos.

“¿¡Entonces no está todo al revés!? ¡Soy yo quien está relacionada con Kiriya, soy yo quien debería estar en el campo de batalla, y vosotros deberíais de ser quienes regresan en lugar de eso!”

Frederica inmediatamente corrió a su lado, tirando firmemente de su ropa y gritando. El muñeco en sus manos se cayó de la cama. Era el oso de peluche hecho a mano que él le había comprado, solo porque ella dijo que lo quería. No era para nada lindo, y Shinn no tenía idea del porqué le gustó.

“Como Grethe y yo os hemos dicho, no deberías de luchar. Como tu habilidad puede indicar la ubicación del enemigo, debéis estar en la línea de fondo, ayudando al ejército a observar los movimientos de la Legión. Vosotros finalmente, lográsteis escapar del campo de batalla de la muerte en el área 86, así que ¿por qué desperdician sus vidas en una operación tan imprudente?”

“Puedes ver a tu Caballero, pero no podemos interponernos si no puedes ver otros enemigos. Simplemente seremos eliminados.”

“¡Pero…!”

“… Entonces, ¿por qué estás tienes tantas ansias de hacernos retroceder?” Sus ojos rojos de color sangre se ensancharon tímidamente.

No debido a que Eugene hubiera muerto, y no debido a que ella se hubiera dado cuenta de que la gente moriría algún día.

Pensando en ello, Frederica inicialmente dijo que si desean volver al campo de batalla, ella esperaba que mataran el alma de su Caballero y no lucharan contra él.

“Querías que matáramos a tu caballero, ¿verdad? Necesitamos eliminar al Morpho incluso si todo el ejército de la Federación es destruido en ello, pero ¿por qué reducir las posibilidades de éxito de la operación…? ¿Realmente no esperas que sea destruido, verdad?”

“…”

Por un momento, el miedo apareció claramente en los ojos de Frederica. Shinn la miró y suspiró. Era tal como había pensado.

“… Esa es una razón más para que regreses. Olvídate de todo. No quieres terminar como nosotros, ¿verdad?”

“¿¡Ti-Teneís derecho a decirme eso a mí!?”

Frederica gritó, intentando todo lo posible para empujarlo.

En su juventud, el cuerpo de Shinn había madurado completamente, y había luchado en el campo de batalla durante mucho tiempo. Había una gran diferencia en el físico y el peso en comparación con Frederica, la cual no logró empujar a Shinn, y dio unos cuantos pasos atrás antes de recuperar el equilibrio.

“¿Una vez buscásteis el alma de tu hermano muerto, con el objetivo de matarlo, y ahora me dices que no busque el alma de mi Caballero? ¿¡Por qué!? ¿Por qué decir que no puedo hacerlo…? Probablemente entiendes que no tienes ningún objetivo, ningún lugar al que volver, y luchas con tu poco de orgullo. Ese es el tipo de alma lamentable en la que te convertirás. ¿¡Queréis terminar así!?”

Apuntó su delicada mano hacia el noroeste.

Estaba señalando correctamente dónde estaba su Caballero, y Shinn, habiendo escuchado eso último, lo sabía.

Sin embargo, la voz sola no pudo determinar cómo se veía en este punto.

“… No soy tu caballero.”

──Ella es igual de grande que yo.

──¿En que sentido?

Shinn una vez tuvo esa conversación con Raiden. Pensándolo bien, en verdad, Frederica era diferente a él.

Sin importar los sacrificios realizados, sin importar lo que fuera desechado, Shinn no tenía más remedio que seguir adelante.

Uno solo se podía avanzar pagando sus deudas.

Y su hermano no era alguien a quien pudiera renunciar fácilmente.

“Es  asunto  tuyo  pensar  en  mí  como  si  yo  fuera  él…  pero  no  pongas  tus arrepentimientos y tu culpa en mí.”

“¡… Sois un tonto!”

Frederica finalmente tuvo suficiente, y gritó de rabia. La aguda voz de la chica hizo eco en la pequeña habitación.

“¡Te digo que no vayas! ¡Como he dicho, deberíais de acatar, tonto!”

Apretó sus pequeños puños, pisando el suelo como un niño pequeño y gritando. Sus ojos rojos se llenaron de lágrimas de inmediato mientras miraban a Shinn.

“Te arrepentiste de no haberle dicho eso a tu hermano, ¿verdad? Esperabas que no se fuera, pero no lo hiciste, y tu hermano fue y murió allí. Eso te ha dejado con pesar todo este tiempo. Entonces, ¿por qué hacéis lo mismo que tu hermano? ¿Qué es lo que tu hermano te hizo, cual es el sufrimiento que te causó, y por qué estás haciendo lo mismo?”

El pequeño cuerpo gritó desde el fondo de su corazón, y Frederica se quedó sin aliento. Inhalaba mucho, y las lágrimas corrían por su mejilla. En ese momento, las lágrimas cayeron como emociones reprimidas atravesando una represa.

“… Frederica”

“No te vayas.”

Una voz débil y delicada sonó

“De ninguna manera deseo perder a otro hermano otra vez… de ninguna manera quiero que mueras como lo hizo Kiri.”

“…”

“La muerte de otro hermano mayor en el campo de batalla es algo que no deseo.

No, no deseo que muera otra persona… no te vayas”