Otome Game no Hametsu Flag shika nai Akuyaku Reijou ni Tensei shite shimatta… (NL)

Volumen 1

Capítulo 5: Mi Encuentro con los Hermanos Hermosos

Parte 6

 

 

Soy el hijo mayor de la familia del Conde Ascart, Nicol Ascart. En mi juventud mi padre me llevó al castillo muchas veces, debido al hecho que él era el Canciller Real. Como resultado, tuve muchas oportunidades de relacionarme con los príncipes de este reino, especialmente con los príncipes gemelos, que eran un año más jóvenes que yo.

Fue aproximadamente un año antes cuando estos dos príncipes, a quienes conocía desde la infancia, comenzaron a cambiar.


Jeord, el tercer príncipe heredero, y su sonrisa incesantemente perfecta y falsa. Sus ojos solo mostraban aburrimiento; nada se reflejaba en ellos. Aunque un día, sin embargo, Jeord dijo que había encontrado “algo muy interesante”... y luego, sonrió. Era una sonrisa muy diferente a la que le gustaba mostrarle al mundo. Y con el tiempo, Jeord cambió, de forma lenta pero segura. Lentamente su falsa sonrisa desapareció, y en su lugar había un vigor chispeante.

Y luego estaba el hermano de Jeord, el cuarto príncipe heredero, Alan. A menudo Alan se comparaba con Jeord y se resistía a él en todo momento. Su desesperación parecía solo traerle dolor.

Incluso Alan, sin embargo, comenzó a cambiar con el tiempo. Como si le hubieran quitado un gran peso de encima, Alan dejó de resistirse a Jeord. En cambio, comenzó a esforzarse por promover sus talentos musicales, que era donde originalmente estaban sus intereses. Su talento era formidable, y casi de la noche a la mañana, la gente lo alababa como un prodigio de la música.

Sin embargo, el cambio más marcado de todos fue el hecho de que ahora Alan hablaría normalmente con Jeord, a quien solía despreciar. Los que estaban en el castillo quedaron sorprendidos, incluso desconcertados, por esto. Encontraron extraño que la actitud de Alan hacia Jeord, que siempre había sido de desafío y resistencia, cambiara.

De hecho, los cambios fueron más allá de los dos simplemente hablando normalmente entre sí. Incluso comenzaron a abandonar los terrenos del castillo juntos. Últimamente, incluso se les había visto hablando cordialmente dentro de los terrenos del castillo. Un cambio verdaderamente teatral.

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Sin embargo, la razón de este profundo cambio siguió siendo un misterio para la mayoría. Los rumores, cuando finalmente llegaron, hablaban de un lugar que era conocido por sus continuas visitas, la mansión de Claes, hogar del Duque Claes y su familia. Algo o alguien, fue la razón por la cual tal cambio había ocurrido en los dos príncipes…

Fue un día después de la fiesta de té en el castillo real que nos dirigimos a la rumoreada mansión Claes. Mi hermana, que había asistido a esta fiesta conmigo, aparentemente recibió una invitación formal de la hija mayor de la familia Claes, Lady Katarina Claes.

Mi hermana, Sophia Ascart, es una chica amable y adorable. Una noble dama de buena reputación por derecho propio. Sophia se destaca, sin embargo, con su cabello blanco como la porcelana y sus ojos rojos.

Y debido a este hecho, porque Sophia era un poco diferente, estaba expuesta a los crueles caprichos de la sociedad. La miraban extrañamente mientras caminaba, y los celosos de los logros de nuestra familia afirmaban que era una “niña maldita”.

Aún más crueles fueron los niños tontos que tomaron esas palabras literalmente. Con sus despiadadas miradas y palabras, estas personas hieren a Sophia. Eventualmente se encerró en su habitación, ya no estaba dispuesta a enfrentar el mundo. Durante unos años, Sophia permaneció así, cerrada al mundo exterior…

Hasta el día en que esos dos príncipes celebraron una fiesta de té en el castillo real, a la que ambos asistimos. Sophia no parecía demasiado entusiasmada por ir, y yo tampoco.

Los dos príncipes se habían encontrado con Sophia varias veces. No tenía dudas de que no le echarían miradas discriminatorias ni se considerarían superiores a ella. La fiesta, sin embargo, era de gran escala, como cabría corresponder a una de las celebradas por los príncipes gemelos.

También asistirían los niños, jóvenes Maestros y Ladys de muchas familias nobles. Seguramente habría algunos de ellos que rehuirían y lamentarían la presencia de Sophia, creyéndose superiores. No deseaba que Sophia fuera a ese lugar, pero mi padre nos convenció de lo contrario.

“Tanto tú como Sophia tienen magia dentro. A la edad de quince años, ambos deberán asistir a la Academia de Magia. Recuerda tú y Sophia son diferentes tanto en género como en edad, por lo que no siempre podrás permanecer a su lado y protegerla. Sophia tiene que aprender a protegerse. Con tantos niños reunidos, estoy seguro de que incluso hará algunos amigos.”

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Nosotros, los hermanos Ascart, teníamos magia en nuestras venas, y todos aquellos en nuestra misma situación debían inscribirse en la academia una vez que fuesen mayores de edad, según las leyes de esta tierra. En cuatro años, haría lo mismo… y un año luego de eso, Sophia tendría que hacer lo mismo.

Quería estar a su lado el mayor tiempo posible. Quería proteger a mi preciada hermana. Sin embargo, dadas nuestras diferencias en edad y género, no había forma de que siempre pudiera cuidarla.

Antes de que Sophia se encerrara, mis padres la llevaron en salidas similares, dijeron que era para que hiciera amigos. Sin embargo, los niños eran excepcionalmente sensibles a aquellos que eran… diferentes, de ellos mismos. Al final, todos esos esfuerzos terminaron lastimando a Sophia.

Comprendí que esto no podría continuar. Sin embargo… la perspectiva, la sola idea de ver a Sophia llorar una vez más era infinitamente más aterradora para mí.

En la fiesta del té, a pesar de mis esfuerzos, me separaron de mi hermana. Fui realmente patético. ¿Cómo podría pensar en proteger a Sophia de ese modo? Muchos de esos terribles niños nobles, los mismos que antes habían lastimado a Sophia, también estuvieron presentes en esta fiesta. Ahora que estaba separado de ella, seguramente la volverían a lastimar. No había duda al respecto. Con este pensamiento en mente, apenas podía calmarme.

Y entonces busqué desesperadamente a mi hermana, sin éxito. Fue solo al término de la fiesta que finalmente la encontré. Sophia, sin embargo, simplemente estaba de pie con una expresión en blanco en su rostro.

“¿Qué te han hecho? ¿Quién era?” Pregunté, preocupado.

“Alguien con el nombre de Lady Katarina Claes… me ha invitado a visitar su mansión.” murmuró Sophia, esa misma expresión aún plasmada en sus rasgos.

Y entonces los dos nos dirigimos a la rumoreada mansión de Claes. Hablando honestamente, no estaba demasiado entusiasmado con este giro de los acontecimientos, porque antes Sophia ya había recibido muchas invitaciones similares… solo para que la rechazaran en las puertas.

La preocupación nubló mi mente. No tuve más remedio que acercarme a Jeord, el prometido de Katarina, para preguntarle sobre la propia Katarina. Me referí a cómo había sido amable con Sophia en la fiesta y había invitado a mi hermana a su mansión.

“Parece que recientemente has cambiado. Eres un poco más… sobrio. ¿Simplemente estabas jugando con otra dama noble…?”

“¿…?” Por un momento, Jeord murmuró para sí mismo, antes de finalmente mirarme con una sonrisa aparentemente omnisciente. “Nicol. Debo admitir que Katarina es… extraña. Diferente. Sin embargo, ella no lastimara a tu querida hermana.”

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Confiando en las palabras de Jeord, pero aún preocupado por Sophia, terminé siguiéndola hasta la mansión de la familia Claes.

“Creo que tu sedoso cabello blanco es hermoso. Que tus ojos brillantes color rojo rubí son bellos. Que… tú… eres preciosa.” Dijo Katarina Claes, sonriendo a Sophia mientras lo hacía.

“En realidad, ¡me encantaría que vinieras a visitarnos de nuevo! Y si no te importa… ¿Te gustaría ser mi amiga?”

Esas fueron las palabras de la chica. Ella sonreía suavemente mientras sostenía las manos de Sophia entre las suyas. Era como Jeord había dicho. No había forma de que esta chica lastimara a mi preciosa hermana.

Mientras miraba la suave sonrisa de Katarina, finalmente me di cuenta. Ella era la indicada. Ella era la razón por la cual esos cambios habían acontecido sobre Jeord y Alan.

Tenía un ambiente único… que chica más misteriosa. Los príncipes gemelos visitaron esta mansión solo para verla. Y al igual que aquellos antes que ella, Sophia cambió después de conocer a Katarina Claes.

Antes, nunca había querido dar un solo paso fuera de su habitación. Ahora clamaba que la dejaran salir todos los días. Una luz había iluminado sus rasgos oscuros y doloridos. Una luz surgió desde dentro y la sonrisa volvió a su rostro. Estaba profundamente, profundamente… agradecido… hacia Katarina Claes.

Sin embargo, con la creciente cantidad de salidas de Sophia, llegaron los rumores e insultos susurrados en las sombras. No quedaría de brazos cruzados mientras esperaba ver a mi hermana, ahora sonriente, regresar a su habitación oscura y solitaria.

Apliqué los tipos apropiados de… presión sobre aquellos que se atreverían a hablar mal de Sophia. Silencié las voces en las sombras. Supongo que antes no había sido lo suficientemente fuerte. Renové mis esfuerzos, y con eso, los susurros finalmente se desvanecieron.

Aun así, a la vez que estos chismosos finalmente desaparecieron…


“¡El Maestro Nicol es muy desafortunado, teniendo que hacer todo eso solo por su hermana!”

“El Maestro Nicol es más capaz… ¡Pero esos rumores! ¡Todo por su hermana! Qué pena…”

“Qué desafortunado. Ese chico Ascart… por haber dicho tantas cosas sobre él a sus espaldas.”

Las condenas, los chismes, el desdén, casi habían cesado. En su lugar había… lástima. ¿Empatía, tal vez? Mientras más trabajaba para proteger a Sophia, más fuertes se volvían las voces.

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No eran voces hostiles, de ninguna manera. Simplemente me compadecieron, me compadecieron por tener que hacer todo esto. Hablaron de lo desafortunado que fui.


Sin embargo… esas palabras perforaron mi corazón. Sin piedad. A fondo. No era una víctima que necesitaba ser compadecida. Mi familia no era de ninguna manera desafortunada. Tenía dos padres respetables y una hermana amable y gentil. Eran una familia de la que podría estar orgulloso. En todo caso, pensé que era afortunado.

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Pero nadie a mí alrededor entendió esto. Si afirmara ser afortunado, ser feliz, asumirían que simplemente lo estaba soportando. Tolerándolo.

Esto me enfureció. Fui afortunado. Fui bendecido. Y sin embargo… ¿Cómo podrían? ¿Cómo podían simplemente decidir que era desafortunado, que me tenían lástima?

¡No se atrevan a pensar en mi preciosa hermana como una fuente de desgracia! ¡No he sido más que feliz desde que nació Sophia…!

Con el tiempo, me cansé de estas palabras no deseadas, esta lástima no solicitada. Pensé que ya no era importante, incluso si nadie lo entendía. Mi preciosa hermana ahora estaba sonriendo, riendo. Y eso, para mí… fue suficiente.

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Incluso si los espectadores me compadecían, o me consideraban una víctima desafortunada… incluso si nunca me entienden. Eso también estuvo bien. Eso serviría

“Realmente eres bendecido, Maestro Nicol, por tener padres tan increíbles y una linda hermana menor.” Katarina Claes, la chica frente a mí, dijo con esa misma sonrisa amable en su rostro. Era esa sonrisa exacta que le había mostrado a Sophia. Una luz suave y cálida.

“… ¿Bendito…?”

Sí. Exactamente. Justo como siempre había pensado. Pero… nadie me entendía. Nadie buscaba hacerlo.

“¿Eh? Um…”

“… ¿De verdad crees… que soy bendecido?” Dije, mirando directamente a Katarina.

“Creo que tienes una familia maravillosa… um. ¿Estaba quizás… equivocada de alguna manera…?” Y Katarina me devolvió la mirada, sus ojos azul aguamarina mirándome.

“… No. No, Lady Katarina. No te equivocas en absoluto. Tengo dos padres respetables y maravillosos y una gentil y linda hermana menor. Sí… estoy verdaderamente bendecido.”

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Pensé que nadie lo entendería, que jamás alguien lo haría. Ya me había rendido. Aun así… ocurrió esto. Esta chica… Katarina. Ella entendió.

Ah. Pensar que había asumido que estaba solo, que nunca nadie entendería mis pensamientos.

La indignación en mi corazón lentamente comenzó a desvanecerse. Una vez más miré a la chica parada frente a mí.

La hija mayor del Duque Claes, Katarina Claes. Una chica misteriosa que había cambiado a esos príncipes gemelos, y la primera en comprender estos pensamientos míos, cuando ya había renunciado a la empatía y la comprensión.

Finalmente entendí por qué los príncipes y mi hermana estaban tan ansiosos por visitar la mansión Claes. Una y otra vez, día tras día. Supongo que fue razonable suponer que pronto los imitaría, poniendo un pie frente a otro en el camino a la mansión Claes. No solo para escoltar a Sophia y mantenerla a salvo, sino para conocer mejor… a Katarina Claes.

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