Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 10

Capítulo 1: La Princesa Vampiro Super Poderosa Y La Gran Batalla De La Conejita Divina

Parte 2

Se dio la vuelta justo a tiempo para ver como una boca de fuego azul se la tragaba completa. “¡Ah!”

Un agudo dolor corrió por el brazo derecho de Yue y ella emitió un grito sin palabras. Al mismo tiempo, la visión que había estado viendo se desvaneció como una acuarela que se derretía con la lluvia. En cambio, en sus ojos se reflejaba una imagen reflejada de sí misma. No, no era una imagen de cuerpo completo en el espejo. Su ejemplar tenía el cabello negro, ojos dorados y sonreía maliciosamente.

Yue se enfrentaba al último juicio de la Caverna de Escarcha, y eso le acababa de dar un duro despertar. No sólo se la había comido una serpiente zafiro a quemarropa, le habían arrancado el brazo derecho también. Usó la magia de gravedad para enderezarse mientras se lanzaba por el aire, y la magia de la restauración para arreglar su ropa. Justo antes de estrellarse contra la pared, usó la magia de gravedad para detenerse. Sin embargo, antes de que pudiera recuperar su postura, fue atacada por una ola de magia de gravedad de su copia.

“¡Los cielos caen!” [Heavensfall]

“¡Vórtice de Obsidiana!” [Obsidian Vortex]

Yue neutralizó la onda de presión con su propia magia de gravedad. En ese momento, su regeneración se completó, y sacó su brazo derecho para lanzar su hechizo favorito.

“¡Trueno Dracónico!” [Draconic Thunder]

“Fufu. ¡Trueno Dracónico!”

Con un aullido feroz, los dos dragones dorados chocaron. Los núcleos mágicos de gravedad de los dos dragones se empujaron entre sí, haciendo que la electricidad que los rodeaba se mueva y se deforme. La atmósfera misma parecía que se estaba doblando. Ignorando el choque de poderes, Yue modificó su propia gravedad para caer de lado y lanzar su siguiente ataque.

“Jabalinas de hielo – Centurión.” [Ice Javelins – Centurion]

“Jabalinas de hielo – Centurión.”

Los dos eran iguales. No, más que eso. Yue y su copia estaban disparando hechizos exactamente al mismo tiempo. Doscientas lanzas de hielo chocaron entre sí, causando ondas de choque que se extendieron por el cielo y trozos de hielo que caían por el suelo.

“¡Fisura de vacío!” [Void Fissure]

“¡Fisura de vacío!”

El espacio a su alrededor se rompió. Yue y su copia habían usado un hechizo mágico espacial para distorsionar el espacio alrededor del otro. Las explosiones resultantes fueron tan poderosas que el gigantesco árbol de hielo en el centro de la habitación se rompió y astillas de hielo calleron desde el techo.

Forzada a retroceder por la explosión, Yue se deslizó por el suelo mientras utilizaba la magia de gravedad para mantenerse en pie. Tanto Yue como su copia atacaron con magia de gravedad, tratando de tomar el control de los grandes trozos de hielo que golpeaban el suelo. Ráfagas de maná dorado y rojo chocaron. Ninguno de los dos bandos pudo obtener el control total y los pedazos de hielo comenzaron a romperse a medida que los campos gravitatorios en conflicto ejercían sus fuerzas sobre ellas.

“Eres muy persistente, considerando que te mostré esas visiones del pasado.”

“Odio cómo hablas…”

“¿No es así como solías hablar, Aletia?”

“No me llames por ese nombre…”

“Oblígame.”

Irritada, Yue arrastró su mano hacia un lado, enviando un aluvión de trozos de hielo a su copia. Su copia sonrió e hizo una imitación de la acción. Tanto Yue como su copia tuvieron que tomar la decisión en fracciones de segundo sobre qué trozos usarían para desplazar a sus oponentes, y qué trozos podrían dejar pasar y destruir personalmente. Hicieron todo esto mientras desataban un aluvión de cuchillas de viento [Wind blades] con una precisión milimétrica.

Al entrar en las Cavernas de Escarcha, el grupo se había visto obligado a atravesar un laberinto de susurros insidiosos mientras luchaba contra varios monstruos a lo largo del camino. Y, al final de todo, se les había presentado una puerta resplandeciente. Pero como era de esperar, la puerta había sido un portal que había dividido al grupo antes de imponerles otro juicio.

Después de caminar por un largo pasillo, Yue se había encontrado cara a cara con su copia sellada dentro del árbol de hielo en el centro de la habitación. Entonces, había empezado a luchar contra ella, y rápidamente se dio cuenta de que las habilidades de su copia estaban perfectamente emparejadas con las suyas. Después de todo, esa verdad se la habían metido en la cabeza varias veces.

Además de eso, también se vio obligada a revivir sus viejos recuerdos. Era como el mundo de los sueños que se le había mostrado en el laberinto de Haltina, pero en lugar de un mundo ideal, se le estaba mostrando su peor pesadilla.

Aparte de lo último que había dicho su tío, todo en la memoria de Yue había sido correcto. Ese había sido su pasado, el pasado en el que no había pensado ni una sola vez desde que conoció a Hajime. Durante los últimos trescientos años, esos recuerdos habían estado encerrados en lo más profundo de su corazón.

Y ahora estaban siendo arrastrados a la superficie a la fuerza.

Probablemente está usando magia espiritual para hacerme revivir mis recuerdos… Pensé que podía protegerme de eso, pero parece que no.

Yue y su copia eran perfectamente compatibles en términos de poder. Pero como Yue seguía desequilibrada por sus recuerdos, estaba perdiendo la iniciativa.

Además, había algo más que se había dado cuenta después de enfrentarse a sí misma. Ella era fuerte. Increíblemente sorprendente. Hasta el punto de que era injusto para sus enemigos.

“Me molestas…” Murmuró Yue.

“No olvides que yo soy tú…” La copia de Yue rió para sí misma.

Dios, qué molesta… Pero así es como Yue había hablado antes de ser sellada. A lo largo de los siglos, sin embargo, se había dado cuenta de que el estilo de discurso falso y educado utilizado por la realeza era totalmente ridículo. Y así, lo olvidó por completo. Ayudó que no hubiera hablado durante años hasta que conoció a Hajime también. Pero su transformación era precisamente por lo que odiaba a su copia, que actuaba exactamente como la de antes. Molesta, Yue invocó a doce dragones eléctricos.

“No hay nadie en quien puedas confiar en este mundo.”

Cualquier cosa que pudiese hacer Yue, su copia también podía hacerlo. Contraatacó a los dragones de Yue con doce de los suyos, todo mientras la acosaba.

“El tío en el que confiabas tanto, incluso Ubaldo y los otros, nos traicionaron. ¿Qué más pruebas necesitas de que no se puede confiar en nadie?”

“……” Yue se quedó en silencio mientras se le mostraba otro flashback.

“Luchaste, luchaste y luchaste por tu país, pero al final…”

Yue se había unido al campo de batalla el día que cumplió doce años. Desde entonces ha sido testigo de la muerte de miles de personas y ha matado a muchas más con sus propias manos. Naturalmente, eso la había hecho enemiga de muchos.

No habría sido sorprendente si se hubiera roto bajo el trauma mental de tanto odio y muerte. O si se hubiera doblado bajo la presión y la expectativa de sus compatriotas. Sin embargo, su amor por su país le había dado la fuerza para salir adelante. El saber que estaba protegiendo a las personas cercanas a ella. Y aún así, los recuerdos se la tragaron. Para cuando volvió en sí, ya era demasiado tarde. Estaba en otra visión.

Esta vez estaba en el salón del trono. Una alfombra carmesí corría por el centro de la habitación, dividiéndola en dos partes iguales. De pie en el centro de la habitación estaba Aletia, vestida con un vestido de color carmesí similar al anterior. Había sido coronada reina a la tierna edad de diecisiete años, y habían pasado tres años desde entonces.

Normalmente su padre, el rey Lambert, habría reinado otros treinta años. El cambio temprano en los soberanos no se produjo porque Aletia había usurpado a su padre. Sólo había sido necesario.

Los logros abrumadores de Aletia y su defensa incansable de Avatarl la habían hecho respetada por sus compatriotas y temida por sus enemigos. La mayoría de los estados enemigos habían abandonado los ataques después de sufrir un número asombroso de víctimas. Sus reyes y señores se habían visto obligados a aceptar que Aletia estaba muy por encima de ellos.

Aunque su aspecto no había cambiado en absoluto desde que cumplió doce años, su belleza había adquirido un encanto maduro con el paso de los años. Fue en parte debido al hecho de que su apariencia no había cambiado que todo el mundo la encontró tan divina. De hecho, algunas personas habían comenzado una secta para adorarla.

En un momento dado, los líderes de la religión humana habían pedido reunirse con ella para poder nombrarla como su nuevo dios. Eso, por supuesto, no tenía precedentes y terminó con la aceptación por parte del mundo de que Aletia era una forma de ser divino. La reina de Avatarl era alguien que era amada y adorada por todo el mundo.

El rey Lambert había decidido no luchar contra la creciente popularidad de su hija y con mucho gusto le había abdicado el trono. Poco después, príncipes y señores de todas las naciones habían venido a pedir su mano en matrimonio. Todas las naciones sabían que si eran capaces de formar una alianza con Avatarl, estarían a salvo de las guerras caóticas que asolaban la tierra. De hecho, incluso la frecuencia de esas guerras había empezado a disminuir gracias a la presencia de Aletia. O eso parecía en ese momento al menos.

“¿Dejará que nos encarguemos de eso entonces, Su Majestad?”

“Sí, puedes.”

“Entendido. Con su permiso, entonces.”

“¡Ah, tío!”

Aletia había terminado de ver al mensajero extranjero que había venido de visita y estaba en medio de una reunión con su tío, Dienleed. Él había estado inexpresivo en todo momento, y ahora que había concluido sus asuntos, se marchaba. No queriendo que se fuera todavía, Aletia lo llamó.

“¿Qué pasa?”

“Estaba pensando que tal vez podríamos cenar. No hemos pasado mucho tiempo juntos en mucho tiempo y me vendrían bien tus consejos.”

“¿Es una orden?”

“¿Eh? No, claro que no…”

“Entonces mis disculpas, pero debo declinar. Hay muchos asuntos que requieren mi atención.”

“Ya veo…”

“Buenos días,” dijo Dienleleed mientras salía a toda prisa del salón del trono como si detestara pasar un segundo más allí.

Aletia miró a su tío salir de la habitación con una expresión de abatimiento. Ni una sola vez se dio la vuelta. Hubo un ruido sordo cuando las puertas se cerraron tras él, dejando a Aletia sola en el salón del trono.

“……”

¿Cuánto tiempo había pasado desde que su tío empezó a actuar distante hacia ella? ¿Cuándo dejó de ser su tutor? ¿Cuando cenó la última vez con ella en su cumpleaños hace un año? ¿O cuando fue coronada reina? Aletia recordaba claramente la expresión amarga que había puesto durante su ceremonia de coronación.

Aletia se puso a pensar. Había pasado más tiempo con su tío que con sus verdaderos padres. Aunque nunca se lo había dicho a nadie, su tío se sentía más como un padre para ella que sus verdaderos padres. Aunque su madre y su padre la habían malcriado y le habían dado todo lo que ella quería, su tío la regañaba a veces y había mostrado un interés genuino en criarla.

Aletia pensó en las sonrisas gentiles que él solía darle. Ahora no sonreía en absoluto.
Parecía como si estuvieran separados por una pared de hielo.

¿Hice algo para que se enfadara? ¿Le fallé de alguna manera?

No importa lo mucho que ella intentara empezar una conversación con él, todo lo que él le mostraba era su espalda. O algún mensajero u otro aparecería para interrumpirlos. Peor aún, su madre, su padre e incluso sus consejeros se habían ido distanciando de ella. Como resultado, ella no había tenido una conversación adecuada con él en años.

Y no era sólo su tío. También, sus subordinados, su familia e incluso sus criadas se negaron a hablar con ella durante mucho tiempo. Su soledad actual era una analogía de su aislamiento reciente. Una mezcla de confusión y soledad la abrumaba.

Sus recuerdos avanzaron rápidamente durante unos años. La frágil paz que se había asentado en Avatarl había empezado a quebrarse y estaba a punto de romperse.

“Querida, dulce Aletia. Esto no puede seguir así. Como reina, por favor, toma la decisión correcta.”

La madre y el padre de Aletia le suplicaban. Sus voces eran suaves, pero sus expresiones estaban llenas de miedo. La exhortaban a exiliar a su querido tío, el primer ministro.

En realidad, Dienleed y sus subordinados rara vez habían estado en el palacio en estos días. En vez de eso, Aletia se encontró rodeada de los sirvientes y asesores de la época del rey anterior. Hasta Ubaldo la había abandonado.

“Es demasiado ambicioso para su propio bien. Tememos que esté planeando un golpe de estado. ¡Tu vida está en peligro!”

“Se ha excedido en su autoridad demasiadas veces. Su Majestad, está claro que ansía el poder. Y ya ha expandido demasiado su influencia. Por favor, debes hacer algo.”

“Exactamente, Su Majestad. Entiendo tus sentimientos, pero debemos actuar.”

¿Entiendes mis sentimientos? ¡Como si fuera así! Aletia empujó hacia abajo su ira y se enfrentó a sus sirvientes con la mirada de una reina.

No puedo hacerlo. No puedo exiliar a mi tío. Todos a su alrededor estaban de acuerdo en que su tío era un hombre ambicioso, hambriento de poder y peligroso. Pero Aletia no lo creyó ni por un segundo. Aunque fuera cierto que su tío estaba tras el trono, ella se lo entregaría gustosamente. Todo lo que ella quería era la oportunidad de hablar con él. Tenía tantas ganas de volver a oír su voz. No importaba lo que él tuviera que decir, ella sólo quería saber cómo se sentía realmente.

Sin embargo, no tuvo esa oportunidad hasta el final. El fatídico día en que fue traicionada.

Ese día, Aletia se había estado reuniendo con un mensajero de la iglesia. Para su sorpresa, querían darle el título de oráculo divino, un título cuya autoridad rivalizaba con la del Papa. Esto sería el primer gesto oficial de amistad entre los humanos y las otras razas.

En medio de una ocasión tan alegre, las puertas de la sala de audiencias se abrieron de repente por una explosión, y después de ella hubo una lluvia de balas mágicas. Los mensajeros de la iglesia fueron incinerados en un instante. Una vez terminado el bombardeo, Ubaldo y sus guardias imperiales intervinieron, completamente armados. Sin dudarlo, comenzaron a masacrar a los asistentes de Aletia.

“¡U-Ubaldo! ¡Detengan esta locura! ¡Es una orden!” Aletia gritó, dándose cuenta de lo ridícula que debe haber sonado. Ella sabía lo que significaban sus acciones, pero su corazón se negó a aceptarlo, por lo que precisamente, a pesar de ser la vampiresa viva más fuerte, se dejó apuñalar en el corazón.

“Te relevaré de ese trono.”

“¿Tío? ¿Por qué…?”

Su tío la miró fijamente, lo suficientemente cerca como para abrazarla. A pesar de eso, no pudo ver su expresión. Sin embargo, se dio cuenta de que le temblaban las manos. Empujó la espada más profundamente dentro de su pecho y los gritos de Aletia llenaron la sala de audiencias. Así de furioso se había puesto Dienleed. Lo mucho que odiaba a Aletia. Ese conocimiento la atravesó más profundamente de lo que cualquier espada podía hacerlo, y su corazón se congeló.

“¡Tío, por favor, háblame!”

Aún así, Aletia intentó desesperadamente entablar una conversación con él.