Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NW)

Volumen 9

Capítulo 90.1: Operación Mad Dog

 

 

El Santuario de la Espada era un territorio sin un nombre oficial como tal, aunque fuera tratado como un país neutral de poca extensión.

Se trataba de un territorio complicado de habitar, ya que la nieve no desaparecía en todo el año; pero donde aún así, el primer Dios del Filo, en sus últimos días, decidió construir un dojo para impartir a sus discípulos el estilo del Filo Celestial.

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Desde su fundación, muchos espadachines han llegado y salido de estas tierras. Y con los años, se convirtió un lugar al que todo espadachín que se precie, realizará una peregrinación al menos una vez en su vida, sin importar la distancia que tuviera que atravesar para llegar hasta este lugar.

Esta costumbre llevó a que con el paso del tiempo fuera conocido como el Santuario de la Espada.

En estas tierras, se reúnen los espadachines más jóvenes y prometedores que vienen a aprender el Filo Celestial. Y aunque puedan ser jóvenes, todos los que acaban entrenando en este lugar acaban volviéndose espadachines de enorme talento; pequeños prodigios de la espada.

Y en el Santuario de la Espada, incluso entre tantos prodigios, 3 espadachines sobresalían por su increíble habilidad.

El considero más fuerte de estos prodigios era la hija mayor del actual Dios del Filo, Nina Farion; que actualmente tenía 18 años, pero que a los 16 ya había obtenido el título de Santa del Filo gracias a su talento.

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Varios aseguraban que llegaría a ser Reina del Filo cuando cumpliera los 20, y que a los 25 sin duda alguna, alcanzaría el nivel de Emperatriz del Filo. Al menos, todo habitante y espadachín que habitaba estas tierras estaba de acuerdo en que poseía el futuro más prometedor de todos.

El siguiente de estos 3 grandes prodigios era primo de Nina, Jino Britts; el segundo hijo de la familia Britts, una rama familiar emparentada con los Farion, descendientes directos del primer Dios del Filo. Actualmente, el joven Jino tenía 14 años, y obtuvo el título de Santo del Filo con 12 años, convirtiéndose en el Santo del Filo más joven de la historia. Su habilidad era tal, que la gente, viendo su portento, albergaba dudas sobre si llegaría o no a superar a Nina, la que de momento le llevaba ventaja en cuanto a habilidad.

Y finalmente, la última de estos 3 grandes prodigios de la espada era Eris Greyrat.

Eris tenía 17 años; era famosa por pelear como un Perro Rabioso, atemorizando a quienes la observaban y destrozando a cualquiera que se atreviera a ofenderla.

La pelirroja había llegado a el Santuario de la Espada hace 2 años, siendo discípulo de Ghyslaine, la Reina del Filo. En este tiempo, se dedicó en cuerpo y mente a su entrenamiento, lanzándose de lleno en cada sesión de entrenamiento con una actitud de hacerlo, o morir en el intento; llevando su cuerpo al límite cada día hasta que paso a paso fue rebasando sus propios límites.

Su debut en el Santuario de la Espada fue impactante en todos los aspectos. Hasta el punto de que aún al día de hoy, años más tarde, todavía se hablaba de ello.

***

 

(2 años atrás)

Ghyslaine había traído a Eris al Santuario de la Espada, para llevarla frente al mismísimo Dios del Filo.

En la sala, se encontraba no solo este, sino que rodeando a las recién llegadas, se encontraban sus mejores discípulos, todos ellos como mínimo Santos del Filo, entre los que se encontraban Nina y Jino.

En una situación de esta índole, encontrándose frente a una eminencia, Eris ni se arrodilló ante el Dios del Filo, ni tampoco agachó su cabeza en señal de respeto.

“¡Eres un debilucho! ¡Con tu nivel no me sirves para nada!”

Nadie esperaba estas palabras, y menos dirigidas contra el espadachín más poderoso de esta generación, Gull Farion, Dios del Filo.

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Al oírla, los discípulos a su alrededor no podían creerse lo que habían escuchado y enfurecieron ante el insulto de la insolente recién llegada.

“¡Qué-! ¡DESGRACIADA! ¡Cómo te atreves a decir eso de Shishou!”

“¡Hinca la rodilla en el suelo! ¡¿O acaso no conoces las normas de conducta del Filo Celestial?!”

“¡¿Qué le has estado enseñando, Ghyslaine-dono?!”

“Silencio.”

Con esa única palabra, el Dios del Filo acalló a sus discípulos.

El propio Dios del Filo va a enderezar a esa perra arrogante…

Todo el corrillo de discípulos de Gull Farion compartían ese pensamiento; ya que hasta este mismísimo día, nadie se había atrevido a hablarle así al Dios del Filo y vivido para contarlo. Y lo cierto es que sus palabras fueron tan arrogantes que la propia Ghyslaine se había puesto en tensión, y tanto su cola como sus orejas estaban erizadas y en punta.

Pero no obstante, el Dios del Filo tan solo sonrió de oreja a oreja antes de hacerle una pregunta a la pelirroja.

“Buena mirada… Es decidida. Pero dime, ¿a quién quieres cortar con tu espada?”

Eris no tardó ni un segundo en responder a esa pregunta.

“¡Al Dios Dragón Orsted!”

Todos en la sala habían escuchado alguna vez el título del Dios Dragón; pero no tantos conocían el nombre de Orsted. Solo 2 personas en toda la sala conocían la existencia de ese nombre.

“¡JAJAJAJA! ¡Ahora lo entiendo! ¡Normal que comparado con Orsted el gran YO te parezca un debilucho! ¡Ya veo, así que es a él al que quieres cortar! ¡Así que había alguien a parte del gran YO que quería cortarle con sus propias manos!”

El Dios del Filo se reía con todas sus fuerzas mientras golpeaba su rodilla de la risa; escena que causó que los espectadores de la escena no supieran bien como reaccionar a parte de con nerviosismo.

El Dios del Filo se está… ¿riendo? ¿Después de que la chiquilla arrogante le haya llamado debilucho? ¿Qué está ocurriendo?

Nadie salvo el propio Dios del Filo entendía lo que significaba aspirar a matar al Dios Dragón, algo para lo que él mismo’ había dedicado toda su vida.

Querer cortara al Dios Dragón significa convertirte en el Más Poderoso.

“Pero una cosa-“

Las risotadas del Dios del Filo se detuvieron en seco y la habitación volvió a silenciarse por completo.

“Decir algo así es sencillo, pero… ¿acaso puedes hacerlo?”

“Lo haré.”

Eris dijo estas palabras como si fuera algo obvio.

En su tono no se notaba ni sed de sangre, ni duda; algo acorde con sus ojos. Al ver su actitud, el Dios del Filo no pudo evitar alzar involuntariamente las comisuras de sus labios en un intento de sonrisa.

“De acuerdo. Pues veamos tu habilidad. Jino, sé su oponente.”

“¡¿Eh?! S-¡Sí!”

Habiendo sido llamado por su tío de improviso, Jino Britts se puso en pie como un resorte.

Es una chica de mi edad… ¿Cómo se atreve a intentar llamar la atención de mi tío con palabras vacías? No pienso perdonárselo…

Jino estaba molesto con la actitud de la recién llegada, y quería ponerla en su lugar.

“Es el más joven de los discípulos de este sitio, pero aunque aún sea joven e ingenuo, es bastante bueno…”

El grupo de Santos del Filo que les rodeaban les pasaron unas espadas de madera a Eris y a Jino.

“Al centr-¡!”

¡Uryaaaaaaaa!”

En cuanto Eris tuvo la espada en su mano, se lanzó contra Jino, y este no pudo ni defenderse.

Mad Dog le dio un fuerte golpe en la muñeca que le hizo soltar la espada, y antes de que pudiera rendirse-No… antes incluso de que comprendiera lo que estaba ocurriendo, Eris le dio un segundo golpe cargado de sed de sangre.

Para Jino, bañarse en esa oleada de ansia de matar de la pelirroja le hizo verse a sí mismo partido en 2 de un único golpe, como si le hubiera atacado con una espada de verdad; esta terrorífica imagen mental le hizo caer al suelo inconsciente, antes incluso de recibir el impacto.

“¡¿Pero qué-?!”

Todos en la sala se quedaron anonadados incapaces de aceptar lo sucedido, compartiendo entre todos el mismo pensamientos.

¿Pero qué demonios-? ¡Esa desgraciada debería al menos haber esperado a que ambos estuvieran listos para el combate! ¡No solo eso! ¡Para empezar, Jino estaba incluso de espaldas cuando esa salvaje le atacó! ¡¿Cómo se atreve a atacar de forma tan deshonrosa?! ¡Será cobarde!

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Al menos, así pensaban los discípulos y Santos del Filo que se encontraban en la sala. Porque los que no compartían ese pensamiento eran la Reina, los 2 Emperadores y el mismísimo Dios del Filo.

“¿Veis? Ingenuo.”

“Sí que lo fue…”

El ahora pelo corto de Eris se agitó conforme analizaba la sala observando a todos a su alrededor.

Sus movimientos y su vigilancia eran propios de un animal atento a cualquier posible ataque de sus enemigos; preparada para reaccionar ante cualquiera de las personas de la sala que decidiera lanzarse contra ella, fuera cuando fuera.

Para el Dios del Filo, el ataque de Eris no era ni de cobarde ni a traición.

Jino está pagando por su ingenuidad. Es culpa suya si baja la guardia ante un oponente armado con una espada; es estúpido no tener en cuenta la posibilidad de que este te ataque por sorpresa.

Cuando el Dios del Filo llamó a Jino Ingenuo lo hizo teniendo esto en consideración; algo que no todos en la sala fueron capaces de comprender.

“De acuerdo, Nina, eres la siguiente; es tu turno. Aunque no le veo problema a los ataques por sorpresa, el gran YO preferiría poder observar tu técnica una vez ambas estéis preparadas y la una frente a la otra.”

Tras esas palabras del Dios del Filo, uno de los Santos del Filo se acercó a Nina y le lanzó una espada de madera. En cuanto Nina cogió la espada al vuelo, le lanzó una mirada algo sorprendida al Santo del Filo que se la había entregado.

Este peso…

Nina comprendió que la espada de madera estaba reforzada internamente con acero.

“…”

La persona que le había entregado el arma trucada asintió levemente, a lo que Nina tras dudar un instante, acabó asintiendo en respuesta.

El motivo de su duda era que comprendía que usar un arma reforzada con metal para el duelo, podría acabar matando a la insolente que se había atrevido a insultar al mismísimo Dios del Filo. Aunque como todo Santo del Filo que se precie, esta no sería la primera vez que Nina acababa con la vida de otra persona.

Me parece poco honorable… pero esa tal Eris se lo merece, y más después de humillar a Jino de esa forma…

Las 2 jóvenes se colocaron en posición en el centro de la sala y alzaron sus espadas preparadas para comenzar el combate.

“¡Comenzad!”

Uno de los Santos del Filo dio la señal, y Nina lanzó un corte perfecto, veloz y poderoso que había practicado miles y miles de veces con el que pretendía poner a la pelirroja en su sitio. Eris por su parte lanzó un golpe que portaba en su movimiento toda su sed de sangre acumulada.

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¡CRACK!

Las espadas colisionaron la una contra la otra, dejando escapar un crujido seco antes de que la espada de Eris cediera ante la presión acabando totalmente destrozada.

He ganado… ahora solo me falta darle el golpe de gracia… un golpe en el temple certero y acabará este duelo sin causarle ningún tipo de sufrimiento.

Nina, convencida de su victoria al haber desarmado a su oponente, analizó su segundo golpe en su mente, incapaz de ver venir el primer golpe que le impactó directamente en la cara, acompañado de un segundo en su barbilla que la dejaron desequilibrada y tambaleante. Al combo le siguió una patada en el pecho que la mandó de espaldas al suelo, y antes de poder reaccionar, tenía a Eris montada sobre su pecho, bloqueándole los brazos.

Cuando pudo serenarse mínimamente y centrar la vista, pudo ver un diablo sanguinario alzándose sobre ella con los puños en alto decididos a destruirla.

“¡P-Para-D-Detente! ¡D-Déjame!

Mientras decía estas palabras, Nina iba recibiendo una paliza de la pelirroja que la tenía a su merced.

De su nariz salía un reguero de sangre y algunos de sus dientes habían sido mellados, hasta finalmente acabar inconsciente en el suelo, rodeada por un líquido humeante que emanaba de su cuerpo y se extendía por el suelo.

Una vez su presa acabó inconsciente se levantó lentamente, y se acercó sin acelerar el paso hasta la espada de madera que Nina había utilizado para el combate. Cuando la sujetó en sus manos, dejó escapar un resoplido y volvió a donde se encontraba la espadachina inconsciente y de una patada la lanzó a donde se encontraba tendido en el suelo el cuerpo de Jino.

“¿Acaso solo tenéis a ingenuos en este sitio?”

“D-… ¡Desgraciada!”

Gritos de furia provenientes del corrillo de espadachines resonaron en la sala con palabras tales como Cobarde e insultos similares.

Pero los que habían alcanzado como mínimo el título de Rey del Filo, comprendían que la pelirroja tenía la razón en este caso, y que los Santos del Filo se habían confiado delante de un adversario.

“Fallo mío… No supe valorarte correctamente… Así que el gran YO será ahora tu oponente.”

Para sorpresa de todos, el propio Dios del Filo se puso en pie. Ni los 2 Emperadores del Filo se esperaban esta reacción por parte de su maestro y Shishou.

“Shishou, no es necesario que seas tú personalmente quién lo haga.”

“Ghyslaine, ella es tú… discípula. Lo correcto es que sea yo quién haga los honores.”

Ignorando la petición de Ghyslaine, el Dios del Filo llevó la mano a la empuñadura de su propia espada, desentendiéndose de las espadas de madera que habían estado usando hasta ahora.

¡Va en serio!

Viendo esto, Eris se alejó rápidamente de él con un fuerte impulso hasta llegar a donde se encontraban sus pertenencias.

Donde se encontraba su espada.

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No dudó en desenvainar la funda de la espada que durante tantos años y aventuras la había acompañado.

“No te asustes… No seré muy duro con la chica… Oh~… veo que tienes una buena espada. Es una de las obras maestras de Yulian, ¿no es así?”

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“No lo sé. Solo sé que me la dieron los Migurd.”

“Entiendo… Esta pequeña de aquí también la hizo Yulian.”

Mientras decía estas palabras, desenfundaba lentamente su espada, dejando ver una espada con una hoja dorada y reluciente. Se trataba de una de las 7 espadas del Dios del Filo, la espada mágica Nodobue; fabricada por el famoso herrero de raza demoníaca, Yulian Jalisco, a partir de los huesos del Rey Dragón Kayakto.  (NT: Recordemos que en este mundo, el 7 es el número de la suerte).   (NT: En Japón, existe mucha literatura que narra como las espadas que han acabado con muchas personas a lo largo de los años han ido obteniendo presencia propia a base de bañarse en la sangre de enemigos, convirtiéndose así en espadas malditas (MAKEN)).   (NT: REY DRAGON, que consiguieron vencer los del reino del Rey Dragón (seguramente lo acabe llamando Imperio), y que les permitió expandir sus territorios y absorber reinos cercanos hasta convertirse en la principal potencia al sureste del continente central).

Con la espada desenvainada en sus manos, y sujetándola tranquilamente, el Dios del Filo había conseguido que el resto de integrantes de la sala contuvieran su aliento para poder atender semejante evento; ya que no es normal que el Dios del Filo combata en serio con nadie a parte de entrenando a los Emperadores del Filo.

En una sala donde la tensión era palpable y el silencio ensordecedor, pudieron escucharse las siguientes palabras de Gull Farion, Dios del Filo, con un tono hasta pausado.

“¿Lista? Allá voy.”

Una minúscula fracción de segundo más tarde, Eris salía disparada en dirección contraria a su oponente.

Su cuerpo volaba atravesando paredes hasta acabar arrastrándose contra el suelo del exterior, lo que permitió que su cuerpo finalmente se detuviera tras formar un montículo de nieve.

Antes de que nadie en la sala se diera cuenta, el Dios del Filo había terminado su ataque; se podía ver a este sujetando con fuerza la espada en su mano en la posición final del golpe. Nadie había visto con claridad la ejecución del golpe, sino que solo fueron capaces de observar el desenlace.

El Dios del Filo había cargado con un poderoso Touki la hoja de su espada para lanzar a Eris disparada con esa potencia, sin necesidad de usar la habilidad especial de su arma.

“¡Genial!”

“¡Asombroso!”

“¡Ha sido un golpe insuperable!”

Los espadachines que aun quedaban en la sala al unísono vitorearon el fantástico golpe que habían podido apreciar; mientras entre ellos compartían el mismo pensamiento.

¡El propio Dios del Filo castigó con la muerte a esa insolente!

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Pero para sorpresa de muchos, Eris todavía seguía con vida.

“Uu… ¡Guu…!”

Los que posaban su mirada en el resultado del duelo, pudieron ver a la pelirroja revolverse sin fuerzas en el montículo de nieve mientras dejaba escapar un gruñido de dolor.

¡¿Cómo puede estar viva después de recibir semejante ataque del Dios del Filo?! … Nah, debe ser que el Dios del Filo-sama decidió contenerse con ella; después de todo no había necesidad de ponerse serio contra un perro desbocado.

Ahora solo es necesario excomulgarla de aprender en su vida el estilo del Filo Celestial y abandonarla a su suerte en el campo helado.

Pero contrario a las expectativas de muchos de los Santos del Filo, el Dios del Filo pronunció las siguientes palabras.

“Ghyslaine, encárgate de atender a Eris. De ahora en adelante, es una Santa del Filo, y a partir de mañana, el gran YO le enseñará el estilo del Filo Celestial.”

Todos los sonrientes espadachines contentos por el castigo de la pelirroja, se quedaron de piedra al escuchar a Gull Farion, Dios del Filo, decir que él mismo enseñaría el estilo a la desgraciada y maleducada niña.

¿El propio Dios del Filo va a tomar a una nueva discípula? ¡Ghyslaine fue la última discípula que aceptó!

Y es que, en el Santuario de la Espada, los discípulos del Filo Celestial no lo eran directamente de Gull Farion, sino de los que habían sido sus discípulos.

“¡Es ridículo! ¡No se le puede dar el título de Santo del Filo a alguien que ni siquiera ha aprendido la Hoja de Luz! ¡Y ya de por sí, el hecho de adiestrar a una bestia salvaje como esa e-!”

El Dios del Filo apuntó con la punta de su espada al hombre que acababa de pronunciar esas palabras cortándole en seco.

“¿Acaso no acaba de derrotar esa mocosa salvaje a 2 personas que sí habían aprendido la Hoja de Luz?”

“A-Aún así…”

“Uno NO va ascendiendo en el Filo Celestial hasta convertirse en Dios del Filo simplemente porque vaya memorizando alguna que otra técnica, lo sabes, ¿no? Al menos, alguien tan especial como yo no ha recibido nunca un trato así de especial, ¿por qué entonces habría que darle ese trato especial a los Santos del Filo?”

“… He dicho algo imperdonable.”

El resto de espadachines que habían presenciado los acontecimientos cesaron toda rebeldía tras las palabras de Gull Farion; puesto que comprendieron que el motivo de esa rebeldía era simple envidia por la recién llegada.

Los Santos del Filo pensaban que la envidia enturbiaría su habilidad.

Ingenuos… ¿Acaso no comprendéis que para llegar a ser el mejor es necesario el DESEO? No importa si es envidia, ambición, odio o lujuria… ¡Pero solo alguien con estas emociones que veis como Impuras o sucias, posee un corazón ardiente que le permita forjar al máximo sus colmillos!

Pero el gran YO no tiene la menor intención de amamantaros hasta que aprendáis esto, aprended las cosas que de verdad importan vosotros mismos. Algo que otro te enseña puede abrir los ojos, pero la motivación la cultiva uno mismo.

Y de esa forma, dejando a todos los presentes una primera impresión impactante, Eris se convirtió en Santa del Filo.

***

 

(Punto de Vista de Nina)

Odio con todas mis fuerzas a esa tal Eris…

¡¿Cómo se atreve a humillarme de esa forma dejándome inconsciente frente al resto de discípulos y HASTA haciendo que me… que me… que me ORINE encima?!

Menuda humillación…

Esa bestia salvaje se atreve a venir aquí tan altanera… y encima, cuando se le rompe la espada, en lugar de rendirse… se pone a dar puñetazos… No me cabe duda de que es una salvaje malcriada, ¡¿cómo es posible que haya obtenido el título de Santa del Filo un animal así?!

Quizás en algo como el pseudo-estilo Nórdico lo podría entender… ¡pero el Filo Celestial no es para salvajes!

Durante los siguientes 2 años, todo lo que se le decía a la pelirroja parecía entrarle por un oído y salirle por el otro; hasta el punto de que todos los discípulos de su edad le dieron de lado rápidamente, incluyéndonos a Jino y a mí.

Pero en todo ese tiempo y sin falta, Eris no hizo nada a parte de entrenar, ya fuera con el propio Dios del Filo o con Ghyslaine; y cuando dormía, lo hacía en la misma habitación que Ghyslaine. Por lo que apenas tenía contacto o posibilidad de conversar con nadie.

El único momento en el que había algo similar a una conversación, eran durante los intercambios algo turbios en los días en los que todos los discípulos entrenaban juntos; y en esos días, la habilidad de esa salvaje era ligeramente similar a la mía.

Aunque yo le gane más a menudo… porque está claro que si tu espada se rompe o si te hacían soltarla la victoria es del contendiente… Está claro… continuar peleando en esos casos es cosa de bárbaros y bestias.

Algunos discípulos dicen que entre nosotras hay cierta rivalidad… personalmente me parece que están ciegos si creen que esa bestia está a mi altura. Pero la salvaje hasta se atrevía a decir que los verdaderos discípulos del Filo Celestial no teníamos fiereza… colmillos, lo llamaba… Definitivamente una bestia salvaje…

Un día cualquiera, me encontraba charlando con otras chicas de mi edad, y salió el algo estúpido tema de quién era el mejor del resto de discípulos masculinos; y he de reconocer que parte de mí disfrutaba con esa clase de conversación …

Hasta que se pusieron a hablar de con quién habían tenido su primera vez o sobre sus parejas.

Digamos que es sobre lo que el resto de mis compañeras disfrutaban hablando, puesto que yo, que me he dedicado en cuerpo y alma a entrenar, como deberían haber hecho ellas, no he tenido tiempo que perder en estos asuntos.

Son algo irrelevante para un espadachín.

Además… si me preguntas por algún chico que me llame la atención… solo puedo pensar en Jino, y es mi primo… además que hemos crecido juntos desde que puedo recordar, y me cuesta verle de ESA forma…

Además… si me dedicara a perder el tiempo, es posible que esa bestia salvaje se atreviera a SUPERARME, y eso jamás me lo perdonaría. Por lo que debo entrenar… es mi obligación.

En uno de esos días, Eris pasó por casualidad al lado nuestra, con vapor emanando de su cuerpo debido al sudor. Mientras yo había estado charlando con estas chicas, Eris había estado entrenando.

¿Acaso intentas menospreciarme con tu actitud? ¿Quién te has creído?

Quizás dejándome llevar por la situación, y al no darme cuenta de que quizás debería haber estado entrenando al igual que ella; pero no pude evitar decir las siguientes palabras.

“¡Jum! ¡Así que entrenando hasta a estas horas…! ¡Si sigues así jamás conseguirás encontrar un hombre que se interese por ti en tu vida! ¡Aunque bueno, tampoco pasa nada si decides consagrarte a la espada y guardarte la virginidad como símbolo de dedicación!”

Lo cierto es que ni yo había estado nunca con un hombre, por lo que hasta yo comprendía lo vacías que eran mis palabras; pero conociendo de primera mano el ligero complejo que sentía por este tema, decidí atacarla con el mismo, sabiendo que debería dolerle; asumiendo que si yo no lo había conseguido, Eris, mi inferior, tampoco.

“¡Juh-!”

La respuesta que recibí para mi sorpresa fue un resoplido burlesco de Eris mientras su expresión se tornaba victoriosa… Momento en el que me temí lo peor.

“A-¿A qué viene esa risilla?”

“Perdona, es solo que yo no soy virgen.”

A simple vista podía comprenderse que la pelirroja había dicho estas palabras con orgullo, y hasta que al ponerse algo colorada le daba algo de realismo.

“¡¿Eh…?! Bromeas… ¿no? ¿Eh? ¿Cuándo…? ¡¿Con quién?!”

Yo, quizás haciendo las preguntas que todas las presentes tenían en su cabeza, fui la primera en hacerlas abiertamente, quizás porque su respuesta me había dejado sorprendida. Mi reacción fue tal que no pude evitar hacerle todas esas preguntas de golpe y sin ningún control por mi parte.

“Un chico junto al que crecí.”

Eris, que hasta ahora había parecido poco habladora, comenzó a hablar y hablar sin descanso sobre ese hombre.

Contó como habían vivido juntos desde pequeños, como había sido su tutor, como acabaron viajando juntos desde el continente demoníaco hacia su ciudad natal, y como había sido capaz hasta de herir con su magia al mismísimo Dios Dragón; y finalmente, como habían compartido su primera vez.

Llegó incluso a decir que fue por ese hombre por el que Eris se había decidido entrenar para poder luchar a su lado.

A mis ojos, era una detallada historia de amor que contaba desde que se conocieron, se enamoraron, afianzaron su amor y por fin lo consumaron… Una historia que me había dejado impactada viniendo de esa salvaje.

Me ha vencido hasta en eso… encima con una victoria aplastante

Nuestra habilidad con la espada se encuentra bastante igualada; pero no solo es más joven que yo, sino que además la salvaje esa tiene un novio… un amante… una pareja.

En esa situación, lo único que pude hacer fue dudar la existencia de ese hombre.

“¡D-Debes estar mintiendo! ¡Otou-san una vez me dijo que el Dios Dragón está envuelto en algo conocido como Touki Sagrado del Dragón y que técnicas mediocres no pueden ni herirle! ¡Así que debes estar inventándote esa historia! ¡Admítelo! ¡Ese hombre no existe, ¿no es así?! ¡Todavía estás a tiempo de reconocerlo…!”

“¡No miento, y Ludeus no es mediocre! … Por eso todavía no estoy a su altura… Debo volverme más fuerte.”

Eris no dijo nada a parte de estas palabras; y su única reacción, en lugar de admitir que se había inventado todo eso, fue apretar los puños con todas sus fuerzas. Su mirada brillaba con un fuego renovado y se desentendió de nosotras, dando media vuelta y volviendo al Espacio Presente’, la sala de entrenamiento que justo acababa de abandonar segundos antes.

Viéndola, no supe como reaccionar, y tan solo pude observarla boquiabierta.

Era la segunda sorpresa que me causaba esta bestia salvaje; hecho que me hizo no aceptar la realidad.

***

 

(Punto de Vista de Nina)

¿Cómo voy a poder creerme que esa bruta puede tener un hombre, cuando ni siquiera yo tengo uno? Debe estar mintiendo, no hay duda. Ese tal Ludeus debe ser un producto de su imaginación…

Con esto en mente, e incapaz de quitármelo de la cabeza, me dirigí a un comerciante de información para que me consiguiera información sobre este tal Ludeus.

Jeh… Seguro que le cuesta encontrar algo… después de todo es un amigo imaginario de esa loca…

Pero contrario a mis expectativas, su contacto no tardó en encontrar información sobre ese hombre.

Ludeus Greyrat

Nacido en la aldea Bonna en la provincia de Fedora del reino de Asura.

A los 3 años, se convirtió en el discípulo de Roxy Migurdia, (maga Santa del Agua en aquel entonces) maga Real de Agua.

A los 5 años, obtuvo el título de mago Santo del Agua.

A los 7, se convirtió en el tutor particular de Eris Boreas Greyrat, la hija del alcalde de la capital fortificada de Roa.

Desaparecido durante el incidente de la Catástrofe Mágica de la Teletransportación de la provincia de Fedora.

No obstante, en los últimos años, se ha conocido a un aventurero conocido como Ludeus el Quagmire en la zona norte del continente central.

Actualmente, ese aventurero ha sido visto en Sharia, concretamente en la Universidad de Magia de Ranoa, matriculado como un Estudiante Privilegiado.

Además, ha obtenido el respeto de distintos aventureros que incluso llegan a afirmar que fue capaz de vencer en solitario a un Dragón Rojo Errante.

…… Existe… Ese tal Ludeus no es un ser imaginario….

Nina llegó a aceptar este hecho; pero tras leer el documento, la opinión de Nina sobre este hombre no creció demasiado.

Todo lo que consiguió tan solo con 7 años es algo increíble… pero al final se quedó en un simple aventurero… Ni siquiera llegó a obtener el rango de mago Real de Agua, y tiene un título estúpido como lodazal… Solo fue un niño prodigio, pero que al final se quedó en nada… estoy segura.

Tras leer toda esa información, y todavía sin querer aceptar la derrota, tuve una idea bastante retorcida.

Si… Si venzo a este tal Ludeus, y le convierto en mi esclavo… podría traerle hasta aquí y ver la cara que pone Eris al verle…. juju… Como dirían esos juglares y bardos… Carpe Diem.

Dicho y hecho, me preparé ese mismo día para partir y me puse en marcha, quizás debido a la impaciencia que he heredado de mi padre.

De esa forma, me dirigí a Ranoa en medio del invierno; pero por suerte para mí, Ranoa no estaba demasiado lejos del Santuario de la Espada. Sumado además a que había cogido uno de los famosos caballos entrenados en la ciudad, no tardé ni 2 meses en llegar.

Ahora puedo decir que me impacienté demasiado.

Yendo a toda prisa, en apenas un mes conseguí llegar a mi destino, la Universidad de Magia de Ranoa, y nada más llegar me llevé mi primera sorpresa.

¿Estos son… magos? Se suponía que los magos son simples listillos que apenas han entrenado sus cuerpos y que se dedican a murmurar cánticos o algo por el estilo que les permitan hacer cosas que podrían hacer ellos mismos si entrenaran… Pero estos… ¡Estos son Guerreros!

Y es que mientras recorría la Universidad, no paraba de encontrarme varios luchadores musculosos, que por algún motivo eran mayormente de la raza feral, todos ellos vestidos como guerreros.

Por supuesto, también fui encontrándome a los típicos enclenques con túnicas y mantos, y algunos con uniformes bastante vistosos; pero la gran mayoría eran personas con cuerpos robustos y bien desarrollados. (NT: Nina llegó a la universidad de Ranoa durante la época de celo de los feral).

Me avergüenza haber creído que los magos eran simples enclenques… he pasado 18 años de mi vida menospreciándolos … Me alegro de haber corregido mi forma de pensar, pero no he venido aquí para eso.

Me acerqué al primer joven que encontré, que resultó ser un chico feral bastante fornido y con aspecto claro de guerrero.

Cuando le pregunté por dónde se encontraba Ludeus, me sorprendí al ver qué él también le estaba buscando y que iba de camino a verle, por lo que lo vi como un golpe de suerte y decidí seguirle.

Cuando por fin llegaron a su destino, pudo ver a un joven vestido con el uniforme de la Universidad, que por lo visto era ese tal Ludeus.

Es exactamente lo que me imaginé… un niño sin ambición que había desaprovechado su potencial… es cierto que su cuerpo está bien definido, y hasta podría decirse que es atractivo, pero como hombre dejaba mucho que desear con su clara y enorme falta de confianza en sí mismo… Exactamente lo que Eris puede permitirse… un don nadie…

Justo cuando me decidí a retarle, me quedé confundida cuando vi que el joven feral que me guió hasta él se puso a gritarle a toda voz.

“¡Ludeus el Quagmire, el famoso aventurero de rango A que venció en solitario un Dragón Errante! ¡Te reto a un tradicional duelo de cortejo!”

No daba asombro a mis ojos… el que pensé que me estaba simplemente guiando a Ludeus, ¡acabó retándole él mismo!

“Lo siento mucho, pero tengo clases de piano… así que tendré que irme. Si me disculpa…”

De una forma deshonrosa, Ludeus inmediatamente rechazó el duelo, soltando una sarta de excusas; esto solo enfadó al guerrero feral, que acabó atacándole enfadado.

Está perdido… Ludeus no tiene nada qué hacer. Puede que el guerrero feral no esté a mi altura, pero claramente es un experimentado guerrero; y por si fuera poco, Ludeus es un mago.

Una idea que se había impartido a todo espadachín que se precie es que los magos son peligrosos principalmente en la distancia; siendo lo mejor en todo momento forzar el combate cuerpo a cuerpo, donde estos no tienen nada que hacer.

No obstante, el resultado fue inesperado.

En un abrir y cerrar de ojos, Ludeus había vencido a su oponente; en apenas un segundo, había detenido e incapacitado a su adversario, y se había marchado sin darle la mayor importancia.

Dejándome completamente anonadada tras el espectáculo.

***

 

(Punto de Vista de Nina)

Cuando volví en mí y conseguí aceptar lo ocurrido, comprendiendo que ese tal Ludeus podía haber entrenado un mínimo como todo aventurero, decidí continuar mi plan, comprendiendo que era imposible que pudiera vencerme.

Tras preguntar, me enteré de que se encontraba en la biblioteca, y cuando fui en esa dirección, me encontré una enorme cola de guerreros ferales frente al edificio.

No sé qué les habrá llevado a esperar de esa forma… pero no tiene nada que ver conmigo. Yo solo quiero retar a Ludeus.

Conforme fui a avanzar al edificio, un joven guerrero feral que se encontraba esperando en la cola me hizo una pregunta inesperada.

“¿Acaso has venido a retar a Ludeus?”

“S-¿Sí? Así es, ¿por?”

“¡Entonces a la cola como todos! ¡Ni se te ocurra colarte!”


No pude dar crédito a sus palabras.

Según pude escuchar, todos los que se encontraban en esta cola hacia el edificio estaban esperando su turno para retar a Ludeus.

¡Hablamos de unas 30 personas! ¡¿Qué ha podido hacer para ganarse el odio de todas estas personas?! Pero no importa… por lo que he visto es capaz de defenderse mínimamente, y como discípulo del Filo Celestial, debo acatar las reglas del duelo y esperar mi turno.

La cosa es que por algún motivo, la línea no avanzaba, y antes de darme cuenta pasó la hora del almuerzo.

Cuando menos lo esperaba, Ese Tipo apareció.

Se trataba claramente de un demonio, por su piel color negro azabache e increíblemente musculoso, cuyo porte algo pomposo denotaba una actitud narcisista mientras inspeccionaba a todos a su alrededor.

“¿Umu…? ¡¿Acaso hacéis cola para asistir a una atracción o similar?!”

“¡Es la cola para retar a Ludeus Greyrat a un duelo!”

“¡¿Cómo?! ¡¿Tantos queréis retar a ese chico?! ¡Fuajajaja! ¡Este servidor no esperaba que Ludeus fuera tan popular! Personalmente este servidor no ve problema en esperar su turno, ¿pero habría alguna forma de que me dejarais adelantarme?”

Los integrantes de la cola se enfadaron al escuchar las palabras descaradas del recién llegado demonio.

Todos los presentes llevamos un rato esperando nuestro turno, así que te toca esperar como al resto. Yo incluso he tardado 1 mes en llegar a este sitio y no pienso cederte mi puesto, ¡así que deja las tonterías y espera como todos!

Y justo en ese momento, un imbécil se atrevió a decir las palabras que jamás debieron ser pronunciadas.

“¡Si tantas ganas tienes de ir primero, ¿por qué no te lo ganas venciendo a todos los que van antes que tú?!”

“¡Fuajajajaja! ¡A este servidor esa idea le parece perfecta! ¡¿Espero que no os importe que este servidor se enfrente a todos a la vez?! ¡Además, como presente por vuestro valor al retar a este servidor, tenéis permiso para atacar primero!”

Las provocadoras palabras del hombre consiguieron que todos los integrantes de la cola enfurecieran.

“¡¿Qué has dicho, desgraciado?!””

“¡¿Qué te has creído?!”

Y con la intención de enseñarle modales a ese ser, todo el mundo le atacó, incluyéndome; por algún motivo, me había dejado llevar por su provocación.

Pero perdí.

Ataqué con decisión al demonio y este ni se inmutó al recibir mis ataques, ninguna de las espadas que golpearon su carne fueron capaces de atravesar su piel color azabache.

Una vez utilicé Touki en mis ataques y me lancé contra mi adversario dándolo todo pude al fin herirle, pero aun así, las heridas se curaron de inmediato.

“¡Fuajajajaja! ¡Llegó el turno de este servidor! ¡Vuestro adversario es el Rey Demonio BadiGadi! ¡Y si alguno de vosotros consiguiera vencerme, recibirá el honor de ser considerado como un Héroe!”

Durante un tiempo, fui capaz de defenderme y hasta contraatacar al demonio; pero no tardé en comprender que me faltaba potencia, y en uno de mis ataques, el demonio consiguió atraparme y vencerme, llegando incluso a doblar mi espada.

Con mi caída, llegó el caos y el terror en la explanada.

¡¿Por qué diablos estoy luchando contra un Rey Demonio?! ¡Es más! ¡¿Por qué hay siquiera un Rey Demonio tan lejos del continente demoníaco?!

Estoy segura de que esas preguntas las compartía con el resto de participantes en la matanza.

Poco después de mi derrota, uno a uno, el resto de participantes fueron cayendo conmigo; pero por increíble que pareciera, aunque había muchos heridos, ninguno había muerto.

Todo un milagro… O no.

Se ha contenido…

En cuanto comprendí esto, la rabia se apoderó de mi cuerpo y no pude evitar darle puñetazos al suelo mortificada. Ya que con mi espada rota, no había nada que pudiera hacer.

“…¿Pero qué coño es esto?”

Aproximadamente cuando el combate terminó, Ludeus salió de la biblioteca, encontrándose la escena.

Estuvieron hablando con el Rey Demonio y finalmente cambiaron de lugar en el que combatir; y sin la menor intención de perderme semejante espectáculo, llevé mi dolorido cuerpo a donde iba a tener lugar el combate.

Habían decidido pelear en un terreno abierto; y durante eternos minutos, el Rey Demonio y Ludeus cruzaron miradas, aunque fijándome mejor, pude ver que habían estado charlando, puesto que de vez en cuando se podían escuchar fuertes risotadas provenientes del Rey Demonio.

Están demasiado lejos… no sé de qué pueden estar hablando… ¿eh? ¿qué es eso?

El duelo parecía estar esperando algo, y me llamó la atención un joven desplazándose a una velocidad vertiginosa que salió disparado de entre un corro de gente y le entregó a Ludeus su báculo.

Lo que por fin dio comienzo al duelo entre Ludeus y el Rey Demonio.

En cuanto Ludeus sujetó su báculo, no aparté la vista ni pestañeé, intentando comprender si ese tal Ludeus era la mitad de lo que Eris se había atrevido a hablar de él.

Pero es imposible, su rival es un Rey Demonio…

Ludeus liberó su báculo del interior de una prenda que lo envolvía, y hasta yo pude sentir la majestuosidad del mismo; volvieron a intercambiar unas breves palabras, tras lo que Ludeus alzó su báculo finalmente y…

Desintegró el torso del Rey Demonio.

Lo diré otra vez.

Desintegró. El torso. Del Rey Demonio.

..

Ha volatilizado el cuerpo de un oponente al que yo apenas he conseguido herir… de un único ataque…

..

.

No recuerdo bien qué ocurrió pasado ese momento, pero simplemente opino que no supe cómo reaccionar, y apenas tuve recuerdo de los días que tardé en regresar al Santuario de la Espada.

Solo sé que…

El poder al que aspira Eris es… es… ESE.

La impresión que me había causado lo ocurrido consiguió que, inconscientemente, mi actitud con Eris se relajara mucho; hasta el punto de que la veía con otros ojos. Ya no la importunaba tanto, y hasta la respetaba mínimamente.

Seguía siendo una salvaje, pero sus aspiraciones eran dignas de respeto.

Otro cambio en mí que hubo fue que, desde ese momento, decidí llevar una segunda espada para los casos en los que mi arma se rompiera, para poder continuar peleando. Al mismo tiempo que comencé a ver los puñetazos de Eris como una forma de combatir respetable, aunque asalvajada.

También decidí distanciarme del resto de discípulos que a mi opinión perdían el tiempo en temas triviales y con los que mi relación era más simple fachada.

Pero el mayor cambio que creo que hubo en mi vida… fue que desde este momento consideré a Eris como mi verdadera rival… Pero esa es otra historia.

Y por cierto, cuando le conté al Dios del Filo-sama que un Rey Demonio había atacado Ranoa, desenvainó corriendo su espada claramente entusiasmado con la intención de ir por él; pero en cuanto le conté que había sido derrotado, se le notó claramente decepcionado y envainó de nuevo su arma.

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– FIN DEL VOLUMEN 9 –

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