Assassins Pride (NL)

Volumen 2

Lección 07: El Negro Ríe y La Oscuridad Perdura

Parte 4

En ese momento en que la tercera prueba estaba cerrando sus cortinas, Black Madia había escapado hacia el interior del bosque que se extendía cerca de la pared de Frideswide. Ahora que la atención de todos estaba concentrada en el <Palacio Mundo de Cristal>, se estaba retirando hacia el escondite que había usado durante su infiltración.

Mientras sangre goteaba desde el dobladillo de su uniforme militar, lanzaba maldiciones desde lo profundo de su capucha.

–Fallé mi misión… esas malditas niñas protegidas… como se atreven, a tenderme una trampa… a mi…

Tomando una estrategia así de riesgosa, y sin relación a si pudo tener un contacto cercano con Melida Angel, la conclusión era que no logró completar su objetivo. En esta misión de infiltración de un mes, lo que a duras penas pudo obtener solo era la suposición de: [como esperaba, él parece estar ocultando algo].

Retirarme a la base del Gremio <Jack Raven> en un estado como este—

Ella quien corría desesperadamente y con más de la mitad de su conciencia desgastada por el daño producido por las heridas que cargaba, su atención a los alrededores se había vuelto definitivamente negligente. Cuando notó la intención asesina que se acercaba frente a sus ojos, fué en el instante en que la figura del enemigo se separó desde la sombra de los árboles y como un dios de la muerte, su ordenado y atractivo rostro llenó su campo visual.

En sus manos, la katana negra que había segado incontables vidas reflejaba la luz.

–¡E-Espe—!

En el instante en que habló, Kufa ya había entrado al alcance de Madia. La punta de su espada que osciló con una velocidad divina, rasgó el frente de su uniforme militar perfectamente cerrado.

El filo que cortó rápidamente en la dirección opuesta danzó con una velocidad aterradora, tallando minuciosamente todo el cuerpo de la figura de negro. Lo que flotaba en el aire, no era sangre, sino tela negra. La ropa negra que estaba ocultando todo su cuerpo fué cortada desde las puntas, revelando en un abrir y cerrar de ojos la piel de las delgadas extremidades de la chica.

Después de acorralarla hasta un estado semidesnudo con solo sus partes vitales cubiertas, levantó de un salto la punta de su espada. El extremo de su katana negra, volteó hacia arriba su capucha. Bajo ésta, sus ojos abiertos enormemente reflejaban la figura de Kufa.

Con un cabello negro alborotado y unos ojos afilados como cuchillos, su edad parecia estar en la primera mitad de su adolescencia. Al mismo tiempo que la capucha caía por su espalda, ella cayó con su trasero sobre el suelo de tierra.

–¡Auh…!

Ajeno a la chica gimiendo, Kufa se aseguró de que no hubiera ni una gota de sangre pegada a su katana negra. A continuación, poniéndose de cuclillas frente a la chica semidesnuda, le arrancó la tela que a duras penas se mantenía unida.

–Bien, no estas ocultando nada, ¿No?

–¡D-Demonio!

A ella quien ruborizada empujaba los extremos rasgados de la tela, Kufa respondió con seguridad.

–Era una medida necesaria—Ya veo, significa que esa es tú <verdadera identidad>.

–¡Kuh…!

–Tú rostro, forma corporal, <Mana>, expuse todo. Tu técnica del disfraz ya no funcionará en mí.

Hacia la chica de cabello negro mordiendo sus labios, Kufa dijo orgulloso.

–Tu plan desesperado también terminó en fracaso, ¿Cierto? Entonces, mi estudiante fué formidable, ¿Verdad?

–… Y-Yo—

Madia tiraba de su rasgado uniforme militar, miró a Kufa con sus ojos hacia arriba.

–Y-Yo, n-no, perdí…

–¿Haa?

–E-E-E-Ellas eran muchas. Yo estaba sola. N-No fué parejo… fué cobarde.

Reclamando mientras tartamudeaba, Madia jaló la manga de Kufa. Su actitud llena de confianza cuando hablaba con sus notas negras había desaparecido y su aspecto era como el de un murciélago asustado frente a la luz.

–C-Cooperemos. Aún, estoy aquí. Falsifica los documentos, como estudiante de intercambio…

–¿Qué haces solicitándome eso a mí…?

–P-Pero, así, no puedo regresar a la base…

Murmurando con una voz que parecía desaparecer en cualquier momento, la chica de cabello negro colgó su cabeza.

Presenciando su extremadamente indefensa figura semidesnuda, Kufa, “Haa”, suspiró. Metiendo lentamente su mano en su bolsillo, sacó un sobre y lo empujó frente a su nariz.

–Mira, estas familiarizada con esto.

–¿Eh? ¿Esto, es…?

–Es un <segundo informe>. Allí está escrito lo que buscabas. El cómo juzgarlo después de leerlo déjaselo a padre.

El <Padre> que Kufa mencionó y el <papá> del momento en que lo dijo Madia, era el líder del Gremio <Jack Raven> quien, recogiéndolos de niños cuando perdieron a sus familiares, los crió como agentes del mundo de la oscuridad. Naturalmente, la persona que envió a Madia esta vez también había sido él.

Kufa no podía hacer nada si dudaba de su credibilidad de Kufa. Si no hacía algo, un segundo y tercer asesino serían enviados uno después del otro, en cualquier caso, no había error en que la vida de Kufa y Melida serían tomadas.

El reporte en que se depositaba la vida de ambos, ahora, pasó a las manos de Madia. Observando como abrazaba el sobre fuertemente contra su pecho, Kufa declaró a cambio.

–No es nada como una compensación por eso, pero antes de que regreses al distrito del rey santo quiero confiarte un encargo.

–¿Encargo?

–Digamos que es el castigo para el perdedor.

Cuando Kufa curvó sus labios maliciosamente, Madia infló sus mejillas.

–… ¿Qué, tengo que hacer?

El joven que sostenía una katana negra rió traviesamente, o quizás sería mejor decir, cruelmente como un demonio.

–Los niños malos necesitan un castigo, ¿No es así? Ese es nuestro estilo, el estilo de <Jack Raven> que gobierna la oscuridad.