Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 15

Capítulo 15: Un Destello Imperdonable

 

 

“Qué demonios—” Aún no habíamos alcanzado el punto de dar el golpe final, y el Fénix a baja altitud acababa de comenzar a sanarse. ¿¡Entonces quién había hecho algo tan estúpido!?

Miré en la dirección de la que había salido la luz. Estaba muy atrás de nuestra posición, una dirección totalmente diferente de donde estaba posicionado el ejército de coalición.


¿¡Entonces qué demonios fue eso!? ¿Fue alguna clase de ataque oculto del Fénix? O quizás… No, ahora mismo no era el momento de preocuparnos de eso.

El Fénix a gran altitud dejó salir un chillido de derrota y luego se convirtió en una niebla chispeante de fuego, como si se estuviera haciendo cenizas, dejando solo las plumas.

Confirmé la caída de las últimas plumas. Bien, esto era malo. Muy malo.

Nuestras fuerzas recitando magia desde la retaguardia acababan de completar la magia cooperativa a gran escala. Incluso aunque ahora sabíamos que el Fénix a baja altitud era débil a la magia, ahora mismo no podíamos lanzar ninguna.

Finalmente volviendo a la realidad luego de nuestra conmoción, concentramos nuestra atención en el Fénix a baja altitud.


Con un chillido débil, el Fénix a baja altitud dejó de moverse completamente.

Y entonces… un sonido horrible y ensordecedor resonó.

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Poco a poco, el Fénix estaba comenzando a hincharse. Al mismo tiempo—como haciendo una clara declaración de que esta era la autodestrucción—la aureola en su espalda se convirtió en una esfera que comenzó a encapsular al Fénix.

Ahora sus heridas también parecían estar sanando increíblemente rápido, como si la vitalidad de ambos ahora estuviera fusionada en uno solo.

Magia y calor comenzaron a reunirse en el Fénix.

“¡Apoyo de Ataque! ¡Todos, ataquen con todo lo que tengan! ¡Rápido! ¡Necesitamos derrotarlo tan pronto como sea posible!” grité. No había tiempo para intentar evacuar el área. A cada segundo podía ver al Fénix haciéndose más y más grande.

Si no podíamos derrotarlo antes de que su globo de la muerte estallase, un ataque autodestructivo a gran escala iba a ser activado.

“¡Lanzaré de nuevo la magia de debilitación! ¡Debilitación Superior!” Itsuki cuidadosamente contempló la situación y lanzó la magia de debilitación una vez más. ¡Eso era de gran ayuda!

“¡Aquí voy! ¡Espada de Estrella Fugaz! ¡Espada Gravitacional! ¡Cien Espadas!” Ren desató varias habilidades.

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“¡Yo digo que escuches mi rugido! ¡Lanza de Estrella Fugaz! ¡Brionac! ¡Lanza de Ataque Aéreo! ¡Segunda Lanza!” Motoyasu se unió al ataque.

“¡Tan rápido como sea posible! ¡Arco de Estrella Fugaz! ¡Cazador de Aves! ¡Lluvia de Flechas!” Itsuki lanzó sus propios ataques, y así todos los héroes habían disparado todo lo que tenían uno tras otro.

“¡Lanzamiento de Ataque Aéreo! ¡Segundo Lanzamiento! ¡Tercer Lanzamiento! ¡Lanzamiento Tornado!” dijo Rishia.

“¡Ataques Sucesivos de la Hoja del Destino de los Ocho Trigramas! ¡Primera Formación! ¡Segunda Formación! ¡Tercera Formación!” se unió también Raphtalia.

“¡Estallido de Tigre!” gritó Fohl.

“¡Golpe Espiral! ¡Haikuikku!” rugió Filo.

“¡Naofumi-sama!” Atla me gritó incluso mientras estaba atacando al Fénix.

“Rápido—¡Danza de Tijeras!” S’yne dividió sus tijeras en dos hojas separadas y cortó hacia el Fénix como si estuviera danzando en el aire.

Gaelion, ahora mostrando todo su tamaño, también entendió la situación. ¡Recitando magia, él liberó su aliento hacia el Fénix!

“¡Gran Corte de Ala!” Con la cooperación de Wyndia, él inmediatamente liberó hojas de viento que causaron un tornado que se tragó al Fénix. ¡Incluso lo perdimos de vista! Mientras eso estaba pasando, dirigí fuerza vital hacia nuestro enemigo, usado Muro y el Escudo de Ataque Aéreo para prevenir que escapara de los ataques.

“¿Eso fue todo?” pregunté.

“F-fue lo mejor que tengo,” logró decir Raphtalia. El equipo completo había liberado una gran ráfaga de ataques. Finalmente, el polvo levantado por todos esos ataques desapareció… y el Fénix apareció, todavía haciéndose más grande, casi alcanzando su límite.

¡Esta maldita ave! ¿¡No había forma de matar a esta cosa a tiempo!?

Revisé si el disparo de energía dentro del Escudo del Corazón de la Tortuga Espíritu podía ser liberado, pero ni siquiera estaba disponible. No había forma de dispararlo ahora.

Me posicioné en frente de todos, listo para recibir la autodestrucción para protegerlos. Después activé la técnica Reunir creada a partir de fuerza vital.

Si recibíamos de lleno este ataque de autodestrucción, no había forma de que alguien sobreviviera aparte de mí. Los héroes podrían ser capaces de soportarlo, pero aquí también estaban todos los esclavos y el ejército de coalición.

No podía darme por vencido.

En el lugar en donde el Fénix había estado, había una bola de fuego concentrado, esparciendo llamas como un sol en miniatura. Se veía lista para estallar en cualquier momento, liberando llamas aniquiladoras que quemarían toda el área circundante. En ese momento, desde muy lejos… incluso desde Melromarc, el fuego que se elevaba hacia el cielo era visible.

En un instante, la luz de la aureola atravesó todos nuestros cuerpos. Revisé mi estado para encontrar un icono que indicaba una disminución de resistencia… ¡Maldita sea! ¿¡Qué tan empecinado estaba con matarnos!?

En la zona cero de la explosión del Fénix, protegí a Raphtalia, por supuesto, y después a los héroes, los esclavos, y a todo el ejército de coalición de las llamas tratando de convertir en cenizas los alrededores.

Dejé salir un grito desafiante, dando un paso tras otro hacia el frente, haciendo retroceder las llamas. En cada otra dirección aparte de la que yo estaba defendiendo, las llamas se elevaban cada vez más, convirtiendo en carbón todo lo que tocaban.

Gah… Podía sentir las llamas ardientes atravesando las defensas de mi escudo. Las mejoras de este escudo eran bastante poderosas, y aun así las estaban superando. ¿Qué tan poderoso era este ataque!?

Lo único en lo que podía pensar era en usar el tiempo de preparación del ataque de autodestrucción para escapar. ¿Debimos haber hecho eso?

No. El rango era tan amplio que no había forma de escapar de esto.

La sensación en la punta de mis dedos había sobrepasado unas simples quemaduras y ahora casi no sentía nada en lo absoluto.

Mis instintos me estaban advirtiendo. Si el fuego lograba pasar, todos detrás de mí iban a ser convertidos en cenizas. El fuego liberado por el Fénix estaba tratando de atravesarme y matarlos a todos. Yo apenas estaba aguantando, pero también se sentía que no me quedaban más de cinco segundos.

¿Cuánto tiempo iba a tener que soportar esto?

Ya había desplegado el Escudo de Estrella Fugaz, y había sido destruido instantáneamente.

Los escudos con habilidades de reflejo serían inútiles, y ya había desplegado el Escudo de Ataque Aéreo y el Segundo Escudo. También había desplegado múltiples capas del Escudo Flotante, pero apenas estaban aguantando.

¿Qué otra cosa podía hacer?

“¡Resistencia al Fuego Drifa!” Alguien me estaba ayudando desde atrás… ¿Ren? Él me lanzó algo de magia para incrementar la resistencia al fuego. Motoyasu era más hábil con la magia de fuego, pero como era la Forma del Rasgo de Dragón, significaba que también podía usarla. Él no estaba utilizando el nivel Superior para acortar el tiempo del encantamiento.

Era una movida bastante astuta. Se sentía que estaba recibiendo menos daño… pero solo era como lanzar agua sobre una piedra caliente.

Rugí de nuevo debido a la ira y la frustración. Raphtalia estaba ahí de pie apoyándome, con sus manos hacia el frente y uniéndose a mi Muro y mi Reunir.

Habíamos estado entrenando juntos, así que Raphtalia de alguna forma podía hacer uso de ellas, pero incluso con eso, esto iba a ser difícil.

Sin embargo, aún podíamos hacer algo.

Si Atla, S’yne, Raphtalia y yo combinábamos nuestras fuerzas, podríamos ser capaces de dirigir el ataque hacia una dirección segura.

Sin embargo, casi como leyendo mi mente, el Fénix incrementó el flujo de llamas, como diciendo que todo lo anterior había sido solo el preludio. Un intenso estallido de fuego intentó quemarme hasta las cenizas.

El fuego atravesó una abertura en mi escudo y me quemó el hombro.

Sin importar cuántos de nosotros hiciéramos equipo, no íbamos a ser capaces de redirigir esto. El fuego era tan intenso, tan puro, que no estaba seguro de si utilizar toda la energía y fuerza vital que poseía ahora mismo sería suficiente para detenerlo, incluso si no me preocupaba por lo que pudiera pasar después.

“¡Naofumi-sama!” se dirigió a mí Raphtalia.

“¡Naofumi!” Ren y los demás se unieron. Yo solo podía gruñir como respuesta. Algunos de ellos estaban usando magia de sanación o apoyo sobre mí, por lo cual estaba agradecido en tan corto periodo de tiempo.

Sin embargo, incluso con eso, no iba a ser suficiente para soportar este ataque final del Fénix.

Gruñí con fuerza, tratando de mantener en su lugar mi brazo sosteniendo el escudo. Estaba siendo azotado por vientos lo suficientemente fuertes como para lanzarme a volar en cualquier momento. Mis miembros habían sido quemados y estaban a punto de convertirse en cenizas. La magia de estado de la VIT colgando en mi campo de visión estaba comenzando a rozar la zona roja. Este fuego lento estaba a punto de convertirse en una barbacoa en llamas.

Estaba bastante sorprendido de que el Héroe de las Siete Estrellas del pasado lograra sobrevivir en contra de este monstruoso ataque. El alcance del ataque parecía ser mucho más grande que el mostrado en la pared. Supongo que eso era gracias al Fénix fortalecido.

Maldición… unos segundos más y realmente iba a ser mandado a volar.

No. Había un método. Si lo usaba, podría salvar las vidas de todos—pero definitivamente iba a matarme.

Aunque, si no lo usaba, entonces yo moriría de todas formas y me llevaría a todos los demás conmigo.

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“¡Como si tuviera alguna opción!” En el mismo instante que grité, una chica apareció a mi lado.

“Todo está bien. Por el bien de todos… yo quiero conceder su deseo, Naofumi-sama,” dijo la chica.

“¿¡Qué—!?” Tanto el hermano de la chica como yo estábamos sin palabras. La chica asintió bruscamente y después puso ambas manos en frente de ella mientras saltaba hacia el frente.

Solo tomó medio segundo. Pero desde el punto de vista de un observador, el tiempo parecía haberse detenido. Mi corazón comenzó a doler intensamente. Estiré mi mano inútilmente hacia el frente.

Este era mi trabajo. Mi papel. Si yo no hacía esto, alguien aparte de mí iba a pagar el precio.

Si yo hacía esto, quizás podría sobrevivir. Si alguien más lo hacía, de seguro no lo contaría.

Ese era el poder absoluto que enfrentábamos en estas llamas.

Sin embargo, mi mano no alcanzó a Atla. Ella liberó toda su fuerza vital, usando Reunir para direccionar el fuego por completo hacia sí misma. Después ella usó Muro para determinar su dirección, apuntándolo lejos de las personas en los alrededores.

El brillo de su fuerza vital era muchas veces más grande que la cantidad que yo había estado preparando liberar.

“¡Atla!” Ante mi grito, la chica sonrió gentilmente. Sudor estaba comenzando a bajar por su frente… La carne en sus manos se estaba quemando, y sin importar eso ella permanecía determinada, usando su fuerza vital para cambiar la dirección del fuego… y el fuego obedeció esa increíble fuerza de voluntad.

Eso fue seguido de una explosión lo suficientemente fuerte como para romper los tímpanos y un destello tan brillante que te cegaría al instante.

No podía ver nada a través del humo. Tosiendo, grité el nombre de Atla, agitando mi mano para tratar de limpiar el aire. Después me di la vuelta y pregunté, “¿Están todos bien?”

El humo se despejó, y los vi a todos ahí exhaustos. Si bien la dirección del fuego había sido cambiada, algo de ello todavía había pasado y causado un serio daño al ejército de coalición.

Aunque, dejando eso de lado, decidí concentrarme en Atla.

Busqué a la chica que me había protegido—mientras yo estaba demasiado concentrado en las llamas—y que literalmente dirigió ese fuego a su voluntad.

Entonces por casualidad miré hacia el cielo. Vi algo. Se veía como un pedazo de basura quemada bajando hacia mí.

Estiré mis brazos y la atrapé.

“Ah…” Se sentía tanto pesada como increíblemente ligera… esta extraña cosa quemada… me tomó algunos momentos darme cuenta de que… No puede ser.

Era Atla.

“¡Atla!” Fohl se acercó corriendo. En ese mismo instante, con otro chillido ensordecedor, las formas de dos aves enormes aparecieron una vez más en el cielo.

“¡Naofumi! ¡Retrocede, rápido!” me gritó Ren. Yo todavía estaba conmocionado.

“Ah… pero… si yo retrocedo…” apenas podía hablar. Ren apuntó hacia el Fénix fortalecido.

“Ya no tienen esas aureolas en sus espaldas. Parece ser que, inmediatamente después de revivir, los Fénix no recuperan toda su fuerza. Tenemos algo de tiempo para reagruparnos,” explicó Ren. Los movimientos de los Fénix se veían rígidos. Entonces teníamos algo de tiempo para recuperarnos.

“¡No puedes luchar en este momento! ¡Al menos haz que te sanen! Y… ¡tienes que hacer que la traten a ella, ahora mismo! También debemos ayudar a otros que han sido heridos. ¡Necesitamos que tú, el mejor dentro de nosotros usando magia de sanación y apoyo, nos ayudes a sanarlos a todos!” gritó Ren. No podía sacar las palabras para responder. ¿Qué debería hacer? ¿Qué debería estar haciendo? “¡Apresúrate! ¡Nosotros podemos encargarnos de las cosas ahora mismo!”

“B-bien,” logré decir finalmente.

“¡Raphtalia! ¡Llévate de aquí a Naofumi y a Atla! ¡Fohl, tú también ve con ellos!” dijo Ren.

“¡B-bien! ¡Filo!” respondió Raphtalia, bastante conmocionada.

“¡Aquí estoy!” respondió Filo. Mi propia mente estaba completamente en blanco, y siguiendo las órdenes enfadadas de Ren, dejé que me llevaran con ellos.

Traté de hablar, pero no logré decir nada.

Atla estaba a punto de morir debido a sus heridas mortales. No solo sus piernas habían sido convertidas en cenizas. Casi toda la parte inferior de su cuerpo había sido quemada. Era un milagro que ella incluso estuviera con vida.

Pero lo estaba. Ella estaba respirando, apenas, mientras yo la recostaba en una tienda construida en la retaguardia del ejército. Después los sanadores ahí y yo comenzamos a tratar de sanar todas las horribles heridas que nuestras fuerzas habían sufrido.

La que estaba peor de todos era Atla.

Los demás… parecía que el enfoque era sanar a los que todavía estaban con vida.

Mi mente todavía estaba en blanco. Reflexioné sobre las cosas que había escuchado.

“¡Atla! ¡Aguanta!” le gritó Fohl desesperadamente, aferrándose a la mano que Atla había dejado fuera mientras estaba recostada sobre la cama.

Atla le estaba susurrando algo a Fohl, apenas siendo capaz de hablar.

Necesitaba recuperar la compostura. Ahora mismo, tenía que concentrarme en sanar sus heridas—sanar las heridas de todos. Tenía que salvar a tantos de ellos como fuera posible. Eso era lo que hacía un héroe. Eso era lo que el Héroe del Escudo debería hacer.

Después de todo, yo era mejor que nadie en este mundo en la defensa, el apoyo, y la sanación. Esas eran mis fortalezas.

Pero no podía concentrarme.

Pero… no podía dejar morir a nadie—no podía dejar morir a Atla.

Tratando desesperadamente de concentrarme, logré lanzar algo de magia de sanación de alto nivel.

“¡Sanación Superior!” La magia de sanación voló hacia Atla. Pero… esa luz de sanación falló en restaurar sus partes perdidas.

“¿Qué? ¿¡Qué salió mal!?” La magia de sanación podía curar de todo, ¿no?

Ahora que lo pienso, la magia de sanación lanzada sobre mí mientras nos retirábamos había sanado mis heridas, pero Atla ni siquiera había sido afectada por ella.

¿Qué significaba esto? ¿Significaba que ella estaba sanando pero que sus heridas simplemente eran demasiado graves?

Ella había liberado toda su fuerza vital, sin preocuparse por lo que pudiera pasar después.

¿¡Acaso deberíamos estar agradecidos de que ella incluso siguiera con vida luego de tal hazaña!?

Saqué un Elixir de Yggdrasil de mi escudo e hice que Atla bebiera un poco. Funcionaba incluso si solo se aplicaba sobre la piel. Si era bebido, podía salvar a alguien incluso estando al borde de la muerte. ¡Algo de agua de fuerza vital debería ser capaz de restaurar la energía que ella había utilizado cuando liberó toda su fuerza vital!

Pero…

“¿¿Por qué no funciona!?” grité. No había señales de que las heridas de Atla estuvieran siendo sanadas. Mi tono era casi acusatorio, lleno de frustración mientras le preguntaba al sanador. “¿¡Por qué no se recupera!?”

“Ella simplemente está más allá de lo que puede ser curado—más allá de lo que puede ser sanado.” En ese momento apareció Rat, murmurando esto tranquilamente.

“A… ¿A qué te refieres?” Yo era incapaz de procesar sus palabras.

“Es simplemente un milagro que Atla esté con vida ahora mismo. El trabajo de los sanadores, y su magia y medicinas, Conde, están logrando apenas mantenerla con vida. Ya no hay nada más—” Pero Rat dejó de hablar, sin querer completar esa oración.

“Rat, ¿no puedes salvar a Atla?” preguntó Raphtalia.

“¡Sí, tú debes ser capaz de hacer algo!” intervine. “¡Lo que sea! ¿¡Si usas todos los dispositivos en tu laboratorio, de seguro al menos podrías prolongar su vida un poco, verdad!? ¿¡Verdad!?”

“Los monstruos y los semi-humanos son diferentes. Si uso la tecnología de homúnculos tal vez podría ser capaz de restaurar su brazo y ambas piernas, pero sus órganos internos también han sido quemados. Hay cosas que la alquimia simplemente no puede hacer,” explicó Rat con tristeza.

“No puedo creerlo…” se lamentó Raphtalia.

“No tengo los materiales. Incluso si los tuviera, no podría salvarla. No hay suficiente tiempo. He escuchado de magia ancestral prohibida que permite transferir el alma, pero eso no es algo que pueda hacer ahora mismo,” continuó Rat.

“¡Este no puede ser el fin!” ¡No podía aceptarlo! Tenía que haber alguna forma. ¡Tenía que haber alguna forma de salvar a Atla! En algún lugar, ahora mismo, debería haber un escudo que pudiera salvarla, incluso en este estado. “¿Héroe del Escudo?” ¡Ja! ¿Qué demonios podía hacer un Héroe del Escudo que ni siquiera podía proteger a una niña?

“Naofumi… sama.” Me habló Atla. “¿Los… protegí a todos?”

“Si. Pero ahora necesitamos preocuparnos de—”

“Onii-sama… acerca a Naofumi-sama hacia mí…” pidió ella.

“Bien.” Fohl me empujó bruscamente hacia su hermana.

“Entiendo la situación. Queda… queda muy poco tiempo,” dijo Atla.

“¿De qué estás hablando? Tienes todo el tiempo del mundo,” respondí. Sin embargo, eso solo hizo que ella sacudiera su cabeza.

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“Naofumi-sama. Todo está bien. No necesita preocuparse,” logró decir Atla.

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“¡Por supuesto que voy a preocuparme!” respondí. ¡Por supuesto, por supuesto que sí! El problema era que solo había usado un Elixir de Yggdrasil. Si usaba más, de seguro seríamos capaces de mantenerla con vida.


Solo tenía dos almacenados, pero con algunos más debería lograrlo. De seguro. Llamé al sanador y le dije que trajera más Elixir de Yggdrasil.

“¡Ya fue suficiente, Conde! ¡Como acabo de decir, ella está más allá de lo que nosotros podemos hacer!” suplicó Rat.

“¡No lo sabremos hasta intentarlo!” respondí.

“¡Lo estoy diciendo porque lo sé!” respondió Rat. La ignoré y le administré a Atla un segundo Elixir de Yggdrasil.

Primero, apliqué un poco a sus heridas… pero mientras la tocaba, comprendí algo. Las cenizas no desaparecían de los lugares que estaban quemados.

“¡Lo siento, Atla!” me disculpe. Después saqué un bisturí, corté la parte quemada, y apliqué la medicina.

Aún no había ninguna señal de regeneración. La respiración de Atla era entrecortada, como si apenas pudiera respirar. Ella aun así logró tocar mi mano con su mano restante.

“Por favor… deténgase,” rogó ella.





“No. ¡Nunca!” respondí. ¡Ella no debería hablar de esa forma en frente de mí!

Yo nunca me había rendido, sin importar lo que me pasó. Incluso cuando alguien en quien creía me traicionó, cuando fui inculpado por un crimen horrible, o cuando casi había sido asesinado, nunca me había rendido.

¡Así que no me iba a rendir ahora! ¡No ante esto!

“Naofumi… sama. Por favor, tiene que entender. Yo no puedo ser salvada. Entiendo esto… mejor que nadie. Puedo sentir la fuerza vital dejando mi cuerpo… con el paso de cada segundo,” susurró Atla.

“Pero… pero—” Había creído que mis ojos se habían secado hace mucho tiempo, pero las lágrimas ahora brotaban de ellos.

“Naofumi-sama, su poder milagroso es la única razón de que todavía podamos hablar de esta forma… Eso es todo. Por favor… intente calmarse y escúcheme,” dijo Atla. Ella se tomó otro momento para recuperar el aliento, acariciando mi mejilla con una fuerza tan frágil que podría desaparecer en cualquier momento.

Yo simplemente era incapaz de responder.

Ante mi silencio, Atla sonrió y me limpió las lágrimas—casi como una madre consolando a su hijo.

“Naofumi-sama. Yo lo amo más que nadie en este mundo. Y como ya se lo he dicho antes, quiero convertirme en su escudo,” dijo Atla.

“Lo sé,” respondí. ¿Así que esa era su explicación de lo que hizo? Si ella moría protegiendo a alguien, moría como su escudo, ¿¡acaso tenía alguna idea de cómo se sentiría la persona que había protegido!?

Mientras pensaba eso, comprendí lo que Atla estaba tratando de decirme.

Atla había hecho exactamente lo que yo había estado tratando de hacer: concentrar el ataque con Reunir y luego mandarlo en una dirección diferente. Sabía mejor que nadie lo que poner tal plan en acción significaría.

Si Atla no hubiera intervenido…. entonces yo estaría en el lugar de Atla ahora mismo.

“Aun así… esto es demasiado,” me lamenté. Una voz patética y rasposa salió de mi garganta.

“Yo estoy… satisfecha. Usted salvó mi vida, y ahora he usado esa vida para protegerlo, Naofumi-sama,” explicó Atla.

“No puedo permitirlo. No puedes morir. ¡No puedes morir protegiéndome!” dije. Ese era mi trabajo. Ese era el significado de mi existencia.

No iba a dejarla morir. Si hubiera sido yo, podría haber salido bien. Podría haber sobrevivido.

“Naofumi-sama… lo siento, pero… no creo que pueda obedecer esa orden,” respondió ella.

“¿¡Por qué no!?” Lo sabía. Sabía que ella estaba diciendo la verdad. Pero todo lo que yo podía hacer era suplicar por un milagro.

Alguien. Quien sea. Cualquier dios que esté escuchando. Me inclinaré para rezarte.

¡Yo no creo en nadie, pero creeré en ti!

Sabía que esto era egoísta. Incluso si los cuatro héroes sagrados eran los dioses de este mundo, renunciaría a todo eso… para poder salvar a la chica frente a mí…

“Naofumi-sama… por favor acepte un acto egoísta de mi parte,” continuó Atla.

“¿Qué? Me aseguraré de cumplirte lo que sea que quieras. ¡Solo no mueras!” respondí.

“Yo deseaba convertirme en su escudo, Naofumi-sama. Ese deseo no ha cambiado… y, es más, no quiero que mi sangre o mi carne, o incluso mi alma regrese a esta tierra,” declaró ella.

“¿Qué?” dije, sorprendido. Luego de apretar mi mano, Atla la movió para tocar mi escudo.

“Naofumi-sama, yo sabía que nunca podría convertirme en su número uno,” dijo ella.

“Eso—” comencé a decir.

“Pero aun así quería estar ahí para usted. Quería estar lo más cerca posible de usted, incluso si solo era físicamente,” me interrumpió ella. Recordé a Atla tratando de venir a verme cada noche.

Atla había declarado que ella solo quería estar a mi lado.

“Incluso si pierdo mi cuerpo… Naofumi-sama, por favor permítame estar a su lado,” suplicó ella. Aunque, esa pregunta me desgarró el corazón.

“¡No puedes estar hablando en serio!” Sabía lo que Atla estaba tratando de decir. Pero yo continué sacudiendo mi cabeza ante eso. “¿¡Sabes lo que me estás pidiendo!?”

“Si… estoy completamente consiente de lo que estoy diciendo,” respondió Atla. Su expresión seria decía que ella no estaba bromeando.

Me di la vuelta para ver a Fohl. Él estaba de pie firme, todavía mirando hacia mí.

Este era el momento en que quería que él interviniera para ayudar. ¿Entonces por qué solo estaba mirando? Él estaba apretando sus puños con tanta fuerza que sus palmas estaban sangrando. ¿Entonces por qué no decía nada?

“Por favor concédame otra petición egoísta,” continuó Atla.

“Qué—” Mientras me daba la vuelta para volver a mirar a Atla, ella reunió toda su fuerza y me besó.

Me besó en los labios.

Tate no Yuusha no Nariagari Volumen 15 Capítulo 15 Novela Ligera

 

Mi primer beso con una chica… tenía sabor a sangre.

Después la fuerza de Atla despareció y ella colapsó.

“He estado esperando esto por mucho tiempo. Finalmente… finalmente lo hice,” susurró ella.

“¿Qué demonios estás haciendo? Este no es el momento…” reaccioné.

“Raphtalia,” dijo Atla.

“¿Q-qué sucede?” respondió Raphtalia, un poco impactada. Ella había estado observando tranquilamente el intercambio entre Atla y yo hasta ahora.

“Parece que la batalla entre nosotras… en la cual ninguna cedía… finalmente ha llegado a su fin,” le dijo Atla.

“¡Todavía no! Va a continuar… ¡por mucho tiempo más!” le dijo Raphtalia de forma suplicante.

“Jeje… Raphtalia, escucharte decir eso, me hace un poco feliz. Estoy segura de que ya lo sabes, pero siempre he sentido celos de ti, Raphtalia. Sabía que sin importar cuánto me esforzara, nunca sería capaz de convertirme en la número uno de Naofumi-sama,” explicó ella.

“¡Nada está decidido todavía! Nuestras batallas van a continuar, Atla… en el futuro… y por siempre…” la voz de Raphtalia se cortó, mientras las lágrimas bajaban por su rostro. Atla sonrió hacia ella como respuesta.

Entonces, como si ella finalmente lo entendiera todo, Atla continuó.

“Raphtalia, eres muy amable. Entiendo por qué Naofumi-sama te quiere tanto. Pero hay algo más que necesito decirte.”

“¡No es necesario que solo sea una cosa! Puedes decirme más de una. Si así lo quieres, incluso puedes tener una vez a Naofumi-sama,” suplicó ella.

“Raphtalia,” continuó Atla. “A Naofumi-sama… le gustan las mujeres más de lo que crees. Él es un hombre normal. Así que, por favor, mira a Naofumi-sama… con un poco más de atención que hasta ahora.”

“Lo entiendo. Pero tú estarás ahí conmigo. ¡No te des por vencida!” dijo Raphtalia desesperadamente, suplicando. Pero la fuerza vital de Atla ya era tan débil que ella ya ni siquiera sabía dónde estaba.

Ese hecho demostraba la fría verdad acerca del poco tiempo que le quedaba.

Después de otro momento, como finalmente comprendiendo algo, ella murmuró algunas palabras más, como para nadie en particular.

“Ah… Ahora sé lo que debí haber hecho. Debí haber conspirado con Raphtalia para poder compartir a Naofumi-sama. ¿Por qué no pensé en algo tan simple? Pensar de esta forma me da ganas de… Quiero vivir. Hay un sueño que quiero lograr,” dijo ella.

“¡Puedes vivir! ¡Estoy segura de que Naofumi-sama puede sanarte!” dijo Raphtalia.

“¡Puedo!” dije. Pero Atla sacudió su cabeza, incluso más débil y lentamente que antes.

“Por favor, Naofumi-sama,” dijo ella. “Necesito que usted entienda algo.”

“¿Qué? ¡Lo que sea!” respondí.

“Yo hice todo lo que pude para convertirme en su número uno, Naofumi-sama. Pero… no pude lograrlo,” dijo ella.

“¿A qué te refieres?” pregunté.

“Naofumi-sama, debido a las heridas que usted sufrió en el pasado, estoy segura de que usted ha estado tratando de no pensar en esto. Pero necesita ser más consciente de sí mismo. Naofumi-sama, Raphtalia lo ama… como un miembro del sexo opuesto, tal como yo,” reveló Atla.

“¡Este no es el momento para eso!” supliqué.

“Lo sé… Este es el único momento en que usted escuchará, Naofumi-sama. Por favor, créame…” Entonces ella comenzó a toser sangre.

Estaba claro que Atla estaba más débil que antes.

¡No! Si tan solo pudiera usar más Elixir de Yggdrasil, más Sanación Superior—

“Por favor… prométamelo. Esta es mi petición final, mi egoísta petición final. Por favor, Naofumi-sama, sea consciente de que hay personas que lo aman, y por favor… responda a sus sentimientos. Eso es todo lo que le pido,” dijo Atla.

“¡Bien! ¡Lo entiendo! ¡Lo entiendo, así que deja de esforzarte tanto!” exclamé. ¡Dios! ¡Por favor! ¡Salva a quienes creen en mí!

Nunca antes había deseado un milagro como en ese momento.

Cuando Bruja me inculpó, cuando fui engañado y echado a la calle, nunca había deseado algo con tanta fuerza.

“Prométa… melo. Sé que estoy pidiendo demasiado…” susurró Atla.

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“Bien… Haré todo lo que me pediste…” respondí.

“Jeje… que usted me mime de esta forma, Naofumi-sama… estoy tan… feliz…” Por un momento pensé que ella iba a decir algo más, pero sus palabras se detuvieron.

“¿A…tla?” Traté desesperadamente de mantener la calma, pero con una sonrisa gentil en su rostro, Atla finalmente dejó de moverse.

“¡Atla!” gritó Raphtalia.

“¡Atla!” grité… pero lo que quedaba de la chica, tendida en su cama, nunca más podría responderme.

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