Great Demon King

Libro 3: La Orden del Manto Oscuro

Capítulo 118: Inmune a la Magia Oscura

 

 

El Pequeño Esqueleto avanzó corriendo como un vendaval. Al verlo pasar, todos los troles comenzaron a gritar “¡Datara, Datara!”, recuperando así su moral que anteriormente había estado pendiendo de un hilo. Los defensores del gremio McGrady notaron el cambio en sus enemigos, junto con el hecho de que volvían a renovar sus ataques, pero por más que observaban no podían entender lo que estaba sucediendo. Y es que la criatura era bastante pequeña y difícil de reconocer en medio del caos de la batalla.

El Pequeño Esqueleto siguió corriendo con la daga negra alzada y a tal velocidad que nadie pudo hacer nada para detenerlo. De repente estaba en frente del muro de lanzas, serpenteando ágilmente entre el mar de púas, para luego saltar por encima de las cabezas de los lanceros con la agilidad de un felino. Solo entonces los defensores cayeron en cuenta de que una criatura oscura acababa de atravesar su perímetro, pero no podían dar media vuelta sin desarmar la falange defensiva, lo cual ya no era posible, porque detrás del Pequeño Esqueleto venía una oleada de guerreros trol que volvían a cargar con nuevas energías.

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Mientras tanto el Pequeño Esqueleto extendió sus púas como un extraño insecto mientras movía la cabeza en busca de su objetivo. Cuando detectó a la Archimaga, abrió la boca con furia y comenzó a avanzar lentamente hacia ella con la daga alzada.

Por su parte, la hermosa y misteriosa Archimaga se había dado cuenta de que algo sucedía con los Troll del Bosque, así que detuvo su control sobre los Segadores Oscuros durante unos momentos para identificar la amenaza. Poco después sus defensas mágicas detectaron la entrada de una criatura desconocida en el perímetro defensivo y rápidamente la localizó. Entonces vio este Pequeño Esqueleto de color negro, que por algún motivo llevaba un parche en el ojo y tenía unas largas púas emergiendo de su columna vertebral.

La apariencia de la criatura era bastante ominosa, excepto por el tamaño. La Archimaga realizó un análisis muy rápido y concluyó que simplemente se trataba de alguna variante de las invocaciones de los necromantes. Eso la tranquilizó bastante, hasta el punto en que dejó de lado toda prudencia.

“¡Oh, pensé que se trataba de algo serio! Je.” Pensó riéndose de sí misma y mirando con desdén a la criatura que corría hacia ella. Luego se volvió hacia un par de espadachines que habían abandonado la batalla con Trunks por precaución cuando los troles volvieron a atacar: – ¡Es solamente un Guerrero Esqueleto de los necromantes! ¡Destrúyanlo rápidamente! –

– ¡A sus órdenes, Maestra Emily! – Respondió respetuosamente uno de los espadachines antes de adelantarse con su sable desenvainado y con una sonrisa divertida.

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Lamentablemente, para el espadachín, el Pequeño Esqueleto simplemente caminaba despacio para engañarlos a todos de acuerdo con las instrucciones de Han Shuo, que vigilaba todo lo que ocurría con sus Demonios Originales. Justo en el último momento la criatura oscura aceleró con su pasmosa velocidad y saltó hacia el pecho del espadachín, quien ni siquiera llegó a percibir el movimiento, antes de que la daga oscura le degollase el cuello con un corte profundo.

La sangre salió a borbotones, mientras la vida desaparecía de los ojos del espadachín. Sus dedos soltaron la empuñadura de su sable por el espasmo sorpresivo. Pero su cuerpo aún no se desplomaba, cuando el Pequeño Esqueleto saltó nuevamente, a la vez que arrojaba su daga contra el segundo espadachín. Este alcanzó a darse cuenta del peligro justo a tiempo y esquivó rápidamente, salvando su vida. Entonces se quedó mirando a la que ahora reconocía como una aterradora criatura. Rápidamente se colocó en posición de combate, con su sable preparado para defenderse, mientras vigilaba atentamente cada movimiento del Pequeño Esqueleto. Ni siquiera se inmutó por el sonido del cadáver de su compañero al caer al suelo. Estaba tan concentrado en no perderse un movimiento de su rápido adversario, que no se dio cuenda de la daga a su espalda.

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La pequeña daga de hueso poseía el poder de la Ley de Uso Óptimo para Encantamientos y se había convertido en un Tesoro similar al Filo Asesino de Demonios. No había pasado ni tres segundos antes de que la daga levitase desde el suelo en donde había caído, diese media vuelta y apuñalase por la espalda al desprevenido espadachín.

La hoja se le introdujo con fuerza en la parte baja de la espalda, justo donde su armadura ligera ofrecía menos protección. El espadachín gritó con dolor e hizo un ademán de girarse para enfrentar al enemigo que imaginaba detrás de él, pero no encontró a nadie. Para entonces el Pequeño Esqueleto ya volvía a estar en el aire, listo para descargar un nuevo ataque mortal con sus púas afiladas.

Sin importar que tipo de armadura utilice un guerrero, está siempre tendrá alguna debilidad que puede ser atravesada. Esta realidad quedó aún más patente en el caso del pobre espadachín, que llevaba una ligera panoplia de cuero endurecido para favorecer su movilidad. Las siete púas de hueso de color oscuro se clavaron profundamente en las articulaciones de los hombros, rodillas y antebrazos. La séptima voló naturalmente hacia el cuello, atravesando la parte baja de su mandíbula hasta llegar al cerebro.

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En menos de diez segundos, dos espadachines yacían muertos a los pies del Pequeño Esqueleto, que sacudió sus hombros un momento antes que sus púas y su daga regresasen levitando rápidamente a su cuerpo. Los ruidos de la batalla se detuvieron un momento cuando los Segadores Oscuros volvieron a quedarse inmóviles, pues la Archimaga notó algo extraño detrás de ella y se dio la vuelta para descubrir con sorpresa que sus defensores estaban muertos.

No era la única sin palabras. Varios guerreros que habían estado observando la situación no podían salir de su asombro y ahora estaban paralizados sin saber lo que tenían que hacer. Incluso los Caballeros que luchaban por contener a la Mantícora y a Trunks para defender a sus empleadores parecían incapaces de entender lo ocurrido y ese momento de distracción les costó un par de zarpazos de la bestia.

– ¡¿Pero que ven mis ojos?! ¡¿Los dioses quieren burlarse de los mortales el día de hoy?! ¡Ese Pequeño Esqueleto acaba de matar a dos Espadachines experimentados! – Aunque Trunks estaba ocupado esquivando a sus enemigos, no dejaba de prestar atención a todo lo que acontecía en el campo de batalla y alcanzó a ver los movimientos de la criatura oscura. Muy poco habían sido testigos de tantas cosas extrañas como el Cazador de Monstruos, pero incluso él lanzó una exclamación sorprendida por este extraño espectáculo.

El Pequeño Esqueleto fijo nuevamente su objetivo en la Archimaga y dio un fuerte pisotón para salir disparado hacia ella, daga en mano, mientras las púas de hueso se le adelantaban volando para ensartarla como un alfiletero.

La hermosa conjuradora hizo un rápido gesto con la mano, materializando un muro hecho de pura oscuridad en menos de un parpadeo para protegerse del ataque. Esta barrera se veía bastante sólida, lo suficiente como para detener el ataque de una catapulta, pero lo impensable ocurrió: Las siete púas de hueso atravesaron el muro de oscuridad como si se tratase de una pared de esteras de mimbre.

Las púas siguieron avanzando implacables hacia la Archimaga, que apenas alcanzó a echarse a un lado para esquivar la muerte. Más a pesar de su desesperada situación, ella no perdió la cabeza e inmediatamente desató una segunda magia.

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Un par de manos negras emergieron directamente de la sombra del Pequeño Esqueleto y crecieron en un instante hasta doblar en tamaño a la criatura oscura. Con un sonido sordo, ambas manos encerraron a su presa, sujetándola firmemente. Pero esto también demostró ser inútil, porque el Pequeño Esqueleto simplemente se las sacudió de encima con un movimiento simple. Luego se quedó mirando a la Archimaga confundido, mientras sus púas de hueso regresaban a su espalda, como si se estuviese preguntando el por qué los ataques de su presa eran tan débiles.


– ¡¿Qué demonios es esa cosa?! – Gritó la Archimaga con pánico, ya sin ningún asomo de su anterior confianza o sonrisa desdeñosa. Rápidamente golpeó el suelo con su báculo y levitó medio metro por encima del suelo, alejándose rápidamente. Al mismo tiempo, los Segadores Oscuros comenzaron a desaparecer.

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Parecía que la Archimaga había concluido que no podría sobrevivir a no ser que emplease todos sus poderes contra la misteriosa criatura, así que ya no podía seguir manteniendo a las poderosas invocaciones que consumían gran parte de su magia. Al mismo tiempo que trataba de poner distancia entre su enemigo y ella, la Archimaga desató rápidamente una serie de conjuros ofensivos de nivel Experto, con la intención de retrasar el avance de la criatura mientras preparaba una magia más poderosa. Pero el cuerpo del Pequeño Esqueleto había sido refinado cuidadosamente con la Magia Demoníaca de Han Shuo a través de múltiples procesos de perfeccionamiento. Más diez conjuros de distinta naturaleza cayeron sobre él, pero todos fueron completamente inútiles y causaron más daños al terreno circundante que a la criatura.

***

 

 

– ¡El Gran Datara les ha mostrado su poder! ¡¿Pueden seguir mirando mientras su dios lucha sin ayuda de ustedes?! ¡Mátenlos a todos! ¡Hasta el último de ellos! ¡Tomen todo su oro! –

El grito despiadado de Han Shuo resonó en medio de la batalla. Los Guerreros Troll ya estaban cargando con gran brío, pero ahora entraron en un frenesí sanguinario sin precedentes.

La Magia era en sí misma el poder más grande que existía en este extraño mundo, así que quienes la dominaban ostentaban la supremacía. Incluso el poder conocido como Aura de Batalla era considerado por muchos como un tipo de magia que existía bajo la misma piel de los grandes guerreros de las naciones.

Los Troll del Bosque poseían conocimientos muy rudimentarios en esta materia. Sus chamanes apenas se las arreglaban para conjurar ataques elementales o ejecutar simples hechizos para fortalecer a sus aliados y debilitar a sus enemigos. Pero tenían un nulo conocimiento de magias complejas como los encantamientos de objetos, los hechizos de dominio mental o los conjuros de las grandes escuelas. Así que, para ellos, un Archimago era una existencia temible y desconocida, que era materia de pesadillas.

Sin embargo, frente a sus ojos, el poder supremo que parecía tan aterrador había sido inútil en presencia de su dios. Esa poderosa magia pareció ser nada ante la divina voluntad de su deidad. Y en cuanto asimilaron esta idea en sus primitivas mentes, perdieron cualquier reparo, miedo o duda. Con gritos salvajes comenzaron a cargar directamente contra la falange de picas, sin importarles la terrible muerte. Simplemente avanzaron y avanzaron, trepando sobre los cadáveres de sus propios compañeros que morían ensartados, para llegar hasta su dios, para luchar junto a su deidad.

La visión de estos Troles, avanzando enloquecidos contra las lanzas sin importarles la muerte, usando los propios cuerpos de sus aliados como escudos para empujar salvajemente a sus enemigos y gritando salvajemente… Fue demasiado para los guerreros que mantenían el perímetro. Uno de ellos finalmente dejó su lanza para intentar escapar. Era un movimiento inútil, pues todos ellos estaban atrapados por un anillo de enemigos y en un cañón estrecho. Quizá se debió más a una reacción instintiva que a un pensamiento real, pero fue el disparador que desató el colapso de la formación defensiva.

Los Caballeros eran los únicos que aún mantenían el coraje suficiente como para seguir peleando, pero también perdieron la ofensiva. Ellos ya estaban forzados a enfrentar cada uno a casi diez oponentes, pero ahora los Troll cargaban contra ellos sin importarles la muerte. Y cuando conseguían ensartar a uno de ellos con sus espadas, el moribundo se aferraba a la hoja desesperadamente con sus últimas fuerzas, dando oportunidad a sus compañeros para atacarlos por la espalda.

Ninguno de ellos era un Maestro de Espadas como Trunks, así que no podían usar su Aura de Batalla para acabar de una sola vez a múltiples oponentes. Uno por uno fueron cayendo por los ataques suicidas de los Troll del Bosque, hasta que finalmente se derrumbaban el suelo. Entonces los troles abrían las viseras de sus cascos y acuchillaban sus rostros sin ninguna piedad. Han Shuo estaba concentrado en su Pequeño Esqueleto y controlando la batalla en general, pero aprovechó esos momentos para atacar discretamente con sus púas de hueso a algunos entre ellos que ya habían agotado su Aura de Batalla. A pesar de todo no pudo dejar de admirar que ninguno de esos Caballeros pidió clemencia o dejó de luchar hasta el último momento, aunque no fue consciente de ello hasta mucho después de que todo terminase.

***

 


 

Con la Falange de picas desarmada, los Guerreros Troll finalmente comenzaron a invadir el perímetro y llegaron hasta los Magos, que se vieron obligados a dejar de mantener las barreras mágicas que hasta el momento detenían los proyectiles para concentrarse en defender sus vidas. Esto fue aprovechado inmediatamente por los Cazadores Troll, que ahora podían arrojar sus jabalinas sin ningún cuidado, desatando aún más la muerte y la destrucción en medio de los hombres del gremio McGrady. A esto se sumó el daño involuntario que los magos causaban en su desesperación, cada vez que fallaban alguno de sus ataques, el cual terminaba afectando a sus propios hombres; y también los ataques de los Chamanes Troll, ya libres de la amenaza de los Caballeros.

El pánico y el caos se esparcieron rápidamente y los cadáveres de los mercenarios comenzaron a acumularse rápidamente. El olor a la sangre lo impregnaba todo en medio de una confusa mezcla de gritos de guerra, sonido de armas chocando y las exclamaciones desesperadas de los moribundos.

La única persona que podría haber conseguido cambiar el funesto resultado al que se dirigía la batalla era la Archimaga Emily, pero ella estaba ocupada esquivando a duras penas todos los ataques del Pequeño Esqueleto que era completamente inmune a cualquier magia que le arrojaba. Y por más que gritaba pidiendo asistencia, simplemente no había nadie que pudiese escucharla en medio del caos.

Finalmente, los guerreros del gremio McGrady comenzaron a ser aglomerados por la oleada de troles que atacaban a diestra y siniestra, atrapándolos en un círculo mortal del que no había escapatoria. La Archimaga supo que no faltaba mucho para que llegase ese terrible momento de las batallas en que los soldados comenzaban a morir simplemente por la presión que ejercían sus propios compañeros en vez de por las armas de sus enemigos. Ya no le quedaba más remedio que aceptar que la batalla estaba perdida y que tenía que escapar antes de terminar arrastrada por el pandemonio.

Con un gesto rápido, la Archimaga invocó una nube negra para intentar bloquear la vista del Pequeño Esqueleto, mientras extraía una daga para cortar la parte de su túnica que cubría sus hermosas piernas. En ese momento necesitaba velocidad de movimiento y no quería que la tela se le enredase por accidente haciéndola tropezar. Emily corrió en silencio entre las personas, tratando de llegar hasta el centro de lo que quedaba de los defensores, desde donde tendría un margen suficiente para levitar y alejarse volando rápidamente. Era un movimiento arriesgado, porque inmediatamente llamaría la atención de los Cazadores Troll o los Chamanes, pero ya no tenía más opción que arriesgarse.

Su problema era que la oscuridad no le ocultaba nada al Pequeño Esqueleto, que inmediatamente salió de entra la neblina para volver a perseguirla a toda velocidad. Los Demonios Originales de Han Shuo tampoco la habían perdido de vista y la verdad era que las deliciosas piernas de la Archimaga destacaban bastante mientras parecía galopar en medio de la confusión general.

Emily miró por encima de su hombro, solo para confirmar con horror que la extraña criatura seguía persiguiéndola. Con su velocidad al correr no iba conseguir escapar, pero todavía estaba demasiado cerca del combate como para levitar sin convertirse en presa de las jabalinas. Desesperada decidió invocar una barrera mágica para alejar a las personas en frente de ella, forzando un camino hacia el centro de la formación donde aún resistían algunos Caballeros que luchaban con Trunks junto a los animales y la carga. En cualquier momento se podría ocultar entre los paquetes y elevarse rápidamente hacia el cielo.

Pero nada de lo que ocurría en la batalla escapaba a los ojos de Han Shuo. La Archimaga era el enemigo que más temía y no tenía ninguna intención de dejarla escapar, así que guio a su criatura y le dio la orden de saltar lo más alto posible durante la persecución para que los Troles lo viesen. El efecto fue inmediato, pues los troles comenzaron a llevar la batalla en esa dirección sin importarles las vidas que tuviesen que pagar para conseguir llegar hasta su deidad. Los Cazadores Troll en particular arrojaron una lluvia de jabalinas que terminó cayendo sobre gran parte de los Dragones de Tierra.

Naturalmente las bestias entraron en frenesí y comenzaron a correr en toda dirección, aplastando a amigos y enemigos por igual. La Archimaga estaba a punto de levitar cuando una enorme bestia la impactó de costado, mandándola a volar unos cuantos metros.

Para entonces la defensa del Gremio McGrady había colapsado por completo. Las hordas de troll comenzaron a masacrar sin distinción. Los mercaderes gritaban inútilmente por una ayuda que ya no llegaría. Los esclavos y sirvientes hacían lo posible por defenderse, pero la mayoría moría rápidamente por causa de la lluvia de jabalinas y piedras.

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Trunks ya se había alejado volando a lomos de su Mantícora para no quedar atrapado en medio del caos y los Caballeros que habían estado luchando con él no tenían intención de perseguirlo. En cambio, se volvieron con valor hacia los troles que se aproximaban y cargaron con furia contra ellos dispuestos a vender caras sus vidas.

El estruendo causado por los gritos desesperados de los moribundos, los rugidos de los últimos combatientes y el clamor de las bestias se prolongó por varios minutos, pero la situación ya estaba decidida. Los Troll del Bosque se abalanzaron sobre los pocos sobrevivientes como una manada de hienas sobre una presa moribunda, asesinando sin piedad incluso a los sirvientes que intentaban rendirse. Sin sus formaciones de batalla, el apoyo de la magia o estrategias de combate, los humanos revelaban ser considerablemente más débiles físicamente que los Troll, lo que los volvía una presa fácil cuando estaban atrapados e invadidos por el pánico. Algunos afortunados consiguieron aprovechar el momento en que las bestias e carga más voluminosas corrían asustadas y conseguían abrirse paso muy brevemente en medio de la marea de Troles, pero fueron muy pocos.

La Archimaga finalmente pudo recuperarse de la embestida y consiguió ponerse de pie con algo de dificultad, pero era claro que el golpe la había dejado confundida. El Pequeño Esqueleto aprovechó la oportunidad para cerrar aún más la distancia que los separaba y cuando la maga notó que la criatura oscura estaba prácticamente sobre ella, el pánico finalmente la conquistó. Emily comenzó a gritar pidiendo ayuda desesperadamente, pero en medio del caos de la matanza no había nadie que pudiese escuchar sus gritos o distinguirlos de entre el resto de moribundos. En un último intento desesperado por escapar, la Archimaga decidió arriesgarse y comenzar a levitar inmediatamente, pero eso la hizo un blanco inmediato de los Cazadores Troll que le arrojaron una lluvia de jabalinas.

La Archimaga reaccionó inmediatamente y conjuró una barrera de oscuridad que rechazó esa ronda de ataques, pero también consumió lo poco que le quedaba de Fuerza Mental e incluso se vio forzada a escupir un poco de sangre. Tuvo que aterrizar en medio del grupo de sobrevivientes, que comenzaron a arrastrarla de un lado a otro sin darse cuenta, mientras luchaban inútilmente por escapar.

Al ver esto, Han Shuo supo que Emily ya no era una amenaza para nadie, así que dejó de ocultarse y rápidamente se introdujo en la batalla, matando a los últimos caballeros con su Filo Asesino de Demonios o sus Púas de Hueso. Mientras asesinaba a diestra y siniestra, no dejaba de buscar como un sabueso al Mago de Tierra que lo había atacado en el pantano de la Gorgona.

Con un estruendo, la Mantícora aterrizó repentinamente a su lado y Trunks descendió de su lomo para unirse a él en la batalla. Después de matar a los enemigos que los rodeaban, el Cazador de Monstruos lo saludó con un gesto y una sonrisa salvaje.

– ¡Vaya, me has encontrado muy rápido! – Dijo Han Shuo sorprendido.

– Ya sabía que estabas por aquí y mi compañero conoce tu aroma. – Respondió Trunks encogiéndose de hombros.

Han Shuo asintió en respuesta. Ambos continuaron caminando con una tranquilidad desconcertante en medio del caos producido por la matanza, hasta que finalmente dieron con la presa que habían venido a buscar en primer lugar. El Mago de Tierra Leo se las había arreglado para sobrevivir creando barricadas a su alrededor, pero era evidente que no le quedaba mucha Fuerza Mental. Apenas podía mantenerse en pie, cuando distinguió a dos figuras que se acercaban lentamente hacia él en medio del polvo y sus ojos se abrieron por el terror cuando supo quiénes eran.

– ¡Ustedes! ¡¿Cómo es posible?! ¡¿Qué es lo que quieren?! – Tartamudeó el mago de un modo miserable.

La estúpida pregunta provocó que se detuvieran por un momento antes de hablar entre ellos.

– ¿De verdad nos acaba de preguntar que queremos? – Dijo Trunks con una sonrisa irónica.

– Parecía se algo astuto cuando nos atacó, pero supongo que al final no es nada más que un pusilánime sin ningún valor. – Respondió Han Shuo casualmente antes de encogerse de hombros, como si no le importara estar en medio del escenario de una masacre. – De pronto siento que quizá me esforcé demasiado orquestando todo este plan sólo para lidiar con este monigote… Pero bueno, igual era un asunto que tenía que resolverse. –

– ¡¿De…? ¡¿De qué están hablando?! – Gritó Leo horrorizado.

– ¿De qué hablamos? – Dijo Trunks mirándolo a los ojos por primera vez, mientras sonreía. – Vinimos ejecutarte. Matarte. Terminar con tu existencia. ¿Lo entiendes ahora? –

– Dentro de poco fertilizarás el bosque. Serás criadero de malvas. Tu nombre será “fiambre”. – Dijo Han Shuo con sorna, animando por el repentino humor negro de su aliado.

Leo soltó un chillido lastimero mientras golpeaba el suelo con su bastón para conjurar un muro de tierra que los separara. Luego corrió desesperadamente en la dirección opuesta, pues entendía bien que tenía más posibilidades de sobrevivir contra los Troll del Bosque.

Han Shuo estaba punto de cargar hacia adelante, cuando Trunks le sujetó el hombro para detenerlo y dijo: – Permíteme. Aún no te has recuperado de tus heridas y su magia de tierra puede ser peligrosa si tiene suerte de atinar un golpe. –

Tras recibir un asentimiento de Han Shuo, el Cazador de Monstruos silbó suavemente y su Mantícora soltó un rugido feroz antes de saltar ágilmente por encima del muro de tierra, persiguiendo al Mago. En poco tiempo comenzaron a escucharse gritos lastimeros y agonizantes.

Trunks sonrió con malicia y comenzó a caminar rápidamente en dirección a su bestia mientras decía: – Iré a asegurarme de que esté bien muerto. –

Sabiendo que ya no tenía que preocuparse por ese asunto, Han Shuo se concentró en sus Demonios Originales para entender la situación. Descubrió que los Troll del Bosque estaban terminando con los últimos rezagados que intentaban escapar desesperadamente y abandonando por completo a cualquier pretensión por llevarse los artículos que originalmente trasportaban.

En medio de la multitud que escapaba distinguió al Pequeño Esqueleto que aún perseguía a la Archimaga Oscura tal y como le había ordenado, seguido por un nutrido grupo de Cazadores Trol que gritaban “¡Datara!, ¡Datara!” con total euforia. La pobre Archimaga no podía hacer nada por defenderse, pues cualquiera de sus magias era inmediatamente anulada por el Pequeño Esqueleto y finalmente tropezó con uno de los muchos cadáveres a su alrededor. Inmediatamente los Cazadores Trol le arrojaron encima varias redes hechas de fibra vegetal, atrapándola por completo.

– ¡Tengo lo que quieres! ¡No puedes matarme! ¡No debes! – Rugió la Archimaga abruptamente, justo antes de que los Cazadores desatasen una lluvia de jabalinas sobre ella.

Al oírla, Han Shuo tuvo una idea e inmediatamente ordenó a su Pequeño Esqueleto hacer gestos para detener a los atacantes. Luego la criatura oscura arrancó un pedazo de tela de uno de los cadáveres y comenzó a caminar lentamente hacia la Archimaga, que lo miró aterrorizada, pero no podía mover su cuerpo. El Pequeño Esqueleto tapó rápidamente la boca de Emily con la tela, después ató firmemente sus extremidades con una cuerda y se quedó vigilándola atentamente. La Archimaga se retorció con furia, soltando gemidos ahogados de cuando en cuando, pero no quedaba nadie que viniese en su ayuda.

***

 

 

Después de unos veinte minutos se terminaron los últimos combates y remataron a los heridos. Trunks se acercó lentamente con su Mantícora, en cuyas fauces aún brillaban restos de la sangre de Leo. Los Troles quisieron atacarlo cuando lo vieron, pero Han Shuo se las arregló para detenerlos y luego los distrajo haciendo que se concentrasen en saquear el botín de la caravana.

El Cazador de Monstruos se quedó en silencio al lado de Han Shuo, sin decir nada que pudiese ponerlo en evidencia. Pero no pudo dejar de notar las reverentes miradas que los Troll del Bosque mostraban hacia el Pequeño Esqueleto o el propio Han Shuo. Tuvo que hacer muchos esfuerzos para mantener su expresión impertérrita.

– Te lo explicaré todo después. Por ahora sólo sígueme la corriente. – Susurró Han Shuo disimuladamente al notar la mirada de Trunks.

– Estoy seguro de que es una historia que vale la pena oír. – Respondió Trunks con una sonrisa.

Han Shuo lo miró un instante con gratitud, luego comenzó a caminar lentamente hacia la Archimaga Oscura, que aún se retorcía inútilmente en un vano intento por liberarse. De un brusco tirón le arrancó la tela de la boca, luego acercó su rostro al de ella con una mirada despiadada, mientras le decía con crueldad: – ¡¿Qué razón puedes darme para que no te mate?! –

 

 

 

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Great Demon King Libro 3 Capítulo 118 Novela Web

Cómo están amigos, soy Acabcor de Perú, donde vivimos una epidemia por culpa del mal clima.

Señores y Señoras, no tienen idea del número de enfermedades que he sufrido estos últimos 2 meses. Mi módico salario se ha ido por completo en medicinas cada vez más costosas y con efectos secundarios terribles. Casi he deseado estirar la pata con tal de no tener que lidiar más con esos médicos indolentes.

Pero finalmente me recuperé lo suficiente como para volver a mis traducciones, que vendrán lentas pero seguras.

Quiero saludar a todos nuestros lectores acérrimos que me han esperado a pesar de todos, sabiendo que hay muchos traductores más adelantados que yo y seguramente igual de buenos. Muchas gracias por apoyar esta traducción a pesar de todos los defectos que pueda llegar a tener.

Nos vemos en el siguiente capítulo.

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