Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 3

Bonus 2: Camino A Casa

En la casa del jefe de la aldea, menos de un mes después de que Río comenzara a vivir con Yuba y los demás. Rio, Yuba y Sayo estaban haciendo un poco de trabajo manual juntos. De repente, la puerta principal se abrió, y Ruri irrumpió enérgicamente.

“¡Estoy en casa! Guau, ¿eh? ¿Sayo no se ha ido a casa todavía? Todo el mundo ya está listo y se ha ido a casa”. Una vez que pisó el suelo de arcilla, Ruri vió a Sayo en el salón y abrió los ojos.

“Oh, ¿ya es esa hora? Estábamos completamente concentrados en nuestro trabajo”. Yuba se detuvo en su trabajo y miró el paisaje exterior a través de la puerta principal abierta.

Río detuvo su trabajo y dirigió su mirada también hacia la puerta principal. “Está mucho más oscuro.”

“Sayo, deberías irte pronto a casa. Río, ¿la acompañarás de regreso?” Yuba lo pidió.

“Claro, lo tengo,” estuvo de acuerdo Rio inmediatamente. “¿Vamos, Sayo?”

“Está….está bien. Puedo regresar sola. ¡No quiero molestar así a Sir Rio!” Las mejillas de Sayo se llenaron de vergüenza cuando rechazó la oferta de Río.

“Sayo se asusta fácilmente, así que tienes que llevarla de regreso. Ya está oscuro, así que no habrá mucha gente caminando por el pueblo tampoco, ¿sabes?”

“Así es, no hay necesidad de ser tan reservada. Sólo haz que Rio te acompañe”.

Ruri y Yuba agitaron sus cabezas al unísono.

“Es… ¿Estás seguro?” Sayo miró inquisitivamente a Río.

“No me importa”, dijo Rio a la ligera, poniéndose los zapatos para salir.

“O… De acuerdo. Entonces, por favor.” Sayo asintió emocionada y siguió a Río en un momento de nerviosismo.

“¡Río, sólo porque Sayo sea guapa no significa que puedas seducirla cuando estás solo!” Dijo Ruri con una sonrisa malvada.

“¿Eh…?”

“Nunca lo haría”.

Río negó las palabras de Ruri con una mirada de reojo a Sayo, junto con una amarga sonrisa.

Ruri se rió rotundamente. “Ajá, estoy bromeando. Adelante, entonces. Cuida a Sayo”, dijo ella, dejándola para Río.

“Sí, vámonos…. ¿Sayo?” Rio asintió y la miró.

Sin embargo, Sayo se había congelado en el acto, y estaba mirando a Río aturdida. Cuando Rio la llamó por su nombre, se estremeció de un grito ahogado.

“Ah…. ¡Sí! ¡Por favor, sé gentil conmigo! ¡Estaré a tu cuidado!” Inclinó su cabeza vigorosamente.

Los ojos de Río se abrieron de par en par hasta que se abultaron.

“Ahaha, ¿por qué tendría que ser amable si sólo te está acompañando a casa…. ¿Qué quieres decir, Sayo?” Ruri se rió divirtiéndose después de un momento de silencio, conteniendo sus risas.

“¿Eh…? Ah… ¡¡¡N-No, no es eso!!! ¡No quise decir eso de una manera extraña!” Sayo negó con una gran ráfaga de gestos.

“Ya veo, ya veo. Una forma extraña, ¿eh? Me pregunto de qué manera es eso”. Ruri miró inquisitivamente a Sayo.

“N-Nada…” Contestó Sayo, poniéndose roja y agachando la cabeza.

“Vamos, ahora. Si vas a hacer tonterías, hazlas afuera. Se está haciendo tarde y tarde.”

Yuba, que había estado observando agradablemente su intercambio, ofreció una cuerda de salvamento a la cada vez más pequeña Sayo.

“Okaaay. Nos vemos luego, ustedes dos. Río, Sayo le teme a la oscuridad, así que asegúrate de seguir los caminos de la aldea”.

“Entiendo. Vámonos de una vez, Sayo”. Con una sonrisa tensa, Río invitó a Sayo, que permaneció congelada cerca de la puerta de la casa.

“Sí”, dijo ella.

“¿Tienes miedo de la oscuridad, Sayo?” preguntó Río a Sayo cuando salieron de la casa y comenzaron a caminar por el camino.

“…Eh, ah, umm…. No tengo miedo, sólo me asusto fácilmente. Cuando estoy sola, es como… Incluso me asusta el viento que sopla el césped…. Como una niña, ¿verdad?” Dijo Sayo con una sonrisa avergonzada.

“No, estoy seguro de que hay adultos a los que tampoco les gusta eso”.

“…Muchas gracias. Estoy muy contenta de que me acompañes a casa después de todo. Parece que todo el mundo ya se ha ido a casa, así que si estuviera sola ahora, me habría asustado y habría corrido todo el camino de regreso”.

“Incluso la aldea se queda completamente en silencio por la noche, después de todo.”

“Sí… ¡Achoo!”

Mientras los dos hablaban, Sayo empezó a sentir un poco de frío y estornudó. Era primavera tardía, así que las noches todavía estaban un poco frías. Pero ese día había sido bastante cálido, por lo que Sayo solo estaba usando finas prendas.

“Aquí tienes, Sayo.” Rio se quitó su propia chaqueta y le cubrió los hombros.

“…Muchas gracias,” Sayo le dió las gracias tímidamente. Río no podía ver su expresión en la oscuridad, pero el rojo escarlata estaba manchando sus mejillas.

“Shin ya debe tener hambre, así que apurémonos. Se preocupará si llegas demasiado tarde”, dijo Rio, acelerando un poco su ritmo.

“…Vale,” contestó Sayo con una expresión conflictiva. Ella quería estar con Rio por un tiempo más.