Otome Game no Hametsu Flag shika nai Akuyaku Reijou ni Tensei shite shimatta… (NL)

Volumen 2

Capítulo 4: Pasos que Anuncian la Proximidad de la Catástrofe

Parte 6

 

 

Estaba sentada en una habitación oscura y tenebrosa, en una silla al lado de una cama. Llena de inquietud, me puse de pie, extendiendo la mano hacia la almohada de la cama. ¿Cuántas veces había hecho esto?

Solo pude suspirar con cierto grado de alivio al afirmar su temperatura y su respiración constante Una chica dormía tranquilamente en una cama, en cierta habitación de los dormitorios de los estudiantes.


Para mí, Anne Shelley, la chica en la cama era la persona más importante para mí. Sí… ella no era otra que Lady Katarina Claes.

Aunque todavía respiraba, su cuerpo no se movía ni un centímetro. Mi Lady simplemente continuó su sueño profundo. ¿Qué pasaría si el calor comenzara a desvanecerse de su cuerpo…? Tales pensamientos cruzarían mi mente más o menos cada diez minutos, llenándome de una profunda inquietud. Una vez más, me levantaba, averiguando su temperatura y su respiración.

Habían pasado dos días desde que Lady Katarina había caído en tal estado. Todo este tiempo había estado junto a su cama. Me encontré incapaz de dormir… ni tenía mucho apetito por nada.

Aunque una y otra vez mis colegas se habían ofrecido a tomar mi lugar para que pudiera descansar… simplemente no podía permitir que lo hicieran. No se sentía como algo que pudiera hacer. Si algo le pasara a Lady Katarina en mi ausencia… no. No podía alejarme de ella.

Sostuve la mano de Lady Katarina en la mía, mirando su rostro sereno. La chica bulliciosa y ruidosa, que a menudo se quitaba las mantas y las almohadas mientras dormía… ahora dormía inmóvil. Simplemente no podía sacudir la sensación de que esto era inquietantemente anormal.

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¿Cómo… cómo llegó a esto…?

Hace dos días, encontraron a Lady Katarina derrumbada en el patio cerca de los edificios de la escuela, cuando el sol estaba casi listo para ponerse. Luego la llevaron de regreso a su habitación en el dormitorio.

Según el Príncipe Jeord, mi Lady no se encontraba bien esa mañana y había sido escoltada a la enfermería para descansar. Más tarde, volvería a visitar el lugar, solo para que le dijeran que Lady Katarina ya había regresado a las aulas.

Pensando que la había pasado de largo, el Príncipe Jeord regresó a las aulas, pero mi Lady no se veía por ninguna parte. En pánico, la buscó por todas partes, antes de finalmente localizarla, estaba derrumbada en un rincón del patio.

No importa cuántas veces la llamó por su nombre, Lady Katarina nunca respondió. El Príncipe Jeord la llevó inmediatamente a la enfermería y convocó a algunos médicos para que la atendieran. “Ella está simplemente dormida”, le dijeron al príncipe.

Después, el príncipe continuó llamándola por su nombre, pero Lady Katarina simplemente siguió durmiendo, por lo que fue llevada a sus habitaciones personales. Una vez más, se convocó a un médico, solo para que se le dijera al príncipe que: “Ella está durmiendo”.


Incapaz de soportar el estado de estupor antinatural de Lady Katarina, el Príncipe Jeord ejerció sus derechos reales como el tercer príncipe heredero en llamar a uno de los médicos más aclamados del reino. Armado con un magnífico bigote, el médico visiblemente mayor era responsable de la salud y el bienestar de la familia real, era uno de los mejores del reino, si no todas las tierras. Esperaba que este médico pudiera hacer algo. Sinceramente esperaba que eso fuera así, y sin embargo…

“Es de lo más insondable, sinceramente. Ella, por lo que sé y por todos los exámenes que he hecho no parece estar físicamente mal. Tal vez pueda despertar de inmediato… tal vez nunca vuelva a abrir los ojos.”

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“¿Entonces… qué le pasara a Katarina si continuara durmiendo así…?” Preguntó el Príncipe Jeord con una expresión grave. Sin embargo, el médico solo pudo dar una respuesta de disculpa.

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“… Si la joven continúa durmiendo, Príncipe… no podrá beber ni comer. Si esta circunstancia se prolonga… me temo que perderá la vida.”

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“¿¡QUÉ!? ¡Imposible! ¿¡Cómo podría algo así…!?”

Incluso el generalmente tranquilo y sereno Maestro Keith perdió momentáneamente sus respuestas calmadas, y le habló de forma implacablemente exigente al médico anciano.

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¡WHAM! Mis ojos instintivamente siguieron el sonido del impacto. El Príncipe Jeord, que solo tenía una sonrisa en su rostro… El Príncipe Jeord, que nunca levantó la voz… tenía el puño contra la pared.

Lady Mary también se había puesto completamente pálida, casi podía oírla temblar. Parecía lista para desmayarse en cualquier momento.

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La expresión del príncipe Alan era extraña para mí. Sus rasgos eran increíblemente rígidos, como si todo su ser estuviera dedicado a mantener una expresión estoica.

Lady Sophia simplemente estaba parada, mientras lágrimas tras lágrimas caían de sus ojos, estos se abrieron en estado de shock. Ni un solo gemido escapó de sus labios.

Y el Maestro Nicol… sus puños estaban tan apretados que casi parecía que su piel comenzaría a cambiar de color al minuto siguiente.

Desde donde estaba sentada, solo podía vigilar a todos los amigos de mi Lady en su habitación… Yo también colapsaría de inmediato si mi determinación flaqueara. Lady Katarina puede muy bien perder la vida. Podía sentirme empalada por la idea, hundiéndome lentamente en la desesperación ante la idea de tal posibilidad.

Después de esto, muchos otros médicos fueron citados a su lado. Sin embargo, ninguno de los médicos entendió la razón del sueño de mi Lady. Ninguno de los médicos pudo despertar a Lady Katarina. De vez en cuando, aparecía un usuario de magia de luz, uno de los pocos individuos bendecidos con tal atributo mágico en el reino. Aun así… el resultado se mantuvo sin cambios.

Un día, y luego otro… y, sin embargo, no había señales de que Lady Katarina estuviera más cerca de despertarse. Ella fue la que me dio el propósito… la que permitió que una herramienta como yo, una vez más, se convirtiera en humana. La persona más importante para mí en el mundo.

Ya he decidido que viviría mi vida a tu lado… así que por favor. Lady Katarina… te lo ruego. Por favor… por favor no nos dejes. Pensé, mientras sostenía fuertemente la mano de mi Lady en la mía.

***

 

 

“No, en absoluto. Por favor, no se preocupe por esto, Su Alteza. ¡Es una herida pequeña, que se puede ocultar fácilmente con mi flequillo! No hay ningún problema.”

Había pasado mucho tiempo desde ese día. Siete años desde que la chica que tenía delante había sonreído y dicho esas palabras. Mí querida… Katarina Claes.

Mi existencia fue casi olvidada en el castillo, y todo lo que tuve fueron días de aburrimiento. Sí… Katarina Claes. La misteriosa chica que apareció de repente ante mí. Con sus extrañas palabras y sus divertidas acciones, lentamente me sentí atraído a ella. Cuanto más tiempo pasaba con Katarina, más me daba cuenta de que el mundo que tenía delante, ese mundo gris y monótono, ahora estaba lleno de colores vibrantes.

Todo lo que conocía era aburrido. Tedioso. No sabía nada de felicidad… ni la noción de diversión. De disfrute. No sabía nada de esas cosas y, sin embargo, Katarina me lo enseñó todo. Incluso celos, tristeza… emociones que seguramente no habría sentido si no la hubiera conocido.

Han pasado siete años desde nuestra fatídica reunión. Ya no podía soportar la idea de volver a ese mundo gris y monótono… un mundo sin Katarina.

Al principio, no era más que un arreglo calculado, un compromiso político. Sin embargo… antes de darme cuenta, había llegado a amar a Katarina Claes más que a nadie en el mundo.

Por desgracia, ella nació con un encanto natural, y muchos acudían a ella en masa… pero hacía mucho que había tomado una decisión. Ahora que ella estaba en mis manos, nunca la dejaría ir.

Y sin embargo… y sin embargo. ¿Cómo pudo pasar esto…? No sabía nada… nada, de Katarina expuesta al peligro. No pude protegerla. Todo lo que podía sentir eran fuertes punzadas de arrepentimiento y culpa. Me culpé por mis fallas.

Quizás las artes oscuras fueron las responsables del estado catatónico de Katarina. Tal era mi suposición, e incluso había convocado a un usuario de magia de luz… pero todo fue en vano. No supimos nada.

“Quizás alguien con una aptitud mágica aún más fuerte, y que también fuese bendecido con magia de luz… pudiese tener algunas respuestas”, o eso me dijeron. Pero, por supuesto, la única persona con tales calificaciones era María Campbell. Persona que seguía desaparecida… La situación era muy grave.

Solo podía maldecir mi propia impotencia mientras golpeaba mi puño directamente contra la pared.

***

 

 





“Keith, somos hermano y hermana, ya sabes. ¡Deberías llamarme Hermana Mayor!”

Eso fue lo que me dijo, con esa sonrisa en su rostro. No podía creer que ya habían pasado siete años.

Aun así, lo recuerdo todo como si fuera ayer. De cómo fui abusado verbalmente, se decía que era un monstruo… de cómo abrazaría mis rodillas contra mi pecho en una habitación oscura, viviendo mi vida solitaria. Y, sin embargo, se volvió hacia mí con una sonrisa, tranquilizándome con una cálida mano en la espalda.

“¡Me quedaré contigo para siempre!” Dijo ella. El rayo de luz en mi mundo de oscuridad… mi hermana adoptiva, Katarina Claes. Su calidez, su sonrisa amable… como si el amor que sentía por mí fuera más de lo que una hermana mayor tendría por su hermano. La persona más preciada y más importante para mí en el mundo.

Siempre había estado con ella… siempre. Y se suponía que íbamos a estar juntos, de aquí en adelante. No tenía intenciones de entregarla… ni siquiera a su prometido, el Príncipe Jeord.

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Había jurado protegerla… con estas mismas manos. Con ese fin, había puesto todo mi ser en el dominio de la espada, perfeccionando mi magia, e incluso la etiqueta apropiada que uno mostraría como un noble. Todo por proteger a Katarina con mis propias manos.

¿Cómo pudo pasar esto? ¿Por qué no estaba con ella…? Había jurado protegerla y aun así… Apenas podía contener el arrepentimiento en mi corazón.

Después de convertirme en el hijo adoptivo de la familia Claes a la edad de ocho años, cada vez que las cosas se ponían difíciles, Katarina siempre estaba allí, con esa amable sonrisa suya…

Ahora todo lo que deseaba era volver a ver esa sonrisa. No dejaría que ocurriese… no podía perder a Katarina…

Levanté una mano hacia mi hombro, tratando de calmar los temblores que asaltaron mi cuerpo.

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