Great Demon King

Libro 3: La Orden del Manto Oscuro

Capítulo 113: Esto se Llama Planeador

El cuerpo de la Gorgona yacía en el suelo cubierto de hierba sobre un gran charco de su propia sangre. Aún se movía de vez en cuando, aunque no eran más que pequeños espasmos post mortem, últimos vestigios del poder regenerador que trataba inútilmente de aliviar sus heridas antes de desvanecerse finalmente.

Luego ocurrió un extraño fenómeno. La hierba comenzó a crecer rápidamente y pequeños capullos se abrieron para dar paso a una alfombra de flores. Era como si la naturaleza estuviese condensándose en un solo lugar para dar origen a un brote de vida alrededor del cadáver.

Han Shuo escuchó unos pasos tras de sí y vio por el rabillo del ojo que Nía se había adelantado al resto del grupo junto con la pequeña niña elfa, que no tenía reparos en dar pequeños saltitos para ver mejor lo que ocurría. Ambas suspiraron asombradas por el hermoso espectáculo y luego la pequeña exclamó:

– ¿Cómo puede nacer algo tan bonito de una cosa tan fea? –

Esas palabras despertaron a Nía de su asombro e inmediatamente se volvió con el ceño fruncido por la expresión de curiosidad e interés apenas disimulada de la niña: – Angélica, tienes que decirme dónde vives para enviarte de regreso. –

– No, hermana Nía. Déjame quedarme contigo. ¡Es mucho más divertido aquí que estar estudiando todo el día en casa del abuelo! – Angélica sonrió dulcemente, mientras sacudía la cabeza con timidez.

– ¡Estamos en un lugar muy peligroso, no sabemos cuándo nos atacará algún monstruo! Además, tenemos muchas cosas que hacer y no podemos cuidarte. Dime en dónde está tu grupo y yo te acompañaré de vuelta.

– No quiero. –

Han Shuo continuaba mirando lleno de asombro a las plantas y flores de hermosos colores que simplemente aparecían en frente de sus ojos sin prestarle mucha atención a la conversación de las elfas. Le costaba asociar a la horripilante bestia que acababa de enfrentar casi a costa de su vida con este maravilloso prodigio sobrenatural.

– Trunks, ¿qué está pasando? – Preguntó con un susurro.

– Es la sangre de la Gorgona. Hace brotar vida a su alrededor. –

– ¿Brotar vida? –

– Claro, no hay mejor fertilizante. Dale unos cuantos días y comenzaran a nacer árboles enormes. Si tuviera alforjas vacías, me llevaría toda la que pudiera para ganarme una fortuna vendiéndosela a algún señor con tierras estériles. Pero tendrían que ser contenedores especiales, porque su olor atraería a todos los monstruos durante el viaje de regreso. –

– ¡Tan poderosa es esta criatura! – Exclamó Afrodita. La maga se había acercado cuidadosamente junto con el resto de Aventureros y alcanzó a escuchar las palabras de Trunks.

– Es una Criatura Mágica de Nivel I ¡Por supuesto que es así de poderosa! Mejor tengan claro que solamente hemos podido matar a este monstruo porque apenas era una cría y sus fuerzas no superaban a una Bestia de Nivel III, aunque sus habilidades raciales la acercaban al Nivel II. –

– …. –

– Si, el miedo que sienten es la emoción correcta. Una Gorgona totalmente desarrollada es imposible de vencer para simples mortales como nosotros. Sólo los guerreros legendarios, los elegidos por los dioses, se han enfrentado a ellas y sobrevivido para contarlo. Porque si no estás literalmente destinado a derrotarlas, te convertirás en una más de los cientos o miles de estatuas que decoran sus siniestros jardines. –

– …. –

– ¿Soy yo, o estás más dispuesto a conversar con el grupo que de costumbre? – Preguntó Han Shuo algo divertido por el contraste entre la sonrisa macabra de Trunks, mientras sostenía la cabeza de la Gorgona y las miradas aterradas o estupefactas de los Aventureros.

– Hoy pelearon bien, así que merecen un poco de mi aprecio. Todavía son unas mierdas, por supuesto, pero al menos ya parecen ser ‘mierda compacta’. –

– Pues muchas gracias por eso. Entonces tomaré tu aprecio y te lo meteré por el culo junto con mi mandoble, ¡hijo de…! – Gordon comenzó desenvainar su arma, pero Eneas se apresuró a detenerlo.

– Que interesante que el aumento de tu respeto parezca ser inversamente proporcional al nivel de odio que otros te tienen. – Comentó Han Shuo incapaz de aguantar la risa. Luego continuó: – ¿Qué tan poderosa es la sangre de la Gorgona? –

– Dicen las leyendas que puede dar vida a otros monstruos legendarios. Algunos creen que los dragones y los unicornios nacieron en este mundo por la muerte de las dos Gorgonas más poderosas en la era mitológica, pero eso es asunto de académicos. Aun así, recomiendo que incineremos el cadáver después de extraer el núcleo, al menos por si acaso. – Respondió Trunks luego de meditarlo un momento y Han Shuo concordó.

– ¿Qué hay de Odiseo? – Preguntó Eneas preocupado.

– El poder de la sangre no llegará hasta el punto de revivir algo que está muerto. Para eso necesitamos esto… – Respondió Trunks y se arrodilló para dejar la cabeza en el suelo, luego tomó su espada con ambas manos y apuntó el pomo hacia la frente.

Adivinando lo que iba a pasar, Nía se apresuró a taparle los ojos a la niña para que no viese el macabro espectáculo y se alejó rápidamente, pues los golpes eran bastante contundentes. Después de un rato Trunks logró quebrar el cráneo y extrajo el cerebro con el mismo cuidado que tendría al sujetar un recién nacido.

– La esencia está en el centro y no podemos desperdiciar ni una gota. Voy a empezar a extraerla, así que no me hablen ni me molesten por veinte minutos. Si quieren pueden hacerse útiles y comenzar a sacar los dientes y el núcleo al resto del cadáver. –

Han Shuo sonrió mientras hacía un gesto con la cabeza para que lo acompañaran. Daba un poco de pena pisotear unas flores tan hermosas, pero no quedaba de otra. Rápidamente desollaron el cuerpo de la Gorgona y extrajeron un núcleo de Nivel I que aún no estaba completamente formado; esto reducía drásticamente su valor en el mercado, pero igual valdría una buena suma. También se llevaron las garras y colmillos, pues el veneno que contenían era bastante preciado.

El cuerpo todavía tenía otros materiales valiosos, pero extraerlos les tomaría demasiado tiempo y existía el riesgo de que algún monstruo fuese atraído por el olor de la sangre mágica. De modo que arrojaron los despojos a una de las fosas en donde ya habían puesto buena parte de los cadáveres de las bestias abatidas aquel día y luego lo incineraron todo hasta reducirlo a cenizas.

Cuando regresaron ya era medio día. Trunks los estaba esperando con un par de botellas especiales llenas de un líquido color azul intenso, una de las cuales era mucho más grande que la otra. Estas botellas habían sido fabricadas con un cristal mágico especial que no dejaría escapar ni la más pequeña partícula del preciado líquido, aislándolo perfectamente del exterior.

En cualquier taller de Alquimia sabían que solamente el cristal más puro podía mantener incólume el contenido de las sustancias místicas, por eso siempre los encargaban a los vidrieros al por mayor y luego los vendían a cualquiera que quisiese comprarlos. Eran un poco caros, pero valían cada pieza de oro.

– Me quedaré con diez gotas de esencia de Gorgona. – Dijo mientras se guardaba el frasco más pequeño. -Ustedes pueden dividirse el resto como mejor les plazca. –

– ¿Cuántas gotas necesitaremos para sanar a Odiseo? – Preguntó Han Shuo mientras recibía la botella grande.

Trunks cerró los ojos durante un momento y luego respondió: – Me imagino que cinco gotas será más que suficiente. No tienes idea de lo prodigiosa que es esta sustancia mágica: Revivirá la carne muerta, aumenta la regeneración e incluso puede volver a conectar extremidades amputadas sin que les quede ninguna secuela o perjudiquen su crecimiento. Les recomiendo especialmente que no mencionen a nadie que tienen esencia de Gorgona en su posesión o la mitad de los boticarios y alquimistas del Imperio tratarán de obtenerla de un modo u otro. –

– Gracias por el consejo. ¿Cómo quieres que nos dividamos el núcleo? –

– Puedes quedártelo si quieres, a mí el dinero no me sirve para nada. Sería diferente si hablásemos de un verdadero núcleo de Nivel I, pero este apenas está a medio formar y casi no tiene propiedades mágicas superlativas, aunque supongo que sería muy útil para quienes deseen fabricar algún instrumento con propiedades hipnóticas o paralizantes. Te pagarán bien por él. –

Han Shuo asintió mientras extraía una tercera botella y con mucho cuidado dividió la esencia de Gorgona entre ambas, hasta que tuvieron igual cantidad. Después fue directamente con Afrodita y le entrego una dosis junto con el núcleo del Monstruo, a la vez que decía: – Esta es la parte de ustedes, pueden dividirlo como les plazca una vez que terminemos con esto. Pero recuerden las advertencias de Trunks y no mencionen a nadie que poseen una medicina invaluable. –

La Maga lo miró con asombro por unos momentos, luego vaciló y dijo: – ¿No crees que es demasiado? El núcleo puede estar a medio formar, pero aún vale lo suficiente para que no tengamos que trabajar durante un año. Y en este frasco habrá más de treinta gotas de esencia de Gorgona… Tú y el Cazador fueron quienes más arriesgaron la vida en esta batalla, así que es justo que al menos te quedes con el núcleo. –

Al oírla hablar de un modo tan honesto, hasta el cínico Han Shuo sintió una buena disposición hacia la Maga de Agua. Así que le respondió con un tono alegre: – No te menosprecies Afrodita. Hasta el mismísimo Trunks ha reconocido que ustedes pelearon bien. Sin Bardo y Eneas no habríamos podido mantener a todas las criaturas mágicas fuera del pantano, la serpiente que conjuraste fue magnífica y también el ataque eléctrico. Por último, puedo haber estado muy ocupado peleando, pero noté claramente que Nía me salvó el cuello por lo menos un par de veces. –

– Pero, aun así, ustedes orquestaron todo el plan. Nosotros… –

– No se hable más, Afrodita. Para empezar el dichoso plan nos salió mal desde que la Gorgona llegó al claro y el resto lo improvisamos conforme a la situación. Sin ustedes no lo habríamos logrado. No necesito ni quiero este núcleo. Además, esta no es una democracia. ¿Acaso Odiseo no me nombró su líder provisional? Pues ordeno que vendan este núcleo y luego se repartan las ganancias. –

Han Shuo no dijo más y se alejó sonriendo para volver a hablar con Trunks. El Núcleo era valioso, pero no lo suficiente como para atraerle porque ya tenía vastas sumas de dinero que había “recibido” de los Troll del Bosque. Quizá le interesaría si estuviese fabricando alguna herramienta mágica delicada, pero de momento no tenía interés en los encantamientos, aparte de los que podía emplear para fortalecer el Filo Asesino de Demonios. En cambio, si se lo entregaba a Afrodita, pagaría una deuda de gratitud y se libraría de cualquier molestia emocional que pudiera incomodarlo.

“Son un buen grupo de jóvenes, muy leales y generosos. Pero conviene recordar que los amigos de hoy pueden terminar siendo los enemigos de mañana. Aunque la posibilidad es pequeña, no es imposible que terminemos enfrentándonos antes de que esto termine o incluso después. A partir de ahora, si un día me veo forzado a matarlos, podré hacerlo tranquilo sabiendo que ya no les debo nada. Vale la pena renunciar a unos cuantos miles de monedas por el bien de mi paz mental. Creo que ya puedo dejar de distraerme y concentrarme en mi verdadero objetivo.” Pensó Han Shuo sin que su expresión aparentemente amable se alterase ni siquiera un poco, como una máscara que disfrazaba lo que en realidad sentía. La frialdad volvía a imperar en su corazón, transformándolo inexorablemente en un ser decidido, despiadado y dispuesto a hacer cualquier cosa para volverse más poderoso. Él había venido por el Fruto de Dragmar, los núcleos simplemente no le importaban.

Era lo mismo para el resto de trofeos obtenidos de la Gorgona. Han Shuo se los cedió a los Aventureros con una sonrisa en el rostro y recibió la gratitud del grupo, pero interiormente sabía que sólo lo estaba haciendo porque no le parecían útiles. También porque de ese modo tendría una carta a su favor para reclamar el mayor número de frutos cuando los encontrasen. Todo era parte de su estrategia.

– Entonces. ¿Cómo debemos proceder? – Le preguntó Trunks cuando regresó a su lado. El Cazador de Monstruos había reemplazado su espada mellada por un cuchillo largo y estaba concentrado en sacarle filo mientras hablaban.

– Depende de lo rápido que podamos sanar a Odiseo. – Respondió Han Shuo sin mirarlo directamente porque estaba meditando en sus próximos movimientos.

– Incluso la Esencia de Gorgona necesitará un poco de tiempo para revivir la carne muerta. Durante el proceso sería peligroso si alguien nos atacase y no me imagino encontrando un refugio seguro por estos lares. Estaremos a salvo durante lo que queda de día, pero es mejor desaparecer antes de que anochezca o nos encontraremos rodeados de depredadores. Creo que lo mejor es renunciar a buscar el Fruto de Dragmar por ahora e irnos hacia las montañas en busca de alguna cueva. –

– ¿Y cuánto tiempo nos tomaría regresar aquí? –

– Sanar al malherido tomará un día, luego necesitamos cazar para reaprovisionarnos… Diría que otros quince días, si el tiempo lo permite –

– ¡¿Quince días más?! –

– El Bosque Oscuro no es un lugar estático, sino que cambia constantemente y los peligros se mueven de un sitio a otro sean animales, plantas o el mismo clima. No podemos confiarnos en el recorrido incluso si ya sabemos la ruta. –

Han Shuo se quedó en silencio por un momento mientras miraba de reojo al equipo de Aventureros. En ese momento estaban reunidos en un círculo junto a la camilla de Odiseo, que se había quedado dormido por el agotamiento. Era evidente que todos ellos ya estaban al límite de sus fuerzas.

“El problema es que mi propia situación tampoco es estable. Tengo que pensar en los Troll del Bosque, averiguar el paradero de los Enanos, regresar al Cementerio de la Muerte, llevar el dinero a Phoebe. ¡Por no mencionar que no he mostrado mi rostro en la Academia Babilonia durante demasiado tiempo! Muchas cosas pueden cambiar sin que esté yo para evitarlo y mis planes no deben retrasarse. Tengo que arriesgarme. No puedo perder esos quince días.”

– Los magos casi no tienen Fuerza Mental, los Guerreros están mejor pero aun así tienen que tomar pociones para recuperar la energía que han perdido. Creo que nadie objetará si les pido que coman algunas raciones y descansen durante un par de horas. Tú encárgate de mantenerlos a salvo dentro de lo posible, mientras tanto yo buscaré la ubicación exacta del fruto. Una vez que lo obtengamos nos iremos. – Dijo Han Shuo después de meditarlo por unos momentos, sin dejar de mirar en dirección al pantano.

– No tomará tan sólo ‘un par de horas’. – Comentó Trunks. – La Gorgona era lo más peligroso en el pantano, pero sigue siendo un maldito laberinto de ciénagas mortales. El mismísimo aire es venenoso y todo el lugar está plagado de plantas carnívoras que te devorarán si te aproximas a tres metros de ellas. De hecho, escuché a un erudito errante mencionar que el Fruto de Dragmar nace de los tallos de una de esas plantas. Yo puedo encontrar una ruta, pero me llevará un par de días. ¿Estarán de acuerdo en esperar? –

– No creo que estén muy dispuestos, pero tampoco tenemos que ser demasiado pesimistas. El Fruto de Dragmar no tiene que estar necesariamente en el mismísimo centro del laberinto de Ciénagas. Primero hay que encontrarlo. –

– Y después de que lo encuentres, ¿cómo piensas obtenerlo antes de que oscurezca? Una vez que las sombras caigan estaremos en peligro y en este claro estamos completamente expuestos. –

– Un problema a la vez. Algo se me ocurrirá. –

***

Han Shuo se acercó al grupo de Aventureros para explicarles sus planes. Al principio protestaron, aduciendo que era más prudente retirarse de inmediato para asegurar a Odiseo; pero él les hizo ver que de todos modos no llegarían muy lejos si no tomaban un descanso. Eso, junto con el peligro que correrían si un monstruo los atacaba estando agotados y sin muchos recursos, acabó por convencerlos de esperar hasta el crepúsculo a pesar de los riesgos que esto implicaba. Cabe mencionar que gracias a la experiencia de Trunks y los sentidos de Han Shuo habían podido ahorrar mucho tiempo durante las últimas jornadas desplazándose incluso tras anochecer, algo que en cualquier otra circunstancia sería un suicidio.

Después de llegar a un consenso con el grupo, Han Shuo caminó hasta la orilla del pantano, sumido en sus pensamientos. Sus ojos se posaron sobre una de las ciénagas y decidió experimentar recogiendo un trozo de corteza, para después arrojarlo a las aguas. La madera fue tragada por el fétido líquido inmediatamente y no volvió a salir a la superficie.

“Supongo que habrá algo sobrenatural anulando la flotabilidad de los objetos. Y si esto pasa con una madera, me imagino que un bote no me servirá de nada, al menos no creo que el principio de Arquímedes aplique para las aguas maldecidas.” Pensó con ironía mientras recordaba la lógica de su mundo original y la comparaba con la realidad en que vivía. “Pero esto en verdad es un problema. Nadie aquí tiene la habilidad de volar. Solamente los Demonios Originales pueden desplazarse con seguridad en el pantano, pero son entes etéreos que no pueden aferrar los objetos sólidos. ¿Qué debería hacer?” (Acabcor: Filósofo griego que descubrió el principio que permite que los barcos floten, entro otras cosas: “Un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de la masa del volumen del fluido que desaloja”)

Han Shuo se detuvo a unos metros de la orilla y se sentó con las piernas cruzadas en el suelo fangoso, luego cerró los ojos para concentrarse completamente en el control de sus tres criaturas. Los sentidos de los Demonios Originales se agudizaron en gran medida y su mirada comenzó a captar detalles invisibles para los mortales al mismo tiempo que sus cuerpos levitaban tan rápido que parecían deslizarse en medio del aire.

Mientras tanto Trunks junto con el resto del grupo, que lo habían seguido a cierta distancia, se detuvieron a unos diez metros antes de sentarse para compartir una hogaza de pan junto con algo de carne seca. Mientras comían trataban de no hacer ruido, pues entendieron que no debían molestar a Han Shuo a pesar de su curiosidad.

– Hermana Nía, ¿qué está haciendo ese hombre malo? – Preguntó la pequeña Angélica con su tono puro y adorable característico. Parecía bastante interesada en saber lo que ocurría.

La Arquera Elfa también estaba intrigada, pero prefirió no revelarlo y en su lugar respondió con una sonrisa: – Yo tampoco lo sé, pero este hombre es un individuo extraordinario que siempre está haciendo cosas sorprendentes. Supongo que está a punto de hacer otro prodigio. –

Mientras el resto del grupo murmuraba palabras similares, Trunks continuaba parado en silencio y tan firme como un roble, pero no se perdía ningún detalle de lo que ocurría. Después de su lucha en conjunto contra la Gorgona había entendido que existían poderosos secretos escondidos en las artes mágicas de Han Shuo, suficientes para atemorizarlo a él, que era un Maestro de Espadas consumado y tan famoso por su ferocidad. Al ver su expresión de concentración intensa, supo que estaba haciendo algo extraordinario, así que se mantuvo muy atento a todo lo que ocurría, con la esperanza de descubrir alguno de estos secretos.

Como todos en el Bosque Oscuro, Trunks era un hombre que daba bastante importancia al poder individual, pero además tenía razones que lo impulsaban a volverse más fuerte. Las grandes habilidades de Han Shuo, tanto físicas como mentales, eran algo que nunca había visto y naturalmente quería saber el motivo por el que este joven misterioso se había vuelto tan fuerte.

Desafortunadamente, ni siquiera alguien tan consumado en el arte del combate como Trunks tenía los sentidos necesarios para detectar la Magia Demoníaca, que se había originado en una dimensión diferente, y los Demonios Originales no tenían un cuerpo físico que pudiese dejar rastros, ni emitían algo parecido a las ondulaciones del Aura de Batalla o la Magia del Continente Profundo, de modo que todos sus intentos terminaron siendo en vano.

Mientras tanto, Han Shuo seguía concentrado en lo que sus criaturas le trasmitían y finalmente uno de ellos detectó algo diferente en el laberinto de ciénagas. Se trataba de una especie de islote lodoso lleno de altos y misteriosos matorrales aglomerados, de entre los que sobresalían unas hermosas flores color naranja intenso. Era un conjunto de Plantas Carnívoras de la peor especie y en el medio había una que era la más grande y aterradora de todas. Las hermosas flores ocultaban espinas venenosas que podían disparar con una velocidad pasmosa; las gruesas raíces que sobresalían parecían normales, pero una segunda mirada revelaba su forma espantosamente similar a las patas de un insecto y estaban cubiertas de púas, por lo que no era difícil imaginar su función; finalmente había una monstruosa boca repleta con varias hileras de tientes afilados semienterrada en el fango y muy bien camuflada en medio de un capullo de hojas que la asemejaban a una gigantesca lechuga.

Por supuesto que, en el mismo tronco de la espeluznante boca, crecían unos frutos rojos que colgaban a unos metros por encima del lodo. Realmente tenían una forma desagradablemente similar al cerebro humano y coincidían perfectamente con la descripción del Fruto de Dragmar.

“Bueno, al menos no está en el mismo centro del Pantano.” Pensó sarcásticamente antes de abrir los ojos y volverse hacia el resto grupo para informar: – La buena noticia es que encontré Fruto de Dragmar a tan sólo medio kilómetro de aquí y nada menos que tres ejemplares ya maduros. –

– ¡Tres de ellos! ¡Pero si eso es fantástico! – Exclamó Afrodita con una sonrisa, aunque algo en la expresión de Han Shuo la hizo entender que había un problema. – ¿Y cuál es la mala noticia? –

Han Shuo sonrió cansadamente al contestar: – La mala noticia es que está creciendo en medio de un islote plagado de Plantas Carnívoras y parece formar parte del tallo de la más grande de todas, una tan fea que me cuesta diferenciarla de un maldito crustáceo. –

Los hombres suspiraron y las chicas hicieron un gesto de desagrado. Trunks era el único impertérrito del grupo, pero abrió la boca para preguntar:

– ¿Una con flores naranjas y raíces como las de un insecto? –

– Exacto. –

– Ah… Bueno, estás jodido. Esa es tan peligrosa como parece. –

– ¿Por qué hablas como si esto no fuese un problema tuyo? –

– Yo sólo prometí llevarte hasta el Fruto de Dragmar y fui muy claro cuando dije que no estaba seguro de poder obtenerlo. – Dijo encogiéndose de hombros. – Además, la planta es sólo uno de tus problemas. Todavía tienes que sobrevivir todo el trayecto hasta ella y sin resbalar en una de las ciénagas o puedes despedirte de este mundo. –

– ¿Acaso no tienes algún truco para obtenerlo rápidamente? – Preguntó Gordon irritado.

– Ya usé la mayoría de mis trucos con esa maldita Gorgona y también tengo que recuperar mi poder. La pócima de vitalidad aún tardará unas horas en regenerar mi Aura de Batalla, así que de momento no puedo arriesgarme demasiado. Hice este trato para sobrevivir, entrar al pantano en un estado debilitado iría en contra de ese objetivo. –

– ¿Pero entonces cómo podemos obtener el fruto? – Intervino Afrodita con una expresión afligida.

Trunks se llevó una mano a la barbilla mientras respondía: – Bueno, lo he pensado durante un tiempo y creo que la mejor forma sería cortar unas cuantas ramas para hacer una estructura de madera, que luego cubriríamos con cuero hervido. De ese modo podemos protegernos de los insectos e incluso es posible que las plantas no nos ataquen. –

Al oír esa descripción, Eneas supo de lo que hablaba y comentó: – ¿Hablas de una Campana de Asedio? Las hacíamos en la Legión para protegernos de los arqueros cuando había que atacar las puertas de un castillo, pero no puede llevar a más de 4 hombres por vez y la visibilidad es muy reducida. Además es difícil correr cuando la usas, avanzaríamos muy despacio. –

– Necesitaríamos mucho cuero hervido y de buena calidad, también hay que hacer los clavos, cortar y secar la madera…. Nos tomaría unos 3 días construir una, incluso si contamos con la piel de las bestias que hemos matado, las cuales aún hay que secar. – Agregó Gordon.

– Si, pero no hay otra forma de protegernos. – Respondió Trunks. – Tendríamos que ir con un grupo reducido, atiborrados de antídotos para soportar el veneno durante todo el trayecto hasta la planta carnívora. Y ya pueden imaginar que el aire apestará a rayos en el interior. Luego hay que encontrar la forma de lidiar con la planta…

La discusión continuó por un rato más, sin que nadie llegase a una conclusión definitiva. Algunos incluso propusieron la idea de volver en otra ocasión y con mejor equipo, mientras que otros no querían dejar pasar la oportunidad cuando estaba frente a ellos. Eran aventureros después de todo.

Han Shuo se alejó del grupo para sentarse un momento con la frente fruncida. Mientras cavilaba decidió apoyarse contra el equipaje y entonces notó una extraña tela que sobresalía de una de las bolsas.

“Qué curioso material, me recuerda a algo.” Pensó de repente, mientras extendía una mano para tocarla. Luego abrió los ojos con sorpresa. “Esta textura… ¿Dónde la he sentido antes?”

– ¡Ey, Eneas! ¿Puedes decirme qué es esta tela? –

El aludido volvió la cabeza con sorpresa por un momento y luego se acercó echar un vistazo. Cuando vio lo que Han Shuo señalaba, perdió el interés, aunque respondió con cortesía:

– Sólo es el cobertor de las tiendas, lo ponemos cuando parece que va llover o hay mucho viento. –

– ¿Cobertor para la lluvia? –

– Si, lo venden en algunas armerías mágicas. –

– Ah. ¿Y de qué está hecho? No parece ningún tipo de lana. –

– Me han dicho que los alquimistas lo hacen con la savia de un tipo de árbol, una de color blanco como la leche, que recolectan en grandes cantidades y luego lo tratan de alguna manera hasta que queda esto. Es muy útil para almacenar cosas que no quieres que se mojen. – Luego de decir esto Eneas se dio la vuelta y regresó junto al resto del grupo.

“¿Savia de un árbol? ¿Una savia de color blanco? ¿Dónde he oído de algo parecido?… ¡Por el trueno! ¡Esto es caucho! ¡Han hecho un material parecido al látex! ¡Por eso me parecía familiar! Supongo que el de ellos está hecho de un modo artesanal y con elementos mágicos, pero el resultado es similar. ¡Aunque bastante más ligero! Si supieran lo que esto puede hacer… en mi mundo todas las ruedas usaban este material y también los botes… los botes. ¿Podría usar esto para flotar en la ciénaga? No, seguramente se hundirá como el resto.”

Han Shuo desechó de inmediato la idea que había tenido y suspiró mientras se forzaba a encontrar una solución. De vez en cuando prestaba atención a lo que los otros decían y más de una vez los escuchó lamentar que ninguno fuese Archimago para poder levitar hasta el Fruto de Dragmar.

“No hay sentido en quejarse de lo que uno no tiene, si yo mismo pudiera volar de algún modo entonces…” En ese momento una idea arriesgada vino a su mente, mientras volvía a sujetar el trozo de tela resistente, elástico y ligero entre sus dedos. “Tal vez podría. Es bastante ambicioso, pero podría funcionar. El único problema es que no puedo percibir ninguna corriente de aire que pueda aprovechar. Si tan solo pudiese usar alguna magia para controlar el viento, aunque sea un poco.” En este punto alzó la mirada para mirar de reojo a cierta niña de los elfos del bosque. “Pues quien lo diría, aquí mismo hay un recurso.”

Han Shuo se levantó y se acercó casualmente a la pequeña Angélica mientras sonreía como si fuese la inocencia en persona. Luego le habló con el mismo tono de voz que seguramente empleó el Lobo Feroz con la pequeña Caperucita Roja.

– ¿Cómo estas, princesita? Si no te importa, ¿podrías decirme si la magia que usaste cuando nos conocimos era una Cuchilla de Viento? ¿Qué tan buena eres controlando tu magia? –

A pesar de todos sus esfuerzos, el cansancio por la batalla y la emoción de tener tan cerca su objetivo causó que no pudiese ocultar un destello de ansiedad en su mirada. Angélica lo notó y dio un par de pasitos hacia atrás con una mirada asustada. Nía se adelantó de inmediato y la ocultó detrás de sí, como si fuese una mamá gallina protegiendo a uno de sus polluelos. Luego lo miró con una cierta sospecha: – Por favor no me digas que sigues guardándole rencor a una niña que solamente estaba asustada. ¿O acaso piensas vengarte por una nimiedad? Te informo que Angélica tiene un estatus noble entre los elfos, así que no es conveniente que la estés intimidando. ¡Además, pienso defenderla si intentas hacerle algo! –

– Por favor Nía, no exageres. ¿Qué podría querer hacerle a esta hermosa señorita? Solamente quiero pedirle algo. – Objetó Han Shuo sin dejar de sonreír en ningún momento.

– Uhh. Esa sonrisa que tiene me asusta. Si. El Abuelo me lo dijo: cualquier hombre que muestre ese tipo de sonrisa seguramente está planeado algo y no debe ser nada bueno. ¡Él es un hombre malo! ¡Un hombre muy malo! – Dijo Angélica, mirándolo de un modo adorable mientras se escondía detrás de la Arquera.

– No es nada de eso, princesita. Solamente quiero que me hagas un pequeño favor. –

– Eres un hombre malo. –

– Y tú eres muy buena juzgando el carácter de otros. Pero ahora quiero saber ¿qué tan buena eres controlando el viento, princesita? –

– ¿Con mi magia? –

– Si, con tú magia. Solamente quiero saber si puedes hacer algo. –

– ¿Quieres que use mi magia para hacer algo malo? –

– No, ya te dije que no intento hacerte nada. –

– Pero eres un hombre malo. –

– No lo niego ni lo afirmo. Pero te prometo que no haré nada malo para ti. –

– Eres un hombre muy malo. –

Para entonces todo el grupo había dejado de discutir y ahora observaban entretenidos el intercambio entre los dos, mientras luchaban por aguantarse la risa, sobre todo cuando ella repetía “Hombre Malo” como si fuera un estribillo que no quería dejar.

Nía dejo escapar un suspiro de alivio al confirmar que Han Shuo no tenía malas intenciones para con la niña y se arrodilló para hablar con la pequeña de un modo tranquilizador: – Angélica, este hombre no es una mala persona. Solamente quiere saber sobre tu magia porque te vio usar la Cuchilla de Viento. ¿Tú profesor te ha dicho en cuál de los niveles mágicos estás calificada? –

– Ya tengo el rango de principiante en viento… ¡Ah! – La pequeña comenzó a responder con una sonrisa muy ufana, pero luego pareció darse cuenta de algo y comenzó a chillar. – ¡Pero no puedo volar! ¡No me pidan que consiga ese fruto! ¡Me caeré! –

De inmediato se puso a dar unos adorables saltitos mientras agitaba los brazos, luego aguantó la respiración hasta que sus tiernas mejillas se pusieron rojas y se dejó caer suavemente. Entonces se sentó en el suelo y extendió ambas manos hacia el grupo, mirándolos con un poco de impotencia.

Su actuación había sido un modo de decirles que realmente no podía volar y que si lo intentaba terminaría desplomándose de ese modo, pero fue tan linda que le quitó cualquier atisbo de seriedad. Han Shuo se quedó sin palabras por unos instantes, pero se las arregló para recuperar la compostura.

– Eh, princesita. Solamente quiero saber si puedes hacer el conjuro básico para crear un Vendaval. No tiene que ser muy fuerte, solamente necesito una corriente constante que vaya en la dirección que quiero y luego regrese aquí. ¿Puedes hacerlo? – Preguntó Han Shuo con algo de dificultad, pues hasta él sintió que su expresión vacilaba por esta pequeña y adorable elfa.

Angélica sonrió y se levantó rápidamente, luego sacudió el polvo de su ropa y llevó una mano hacia su pecho con orgullo: – ¿Un viento fuerte? ¡Eso es la ráfaga sostenida! ¡Es fácil de hacer! Muy bien, Hombre Malo, prometo que te ayudaré. ¿Qué necesitas que haga? –

“Supongo que no dejará de llamarme así. Bueno, no es que realmente importe.” Pensó Han Shuo. Para entonces todo el grupo se había acercado con bastante curiosidad, ansiosos por enterarse acerca de su plan. Incluso el estoico Trunks parecía bastante intrigado.

Con una mirada muy seria, Han Shuo se arrodilló frente a la pequeña para mirarla directamente a los ojos, mientras explicaba con paciencia: – Dentro de poco, voy a saltar bastante alto. Necesito que conjures una corriente de viento constante justo debajo de mí, en la dirección que yo te indicaré. La idea es que el viento me lleve hacia el fruto como la corriente de un río, luego te haré una señal para que me traigas de vuelta. ¿Puedes hacer eso? –

– ¿Ese es tu plan? ¿Vas a usar el viento para incrementar la distancia de tu salto? – Pregunto Trunks con una mirada escéptica: – Eso no te servirá. Incluso si tiramos del tronco de un árbol para catapultarte hacia el pantano, no llegarás ni un cuarto de kilómetro. Además ¿cómo vas a evitar caer en una de las ciénagas? Y aún si puedes controlar el sitio de aterrizaje, el impacto te romperá las rodillas o algo peor. –

Trunks señaló esto con un tono muy serio e incluso podía pensarse que realmente tenía buena voluntad hacia él. El resto de Aventureros comenzó a sumar sus advertencias para convencerlo de intentar otra cosa. Pero a pesar de todo, Han Shuo simplemente sonrió encogiéndose de hombros y dijo: – Estimados camaradas, les aseguró que no tengo madera de héroe ni me interesa embarcarme en empresas suicidas, así que no tienen de qué preocuparse. Les garantizo que obtendré el fruto, pero no tengo tiempo de explicar el método que usaré, así que les aconsejo que miren y juzguen después. –

Luego de estas palabras medio serias y medio en broma, Han Shuo puso manos a la obra. Para sorpresa de todos comenzó a extraer varias cosas del equipaje: El cobertor de caucho, las varas que se usaban para armar las tiendas, las estacas de hierro, una pequeña hacha, el mazo de madera, algunas tiras de cuero y un par de rollos de buena cuerda élfica. Las cuerdas que los elfos hacían tenían la propiedad de ser tan resistentes como las empleadas en las armas de asedio, pero eran extremadamente delgadas y ligeras; Nía las había traído consigo desde su pueblo de origen y las consideraba un tesoro, así que casi soltó un quejido lastimoso cuando vio que Han Shuo las tomaba sin estar segura de cuál sería su propósito.

Han Shuo comenzó a recortar las varas y palos hasta que tuvieron el tamaño deseado, luego usó uno de los royos de cuerda élfica para unirlos de tal modo, que formaron un extraño armazón de madera bastante resistente. Después llamó a su Filo Asesino de demonios para ponerse a cortar pequeños agujeros en los cobertores de caucho, que luego unió firmemente al armazón, utilizando el segundo rollo de cuerda élfica.

A pesar de sus grandes habilidades físicas y mentales, tuvo que emplear varias horas de trabajo, de modo que la tarde estaba bien entrada cuando finalmente terminó. Para entonces la mayor parte del grupo había terminado de asimilar las pócimas de vitalidad y recuperado su energía.

– ¡Helo aquí finalmente! Es bastante rústico, pero esta herramienta debería permitirme volar con seguridad sobre el pantano a una velocidad moderada, siempre y cuando la pequeña princesita me ayude. –

Todos miraban el extraño dispositivo con incertidumbre. Finalmente, Afrodita fue la que se atrevió a preguntarle: – Eh… ¿Exactamente qué es esta cosa? ¿Y cómo va a ayudarte a cruzar el pantano? A mí no me parece seguro. –

– Esto se llama ‘Planeador’. Funciona empleando el mismo principio que hace flotar a los botes, pero usando el viento en lugar del Agua. Si todo sale bien, me ayudará a deslizarme sobre las corrientes de aire, aunque necesitaré algo que me permita elevarme para el salto inicial. –

Después de dar algunas indicaciones, Han Shuo comenzó preparar el arnés que lo mantendría unido al planeador improvisado. Mientras tanto sus compañeros regresaron hacia el árbol del claro y ataron una cuerda para jalarlo hasta que estuviese lo más cerca posible del suelo, sin que hubiese riesgo de romperlo. Su plan era emplearlo como catapulta improvisada. Cuando todo estuvo listo, Han Shuo se subió a la copa del árbol, no sin algo de dificultad.

– ¿Estás seguro de esto? – Murmuró Trunks por última vez. Nada de lo que había visto hasta el momento lo convencía de que este plan funcionaría, pero Han Shuo demostraba cosas increíbles constantemente, así que no se animaba a desalentarlo demasiado.

– ¡Claro que no, idiota! Hablando en serio, lo cierto es que no estoy seguro de nada. Pero después de todo lo que he dicho, quedaría muy mal si me acobardara ahora. – Respondió Han Shuo ferozmente, aunque en voz baja. Luego sonrió hacia la pequeña, que aguardaba a cierta distancia y dijo: – ¿Estás lista, Angélica? –

La niña asintió con una sonrisa e hizo una bocina con las manos para contestar: – Estoy lista, malo. ¡Puedes comenzar! –