Great Demon King

Libro 3: La Orden del Manto Oscuro

Capítulo 116: ¡Soy un Necromante!

 

 

– ¡Dense prisa y maten esa cosa! – Gritó Leo con un dejo de pánico al ver que los espadachines caminaban despacio en vez de rematar inmediatamente al joven aterrador. La última avalancha que desató le había costado lo que quedaba de sus reservas de magia, de modo que estaba prácticamente indefenso.

– ¡Cierra el pico! –

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El espadachín detuvo sus pasos y se volvió para gritarle, dejando a Leo conmocionado. Estos hombres siempre lo habían tratado con mucho respeto e incluso se peleaban para congraciarse con él cada vez que podían. Era la primera vez que no obedecían inmediatamente una de sus órdenes.

– ¡¿Qué diablos pasa contigo, Alberto?! ¡¿No entiendes que… –

– ¡Cierra la puta boca o te mataré también! –

Leo dejó de hablar, más por la sorpresa que por el miedo. Esta vez el espadachín Alberto ni siquiera se había dignado a mirarlo antes de gritarle, simplemente siguió caminando a su ritmo con los ojos fijos en Han Shuo y cuando Leo siguió la dirección de su mirada, lo entendió todo.

Alberto quería apoderarse del Anillo Espacial.

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Es una verdad tristemente evidente el que no existe honor entre ladrones. Alberto y todo el grupo en general estaban unidos por intereses mutuos, eran un grupo de personas despreciables pero hábiles que trabajaban juntos por conveniencia.

Great Demon King Libro 3 Capítulo 116 Novela Web

 

El centro de su tropa de mercenarios habían sido Byron y Leo, los más fuertes entre todos; pero ahora el espadachín más poderoso estaba muerto, muchos otros lo siguieron rápidamente en su viaje al otro mundo, los pocos que quedaban vivos solamente pensaban en escapar por sus vidas y Leo, que acababa de agotar toda su Fuerza Mental, probablemente no llegaría muy lejos aunque intentase escapar. De modo que Alberto había hecho un rápido cálculo mental y concluyó que, incluso si se reunían con la fuerza principal, su grupo mercenario ya estaba acabado.

Siendo así, toda la lealtad fingida o imaginaria desapareció por completo de la mente del espadachín que ahora pensaba únicamente en apoderarse del Anillo Espacial done sabía que estaba guardado el Fruto de Dragmar. El dinero obtenido por él sería más que considerable, sobre todo porque ya no tendría que dividirlo entre sus compañeros, suficiente como para vivir cómodamente por un buen tiempo.

Su compañero parecía haber llegado a la misma conclusión, pero permanecía en silencio. Sin embargo, su mirada se dirigía disimuladamente del Anillo de Han Shuo al cuello de Alberto, algo que no pasó desapercibido a este último y le hizo entornar los ojos de un modo peligroso.

– No seas estúpido, mocoso. – Susurró Alberto: – No me caes mal, pero si te interpones entre mi fortuna y yo, te rebanaré el cuello más rápido que a un pollo viejo. –

El otro espadachín sonrió como si se diese por vencido, pero entonces realizó un rápido y sorpresivo corte oblicuo hacia el cuello de Alberto con la intención de matarlo.

Lamentablemente su oponente era más experimentado y no tuvo problemas para bloquear el ataque con la empuñadura su espada, para después dirigir el pomo de hierro directamente hacia el cuello del joven espadachín con el mismo movimiento.

El joven se desplomó en el suelo con una mirada desorbitada mientras luchaba en vano con su destrozada garganta. Alberto murmuró: – Estúpido – y le cortó la cabeza con un tajo decisivo. Luego se volvió hacia Leo con una sonrisa burlona e indiferente para decir: – Voy a ser rico. No te interpongas en mi camino y no intentes nada o te dejaré morir junto con él. –

***

 

 

Han Shuo sentía que todo su cuerpo era un gran pedazo de carne sin piel bañada en una piscina de ácido. Pero con su fuerza de voluntad logró sobreponerse al dolor y comenzó a mover los dedos de sus manos, luego luchó por girar la cabeza intentando, sin éxito, enfocar su mirada.

Sus oídos eran lo único que parecía funcionar, gracias a lo cual pudo escuchar el primer grito de Leo. Así supo la terrible situación en la que se encontraba e intentó reunir sus poderes desesperadamente, pero la Esencia Mágica no le respondía.

Por suerte para él, no era un únicamente un Mago Demoníaco, sino que también era un Nigromante. Deliberadamente había ocultado esos poderes para que Odiseo y su grupo no pudieran identificarlo fácilmente después de que se separaran, pero gracias a este ardid su Fuerza Mental estaba intacta.

El problema era que el dolor no lo dejaba concentrarse lo suficiente porque, aunque sentía que recuperaba la lucidez, también intuía que no lograría ejecutar su magia a tiempo para salvarse.

Cuando ya daba todo por perdido escuchó un nuevo sonido, pero esta vez sonaba como una discusión. En ese momento recuperó la visión por unos segundos y pudo ver, no sin algo de asombro, que los mercenarios estaban peleando entre ellos en lugar de prestarle atención.

“¡No sé cuál de los dioses me quiere! ¡Pero estos hombres ensangrentados serán mi tributo de agradecimiento!”

***

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– Nos causaste muchos problemas, maldito salvaje. Pero ahora todos tus tesoros van a ser míos. Salúdame a ese hijo de puta de Byron en el infierno. – Dijo Alberto con una sonrisa mientras caminaba lentamente hacia Han Shuo con la espada preparada para apuñalarlo antes de quitarle el Anillo Espacial; pero justo cuando atacó, su feroz golpe fue interceptado por una pequeña daga de hueso de color negro como la tinta.

Tomado por sorpresa, Alberto retrocedió torpemente mientras veía con consternación como un pequeño esqueleto oscuro se materializaba en frente de sus ojos. La criatura era menuda y aparentemente inofensiva, pero tenía un extraño aire amenazante que de algún modo era terriblemente similar a la que emitía el joven aterrador.

– Que… ¡¿Qué demonios?! –

– Un consejo para tu próxima vida. – Murmuró Han Shuo de repente y sólo entonces Alberto supo que su enemigo había estado consiente todo el tiempo.

El espadachín trató de atacar, pero las siete púas de hueso del Pequeño Esqueleto ya habían salido volando a gran velocidad, atravesando su armadura como si fuese mantequilla e incrustándose profundamente en los hombros, pantorrillas y el estómago de Alberto.

En su desesperación, el espadachín trató de moverse, gritar o hacer algo, pero descubrió que no podía mover su cuerpo porque las púas de hueso lo mantenían fijo en su posición. La oscura criatura trepó hábilmente por sus piernas hasta llegar a su espalda, luego jaló sus cabellos para exponer su cuello empleando una fuerza increíble para un cuerpo tan pequeño. Finalmente procedió a desgarrarle la garganta lentamente con su pequeña daga, forzándolo a mirar al aterrador joven mientras se desangraba hasta la muerte.

Lo último que Alberto escuchó fue el consejo final de Han Shuo.

– Si tienes que matar a alguien, sólo mátalo. No pierdas el tiempo hablando al respecto. –

***

 

 

Han Shuo consiguió sentarse en el suelo con mucha dificultad. Cuando pudo elevar la mirada vio al mago de tierra que según sus vagos recuerdos se llamaba Leo. El pobre estaba medio desmayado, mirándolo con el terror resignado de quien intuye que su muerte es inevitable y sólo entonces reflexiona sobre las estupideces que hizo con su vida.

En medio de sus temblores intentó decir unas palabras, pero sólo consiguió emitir unos balbuceos incoherentes durante unos momentos, hasta que finalmente se las arregló para pronunciar la última pregunta a la que quería responder antes de dejar este mundo.

– ¿Quién?… ¡¿Quién?! ¡¿Quién demonios eres?! –

Han Shuo lo miró con desprecio por un instante, pero al final decidió decírselo:

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– Eso mismo. ¡Pero también soy un Necromante! –

Entonces envió una orden mental y el Pequeño Esqueleto salió disparado hacia el mago con una velocidad vertiginosa para terminar con su vida.

Sin embargo, el destino tenía otros planes, porque justo en ese momento se escuchó un silbido agudo y una flecha salió disparada hacia Han Shuo.

Ese hubiese sido su fin, pero la mortal saeta falló en acertarle al cuello por unos centímetros. Han Shuo desvió su mirada con dificultad para buscar al responsable y descubrió que se trataba del Arquero que Nía había herido al acertarle en el ojo. El codicioso mercenario había estado escondido entre los árboles, esperando el momento para matar a Alberto después de que tomase el Anillo Espacial, aunque al final eso no terminó como esperaba.

Sabiendo que sin su ojo ya no podría vivir más como arquero, decidió arriesgarse a realizar un último disparo mientras se escondía entre los árboles, pensando que podía huir rápidamente si ocurría algo inesperado. Pero su herida estaba demasiado reciente e intentó acertar a su víctima en el cuello, como era su costumbre, en lugar de apuntar al estómago donde podría haber asegurado su blanco.

Un error que le costaría la vida.

Al ver que había fallado, el Arquero se dio media vuelta para escapar inmediatamente pero su destino ya estaba sellado, porque el Pequeño Esqueleto dejó de lado a Leo para emprender rápidamente la persecución y ambos desaparecieron en la espesura. No paso mucho tiempo antes de que se oyeran los gritos desgarradores del desafortunado mercenario, cuyo cuerpo estaba siendo desgarrado por cientos de pequeños cortes y estocadas.

Mientras tanto Han Shuo invocó a media docena de guerreros Zombis y otros tantos esqueletos para protegerse de cualquier otro peligro. Al escuchar los gritos, no sintió ningún tipo de lástima o congoja, sino simple indiferencia. Estos mercenarios eran escoria que habían querido matarlo sin ningún otro motivo que robar sus pertenencias e incluso querían violar a las mujeres de su grupo. Era imposible saber cuántas veces habrían hecho lo mismo a otras personas menos afortunadas, de modo que hasta sentía que le había hecho un favor al mundo terminando con su existencia.

Justo cuando llegaba a esta conclusión recordó al mago de tierra, pero cuando pensaba en ordenar a sus criaturas que lo mataran, escuchó el sonido de hojas rompiéndose.

Leo había sacado fuerzas de algún lado y había aprovechado para escaparse en el último momento. Han Shuo llamó de inmediato a su Pequeño Esqueleto para que lo ejecutara, pero este se había alejado mucho y también debía considerar la severidad de sus heridas.

La variante Agresiva del Estado Mental Demoníaco lo forzó a combatir hasta agotar lo último de su Esencia Mágica, de modo que en ese momento estaba prácticamente indefenso y en peor condición que el mismo Odiseo. Su cuerpo estaba agarrotado, no tenía fuerzas, el dolor lo acosaba y podía volver a perder el conocimiento en cualquier momento.

Si no hubiese tenido la prudencia de ocultar que era un Necromante hasta el último momento, quizá los mercenarios hubiesen estado más prevenidos como para ponerse a pelear entre ellos cuando la victoria estaba prácticamente a su alcance.

Ahora era incapaz de moverse, de modo que el Pequeño Esqueleto era su mejor defensa ante cualquier amenaza. Simplemente no valía la pena alejarse de su criatura por el placer de vengarse, de modo que lo mantuvo junto a él y se enfocó emplear su Fuerza Mental para recuperar la conexión con los Demonios Originales e investigar la situación.

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Descubrió con asombro que Trunks y su Mantícora se encontraban matando metódicamente a cada uno de los mercenarios que intentaban escapar. El Cazador de Monstruos estaba en su elemento y no le costaba ningún esfuerzo desplazarse en perfecto silencio sin ser detectado hasta que era demasiado tarde. Los pobres mercenarios solo entendían lo que pasaba cuando los puñales de Trunks desgarraban su garganta o se incrustaban en sus estómagos.

Aquellos que no caían por el acero de Trunks eran presa de la Mantícora, que podía encontrar su rastro fácilmente por el olor y estaba entrenada para matar a sus presas rápidamente, en vez de entretenerse devorándolas.

Han Shuo estaba admirado, pero luego frunció el ceño al comprobar que Leo había tenido la buena fortuna de escapar en una dirección contraria a la mayoría de los Mercenarios, librándose de ser detectado por Trunks. Todavía había una buena posibilidad de que terminase en la panza de un monstruo, pero a Han Shuo no le gustaba correr riesgos y guardó en su memoria que tenía pendiente una venganza contra ese Mago de Tierra.

***

 

 

Pasaron algunas horas y Han Shuo había perdido el conocimiento un par de veces. En ese tiempo Trunks terminó de matar a la mayoría de cabos sueltos y había vuelto con el grupo de Aventureros.

Mientras tanto el Pequeño Esqueleto tuvo tiempo de saquear todos los cadáveres a su alrededor, pero aparte del Mago del Trueno, que portaba un par de núcleos de criaturas mágicas de nivel III, un puñado de monedas de oro y un lujoso cetro; ninguno de los mercenarios tenía algo de valor aparte de unas cuantas espadas de calidad inferior y una que otra moneda de plata.

“No es de extrañar que su lealtad muriese tan rápido.” Pensó Han Shuo con ironía, mientras luchaba tenazmente por mantenerse consiente. Seguramente los Guerreros Zombis se veían mucho más saludables que él por la cantidad de heridas o quemaduras que tenía, pero no estaba demasiado preocupado porque entendía las ventajas de su cuerpo reformado y sabía que eventualmente terminaría recuperándose, era sólo cuestión de tiempo.

Sus Demonios Originales seguían explorando el entorno. Pronto descubrieron que Trunks estaba liderando al grupo de Aventureros mientras recorrían los alrededores del bosque. Al acercar a sus criaturas comprobó que estaban llamándolo a él mientras miraban alrededor tratando de encontrarlo.

“No puedo creer que están buscándome después de haberme visto enloquecer así. Realmente son buenas personas, aunque bastante imprudentes.” Pensó Han Shuo, pero el dolor de su cuerpo le impedía seguir sintiendo gratitud.

Trató de levantarse para ir con ellos, pero no pudo mover sus extremidades. Su garganta se había entumecido, impidiéndole gritar. Así que dio una orden mental a sus criaturas para que golpeasen sus armas contra el suelo y comprobó a través de sus Demonios que Trunks volteaba la cabeza en el acto.

– ¡Escuché algo en esa dirección! Vamos a revisar. –

El grupo comenzó a desplazarse rápidamente, así que Han Shuo envió al Pequeño Esqueleto y el resto sus criaturas de vuelta al Inframundo. Poco después el grupo emergió de entre los árboles lanzando exclamaciones de sorpresa y apresurándose junto a él.

– ¡Bueno, sobreviviste! – Dijo Trunks al verlo y comenzó a revisar sus heridas.

Han Shuo se veía realmente patético en ese momento: Sus ropas estaba totalmente desgarradas, su piel parecía carbonizada, tenía múltiples cortes y moretones, sufría pequeños espasmos de cuando en cuando y, para rematar, estaba cubierto de tierra. Era todo un mérito que el Cazador de Monstruos hubiese podido reconocerlo a la primera.

– Estoy mejor de lo que me veo. Más me duele el orgullo de haber permito que todo un escuadrón se acercase a nosotros sin haberlos notado antes. – Han Shuo les habló con una voz débil mientras luchaba por esbozar una sonrisa despreocupada.

– Eso fue más bien mi culpa. – Respondió Trunks encogiéndose de hombros: – Su Mago de Tierra podía emitir una sustancia como el azufre que ocultaba el olor del grupo y no estuve lo bastante atento a ese tipo de tácticas. Bueno, estas cosas pasan todos los días en el Bosque Oscuro, así que digamos que bien está lo que bien acaba. –

Gordon y Eneas se acercaron para ayudarlo sostenerlo durante el camino de regreso a donde esperaban Odiseo junto con la niña elfa. En el camino, se detuvieron un momento para descansar, mientras Afrodita conjuraba algo de agua para ayudarlo a lavar sus heridas lo mejor posible al mismo tiempo que le explicaba la situación.

– Al final tengo que reconocer las palabras del Druida Caspian. A pesar de su actitud, Trunks es una buena persona. Por lo menos él solamente quería quedarse con el botín del monstruo, nunca nos atacó sin motivo alguno ni habló de violar a alguna de nosotras. Ahora mismo pudo haber aprovechado para matarnos a todos, pero luchó con valor a nuestro lado, luego examinó nuestras heridas y nos organizó para buscarte. – Le dijo Afrodita con una triste sonrisa.

Al escucharla, todo el grupo comenzó a comparar en su mente al Cazador de Monstruos con los mercenarios que acaban de enfrentar y llegaron a la conclusión de que la diferencia era abismal. Trunks era una persona con principios morales, por más que fuesen distintos a los de ellos, eso era suficiente para diferenciarlo de esos mercenarios que actuaban más como chacales que como hombres.

Durante todo el viaje Gordon había sido el más antagonista hacia Trunks, pero ahora lo miró directamente y fue el primero en adelantarse para decir: – Hoy salvaste la vida de mis camaradas y también la mía. Nunca lo olvidaré. –

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Uno por uno el resto de Aventureros fue agradeciéndole en persona y por primera vez desde que lo conocieron notaron un gesto de duda en la expresión del Cazador de Monstruos, porque miraba a su alrededor como si no supiese la forma de responder. Era evidente que no estaba acostumbrado a recibir emociones positivas de otras personas.

Finalmente hizo un gesto con la mano sin mirarlos, como diciéndoles que no lo molestaran. Pero luego pareció decidir algo y se volvió hacia ellos.

– Sé cómo me veo, pero no soy como creen. Hubo un tiempo en que… tuve amigos, camaradas, gente con la que estaba dispuesto a morir. Pasaron cosas, me traicionaron muchas veces, tuve que pelear con honor y sin honor. Descubrí que al final las personas son solo eso, personas. Y pueden quebrarse, pueden ser cobardes, pueden ser malvadas y que yo también puedo ser todo eso. De lo único que puedo jactarme es que hasta hoy no he traicionado a nadie que no me haya traicionado primero.

Hubo un tiempo en que lideré hombres en combate. A mí me encantaba la guerra o mejor dicho amaba la camaradería del combate. El destino quiso que terminase sólo, huyendo constantemente durante meses y sin poder dormir dos veces en un mismo sitio. Hasta que llegué al Bosque Oscuro, donde hay peligros acechando en todas partes, detrás de cada roca, sobre todo árbol y ocultos en las profundidades. Lo peor en este lugar muchas veces son las personas en lugar de los monstruos.

Para sobrevivir tuve que hacer cosas horribles, cosas que años atrás nunca hubiese imaginado que eran posibles siquiera. Cuando era niño le pregunté a una puta de las barriadas cómo era posible que vendiese su cuerpo de esa manera, cómo podía renunciar a su dignidad hasta ese punto. Ella me respondió: Te sorprendería lo que serías capaz de hacer para sobrevivir. En ese entonces no podía entenderla, pero hoy si puedo, porque he tenido que embarrarme en los lugares más horribles durante meses sólo para vivir un día más, tuve que comer lo impensable para poder seguir moviéndome, maté y trataron de matarme casi todos los días. Hice de todo solamente para ser un poco más fuerte, renuncié a lo que me pidieron para aumentar incluso un poco mis poderes, me enfrenté a monstruos totalmente desconocidos por la esperanza de descubrir algo que me diese una peña ventaja sobre los demás en este maldito lugar. –

Trunks sonrió con sorna, como si estuviese burlándose de sí mismo mientras recordaba algunas cosas de su vida. El resto de aventureros escuchaban lo que decía con mucha atención, sin perderse una sola palabra. Dicen que mil libros de teoría no valen la mitad de un consejo experimentado y el Cazador de Monstruos era la experiencia personificada. Han Shuo también lo escuchaba en silencio mientras se recuperaba, pero podía entender a lo que se refería. Él sabía la determinación que se necesitaba para levantar la cabeza en este mundo cruel y desafiar al destino teniéndolo todo en contra. Pero Trunks continuó hablando y volvió a prestarle atención.

– Ustedes aún son amigos y espero que lo sigan siendo. Pero si realmente van a asumir el reto de desafiar a este Bosque, tienen que endurecer su corazón, tienen que ser más fuertes y estar dispuestos a todo para seguir vivos. Nunca deben mostrar debilidad, nunca deben permitirse ser vulnerables. Porque si un día no tienen suerte descubrirán que existen destinos mucho peores que la muerte. –

Trunks dijo estas últimas palabras con una voz extremadamente seria, pero había un brillo desafiante en su mirada, como si estuviese retándolos a aceptar esas duras verdades y aun así asumir el reto de enfrentar los desafíos que implicaba.

Los Aventureros lo miraban asombrados, como si por primera vez fuesen consientes de muchas cosas que hasta entonces estaban ocultas para ellos. En su interior entendieron que esas palabras eran una enorme responsabilidad: Solo los fuertes pueden sobrevivir en el Bosque Oscuro, solo los fuertes pueden decir con orgullo que han conquistado sus temibles profundidades. Era una clase distinta de logro, muy alejada de la vida militar, los logros académicos o los reconocimientos obtenidos por los tutores esgrimistas. El saber que uno podía afrontar el desafío de la naturaleza en soledad y aun así emerger victoriosos. Los Aventureros juraron que desde ese día jamás volverían a tomar su entrenamiento a la ligera y tampoco olvidarían las palabras de Trunks.

***

 

 

– ¿Qué fue lo que te ocurrió antes? ¿Por qué de repente cambiaste de color y comenzaste a actuar como un loco? – Preguntó Nía con cierta inquietud después de dudar por unos momentos.

La pregunta despertó a todos de su estado meditativo e inmediatamente se concentraron en Han Shuo con la esperanza de recibir una explicación razonable o con algo de sentido. La forma en que asesinó brutalmente a Byron, descuartizándolo lentamente, aún estaba fresca en su memoria.

Han Shuo ya había preparado una excusa de antemano, pero dudó al ver que no evitaban su mirada con desagrado a pesar de todo lo que había hecho. Si bien sentía que no era prudente revelar información, también sabía que otras personas nunca hubieran hecho por él lo que estos jóvenes hicieron en estos pocos días.

– Mi nombre es Bryan y vengo del Imperio Itálico. Soy un Necromante bastante habilidoso, pero como saben, esa rama de la magia actualmente está en decadencia y no es muy solicitada. Para compensar estas debilidades tuve que estudiar artes oscuras y prohibidas, gracias a las cuales me las arreglé para desarrollar una serie de habilidades enfocadas en el fortalecimiento del cuerpo, de un modo similar a lo que sucede en ciertas Artes Militares. –

Aunque estaba omitiendo detalles y ocultando otros, en esencia les decía la verdad de un modo que todos pudiesen entender. Para Han Shuo revelar sus secretos era bastante molesto, pero pensó que estos jóvenes se habían ganado algo de sinceridad por su parte.

– El problema es que aún no tengo un perfecto control sobre mis poderes, además estoy avanzando en un territorio desconocido hasta el momento, así que a veces me suceden ciertas anomalías. Lo que ocurrió hace poco es un buen ejemplo de eso: Cuando estoy en riesgo de morir o resulto bastante lastimado, mis poderes se activan para salvarme la vida, lo quiera yo o no, pero el demérito es que pierdo el control y quedo sumergido en una especie de frenesí violento. –

Al escuchar su explicación todos suspiraron con alivio. Los aspectos desconocidos siempre dan más miedo que los peligros reales y con esa explicación se habían tranquilizado. Aunque Afrodita volvió a fruncir el ceño con preocupación y le dijo:

– Ya entiendo. Pero tu expresión y comportamiento eran demasiado aterradores. Mi maestro me explicó que es muy peligroso realizar experimentos mágicos en uno mismo porque es imposible saber las consecuencias a largo plazo. Te recomiendo que abandones ese camino mientras puedas o podrías morir. –

Han Shuo sonrió con afabilidad, pero por dentro desdeñaba ese consejo. Él sabía exactamente lo que le estaba ocurriendo a su cuerpo gracias los recuerdos de Chu Cang Lan, así que en realidad tenía un buen margen de seguridad. El Estado Mental Demoníaco era básicamente un trance, por lo que perder el control era lo normal, aunque era cierto que tendría que estar más atento en el futuro para evitarse problemas

– Lamento mucho haberlos asustado y estoy agradecido por su ayuda. Pero no pienso detenerme. –

– ¿Por qué? – Preguntó Afrodita intrigada.

– Porque hay destinos mucho peores que la muerte. – Respondió Han Shuo sonriendo.

Otros podrían pensar que simplemente estaba burlándose, pero todos los presentes detectaron que había una profunda resolución escondida en sus palabras.

– Bueno, deberíamos dejar de hablar por el momento y regresar a donde está Odiseo. Seguramente estará preocupado junto con la pequeña. – Sugirió Eneas para romper el silencio y su sugerencia fue bien recibida por todos.

Continuaron la marcha sin muchos contratiempos. Durante el camino, Han Shuo continuó conversando ocasionalmente con Trunks acerca de la identidad de sus enemigos.

– Maté a la gran mayoría, pero un par consiguieron escaparse. Cuando los seguía, divisé a lo lejos una gran caravana del gremio mercante McGrady, con un pequeño ejército privado escoltándolos. No me acerqué demasiado por seguridad, pero parecían tener una indumentaria similar a los que nos atacaron, así que podemos asumir que eran sus empleados. –

– ¿Lograste matar a los que huyeron? –

– No. Era demasiado arriesgado. Necesitarías cuando menos uno 500 guerreros para poder tener una oportunidad. –

– Así que estarán informados de nuestra ubicación y habilidades. También saben que tenemos el Fruto de Dragmar. –

– Si, pero no se arriesgarán a desviarse de su curso, no mientras lleven esos enormes paquetes de mercancías. Lo más que podrían hacer sería enviar otro escuadrón a buscarnos, pero ya no nos tomarán por sorpresa. Aun así, pensé que era mejor retirarnos y evitar el peligro. –

– Muy juicioso. –

Han Shuo había escuchado sobre el gremio McGrady. Según Phoebe, eran una organización que rivalizaba en poder con el Gremio Mercante de Boozt, aunque ellos se especializaban en realizar contrabando de productos prohibidos por los gobiernos como armas, planos y mapas, sustancias peligrosas e información confidencial.

Reinos, Ligas e Imperios tenían un gran interés en controlar adecuadamente el flujo de estos productos para la seguridad de las naciones; pero el gremio McGrady consiguió forjar una compleja y lucrativa alianza con varios aristócratas en diversos países, de modo que seguían funcionando a pesar de vivir “al filo de la navaja”.

El gremio McGrady era un miembro de la Alianza Mercantil de Tiro, una gran organización mercantil que no pertenecía al Imperio Itálico, sino que funcionaba casi como una entidad independiente de los países. Si bien no eran tan conocidos en esta parte del mundo, tenían bastantes recursos que utilizaban para apoyar a los suyos. El Gremio de Phoebe había perdido algunos clientes y capital importante por su culpa.

***

 

 

El aspecto general de Han Shuo era miserable incluso después de que Afrodita limpiase sus heridas. Tenía llagas por todas partes, el cuerpo lleno de moretones y de vez en cuando sufría uno que otro espasmo repentino. Era bastante difícil mirarlo. Si cualquier otro hombre hubiese sufrido lo mismo, estarían gritando desesperados por ayuda.

Sin embargo, Han Shuo se las arregló para caminar durante media hora por un sendero lleno de obstáculos sin quejarse ni una sola vez. Incluso tuvo la iniciativa de preguntar más cosas a Trunks sobre el gremio McGrady e insistió en priorizar la recuperación de Odiseo antes que la suya.

Los demás solo podían admirar la increíble resistencia al dolor y el valor que mostraba.

Luego de una hora de descanso para recuperar las fuerzas, el grupo decidió alejarse inmediatamente del perímetro del pantano y regresaron hacia las montañas. Han Shuo volvió a sorprender a todos cuando renunció a ser llevado en una camilla para no reducir el ritmo de su marcha. Lo más extraordinario era que realmente parecía estar mejorando por momentos, como si un misterioso poder lo estuviese sanando por dentro.

Finalmente llegaron a una cueva en la que Trunks se había refugiado con anterioridad e inmediatamente habilitaron un par de camas para los heridos.

Mientras que Eneas y Bardo trabajaban camuflando la entrada con rocas y hierbas por seguridad, Trunks aplicó las gotas de Esencia de Gorgona sobre la herida de Odiseo. La sustancia funcionó mucho mejor de lo esperado y el líder de los Aventureros estuvo recuperado en menos de diez minutos, aunque seguía algo debilitado por causa de las fuerzas obrando dentro de su cuerpo.

Al final decidieron quedarse descansando un día más, así que Trunks y Nía salieron a buscar presas para cazar. Afrodita le enseñaba una canción a Angélica, los guerreros miraban la escena con expresiones alegres mientras mantenían el fuego encendido y Odiseo se incorporó para mirar a Han Shuo, que estaba descansando sin hacer ningún ruido.

– Señor Bryan. –

– Sólo Bryan. –

– Bryan… ¿Puedo saber qué clase de monstruo eres? ¿Cómo diablos puedes tener esas heridas y seguir en silencio? –

– ¿Acaso tú eres el único que puede tener el monopolio de las heridas por estos lares? –

– No… yo solo. –

– Estoy bromeando. Ya expliqué que mis artes oscuras están diseñadas para fortalecer mi cuerpo. –

– Ya lo sé, pero… –

– Odiseo, tómalo como que simplemente acabé llevándome la peor parte de una paliza. –

El bueno de Odiseo estaba bastante nervioso. Lo había llevado bien hasta el momento porque sus heridas lo mantuvieron inconsciente durante la mayor parte de la aventura. Pero ahora que sus recuerdos comenzaban a aclararse, junto con los detalles que sus compañeros no dudaron en compartir, pues acabó bastante nervioso y asombrado. Parecía que aún no se le pasaba.

Al cabo de unas horas Trunks y Nía regresaron con un jabalí y un par de aves, que rápidamente comenzaron a desollar para luego aderezarlas y colocarlas alrededor del fuego junto con unos trozos de pan seco. Han Shuo volvió a quedar como un héroe cuando compartió con el grupo un poco de la cerveza de los enanos y sus condimentos para aderezar la carne.

Por primera vez desde que se habían encontrado podían comer relativamente tranquilos. Luego contaron historias e incluso cantaron unas cuantas canciones de los juglares. Trunks los volvió a sorprender con una historia graciosísima de un gran guerrero conocido como Altosh el Afortunado, que fue emboscado por orcos en el momento que estaba defecando por un ataque de disentería. La forma en que describió el modo en que Altosh tuvo que defenderse con una sola mano mientras intentaba levantar sus pantalones con la otra, hizo que todo el grupo se arrastrase de risa. Finalmente, Altosh acabó saltando desde un barranco en un desesperado intento por escapar y sólo se salvó porque sus pantalones abiertos se enredaron con las ramas de un árbol.

El futuro gran guerrero estuvo colgando con el culo al aire durante unas cuantas horas, hasta que fue encontrado por un grupo de Aventureros que había visto todo lo ocurrido desde lejos. Se demoraron en ayudarlo porque el descenso era bastante peliagudo y porque las risas que soltaban al verlo colgando del árbol dificultaban su marcha.

– Yo estaba con ese mismo grupo. En ese entonces usábamos la palabra “defecar” como intensificador. Cuando alguien era bastante afortunado decíamos que se cagaba de suerte. Así fue como terminó ganando su apodo, aunque muy pocos lo recuerdan ahora. – Explicó Trunks sin poder evitar reírse: – En ese momento nadie quiso ofrecerse como voluntario para bajarlo y tuvimos escoger palillos para designar al que lo ayudaría, Jajá. ¡Pobre Altosh! yo siempre he creído que en el fondo era un buen tipo y me dolió bastante tener que matarlo, pero al final se volvió necesario. –

– ¿Cómo murió? – Preguntó Gordon sin dejar de sonreír.

– Estaba al otro lado en un campo de batalla. Y esta vez ninguna diarrea pudo salvarlo. – Respondió Trunks mientras arrancaba un trozo de carne asada. – Pero debo ser justo, Altosh sabía pelear bien y para entonces ya era un Espadachín Veterano muy habilidoso; por eso tuvimos que ir a por él desde el principio de la batalla. –

– Si la vida es así de jodida. – Respondió Gordon, mientras apuraba un trago de vino: – Yo conocía a un gran legionario llamado Claudio, el mejor combatiente de la decimocuarta legión que defendía los estrechos marítimos contras los piratas. Consiguió tantos méritos, que lo ascendieron a Decurión en menos de un año y hasta la concedieron el honor de alimentar a los pollos sagrados. –

– ¿Pollos sagrados? – Preguntó Han Shuo incrédulo.


– Los dioses de los mares son los más caprichosos y vengativos. Así que antes de una batalla naval echamos trigo blanco y negro sobre el barco insignia. Si los pollos del templo se comen todos los granos, es signo de que los dioses están de acuerdo con que peleemos ese mismo día, pero si no comen los granos negros, hay que esperar un día y volver a realizar el ritual. Al menos así es en la marina, porque en la legión de montaña la costumbre es interpretar las entrañas de las cabras. – Explicó Eneas: – Ocuparse del cuidado de un animal sagrado es un gran honor. –

Han Shuo estaba sorprendido, pero no preguntó nada más. La guerra era la más imprevisible de todas las actividades y era un evento totalmente ritualizado. Los soldados siempre eran bastante supersticiosos, porque tienen necesidad de símbolos o signos que les den un poco de esperanza en medio de la masacre. Por lo menos estos pollos sagrados eran un acto aceptable, incluso si sonaba ridículo. Han Shuo había leído sobre tribus orcas que sacrificaban las vidas de sus diez mejores guerreros antes de cada batalla, para que fuesen a pedir la bendición de sus dioses.

“Puedo entender los sacrificios de animales e incluso los humanos. ¿Pero qué clase de estúpidos matan a sus mejores soldados antes de una batalla? ¿Por qué mejor no se rinden directamente? No puedo entenderlos.” Pensó al recordar esa información, pero Gordon seguía hablando y Han Shuo volvió a prestarle atención.

– Los malditos pollos no querían comer los granos negros. ¡El peor de todos los presagios antes de una batalla naval! Pero Claudio insistió en volver a realizar el ritual. –

– ¿Podía hacer eso? ¡Pero si sólo era un Decurión! – Exclamó Odiseo.

– En ese entonces gozaba de mucha popularidad entre la tropa por sus actos heroicos, así que su opinión tenía tanto peso como la del Primus Pilum, el soldado de más alto rango. Quizá pensó que si el rito salía bien esta vez tendría una mayor influencia entre la tropa e incluso podrían ascenderlo a Centurión, pero… Los malditos pollos se negaron a comer los granos negros incluso después de tres intentos, de modo que la moral de la tropa bajó aún más. La sugerencia de Claudio empeoró mucho las cosas y ya sabía que lo convertirían en chivo expiatorio si la batalla terminaba mal, así que perdió un poco la cabeza. –

– ¿Qué fue lo que pasó? – Preguntó Nía.

– Que el muy imbécil arrojó a los pollos del templo por la borda, ahí mismo y en frente de todos. Luego pronunció un acalorado discurso (bastante bueno, a decir verdad) acerca de cómo no debíamos dejarnos llevar por las supersticiones e inspirarnos en nuestro propio valor para obtener la victoria. Sus palabras consiguieron enardecer los ánimos de soldados y remeros de todo nuestro barco. Recuerdo que comenzamos a gritar “¡Victoria! ¡Victoria!” como dioses de la guerra, ¡Cómo pedíamos ser primeros en entrar en combate! –

– ¿Qué ocurrió al final? – Preguntó Trunks.

– Perdimos la batalla. – Respondió Gordon encogiéndose de hombros, mientras que el grupo entero comenzaba a reír involuntariamente al imaginar la escena: – El viento estaba en contra nuestra y los barcos enemigos tenían la marea de su lado, no había forma. Al final tuvimos que escapar con la cola entre las piernas y con los piratas persiguiéndonos descaradamente para destruirnos. Esa es fue la primera y única batalla naval en la que participé, porque me trasfirieron poco después a la quinta legión, pero no he vuelto a pisar un bote desde entonces. –

– ¿Cómo diablos sobreviviste? – Preguntó Afrodita que, como maga de agua, entendía bien las dificultades de combatir en el mar.

– En el momento más desesperado de todos, alguien comenzó a decir que Claudio tenía la culpa de todo por ofender a los dioses y el rumor comenzó a circular en todos los barcos. Cuando el General se enteró, ordenó que lo arrojasen por la borda para castigar su sacrilegio. Lo curioso es que, apenas cayó a las aguas, ¡el viento cambió de dirección! El General ordenó dar media vuelta e izar las velas principales, luego embestimos a los piratas con los espolones de los barcos aprovechando la velocidad y conseguimos obligarlos a retroceder de vuelta hasta su base. Pero ahora la marea estaba en contra de los piratas, que en su deseo por escapar se descuidaron y terminaron entrando en una corriente marítima que los condujo a hacia las rocas de un peñasco. –

– ¡Eso es increíble! – Exclamó Odiseo.

– Te juro que fue verdad. – Dijo Gordon y tomó otro trago de cerveza antes de continuar: – No sé si fueron los dioses, el maldito mar o la cobardía de los piratas, pero terminamos ganando, aunque perdimos la batalla. ¡Pero pobre Claudio! Es cierto que era un caradura y un patán, pero lo vi sobrevivir a varios combates a muerte, duelos singulares y tantas dificultades del campo de batalla. Era el mejor guerrero de nuestra legión… ¡pero terminó perdiendo la vida por arrojar al mar unos pollos que seguramente no tendrían mucha hambre! –

La conclusión de la historia de Gordon consiguió que todo el grupo soltase otra ronda de carcajadas que se prolongó durante un rato. La reunión siguió de este modo hasta que Angélica, que estaba sentada en el regazo de Nía comenzó a sacudirse por el aburrimiento. La Arquera Elfa estaba tapando sus pequeñas orejas de cuando en cuando para que no escuchase los detalles groseros o violentos de las historias, así que la pequeña no podía seguir el ritmo de la conversación.

– Hermana Nía, creo que ya es hora de que regrese. Mi abuelo seguramente estará preocupado. – Dijo la pequeñita inclinando su hermosa cabeza.

– ¡Por todos los dioses! ¡Me había olvidado de eso! Vámonos pronto Angélica, voy a acompañarte hasta la casa de tu abuelo. Y tienes que prometerme que no volverás a salir demasiado lejos otra vez, porque ya sabes que el Bosque Oscuro oculta muchos peligros. –

Angélica sonrió dulcemente al asentir con la cabeza. Luego se despidió de todos con una bonita reverencia. Pero cuando llegó junto a Han Shuo hizo algo inesperado y le dio palmaditas en la cabeza mientras decía: – ¡Adiós hombre malo! –

– Adiós princesita. – Respondió Han Shuo con un gesto malhumorado, aunque se dio cuenta de que, muy a su pesar, había llegado a encariñarse un poco con la pequeñita.

– Nía, ¿vas a estar bien por tu cuenta? Es mejor que Gordon o Eneas te acompañen por si ocurre algo más. – Dijo Odiseo con una expresión algo preocupada.

– No se preocupe, líder. – Respondió Nía sonriendo y negando con la cabeza: – Conozco la aldea de la niña y no está muy lejos de aquí. Además, mi pueblo no es tan cordial con los visitantes. Si los ven a ustedes podrían empezar un problema, pero a mí me protegerán si algo ocurre. –

La Arquera Elfa tomó la mano de la pequeña y ambas desaparecieron en apenas unos instantes.

– Muy pues, ya que el señor Odiseo está prácticamente curado y tienen el Fruto de Dragmar, es justo decir que he cumplido mi parte del trato. Es hora de que nos despidamos. – Dijo Trunks repentinamente, echándole un vistazo a Han Shuo.

La expresión de todo el grupo se acongojó. Después de haber pasado tanto tiempo con Trunks comenzaron a descubrir que no era tan malo como aseguraban los rumores e incluso llegaron a admirar su sentido del honor. Inconscientemente habían comenzado a depender mucho de su juicio, hasta el punto de olvidar que eventualmente tendrían que tomar caminos separados.

El propio Han Shuo descubrió que también había empezado a considerar al Cazador de Monstruos como a un igual. Así que puso una expresión cómica de sufrimiento mientras decía medio en broma:

– ¡Vamos hombre! No te bajes del barco justo antes de llegar a puerto. Aún estoy bastante malherido y podría terminar siendo la botana de un monstruo. ¡Por lo menos quédate unos días hasta que lleguemos a la periferia del Bosque! Puedes marcharte en cualquier momento e incluso tú tendrás que ir a algún pueblo para vender tu parte del botín, así que nuestros caminos coinciden. –

– Por lo que he visto eres un maldito imán para los problemas, así que acompañarte seguramente no me saldrá barato. Además, ya hice muchas concesiones, porque te recuerdo que nuestro trato terminó en el mismo instante que obtuviste el Fruto de Dragmar. ¡Yo nunca acordé enfrentarme a un batallón de mercenarios ni escoltar heridos fuera del pantano! –

– Pero Odiseo todavía no puede moverse bien y yo parezco carne molida. Salir del área intermedia en estas condiciones será bastante peligroso, más aún sin nuestra arquera. Además, no me dirás que este viaje es indigno de convertirse en una de tus historias. Digo yo, ¿cuántas veces alguien puede jactarse de haber matado a una Gorgona? No querrás que el final de esta epopeya sea: Y terminaron muertos porque tenía otros compromisos ¡Vamos! –

Trunks se quedó mirándolo con el ceño bien fruncido, pero guardó silencio por unos momentos. Después de un rato se llevó una mano a su barbilla como si estuviese considerándolo y dijo:

– Bueno, supongo que podría protegerlos hasta que lleguemos a un área más segura. Pero no sé, digo, mi tiempo es bastante valioso. ¿No crees que es justo recibir algo a cambio? –

– ¿Hablas en serio? ¿A esto hemos llegado? Bien, pongamos las cartas sobre la mesa, señor Trunks. ¿Cuál sería tu precio por un insignificante servicio de escolta? –

– No necesito dinero. Lo que quiero es que me ayudes con algo. –

– ¿Qué cosa? –

– No te diré lo que es por ahora. Sólo recuerda en el futuro que me debes un favor. –

– ¡Ja ja ja ja ja! Puedo prometerlo si quieres ¿pero en serio te basta con eso? Usted señor es una persona honorable, pero yo definitivamente no lo soy. Llamarme despreciable ya es ser demasiado generoso. –

– No lo creo. Pienso que eres un sobreviviente como yo, así que tendrás tu propio código incluso si no quieres reconocerlo. Dame tu palabra y te creeré. – Dijo Trunks mientras sostenía la mirada de Han Shuo, que estaba riéndose descaradamente.

Y si bien en ningún momento dejó de lado su sonrisa burlona, algo extraño ocurrió en la mirada de Han Shuo, algo que solamente Trunks pudo detectar. Con esa mirada fue suficiente para trasmitir todo lo necesario y ya no quedaba mucho por decir.

– Tengo mis propios planes Trunks. –

– Por supuesto. –

– Nunca debe involucrar a los que estén a mi lado. –

– De seguro. –

– Sea pues. – Dijo Han Shuo ya con una sonrisa algo más seria: – Te doy mi palabra de que te ayudaré en el futuro mientras que tus negocios no interfieran con los míos. –

– ¿No me vas a preguntar si no planeo pedirte que mates a alguien? – Preguntó Trunks con algo de sorna mientras extendía su mano hacia él.

– Estimado Cazador de Monstruos. Estaría decepcionado si me pidieses algo menos que eso – Respondió Han Shuo devolviendo el saludo para sellar el trato.


Odiseo los miró a ambos con una expresión de gratitud, mientras por dentro pensaba que en el fondo estas dos personas eran bastante similares: Los dos tenían un origen misterioso, poseían poderosas habilidades, eran decididos, serenos ante las dificultades y despiadados si era necesario, conquistadores a su propia manera.

Pero mientras el aventurero meditaba, Han Shuo le devolvió la mirada repentinamente. Luego de un instante de duda, dijo: – Odiseo, has guiado a tu grupo con gran coraje en el interior del Bosque Oscuro para encontrar el Fruto de Dragmar. Sé que originalmente no tenían grandes esperanzas de obtenerlo hasta el punto en que más de una vez diste a entender que en realidad no te importaba tanto, al menos no tanto como a mí. Sin embargo, hoy lo tienes a tu alcance.

Hemos viajado juntos y compartido sufrimientos. Por eso los considero a todos como mis amigos y quiero ser sincero: ¿De verdad necesitas estos frutos? Porque yo tengo gran necesitad de ellos e incluso puedo pagarte considerablemente para quedarme con todos. –

– No tienes que decir más, señor Bryan. Cuando ingresamos al bosque nuestro objetivo era entrenar para volvernos más fuertes e intentar obtener algún que otro artículo valioso. Hoy en día salimos ricos, con elementos invaluables como la Sangre de Gorgona y aprendimos mucho sobre los peligros que tendremos que enfrentar en el futuro.

Todo esto ocurrió porque nos encontramos. Tú nos ayudaste con el Dragón Bicéfalo, nos salvaste del Unicornio, conseguirte que Trunks se uniese a nuestro grupo, ambos derrotaron a esa Gorgona y luego rechazaron a los mercenarios… Ahora entiendo que estaríamos muertos hace muchas lunas si hubiésemos estado por nuestra cuenta. –

Odiseo dijo todo esto con una expresión muy seria, queriendo trasmitir en ese momento la gratitud de todo su equipo. El resto confirmaba las palabras de su líder con su mirada.

– Puedes quedarte con todos los frutos, Bryan. Pero espero que no olvides lo peligrosos que son para el que los consume. –

Han Shuo respiró con alivio y asintió a las palabras de Odiseo: – No te preocupes por eso. Ocurre que conozco una fórmula para refinar el Fruto de Dragmar en una poción que puede ayudarme a conservar el control durante los episodios que sufro por las Artes Mágicas que estoy desarrollando. Realmente necesito conservar los tres frutos para tener éxito, pero puedo compensarlos con monedas de oro. –

– ¡Pero si hasta arriesgaste la vida para devolverme la salud! ¡¿Cómo quieres que acepte oro después de todo lo que hemos obtenido gracias a tu ayuda?! Solamente el Núcleo del Dragón Bicéfalo nos permitirá vivir sin preocupaciones durante medio año. ¡Simplemente llévate esos frutos! – Dijo Odiseo sonriendo de forma elegante.

Afrodita, Gordon, Bardo y Eneas se sumaron a las palabras de su líder e instaron a Han Shuo a quedarse con los frutos. Este no se hizo de rogar, pues realmente los necesitaba si quería conquistar el Reino del Espíritu Moldeado, así que no perdió el tiempo con hipocresías y los aceptó alegremente.

***

 

 

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Durante los siguientes diez días, el grupo viajó con buen ritmo por los mejores senderos bajo la guía de Trunks, mientras que los Demonios Originales les permitieron evitar a cualquier amenaza potencial. Desde el punto de vista de los Aventureros, tenían una suerte extraordinaria.

En un principio Han Shuo necesitaba que Eneas y Gordon se turnasen para sostenerlo mientras caminaba, pero al poco tiempo comenzó a andar por sí mismo y pasados tres días sus movimientos se veían mucho más resueltos. Al quinto día comenzó a perder las costras quemadas de sus brazos, revelando una piel blanca y una contextura física óptima. Para el noveno día parecía haber nacido nuevamente, con un físico privilegiado, sin cicatrices o marcas que evidenciaran el intenso combate en el que había participado.

Esta acelerada recuperación no podía pasar desapercibida para Odiseo y su grupo, que no dejaban de preguntarse a qué extraña especie de monstruo pertenecía su compañero Bryan.

Para entonces la Esencia Mágica dentro del cuerpo de Han Shuo estaba prácticamente regenerada, hasta el punto en que consideró seriamente comer el Fruto de Dragmar de inmediato para aprovechar el ímpetu del despertar de sus poderes y conquistar el Reino del Espíritu Moldeado; pero al final optó por esperar prudentemente hasta regresar al Cementerio de la Muerte.

Cada noche, mientras los demás dormían, Han Shuo meditaba para reparar los daños de su cuerpo mientras usaba a sus Demonios Originales a explorar los alrededores en busca de su próximo objetivo: Una enorme caravana de mercancías llevadas por Dragones de Tierra. Cuando acercó a sus criaturas, descubrió que entre el ejército de protectores se encontraba el Mago de Tierra Leo.

Han Shuo contuvo su impulso inicial de tomar venganza de inmediato para analizar la situación: Se estaría enfrentando solo a una fuerza de más de 300 guerreros profesionales y un número desconocido de magos. Sus criaturas podían ver las barreras mágicas de detección que rodeaban a la caravana incluso cuando marchaban.

En ese momento estaban durmiendo, pero sus defensas eran formidables. Debía haber un mago poderoso protegiéndolos. No era una pelea atractiva.

Mientras consideraba sus próximos movimientos, envió a sus Demonios Originales a explorar el entorno y descubrió que el rastro de la caravana se mantenía constante en dirección sureste. Después de hacer un rápido cálculo mental supo que este grupo se estaban acercando involuntariamente al territorio de los Troll del Bosque, sus nuevos y fanáticos subordinados que esperaban instrucciones del “Gran Datara”.

Una sonrisa maligna y cruel brotó de los labios de Han Shuo en ese mismo momento mientras pensaba: “La justicia está de mi lado. Esos Gusanos del Gremio McGrady tienen que pagarme por los despreciables actos que sus guardias cometieron contra mí. Después de todo, los errores del subordinado también son culpa de su empleador.”

 

 

 

Great Demon King Libro 3 Capítulo 116 Novela Web

Cómo están amigos, soy Acabcor de Perú, hogar del delfín de agua dulce y el tapir lanudo.

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Mucho de lo que coloque para reemplazar los vacíos de la novela son extractos de libros o series famosas que he parafraseado para la ocasión. Por ejemplo, la anécdota de Trunks la encontré en un libro de Brent Weeks llamado “Más allá de las sombras” ¡muy bueno por cierto! Y seguro habrán notado que la conversación del Cazador de Monstruos y Han Shuo es muy similar a un diálogo de EL PADRINO, otra de mis películas favoritas.

En cambio, la anécdota de los pollos sagrados… es en realidad ¡UN HECHO HISTÓRICO! al menos está inspirado en uno. Sucedió en el Imperio Romano durante la Primera Guerra Púnica. Un general romano arrojó los pollos sagrados al mar porque no se comían los granos negros.

¡A mí me encantan ese tipo de anécdotas! Hay gente que odia la religión… ¡yo en cambio la amo! Para mí es el sabor de la vida, el misterio incognoscible sin el cual esta vida sería bastante aburrida. Desde las altísimas religiones como el cristianismo, judaísmo o hinduismo; hasta las ridículas, como la de estos pollos mareados en el mar o esa extraña creencia de los caníbales.

¡¿Qué sería de mi vida sin la mitología, el arte o la mística?! ¡Yo sé a quién le debo todo eso!

En fin, como saben a mi encanta arreglar cosas, pero también respeto la intención del autor y creo que todos mis ajustes no van en contra de lo que quiere contar.

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