Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 14

Capítulo 13: A Través de Mil Oscuridades

Parte 7

 

 

— —¡¡…!!

Ryuu abrió los ojos.

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Las primeras sensaciones que sintió fueron un dolor ardiente y un letargo aplastante. Luego la soledad de haberse quedado sola. La calidez que la había envuelto se había ido.

Bell había desaparecido. En su lugar, en la oscuridad al final del pasillo, había una feroz canción de batalla.

Bell no se había rendido en lo más mínimo.

Estaba pensando en Ryuu y tratando de cumplir sus esperanzas.

No quería que se perdiera su justicia.

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–¡Bell…!

Ryuu juntó su fuerza e hizo un puño.

Sabía lo que tenía que hacer.

La visión se había ido. La alucinación había desaparecido. Alise y las demás no se encontraban en ninguna parte. Quizás todo lo que había visto en la orilla lejana de la luz no era más que una ilusión que se adaptaba a su propia fantasía.

Aun así, le habían enseñado algo.

La justicia estaba viva dentro de ella.

No debía tirarla a un lado. Debía buscar la esperanza.

Ryuu plantó sus temblorosas manos en el suelo y se despegó del suelo.

–¡¡Aaaaaa…!!

En el charco de sangre, dejo escapar un grito de recién nacido.

Rompió con su yo que se había acurrucado a la sombra de sus compañeras fallecidas, encarcelada por el pasado, y dio a luz a una nueva yo.

Tenía que enfrentarlo.

Tenía que enfrentar ese pasado del que se había escondido por tanto tiempo.

Tenía que luchar.

Tenía que luchar contra el símbolo de su pasado que había temido todos estos años.

El Juggernaut—el monstruo de la calamidad—era su pasado personificado.

Si quería un futuro, tenía que superar ese pasado.

Si estaba decidida a no perder a nadie más y a vivir su justicia y esperanza, entonces no tenía otra opción.

–¡¡Aaaaaaa!!

Se levantó.

Tomó un arma del charco de sangre—la espada de hueso de un Spartoi—y la clavó en el suelo.

Alejando el dolor, dio un paso adelante. Ese paso dio a luz a otro paso más fuerte. Invocó la fuerza para seguir adelante.

Ignorando su cuerpo gritando, Ryuu caminó por el oscuro pasillo.

Caminó hacia la canción de batalla.

Hacia el lugar donde resonaban los rugidos del monstruo y los gritos de guerra de un humano.

Debajo de la fosforescencia que iluminaba la oscuridad, Ryuu se arrojó hacia el lugar donde esperaban la calamidad y la crueldad.

— ———

¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

Más allá del pasillo, una lucha a muerte estaba en marcha.

En el centro de la habitación, el monstruo y el humano se enfrentaban, con la intención de matarse el uno al otro. Bell estaba cruzando espadas con el Juggernaut. ¿De dónde venía esa fuerza? Era como si literalmente estuviera vertiendo los últimos restos de su vida en su batalla.

Había llevado al monstruo a una competencia de fuerza pura.

Con la reluciente Daga blanca en su mano derecha, se defendía de cada estaca que el monstruo le disparaba mientras rebotaban implacablemente en las paredes, el piso y el techo.

Las estacas del enemigo eran más lentas que un Iguazu. Por supuesto, eso significaba que podía contrarrestarlas. Se había enfrentado a una tormenta de esas golondrinas asesinas antes, y ahora <Hakugen> derribaba el aluvión de malvadas estacas sin fallar una sola.

Cuando el Juggernaut, con sus rugidos odiosamente alegres, pasó al combate cuerpo a cuerpo, Bell lo cambió por la <Daga Hestia>. Era un arma de alta velocidad con doble filo. Alternando entre la cuchilla negro azabache y la blanca brillante en su mano derecha, Bell contrarresto con éxito la estrategia de golpear y correr del monstruo. Incluso encontró tiempo para cortarle la cola y cortar algunas de las escamas de Hombre Lagarto.

Había un patrón regular en los saltos de su enemigo ahora que no podía moverse con total libertad. Con sus instintos de Aventurero, Bell registró la relación entre el ángulo en el que aterrizaba y el tiempo necesario para prepararse para su próximo salto, y al hacerlo logró resistir los salvajes ataques.

Decidido a usar su pérdida anterior como base para la victoria esta vez, Bell rugió y lanzó un contraataque.

La Daga y las garras brillaban de color azul violáceo, dibujando incontables arcos a través del aire. Chispas se arremolinaban en medio del ruido ensordecedor. Era un baile circular de luz chocando ferozmente.

Para Ryuu, parecía una fuerza vital pura lanzada contra otra.

— —¡…! ¿¡Ryuu-san!?

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Bell había notado su presencia.

Al mismo tiempo, el Juggernaut se dio la vuelta y la miró directamente.

Su pecho se estremeció. No podía ocultarlo. Su trauma crujió de miedo.

Pero ahora había algo que la asustaba más que tener sus heridas pasadas abiertas de nuevo.

Esa era la posibilidad de perder una vez más algo irremplazable.

Por un breve segundo de tiempo concentrado, su corazón estaba tranquilo.

A esta quietud perfecta le siguió una tempestuosa tempestad.

Ese era el viento de su voluntad que la impulsaba hacia adelante.

— —¡¡…!!

Ryuu se inclinó hacia delante y salió corriendo.

Pateó el suelo, bailó por los aires y le dio un tremendo golpe al asombrado Juggernaut.

Hundió la espada de hueso blanco en el brazo derecho levantado del monstruo, por encima de su armadura protectora.

–¡Bell! Yo… no puedo ser la Elfa del lago.

Arrojada a un lado por el antebrazo de su enemigo, golpeó el suelo rodando y le gritó al aturdido Bell. Ya que le gustaban los cuentos Héroes, estaba segura de que estaba familiarizado con el que ella había mencionado. Los Elfos respetaban mucho la historia. Las jóvenes Elfas soñaban con vivir esa historia. Pero Ryuu la estaba rechazando.

Bell la miró fijamente.

–¡No permitiré que los que me importan me protejan mientras me siento y no hago nada! ¡No te dejaré entrar solo en las fauces de la muerte!

Bell sonrió cuando sus fuertes palabras lo alcanzaron. Asintió hacia ella con su cabeza ensangrentada y llena de cicatrices. eL <Texto Sagrado> en la <Daga Hestia> sostenida en su mano pulsaban con luz, como si ardiera con una renovada pasión por luchar.

Parados lado a lado, el humano y la Elfa lanzaron su contraataque.

¡¡OOOOOOOOOOOOO!!

El Juggernaut estaba loco de ira.

Estaba terriblemente molesto porque su batalla muerte con Bell había sido echada a perder.

El reloj seguía corriendo para este monstruo que había incorporado tantos de su propia especie y ahora llevaba su “armadura de persistencia” antinatural. Había decidido verter cada último segundo restante de su vida en la batalla contra ese hombre. Absolutamente debía matar al chico de cabello blanco.

Ese ser inútil estaba interfiriendo con su razón de existir a pesar de ser nada más que una distracción. Al capricho de su ira, el Juggernaut se preparó para aplastar al insecto ofensivo.

–¡¡…!!

¡…!

Pero Ryuu lo esquivó. Y eso no fue todo; se defendió.

Sus movimientos eran incomparables a los de unos momentos antes. Era difícil de creer que vinieran de la misma Aventurera. Sangre todavía fluía de su brazo derecho y pierna derecha, y de hecho de todo su cuerpo. Estaba herida de pies a cabeza, pero aun así había encontrado el coraje para enfrentar su pasado, su trauma. <Tempestad> había vuelto a su sobresaliente antiguo yo. Más que eso, estaba decidida a superar sus límites pasados.

La belleza con la que luchaba la separó de la chusma que el Juggernaut había matado hasta ahora.

–¡¡Acabaré contigo!!

Gritó las mismas palabras que el chico de cabello blanco, con la misma mirada en los ojos y la misma voluntad.

El Juggernaut había reconocido esto antes. Como el chico, valía la pena cazar a la Elfa. Valía la pena entregarse en cuerpo y alma a la masacre.

Por lo tanto, los mataría a los dos juntos.

El Juggernaut lanzó un temible grito de batalla y dedicó cada onza de su ser a asesinarlos.

–¡Ahhh…!

El ataque acelerado que consistía en una serie de saltos y una tormenta de estacas llevó a Bell al límite.

Habían pasado cinco minutos desde que comenzó la batalla. Pero en su estado hecho jirones, no habría sido sorprendente que Bell o Ryuu perdieran el equilibrio en cualquier momento. Sus cuerpos estaban mucho más allá de su capacidad. Cuando las llamas de sus vidas se apagarán, el viaje terminaría. Aunque el Juggernaut estaba pagando por su transformación en una quimera a través del rechazo de partes del cuerpo, la fuerza física de este monstruo no estándar excedía la de los Aventureros. Cuando el juego de espera terminara, los destruiría.

Cuando Bell luchaba solo, había estado constantemente atento a la oportunidad de asestar su golpe mortal. El Juggernaut, sin embargo, pareció darse cuenta de eso. La evidencia radicaba en el hecho de que, si bien todavía usaba sus garras, las estacas eran ahora su arma principal.

En la etapa actual de la batalla, no había tal cosa como un golpe decisivo.

–<Cielo distante por encima del bosque. Estrellas sin límites fijadas en una noche eterna.>

En este contexto, Ryuu comenzó a Cantar.

–¡…!

¡…!

Tanto Bell como el Juggernaut tuvieron la misma reacción hacia la Elfa cuando comenzó a Cantar en medio de correr y oscilar su espada.

<Canto Concurrente.>

Al realizar ataques, movimientos, evasión y Canto al mismo tiempo, el usuario creaba el momento necesario para un golpe letal.

–<Escucha mi débil voz y otorga la protección de la luz estelar.>

También era una canción de arrepentimiento.

Ryuu había Cantado la misma canción cuando permitió que Alise y las demás la protegieran sin salvarlas a cambio. Sucumbiendo a la desesperación y al terror, se había congelado, capaz de mover solo sus labios.

–<Otorga la luz de la piedad sobre los que te han abandonado.>

Ahora Cantaba esa detestable canción mientras luchaba.

Estaba decidida a no perder lo que más le importaba. Esta vez, no solo sería protegida, sino que protegería a cambio.

–… ¡…!

Bell sintió la intención detrás de sus acciones, así como su significado estratégico.

La eliminación del caparazón del Juggernaut.

El caparazón que aún permanecía en el lado izquierdo de su cuerpo estaba dotado no solo de reflejo mágico, sino también con el cuerpo de piedra de los Soldados de Obsidiana que había incorporado. El <Viento Luminoso> de Ryuu no podía dar un golpe mortal mientras su enemigo usara esta armadura pedregosa capaz de reducir la fuerza de la Magia. Y no le quedaba la fuerza mental para dos ataques.

… ¡…!

El Juggernaut interpretó la velocidad vertiginosa del Canto de Ryuu como una amenaza. Dado el estado comprometido de su armadura, había una pequeña posibilidad de que el ataque diera en el blanco. Había una pequeña posibilidad de que esto pudiera abrir la puerta a la derrota. Por lo tanto, el Juggernaut estaba decidido a destruir a Ryuu primero, antes de que su Magia reuniera toda su fuerza.

— —<¡Firebolt!>

Bell disparó un rayo de fuego—no al monstruo, sino a su propia Daga negra.

¡…!

El rayo de fuego convergió en la cuchilla, seguido inmediatamente por el sonido de una campanilla. Se estaba preparando para activar <Argo Vesta>. Estaba invocando la fuerza que le quedaba por cargar por última vez.

El Juggernaut no pudo evitar reaccionar ante ese presagio que señalaba el mismo ataque que había arrancado su brazo derecho. No había forma de que pudiera ignorar el golpe letal que casi lo había matado.

Eso era a lo que Bell había estado apuntando.

Frente al monstruo había un humano realizando una <Carga Concurrente>; detrás de él había una Elfa Cantando mientras corría. El que estaba delante era claramente un señuelo, pero no podía ignorarlo. Su atención se dividió, el Juggernaut dejó de moverse por un segundo.

–<Ven, viento de los vientos, errante viajero de las edades.>

Detrás del monstruo, Ryuu gritó su Canto.

Frente a él, Bell cargaba hacia adelante con su Daga en llamas.

Su plan era despojar al Juggernaut de su caparazón y luego explotarlo con Magia.

El monstruo de la calamidad reaccionó golpeando su brazo derecho contra el suelo.

—¡¡…!!

Estacas estallaron desde abajo—pero no solo en un lugar. Formaron un círculo que medía diez metros en radio alrededor de los Aventureros.

–¡¡Mierda!!

–¡Ahh!

Al enviar las estacas de hueso bajo tierra, el monstruo había logrado atacar a Ryuu y Bell al mismo tiempo. La montaña de estacas se elevó con el monstruo en el centro, hiriendo a ambos Aventureros. El hombro de Ryuu fue desgarrado y al muslo de Bell se le arrancó un trozo de carne. Con un golpe, el Juggernaut había reducido la vida de ambos. Tenía la intención de acabar con ellos ensartándolos en otro lote de estacas.

–<A través de los cielos, a través de los campos—>

Pero Ryuu no dejó de Cantar. Con un espíritu indomable, mantuvo el control sobre su Magia y aprovechó la oportunidad de la victoria.

Debido a que ella lo hizo, Bell también lo hizo.

Incluso cuando sangre se derramaba de su boca, entrecerró los ojos y golpeó el suelo con su mano derecha.

–<¡¡Argo Vesta!!>

Había cargado durante siete segundos.

El golpe mortal no estaba dirigido al Juggernaut en sí, sino a las estacas que atravesaban la tierra.

¿¡…!?

El suelo explotó con un rugido atronador mientras las reverberaciones sacudían al mundo ante los ojos del Juggernaut. La llamarada subterránea hizo estallar cada una de las estacas en polvo. El suministro de estacas había sido cortado.

Sin embargo, eso no fue todo. El poder y el impacto del fuego sagrado se transmitieron a través de las estacas al brazo derecho del Juggernaut. La extremidad hecha de los cuerpos de innumerables monstruos se hizo añicos.

¿¡——————!?

El Juggernaut gritó cuando su brazo derecho explotó de adentro hacia afuera. Cuando <Argo Vesta> lanzó grietas por el suelo y toda la habitación tembló, el monstruo tropezó. Por un momento, bajó la guardia.

Bell no dejó pasar la oportunidad. Se precipitó hacia adelante.

Sin fuerza restante para sostener firmemente su arma, la <Daga Hestia> giró en el aire. En cambio, cerró la mano en un puño, con la intención de sumergirse en el pecho del monstruo.

–¡Maldición—!

Pero llegó demasiado tarde.

Usar <Argonaut> para realizar su última <Carga Concurrente> le había robado la fuerza mental y física que le quedaba. A pesar de que maldijo sus rodillas colapsando e intento embestirlo, la amenaza no era rival para un monstruo especializado en agilidad. En el momento final, los límites del cuerpo físico de Bell lo traicionaron.

Habiéndose recuperado del daño infligido en él, el Juggernaut giró sus ojos rojos indignados hacia Bell.

No anticipó problemas para interceptar al conejo harapiento lanzándose hacia su pecho. Levantó el brazo izquierdo, blandiendo sus seis garras de color azul violáceo.

Levantadas en un ángulo por encima de su cabeza, las garras de la destrucción sin duda tenían la intención de acabar con Bell ensartándolo. Sin duda, colorearían el mundo de rojo cuando perforaran su pecho y salieran por su espalda. Tal como Bell imaginó que lo harían. Al igual que el ataque que había robado a las amigas de Ryuu cinco años antes.

— —¡¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

Recuperando su equilibrio por el daño de las estacas y el impacto del ataque de Bell, Ryuu rugió.

Para superar la tragedia que había sido grabado en sus ojos, se convirtió en el viento y voló por el espacio. Pateó su pie izquierdo contra el suelo y atravesó el aire como un destello de luz arqueándose hacia el monstruo. Acercándose desde un lado, se elevó directamente hacia su brazo izquierdo levantado.

¿¡…!?

Con Kodachi Futaba ya desenvainadas, usó sus Espadas Cortas para diseccionar las garras de la destrucción. Las cuchillas cortaron las articulaciones de su muñeca y dedos.

El tiempo se detuvo para el Juggernaut cuando se dio cuenta de que Ryuu acababa de robar su arma más poderosa, esas garras tan afiladas que podrían confundirse con colmillos.

Si tan solo hubiera hecho lo mismo ese día—

Dentro del aún inmóvil tiempo, recuerdos del pasado surgieron en la mente de Ryuu.

Nuevamente vio a Alise, con su espalda perforada por esas garras que había recibido para proteger a Ryuu.

Si tan solo Ryuu se hubiera puesto de pie.

Si tan solo hubiera luchado junto a ellas como estaba luchando ahora.

—¡Ella no habría sido asesinada!

El pesar y el dolor quemaron su cuerpo mientras su corazón dejaba escapar un grito que le atravesó el pecho.

Sabía que no podía traer de vuelta el pasado.

Aun así, miró hacia atrás en ese momento cuando había sido salvada y gritó con un corazón lleno de cienos de emociones diferentes.

Todo esto mientras pasaba más allá del aturdido Juggernaut.

—¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

Al siguiente instante, Bell se precipitó hacia el Juggernaut.

El apoyo de Ryuu le había permitido dar el salto final hacia el pecho del monstruo.

El enorme monstruo se congeló cuando el espacio entre Bell y él desapareció y el puño derecho del chico golpeó su lado derecho.

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–<¡FIREBOOOOOOOOOOOOOOOOLT!>

El grito llegó un instante después. La Magia de Lanzamiento Rápido explotó en su cuerpo.

Solo hubo un disparo.

Pero un disparo era suficiente.

Los restos finales de la Magia de Bell atravesaron el cuerpo pobremente defendido del Juggernaut, explotándolo despiadadamente desde el interior.

¿¡…!?

El cascarón restante en su lado izquierdo salió volando de su cuerpo cuando el rayo de fuego detonó. La armadura del Soldado de Obsidiana también se hizo añicos en el suelo en un remolino de chispas.

Un solo <Firebolt> débil no tenía la fuerza para derribar el Juggernaut por completo. Sin una Piedra Mágica para ser destruida, el monstruo único permaneció de pie. Sin embargo, la forma masiva ahora estaba completamente desnuda y sin armadura.

— —<Más rápido que cualquiera, más lejos que todos.>

Se escuchó la canción de la Elfa, una hermosa melodía de viento.

Desde la perspectiva del Juggernaut, ella estaba sobre su lado derecho. Habiendo robado sus garras, ahora yacía en el suelo con ambas piernas pisando firmemente.

Empujó su mano derecha hacia el Juggernaut congelado y se preparó para lanzar un torrente de Magia.

–<Luz de polvo de estrellas, desgarra a mi enemigo en pedazos.>

Esa era la última línea, la que anunciaba la finalización del hechizo.

Bell había sido arrojado hacia atrás por su propio ataque. El asombro llenó los ojos rojos del monstruo.

Ryuu disparó.

–<¡Viento luminoso!>

La Magia fue activada.

Enormes orbes de luz envueltos en viento verde se materializaron.

Cuarenta y siete de ellos.

El ataque mágico en el que había vertido cada gota de su fuerza mental había comenzado.

¡¡———————!!

La corriente de orbes de luz voló hacia el monstruo.

No había escapatoria de esa tormenta de destrucción.

Sin embargo, el Juggernaut escapó.

–¿¡Qué!?

Bell lo miraba incrédulo.

El monstruo había saltado con tal poder que parecía que su rodilla derecha se rompería al doblarse. Los orbes de luz se tragaron su cola y volaron su pierna derecha desde la espinilla hacia abajo, pero aun así voló a traves del aire.

Habiendo perdido su objetivo, la tormenta de orbes brillantes pasó por encima de Bell mientras gritaba de frustración y choco contra la pared de la habitación.

El monstruo había evadido el golpe letal de Ryuu.

Bell hizo una mueca mientras las reverberaciones sacudían el aire. Pero no Ryuu.

–Conozco tu velocidad mejor que nadie en el mundo.

Había mantenido diez de los cuarenta y siete orbes a su lado.

Había predicho esto.

Había adivinado que el monstruo de la calamidad probablemente evadiría incluso la Magia más poderosa lanzada en el momento ideal.

Incluso con el sacrificio de su amiga más cercana, no había podido eliminar completamente al Juggernaut anterior. Había mirado la situación actual con un realismo imperturbable y anticipó por completo la capacidad del monstruo para evadir su ataque.

Desde su posición en la pared más alejada de la habitación, el Juggernaut miraba junto con Bell debajo de él las diez esferas brillantes.

Diez.

Ese era un número especial para Ryuu.

El número de irremplazables compañeras de batalla que había perdido.

Estos orbes, más grandes que todos los demás que había producido, flotaban alrededor de su espalda.

— —Vamos.

Con eso, se lanzó hacia adelante.

¿¡…!?

No disparó los orbes que había mantenido en reserva, sino que los empujó hacia adelante con ella hacia el Juggernaut.

Este no será un ataque de largo o medio alcance.

Justo antes de que Bell usara <Argo Vesta> en el 27° Piso, el monstruo había saltado al aire. Si Bell no hubiera usado la <Bufanda de Goliat> para tirar de él, su golpe no habría dado en el blanco. Del mismo modo, si Ryuu no lanzara su ataque desde muy cerca, el Juggernaut no sería destruido.

Ryuu había aprendido de sus repetidas batallas contra el Juggernaut, y eligió un “ataque de rango cero”.

Aunque no podía acelerar tan rápido como le hubiera gustado porque una estaca le había herido el muslo, saltó hacia adelante con un grito.

–¡Noin, Neze!

Como si respondieran a los nombres, dos de los orbes brillantes explotaron en las suelas de las botas de Ryuu.

–¿¡Huh!?

El sonido de la luz se deslizó en los oídos de Bell mientras Ryuu aceleraba con una velocidad explosiva. Los orbes de luz envueltos por el viento le habían dado un increíble impulso hacia adelante. Ryuu se convirtió en un viento huracanado que cortó a través del aire tan rápido que dejó al tembloroso Bell y al asombrado Juggernaut en el polvo. Como si estuviera lanzando desde los dos orbes de luz, se precipito hacia el monstruo.

¿¡…!?

El Juggernaut se apresuró a empujar su brazo derecho, que ahora le faltaba la mitad inferior, hacia la Elfa voladora.

Una descarga de estacas surgió de la articulación entre su brazo y su cuerpo.

–¡Asta, Lyana!

Ryuu una vez más grito los nombres de sus compañeras y disparó dos grandes orbes de luz. Uno fue liberado desde su costado y aterrizó sobre su brazo izquierdo, que sostuvo cerca de ella, cambiando así su curso en medio del aire.

¿¡…!?

Se giró casi en ángulo recto, evadiendo la lluvia de estacas en el momento justo.

Inmediatamente, la segunda esfera brillante explotó en la suela de su zapato derecho, y una vez más voló hacia adelante.

El arco que dibujó en el aire era como un rayo.

Cuando el espacio entre Ryuu y el Juggernaut se desvaneció casi instantáneamente, el monstruo pateó la pared con el pie izquierdo en un intento de escapar.

–¡¡No escaparas!!

Ella siguió.

Ignorando el viento de frente y la ley de la inercia por igual, giró su cuerpo crujiente por pura fuerza de voluntad, aterrizó en la pared donde el monstruo había estado un segundo antes y volvió a volar.

La mirada del Juggernaut vaciló mientras miraba la forma rugiendo hacia él.

Estaba usando su Magia como nunca antes para moverse a través del aire.

Su salto de alta velocidad había vencido al asombrado Juggernaut en su propio juego.

Por supuesto, su imprudente estrategia de transformar su Magia en fuerza propulsora probablemente no carecería de consecuencias. Los tacones de sus botas se desprendieron, dejando al descubierto las ardientes suelas rojas de sus pies. El brazo izquierdo en el que había lanzado un orbe para cambiar de dirección también estaba fracturado.

Sin embargo, su cuerpo no estaba roto.

Podría tomar todas las habilidades que tenía para resistir su poder maligno, pero no se permitiría morir hasta que matara a ese monstruo.

Se disparó a sí misma con su propia Magia, haciendo que su carne humeara y su piel ardiera, y aun así el “vuelo de la Elfa” continuó.

—Amigas mías, denme fuerzas.

Junto con su <Familia>, mataría a su enemigo.

¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Percibiendo correctamente la intención de Ryuu, el Juggernaut dejó escapar un estruendoso rugido.

Lanzando la precaución al viento, disparó todas sus estacas restantes.

Habiendo perdido gran parte de su movilidad, estaba tratando desesperadamente de evitar que la Elfa se acercara.

–¡Celty, Iska, Maryu!

Como si le estuvieran prestando una mano, los tres orbes cuyos nombres habían sido llamados redirigieron a Ryuu diagonalmente y aplastaron las estacas que se precipitaban hacia ella.


Mientras Ryuu volaba por el aire sacudida por la poderosa presión del viento, vio los rostros de sus compañeras de batalla.

Sus diez hermanas en la justicia volaban a su lado, alzando sus voces con ella en un grito de batalla.

Era una alucinación. Un mero engaño sentimental.

Un espejismo para satisfacer sus caprichos.

Ella lo sabía.

Y entonces transformó esa visión en la fuerza que la impulsó hacia adelante.

— —¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

El rugido de la Elfa sacudió el aire.

Curiosamente, esa era un combate aéreo entre dos oponentes sin alas.

Como arrastrado hacia arriba por esa escena que se desplegaba como polvo de estrellas cruzando el cielo nocturno, Bell se puso de pie. Con los ojos muy abiertos, era como un animal incapaz de hacer más que mirar las estrellas en los cielos.

El vio:

El rastro de la Elfa mientras danzaba por el aire guiada por diez orbes de luz.

Con su larga capa ondeando como alas extendidas, realmente era una visión de las alas de la justicia.

La espada era la chica misma que se esforzaba por superar al monstruo.

Por fin, esa chica con el nombre de Astrea, la Diosa de la justicia, tallada en su espalda tenía el monstruo de la calamidad en sus manos.

¿¡AAAAAAAAAAAAAA!?

Por extraño que pareciera, todo esto se estaba desarrollando en medio del aire en el centro de la habitación.

Cuando el monstruo levantó su brazo derecho de hueso para interceptar esa persecución que no le había dejado ninguna ruta de escape, Ryuu liberó uno de los tres orbes restantes.

–¡Kaguya!

Como si respondiera al grito de una compañera de armas, el orbe se precipitó hacia adelante como un espadachín lanzando viento cortante.

El orbe pulverizó la última sección restante del brazo del monstruo, su última arma.

———

El impacto de la explosión envió el cuerpo del monstruo a volar por el aire.

Ryuu se elevó muy cerca de él y luego paso más allá de él, bailando sobre su cabeza. En el instante en que su poderoso impulso se desvaneció… su cuerpo giró lentamente, como si el tiempo se hubiera alejado de ese pedazo de aire.

Sus piernas estaban estiradas hacia el cielo, y su cabeza hacia el suelo.

El Juggernaut retorció su cuerpo masivo para mirarla hacia arriba directamente desde debajo de sus ojos.

–Lyra.

Invocó la esfera brillante tranquilamente y esta se acercó a sus pies mientras comenzaba a caer. Era como una hermana mayor empujándola hacia adelante con una sonrisa.

Las lágrimas se juntaron en los ojos de Ryuu, y al momento siguiente el impacto golpeó sus pies. Se convirtió en una estrella fugaz cayendo hacia abajo.

Y por último—

–Alise.

El último orbe de luz voló a la palma de Ryuu.

Había querido ser juzgada.

Había querido la redención.

Había querido morir y unirse a sus amigas.

Había tenido miedo de superar el pasado.

Había estado aterrorizada de olvidar el pasado.

Si hubiera podido, habría recuperado su pasado y hecho lo correcto.

Pero ahora.

Ahora quería el futuro.

Por su bien—

El enorme cuerpo del monstruo se acercaba. Había perdido ambos brazos, pero sus ojos rojos todavía la miraban aturdidos.

Al igual que ella, este símbolo de su pasado estaba maltratado de arriba a abajo. Ryuu sostuvo el orbe de luz en su mano derecha y lo levantó.

Estaba segura de que, en la luz de la hermosa esfera brillante, vio la mano de su amiga encima de la suya. Una lágrima cayó de sus ojos azul cielo mientras hablaba con labios temblorosos.

— —Adiós.

Adiós a la sombra persistente de sus amigas.

Adiós a esos días pasados.

Adiós al pasado que debía superar.

Ryuu se despidió de todo y entonces rugió.

–<¡¡Luvia!!>

Una violenta explosión.

————

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La enorme esfera brillante se estrelló contra el pecho del monstruo.

Como si estuviera recibiendo toda la habilidad de la chica que había protegido a Ryuu y la había salvado, floreció en un círculo de luz.

Incapaz de defenderse, sin siquiera un grito moribundo o un rugido de furia o resentimiento, el Juggernaut estalló silenciosamente en pedazos. Una melodía penetrante de luz y viento resonó cuando el cuerpo del monstruo se transformó en innumerables fragmentos.

Ryuu observó cómo los fragmentos que caían se convertían en cenizas como cualquier otro monstruo y luego cerró los ojos, sin energía.

Sus lágrimas se dispersaron en el aire.

–¿¡Ryuu-san!?

Ryuu y los restos del Juggernaut llegaron al centro de la habitación como una lluvia de meteoritos. Mientras la ceniza del monstruo se arremolinaba en una neblina humeante, Bell observaba, incapaz de lanzarse al lado de Ryuu en su estado herido. En cambio, se arrastró lentamente hacia el centro de la habitación y miró el humo púrpura que flotaba en el aire.

–¡Aah…!

Vio una la figura de una Elfa flotando a la distancia. Poco a poco, su silueta se enfocó y la figura salió del humo.

Era la maltratada Ryuu.

Ella lo miró a los ojos y curvó sus labios ligeramente. Bell le devolvió la sonrisa aliviado.

La habitación estaba completamente inmóvil aparte de los dos.

Habían derrotado la calamidad.

Todavía sonriendo, avanzaron lentamente, como si se estuvieran buscando el uno al otro.

Pero antes de que se alcanzaran, Bell tropezó.

Su cuerpo se inclinó hacia adelante.

Ryuu hizo lo mismo.

Aunque estaban a solo unos pasos de distancia, sus rodillas se doblaron y con un estruendo cayeron al suelo.

–……

–……

Sangre brotaba de sus cuerpos, que no eran más que heridas andantes.

Su respiración era superficial.

Apenas podían sentir sus manos y pies.

Apenas podían ver el mundo brumoso.

Estaban lo suficientemente cerca como para que Ryuu colocara su mano derecha sobre la mano derecha de Bell.

Se tumbaron boca abajo en el frío suelo del Calabozo

–… Ganamos, ¿No es así?

–…Si.

–… Y ahora podemos ir a casa.

–…Si.

Sus voces eran débiles.

No se miraban el uno al otro mientras formaban sonrisas que en realidad no eran sonrisas.

Un futuro en el que regresaban a la superficie se había convertido en nada más que un sueño que compartían, con el límite con la realidad borrosa.

Ningún Aventurero permanecía en esa habitación.

Solo había cenizas quemadas.

Eran como pájaros que habían volado al cielo y regresado solo para perder sus alas.

Brasas blancas y los vestigios desvaneciéndose de una Elfa.

Eso era todo.

Los aullidos de los monstruos resonaron en la distancia. Como si la quietud que había presidido el monstruo de la calamidad fuera una mentira, la oscuridad retumbo. El golpeteo de innumerables pies entrelazados con rugidos dirigiéndose hacia la habitación donde yacían Bell y Ryuu.

No podían levantarse. No podían mover un músculo. La oscuridad los miraba fijamente.

–…Bell.

–…Si.

–… Yo… a ti…

–……

Ryuu no terminó sus palabras.

La luz se desvaneció de sus ojos mientras miraban a un lado.

Como si se fueran a dormir, cerraron los ojos.

Para cuando los monstruos rugientes llegaron a la habitación, sus cuerpos habían dejado de moverse.

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Sus aventuras habían terminado.

Habían vencido la calamidad, pero habían perdido ante el Calabozo.

No habían logrado escapar del laberinto.

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Como muchos Aventureros antes que ellos, Ryuu y Bell fueron tragados por la oscuridad de los Pisos Profundos—

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— —, —chi, —¡¡llchi!!

O al menos eso parecía.

— —¡¡Bellchi!!

El torrente de rugidos de monstruos—los rugidos que sonaban exactamente como monstruos comunicándose con compañeros a cierta distancia—se convirtieron en palabras en lenguaje humano.

En la penumbra de su mundo, Bell sintió que una sombra caía sobre su cuerpo.

Sus párpados se abrieron cuando su cuerpo fue levantado en los brazos de alguien.

–¡¡Está vivo, está vivo!!

–¡Díganle a los humanos!

Después de una explosión de rugidos alegres, voces familiares resonaron en sus oídos.

Bell comprendió que lo habían volteado boca arriba y que un par de ojos lo miraban.

Esos mismos ojos redondos color ámbar que había deseado ver por tanto tiempo.

–¡Bell, Bell!

Lágrimas se derramaron de los ojos ámbar y humedecieron las mejillas de Bell. La piedra roja brillante en la frente de la chica brillaba como si también estuviera llorando. Bell trató de quitar las lágrimas de su rostro, solo para recordar que no podía moverse en absoluto. Intentó al menos sonreír, pero también fracasó en eso. Finalmente, se las arregló para mover los músculos de las mejillas y levantar las comisuras de su boca ligeramente. La chica con ojos color ámbar respondió con una gran sonrisa.

–¡Bell-sama!

–¡¡Bell!!

–¡Ryuu!

–¡Ella está por allí, nya!

Bell podía escuchar otras voces familiares en la distancia.

Las voces de sus amigos que los habían encontrado.

El telón había caído en su aventura; habían perdido ante el Calabozo.

Pero las esperanzas de Ryuu no habían sido aplastadas.

Ella y Bell no habían perdido la esperanza. En cambio, habían arriesgado la vida para luchar contra el monstruo, y esa batalla había llamado a sus compañeros a su lado. Los lazos de amistad que habían atraído hacia ellos habían vencido al Calabozo.

Moviéndose rápidamente, los monstruos que se habían reunido a su lado se alejaron rápidamente. Sus trabajos estaban terminados, aunque continuarían vigilando a la pareja desde las sombras. Su presencia permaneció cerca, como para susurrar sus palabras tranquilizadoras.

Los únicos dos Xenos que permanecieron con los Aventureros fueron la chica dragón y la Harpía disfrazadas con capuchas y túnicas. La Harpía levantó a Ryuu y la mantuvo cerca.

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–… Bell.

–… Si.

Las voces llorosas y alegres de los amigos que habían llamado sus nombres se acercaban.

Ryuu miró a Bell a los ojos y sonrió.

–Podemos… ir a casa.

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