Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 3

Capítulo 10: Una Salida Resuelta

Parte 2

Mientras tanto, Shin miraba a la figura de Rio desde detrás de los árboles.

Ese idiota sabía que estaba aquí. Realmente es un tipo horrible. Chasqueó la lengua y frunció el ceño.

Aunque quería seguir su impulso de correr detrás de Rio y darle una paliza, sabía que nada saldría de ello.

Después de todo, no fué culpa de Rio.

Shin dió un suspiro agravado y miró a Sayo en su lugar. Todavía estaba agachada en el suelo, llorando. Aunque apenas había gente durante el festival, eso no significaba que no hubiera nadie.

“¡Maldita sea!” Shin se arañó la cabeza bruscamente y se fue caminando. No dudó en seguir sus pasos mientras se dirigía hacia donde Sayo estaba agachada.

“Oi, Sayo.”

Cuando Shin la llamó, el delicado cuerpo de Sayo se estremeció.

“¿Her… mano?” Sayo miró a Shin con la cara de un cachorro abandonado mientras lloraba.

“¿Te estás rindiendo? Ahora estás satisfecha, ¿verdad?” Preguntó repentinamente Shin con una voz llena de irritación.

“M-Me rendiré. P-Porque… Me rechazaron… Ya no sirve de nada”, murmuró Sayo con la cabeza agachada.

“Oh, de verdad. Te estás rindiendo. Bueno, no me importa de todas formas. ¿Quién querría entregar a su preciosa hermanita a un inútil como él, ¿verdad?” Dijo Shin sin pensar, lo que hizo que Sayo le mirase con ojos hoscos.

“No hables mal de Sir Rio.”

“Oye, oye, ¿estás defendiendo a una basura como él? No tengo ni idea de por qué estaba tan agobiado, pero siempre tenía una cara tan deprimente.”

“…Para, o me enfadaré, Shin.” La voz de la normalmente dócil Sayo estaba llena de una ira poco común.

“Claro, las chicas pueden encontrar su cara agradable para mirar. Puede manejar las tareas domésticas y el trabajo manual sin problemas, y es lo suficientemente fuerte como para darle una paliza a Gon y a esos otros bastardos… Espera, mierda, decirlo en voz alta me está molestando aún más. Pero así de desagradable es ese tipo. ¡Un imbécil astuto y sagaz!” Shin no paraba de hablar de Rio con negatividad.

“¡Shin! ¿¡Cómo puedes decir cosas tan horribles!?” Sayo estalló.

“¿Hah? ¡Podría decir lo mismo de ti! ¿Cómo pudiste defender a un tipo así? ¿No deberías odiarlo? Es el tipo que te rechazó. ¿No te has dado por vencida ya?” Preguntó Shin provocadoramente.

“N-No lo odio. ¡No es culpa suya!”

“¿Eh? ¿Eres estúpida? Entonces, ¿lo amas?” Shin siguió preguntando con una mirada dudosa.

“…No hay manera de que pueda odiarlo.”

“Te estoy preguntando si lo amas. ¿Eres tonta?” Shin finalmente miró a Sayo con exasperación, haciendo que se alterara.

“¡Así es! ¡Soy una tonta! Lo amo”, gritó ella.

“¡NO TE RINDAS, ENTONCES!” Shin le gritó sin un momento de retraso.

“¿¡…..!?” Sayo, en rencor de sí misma, no pudo encontrar las palabras para una refutación.

“Lo amas, ¿¡no es así!? Entonces, ¿¡por qué te rindes después de haber sido rechazada sólo una vez, después de haber trabajado tan duro en la práctica de tus artes espirituales todos los días durante medio año!? ¡Tienes que estar bromeando!”

“¡Porque se va de la aldea! ¡No sé qué hacer!”

“¡O esperas a que vuelva, o lo sigues!”

“E-Esperarlo… ¡Pero no sé cuándo volverá! ¿Y si regresa y luego se va de nuevo?”

“¡Entonces síguelo!”

“¡N-No seas absurdo! ¡Ni siquiera sé adónde va!”

Shin tenía un contraargumento ilógico para cada comentario, haciendo a Sayo incapaz de contenerse de discutir.

“Mierda, así es. Entonces tendrás que esperar. Será mejor que estés preparada para esperar tantos años como sea necesario, hasta que te hayas convertido en una anciana.”

“…Si me convirtiera en una anciana, ni siquiera me mirará”, murmuró Sayo en voz baja.

“Por el amor de Dios…. ustedes dos por allí. sus voces son bastante fuertes.” Gouki apareció de la nada y habló con voz cansada.

“¿¡!?” La idea de que su conversación fuera escuchada por otras personas hizo que Sayo mirara a su alrededor con un rubor rojo brillante en sus mejillas.

“No te preocupes, no hay nadie más que yo. Aunque ese podría no haber sido el caso si hubieses continuado argumentando así”, dijo Gouki con una sonrisa irónica, tranquilizando a Sayo.

“Usted es el padre de Sir Hayate…”

“Ciertamente. Soy Saga Gouki.”

“¿Estabas… escuchando a escondidas? Eso no es muy amable de tu parte.” Shin le miró infelizmente.

“¡S-Shin! ¡No seas grosero!” Sayo lo reprendió en pánico.

“Tienes agallas, muchacho. Interesante. No estaba escuchando a escondidas intencionadamente, ustedes dos simplemente estaban teniendo su pelea de hermanos a un volumen que no pude evitar escuchar. Así que decidí dar un paso adelante.” Gouki se rió con un resoplido.

“… ¿Y? ¿Qué es lo que quieres? Si sólo estás aquí para reírte, tendré que pedirte que te vayas.”

“Me gustaría hablar con esa chica de allí. Puedes irte primero.”

“Como si fuera a dejar a mi preciosa hermana atrás.” Shin estaba ante Gouki con expresión hosca.

“Hm. Entonces, escucha en voz baja. ¿Estás enamorada de Lord Rio, muchacha?”

“Eh… S-Sí”, contestó Sayo con un tímido asentimiento.

“¿Suficiente para abandonar la aldea donde naciste?” Gouki disparó una pregunta de seguimiento inmediatamente después de haber respondido.

“E-Eso es…” Sayo tropezó con su respuesta durante un momento.

“Olvídalo, entonces. Parece que me equivoqué.” Gouki se giró para irse.

“¡E-Espera, por favor! ¡Y-yo lo amo! ¡Amo a Sir Rio!” Sayo agarró la manga de Gouki en pánico, hablando como si estuviera apelando a sus sentimientos.

“… ¿Y esas palabras son la verdad?” Una seria expresión apareció en la cara de Gouki mientras cuestionaba la resolución de Sayo.

“¡Sí!”

A medida que el sol se iba poniendo, la voz de Sayo resonó por la carretera de la aldea.

***

Varios días más tarde, el día en que Rio abandonaría la aldea finalmente había llegado.

Una gran multitud se reunió cerca de la puerta oeste de la aldea para despedirlo. Entre ellos también había miembros de la familia Saga; mientras que Homura y Shizuku ya se habían despedido antes del festival de la cosecha, él los saludó a todos en orden, y también se despidió de la familia Saga.

“¡Sir Rio, espero que no se olvide de mí!” Dijo Komomo, mirando hacia arriba con la cara inquieta.

“Por supuesto. Espero que tú tampoco te olvides de mí, Komomo.”

“¡Definitivamente! ¡No hay forma de que lo haga nunca!” Komomo asintió con el puño cerrado.

“Gracias, Komomo….Señor Gouki, Lady Kayoko, Señor Hayate. Por favor, cuídense. Estaré esperando con ansias la próxima vez que nos encontremos.” Miró a los miembros de la familia de Komomo, que estaban detrás de ella, mientras hablaba.

“Esas deben ser nuestras palabras. Hasta la próxima vez que nos encontremos, afinaré mis habilidades con anticipación, así que gracias por todo.”

“Toda nuestra familia está en deuda contigo. Estoy deseando que llegue el día en que nos volvamos a ver.”

“Para ser honesto, sigo siendo sorprendido por… Lord… Rio. Creo que nos volveremos a ver algún día, así que por favor cuídese en su viaje.”

Gouki, Kayoko y Hayate se despidieron.

“Trabajaré diligentemente para no perder contra ti la próxima vez que nos encontremos. Te deseo todo lo mejor.” Rio asintió con un alegre asentimiento.

“Vamos, Sayo, tú también. ¡No te contengas!”

“¡Wawawah, Ruri!” Ruri empujó a Sayo ante Rio.

“Hola, Sayo”, dijo Rio con una leve sonrisa. No la había visto desde la confesión.

“H-Hola, Sir Rio. Umm… Por favor, cuídate.”

A pesar de parecer nerviosa, Sayo sonrió lo más brillante que pudo. A su vez, Rio también pudo recuperar parte de su capacidad para sonreír.

“Sí. Tú también, Sayo. Cuídate.”

“Haré lo que pueda. Y, además… ¡Sir Rio!” Sayo dijo el nombre de Rio con resolución.

“… ¿Qué pasa?” Rio ladeó la cabeza con indecisión.

“¡Voy a hacer lo mejor que pueda! Haré lo que pueda… ¡Así que haz lo mejor que puedas, Sir Rio!” Dijo Sayo con entusiasmo.

Los ojos de Rio se abrieron de par en par en par en confusión antes de que sonriera como un regocijo. “…Sí. Haré lo que pueda. Estoy muy contento de que hayas venido a despedirme. Muchas gracias.”

“N-No fue nada. Me alegro… Ahaha.” Sayo dio un respiro de alivio y sonrió alegremente. Casi se conmovió hasta las lágrimas, pero no se derramaron lágrimas de tristeza.

“¿No vas a decir nada, Shin?” De pie junto a ellos, Ruri puso el foco de atención en Shin.

“Hmph. Bueno, cuídate, supongo. Y tú tampoco has dicho nada, Ruri.” Dijo Shin sin rodeos.

“Ahaha, eso es porque, ya sabes. Ya he recibido mi parte de las despedidas. Rio, asegúrate de visitarnos si tienes tiempo para volver. Tan a menudo como sea posible, si puedes”, dijo Ruri, avergonzada.

“Lo tengo. Me pregunto… Podrías casarte la próxima vez que nos encontremos, Ruri”, dijo Rio, imaginando el futuro.

“Ahaha, quién sabe. Oh, pero si nadie me quiere como su novia, ¿me aceptarás, Rio?” Contestó Ruri bromeando.

“…Todo estará bien. Si eres tú, seguro que encontrarás a alguien maravilloso con quien casarte.” Rio evadió la pregunta con una carcajada.

“Oh Dios, parece que fuí rechazada. Qué lástima. Hasta luego, entonces, Río.” Ruri se encogió de hombros con un pequeño suspiro y ofreció su mano para que Rio temblara.

“Sí, nos vemos. Estaba muy contento de poder vivir en familia contigo, Ruri.” Rio devolvió el apretón de manos de Ruri y asintió felizmente.

“No somos como una familia, somos una familia. Aunque no podamos decírselo a nadie, tú y yo somos primos”, susurró Ruri al oído de Rio.

“Tienes razón. Gracias, de verdad”, dijo Rio, sonriendo ampliamente mientras daba las gracias a Ruri.

Luego, se dirigió a Yuba, que estaba de pie cerca. “Tú, también. Gracias por todo.”

“Esas deben ser mis palabras. Como dije antes, eres bienvenido de nuevo aquí en cualquier momento. Por eso debes cuidarte. ¿Lo tienes?” Dijo Yuba con una sonrisa en los labios.

“…Sí, muchas gracias.” Rio inclinó profundamente la cabeza, y Yuba miró a su alrededor.

“¡Ahora! ¿Hay alguien que aún no se haya despedido?”, preguntó.

“¡Que tengas un buen viaje!”

“Ten cuidado.”

“Puedes volver, pero no olvides los recuerdos.”

“¡Quiero alcohol!”

“¡Hasta luego!”

Todas las voces de la aldea sonaron.

“…No lo parece. Muy bien, Rio. ¡Que tengas un buen viaje!” Yuba se rió a carcajadas y despidió a Rio con alegría.

Rio se inclinó profundamente una última vez. “¡Bien, todos, me voy ahora! Me aseguraré de traerle recuerdos.”

Con esas últimas palabras, Rio giró y saludó con una sonrisa, antes de salir de la aldea mientras todos los aldeanos gritaban a gritos sus despedidas.

Rio giró y agitó sus brazos rápidamente mientras la distancia entre él y la aldea aumentaba gradualmente.

Era el otoño del año 999 de la Era Santa.