Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 2

Interludio: Las Memorias de Latifa

Después de que yo, Endo Suzune, me desmayé en el autobús, me desperté y me encontré en un cuarto oscuro hecho de piedra, tirada en el suelo.

Hacía un frío en el aire, que me hacía temblar y desperté rápidamente mis sentidos; la habitación se sentía como una habitación fresca y con aire acondicionado en medio del verano. Llevaba una sola y delgada capa de ropa que se sentía rígida y áspera en mi piel. Además de eso, sólo tenía una manta delgada encima. No me extraña que tuviera frío.

Mi cuello se sentía extrañamente pesado, había un collar metálico y una cadena alrededor.

¿Qué… es esto?

Un frío helado me bajó por la columna mientras estiraba la manta más fuerte a mi alrededor. Me acurruqué, tratando de retener el calor. Entonces, mientras mi pequeño cuerpo temblaba, miré temerosamente alrededor de la habitación.

¿Dónde… estoy?

Era una habitación deprimente sin muebles ni ventanas. No había ninguna habitación como esta en mis recuerdos, pero por alguna razón, algo no se sentía bien. Era casi como si lo hubiera visto antes, pero no… Como un indescriptible sentido de deja-vu.

En ese momento, la puerta se abrió con un ruido sordo. Mi cuerpo tembloroso se estremeció. Dudé al girar la mirada hacia la robusta puerta y vi a un niño pequeño que estaba allí de pie.

Parecía estar de mal humor, ya que su rostro estaba marcado por una expresión combativa.

Sin querer solté un grito. “¡Eek!”

Porque yo, no, el otro yo dentro de mí, sabía de él niño ante mi.

Su nombre era Stewart.

No estábamos emparentados por sangre, pero me hizo llamarlo ‘Hermano’ y me trató como a una mascota, bajo el pretexto de la disciplina.

“¿Hm? ¿Qué? ¿Qué es esto?” Al ver mi reacción, la expresión de Stewart se iluminó feliz. Entonces, como un niño que había obtenido un juguete nuevo, se me acercó a media carrera.

“¡Eek! ¡Q-Quédate… ¡alejado!”

De improviso, pronuncié palabras que no estaban en japonés; no era un idioma que reconociera como un estudiante de primaria de Japón. Sin embargo, mis palabras salieron con un ceceo, vacilando extrañamente en la pronunciación.

“Oye, ¿qué te pasa hoy? ¿Por qué estás tan animada?” Stewart me preguntó con una sonrisa radiante, haciéndome enroscar mi cuerpo reflexivamente en una posición defensiva.

“¡N-No… me pegues… por favor!”

No desobedecer a esta persona estaba arraigado en mí a un nivel instintivo.

“Vaya, nunca hablas tanto. Deberías reaccionar así todo el tiempo… Entonces podría tratarte un poco diferente, al menos.” Stewart se rió con una sonrisa, y luego tiró duramente de la cadena que se extendía desde mi cuello.

“¡Kya!” Perdí el equilibrio y me caí al suelo.

“Hey, Latifa. Muéstrame bien tu cara.”

Latifa. Así me llamaba Stewart cuando tiraba de la cadena, y mi cara fue presentada ante sus ojos. Parecía estar emocionado, ya que su aliento salía en jadeos ásperos que hacían que todo mi cuerpo se desbordara de escalofríos.

“Eek… N-No…” Lloré con lágrimas en los ojos y agité la cabeza. La cara de Stewart se le cayó con disgusto.

“¿Por qué hablas tan irrespetuosamente? ¿Qué soy yo para ti?”

“M-Mi h-hermano.”

“Así es. Entonces, ¿qué fue eso ahora?”

“¡Lo… lo siento! ¡Perdóname… por favor!”

“Hoy estás muy habladora. Normalmente tengo que ordenarte que lo hagas antes de que abras la boca. ¿Qué es lo que te pasa?” Stewart me preguntó, pero eso es lo que quería preguntar.

“¡N-No.… no lo sé!”

Mi nombre era definitivamente Latifa… Pero al mismo tiempo, yo también era Endo Suzune.

“…Hmm. Bueno, lo que sea.” Stewart examinó mi cara en busca de una reacción, pero pronto perdió el interés. El alivio me bañó, pero sus siguientes palabras me empujaron al fondo del pozo de la desesperación una vez más.

“Vine porque me sentía irritado, pero ahora he cambiado de opinión. Voy a jugar contigo hoy.”

Entendiendo la mala intención detrás de sus palabras, mi cara se retorció instintivamente en la miseria. Stewart esculpió una sonrisa amenazadora en su cara con una sonrisa. Cuanto más se mostraban mis reacciones en la superficie, más felicidad obtenía al atormentarme. El otro yo dentro de mí, Latifa, ya era consciente de ello. Por eso Latifa había reprimido completamente su propia mente.

Pero Endo Suzune era diferente.

Sí… la parte Endo Suzune de mí se resistió fuertemente y detestó el hecho de que yo fuera un esclavo.

A partir de ese día, comenzó mi pesadilla de una realidad.