Dungeon ni Deai wo Motomeru no wa Machigatteiru Darou ka (NL)

Volumen 14

Capítulo 12: El Verdadero Laberinto, Hacer o Morir

Parte 4

 

 

–Es como debería ser…

Ryuu entrecerró los ojos hacia el chico mientras sus gritos se desvanecían en la distancia.


Como había predicho, el Calabozo finalmente los había forzado a tomar una decisión.

Les había presentado una encrucijada en la que todo se perdería a menos que se hiciera un sacrificio.

Y entonces Ryuu había tomado la decisión.

Renunciaría a su propia vida para salvar la de Bell.

Usaría su confianza en ella para lograr lo que quería.


Usaría la inocencia y la tendencia del chico para seguirla ciegamente sin cuestionar sus órdenes.

Había estado preparada para hacerlo desde el principio. No se arrepentía.

Pero sentía culpa. La única aguja en su conciencia era el hecho de que lo había engañado.

Le di el mapa y los Ítem… Le enseñé todo lo que pude… incluso sin mí, o, mejor dicho—sin la carga que soy, podrá escapar de los Pisos Profundos…

Ryuu entendía que sus acciones lastimarían al chico.

De todos modos, quería que él viviera.

Mucho más de lo que ella misma, la pecadora, quería vivir.

“ “ “ “¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!” ” ” ”

Los monstruos rugiendo detrás de ella no le dieron tiempo para el sentimentalismo.

Bell había sido liberado. Sin importar cuántos monstruos matara en el Coliseo, nuevos enemigos se levantarían en su lugar. No había sentido en la batalla continua.

Sin embargo, Ryuu resistiría hasta el final.

Era una Aventurera, y no renunciaría a su vida sin exigir un precio.

–Y… si no sufro hasta el final, no podré enfrentar a Alise y las demás.

Se giró para mirar a los monstruos que se acercaban desde su posición en el borde sur de la sexta placa donde el puente se había conectado una vez. Dobló las rodillas y saltó hacia arriba.

Fue un salto parcial ya que estaba protegiendo su pierna derecha herida. Aun así, llego lo suficientemente alto en el aire. Cuando los monstruos que habían estado corriendo hacia ella cayeron por el borde sobre las rocas puntiagudas debajo, innumerables ojos la miraron.

Aterrizó en la quinta placa, pero tropezó. Cuando cayó al suelo, las sombras cayeron instantáneamente sobre ella.

Un Spartoi osciló hacia abajo su garrote.

Rodó para evitarlo y se levantó, apartando la mano.

Habiendo caído más lejos en el Coliseo, Ryuu fue perseguida por una horda de monstruos que era como una enorme serpiente, o un remolino de bestias que se acercaba a una lamentable víctima de sacrificio.

Cortó al Loup Garou que se abalanzó sobre ella con la espada del Aventurero muerto. Se las arregló para abrirle el estómago cuando la cuchilla se rompió, y lo arrojó con una palabra de agradecimiento por su ayuda.

Nuevos enemigos aparecieron. No habría más indulto. Huyó a la cuarta placa, pero no encontró escapatoria. Los monstruos la rodearon. Sin siquiera la fuerza para usar su Magia, fue embestida por un Hombre Lagarto de Élite.

Cayó a la tercera placa y fue agarrada por un Barbarian que esperaba.

–¡Ah—!

Fue pateada hacia el aire con una pierna tan grande como el tronco de un árbol.

Aterrizó de repente en el fondo del Coliseo, es decir, en su arena central.

Quedando sin aliento por el poderoso golpe en su espalda, se dobló de dolor.

Los monstruos la rodearon sin piedad.

Era una escena sin esperanza. Estaba atrapada en el centro de una red de muchas capas. Era como un general enemigo gravemente herido perseguido por un ejército de diez mil hombres. Con la intención de tener su cabeza, cada colmillo y garra imaginables silbaron a traves del aire. Si un compañero Aventurero hubiera estado observando desde afuera del Coliseo, seguramente la habrían abandonado como una causa perdida.

Los monstruos no ocultaron su frenética emoción por esta hada que había perdido sus alas.

Se apresuraron a ser los primeros en devorarla, empujándose unos a otros en un torbellino de sangre y gritos.

Pero eso también era un asunto trivial. El círculo a su alrededor se hacía cada vez más pequeño hasta que los monstruos estuvieron a punto de pisotearla.

–… Aaah… así que esto es…

Ese era el lugar donde moriría.

Finalmente se había dado cuenta.

Se arrepentía. Su orgullo de Elfo gritaba que no debería morir así en una guarida de monstruos. No quería ser deshonrada por los monstruos, incapaz de dejar atrás ni su orgullo ni su cadáver.

Pero había asegurado la vida de alguien que era importante para ella.

Al final, había cumplido su papel de Aventurera experimentada.

Eso es suficiente. ¿No es así?

Debido a su vergonzoso pero noble sacrificio personal, él se había salvado.

No había perdido lo que era más importante para ella.

En respuesta a sus palabras susurradas, su corazón estaba en silencio. Su molesto orgullo de Elfo parecía haber sido satisfecho por sus argumentos internos.

Sonrió fugazmente.

Seal.. todas…

<La Señora de la Abundancia> apareció en su mente.

Se disculpó por desaparecer sin una palabra de esas amigas que le habían dado un lugar para sentirse en casa cuando no tenía ninguno.

Lamento haber renunciado a la vida que salvaste.

Astrea-sama…

Su corazón latía con el recuerdo de su Diosa principal.

Bajó la cabeza hacia esos ojos y esa voz triste que ya no podía recordar.

Lamento haber manchado tu nombre y el de nuestra <Familia> incluso al final.

Alise…

Cómo anhelaba reunirse.

La sentencia de muerte que había anhelado en el fondo de su corazón, el momento de la expiación y la redención, había llegado.

Por favor, te lo ruego, emite tu juicio sobre mí.

Ajena a los monstruos que la atacaban, Ryuu apoyó la mejilla contra el suelo y sonrió.

Tal como lo había hecho una vez en un callejón donde esperaba encontrarse con la muerte.

Lentamente cerró los ojos, preparándose para darle la bienvenida a su momento final.

Pero Ryuu había cometido un error de cálculo.

Lo había olvidado.

Había descuidado considerar la naturaleza de la vida que había soltado.

Había olvidado que sin importar cuánto lo engañaran o lastimaran, el chico de cabello blanco era tan simple y afable que insistiría en rescatar no solo a los humanos sino incluso a los monstruos.

Había olvidado que esos indomables ojos rojo rubí eran incapaces de dejar a nadie atrás o separarse de nadie— que su dueño era un tonto que insistía en romper las balanzas de su elección.

Fue justo como el momento en que la chica con cabello gris claro la salvó después de que termino su venganza.

La persona que había sujetado su mano con tanta fuerza simplemente no aceptaría que su vida había llegado a su fin.

–¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!


Al siguiente instante, rayos de llamas estallaron desde el Coliseo.

— —

Cuando las llamas rugieron, chispas arremolinándose se deslizaron sobre Ryuu, donde yacía en el centro de la arena.

Ryuu no prestó atención a los monstruos aturdidos, sino que abrió los ojos y miró hacia la fuente de las chispas.

Vio llamas blancas.

Furiosas llamas blancas en medio del horror.

Con su cabello blanco despeinado, y su cuerpo vestido con una llama parpadeante, un solo chico apareció ante los monstruos.

–¡¡RYUU-SAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!!

Estaba en la sexta placa en el borde exterior del Coliseo.

Se precipitaba hacia adelante, pateando a un lado a los monstruos arrojados al caos por su ataque sorpresa. Se dirigía directamente hacia Ryuu, quien yacía boca abajo en el centro de la red de monstruos.

–… ¿Por qué…?

Al principio, Ryuu no sabía lo que había sucedido. Pero en el instante en que sus ojos se encontraron con los suyos más allá de la pared de monstruos confundidos y furiosos, gritó su pregunta con toda la fuerza de sus pulmones.

–¿¡Por qué!? ¿¡Cómo!?

Empujó sus manos temblorosas en el suelo y miró la escena que, para ella, era una pesadilla.

Su corazón estaba lleno de un terrible lio de sentimientos y dudas.

Estaba segura de que Bell había desaparecido del lado sur del Coliseo. Entonces, ¿Por qué estaba él ahí? ¿Cómo había llegado hasta allí? Había destruido el puente. Ni siquiera un Aventurero de Clase Alta podría saltar tan lejos. Habían pasado menos de cinco minutos, entonces, ¿Cómo—?

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Su confuso tren de pensamientos había llegado hasta ahí lejos cuando se detuvo en total sorpresa.

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–¿Podría haber tomado… el puente occidental?

De hecho, lo había hecho.

Bell no había renunciado a rescatar a Ryuu después de que salió corriendo por la puerta sur de la habitación. Para salvarla, había corrido hacia la puerta oeste. Dada la ubicación de las cuatro puertas, todo el terreno que rodeaba el Coliseo consistía en escaleras que conducían hacia arriba. Incluso sin conocer el diseño exacto de los pasillos, podría llegar a su objetivo subiendo en cada oportunidad. El terreno único de esta área conducía inexorablemente hacia el Coliseo. Y el Coliseo estaba conectado a las puertas oeste y este por laberintos. Bell sabía todo eso de antemano.

En otras palabras, utilizó el consejo que ella le había dado con la intención de ayudarlo a escapar para rescatarla.

–Idiota… ¡¡Tonto!!

Se precipitaba hacia abajo, de la quinta a la cuarta y ahora a la tercera placa sin preocuparse por lo que pensaba Ryuu.

¿¡Por qué!? ¿¡Por qué está haciendo esto!?

Ahora era el turno de Ryuu de ser consumida por violentas emociones.

¿Por qué estaba destruyendo sus deseos? ¿Por qué no la escuchaba? ¡Ahora ambos morirían! Sus muertes no tendrían sentido.

¡Quería que al menos tú vivieras!

“ “ “ “¡OOOOOOOOO!” ” ” ”

–¡¡Yaa!!

Mientras cargaba directamente hacia Ryuu, Spartois y Barbarian lo atacaron por todos lados. Vomitó sangre, pero su impulso lo llevó hacia adelante.

Su imprudente misión suicida lo había agotado rápidamente. Su cuerpo estaba húmedo de sangre. Sin su Daga, los monstruos casi lo mataban. Era como una muñeca rota.

Suficiente. ¡Escapa! ¡Escapa mientras puedas!

Los labios de Ryuu no pudieron formar su desgarrador grito a tiempo.

Antes de que lo supiera, él había aterrizado en la arena donde ella yacía, ignorando las fuentes de sangre y las paredes de monstruos horribles en su camino hacia allí.

–¡¡—————!!

Lanzó un rugido sediento de sangre ahora sin sentido y se dirigió hacia ella.

Se arrastró como un animal entre las piernas de los monstruos, pateó el suelo y voló sobre sus cabezas cuando amenazaron con atacar, y cuando una pared de hierro hecha de monstruos se alzó ante él, abrió un camino hacia adelante con sus rayos de fuego.

No les prestaba ninguna atención real. Ignorando los colmillos y las garras que cortaban su carne, corrió hacia el centro de la red viviente donde yacía Ryuu.

Se convirtió en una cuña que abrió la pared de monstruos, una línea de llamas blancas.

No es bueno. No sirve de nada. No tiene sentido.

Incluso si Bell llegaba al lado de Ryuu, todo lo que esperaba era la humillación de ser devorados vivos. Ambos serían avergonzados convertidos en pedazos sin siquiera el lujo de unas pocas palabras finales. Los deseos de Ryuu se habían convertido en cenizas.

Esa era una traición desagradable de hecho. Un egoísmo desagradable. Una cruel amabilidad.

Incapaz de reprimir las emociones que surgían y caían dentro de su corazón, Ryuu abrió la boca para gritar.

Quería maldecir esa figura valiente incomprensiblemente tonta hasta los límites de su fuerza.

— —

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Pero antes de que pudiera, notó algo.

Una fina luz emanaba de la mano derecha de Bell.

Partículas de luz blanca convergían mientras sonaba una campana.

Vio que sujetaba una esfera carmesí en su mano, y que las partículas de luz se enfocaban en ella.

Vio que sus ojos rojo rubí no se habían rendido.

¡No puede ser—!

La mano derecha que no sostenía su Daga sujetaba una bomba.

Era el último de los <Kaenseki>, que Ryuu le había entregado.

Bell estaba cargando la piedra.

Eso era sabiduría. Bell había seguido el consejo de Ryuu y, con gran riesgo, había unido su propio conocimiento a la sabiduría.

Había experimentado con <Argonaut> antes. Sabía que su carga máxima era de cuatro minutos, que no podía cargar dos lugares a la vez, y que solo era efectivo para acciones relacionadas con ataques. También sabía que la carga podía aplicarse a la Magia o su puño, o a un arma como una Daga.

Ya había cargado armas como Grandes Espadas y la <Daga Hestia> varias veces durante las batallas. Sabía que mientras su mano tocara el arma, era posible aumentar su poder.

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Por lo tanto, también debería ser capaz de imbuir al <Kaenseki> en su mano con el poder de su Habilidad. Para empezar, cargaría un Item que producía llamas explosivas.

Para salvar a una sola Elfa, se aventuraría a tomar el riesgo.

–¡¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

El conejo empapado de sangre rugió, con su súper bomba apretada en su mano y atravesó la pared de monstruos.

Había estado cargando simultáneamente durante los cinco minutos que pasó corriendo desde el sur hacia el lado oeste del Coliseo y luego abriéndose paso a través de la red de monstruos que rodeaban a Ryuu.

Sonó una campana. Ya habían pasado doscientos cuarenta segundos.

Estaba completamente cargado.

La piedra roja donde se habían reunido las partículas blancas brillaba intensamente como si estuviera gritando desde dentro.

Y entonces—

–¡¡Ryuu-san!!

Él se abrió paso.

Corriendo con todas sus fuerzas, pagando con sangre y heridas, y con la voluntad de morir si fuera necesario, atravesó el muro de monstruos.

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Se lanzó al centro de la arena.

La Elfa yacía boca abajo, iluminada por fosforescencia.

Extendió su mano izquierda, que estaba envuelta en la <Bufanda de Goliat>.

Extendió la mano que luchaba tan duro contra la cruel realidad.

— —

Fragmentos de memoria revolotearon en la mente de Ryuu, para quien el tiempo se había congelado.

Recuerdos de debatir la naturaleza de la justicia con su compañera en la batalla.

De confundir los ideales con el significado de la justicia.

Cuando lo pensó, se dio cuenta de que había dejado de perseguir la justicia pura.

“… ¿Qué pasa si alguien realmente cumple sus ideales?”

Un recuerdo de hace mucho tiempo.

Una pregunta de hace mucho tiempo.

“¿No lo sabes?”

Ese día, su querida e irremplazable amiga había respondido.

Ella estaba segura de eso.

“Esas son las personas a las que llamamos Héroes.”

Ryuu colocó su propia mano sobre la mano que se extendía hacia ella.

–¡¡…!!

Fue abrazada.

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En los brazos del chico, y en el corazón de una prisión infinita llena de rugidos de monstruos.

Los monstruos se acercaban a ellos desde todas las direcciones. Sus rutas de escape habían desaparecido. Colmillos y garras brillaban ante sus ojos.

A medida que el flujo del tiempo llegaba a su límite, una campana sonó en la mano del chico, anunciando el punto crítico.

Tan pronto como lo hizo, arrojó la piedra.

Bailó sobre sus cabezas hacia el centro del Coliseo.

Debido a la naturaleza de su Habilidad, un momento después de que el arma cargada abandonara la mano de Bell, la carga perdería efecto y las partículas de luz almacenadas se dispersarían y disiparían.

Pero Bell tenía un fusible que ardía más rápido que ese fugaz momento.

–<Firebolt.>

Su Magia de Lanzamiento Rápido.

Negándose a permitir que las partículas de luz se disiparan, el rayo de fuego voló hacia la piedra roja.

Un instante—y se encendió.

Ryuu vio las llamas expandiéndose hacia afuera.

No eran las llamas carmesíes que ya habían barrido a través del Coliseo dos veces, sino un hermoso destello de luz blanca.

Una aurora blanca y pura que voló todo lo demás.

Los monstruos estirando el cuello para mirar hacia arriba, los ojos bien abiertos de Ryuu, el Coliseo en sí… todo fue iluminado por el cegador brillo.

Y entonces, el brillo que era como un sol blanco, explotó.

“ “ “ “ “ “¿¡———————————————————————!?” ” ” ” ” ”


Una llamarada blanca lo envolvió todo.

Los gritos de los monstruos fueron eliminados y las placas del Coliseo se desmoronaron, incapaces de resistir el impacto.

El instante antes de que llegara la luz brillante, Ryuu había sido presionada contra el suelo, todavía en los brazos de Bell, y el mundo ante sus ojos, también desapareció en una luz blanca.

Ensordecedores retumbos y oleadas de calor la golpearon. Poderosas ondas de choque asaltaron su cuerpo.

Justo cuando su conciencia se desvaneció en blanco, una sensación de ingravidez envolvió su cuerpo.

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