Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 3

Capítulo 10: Una Salida Resuelta

Parte 1

Era el día tan esperado del festival de la cosecha. Coincidentemente, también había pasado exactamente un año desde el día en que Gouki y los demás aparecieron ante Rio.

“¡Rio, el pastel está listo para hornear!”

“¡La sopa está hirviendo a fuego lento aquí!”

“¡L-Lady Komomo! Es peligroso asomarse en la olla así.”

Al igual que el año pasado, Rio cocinaba en la cocina de la casa del jefe de la aldea; esta vez, sin embargo, los miembros eran diferentes que el año pasado, donde sólo estaban Ruri y Sayo. En la actualidad, hay otros cuatro, además de Rio, en la cocina: Ruri, Komomo, Aoi y Kayoko.

Mientras Kayoko trabajaba en silencio cocinando sus alimentos especiales, los otros miembros trabajaban juntos para hacer el mismo kamutan y el mismo pastel que el año pasado. Ruri estaba acostumbrada a cocinar, pero Komomo solo empezó a aprender poco a poco cuando vino a vivir a la aldea, por lo que seguía siendo algo peligrosa en la cocina. En contraste, su madre Kayoko estaba cocinando con tremendas habilidades con cuchillos.

Una vez que la comida estaba lista, llevaron los platos a la plaza donde se encontraba el local principal. Los hombres del pueblo ya estaban bebiendo, cantando y bailando con mucha emoción. Entre ellos estaba Gouki, que se mezclaba con el resto de ellos con alegría. Parecía estar ganando en un deporte parecido al sumo con una racha consecutiva.

“¡Aquí no hay rangos sociales! ¡Cualquiera que confíe en su habilidad puede desafiarme libremente!” Gouki anunció en voz alta, desnudo por encima de la cintura.

“¡A por ellos, General Gouki!”

“¡Dola, es tu turno!”

“¡No seas loco! ¡No hay forma de que gane!”

Los hombres de la aldea deliraban.

“…No puedo creer que se haya atrevido a dejar a Sir Rio y disfrutar del banquete solo. Debo hablar con él más tarde”, murmuró Kayoko con voz fría mientras veía a Gouki.

“No, por favor, no te preocupes por mí. No hay rangos aquí, después de todo.” Rio se estremeció suavemente mientras en silencio enviaba una cuerda de salvamento a Gouki.

“Lo entiendo”, contestó Kayoko con una mirada un poco decepcionada.

“¡Muy bien! ¡Hemos hecho kamutan de nuevo este año! El que quiera una porción, que se ponga a la cola.” Ruri gritó a la gente en la plaza.

Los aldeanos se reunieron todos a la vez y trabajaron junto con las damas de la aldea que servían el kamutan durante bastante tiempo.

“Deberíamos unirnos a ellos y empezar a comer también, Komomo. ¡Me muero de hambre!”

“Sí. El kamutan que Sir Rio hizo… ¡Estoy deseando que llegue!”

Ruri y Komomo servían sus propias porciones de kamutan.

“Muchas gracias por su ayuda. Me disculpo por hacer que alguien de tu estado trabaje así. Si quieres, esperaba que pudiéramos comer juntos.”

“Hemos sido invitados a este festival de la cosecha por la amabilidad de Lady Yuba, lo menos que puedo hacer en gratitud es ayudar. Recibir las palabras de agradecimiento de Sir Rio, además de comer juntos…” Dijo Kayoko de una manera muy humilde.

“No, esto es una simple aldea. No hay necesidad de ser tan formal frente a los demás… Por no mencionar que Komomo siempre está comiendo con nosotros, así que ya es demasiado tarde para eso. Ven por aquí”, dijo Rio, caminando hacia el área donde estaban sentados Ruri y Komomo.

Hayate también estaba allí, era el área asignada para dar la bienvenida a la familia Saga. Y así, todos se sentaron y comenzaron a comer mientras charlaban agradablemente entre ellos. Eventualmente, Gouki también volvió a unirse a la conversación.

Alrededor de una hora más tarde, Sayo se acercó indecisa a Rio.

“¡U-Umm! ¡Sir Rio! ¿Tienes un momento?”, le preguntó. Los ojos de todos los presentes se concentraron en ella. Sayo estaba temblando con una cara terriblemente nerviosa.

“Sí. ¿En qué puedo ayudarte, Sayo?” Rio miró a su figura flotante y notó que llevaba una horquilla en el pelo que le resultaba familiar. Él sonrió felizmente por alguna razón.

“U-Umm. Quería hablar contigo…” Sayo estaba siendo muy tímida, pero en sus ojos se veía una fuerte voluntad.

“Claro. ¿Nos movemos a otro lugar, entonces?” Rio sugirió. También quería hablar con ella antes de irse.

“S-Sí. Si es posible, entonces, por favor.”

“Entiendo. Todos, por favor, discúlpenme un momento”, notificó Rio a los demás disculpándose antes de ponerse de pie. Luego, caminó a un área aislada con Sayo.

Komomo les miraba fijamente a los dos con una expresión algo confusa.

***

Al borde de la carretera, donde el ajetreo y el bullicio del banquete se oía débilmente, Rio y Sayo estaban uno frente al otro. Sayo temblaba de nerviosismo extremo.

Rio habló primero. “…sigues usando esa horquilla.”

“Ah, sí.” Sayo asintió incómoda.

“¿Fué alrededor de la primavera cuando Shin me pidió que me quedara en el pueblo, y tú y yo nos separamos?”

“…Sí. Siento haberte causado tantos problemas en ese momento.” Sayo inclinó la cabeza disculpándose.

“Me preocupaba que dijera algo que te lastimara, o que tal vez me odiaras ahora”, dijo Rio, dejando salir una risa amarga y turbulenta.

“¡Eso no es verdad! ¡Es imposible! No hiciste nada malo…”

“¿Puedo preguntarte una cosa?” Preguntó de repente Rio, haciendo que Sayo asintiese con fuerza.

“…Sí.”

“El día que Shin apareció ante mí… ¿Tuvo eso algo que ver con que te dijera que me iba del pueblo?”

“Lo… hizo. La que no quería que te fueras del pueblo era yo. Ese día, cuando me dijiste que te ibas del pueblo, yo… Me puse muy triste… Y estaba llorando cuando llegué a casa. Mi hermano se volvió loco cuando me vió… y actuó en mi nombre…” Sayo pudo sentir el ruido sordo de su corazón mientras hablaba. Todo su cuerpo estaba ardiendo, pero temblaba como si tuviera frío.

“Así que eso es…. lo que era… Sayo, yo…”

La expresión de Rio se oscureció amargamente. Sintió un profundo pesar cuando intentó decirle a Sayo que no había cambiado de idea de abandonar la aldea.

“¡U-Umm! Había algo que quería decirte…” Dijo Sayo con determinación.

“…Claro, ¿qué es?” preguntó Rio, concentrando sus ojos en la cara de Sayo.

“Umm, eso es… Sé que puede que te moleste oír esto, pero… Y-Yo… ¡Me gustas, Sir Rio!” Sayo repentinamente inclinó la cabeza mientras le confesaba.

“…..”

La confesión sorpresa hizo que Rio se estremeciera. Miró la cabeza inclinada de Sayo, estupefacto, y se preguntó qué debía decirle.

¿Cuál sería la respuesta adecuada? La respuesta es obvia: aceptar o rechazar sus palabras.

Pero, una vez que llegó a ese punto en su proceso de pensamiento, Rio instantáneamente tuvo la respuesta de cuál elegir.

Lo supo desde el principio.

“…Lo siento. No puedo devolverte tus sentimientos, Sayo.” Rio apretó sus manos con los puños y agitó la cabeza como para sofocar el dolor en su corazón.

“… ¿Es porque va a dejar el pueblo, Sir Rio?” La cara de Sayo se retorció con el corazón roto, pero parecía estar preparada para el rechazo mientras hacía esa pregunta.

“Esa no es la única razón, pero sí”, dijo Rio, al decidir responder sinceramente sobre sus sentimientos.

“¡Entonces, por favor, llévame contigo!” Sayo se declaró inmediatamente.

“…Eso sería imposible, Sayo.” Los ojos de Rio se abrieron de par en par ante la respuesta instantánea de Sayo sin señales de vacilación, pero aun así agitó la cabeza.

“¡Estará bien! ¡Trabajé muy duro para no ser un estorbo! Durante este último año, he estado practicando artes espirituales todos los días.” Sayo insistió con desesperación.

“Hiciste tal cosa…” Rio pudo sentir las emociones de Sayo, dejándolo sin palabras a pesar de sí mismo.

Hace medio año habría sido primavera; probablemente comenzó a practicar poco después de que Shin se arrastrara a los pies de Rio.

Todo con el fin de…

“Por favor. Llévame contigo. Y-yo quiero ir. Haré lo que sea… Trabajaré lo más que pueda para no interponerme en tu camino, así que, ¡por favor!”

Sayo estaba desesperada, inclinó la cabeza en una muestra de esa desesperación.

“…Lo siento, pero ese no es el problema. No tengo intención de responder a tus sentimientos”, dijo Rio con pesar, apartando sus ojos de Sayo.

“E-Eso está bien. No tienes que mirarme. No tienes que hacer nada… Sólo…. Por lo menos, por lo menos… Déjame estar a tu lado. Por favor.”

Las lágrimas cayeron de los ojos de Sayo mientras agarraba la mano de Rio. Intentaba desesperadamente apelar a sus sentimientos.

“Sayo… Lo siento mucho. Realmente lo siento mucho”, se disculpó Rio, con la cara retorcida por la culpa. Después de pensarlo mucho, esas fueron las únicas palabras que pudo reunir. No tuvo el tacto suficiente para pensar en algo mejor.

Se sintió avergonzado, ¿se originaron esos sentimientos por su culpa hacia Sayo, su simpatía hacia Sayo, ¿o por su propio odio hacia sí mismo? Nadie podía saberlo. El único que conocería a la persona era el mismo, pero ni siquiera Rio lo sabía.

“Fweh… Uuh… G-Guh… *inhalar*.”

Después de soltar el doloroso agarre de la mano de Rio, Sayo no pudo contener las lágrimas, y comprendió perfectamente que no tenía sentido.

Fué el primer corazón roto de Sayo, pero de alguna manera, ella lo sabía. Ella lo había visto venir… Que este amor sería infructuoso. Ella lo sabía, porque podía sentir que Rio estaba en un lugar muy lejano.

Sin embargo, para Sayo, que estaba en medio de la experiencia de su primer amor, no fué capaz de renunciar y cerrar completamente todas las posibilidades.

Por eso tenía que hacer algo. Yuba le había dicho que Rio estaba firmemente decidido, no importaba cuánto tratara de detenerlo, así que tuvo que pensar desesperadamente en otra opción efectiva que no fuera detenerlo.

Fué entonces cuando Sayo se dio cuenta de que si Rio se marchaba, incluso si ella trataba de detenerlo, entonces ella debía seguirlo.

Dicho esto, para poder hacerlo, tenía que, como mínimo, no ser un obstáculo. Sin embargo, estaba claro que el mero hecho de incursionar en las artes espirituales no era suficiente para que ella lo satisficiera.

Tampoco pensó que podría llenar ese vacío en el semestre antes de que Rio dejara la aldea.

Incluso entonces, Sayo trabajó desesperadamente más duro. Incluso si no funcionaba, ella se esforzaba ciegamente con la esperanza de que su devoción fuera reconocida.

Y sin embargo… aún no era suficiente.

“…..”

Rio no podía soportar ver a Sayo romperse en lágrimas ante él. Casi puso una mano contra su hombro sin pensarlo, pero apretó el puño con fuerza y se detuvo.

No había palabras que pudiese ofrecer a Sayo ahora mismo. Aunque le hablara con suavidad, no sería capaz de hacer nada más que eso. Como no podía devolverle sus sentimientos, sólo la heriría más con su amabilidad a medias.

Con ese pensamiento, Rio se volvió sobre sus talones, silenciosamente, su expresión se retorcía de dolor. Pero se ralentizó un momento mientras se iba, fijando su mirada en la sombra de un árbol a una pequeña distancia.

Entonces, la presencia que sintió entre las sombras vaciló levemente.

…Perdóname, Shin.

Rio susurró una disculpa en su corazón, y luego se distanció de Sayo con pasos decididos.

“S-Sir Rio, espera…”

“…..” Él no le dijo nada a la débil voz de Sayo.

La distancia entre Rio y Sayo era cercana, pero irremediablemente lejana. Sin otra opción, Sayo solo podía seguir llorando.