Otome Game no Hametsu Flag shika nai Akuyaku Reijou ni Tensei shite shimatta… (NL)

Volumen 2

Capítulo 3: ¡Las Vacaciones de Verano ya Están Aquí!

Parte 2

Nací en un pequeño pueblo, a poca distancia de la capital. Se decía que era la chica más hermosa de la ciudad, y todos los habitantes de la ciudad eran amables conmigo.

Cuando cumplí la mayoría de edad, estaba comprometida con el hombre más valiente, confiable y popular de la ciudad. Después de casarnos, tomé el apellido Campbell. Recibimos las bendiciones de toda la gente del pueblo, y tuve una boda maravillosa. Unos años más tarde, nació mi hija, se parecía mucho a mí.

Llamé a mi amada hija: “María”. Tenía un esposo maravilloso y una hija dulce y esplendida. Mis días estuvieron llenos de felicidad y alegría.

Esa felicidad, sin embargo, se hizo añicos el día que la magia se manifestó en mi hija.

La “aptitud mágica” era algo raro entre la gente de este reino. Sin embargo, la mayoría de los que pueden usar magia eran nobles. Pocos plebeyos manifestaban aptitud mágica.

Debido a la rareza de un plebeyo con poderes mágicos, corrieron rumores de que María era una niña nacida de una aventura con un noble. Eso, por supuesto, solo eran rumores. Nunca había traicionado a mi esposo, y María fue sin duda nuestra hija. Sin embargo, mi supuesta infidelidad se extendió como la pólvora por toda la ciudad.

Al principio mi esposo me tranquilizó. “No te preocupes. No sospecho de nada.” Decía. Sin embargo, con el tiempo los rumores se inflaron, y tal vez fue demasiado para él. Antes de darme cuenta, mi esposo dejó de volver a casa.

Incluso la gente del pueblo, con quien nos habíamos llevado tan bien todo este tiempo, comenzaron a distanciarse de mí. En poco tiempo, tuve miedo de sus miradas, y comencé a mirar hacia el suelo.

Antes fuimos tan bendecidos y felices… ¿Por qué todo llegó a esto? Si tan solo mi hija no tuviera ninguna aptitud mágica… Si tan solo nunca hubiera tenido una hija así… Me sorprendí con esos pensamientos. Me sorprendió darme cuenta de que había empezado a resentirme con mi hija.

María no había hecho nada malo. Aunque entendí eso lógicamente, no pude controlar cómo me sentía. Como resultado, hice todo lo posible para evitar la mirada de mi hija.

Aunque no hice casi nada por mi hija, María se destacó a pesar de sus circunstancias. Pudo llevar a cabo sus tareas domésticas y diligencias perfectamente, y también obtuvo altas calificaciones en la escuela local a la que asistió.

Aunque todos elogiaron a mi hija por ser especial, había palabras ocultas en sus palabras. Querían decir que María era “especial” porque era la hija de un noble, o que había hecho trampa en sus pruebas con la ayuda de la magia.

También hubo muchos que se ofrecieron a adoptar a María. Si acepto una de esas ofertas… tal vez todo saldría bien. A menudo tenía tales pensamientos, pero al final, me encontré incapaz de aceptar esas ofertas.

Era una madre terrible, que seguía apartando mis ojos de María. Sin embargo, mi hija simplemente seguía sonriendo, como si su vida dependiera de ello. Aunque ella sabía que yo era una madre tonta, María no quería soltarme la mano.

Para ser honesta, hace mucho que me di cuenta. Aunque María fue elogiada como un genio, o como una niña especial, me di cuenta… Lo sabía. Sabía más que nadie que María trabajaba duro, que hacía su mejor esfuerzo…

Al ver eso, sentí que mi resentimiento hacia María se evaporaba lentamente. Sin embargo, seguí apartando la mirada de mi hija, porque temía lo que vería si la miraba una vez más.

Tal vez, sólo tal vez. Mi hija ya no me perdonaría. Quizás ya no podía pasar por alto mis transgresiones. Tal vez sus ojos estarían llenos de disgusto, asco… o incluso desprecio y desdén.

Nuestros ojos continuaron evitándose, y finalmente mi hija llegó a la mayoría de edad, tenía quince años y se fue a la Academia de Magia. Sin María la casa se volvió silenciosa e increíblemente sola.

Hace unos días, María había regresado a casa, aparentemente debido a las vacaciones de verano. Ahora tenía una expresión mucho más brillante y alegre en su rostro, especialmente en comparación con cómo era cuando se había ido.

¿Exactamente qué le pasó a mi hija en estos pocos meses? Unos días después me encontraría cara a cara con la respuesta.

“Sí, y… ¿Quién podría ser…?”

Fue poco después del mediodía cuando escuché los golpes. Al abrir la puerta, encontré una joven y un joven, ambos de la misma edad que María. Aunque estaban vestidos con ropa que los hijos de familias mercantes solían llevar, había algo diferente en ellos. Poseían un aura regia.

“Ah. Soy Katarina Claes, una amiga de María. ¿María estaría disponible?” Dijo la chica de cabello castaño, mientras el joven junto a ella se inclinaba cortésmente.

¿Amigos de María…? Me sorprendieron estas palabras. Después de todo, María había sido tratada como una anormalidad y rareza desde que su magia se había manifestado… por lo que yo sabía, María tenía muy pocos amigos.

“… María está… momentáneamente fuera. Creo que volverá pronto… Si quisieras, ¿preferirías esperar dentro?” Por la forma en que se puso de pie y el aire digno que la rodeaba, supuse que esta chica y su compañero difícilmente querrían entrar en una casa como esta. A los amigos de María, sin embargo, no parecía importarles.

Nuestra casa era pequeña y estrecha, ni siquiera teníamos un salón de invitados. No tuve más remedio que sentarlos en la mesa familiar.

La chica y su compañero, sin embargo, no mostraron el menor indicio de consternación ante esto.

Rápidamente me moví para preparar el mejor té que teníamos, además de preparar los mejores bocadillos que las panaderías de esta ciudad tenían para ofrecer. Y entonces…

“¿Estos son los bocadillos caseros de María?” Preguntó de repente la chica.

“… No, los compré en una panadería de la ciudad. Si puedo preguntar… ¿Sigue horneando bocadillos?

“¡Sí! ¡María es muy buena en lo que hace, siempre le pregunto si puede hacerlos para mí!”

“… ¿Has estado comiendo los bocadillos que… hace mi hija?”

“¡Si todo el tiempo! ¡Siempre son tan deliciosos!” Dijo la chica con una sonrisa.

Hace unos años, María llevo a la escuela los bocadillos que tanto practicaba hacer. Esa noche, sin embargo, regresó con los ojos enrojecidos. Desde entonces, nunca la había visto llevar sus bocadillos caseros a nadie, ni a ninguna parte.

Mi hija, que siempre se obligaba a sonreír en mi presencia, a menudo lloraba sola, haciendo todo lo posible para no hacer ningún ruido. Fui un fracaso de madre, que nunca hizo nada por ella. Sin embargo, a pesar de todo esto, finalmente has encontrado amigos… que comerán los bocadillos en los que tanto amor depositas.

Después de un tiempo, María regresó de sus recados. Al ver a los dos sentados a la mesa, ella inmediatamente esbozó una sonrisa brillante. Era una sonrisa que no había visto en años, una de verdadera felicidad.

En estos pocos meses, mi hija había hecho tan buenos amigos y ahora podía volver a sonreír con sinceridad. Si mi hija cambio… Yo también tenía que cambiar. No podía simplemente quedarme así para siempre. Si todo lo que hiciera fuera mirar al suelo y seguir apartando los ojos de María… tal vez algún día me dejaría atrás. Tenía que cambiar.

Cuando el sol comenzó a ponerse, la chica y su compañero giraron para irse. Fue entonces cuando los perseguí tan rápido como pude.

“… Si me lo permite… por favor. Humildemente dejo a mi hija bajo tu cuidado…” Me incliné profundamente.

La chica, sin embargo, simplemente sonrió amablemente. “¡Pero por supuesto! Espero que nos llevemos bien de aquí en adelante.” Dijo, inclinándose en reciprocidad.

Al verlos caminar en la distancia, finalmente me di vuelta, solo para que mi mirada se encontrara con la de mi hija. ¿Cuántos años habían pasado desde que me encontré con la mirada de María? Sus ojos brillaban con lágrimas. Y pronto descubrí que mi visión también se distorsionaba.

No había un toque de disgusto, asco, desdén… o incluso desprecio en sus ojos. En cambio, reflejado en sus ojos, para mi sorpresa había… felicidad. Si bien de la noche a la mañana no podríamos volver a cómo éramos… quizás, con el tiempo, ambas podríamos recuperar nuestros días perdidos…

Me acerqué a María donde estaba parada mientras las lágrimas continuaban brotando de mis ojos, antes de sostener su cuerpo tembloroso en un fuerte abrazo. María, que antes era una niña pequeña, ya se había vuelto tan alta como yo.