Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 4

Interludio 2: ¡¿Convocando a un Héroe?! ¡Sakata Hiroaki en Escena!

Mientras tanto, justo antes de que Miharu y los demás se encontraran en otro mundo…

Su nombre era Sakata Hiroaki; era un joven japonés de 19 años con una apariencia promedio. Mientras estaba en un grupo de alto rango en su escuela preparatoria, suspendió sus exámenes de ingreso a la universidad y se convirtió aún más en un recluido, y luego se sumergió en todo tipo de pasatiempos de interior, tal como lo haría cualquier hombre joven normal.

Un buen día de primavera, Hiroaki estaba acostado en su cama en la casa de sus padres y jugando con su tableta PC. Visitaba ociosamente sus sitios web favoritos, veía videos, leía novelas, jugaba a juegos y participaba en foros a su antojo, aprovechando al máximo su vida divertida y plena de recluido.

Fue entonces cuando el mundo de Hiroaki cambió completamente.

Vestido con su sudadera, había estado acostado con su Tablet encima de él, cuando de repente, sintió que se estaba cayendo.

“¡Whoa!” Gritó sorprendido Hiroaki. Sin embargo, en realidad no se había caído en ninguna parte y seguía tumbado de espaldas. La Tablet en su mano tampoco había caído, pero la sensación contra su espalda era extrañamente fuerte y dura. Y eso no fue todo…

Por alguna razón, el fondo detrás de su Tablet ya no era su techo, sino un vasto y claro cielo azul. Hiroaki arqueó reflexivamente su cuello y miró a su alrededor.

“¿Huh? ¡¿Qué está pasando?!”

A su lado se encontraban caballeros de aspecto extranjero y soldados armados con espadas, lanzas y armaduras que parecían haber sido sacados directamente de un escenario de fantasía anticuado.

“¡¿E-Eh?!” Hiroaki se levantó, sorprendido. Aunque estaba vestido de forma bastante tonta, no era nada si no totalmente serio en este momento.

Mirando a su alrededor, un paisaje completamente desconocido estaba ante él. Parecía como si estuviera en el jardín de una elegante mansión; el suelo estaba cubierto de baldosas de piedra pavimentada, mientras que el jardín que lo rodeaba estaba lleno de naturaleza. Una estructura parecida a un castillo se elevaba un poco más lejos, lo suficientemente imponente como para ser llamado palacio.

Los caballeros y soldados armados, que no eran aptos para el ambiente calmado y tranquilo del jardín, rodearon a Hiroaki con cierto temor.

Hey, hey…. ¡¿Qué demonios es esto?! Hiroaki se levantó en pánico y comprobó su propia situación. Se sintió un poco más aliviado al ver su Tablet en su mano izquierda y su sudadera en su cuerpo. Sin embargo, se dio cuenta de que en algún momento había empezado a agarrar una espada larga al estilo europeo. Lo llenó de sorpresa y de emoción.

¿Una e-espada…? Ese es un diseño genial… Me hormiguea el corazón infantil.

Pero cuando miró a la gente armada que lo rodeaba, se sintió cauteloso.

Una vez que se había calmado, se dio cuenta de que la combinación de la espada con sus sudaderas era en extremo poco convincente, y empezó a sentirse avergonzado también. Hiroaki apretó con más fuerza la espada que tenía en las manos y sujetó su Tablet como si fuese un escudo.

“Ah… Umm, ¿pueden entenderme? ¿Quiénes son todos ustedes?” preguntó, haciendo caer su sentimiento de vergüenza.

Una quietud se apoderó de ellos… O eso había pensado Hiroaki. Después de un momento, alguien apareció de entre la multitud de caballeros y soldados, una linda chica de cabello lavanda en la mitad de su adolescencia, con un elegante vestido ondeando.

Maldición, eso es de alta calidad… Es como si una chica hermosa hubiera salido de un televisor. ¿Es una princesa? Hiroaki pensó aturdido, cautivado.

Mientras tanto, la chica de cabello lavanda echó un vistazo a la apariencia de Hiroaki. Sus ojos se abrieron de par en par. Después de una pausa, el hombre de mediana edad junto a la chica le murmuró algo. Inmediatamente después, la chica comenzó a caminar hacia Hiroaki con determinación. El hombre le siguió, así como otros dos caballeros de aspecto joven. Hiroaki se preparó con cautela.

“U-Umm me llamo Flora. Flora Beltrum. Soy la segunda princesa del Reino de Beltrum. ¿Puedo preguntarte si podrías ser… el héroe?” preguntó nerviosamente, habiéndose detenido a una distancia adecuada de Hiroaki. Por alguna razón, fue capaz de entender sus palabras.

Hiroaki inspeccionó a la autoproclamada princesa y ladeó la cabeza ante la sospecha. “¿Héroe…? ¿Yo?”

Era sospechoso, pero de alguna manera encajaba perfectamente con la situación actual. De hecho, fue extremadamente similar al prólogo de la novela de fantasía que había leído recientemente.

“¡Sí! La Piedra Sagrada que llevo bajo mi custodia de repente empezó a brillar, justo antes de que saliera una enorme columna de luz. Según la profecía de los Seis Dioses Sabios, el héroe aparecerá en la Piedra Sagrada mil años después de que comience la Era Santa.” Flora lo explicó de la mejor manera posible.

Hiroaki organizó sus pensamientos. “…Ah, espera, espera un segundo. Vamos a calmarnos primero, princesa. Dejando de lado el significado de todas esas palabras por ahora, lo que estás diciendo es que aparecí junto a la Piedra Sagrada que llevas. ¿Por eso soy el héroe?”

“S-Sí. Es por eso.” Flora asintió.

“Ya veo. Bueno, esta es una situación bastante cliché, si es que alguna vez he visto una. Y puedes entender el japonés, por alguna razón. Supongo que estar en Modo Fácil no es tan malo…” Murmuró Hiroaki para sí mismo.

“U-Umm.” Flora miró cuidadosamente la cara de Hiroaki. “¿Puedo preguntar tu nombre, gran héroe?”, preguntó ella.

“…Soy Sakata Hiroaki.” Hiroaki agito su pelo en un gesto pomposo. “Para aclararlo ahora, Sakata es mi apellido y Hiroaki es mi primer nombre. Me gustaría preguntarte algo a ti también. ¿Dónde estoy?”

“Este es el territorio del marqués Rodan en el noreste de Beltrum. El consulado de la capital de Rodania.”

“¿Alguna vez has oído hablar de estos nombres de países: ¿Japón, América, Inglaterra, Francia, Alemania o China?”

“Erm, no lo he hecho.” Flora agitó la cabeza disculpándose.

“Ya veo…” Hiroaki suspiró un pequeño suspiro.

Ahora tengo una idea de la situación general, al menos… Esto es lo que uno llamaría su típico viaje de fantasía cliché. A juzgar por la actitud de la princesa, no hay duda de que el héroe tiene un estatus similar al de la realeza. Si es así, ya sea que yo sea el héroe o no, ¿sería mejor fingir que soy el héroe de todos modos? Aunque sería molesto ser tratado como el tipo al que acudir para resolver todos sus problemas, no quiero que me desprecien y necesito más información. Si voy a negociar con ellos, necesito estar por encima de ellos.

Como mínimo, Flora era una doncella justa, y no estaba mal ser respetado como un héroe. Y así, se preparó para ser capaz de comportarse con habilidad y tacto.

“¿Quién es tu amigo?” Hiroaki se dirigió al hombre de mediana edad que estaba junto a Flora. Parecía tener un estatus de alto rango.

“Perdone mi grosería. Soy el duque, Gustav Huguenot. Debido a ciertas circunstancias, actualmente estoy sirviendo como guardián de Su Alteza la Princesa Flora. Encantado de conocerte.”

El duque Huguenot mostró una sonrisa sociable en la cara y lo saludó respetuosamente. Sin embargo, sus ojos no mostraban ningún rastro de debilidad mientras observaba cuidadosamente a Hiroaki.

“Lo tengo. Por ahora, me gustaría entender mejor la situación. Estoy seguro de que estarás de acuerdo, ¿verdad? ¿No crees que nos debemos mutuamente algunas explicaciones?”

El duque Hugonote asintió amablemente. “De hecho, eso es cierto. Permítame mostrarle un lugar donde podamos discutir esto mientras estamos sentados.”

“Genial. Gracias.” Hiroaki se dirigió hacia la mansión con Flora y su séquito.

***

Unos minutos más tarde, Hiroaki se sentó en un sofá frente a Flora y su grupo.

“Este es George Rodan, el señor de este territorio”, dijo el duque Hugonote.

“Un honor conocerte, héroe. Estoy encantado de dar la bienvenida al héroe de la leyenda a mi humilde residencia.” El marqués Rodan, de mediana edad, inclinó la cabeza ante Hiroaki con reverencia.

“Sí, encantado de conocerte. ¿También me vas a decir los nombres de esos caballeros de allí? Parecen muy jóvenes… Incluso más joven que yo, y tengo diecinueve años.” Hiroaki miró con curiosidad a los dos caballeros que estaban detrás de Flora.

“Son nuestros hijos. Como puedes ver, están en la mitad de su adolescencia, y tienen un largo camino por recorrer. Permití su presencia aquí, esperando que fuera una buena lección para ellos. ¿Esto te desagrada?”

“Ya veo… Los hijos de Huguenot y Rodan. No me importa, pero… Me gustaría que se quitaran las armas, al menos”, pidió Hiroaki con cautela mientras dejaba su propia espada larga a su lado. Los dos jóvenes caballeros se pusieron rígidos por una fracción de segundo.

“Perdona nuestra grosería. Ustedes dos, desármense”, les ordenó el duque Huguenot con una sonrisa.

“Sí, señor.” Los dos chicos asintieron incómodos, quitándose las vainas de su cintura.

“Yo me encargaré de eso.” Una chica vestida con ropa noble se acercó desde el rincón de la habitación y cogió las dos espadas.

“Gracias.” Los chicos saludaron a la chica con una pequeña reverencia.

“Esta es una buena oportunidad. Vosotros tres, preséntense al héroe”, insistió el duque Huguenot.

“…Encantado de conocerte, héroe. Soy Stewart Huguenot.”

“…Soy Alphonse Rodan. Es un placer conocerte.” Los dos chicos se presentaron primero a Hiroaki con voces rígidas, mirándole con ojos ligeramente dudosos.

“Es un honor conocerte. Me llamo Roanna Fontaine. Encantada de conocerte.” La noble chica sonrió elegantemente mientras se presentaba.

Hiroaki abrió los ojos, cautivado por la sonrisa de Roanna. “Sí… Encantado de conocerte. Lo siento, pero estabas parada en una esquina, así que no te vi. No puedo permitir que una dama permanezca de pie mientras estoy sentado… ¿No quieres sentarte?”

Roanna agitó la cabeza con una expresión de preocupación. “No, yo estoy…”

“Si el héroe dice que te sientes, entonces siéntate, Roanna”, insistió el duque Huguenot.

“…Muchas gracias por tu consideración, héroe. Entonces, si me disculpas.” Roanna se levantó la falda e hizo una reverencia, luego confió las espadas de Stewart y Alphonse en sus manos a un sirviente y se sentó en el sofá. Hiroaki la miró con una sonrisa en los labios.

“Ahora, ¿podemos pasar al punto principal de nuestra discusión, héroe?” preguntó el duque Huguenot. Hiroaki asintió fríamente. “Hay algo que me gustaría preguntar primero.”

“¿Qué podría ser? Si es algo que podemos responder, responderemos lo mejor que podamos…”

“Lo que me llamó fue esa cosa de la Piedra Sagrada sostenida por la Princesa Flora, ¿verdad?” Preguntó Hiroaki, mirando a la princesa.

“S-Sí. ¡Eso es!” Flora estuvo de acuerdo casi nerviosa.

“El hecho de que me hayan convocado significa que, naturalmente, yo también puedo volver, ¿verdad?”

“¿Eh? ¿Regresar? Umm, eso es…” La pregunta de Hiroaki debe haber sido inesperada, ya que Flora se quedó sin palabras. Su reacción fue suficiente para avisar a los sentidos del héroe.

“Oi oi, no me digas que me has convocado aquí sin que pueda volver.”

“No, es sólo que… Umm… No lo sé…”

“Si no lo sabes, ¿eso no hace que esto sea un secuestro? Llevarse a alguien en contra de su voluntad también es considerado un crimen en este mundo, ¿no es así?” Hiroaki presionó sin darle tiempo a Flora para responder.

“L-Lo siento. Yo tampoco conozco las circunstancias, así que estamos un poco preocupados por todo esto…” Con su gentil disposición natural, Flora no podía hacer nada más que disculparse a cambio; su lado tampoco tenía ni idea de lo que estaba pasando. La Piedra Sagrada había convocado a Hiroaki por sí misma, por lo que llamarlo un secuestro era una forma bastante extrema de malinterpretar la situación.

“Ah, no es que esté tratando de ser malo. Es sólo que yo soy el que está en un aprieto por esto, ¿sabes?” Incluso Hiroaki parecía avergonzado de perseguir a una chica tan guapa como Flora, mientras inclinaba su cabeza con culpa.

“Héroe, ¿no es tu actitud hacia Su Alteza bastante grosera? ¿Es esta la manera correcta de ser un héroe?” Stewart objetó con el ceño fruncido.

“¡Stewart!” Dijo el duque Huguenot con voz severa.

“Guh… Mis más sinceras disculpas”, dijo Stewart con expresión enojada.

El Duque Huguenot inclinó profundamente su cabeza ante Hiroaki. “Por favor, perdona la grosería de mi hijo, héroe.”

“Ah, no te hagas una idea equivocada. No estoy tratando de buscar pelea ni nada. Es sólo que yo también tenía una vida en mi mundo original. Una que me fue arrebatada injustamente. Sólo quería dejarlo claro. Si todos ustedes participaron en mi secuestro, entonces deberíamos abordar esto de una manera lógica. Aunque de repente me digas que soy el héroe, no hay mucho que pueda hacer al respecto.” Hiroaki agitó la cabeza.

“Eso también se aplica a nosotros… Y el secuestro es un malentendido. Parece que hay una necesidad de poner todas nuestras cartas sobre la mesa y discutir las cosas adecuadamente. Nos comprometemos a decirte todo lo que sabemos en este momento, héroe. ¿Nos prestarías atención?” Preguntó el duque Huguenot con una mirada un poco perpleja.

“Sí, eso sería genial. Aunque hables de los Seis Dioses Sabios y de las Piedras Sagradas y de los héroes, no tiene sentido para mí”, dijo Hiroaki con una sonrisa relajada.

Después de eso, el duque Hugonote explicó varios hechos a Hiroaki, incluyendo su petición de cooperación con el héroe.

En ese mismo momento, Miharu y los demás estaban vagando por las praderas.