Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 14

Capítulo 13: A Través de Mil Oscuridades

Parte 6

 

 

Ryuu se durmió.

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Bell sonrió levemente mientras la observaba quedarse dormida.

Lo había dejado engañarla.

De esa manera, estaba seguro de que no tendría pesadillas.

Eso era todo lo que deseaba.

Quería que tuviera dulces sueños hasta que todo terminara.

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Ya ha sufrido mucho…

Como sospechaba, él le había mentido.

Pero no era una mentira amable. Por el contrario, era una traición terrible provocada por el egoísmo hipócrita.

Bell no había renunciado a regresar con vida.

Recuerdo la expresión de su rostro cuando me contó todo…

No había olvidado la expresión del dolor sufrido en el rostro de esta Elfa que había perdido a sus compañeras.

Por eso lo hizo.

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–… ¡…!

Los miserables espasmos ya estaban disminuyendo. En su lugar llego un dolor increíble.

Tocó la herida de su estómago que había cerrado herméticamente.

Chispas bailaron ante sus ojos.

Dolor. Dolor. Dolor.

Quería gritar y gemir y romperse en cientos de pedazos.

Quería aullar hasta que toda su energía se hubiera ido.

Pero si podía sentir dolor, entonces podía moverse.

Si su cuerpo gritaba que moriría, entonces tenía la energía que necesitaba para aferrarse a la vida.

Si su corazón insistía con su latido rápido en que huyera de la muerte, entonces tenía fuerzas para escapar.

No usaría esa fuerza para escapar de la muerte—la usaría para derrotar a la muerte.

–¡¡…!!

Escuchó sus instintos gritar. Los ignoró.

Escuchó su cuerpo gritar una advertencia. Lo ignoró.

Escuchó a su corazón sollozar que era imposible. Lo ignoró.

Todo su ser, cada elemento que componía ese humano llamado Bell Cranel, estaba luchando contra su decisión. Lo ignoró.

Escuchó su alma llorar para que se pusiera de pie. Le asintió.

–¡¡Aaaaaaaaaaaaaa…!!

Dejo escapar el grito de un animal.

El Aventurero se convirtió en una bestia y masticó los fragmentos de la vida para que pudiera resistir.

A medida que la luz brillaba ante sus ojos, lo que quedaba de su racionalidad humana recordó una historia.

Era la historia de Belius el Guardián.

El guardián Elfo era un caballero triste e inflexible amado por una Elfa del lago. Como un mártir de amor hasta el final, murió en sus brazos.

Bell le rogó al Héroe Elfo que le diera la fuerza para proteger lo que era importante para él.

… No tengo luz para concentrar. Lo más probable es que solo me quede una Carga. No puedo usar <Argonaut>.

Pero el deseo de ser un Héroe está aquí en mi corazón.

Acarició el cabello de Ryuu suavemente, su sonrisa desapareció.

El hombre se puso de pie, solo.

***

 

 

El Juggernaut se estaba moviendo.

Habiendo renunciado a penetrar el pasillo en el que se encontraban Ryuu y Bell desde su entrada, dio la vuelta a la salida. El Juggernaut tenía sentidos exquisitamente refinados. Esta habilidad inmunológica era un regalo de su madre, el Calabozo, para permitirle exterminar virus extraños. Era capaz de rastrear rápidamente a cualquier Aventurero en el mismo Piso. Esta era una de las razones por las que el “banquete de la calamidad” se había desarrollado con tanta velocidad en el 27° Piso.

Aquí, en el 37° Piso, sabía dónde estaban Bell y Ryuu. La razón por la que eligió esperar en la Zona de la Bestia fue porque no le gustaban los pasillos más estrechos y no quería arriesgarse a dejar escapar a su presa.

El Juggernaut—él—también sabía que Bell y Ryuu todavía estaban vivos.

Los aplastaría cuando salieran por la salida pensando que había desaparecido. Este era el plan que había inventado con su instinto de cazador. Con una velocidad desproporcionada a su gran tamaño, corrió hacia una habitación grande adyacente a la ruta principal. Había cuatro entradas en la habitación, y se colocó sobre la que conducía al pasillo al que su presa había huido.

Todavía sentía vida adentro. Desde su posición, podría enviar estacas a través de las paredes a donde estaban, lo que significaba que podría hacerlos salir. Exhaló un aliento cálido y miró por el pasillo con sus ojos rojos.

— —<¡Firebolt!>

Al instante siguiente, un rayo de llamas surgió de la oscuridad.

¡¡…!!

Saltó hacia atrás, su articulación inversa izquierda crujió. Los rayos de llamas surgieron del pasillo y tallaron un camino de fuego furioso hacia el centro de la habitación.

Lentamente, el chico avanzo por ese camino de llamas.

Arrastrando remolinos de chispas, con su cabello blanco balanceándose, apareció el Aventurero.

Se detuvo lo suficientemente cerca como para que el Juggernaut lo alcanzara de un salto. Entonces el Juggernaut dejó escapar un grito de guerra y se lanzó hacia adelante.

———

En medio de su embestida, se congeló.

La presa levantó la vista y sonrió.

Una oscura y fugaz sonrisa.

Ese cuerpo tan maltratado que era difícil encontrar un lugar sin una herida mostraba una sonrisa que parecía lista para desvanecerse en cualquier momento.

La sombra de la muerte estaba sobre el chico.

El dios de la muerte se había acercado y le había dado su regalo al chico.

En otras palabras, el fin prometido.

La victoria o la derrota le importaban poco a la presa ante el Juggernaut.

Incluso si él, el monstruo, no diera el golpe final, este humano—

—¡¡OOOOOOOOOOOOOO!!

Pero no importaba.

Incluso si el chico estuviera destinado a morir de todos modos, lo mataría con toda su fuerza.

La guadaña de la Parca no le quitaría la vida a la presa—sino sus propias garras de destrucción.

Lanzaría todo lo que tenía contra ese humano.

Esa era la razón de ser del Juggernaut ahora que estaba libre del Calabozo.

–…Acabare contigo.

Pero el chico tampoco abrazaría una muerte sin sentido con los brazos abiertos.

–Volveré a la Superficie… con Ryuu-san…

Si no ganaba—si no volvía con ella—ella moriría.

Entonces tenía que ganar. No podía perder.

Desenvainando su Daga negro azabache, su pecho estaba lleno de sentimientos no expresados.

El monstruo no entendió ni sus palabras ni sus sentimientos.

Lo que entendió fue su voluntad.

El chico tenía la intención de matarlo. Intentaría vencerlo.

Convertiría el Juggernaut en una llama blanca y lo quemaría hasta cenizas.

El pecho del monstruo se estremeció.

Un monstruo de la calamidad que extendía masacre mecánicamente donde quiera que fuera no debería haber sentido esa emoción.

Alegría.

El Juggernaut dio gracias por haber conocido a ese humano.

Se conmovió profundamente por el hecho de que este hombre se estaba ofreciendo.

–Hagámoslo.

El monstruo dio la bienvenida a las palabras del chico con un rugido de alegría que dividió los cielos.

***

 

 

Cuando Ryuu despertó, estaba sentada en la oscuridad.


Era una oscuridad familiar.

Esa era la oscuridad que la había atormentado durante los últimos cinco años. Ese era el límite entre la vida y la muerte donde se había estancado.

Nadie estaba a su lado. Esa persona se había ido. Sintió que era una pena.

No sabía por qué. No podía recordar nada. Pero sus manos frías le parecían tristes.

De repente, la luz atravesó la oscuridad.

Más allá de la luz, vio a sus irremplazables compañeras.

La <Familia Astrea>.

Alise, Kaguya, Lyra y todas las demás estaban de espaldas a ella.

Sin importar cómo gritara, no se girarían hacia ella. Ryuu lo sabía. El abismo entre ella en la oscuridad y ellas en la orilla opuesta de la luz era demasiado amplio.

De repente, se dio cuenta de que podía caminar hacia adelante.

Podía salir de la oscuridad. Podía caminar hacia la fuente de la luz, hacia el lugar donde estaban las compañeras que tanto deseaba.

Se llenó de alegría.

Sin importar cuánto las llamaba o cuán amargamente llorara, nunca se giraban hacia ella. Pero si Ryuu caminaba hacia ellas, la recibirían.

Al principio estarían enojadas. Kaguya la regañaría y Lyra podría tirar duramente de su oreja. Maryu y las demás probablemente la empujarían. Alise definitivamente metería su dedo en el aire y le daría un sermón a medias.

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Y luego, estaba segura, estallarían en sonrisas.

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Todas se reunirían para darle la bienvenida y alabarla por cómo se había esforzado durante estos cinco años.

Le pasarían los brazos por los hombros y le acariciarían la cabeza.

Su deseo finalmente sería concedido.

Sus pecados finalmente serían expiados.

Finalmente podría morir.

Ryuu comenzó a caminar hacia la luz, buscando la salvación.

Un paso, dos pasos, tres pasos.

Pasó el límite de la oscuridad. Solo un poco más lejos hasta que llegara a la orilla distante—

No puedes.

En ese mismo momento, una de las formas que nunca antes se había girado hacia ella finalmente mostró su rostro.

— ——

El cabello rojo se balanceó y los ojos verdes perforaron a Ryuu.

Había estado buscando la luz, pero ahora sus pies se detuvieron.

Lyon, no puedes venir aquí. No te dejaremos.

Las cejas se alzaron en plano rechazo.

Los labios que siempre fueron tan justos la negaron.

Alise habló como si estuviera tratando de hacer que Ryuu se diera cuenta de algo.

No debes huir.

La mirada de Alise pasó a Ryuu hacia la oscuridad más allá.

El horrible rugido del monstruo golpeó la espalda de Ryuu. Era el mismo rugido de desesperación que la aterrorizó, le robó la máscara de viento y la convirtió en una miserable Elfa.

Pero dentro de ese rugido espeluznante estaba el sonido de resistencia—un valiente grito de guerra como llamas furiosas.


¡Si vienes aquí, te arrepentirás!

La poderosa voz de Alise hizo temblar las manos de Ryuu.

Finalmente era capaz de ir más allá de la luz a donde tanto había deseado ir, pero ahora estaba comenzando a cuestionar su decisión.

Su reseco corazón que anhelaba a sus amigas estaba compitiendo ferozmente con el loco deseo de buscar ese grito de batalla de fuego.

–No puedo hacerlo más…

La voz de Ryuu era tranquila ahora. Para detener la batalla en su corazón, para renunciar a todo, habló con la voz sincera de su corazón.

–Simplemente no puedo, Alise… ya no puedo luchar. No puedo resistir el pasado.

El Juggernaut. Era el comienzo de todo, la fuente de toda desgracia. Un símbolo del pasado que atormentaba a Ryuu. Sabía que, si volvía a la oscuridad, la dura realidad la esperaba. La aterrorizaba. Estaba paralizada por su miedo a enfrentar el pasado.

Ryuu dejó escapar un miserable gemido y bajó la cabeza.

Mentirosa.

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Pero Alise respondió con una sola palabra.

— ——

Ryuu abrió sus ojos azul cielo y levanto la mirada. El rostro de su amiga estaba delante de ella, con su mirada firme atravesándola.

Afirmas que no perdiste la justicia.

Alise no explicó nada. No amonestó a Ryuu. No la guio.

Simplemente le presentó la verdad.

Sus palabras sacudieron a Ryuu hasta el centro, enviando ondas en su corazón.

¡La justicia sigue viva dentro de ti!

¿Qué era la “justicia”? ¿Qué era “correcto”?

Ryuu nunca lo había sabido. Nunca había podido encontrar una respuesta.

Todo lo que sabía era que Astrea le había dicho que se olvidara de la justicia. Asumió que había perdido todo el derecho.

Pero Bell le había dicho algo diferente.

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Él había dicho que todavía tenía justicia dentro de ella.

Ahora Alise también estaba confirmando la justicia de Ryuu.

Las palabras del chico y la chica se unieron en su mente para que finalmente entendiera su significado.

¡Tú justicia—tu esperanza aún no ha muerto!

Eso era cierto.

La justicia que Ryuu había estado buscando desde el día en que murieron sus compañeras era la esperanza.

Cuando Seal la salvó, decidió vivir para asegurarse de que la justicia de sus compañeras se había cumplido. Quería creer que lo que la <Familia Astrea> le había legado se conectaría con la esperanza. Quería creer que traería orden y paz a Orario y sonrisas a los rostros de su gente. Ryuu había estado persiguiendo esa visión desde el día en que murieron.

Era como Bell había dicho:

Ryuu les había traído ayuda, salvación y esperanza.

Las acciones de Ryuu habían llevado a la esperanza de alguien.

Eso es lo que Bell había estado diciendo todo el tiempo.

No existía la justicia universal.

Pero esta era la justicia de Ryuu.

Una esperanza que iluminaba el futuro, no el pasado.

Finalmente, finalmente, Ryuu se dio cuenta de lo que significaba la justicia que vivía dentro de ella.

Mientras lo hacía, las otras miembros de la <Familia Astrea> se giraron hacia ella, como para festejar el cambio en su corazón.

Ve.

Junto a Alise, Kaguya empujó a Ryuu hacia la oscuridad.

¡No huyas!

Lyra sonrió con malicia, con sus manos entrelazadas detrás de su cabeza.

Haz tu mejor esfuerzo.

¡Golpéalos!

Cada una de las miembros de su <Familia> tenía sus propias palabras de aliento para Ryuu.

Incapaz de soportar sus palabras y miradas amables, Ryuu frunció el ceño y les gritó.

–¡Yo… he querido disculparme por tanto tiempo! ¡Quería pedirles perdón a todas!

Por fin pronunció las palabras que pesaban en su mente.

Este era el verdadero deseo que había albergado desde el día en que perdió todo.

–Me quedé parada y observé mientras morían, y no hice nada. ¡Quería que me juzgaran! ¡Quería que me culparan, me maldijeran y me condenaran!

En la orilla lejana de la luz, ni Kaguya ni ninguna de los otras hablaron una palabra.

Simplemente la miraron amablemente como diciendo, ¡Pero lo sabías!

Sí, ella lo sabía.

Sabía que no la culparían.

Solo Ryuu no podía perdonarse a sí misma. No podía aceptar su pasado.

Al pensar en ello como un crimen, estaba tratando de castigarse a sí misma para poder dejar de sufrir.

Los puños de Ryuu se relajaron y colgaron flácidos a sus costados.

¡Lyon!

La voz de la chica que tanto amaba sonó alta y clara.

¿Qué significa la justicia para ti?

La garganta de Ryuu se estremeció.

Antes de darse cuenta, estaba llorando incontrolablemente.

Reprimiendo desesperadamente sus lamentos, respondió con su verdadero deseo.

–Quiero… salvarlo…

No la suave luz en la orilla lejana, sino las profundidades de la oscuridad donde la crueldad la esperaba.

No al lado de Alise y las demás, sino al lado del chico que estaba vivo ahora.

–¡Quiero volver al bar con él… a donde está Seal!

No al pasado donde estaba su <Familia>, sino al futuro.

Alise sonrió.

Su sonrisa era como el sol diciéndole que lo había hecho bien.

¡Lyon, no debes huir! ¡No debes dejarlo ir!

Ryuu sonrió.

Lágrimas rodaron por sus mejillas.

No había tristeza en sus sollozos, ni oscuridad.


Les dio la espalda a sus compañeras y caminó hacia la oscuridad.

Nos veremos otro día, Lyon.

Sus palabras la enviaron suavemente en su camino.

Ella iría y volvería algún día.

Las amaba, mis queridas amigas.

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