Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 3

Capítulo 4: Partida

A la mañana siguiente, las mujeres de la aldea fueron testigos de un espectáculo extraño en el comercio diario de alimentos.

Gon y sus seguidores fueron atados en la picota como criminales en la plaza del pueblo. Los subordinados de Hayate estaban a su lado como guardias, vigilándolos mientras explicaban la razón por la que el grupo de Gon estaba siendo restringido. (NT: Picota, columna donde se exponían las cabezas de ajusticiados y a los reos a la vergüenza pública.)

En poco menos de una hora, los acontecimientos que habían ocurrido la noche anterior se habían extendido por toda la aldea.

La historia que se contaba era algo así: El grupo de Gon había intentado arrastrarse por la noche y atacó a Ruri y Sayo. Sin embargo, Rio se dió cuenta inmediatamente de su intrusión y les devolvió el favor con una pelea. Como resultado, Rio había golpeado a fondo al líder, Gon. Rio lo dejó fuera en el frio aire de otoño con solo su prenda interior toda la noche como castigo.

Los aldeanos se llenaron de rabia cuando se enteraron de la noche arrastrándose, pero una vez que vieron la cara horriblemente hinchada y el cuerpo tembloroso de Gon, su ira fue aplacada por su bien merecido tratamiento.

Y así, el incidente de anoche se convirtió en el tema de conversación de la aldea desde la madrugada. Cuando Rio salió esa mañana a comerciar ingredientes, los aldeanos elogiaron su logro con sonrisas de bienvenida.

Rio ya había reflexionado sobre sus acciones anoche y se sentía bastante incómodo con sus elogios, pero hizo todo lo que pudo para no dejar que ese espectáculo se hiciera público, y continuó su día como de costumbre. Lo mismo ocurría cuando estaba cerca de Yuba, Ruri, Sayo y Hayate.

Los ayudantes y subordinados más cercanos de Hayate habían salido a supervisar e interrogar a la pandilla de Gon, dejando sólo a Yuba, Ruri, Rio, Sayo y Hayate en la casa del jefe de la aldea.

Yuba y Hayate ya estaban despiertos, pero Ruri y Sayo no se habían dormido hasta muy tarde, así que Rio se ofreció a ser el que preparara el desayuno, razón por la cual estaba fuera intercambiando ingredientes por la mañana. Una vez que el desayuno estaba listo y las chicas se habían despertado, todos se reunieron en la sala de estar.

“Todos… Siento los problemas que causé ayer. Por favor, acepten mis más profundas disculpas”, dijo Rio una vez más a todos.

Anoche, Rio había mostrado lo que era un comportamiento verdaderamente violento frente a Ruri y Sayo, que eran simples chicas de la aldea, no habría sido extraño si su descuido las hubiera lastimado lo suficiente como para causar algún tipo de trauma. Después de todo, someter a otros a la vista de su furia también sirvió como una forma de violencia. Por eso Rio quería disculparse adecuadamente y asumir la responsabilidad de su error; aceptaría toda la culpa sin poner excusas.

“No hay nada por lo que puedas disculparte. Gracias por proteger a Ruri y Sayo.” Yuba agitó la cabeza en nombre de todos, sonriendo suavemente a Rio para aliviar sus preocupaciones.

Rio se quedó un poco sorprendido por un momento, antes de fruncir el ceño. “Pero, Ruri y Sayo estaban asustadas por mi culpa…”

“No tienes que preocuparte por Ruri y Sayo. ¿No es cierto, ustedes dos?” Dijo Yuba, mirando a las chicas.

“Sip. Para ser honesta, estaba un poco asustada… Pero entonces Sayo dijo que Rio estaba tan enojado porque quería salvarnos. No deberíamos asustarnos por eso. De lo contrario, le haría daño a Rio”, dijo Ruri con una mirada de disculpa y asintió.

“¡No es culpa de Sir Rio! Así que, por favor, no te disculpes.” Sayo apeló por Rio en serio, asintiendo con furia con la cabeza.

“Lord Rio, es exactamente como dicen. Puede que esté sobrepasando mis límites como un extraño, pero no necesitas dejar que esto te moleste. Si no lo hubieras golpeado, yo lo habría hecho en su lugar”, Hayate estuvo de acuerdo con un encogimiento de hombros.

“…Muchas gracias a todos. Pero, es cierto que mi rabia me cegó de considerar correctamente mis acciones… Había mejores métodos que podría haber usado para salvarte. Así que, por favor, permíteme disculparme.”

Incapaz de soportar sus emociones, la cara de Rio casi se torció en una mueca. Apretó los dientes e inclinó la cabeza. Las cálidas palabras de todos se filtraron en su cuerpo, pero no fue tan fácil para él cambiar su actitud sólo porque las personas involucradas ofrecieron sus palabras de perdón tan fácilmente.

“Qué chico más honesto. Igual que cierta otra persona”, dijo Yuba con una carcajada.

“¿Alguien en concreto?” Preguntó Ruri a Yuba con una mirada curiosa.

“Hmm… Y lo que es más importante, Rio se levantó temprano para prepararnos este desayuno. Deberíamos comer antes de que se enfríe. Todavía quedan muchos asuntos por resolver: tengo que convocar al jefe de su aldea para discutir qué hacer con esos chicos, así que terminemos rápidamente”, dijo Yuba con alegría, cambiando el tema.

Los asistentes de Hayate les estaban ayudando, viajando a la aldea de Gon, encargados de llevar al jefe de la aldea y a los parientes de los criminales con ellos. Llegaban en un día o dos para discutir el incidente que había ocurrido.

Todos dieron una sonrisa tensa y cavaron en su comida en acuerdo.

“¡Sayo! ¿¡Está bien Sayo!? ¿¡Qué hay de Ruri!?” La puerta principal se abrió de golpe, revelando a Shin y a los otros jóvenes.

“¿¡H-Hermano!?” Su repentina aparición hizo que Sayo abriera los ojos de par en par.

“Oh Dios, ¿todos a la vez?” Ruri se rió amargamente.

“¡O-Ooh! ¡Sayo, Ruri! ¿¡Están bien ustedes dos!?” Preguntó Shin en frenesí una vez que vió a Sayo y a Ruri.

“Estamos bien, y tú estás siendo ruidoso. ¿No llegas un poco tarde para venir corriendo ahora?” Dijo Yuba con voz cansada.

“E-Estuvimos bebiendo en la casa del jefe hasta anoche, así que nos quedamos dormidos. Entonces Ume entró sin avisar y nos lo contó todo. Y-yo… Lo siento,” Shin y los otros respiraban con dificultad mientras se disculpaban, con sus expresiones culpables.

“Me imaginé que ese era el caso. Bueno, tenlo por seguro: el incidente fue un intento fallido. Rio golpeó a Gon y sus conspiradores fueron detenidos por Lord Hayate. ¿No los viste colgando sus cabezas en la plaza?” Dijo Yuba con una exasperada sonrisa.

“N-No, corrimos hasta aquí tan rápido como pudimos…”

“Bueno, así es como es. Puedo darte los detalles más tarde, así que ¿por qué no vas y le das a Gon un pedazo de tu intención antes de que te vayas a casa? Las chicas están bien, como puedes ver.”

“D-De acuerdo…” Los chicos asintieron, retrocediendo abatidos. Shin, sin embargo, permaneció.

“Mr. Hayate, y… Rio, también. ¡Gra… Gracias por salvar a estas dos!”, dijo con gratitud, lanzando a Rio una mirada un tanto avergonzada al hacerlo. Los jóvenes intercambiaron miradas antes de volver a murmurar palabras de gratitud.

“Yo no hice nada especial, toda la gloria debería ir a Lord Rio.” Hayate agitó la cabeza con una risa tranquila. Rio dió una sonrisa un tanto incómoda mientras Ruri y Sayo se reían.

“Hasta luego, entonces”, dijo tímidamente Shin, girando sobre sus talones; los otros jóvenes le siguieron. Yuba resopló divertida mientras miraba como se retiraban sus espaldas.

Más tarde, cuando los chicos vieron el estado miserable en que se encontraban Gon y los demás en la plaza, se prometieron a sí mismos que nunca más volverían a pelear con Rio.

***

Dos días después, llegó el jefe de la aldea del grupo de Gon, liderado por los ayudantes de Hayate. El grupo fué convocado al ayuntamiento para reunirse con Yuba; Rio también estaba presente en la reunión junto con Hayate, que actuaba como testigo.

“¿Cómo piensa tu pueblo compensar este incidente?” Preguntó Yuba al jefe de la aldea, el padre de Gon, que se sentaba justo enfrente de ella.

“También hemos perdido la cabeza con estos jóvenes de nuestra aldea. Aunque este incidente en particular fue muy inexcusable, me gustaría considerarlo un desafortunado accidente”, contestó el padre de Gon de manera imprecisa, moviendo la cabeza de un lado a otro de manera exagerada.

“¿Significa eso que serás responsable del caos que Gon ha causado? Esos chicos son principalmente tu responsabilidad, ¿correcto?”

“Eso es un asunto aparte. Nuestra aldea no se opondrá a cualquier forma de castigo que elijas, pero sus acciones son su propia responsabilidad. Son adultos, después de todo.” La búsqueda de Yuba de considerarlo la parte responsable hizo que el padre de Gon recurriera a poner excusas.

Tampoco hubo objeciones por parte de los que estaban detrás de él. Parecía que habían aceptado renunciar a los criminales durante su viaje hasta aquí.

“Sé que tu aldea está luchando por mantener tu sustento tal como está. Puedo entender por qué no querrías asumir más cargas innecesarias… Sin embargo, no tenemos intenciones de dar marcha atrás sin luchar. Por ahora, permítanme informarles de lo que pretendemos hacer”, dijo Yuba, antes de presentar sus sugerencias sobre cómo manejar el incidente.

“Primero, y este es el único punto en el que no cederemos, Gon será entregado al reino como castigo. Por lo que nos ha dicho Lord Hayate, lo más probable es que termine en esclavitud penal.”

“De hecho, eso está justificado.” El padre de Gon asintió molesto. Aunque su respuesta parecía cruel, la existencia de Gon se había convertido en una carga para él.

“Después, con respecto a los otros hombres que fueron cómplices de ayudar a Gon… Incluso si los entregáramos al reino, probablemente no serían sentenciados a esclavitud penal. O bien serán azotados unas cuantas veces, o bien se les impondrá una corta pena de cárcel, antes de ser puestos en libertad. Para ser sincero, eso no es suficiente para calmar nuestro resentimiento; deseamos recibir la debida compensación. Lo que me lleva a esto: tomaremos algunos de los peores del grupo y los venderemos en la capital como esclavos contratados, y luego recibiremos el dinero de eso como compensación”, explicó Yuba de una manera recogida.

“…Si bien es cierto que los esclavos contratados pueden conseguir una buena cantidad, dudo que los hombres estén de acuerdo. ¿Cuáles son los términos de su contrato de esclavitud?” Preguntó el padre de Gon, dudoso.

Había una condición crucial para formar un contrato de esclavitud con alguien: el acuerdo del contratado como esclavo. Para formar por la fuerza un contrato de esclavitud sin el consentimiento de la persona en cuestión, se requería la quiebra o la emisión de un bono de deuda, junto con los testigos.

Con respecto a esta situación, la pandilla de Gon no tenía ninguna deuda, ni tampoco tenían bonos con los que pagar ninguna compensación monetaria. No importaba cuánta culpa tuvieran al cumplir con el crimen, era difícil imaginar que seguirían con el procedimiento de convertirse en esclavos.

“Ahí es donde nos gustaría pedir su cooperación. Si usted trabaja con nosotros, entonces podemos prometerle que no perseguiremos a su aldea por ninguna otra responsabilidad. ¿Cómo suena eso?” Yuba sonrió, sus ojos estaban fijos en el padre de Gon.

“… ¿Con qué estoy cooperando?” El padre de Gon preguntó cautelosamente a cambio.

“Queremos que les digas a los muchachos que pudiste negociar para que todos, excepto Gon, fueran perdonados de ser entregados al reino… bajo la condición de pagar una compensación.”

“…No tienen los ahorros para pagar esa tarifa. Incluso si regresan a nuestra aldea, simplemente serán condenados al ostracismo”, interrumpió sarcásticamente el padre de Gon.

“Sí, pero escucha hasta el final. Sé que no tienen ahorros. Es por eso que usted les va a decir que usted pagó los honorarios por ellos, y luego lo usará como razón para emitir una fianza de deuda. Una vez que hay un vínculo, podemos utilizarlo como la razón para adjuntar un contrato de esclavitud en el grupo de ellos. El resto lo entiendes, ¿verdad?”

“¿¡Qu…!?” El padre de Gon abrió los ojos de par en par en conmoción, con la expresión rígida. “¿N-No es eso un poco solapado? Es cierto que pueden estar de acuerdo con la esclavitud de esa manera, pero parece como si los estuviéramos engañando… Ir tan lejos es…” dijo con un toque de conciencia culpable.

Los padres de los conspiradores detrás de él se agitaron ruidosamente.

“Hm. Sé que el arrastre nocturno es habitual en una sociedad de pueblo, pero sólo se permite con el consentimiento de ambas partes. Intentar violar a la otra parte es un crimen a la par con el robo y el asesinato, y los cómplices que ayudaron a Gon tienen que pagar sus cuotas. La estupidez de sus hijos le ha dado a mi preciosa nieta un trauma emocional que tendrá que cargar toda su vida. No tengo intención de ceder fácilmente.”

“H-Hmm…” La furiosa declaración de Yuba dejó al padre de Gon sin palabras.

“Si te niegas a cooperar, entonces no tengo otra opción. Simplemente volveremos al principio de nuestra discusión y haremos que su aldea asuma la responsabilidad principal en su lugar. Oh, y por el momento, hemos confiscado los artículos comerciales que fueron cargados en su carruaje de carga”, le informó Yuba al padre de Gon con indiferencia al ver su respuesta poco entusiasta.

“… ¿H-Hah? ¿Q-Qué acabas de decir?”

“Dije, estamos reteniendo los artículos que fueron cargados en su transporte de carga como garantía de nuestra compensación.”

“¡Debes estar bromeando! Esos artículos pertenecen a nuestro pueblo… Esto es tiranía, un robo… ¿¡Lord Hayate, seguramente tal comportamiento no puede ser tolerado!?” El padre de Gon gritó en pánico y suplicó a Hayate, que había estado de pie a un lado y escuchando.

“…Lo siento, pero su pueblo fue el que permitió que esa gente salvaje actuara como sus representantes en el escuadrón de comercio. Una gran parte de la responsabilidad recae sobre usted. Puede que hayas tenido la intención de desterrarlos con tacto si causaban algún problema, pero el reino no está a punto de actuar sólo porque Lady Yuba haya confiscado los bienes comerciales de tu aldea”, dijo Hayate, agitando la cabeza con frialdad.

“Eso no puede ser…” El padre de Gon se desplomó en desesperación. Los beneficios obtenidos con la venta de sus productos comerciales son vitales para el sustento de los aldeanos; sin ellos, la aldea sufriría enormemente.

“Por eso te estoy dando una opción. Ustedes fueron los que criaron a sus hijos de esa manera, ¿no? O haces que esos chicos asuman la responsabilidad de sus propias acciones, o puedes limpiarles el culo por ellos. Depende de ti.” Yuba los presionó sin piedad para que tomaran una decisión.

“…Está bien. Haremos que ellos asuman la responsabilidad.” El padre de Gon bajó la cabeza y aceptó después de un momento de vacilación.

***

Después de las discusiones sobre la pandilla de Gon, Rio visitó la colina norte donde estaban las tumbas de sus padres, él solo. El sol estaba empezando a caer, y el paisaje otoñal ante él estaba teñido de un rojo intenso. Rio se paró ante las tumbas de sus padres y suavemente tocó la columna de piedra con su mano derecha.

Reflexionó sobre el momento en que casi mata a golpes a Gon. Durante los tres días transcurridos desde el incidente, Rio había estado mirando constantemente a su propio corazón.

En ese momento, realmente tenía la intención de matar en mí. Esa intención se convirtió en violencia…. Iba a matar a Gon; no me importaba matar a otro humano…

Rio retiró su mano del pilar y miró fijamente ambas palmas de sus manos. Era una emoción con la que Rio estaba familiarizado… No, no sólo estaba familiarizado con él; una vez sintió esa emoción hacia una persona en particular.

Una malicia lo suficientemente poderosa como para hacerle sentir náuseas.

Un odio desbordante lo suficientemente fuerte como para volverlo loco.

Un intento de asesinato puro y negro… Todo hacia el hombre que le quitó a su madre.

Sí, Rio una vez intentó vengarse de ese hombre. Era todo en lo que pensaba, todo lo que deseaba mientras vivía en el ambiente infernal de los barrios bajos.

Pero… ¿Cuándo cambió todo eso?

¿Cuándo comenzó a pensar que el asesinato era la maldad más primitiva que podían cometer los humanos?

¿Cuándo se dió cuenta de que la venganza no era un motivo perdonable para asesinar?

¿Cuándo fué capaz de dejar fuera las siniestras emociones que dormían en su interior?

La respuesta era obvia. Fue desde el mismo momento en que Rio comenzó a albergar los recuerdos de Amakawa Haruto en su interior.

El humano llamado Amakawa Haruto había desviado sus ojos.

El propio Rio odiaba al hombre que había asesinado a su madre, pero Amakawa Haruto en su interior tenía sus dudas sobre la venganza.

Nada vendría de la venganza, y su madre no querría que recurriera a ella. Incluso si se vengara, no quedaría nada para él.

Además, como había llegado a odiar esa forma de vida, entendía que actos como vengarse, matar gente y profanar sus manos lo harían igual que ese hombre, sin importar cuánto se lo justificara a sí mismo.

No quería saber ni darse cuenta de ese sentimiento.

Era un egoísta, un sucio humano como ese hombre. Un humano arrogante, feo, viviendo sólo como él deseaba. Era más fácil vivir así, lamer sus heridas y cubrir la verdad con palabras vacías.

Por eso Rio había dudado en matar a alguien, porque cree que está mal hacerlo. Al contenerse, había pensado que podría convertirse en una persona honesta que no causara ningún inconveniente a los demás.

Habría sido algo maravilloso, pero todas eran palabras huecas. Nada más que ideales… Aquellos que no cumplieron con la cruel realidad de este mundo.

Los humanos no eran lo mismo. Había todo tipo de gente en el mundo, algunos eran racionales, otros egocéntricos, y cada uno tenía su propia moral. Por eso los humanos chocaban entre sí; cuando lo hacían, se revelaba su verdadero carácter.

Por ejemplo, sería ideal que se llegara a un compromiso durante esos enfrentamientos, pero no siempre fue así. Algunos humanos se aprovecharon de otros bajo el nombre de compromiso para buscar sus propias ganancias. Algunos incluso chocarían con otros a propósito por mala voluntad.

Rio también se había encontrado y chocado con todo tipo de gente a lo largo de su vida; aun así, no había habido nadie a quien Rio pudiera mostrar su verdadero carácter, hasta que Gon había expuesto por la fuerza el verdadero carácter de Rio.

Él no podía convertirse en un ser humano como el hombre que mató a su madre.

Con ese pensamiento, Rio había luchado para convertirse en una persona racional y honesta… Hasta que siguió sus instintos e intentó matar a Gon, ensuciarse las manos. El incidente fué suficiente para que se diera cuenta de su hipocresía e ingenuidad.

Por eso Rio entendió que quería seguir siendo una persona racional con un fuerte autocontrol, una persona honesta que no incomodara a los demás. Y, sin embargo, independientemente de su intención y de su moral, había algunas personas a las que no podía perdonar de ninguna manera.

Esta era la segunda vez que quería matar a alguien. No.… en realidad traté de matarlo. Con estas manos, y con toda mi voluntad, intenté matar a Gon. Por eso…

Ahora que lo entendía, ya no podía seguir siendo tan ingenuo. En este mundo, los de arriba podían dormirse en los laureles, jugar con los débiles y regodearse en la autosatisfacción. Este tipo de gente podría hacer un movimiento en Rio y la gente preciosa para Rio en cualquier momento.

A veces, obligaban a tomar decisiones crueles, por lo que era necesario prepararse para lo peor.

No puedo correr. Y no puedo volver atrás… Así que ya debería empezar a avanzar. Esto es un alejamiento de la parte más débil de mí.

Ya no huiría más. No quería huir más. Tuvo que aceptar el lado negativo de sí mismo… Para poder vivir. Para proteger a los demás. No se resentiría así mismo por ensuciarse las manos.

Rio se mordió el labio y se juró esto a sí mismo, y luego se mofó de sí mismo de una manera amarga pero vigorosa.

Supongo que volveré a Strahl después de un corto tiempo más, pensó para sí mismo.

En ese día, Rio transformó su anterior impotencia y amargura en determinación.