Tate no Yuusha no Nariagari (NL)

Volumen 14

Capítulo 3: La Espada Maldita Ama-no-Murakumo

 

 

Frente a nosotros encontramos, sobresaliendo de un pedazo de tierra árida, algo que definitivamente se veía como caído del cielo. Una espada.

Desde donde estaba enterrada en el suelo, una contaminación púrpura se estaba extendiendo.

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“¿Una espada?” dije. Eso es exactamente lo que era, una espada con una hoja blanca y algo muy parecido al núcleo incrustado en medio de la empuñadura. Si el monstruo era como Yamata no Orochi, tendría sentido—al menos, desde la perspectiva de la mitología japonesa—que hubiera soltado una espada. Lo habría entendido si esto fuera un objeto recibido, pero parecía que la espada en realidad era el núcleo.

“Deberíamos deshacernos de esto rápidamente. Ya está corrompiendo la tierra en un intento de revivirse,” recomendó Sadina.

“¡Kwaaa!”

“Bueno, para eso tenemos a Gaelion. Él puede encargarse del núcleo, estoy seguro,” dije. Aparentemente, era un monstruo del tipo dragón, así que, si nos encargábamos del núcleo, eso debería derrotarlo de una vez por todas. En ese momento Gaelion puso su boca sobre la decoración con forma de núcleo y fue mandado a volar de golpe.

“¡Kwaa!”





“¿Y bien? ¿Está demasiado corrompida?” preguntó Sadina.

“Sabía que él no sería capaz,” dije. En serio, cuando llegaba el momento, Gaelion siempre parecía decepcionar. “En cualquier caso, necesitamos sacarlo y lidiar con él—pero parece que solo tocar esa cosa va a maldecirte.” Ciertamente se veía bastante sospechoso. Mi propio cuerpo todavía estaba sufriendo de la corrupción de una maldición, y por lo tanto solo acercarme al núcleo era bastante doloroso. Tal vez, como si mi piel se estuviera quemando. Entrecerré mis ojos y la revisé.

 

Espada Maldita Ama-no-Murakumo.

 

Que el avalúo no funcionara apropiadamente probaba que era un arma particularmente poderosa. Nunca había esperado encontrar esta arma en particular, uno de los tres objetos divinos legendarios de la historia japonesa aquí en este mundo, a pesar de que así era como mi escudo había elegido traducirlo para mí, y por lo tanto de seguro era un arma completamente diferente.

“Fueeehhh. B-bueno, si es una espada, ¿qué tal si hacemos que el Héroe de la Espada la tome y lidie con ella?” sugirió Rishia. ¿Tal vez dársela a Ren? ¿Sería seguro darle un equipo que se veía tan evidentemente maldito? Dicho eso, también se sentía como un desperdicio dejarla enterrada en el suelo. Sin mencionar que el Orochi podría revivir de nuevo si se dejaba ahí.

Por supuesto, siempre podía absorberla con el escudo, pero estaba asustado de crear un segundo incidente como el del Dragón Demonio.

“¡Hola! ¡Tal parece que lo derrotaron!” En ese momento fue cuando el viejo y su maestro— Motoyasu II—aparecieron.

“Primero la Tortuga Espíritu, y ahora esto. Ustedes de seguro saben cómo luchar. Estaba observando desde la distancia y aun así fue increíble.” El viejo estaba levantando su pulgar hacia mí, y yo regresé el gesto.

“Gracias. Quiero decir, todo lo que yo puedo hacer es defender,” admití.

“Oh no, no creas que habríamos ganado sin tus poderes, pequeño Naofumi.” Sadina expresó ese cumplido. Ella recientemente me había estado observando más detenidamente. Dicho eso, luego de desplegar el Ataque de Escudo Aéreo y los otros apoyos, no fue como si solo me hubiera quedado de brazos cruzados. Si lamentaba algo, quizás era que no pude contener un poco más los movimientos del Orochi.

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“¿Entonces qué están haciendo aquí ahora?” preguntó el viejo.

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“Cierto, bueno, vinimos a buscar el núcleo que salió volando de ese monstruo y descubrimos que tiene la forma de una espada y parece estar maldita. Así que estamos tratando de decidir qué hacer con ella.” En ese momento, Motoyasu II le dio un vistazo a la espada incrustada en el suelo y la revisó.

“Vaya. Es un arma bastante impresionante. ¿Así que este es el cuerpo de la bestia?” Entonces, de forma muy imprudente, él sostuvo la empuñadura y la sacó. Una nube de miasma púrpura se elevó y giró alrededor de Motoyasu II. ¿Así que él simplemente se había hecho maldecir? Incluso mientras yo lo maldecía—esta vez, verbalmente—en mi cabeza, levanté mi escudo, preparado para luchar contra el monstruo una vez más.

“Cállate. Deja de retorcerte,” le gritó Motoyasu II a la espada traqueteante, y el miasma a su alrededor se dispersó.

“¿Ah?”

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“Sí, esta bebé está maldita. No puede ser usada.”

“Lo dices tú, luego de simplemente tomarla. ¿Estás bien?” dije.

“¿De qué estás sorprendido? ¡Yo soy un herrero! ¿Cómo podría hacer mi trabajo si las armas empiezan a maldecirme?” ¿Realmente era tan simple? Miré hacia el viejo, pero él simplemente se encogió de hombros.

“Muy impresionante, Maestro. Ser capaz de sostener tal espada,” dijo impresionado el viejo.


“Hah. Que un herrero sea maldecido significa que a lo mucho es un novato. Es fácil sostenerla de tal forma que no seas maldecido.” Ah, mierda. ¿Iba a tener que replantearme mi impresión de él como un mujeriego? Estaba comenzando a parecer que él realmente conocía su negocio.

“¿Puedes al menos evitar que cause otro alboroto?” pregunté.

“¿Yo? Como si me importara.” El maestro del viejo fue a—qué, ¿devolverla al suelo?— como si nada hubiera pasado.

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“Por favor, ¿no puedes hacer algo? Si ese monstruo aparece de nuevo, será realmente terrible para todos nosotros.” Leyendo bien la situación, Raphtalia le rogó al maestro del viejo, con sus manos juntas sobre su pecho.

“Muy bien, jovencita, haré lo que pueda para prevenir eso,” dijo él. ¡Maldita sea! ¡Este sujeto!

“Viejo, ¿no puedes hacer algo con esa espada? ¿Como lo que hizo ese viejo verde?” pregunté.

“Lo siento, chico. Parece que solo soy un novato. Algún día quiero alcanzar ese mismo nivel.” Para mí, el viejo ya era el mejor. En fin, parecía que no podía evitarse.

“En marcha, Erhard. ¡Tenemos trabajo que hacer! ¡Vamos a forjar de nuevo esta espada para que no de problemas!” anunció Motoyasu II.

“Estoy con usted, Maestro. Chico, ustedes también ayuden. Creo que vamos a necesitar materiales bastante difíciles de encontrar para hacer esto.”

“Sí, parece ser de una gama bastante alta. También te servirá de experiencia para fabricar armas, así que ayudaremos,” agregué.

“Gracias, chico.” Entonces, al final, la espada que apareció al derrotar al Orochi fue puesta al cuidado del viejo y su maestro.


“¿Entonces qué más falta? ¿Algún daño en la ciudad o en sus alrededores?” pregunté.

“Parte del puerto fue destruido, pero solo un puñado de personas fueron lastimadas. Eso también es gracias a la Emperatriz Celestial, el Héroe del Escudo, y sus compañeros,” respondió Raluva mientras revisaba la ciudad. Bien, no fueron heridas muchas personas. Eso preparaba bien los cimientos para incitar a las personas de unirse a nuestra causa. “Sin embargo—en los alrededores del túmulo funerario, tenemos serios daños y algunos sectores todavía contaminados, lo cual significa que tomará bastante tiempo regresar eso a la normalidad.”

“Entonces tendremos que rendirnos en cuanto a eso,” dije. No era como si fuera una ubicación importante. “En cualquier caso, no hay justicia en una nación que liberaría a un monstruo sellado para luchar contra las fuerzas rebeldes. ¿No tienen idea del daño que pudieron haber sufrido las personas?” Raluva y los demás de la ciudad asintieron de corazón ante mis palabras.

“Vamos a transmitir estos hechos inmediatamente, no solo a los asentamientos vecinos, sino que al país entero. Si hacemos buen uso de esto, deberíamos ser capaces de reunir algo de ayuda de los demás con problemas con las políticas de nuestra nación,” dijo Raluva. Miré hacia Raphtalia. Entonces esto era todo. Habíamos llegado así de lejos. Ahora teníamos que llegar hasta el final.

“Por favor, háganlo. Parece que somos los únicos que pueden detener a estas personas.” Eso era exactamente lo que habría esperado que dijera Raphtalia, pero también no eran exactamente el impulso que necesitábamos—era probable que dejara a algunas personas indecisas.

“¡Ella tiene razón! ¡No hay justicia en un Emperador Celestial que haría algo tan abominable! ¡A él y sus lacayos no podrían importarles menos la felicidad de las personas normales! Ustedes, hombres y mujeres, ¿realmente están bien con esto?” Continué expresando los hechos tanto como pude, y tan fuerte como pude, incitando a Raluva y los demás. Tal vez escuchar esto fortaleció su resolución, ya que sus ojos se veían completamente serios y respondieron al unísono: “¡Como ordene la Emperatriz Celestial!”

Así, Raluva y los demás revolucionarios de Q’ten Lo superaron sus resacas y juraron lealtad a nuestra causa una vez más.

“Naofumi-sama, no voy a criticarlo mucho, pero a usted le gusta hacer esta clase de cosas, ¿no es así?” me comentó Raphtalia, sonando algo exasperada mientras miraba hacia Raluva y los demás.

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“Cuando estás haciendo algo en el nombre de la justicia, un poco de exageración se siente bien,” admití. Nosotros éramos la justicia, castigando al mal. Esa clase de sentimiento era genial para subir la moral. Después de todo, todos querían ser los buenos, no los malos.

“¡Una nación que adora a Raphtalia! Qué pesadilla.” Atla no pudo resistir la oportunidad de dar ese comentario sarcástico.

“No estoy pidiendo nada de esto. Por alguna razón, cuando me pongo este traje de sacerdotisa, las personas me rezan, eso es todo. Si mi padre y mi madre no estuvieran involucrados, habría huido de esto, te lo aseguro.”

“Como digas.” No había forma de convencer a Atla. “¡Aunque lo hiciste bien, Onii-sama!”

“¡S-sí, lo hice! ¡Atla! ¡Hice mi mejor esfuerzo!”

“Lo cual también significa que fui incapaz de hacer algo por Naofumi-sama. ¡No te perdonaré por eso, Onii-sama!”

“¡Queeeeee! ¡Atla!” Ella incluso lo regañaba cuando lo hacía bien. Eso era completamente irracional. Fohl realmente no la tenía fácil. Casi sentía lástima por él.

“Héroe del Escudo, una cosa más,” intervino Raluva.

“¿Sí?” Los revolucionarios estaban mirando hacia Filo, quien actualmente estaba en su forma de Filorial. Ella estaba regresando de recoger su morning star que le lanzó al Orochi.

“¿Ah?”

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“Es algo que noté cuando fueron a luchar—”

“¿Algo acerca de Filo?” dije.

“Una Filorial parlante—y que además es una chica con alas. Ella es una de sus compañeras, ¿correcto?”

“Sí, ella es una Filorial. Una raza que se desarrolla de forma única cuando es criada por un héroe. ¿Qué pasa? ¿Necesitas algo de ella?” pregunté.

“De hecho, sí. ¿Un Filorial blanco con un patrón de flores de cerezo? Bien podríamos ser capaces de usar esto para sacar una gran ventaja.” Yo también miré hacia Filo. Aunque, en ese momento, no tenía idea de lo que estaba hablando el contingente de Q’ten Lo.

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