Tate no Yuusha no Nariagari (NL)
Volumen 16
Prólogo: El Funeral
“A todas aquellas almas valientes que dieron sus vidas en la gran batalla… les rendimos homenaje.”
En frente del castillo en la tierra donde el Fénix había estado sellado, un gran funeral de estado estaba siendo efectuado. Los fallecidos a causa de la lucha estaban siendo sepultados con bombos y platillos. Muchos de mis aldeanos también habían sido asesinados. Había comenzado pensando que simplemente estaba criándolos como peones para usarlos en batalla… pero ahora quería que todos hubieran salido con vida.
Incluso estaba considerando no enviar a ninguno más de ellos a las batallas contra las olas. Si la alternativa era pasar por esto, varias veces más, nunca más sería capaz de volver a enviar a alguien a la batalla.
Yo estaba de pie en silencio frente del ataúd de Atla. Por supuesto, estaba vacío. Raphtalia se unió a mí, colocando gentilmente algunas flores dentro de él. Fohl también hizo lo mismo, sin decir palabra alguna. Por alguna razón, Basura también estaba colocando algunas flores.
Su expresión era triste, y no nos dijo nada a mí o a Fohl.
Aunque lo entendía.
Cuando me había retirado de la línea frontal con Atla en mis brazos, había visto a Basura de pie en frente de la tienda médica. ¡Él no había sido capaz de hacer nada en esa ocasión! ¿¡Entonces qué estaba haciendo aquí ahora!?
Descargarme con Basura no serviría de nada, solo más ira sin sentido. No era como si yo hubiera sido capaz de hacer algo por Atla.
También había sido confirmado que Basura no fue el responsable de su muerte. Numerosos testimonios lo ubicaban junto a la reina en el momento que ese terrible destello atravesó al Fénix. Sin mencionar que Basura en primer lugar no tenía ninguna razón para matarla, y en esa posición él habría quedado atrapado en la posterior explosión sin la protección de Atla.
“Voy a seguir luchando. Luchando contra las olas.” Fohl miró hacia mí e hizo esta declaración. “Si huyo ahora, podría terminar en más muertes dentro de los esclavos de la aldea.” Muy acorde a lo que esperaría de Fohl.
“Bien. Bien por ti,” respondí. Si yo estuviera en su lugar, probablemente habría tomado la misma decisión—seguir luchando contra las olas, por el bien de todos, y por Atla.
“Ustedes…” Kiel también puso algunas flores dentro del ataúd de Atla mientras lloraba. “¡Yo también voy a luchar!”
“No creo que—” comencé a decir.
“¡Nos lo has advertido muchas veces!” Con Raph-chan sobre sus hombros, los ojos de Kiel evidenciaban su determinación mientras me interrumpía. “¡Que podríamos morir en esta lucha, que esto no es un juego, pero aun así hemos elegido luchar! ¡Incluso si ahora nos dices que es demasiado peligroso, ninguno de nosotros va a cambiar de opinión!”
“¡Rafu!” agregó Raph-chan para hacer énfasis.
“Tal parece que ellos ya se han decidido,” continuó Fohl. “Todos los habitantes de la aldea han decidido seguirte… Nii-san, y luchar. No puedes detenerlos ahora. Acepta esa responsabilidad.”
“Muy bien,” logré responder. Aun así, no quería que nadie más tuviera que morir. Cada vez que recordaba a Atla, mi corazón gritaba del dolor. ¿Qué podía hacer por todos ellos para facilitarlo? Nunca antes había tenido tal pensamiento, nunca.
Raphtalia todavía estaba de pie en silencio en frente del ataúd de Atla.
Atla había dicho que Raphtalia estaba enamorada de mí. Tenía que admitirlo, en ocasiones, me había preguntado si ese era el caso. Pero simplemente había escogido no pensar en eso, simplemente forzándome a considerarla una chica que ponía el deber ante todo lo demás. Eso de seguro había sido parte de ello… para evitar sentir ese miedo que venía de mi desconfianza de las mujeres.
Atla también había hablado acerca de cómo cualquiera de nosotros podría estar muerto el día de mañana.
En ese caso, por el bien de evitar futuros arrepentimientos, ¿no debería al menos responder a aquellos que decían preocuparse por mí? ¿Al final que había hecho yo por Atla? Curarla de su enfermedad, tal vez, ¿pero algo más aparte de eso? De seguro pude haberla hecho mucho más feliz…
Los arrepentimientos llenaban mi mente y no me dejaban en paz.
Después del funeral, hablé con la reina.
“Si bien sufrimos pérdidas importantes, Iwatani-sama, tiene mi más sincera gratitud por derrotar al Fénix,” declaró ella de forma solemne.
“Suficientes formalidades. ¿Ya encontraron a quien interfirió?” Mi enfoque era claro.
“Lamentablemente no. Todavía no tenemos ninguna pista sólida sobre el culpable,” admitió la reina.
“¿Qué hay de los héroes de las siete estrellas?” la presioné. “Ellos me parecen los más sospechosos.”
“Realmente lo siento mucho,” respondió la reina. Tratar de dejar de lado la tristeza solo estaba alimentando mi furia hacia quien sea que haya hecho esto. Esa se sentía como la única forma de evitar que la tristeza me volviera loco.
“¡No eres de ayuda!” estallé. ¡Ahora sí que estaba enojado! Sabía que la reina no tenía la culpa, pero simplemente no podía mantener un buen estado de ánimo.
“Ese ciertamente es un asunto importante, pero me estaba preguntando qué piensa acerca del siguiente de los animales benevolentes,” dijo la reina.
“Lo siento, ¿lo que pienso acerca de qué?” respondí distraídamente. La reina dejó salir un “vaya” de preocupación ante mi pregunta.
“¿No ha escuchado nada al respecto de los otros héroes?” preguntó ella. Procedí a revisar el tiempo restante en el reloj de arena azul en la esquina de mi visión.
Parecía ser que había cambiado a uno de color rojo.
“¿No se supone que ahora viene el Kirin?” comprobé con ella.
“Se nos ha informado que, solo un par de horas después de que usted y sus aliados derrotaran al Fénix, el Kirin apareció en las cercanías de Faubrey. En ese momento fue inmediatamente erradicado por varios héroes de las siete estrellas que estaban en la escena,” reportó la reina.
“¿Qué?” Eso era mucha información para procesar. Casi estaba impresionado de que hubieran sido capaces de manejar un giro de los acontecimientos tan repentino. Al mismo tiempo, también planteaba algunas nuevas sospechas. Había habido un largo periodo de preparación—tres meses completos—entre la Tortuga Espiritual y el Fénix. Pero ahora, ¿solo fueron un par de horas entre el Fénix y el Kirin? ¿Y no se suponía que el Dragón rompería su sello después del Kirin?
Si el reloj de arena roja estaba en marcha, eso significaba ya sea que el Dragón todavía estaba sellado o que ya había sido derrotado.
“Es mejor llamar a Ren y a los otros héroes,” decidí. Le grité a Ren que se acercara a mí. Escuchando que lo estaba llamando, Ren llegó poco tiempo después.
“¿Qué pasa?” preguntó él.
“¿Qué sabes acerca del Kirin?” pregunté.
“Es igual al Fénix—un par de monstruos,” respondió él. Kirin… una bestia de buen augurio formada de un par de monstruos llamados ‘Ki’ y ‘Rin’. En cuanto al Kirin que yo conocía, se decía que era una bestia que aparecía frente a gobernante benevolentes—tal vez era por eso que estaba sellado en las cercanías de Faubrey. Sin embargo, parecía ser que ya había sido derrotado…
“¿Estrategias para luchar contra él?” pregunté.
“Tengo algo de información, pero a partir de los ejemplos pasados que hemos visto, no estoy seguro de que sea de mucha utilidad… sin mencionar que parece que el Kirin ya ha sido derrotado.” Dos buenos puntos por parte de Ren.
“Mmm…” reflexioné.
“Me gusta pensar que tengo algo de conocimiento en cuanto a leyendas, pero no creo haber escuchado de ninguna historia como esa acerca de Faubrey. Tal parece que los héroes que de casualidad estaban ahí resolvieron el problema,” sugirió la reina.
“¿No tienes más información?” dije, un poco sorprendido. Tenía la impresión de que el pasatiempo de la reina era básicamente investigar leyendas. ¿Entonces cómo es que no sabía nada acerca de esto?
También estaba la posibilidad de que Faubrey intencionalmente hubiera ocultado la información. Eso era muy probable, considerando que era una nación construida gracias a la sangre de héroes como nosotros mismos. Ni siquiera eso. Quizás personas como Makina, pensando solo en sí mismas, habían ocultado la información para protegerse.
“Faubrey ha estado pasando por su propio periodo de disturbios prolongados. Ciertamente existe la posibilidad de que la información se perdiera durante ese tiempo. Ellos definitivamente están investigando a los cuatro animales benevolentes ahí, así que la gran Biblioteca Nacional podría proveer algo de información,” sugirió la reina. ¿La Biblioteca Nacional? Recordaba vagamente a Melty decir que ella había aprendido acerca de las bestias a partir de libros. ¿Quizás ella había estado hablando de los libros de ahí?
Aparentemente había bastantes héroes de las siete estrellas en Faubrey, a pesar de que también se decía que muchos de ellos eran bastante difíciles de contactar. Un monstruo misterioso se había hecho pasar por un héroe de las siete estrellas siltveltiano, lo cual debió poner al mundo en alerta. Aunque si había héroes de las siete estrellas en acción ahí, había una gran posibilidad de que fueran los que causaron esto.
Miré hacia Ren y los demás.
“¿Qué hay del sello sobre el Dragón?” pregunté.
“Los reportes dicen que solo el Kirin fue derrotado. Todavía no hay información de que el Dragón haya aparecido,” respondió la reina. ¿Qué estaba pasando? No podía encontrar un patrón.
En cualquier caso, todo lo que teníamos que hacer era castigar a quien había intervenido durante nuestra batalla contra el Fénix.
“¿Tenemos guardada una ubicación de portal en Faubrey?” pregunté, bastante seguro de la respuesta, pero tenía que asegurarme.
“Lo siento. Nunca tuve una razón para tener una,” dijo Ren.
“Yo tampoco,” confirmó Itsuki.
“¡Yo digo que tampoco!” dijo Motoyasu. Entonces no hay suerte con los otros tres héroes, y tampoco tenía sentido preguntarle a Raphtalia. Incluso con la posibilidad de usar el arma vasalla de S’yne, no iba a exigirle tanto sabiendo el estado de su arma.
“En cualquier caso, tenemos que juzgar a quien sea que atacó al Fénix. ¡Y también reunir a estos héroes de las siete estrellas que nunca tuvieron la intención de aparecer!” declaré.
“Iwatani-sama, todo será como usted dice… eventualmente, pero primero creo que usted debería descansar en nuestra base en Melromarc,” sugirió la reina.
“¡Su alteza tiene razón, Padre! Uno de nosotros, los otros héroes, irá a guardar una ubicación de portal,” intervino Motoyasu. “¡No puedo sentarme de brazos cruzados mientras el que hizo esto sigue libre!” respondí. Alguien había intervenido durante la batalla contra el Fénix. Yo iba a matar a ese alguien.
Ren puso una mano sobre mi hombro, y Raphtalia habló con una expresión triste en su rostro.
“Naofumi-sama, por favor cálmese.”
“Naofumi, yo también te lo pido. Ve a descansar un poco en la aldea,” dijo Ren.
“¡Vamos!” supliqué.
“Por favor. Naofumi, si no lo haces… será difícil para todos los demás verte en este estado,” rogó Ren. Ante ese comentario, miré a mi alrededor. Se sentía como si todos me estuvieran mirando con la preocupación evidente en sus miradas. Mis sentimientos por Atla… me habían cegado.
“Bien,” logré decir. “Ustedes ganan.”
***
Regresamos a la aldea.
“Bien, Naofumi. Tú descansa. Por ahora deja todo en nuestras manos. Te llamaremos si hacemos algún progreso en la limpieza del Fénix o si algún enemigo aparece en las cercanías,” me aseguró Ren.
“No hace falta que sigas repitiéndolo,” respondí.
“Acerca de a quién deberíamos enviar hacia Faubrey, se me informó que los representantes de cada nación van a tener una reunión en Melromarc. Probablemente deberíamos ir a reunirnos con sus representantes,” continuó Ren, ignorándome con facilidad y avanzando hacia la selección de la persona a ser enviada a Faubrey.
“¿Debería ir yo?” se ofreció Itsuki.
“No. Tú todavía estás bajo los efectos de la maldición. No puedes dejar a Rishia atrás, y el largo camino hasta Faubrey requerirá resistencia para ser completado,” razonó Ren.
“¡Yo digo que iré!” Motoyasu rápidamente levantó la mano. “¡Será pan comido para la velocidad de mis filoriales!”
***
Después de que se me pidiera descansar, me estaba dirigiendo de regreso a mi casa cuando Ruft, el primo de Raphtalia, se me acercó.
“Hola, Héroe del Escudo…” dijo Ruft de forma vacilante. “Ah… me estaba preguntando…” Él debe haber querido saber lo que había pasado y cómo terminó todo.
“Lo siento, niño… Shildina probablemente te puede dar los detalles,” dije, rechazándolo.
“Bien… siento haber preguntado,” dijo Ruft.
“No necesitas disculparte. No hiciste nada malo, Ruft,” le dije.
“Lo sé… pero lo vi triste, por lo que quise animarlo. Supongo que no puedo… hacer nada por usted…” Ruft sonaba desanimado.
“No te preocupes por eso. En mi experiencia, hacer algo por mí solo termina provocando dolor,” respondí amargamente. Escucharlo decir esas cosas era difícil de soportar para mí. ¿Realmente había estado poniendo en tal peligro a todos por tanto tiempo?
“Naofumi-sama…” dijo Raphtalia, claramente preocupada.
“Rafu…” lo mismo de Raph-chan.
“Estoy bien. Mi casa está justo ahí. Raphtalia, ¿puedes hacerles saber a todos en la aldea lo que pasó?” le pregunté.
“No estoy segura…” comenzó a decir ella.
“Diles a todos que no tomen riesgos, que solo se mantengan a salvo,” le dije.
“B-Bien,” respondió ella.
Regresé a mi casa y me desplomé en la cama. Esto se sentía como una gran pérdida de tiempo, lo que solo me hacía enojar más. Junto a eso, sentía otra emoción apoderándose de mí, y ahí solo, me hundí en la depresión.
Coexistiendo juntos estaban el yo que anhelaba venganza en contra de aquel que hizo esto y el yo sufriendo por mi pérdida.
***
Después de que estuve recostado en la cama por un tiempo, se escuchó un golpe en mi puerta.
Filo había llegado, junto con Melty.
Alguien había llevado de regreso a la reina al castillo y luego trajo a Melty de vuelta con él.
“¡Ya regresé, Maestro!” gritó Filo.
“¿Qué estás haciendo aquí?” Era raro que ellas vinieran aquí de esta forma.
“Bienvenido, Naofumi… He escuchado lo que pasó de Raphtalia y Filo,” dijo Melty.
“¿Y? ¿Has venido a burlarte de mi fracaso?” Ella no era tan retorcida, por supuesto, pero en mi pésimo estado de ánimo, esas fueron las únicas palabras que pude encontrar. Sabía que era una respuesta pobre.
“¡Por supuesto que no! No sabes la diferencia entre las cosas que está bien decir y las cosas que—” comenzó a decir Melty.
“Tienes razón,” la interrumpí. “Lo siento. No debí haber dicho eso.”
“Naofumi, ¿puedes asegurarme que estás bien?” preguntó Melty.
“Mel-chan. El Maestro se ve muy cansado,” comentó Filo.
“Oh, para nada, estoy como nuevo. Es solo que todos siguen diciéndome que descanse, eso es todo,” me quejé. Filo tampoco parecía entender eso.
¡La única forma de poder mantener mi cordura era descubrir rápidamente la identidad de quien sea que causó este desastre y hacerlo polvo! Esa era la emoción que me llenaba.
“Déjanos entrar y sentarnos junto a ti por un tiempo, hasta que Raphtalia regrese,” sugirió Melty.
“¿Qué está pasando?” pregunté.
“Estamos preocupados de que puedas hacer algo precipitado,” explicó Melty.
“Si la persona que decidió involucrarse en la batalla contra el Fénix estuviera justo en frente de mí ahora, podría mostrarte algo precipitado. De otra forma, estoy bien,” les dije.
“Así que lo admites. ¡Ya planeaste algo precipitado! ¡No puedo creerlo!” gritó Melty. “Aun así, pareces tener más energía de la que estaba esperando.” Decidí aprovechar la oportunidad para hacerle una pregunta a Melty.
“Dime, Melty, ¿alguna vez has perdido a alguien importante para ti, un subordinado o alguien con quien eras cercana en algún suceso importante como una guerra?” Ante mi pregunta, Melty negó con su cabeza, poniendo una mirada seria en su rostro.
“No, a nadie. Pero aun así voy a poner mi resolución como un miembro de la familia real, y como un representante de mi país en todo lo que hago. Si Filo muere en batalla, bueno, no sabría si podría aceptarlo hasta que pase,” dijo Melty valientemente.
“Oye… Yo no voy a morir,” dijo Filo.
“Lo sé. No permitiré que eso suceda. Haré todo lo que pueda para salvarte, incluso poner mi vida en riesgo,” declaró Melty. ¿Poner su vida en riesgo?
“Si pierdes tu vida de esa forma… solo harás que quien se quede atrás—Filo—sufra,” expliqué.
“Lo sé.” Melty asintió ante mis palabras. “Es por eso que todos los días apunto a encontrar el mejor método para mantenernos con vida. Naofumi, no voy a molestarte con intentos convencionales de animarte. Tendrán el efecto contrario en ti. Mantén la cabeza en alto y sigue adelante. Eso es todo lo que puedes hacer.”
“Sí. Lo sé. Tengo que mantener mi promesa final con Atla,” respondí con emoción evidente en mi voz. Después miré directamente hacia los ojos de Melty. “Melty, dime… ¿me amas?”
“¿¡Qué!? ¡Espera! ¿¡A qué vino eso!?” Melty frunció el ceño, ladeando su cabeza.
“¿Maestro?” preguntó Filo.
“Filo, ¿qué hay de ti?” pregunté.
“¿Yo? ¡Yo lo amo mucho, Maestro!” exclamó Filo.
“Ya veo. ¿Y exactamente cuánto es eso?” la presioné.
“Bueno… ¡tanto como para ser su pareja!” reveló Filo.
“¡Filo! ¡No puedes decir eso! ¡Eso hará enojar a Naofumi!” intervino Melty.
“Muy bien. Filo, ven aquí,” le dije. Nunca iba a ser capaz de dormir solo, con todos los arrepentimientos y las ganas de matar junto a mí en la cama. Tener a Filo durmiendo junto a mí me distraería de esas cosas.
“¿¡Eh!?” Melty estaba visiblemente sorprendida.
“¡Aquí voy! ¡Yupi!” Filo aprovechó la oportunidad, saltando felizmente para meterse en la cama.
“¡Espera, Filo! ¡Espera!” Melty la detuvo.
“¿Eh?” Ahora Filo estaba sorprendida.
“¿Qué pasa, Melty? Ah, ¿no quieres que Filo duerma conmigo? ¿Entonces qué tal si también te unes a nosotros?” pregunté.
“¿¡P-p-por qué tengo que pasar la noche en tu cama!? ¡De ninguna manera!” exclamó Melty.
“Ya veo. Si no quieres, no se puede hacer nada,” dije. No iba a forzarla a nada.
“¿Eh? Ah, espera,” tartamudeó Melty.
“Siento haber preguntado eso,” respondí.
“Ah, está bien… ¡Oye, eso no es a lo que me refiero!” exclamó Melty. Ella estaba actuando muy extraño. ¿Qué demonios le estaba pasando?
“¿Qué? Mel-chan, ¿no quieres acurrucarte?” preguntó Filo.
“¡Filo, tú guarda silencio y ven hacia acá!” le ordenó Melty. “¡Algo raro le sucede a Naofumi! No podemos perder más tiempo. ¡Vamos a decirle a Raphtalia!”
“¿Tenemos que hacerlo?” se quejó Filo mientras Melty básicamente la arrastraba fuera de la habitación.
Ella había dicho que había algo raro en mí.
Tal como Atla me había dicho… Solo estaba tratando de asegurarme de no tener arrepentimientos.
***
No mucho después de eso…
“H-Hola, ¿puedo pasar?” Abrí la puerta para ver a Imiya trayéndome algo de comida. “Le traje su comida,” dijo ella. “Pensé que… usted quizás estaba hambriento.”
“Ya veo.” Recibí la bandeja de ella y la puse sobre el escritorio en mi habitación.
“A-Ahora me retiro,” dijo ella mientras se daba la vuelta para retirarse.
“Imiya,” dije, deteniéndola.
“¡S-Si! ¿Qué puedo hacer por usted?” respondió ella, un poco nerviosa.
“Imiya, ¿estás enamorada de alguien?” pregunté.
“Ah… bueno…” tartamudeó Imiya, con sus mejillas sonrojándose mientras ella miraba hacia el suelo y movía sus manos. Esa reacción—
¡Imposible! ¿Imiya estaba enamorada de mí?
Es decir, ella había terminado conmigo casi de la misma forma que Raphtalia, así que tal vez era normal.
“Quiero decir… eso es… yo…” tartamudeó ella.
“No te preocupes. Lo entiendo, Imiya.” Ahora todo estaba claro para mí.
“¿Entiende qué exactamente?” se preguntó ella.
“Voy a responder a tus deseos,” declaré. Pasaron un par de segundos.
“¿¡Queeeé!?” respondió ella de pronto, prácticamente desplomándose en el suelo.
“Oye. ¿Por qué te sorprendes tanto?” pregunté.
“Y-Yo no estoy lista para esto… y además ahora mismo estoy demasiado sucia.” ¿De qué estaba hablando? Me tomé un momento para examinarla exhaustivamente con mis ojos. Ella no tenía ese aspecto antihigiénico que, digamos, Raphtalia había tenido cuando la compré. Con solo un vistazo podía ver que ella estaba aseada y limpia. Seguro, Raphtalia no había sido capaz de lavarse por varios días, así que podría no ser una comparación justa, pero Imiya definitivamente todavía estaba bastante limpia.
“Eso no me molesta,” le dije.
“Ah… bueno… está bien.” Imiya estaba temblando. Ella además no me rechazó. Ella inmediatamente se acercó y se recostó sobre la cama de forma un poco vacilante.
Yendo directamente al asunto tal como con Filo, pensé que podríamos saltarnos algunos pasos. Esto usualmente comenzaba con un poco de conversación, quizás una o dos citas.
En ese caso… La acariciaría un poco, después le advertiría. Le haría saber que nos estábamos saltando algunos pasos. Me senté en la cama e Imiya dejó salir un chillido de sorpresa, con su cuerpo todavía temblando.
Ella estaba demasiado tensa. Acaricié gentilmente su mejilla.
¿Mm? La temperatura corporal de Imiya parecía ser bastante alta.
Tan pronto como la toqué, Imiya inmediatamente se sentó.
“¿¡Eh!? Yo… no… ¡No puedo hacerlo! ¡Lo siento!” Y así, ella saltó fuera de la cama y salió corriendo de la habitación. El mismo tipo de reacción que Melty.
Habiendo dejado la habitación, Imiya chocó con Kiel. Ellas hablaron por un momento y después Imiya continuó su escape.
“¡Escudo Nii-chan! ¡Imiya dijo que estabas actuando de forma extraña! ¿Qué pasa?” preguntó Kiel, entrando sin permiso.
“Le pregunté si ella estaba interesada en alguien, y su reacción parecía sugerir que era yo. Así que intenté responder a sus sentimientos,” expliqué.
“¡Escudo Nii-chan está actuando de forma extraña! ¡Guau, guau!” Kiel inmediatamente comenzó a gritar y armar un alboroto.
“¡Ya basta! ¡Deja de hacer ese ruido! ¡No hay nada extraño en mí!” repliqué. Parecía ser que ella necesitaba una buena lección. Mientras Kiel trataba de escapar, restringí sus brazos detrás de su espalda.
“¡Nii-chan! ¿Qué estás haciendo? ¡Tú no estás interesado en las mujeres! ¿Cierto?” gritó ella.
“He cambiado. Kiel, ¿qué sientes hacia mí?” le pregunté.
“¡Me gustas, Nii-chan, pero creo que no me gusta esta versión de ti! Oye, ¿qué estás planeando hacerme?” Por alguna razón, Kiel cambió a su forma de cachorro y comenzó a ladrar. Traté de explicárselo.
“Escucha. Fue Imiya la que repentinamente dijo que ella quería estar conmigo y se subió a la cama, ¿bien? Yo solo la acaricié un poco y ella salió corriendo de la habitación como si estuviera en llamas.”
“¿Entonces no me vas a atacar?” preguntó Kiel.
“Por supuesto que no.” ¿Qué creía que era yo? ¿El deseo sexual personificado?
“Nii-chan. De seguro sabes cómo hacer que las personas tengan la impresión equivocada. También confundiendo a Imiya de esa forma,” dijo de forma exasperada Kiel.
“¿Ah? ¿De qué estás hablando? ¡Solo iba a decirle que nos estábamos saltando demasiados pasos, eso es todo!” protesté.
“Nii-chan, necesitas tranquilizarte. Ella claramente pensó que le habías ordenado entrar a tu habitación y recostarse en tu cama,” explicó Kiel.
“Ya veo… Suena a que quizás la confundí un poco. Me disculparé con ella después,” dije.
“Nah, no creo que necesites preocuparte tanto,” dijo Kiel.
Me pregunto si realmente era así.
“Nii-san, ¿qué está pasando? Acabo de toparme con la princesa de Melromarc, y ella dijo que estabas actuando de forma extraña,” dijo Fohl, apareciendo de la nada.
“Hola, Fohl. ¿Dónde está Raphtalia?” pregunté.
“Ella no está aquí ahora mismo. Ella también está actuando… un poco extraño. O quizás el problema es de nosotros…” se preguntó él. Cualquiera fuera el problema, él parecía estar al tanto de ello.
“Fohl, Nii-chan definitivamente está actuando extraño,” intervino Kiel.
“Mucho ha pasado. Necesitamos darle algo de tiempo para que se tranquilice,” respondió Fohl.
“Pero—” Kiel siguió con el asunto. Me quedé observando a ambos mientras hablaban. Fohl era el hermano de Atla.
“Fohl,” dije.
“¿Qué?” respondió él, todavía distraído por Kiel.
“¿Qué sientes hacia mí?” pregunté.
“¿Ah? ¿A qué viene eso?” respondió él, frunciendo el ceño.
“Me gustaría saber,” dije.
“Tú eres el hombre que Atla amaba. Incluso recordando todo lo que ha pasado entre nosotros, no puedo odiarte. Voy a seguir a tu lado, como un reemplazo de Atla,” explicó él.
Así que él intentaría ser un reemplazo de Atla.
Me moví cautelosamente para terminar detrás de Fohl, y entonces toqué su cuerpo. Él olía parecido a Atla… quizás solo un poco.
“¡Oye!” gritó Fohl e inmediatamente puso algo de distancia entre nosotros. “¿¡P-por qué hiciste eso!?”
“¿Hacer qué?” pregunté de forma inocente. Podía ver vestigios de Atla en el semblante de Fohl.
“¡Esto es serio! ¡Espera aquí por un momento!” gritó Fohl.
“Espera, Fohl, qué estás haciendo—” protestó Kiel mientras Fohl la montaba en su espalda y después se echaba a correr fuera de la habitación, con su rostro visiblemente pálido.
***
Poco tiempo después, Sadina entró en mi habitación, con una botella de vino en una mano.
“¿Pequeño Naofumi?” dijo ella.
“¿Y ahora qué?” pregunté.
“He escuchado todo acerca de tus travesuras del pequeño Fohl. Bebe un trago conmigo y anímate un poco,” dijo ella.
“Lo siento. El alcohol no funciona en mí. Ya sabes eso,” respondí.
“Ahora que lo mencionas, quizás escuché algo de eso,” respondió ella elocuentemente con una sonrisa gentil. Ella solo estaba tratando de animarme a su propia manera. Usar el alcohol para animar a alguien parecía ser una táctica habitual, sin importar el mundo.
Es verdad. Si pudiera embriagarme, probablemente no habría dudado en hacerlo.
“¿Qué tal si buscamos otra forma de divertirnos juntos?” sugirió ella.
“Sí, ¿por qué no? Filo de seguro solo dormiría, e Imiya lo entendió mal… pero tú, Sadina, siempre has sido sincera en tus avances. Supongo que podemos saltarnos algunos pasos,” respondí. Atla me había dicho que ella quería que yo respondiera a los sentimientos de aquellas a quienes les gustaba. Sadina había sido sincera acerca de esos sentimientos por casi tanto tiempo como la conocía, así que pensé que finalmente debería responderle.
“¿Pequeño Naofumi?” preguntó ella, ¡ahora haciéndose la tímida!
“Sadina, ¿me amas?” pregunté.
“Vaya. Esa es una pregunta bastante directa. Pero sí, te amo, pequeño Naofumi. ¡Ah! ¡Lo dije sin pensarlo!” respondió ella de forma avergonzada, sonriendo y moviendo sus dedos.
“Ya veo. Entonces quítate la ropa y recuéstate en la cama,” le ordené.
“¿Pequeño Naofumi?” preguntó ella, ladeando su cabeza. Pero ella aun así se sentó en la cama. Me quité los pantalones, removí la cosa con forma de taparrabo de Sadina, y me preparé para—
“¡Detente ahí mismo, pequeño Naofumi! ¡Detente!” Ella me apartó suavemente. “Pequeño Naofumi. ¿Puedes decirme qué estabas a punto de hacer?”
“Pensé que exactamente lo que querías,” respondí.
“Por favor, pequeño Naofumi. Siéntate ahí,” me dijo ella.
“No podemos hacerlo si yo estoy sentado en el suelo,” protesté.
“¡Solo siéntate!” me ordenó ella. ¿Qué estaba pasando? Era increíblemente raro que Sadina estuviera de tan mal humor. “Solo para confirmar la situación, ¿estabas tratando de saltarte las cosas como la atmosfera, el juego previo, y todo eso, así como así? ¿No estás al tanto de la secuencia normal de esta clase de actos?”
“Sí, estoy al tanto,” respondí, de forma un poco distante. Después de todo, había jugado una buena cantidad de juegos hentai. Por supuesto que conocía esta ‘secuencia’ de la que ella estaba hablando. Maldición, yo probablemente sabía todo tipo de cosas sexuales subidas de tono que incluso Sadina nunca había imaginado.
No es como si fuera a presumir de algo así.
“Y aun así intentaste unir tu cuerpo con el mío como si fuéramos parte de una línea de producción. Eso realmente haría enojar a Raphtalia, ¿no crees?” continuó Sadina.
“Puede que tengas razón. Pero Atla me pidió que les respondiera a las personas que me querían,” respondí. Ante eso, Sadina puso su mano en su frente, viéndose casi exasperada.
“Escúchame bien, pequeño Naofumi. Todos te aman. Pero hay algo realmente retorcido en cómo estás tomando todo esto,” continuó ella.
“¿Todo esto?” pregunté, quizás diciéndolo de forma demasiado ingenua. Era raro que Sadina me regañara de forma tan enérgica. Finalmente enfriándome un poco, entendí que había llegado al punto que incluso Sadina necesitaba regañarme por mis acciones.
“Pequeño Naofumi. Como dos adultos responsables, si tú quisieras disfrutar la expresión física del amor conmigo, o si necesitas algo de consuelo a tu tristeza, entonces como una mujer yo felizmente te correspondería,” explicó Sadina. Aunque yo ciertamente no necesitaba ser consolado de esa forma. Esa clase de consuelo solo me lastimaría aún más. “Pero lo que estás haciendo ahora mismo, pequeño Naofumi, es nada más que el proceso mecánico de hacer un bebé. ¡Incluso lo intentaste con el pobre pequeño Fohl, un hombre! ¿Entiendes a qué me refiero?”
“Creo que eso sucedió debido a que Fohl dijo que él intentaría ser un reemplazo de Atla. Así que quise hacer algo que nunca fui capaz de hacer con ella—” comencé a explicar.
“¡Pequeño Naofumi, reacciona! ¡Y Shildina y los demás, dejen de escuchar a escondidas!” gritó Sadina. Me di la vuelta para ver por la ventana y vi a Shildina, S’yne, y Ruft afuera. Ellos tres se estaban rascando la cabeza de forma nerviosa, evitando mi mirada con un rubor de vergüenza en sus mejillas.
“Esta es nuestra oportunidad,” dijo Shildina. “Si tú no quieres hacerlo, Sadina, entonces seré yo quien llenará el agujero en el corazón del dulce Naofumi.”
“Nunca lo permitiré. Sin mencionar que la pequeña Raphtalia te mataría. Ruft es demasiado joven para todo esto—y muy probablemente no escoja ese camino. El hecho de que se vea tan parecido a Raphtalia lo pone en aún más peligro,” los reprendió Sadina.
“Oh, rayos…” Shildina se veía decepcionada.
“¿Qué camino?” preguntó Ruft.
¿Qué les pasaba a todos? Primero queriendo hacerlo, y después rechazándome. Le pregunté eso directamente a Sadina, y ella respondió con su propia pregunta.
“Pequeño Naofumi. Ahora mismo, todo lo que quieres hacer es hacerme sentir bien. ¿No ves un problema en eso?”
“¿Qué clase de problema? Es decir, con Fohl, sí…” Esto no era lo que Atla quería. Creo que estaba comenzando a entenderlo.
“Escucha, pequeño Naofumi,” comenzó a decir Sadina, poniendo ambas manos en mis hombros, y sonriendo gentilmente mientras me aconsejaba. En ese aspecto, ella era muy parecida a Raphtalia. Ellas no estaban relacionadas por sangre, pero había una razón por la que Raphtalia la trataba como una hermana. “Lo que importa es el proceso. Me encantaría meterme a la cama contigo y divertirme un poco, pequeño Naofumi, pero, ahora mismo, incluso si no lo estás buscando, estarías dispuesto a pasar por ello si yo lo quisiera, ¿no?” “Así es,” estuve de acuerdo.
“Y si termináramos teniendo un bebé, tú serías quien lo lamentaría más tarde,” continuó ella.
“Si ese fuera el caso, tomaría la… responsabilidad. Sería mejor que arrepentirse por no hacer nada… como con Atla,” logré decir.
“Una respuesta honesta… pero no creo que sea exactamente eso lo que la pequeña Atla quiso decir cuando te dijo eso. Solo piénsalo con calma.” Gracias a las palabras de Sadina, pude calmarme un poco.
Incapaz de encontrar al enemigo con el cual deberíamos estar luchando, me había hundido en la tristeza y perdido a mí mismo para evitar más arrepentimientos. Si esto es lo que quiere Sadina… Eso era lo que había estado pensando.
Por supuesto, Sadina tenía conciencia propia… era una entidad que podía elegir. Tal como a mí nunca me habían gustado los avances de los demás, ella de seguro tenía que prepararse para la intimidad. Y por sobre todo eso, yo no podía hacer nada que ella no quería hacer.
Yo no era un violador. Para nada.
Por lo tanto, había tratado de conseguir su consentimiento, pero debido a que yo estaba actuando de forma extraña, ella me había rechazado. En ese caso… ¿qué debería hacer?
“Entiendo que digas que vas a tomar la responsabilidad, pero si te dejo hacer esto ahora, sé que lo lamentarás en el futuro. Es por eso que te estoy rechazando y por qué me aseguraré de que ninguna de las demás, Shildina o quien sea, llegue a aceptar tu oferta,” declaró Sadina.
“¡Oh, vamos!” exclamó Shildina. Ella no sonaba muy feliz por eso. Pero Sadina le envió una rara y penetrante mirada. Incluso más raro, fue suficiente para callar a Shildina.
“Les haré saber a Raphtalia y a los demás, así que tú solo piensa un poco más en todo esto. Lamento si te di la idea equivocada apareciendo de esta forma,” dijo Sadina.
No pude encontrar las palabras para responder. Ser reprendido por ella dejó mi mente más confundida que antes. Yo no era lo que ella quería ahora mismo… Eso estaba claro. Sadina me lo había advertido, estaba pensando en mi propio futuro. Para evitar arrepentimientos futuros, me tenía que alejar de aquellos con un interés en mí.
Tener arrepentimientos en el futuro… ¿acaso Atla me habría regañado de esta forma? Eran palabras bastante difíciles de digerir, siendo alguien sufriendo tanto por los arrepentimientos de no haber hecho algo, ya que de seguro pude haber hecho a Atla mucho más feliz de lo que fue.
Había pensado que era mejor hacer algo y arrepentirse que arrepentirse por no hacer nada. ¿Había estado equivocado?
“Pequeño Naofumi, incluso si te digo que te animes, sé que probablemente no puedes. No ahora mismo. Pero al menos reencuéntrate a ti mismo primero.” Sadina se puso de pie suavemente, sonriendo hacia mí. “Una vez que hayas hecho eso, y si sientes que todavía quieres vivir respetando las palabras finales de la pequeña Atla, entonces estoy segura de que no solo yo, sino que también Raphtalia, las demás en la aldea… incluso Fohl, responderán a tus sentimientos.” La expresión enojada de Sadina había desaparecido, y ahora me estaba dando una sonrisa realmente gentil.
Siempre la había considerado solo como una mujer ballena coqueta con una mirada afilada, pero hoy ella era realmente atractiva de otra forma.
“Es debido a que mis sentimientos hacia ti son tan fuertes, pequeño Naofumi, que no permitiré que esto pase conmigo o con cualquier otra,” reiteró ella. Después ella acarició gentilmente mi mejilla y dejó la habitación.
Estaba tan confundido que ni siquiera sabía exactamente dónde demonios estaba. Tomar la responsabilidad… determinación… tales pensamientos revoloteaban por mi cabeza. No sabía qué era lo que quería hacer a continuación.
Después de vengarme del sujeto de mi ira, derrotar a las olas, y traer paz a este mundo, no sabía qué era lo que iba a hacer. No tenía la intención de terminar mi vida aquí. Mi determinación acerca de eso no había cambiado. Probablemente Sadina también me había estado advirtiendo acerca de eso. Solo pasarla bien con una determinación a medias, sin pensar en el futuro, y entonces embarazar a alguien… Sí, eso sería un problema.
Sin mencionar que yo no estaba interesado en tener hijos.
Sadina había estado tratando de decirme que ella y las demás en la aldea no eran de las que felizmente tendrían al bebé de un héroe—que ellas no querían usarme como alguna clase de semental. Llenaba mi corazón el saber lo mucho que ella pensaba en mí, y eso terminó por ponerme triste.
Antes había estado fuera de mis cabales. Fohl claramente no tenía esas intenciones hacia mí, y no había forma de que pudiera reemplazar a Atla.
“Sí, tienes razón,” dije.
Todos ellos creían en mí, pero no podía responder a eso, y aun así necesitaba la determinación para cargar el peso de sus vidas. Así que me pregunto qué pasaría cuando fuera la hora de regresar a casa. No estaba seguro… pero eso podría significar un adiós. Una variada mezcla de emociones recorría mi interior—querer regresar a casa y querer estar con todos y responder a sus sentimientos por mí.
“Estoy de vuelta, Naofumi-sama…” dijo Raphtalia mientras entraba.
“Hola, Raphtalia,” dije.
“Hola. He escuchado lo que pasó mientras yo no estaba,” dijo ella sin juzgarme.
“Bien… fue algo confuso. Lo siento,” logré decir.
“No se preocupe, Naofumi-sama. Por ahora… simplemente no pensemos en eso,” sugirió Raphtalia.
“Si tú lo dices,” respondí.
No encontré respuestas a mis preguntas, y la noche transcurrió en una agonía silenciosa.
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