86 [Eighty Six]

Volumen 3

Capítulo 6: Allá

Parte 5

Una vez que se anunció la operación de asalto en la sala de reuniones, el ambiente en cada escuadrón fue pesado, triste y tenso.

Los objetivos en sí mismos eran demenciales y casi imposibles de lograr para empezar. Todas las fuerzas solo podían darlo todo para cumplir esta misión.

Si no destruían el arma táctica con rango de tiro de 400 km, los tres países, incluida la Federación, o incluso la Humanidad en su conjunto, podrían ser eliminados.

El frente occidental lanzaría un asalto a gran escala y avanzaría 100 km.

Y entre los elegidos para liderar el asalto estaban los jóvenes soldados 86.

El mapa estratégico que se mostraba en la pantalla holográfica de la sala de reuniones seguía siendo frío y cruel.

Dentro de la tensa sala de reuniones se encontraban el escuadrón Experimental 1028, y el Escuadrón Nordlicht a su cargo.

Eran las fuerzas especiales que se enviarían al área más profunda del campo de batalla. De todo el ejército occidental, las posibilidades de su supervivencia seguían siendo las más escasas.

Una vez que se terminó, Grethe salió de la sala de reuniones, seguida por los otros oficiales de informes. El equipo de mantenimiento y el equipo de investigación hablaron un poco tras salir, y los pilotos Wargus se quedaron donde estaban, con una expresión rígida en la cara.

Antes de dejar a los cinco 86 en la sala de reuniones, el sargento mayor Bernault volvió.

“Líder.”

El viejo sargento, que a menudo actuaba como ayudante de Shinn, ya no hablaba como un subordinado, sino como un adulto mayor tratando de persuadir a un niño desobediente.

“Estamos agradecidos de que no nos dejes atrás… a pesar de que somos Wargus, siendo capaces de matar sin dudar, no somos tan despiadados como para ver morir a mocosos de casi las mismas edades a los hijos de nuestros parientes sin ninguna razón… Si cambias de opinión y quieres que vayamos solos, simplemente da la orden”.

“…”

Nadie respondió. Bernault no dijo nada más cuando salió de la sala de reuniones.

Raiden soltó un largo suspiro y se recostó con fuerza sobre el resistente respaldo. Levantó la vista hacia el techo, deslizándose hacia abajo.

“… Bueno, dada la magnitud de esta operación, será genial si solo ellos pudieran ir”..

“Todo el ejército atraerá a la Legión, y nos abriremos paso durante este tiempo, entraremos unos pocos cientos de clicks y encontraremos una manera de destruir al Morpho.”

“Y solo podemos regresar una vez que las fuerzas principales logren llegar. Ni siquiera sabemos si podrán lograrlo.”

“Bueno, eso depende de si sobrevivimos. Estaremos rodeados de enemigos y sin apoyo. Ciertamente no es muy diferente de como era en la República.”

Pero a pesar de que se quejaban, estaban haciendo muecas. Ya lo habían anticipado. Y lo habían aceptado.

De hecho, no había otra manera.

Si no lo eliminaran, serían eliminados. La unidad enemiga estaba en el corazón del territorio enemigo, y no había una forma segura de destruirlo. Para vivir, tenían que correr este riesgo, incluso si se sacrificaba más de la mitad del ejército.

Era la misma situación que en el campo de batalla de los 86 en la República.

Nunca hubo una simple batalla.

Nunca hubo garantía de que pudieran sobrevivir a una batalla.

Como siempre.

La única diferencia era que esta vez, ellos mismos optaron por regresar al campo de batalla.

Ellos eligieron este camino.

Ellos, los 86, eran los únicos que entendían el sufrimiento por el que pasaron para llegar tan lejos, y esa era una razón más para que no rendirse.

Pero incluso después de saber esto, Shinn habló.

“La teniente coronel dijo que no tenemos que participar. “

“¿Está bromeando? Eso no nos diferenciaría de esos cerdos blancos.”

Se quejó Seo, y entendió algo mientras se reía.

“… Oye, Shinn, discutiste con la Coronel, ¿verdad? Todos somos iguales.”

Durante la sesión informativa, Grethe nunca miró a Shinn a los ojos. Seo sabía que Grethe odiaba la idea de sacrificar a soldados jóvenes y se dio cuenta de que podría haberse producido una pelea.

Aquellos ojos esmeralda bajaron repentinamente.

“Pero bueno, nos enviarán al lugar más peligroso porque somos 86. Será un poco.. solitario.”

La Federación ciertamente no era un mal país.

Por lo menos, era mucho mejor que la República.

Sin embargo, ese país los volvió peones para que fuesen sacrificados primero, y era un sentimiento triste que sentían.

“…Supongo que sí.”

¿Por qué seguían peleando? ¿Qué protegían tras luchar?

Esa pregunta era una suposición de que la gente luchaba para proteger algo. Para los 86, que ya no tenían nada, regresar al campo de batalla era algo que la Federación no podía aceptar.

No tenían una ciudad natal a la cual regresar, ni familias a las que proteger, y si no podían encontrar consuelo al final de su viaje, el campo de batalla seguiría siendo el único refugio para ellos.

No estaban dispuestos a ser criados como mascotas por la compasión.

Monstruos

Este podría ser el término más apropiado para ellos.

Vivían en el campo de batalla, luchando hasta los últimos momentos de sus vidas.

Seguramente esta no era la vida normal de un humano.

Pero aun así…

Seo subconscientemente apretó los puños.

No nos queda más que nuestra dignidad, seguir luchando.

***

“──Debido a las razones antes mencionadas, El escuadrón Nordlicht, y los cinco 86 se han elegido para destruir al Morpho.”

La capital de la Federación, St. Yedder estaba ubicada a una gran altura, y el atardecer del verano era más lento, manchando la oficina de la residencia presidencial oficial con un color carmesí brillante.

Los ojos de Ernst estaban sobre una pantalla holográfica en una pared, y el Jefe de Estado Mayor del Ejército Occidental seguía con cara sombría.

“Es un orden legal, y parte de mi autoridad como Jefe de Estado Mayor del Ejército Occidental. Son chicos protegidos por usted, señor Presidente, pero no se les dará ningún trato preferencial ya que se enlistaron por si mismos. No tiene la autoridad para anular mis órdenes.”

“Entendido. Ya estaba preparado para esto cuando acepté el deseo de ellos de servir al ejército… no tendría sentido que los soldados de la Federación murieran mientras yo protejo a mis hijos.”

Quizás el Jefe de Estado Mayor sintió algo de culpa por el tono plano de Ernst.

El teniente general continuó apresuradamente con un tono urgente.

“Creo que este es el material perfecto para hacer campaña. Los jóvenes salvados del país inhumano se ofrecieron voluntariamente para el escuadrón más peligroso que involucra la supervivencia de su nuevo país por lealtad a este… esta conmovedora historia ganará fácilmente el favor de la gente. Una vez que se informe de esto, aumentará la cantidad de voluntarios, junto con su popularidad, señor presidente.”

“No involucres a la política en esto, Teniente General. No te conviene.”

Ernst se limitó a suspirar ante la cara cuadrada y sombría del hombre con la disposición de un antiguo guerrero.

Y luego, le preguntó.

“… Teniente general, ¿esta es la ‘desinfección’ de la que hablabas hace un año?”

Por un momento.

Hubo silencio.

“Cuando estaban protegidos, algunos generales, incluido usted, expresaron este punto. Los jovenes que escaparon del área controlada por la “Legión” podrían durar algo de tiempo. Es imposible que alguien sobreviva mientras cruza el área controlada por “Legión”, y podrían estar infectados con algo. Usted dijo que era más seguro ejecutarlos, por la seguridad de la gente de la Federación.”

Cinco jóvenes soldados, ninguno mayor de edad, apenas lograron escapar de las garras demoníacas de los “cazadores de cabezas”. La mayoría de los comandantes del ejército y la gente en el cuartel general de la División que los albergaba sentían lástima por sus dificultades.

Aquellos drones suicidas también habían sido tomados por la Federación junto con ellos. Mostraban una actitud excesivamente cautelosa, y las cicatrices que habían acumulado probaban el testimonio de que fueron oprimidos por su propio país.

Sin embargo, existía la posibilidad de que todo fuera un engaño.

También existía la posibilidad de que la República los hubiera enviado como personal por ciertas razones.

La “Legión” tenía una prohibición de no usar armas biológicas, y fueron revisadas y aisladas de manera estricta y regular. Sin embargo, nadie podía probar que estuvieran infectados por armas biológicas, o que ellos mismos no eran armas biológicas.

Nadie podía asegurar que estuvieran completamente ‘limpios’.

Si fueran compatriotas, se podrían tomar algunos riesgos, pero en última instancia, eran extranjeros. La Federación no tenía el deber de protegerlos.

Algunos generales habían insistido fuertemente para que fueran ejecutados por si acaso.

Pero Ernst rechazó esta idea, afirmando que la Federación no debería estar haciendo esto si quería ser un país justo. El resto de los generales estuvieron de acuerdo.

“No digo que fue una sugerencia cruel. La diferencia con ellos no siempre tiene que ser la malicia. A veces, puede ser hasta la amabilidad. Algunas cosas sin importancia pueden ser desechadas para proteger cosas importantes. No es mala esta forma de pensar.”

No importa qué tan inhumano sea el resultado, no importa lo lejos que uno pueda desviarse de ser humano para hacer algo.

La noción de proteger a los seres queridos siempre sigue siendo humana.

“Sin embargo, como persona, es un error promulgar la violencia para ejercer su voluntad sin establecer la razón y la lógica detrás de ella. Si bien puede haber un acuerdo, algunos pueden actuar discretamente utilizando la seguridad del país como una excusa… ahora seguramente, no haría eso, ¿verdad?”

“Por supuesto que no.”

Por alguna razón, hubo un retraso en la respuesta.

“Sin embargo, le ruego que vuelva a considerarlo una vez más. No son niños lamentables, sino monstruos temidos por muchos. ¿Nuestro querido país realmente está dispuesto a aceptar a esas personas? ¿Esta es la dirección hacia la cual nuestra Federación debería estar progresando?”

Al escuchar el consejo nacido de la amargura, Ernst simplemente se echó a reír.

“Por supuesto, general.”

Al menos, Ernst sabía que el teniente general no era un loco que haría todo lo posible por asesinar a niños.

Y sabiendo eso, respondió sin dudarlo.

“Ese es el ideal que debo tener en el país que dirijo. Además, yo…”

Durante los diez años, había mantenido más de la mitad del apoyo de la gente.

“Soy quien representa la voluntad de todos los ciudadanos de la Federación.”

Dignidad.

Pureza.

Y Justicia.

El teniente general se quedó sin aliento, pues el presidente que había manifestado sus ideales ante él se parecía un poco a un feroz dragón de fuego que arrojaba sus llamas.