Great Demon King

Libro 3: La Orden del Manto Oscuro

Capítulo 101: Emplazamiento Extremo de Madera

 

 

El territorio intermedio del Bosque Oscuro era el sector más extenso de todos. El ejército Trol siguió avanzando con un paso rápido durante seis días con sus noches sin apenas atreverse a descansar o dormir por miedo al ataque de alguna criatura mágica peligrosa. Han Shuo podía seguirles el paso gracias al fortalecimiento mágico de su cuerpo, pero aun así sentía que se estaba acercando a su límite físico y mental. Este último factor realmente era el más apremiante, pues durante todo el viaje sus agudos sentidos le permitieron distinguir toda clase de seres bastante inquietantes, en especial de noche, por lo que su tensión no dejaba de incrementar.

Por suerte los Trol parecían conocer muy bien el camino y no tuvieron que combatir con nadie. Aun así Han Shuo se mantuvo en guardia, pues sabía que existía la posibilidad de que descubriesen su engaño, entonces tendría que escapar por su cuenta. Por eso puso especial atención memorizar el camino, calcular las distancias y buscar referencias para orientarse.

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Cuando amaneció el séptimo día se encontraron con un río poco profundo, pero nadie se detuvo a beber o intentó llenar alguno de los odres con agua. En lugar de eso el ejército Trol comenzó a caminar rápidamente siguiendo el cauce hasta su origen. La tarde estaba por caer cuando finalmente llegaron a lo que al principio le pareció el fondo de un acantilado montañoso, pues se trataba de una enorme pared natural casi recta compuesta de rocas muy grandes cuya altura era difícil de estimar. El río salía de un cauce originalmente subterráneo que nacía de la misma base del muro, el cual había sido excavado para transformarlo en un túnel muy bien disimulado y lo bastante estrecho como para ser fácilmente bloqueado.

El viaje por el túnel demoró un par de horas y recorrerlo fue incómodo por su serpenteante e irregular trayecto, el cual dependía del curso natural del río. Cuando llegaron al otro lado se encontraron dentro de un valle oculto. Originalmente pudo ser una caldera volcánica que terminó por desaparecer. Con el tiempo algunos cauces subterráneos formaron una especie de lago que en algún momento acabó colapsando para formar un terreno rodeado por un anillo montañoso.

El río que emanaba de este suelo era en realidad el último de los cauces que todavía no se había secado y que ahora estaba expuesto a la superficie, el mismo que discurría bajo los montes hasta salir a los pies del acantilado que se formó tras un derrumbe, creando el único acceso visible. Era una posición prácticamente inexpugnable y fácilmente defendible; no era extraño que tantos ejércitos hubiesen fracasado en su intento de conquistar a los Trol del Bosque que se habían asentado en el interior.

El suelo del valle era un terreno extremadamente fértil gracias los remanentes de mineral volcánico que aún quedaban y por eso había una enorme cantidad de plantas creciendo en su interior. Los árboles en particular eran anormalmente grandes, tupidos, extraños y misteriosos. Junto a ellos y siguiendo el cauce del río, se habían construido una serie de casas primitivas hechas principalmente con la madera del lugar.

La distancia entre Han Shuo y los enanos se había incrementado demasiado el primer día, así que el Demonio Original que los estaba vigilando se vio forzado a regresar a su lado. Con sus tres criaturas podía tener un mejor control de toda la situación, así que envió una orden mental para que comenzasen a explorar minuciosamente el asentamiento de los Trol desde el aire.


El área que los Trol habitaban era en realidad bastante extensa y estaba repleta de miles de cabañas, según un cálculo inicial aproximado. Han Shuo había supuesto que los Trol tendrían varios asentamientos en distintos lugares del Bosque Oscuro, pero al ver la gran cantidad de hogares comenzó a pensar que quizá este era su único refugio.

Por todas partes se veían troles de todas las edades, tamaños y clases correteando de aquí para allá sin un motivo claro. Pero la mayor parte del total de la población estaba concentrada en cuatro grupos grandes reunidos en espacios abiertos. Los integrantes de estos grupos sostenían diversos tipos de armas y parecían estar entrenando arduamente bajo la supervisión de unos Guerreros Trol especialmente altos, fornidos y feroces. Lo más interesante era que no parecía haber distinción por género o edad, todos entrenaban igual sin importar que fuesen mujeres, niños y hasta ancianos.

Por todo lo que había visto, más los comentarios que escuchó de los Elfos, Han Shuo ya sabía que los Trol del Bosque nacían con una inclinación natural para los asaltos y saqueos. Pero solo ahora entendía hasta qué punto esto era cierto. Después de explorar un rato el lugar con los Demonios Originales, descubrió con sorpresa que no había casi ningún trol practicando alguna forma de arte, costura, metalurgia u alfarería. No había producción de ningún tipo.

Pero quizá lo más impactante era la ausencia de corrales o campos de cultivo. Nadie estaba realizando alguna labor de agricultura, silvicultura o ganadería; ni siquiera en la más elemental de sus formas. La autosuficiencia parecía ser un concepto totalmente ajeno a estas criaturas que consideraban natural el robar todo aquello que pudieran necesitar. Si querían comida, asaltaban. Si querían bebida, se la quitaban a otros. Las armas que estaban blandiendo o las armaduras que los protegían pertenecían a los guerreros que mataban durante sus incursiones y por ese motivo nunca eran eficientes para ellos, pero eso no parecía importarles. La magia de sus Chamanes y su constitución natural era suficiente para asegurarse de que la mayoría de su “gente” sobreviviese a las enfermedades el tiempo suficiente como para ser útiles a su tribu, pero si necesitaban medicinas… las recolectaban cuando atacaban alguna caravana desprevenida que estuviese trasportando a personas heridas.

Cada Trol era criado desde su nacimiento para ser un bandido útil en su tribu y aunque rendían culto a otras deidades la única que realmente adoraban era a Datara, el dios del saqueo, la violencia y la muerte. Su prioridad era el entrenamiento en combate, reflejos rápidos y el sigilo; algo en lo que inevitablemente sobresalían porque no practicaban otra cosa en todo el día. Aprender algún arte era considerado inútil para ellos. Solamente sus Chamanes poseían algunas nociones rudimentarias de lectura o escritura, pero para el resto eran totalmente extrañas y mucho más lo eran la ingeniería o la ciencia.

El propio “pueblo” no merecía ese nombre, pues sus casas apenas si podían considerarse como tales. Eran ramas atadas unas con otras, luego cubiertas de barro y quizá estiércol para impermeabilizarlas. No existía nada parecido al tratamiento de aguas o eliminación de desechos. Los Trol botaban sus cubos con orines y otras cosas directamente afuera de su casa, también arrojaban al rio cualquier desperdicio que fuese demasiado grande o molesto como para tenerlo por ahí pudriéndose. Al ver esto Han Shuo se alegró mucho de no haberse detenido a beber el agua del río cuando recién estaban llegando, tal vez ni sus poderes demoníacos lo hubiesen salvado de esa disentería. Tuvo que esforzarse mucho para no mostrar un gesto claro de desagrado, porque a medida que se acercaba al pueblo lo podía oler.

“¡Por el trueno! ¡Hasta Drol era más limpio que esto y ni siquiera era un pueblo propiamente dicho! Recién ahora aprecio los acueductos de la ciudad de Ossen” Pensó Han Shuo. Y tenía bastante razón, pero la verdad era que la raza de los hombres era de las pocas que apreciaban la limpieza en gran medida e incluso eso podía depender de cada cultura. Los distintos emperadores se habían ocupado de que cada gran ciudad tuviese un promedio de mil fuentes públicas purificadas con cristales mágicos operando en todo momento y hasta el sector más pobre contaba con desagües de cerámica para que el agua sucia saliera de la ciudad. Esto implicaba que el Imperio Lancelot invertía gran parte de sus impuestos en construir y mantener una enorme red de acueductos que trasportaban agua limpia a sus ciudades de forma constante.

Pero eso no era todo. Cada cierto tiempo los Tribunos enviaban cuadrillas de esclavos para quemar la basura cuando se acumulaba demasiado y hasta la gente común tenía el hábito de hervir las carnes antes de rostizarlas únicamente para asegurar su higiene. Los ricos incluso acostumbraban construir embalses privados para asegurar la limpieza de su agua y desde siempre habían disfrutado de lujosos baños construidos con gran lujo en donde se reunían para disfrutar del agua caliente, aunque también había otros menos lujosos pero más asequibles, que incluso los plebeyos ligeramente acomodados podían utilizar.

En comparación a eso, la realidad de los Trol era simplemente repugnante. Las moscas y otros insectos abundaban por todas partes y hasta el suelo que pisaban parecía cubierto con varias capas de desperdicios comprimidos por las pisadas de cada día. Han Shuo no entendía exactamente cómo era posible que tantos árboles creciesen en un lugar tan sucio y lamentó profundamente que un suelo lo bastante fértil como para producir varias toneladas de comida mensualmente estuviese siendo desperdiciado de esta forma por una raza que ni siquiera sabía cómo enterrar una semilla.

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***

 

 

El ejército Trol llegó hasta el asentamiento, lo que inmediatamente llamó la atención de toda la tribu, que comenzó a reunirse para recibirlos. Entonces el viejo Chamán se adelantó frente a la multitud para hacer una proclamación con voz muy alta en lenguaje gutural de su raza. Después señaló hacia la litera y su gesto provocó un nuevo frenesí de adoraciones en todos los presentes, que tomaron sus sacos para saquear (de los que nunca se separaban) y comenzaron a sacudirlos con entusiasmo mientras gritaban:

-¡Datara! ¡Datara! ¡Datara! ¡Datara!…-

Después de una muy larga serie de alabanzas, el viejo Chamán volvió junto a Han Shuo y comenzó a hablarle en el lenguaje común de los hombres:

-Venir, llevaré a Gran Datara y Adalid a Terrenos Sagrados.-

-¡Date prisa, viejo Chamán! ¡Al Gran Datara no le gusta esperar!- Respondió Han Shuo con una expresión oscura y peligrosa.

El ejército Trol continuó la marcha como si fuesen un gran cortejo triunfal para la litera del Pequeño esqueleto, mientras que Han Shuo seguía caminando a su lado. Avanzaron entre la multitud en medio de un alud de alabanzas y gritos emocionados, luego siguieron el curso del río hasta que finalmente fueron dejando las casas atrás. Por un tiempo caminaron junto a la orilla y Han Shuo noto que el cauce del rio parecía volverse más extenso aunque su profundidad disminuía.

Finalmente llegaron a un sitio donde se encontraban varias balsas improvisadas. Un gran grupo de troles se apresuraron a meterlas en el agua y cuando estuvieron listas el viejo Chamán hizo una señal para que embarcasen. Un nutrido grupo de Guerreros Trol utilizaban una serie de varas que introducían en el lecho del río para impulsar las balsas como si fuesen góndolas primitivas y así fueron avanzando lentamente contra la corriente.

Navegaron durante media hora hasta que un extraño paisaje apareció ante ellos. Al principio le pareció una isla en medio de las aguas, pero después fue evidente que se trataba de un misterioso pantano. Las plantas eran un extraño enjambre de enormes árboles con gruesos troncos retorcidos, surcados con varios tipos de lianas y enredaderas. La tonalidad del suelo era del color verde oscuro, como el de las algas muertas. Una extraña neblina envolvía todo el sitio.

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Las balsas encallaron en la orilla de esta extraña tierra enlodada y Han Shuo siguió al viejo Chamán con una expresión de asombro. Normalmente las plantas crecían, dejaban semillas y morían; entonces sus cuerpos muertos se descomponían para servir de nutrientes a la siguiente generación en un lento ciclo que podía durar años. Pero aquí parecía como si este ciclo se hubiera visto extrañamente acelerado, hasta el punto en que era difícil reconocer una planta vieja de una nueva. Las hierbas y arbustos eran tan grandes que no sería sorprendente que una apersona acabara ahogándose si caminaba descuidadamente entre ellos. Hasta las plantas parasitarias crecían con mayor vigor y la niebla que parecía ser fría, resultó tan cálida como el vapor debido a algún misterioso efecto invernadero que solamente ocurría aquí.

Un grupo de Guerreros Trol lideraba la marcha mientras usaban sus robustos cuerpos para cortar o apartar las plantas y crear un sendero. El viejo Chamán era quien los ayudaba a orientarse en este extraño laberinto vivo. Hacía mucho calor y había bastante humedad bajo los árboles. Las ramas repletas de hojas prácticamente tapaban el sol, aunque algunos rayos de luz las traspasaban y caían de lleno en el suelo pantanoso. El aire se sentía pegajoso en el rostro.

A medida que avanzaba, una extraña sensación comenzó a embargar a Han Shuo. Sus instintos le indicaban la presencia de un extraño poder sobrenatural que inundaba todo este territorio, pero también intuía algo más, algo familiar. Era como si hubiese estado antes en este bosque u oído hablar al respecto.

Finalmente llegaron. Era un claro completamente despejado en medio de la maraña de árboles que había visto hasta el momento y sin embargo parecía repleto de energía viviente. En el centro se alzaba el que seguramente era el padre de todos los árboles que Han Shuo había visto hasta ahora, porque su tronco era tan grueso como una montaña y la visión de sus ramas entrelazadas se perdía de vista por su incomparable altura. Debió haber sido visible desde el principio, pero la neblina se concentraba a su alrededor como un torbellino fantástico que lo mantenía magistralmente oculto.

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Sobre las raíces de este gran árbol, tan gruesas como cinco o seis troncos, habían construido una especie de gran edificación de madera. Era la primera muestra de algo parecido a la arquitectura que Han Shuo veía y se notaba que pusieron un gran empeño en su construcción aunque tenía algunas incongruencias. Aparentemente lo levantaron directamente sobre el suelo, pero las raíces del árbol crecieron y terminaron por alzar la estructura varios metros por encima; por lo que los arquitectos (posiblemente trol) tuvieron que colocar troncos y cuerdas para mantenerla nivelada como una Casa del Árbol bastante impactante.

Han Shuo notó que había todo tipo de plantas misteriosas creciendo alrededor, repletas con flores o frutos desconocidas. También se dio cuenta de que los árboles que rodeaban el claro estaban inclinados, como si quisieran acercarse al centro sin llegar a lograrlo. Finalmente lo comprendió y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para contener la emoción que comenzaba a embargarlo.

“¡Es un Emplazamiento Extremo de Madera! ¡Jajá! ¡Eso lo explica! ¡No es extraño que las plantas se hayan desarrollado de un modo tan único!”

Todo a su alrededor era un terreno donde el elemento madera se había fusionado con abundante energía oscura de un modo muy intenso. Quizá no había un lugar en el mundo como este. Y es que aunque los Trol del Bosque adorasen tanto al dios saqueador Datara, las leyendas de sus orígenes afirmaban que habían nacido directamente de los árboles. Por tanto no era raro que tuviesen una afinidad natural con ese elemento.

-Este es santuario. Este es lugar más sagrado. Antepasados buscaron y buscaron por mucho tiempo hasta llegar a tierra sagrada. Después construyeron gran palacio aquí. Dentro gran estatua de piedra para Gran Datara, donde adoramos y damos tributos cada año para Gran Datara. Entonces pedimos permiso y ayuda. ¡Gran Datara nos guía para matar enemigos y reclamar tesoros!- El viejo Chaman se arrodilló en frente del templo de madera con actitud humilde y explicó pausadamente. Luego de unos momentos cayó en cuenta de que era inapropiado inclinarse ante el templo cuando su dios en persona estaba presente detrás de él, así que dio media vuelta todavía de rodillas para colocarse frente al Pequeño Esqueleto e hizo un gesto a los Guerreros Trol que actuaban de cargadores para que bajaran la litera.

En esos momentos Han Shuo ni le estaba prestando atención, en lugar de eso agradecía su buena fortuna y casi podía sentir que el Zombi Élite de Madera estaba al alcance de su mano. Se olvidó de seguir dando órdenes al Pequeño Esqueleto y cuando el viejo Chaman comenzó a realizar alabanzas en su nombre para invitarlo a bajar… este se quedó inmóvil e indiferente a todos sus ruegos.


El viejo Chamán asumió que había cometido algún error y unas gotas de sudor comenzaron a surcar su frente, entonces se volvió aún de rodillas frente a Han Shuo:

-Oh Adalid. ¿Por qué Gran Datara no baja de litera? ¿Hemos hecho algo mal?-

Esas palabras sacaron a Han Shuo de su ensueño, entonces giró la cabeza para ver a su criatura que yacía perezosamente en su anda, como si se hubiera dormido. Entonces dio una orden mental para despertarlo de inmediato y el Pequeño Esqueleto se levantó de un salto con las extremidades bien tensas, mirando a su alrededor o sacudiendo la daga de hueso en su mano.

-El divino Datara, señor de la muerte y el saqueo, estaba contemplando sus dominios. Los ruegos de un mortal como tú o yo le son indiferentes en este momento. Ahora desea examinar el interior de su templo. ¡Vamos, subamos de una vez!- Han Shuo le respondió muy seriamente al viejo Chamán, aunque por dentro sentía que se iba a partir de la risa.

El anciano asintió con temor sin atreverse a preguntar algo más, se puso de pie y comenzó a trepar por las raíces del gran árbol hasta llegar al templo de madera, luego dejó caer una escalera hecha con ramas entretejidas. Han Shuo se acercó para empezar a subir, pero en ese momento ocurrió algo completamente inesperado.

De repente, sin que su amo se lo ordenase, el Pequeño Esqueleto alzó la cabeza y saltó fuera de la litera con tanta fuerza que parecía estar volando. Las siete púas de su espalda aletearon mientras se movía a toda velocidad. Esto tomó a todos por sorpresa, incluyendo a Han Shuo.

En un dos por tres había escalado las raíces del árbol hasta llegar a la entrada templo antes que ningún otro. Sus pequeños pies vacilaron un instante en el umbral, pero de inmediato recuperó el aplomo, abrió la puerta e ingresó con paso decidido dejando sonidos tras de sí, como si estuviese moviéndose entre una gran cantidad de objetos.

-¡Datara, Datara!- El viejo Chaman empezó a gritar con una mirada completamente emocionada y se apresuró a ingresar al templo. Han Shuo lo siguió de cerca pero ninguno de los otros Trol se atrevió a entrar con ellos, ni siquiera los otros chamanes.

El interior del templo constaba de una sola habitación rectangular sostenida con columnas de madera tallada. No había ventanas, pero la estancia era iluminada por las llamas de una serie de braseros cuidadosamente habilitados que resplandecían con una intensidad antinatural. El humo y el calor salían por algún ingenio arquitectónico en el tejado, pero aun así el ambiente era mucho más cálido que el exterior. Han Shuo tuvo que cerrar los ojos y sintió que el sudor empapaba sus ropas. Cuando finalmente consiguió volver a mirar notó de inmediato que había una estatua de piedra al fondo de la habitación.

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Era un esqueleto cuidadosamente tallado para ser casi exactamente igual al dibujo que había visto en el antiguo pergamino de cuero del viejo Chaman, con la única excepción de que esta escultura portaba una enorme arma parecida a alguna clase de guadaña en la mano derecha. En la izquierda sujetaba un morral o saco abultado, que seguramente representaba el botín que la deidad maligna obtuvo durante sus interminables saqueos.

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Han Shuo finalmente sintió que sus ojos se recuperaban lo suficiente como para mirar el entorno con seguridad y entonces notó los tesoros. Primero las copas de oro, los platos o bandejas hechas de plata fina, los candelabros del más magnífico bronce pulido y cientos de otros tipos de ajuares dignos de reyes o príncipes, todos colocados sobre lujosas mesas; muchas de las cuales estaban decoradas con pan de oro o construidas con lujosas placas del mármol más fino. Luego notó los collares de plata con perlas engarzadas, las muñequeras decoradas con gemas exquisitamente talladas, guardapelos de oro sólido, las tiaras o coronas y tantas otras joyas que resplandecían como candiles en medio de otras riquezas. Después estaban los rubíes, esmeraldas, diamantes, amatistas y tantas otras piedras preciosas amontonadas en montículos e incluso engarzadas directamente en las paredes de madera del templo. Finalmente, como para culminar con el despliegue de riquezas, una enorme cantidad de monedas de oro y plata arrojadas directamente sobre el suelo hasta donde alcanzaba la vista. Todos estos tesoros eran los que provocaban el resplandor intenso que lo agobió, pues reflejaban las llamas de los braseros como espejos a la luz del sol.

Han Shuo respiró profundamente y cerró los ojos para luego volverlos a abrir. Repitió la acción unas dos veces hasta estar seguro de que lo que veía no era un espejismo producido por el calor. Actualmente no era una persona que no supiese algo sobre el valor de las joyas o que se dejara deslumbrar por los objetos resplandecientes para atribuirles un valor que realmente no tenían. Han Shuo sabía reconocer una diamante muy valioso de uno no tan valioso y ese conocimiento le decía que los tesoros ante sí eran absolutamente exquisitos e invaluables. Por eso necesitó apelar a todo su autocontrol para contener el arrebato emocional que pugnaba por salir de su interior y concentrarse en lo que estaba ocurriendo.

El Pequeño Esqueleto ya había llegado frente a la imagen del dios Datara. Ahora la estaba contemplando mientras movía la cabeza de un lado a otro, también hacía girar la daga de hueso sobre su palma y se pasaba la mano libre por la cabeza. De vez en cuando tocaba las alas desprovistas de plumas de la escultura y luego procedía a tocar sus propias púas, como si tuviera conciencia de la semejanza que había entre su apariencia con la de Datara y se sintiese desconcertado por ello. Pero ya que el Pequeño esqueleto apenas si tenía un tercio de la altura de esa escultura… la escena se veía un poco cómica.

***

 

 

El viejo Chamán y Han Shuo se quedaron mirando durante un largo rato al Pequeño Esqueleto sin saber qué hacer. Ahora estaba dando vueltas alrededor de la imagen del dios Datara con unos movimientos que cada vez parecían más humanos o al menos revelaban alguna especie de intención clara. El asombro de Han Shuo era tal que no quiso darle una orden mental para detenerlo y en su lugar puso toda su atención en observar a su criatura mientras trataba de deducir lo que estaba ocurriendo.

“¡Fascinante! Sabía que tenía inteligencia, pero me parece que está adquiriendo conocimiento de sí mismo y de su existencia. ¡Esto es conciencia! Eso quiere decir que este pequeño ya ha superado el instinto que limita a los simples animales y se está acercando cada vez más a los seres mágicos de alto nivel. ¿Y qué tanto puede llegar a crecer? ¿Ego? ¿Memoria? ¿Imaginación? ¿Lenguaje? ¿Creatividad? ¿Sentimientos? ¿Moralidad? ¿Fe? ¿Puede adquirir el resto de facultades que únicamente poseen los seres superiores como los humanos, las razas mágicas y los seres divinos? O quizá me equivoco y simplemente es un comportamiento aberrante, un fallo, un fracaso. Debería destruirlo, esa es la conclusión lógica: Destruirlo antes de que se convierta en algo peligroso que no pueda controlar o provoque un incidente devastador. Un mago demoníaco lo destruiría luego de diseccionarlo para estudiarlo, sé que Chu Can Lan lo haría. ¿Pero cómo podría hacerlo? ¡Es demasiado fascinante! ¡Demasiado único! Jajá y lo mejor es que ha venido de mí, incluso si fue por accidente. ¡Es mi criatura! Si debo pagar el precio en el futuro, pues sea. Pero no pienso perder a este pequeño por nada del mundo… ¡¿Y ahora que estará haciendo?!”

Han Shuo se encontraba cavilando cuando el Pequeño Esqueleto se detuvo de golpe justo en frente de la estatua del dios Datara. Sus vacías cuencas oculares estaban mirando fijamente el parche que cubría el ojo izquierdo de la estatua y luego alzó su mano para palpar su propio orificio izquierdo, como si estuviera preguntándose por qué él mismo no tenía un parche.

“Está… pensando. Ha mirado la estatua y luego obtuvo una conclusión. ¡Está cuestionando!” Han Shuo se llevó una mano a los labios para encubrir una sonrisa, pero en ese momento el Pequeño Esqueleto saltó a gran velocidad y extendió su mano hacia la cara de la estatua. Cuando aterrizó estaba sujetando firmemente el parche de Datara en la mano, pero las sorpresas apenas habían comenzado a revelarse.

Un extraño poder sobrenatural inundo la habitación de forma súbita. Han Shuo alzó la vista y concentró sus sentidos en localizar el origen, entonces vio una extraña gema de color púrpura en el ojo de la escultura que había estado oculto detrás del parche. Era tan redonda como una perla perfecta, pero su textura parecía similar a la del diamante y tenía el tamaño aproximado de un globo ocular humano.

La gema resplandecía sutilmente de forma intermitente, haciendo que la estatua de Datara se viera extrañamente viva. Esa falsa impresión se veía reforzada por el misterioso poder mágico que emanaba del interior de la joya. Hasta el estoico Han Shuo tuvo la ominosa sensación de que la deidad maligna había revivido de repente y ahora lo estaba contemplando con un ojo maligno.

-¡Oh! ¡Gran Datara develó Ojo del Demonio! ¡Gran Datara se ha manifestado!- El viejo Chamán mostró una expresión de júbilo casi frenética y prácticamente estampó su frente en el suelo por la fuerza con que se inclinó.

El Pequeño Esqueleto contempló la gema por unos instantes, luego desvió la mirada y comenzó a buscar algo a su alrededor. Entonces vio una mesita dorada que se encontraba cerca y fue corriendo hasta ella para arrastrarla rápidamente frente a la estatua del dios. Un solo salto le bastó para treparse sobre la mesa, después alzó su mano y se puso de puntillas para alcanzar el ojo izquierdo de la escultura de Datara.

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Todo había sucedido muy rápido. Han Shuo sintió un escalofrío cuando la pequeña mano huesuda aferró firmemente a la gema. Pensó en detenerlo, pero antes de que pudiese hacer nada, el Pequeño Esqueleto ya había colocado el Ojo del Demonio dentro de su propia cuenca ocular izquierda. El miedo embargó a Han Shuo, pues no sabía que poderes podría tener esa gema o si lastimaría a su criatura. Así que alzó su mano y avanzo decidido pensando en colocar una barrera mágica para protegerlo… cuando de repente su cerebro fue atacado por un dolor indescriptible.

Era como si alguien estuviese cincelándole el cerebro con una gran cuña. Antes había experimentado dolores terribles, pero este superaba con creces a todos ellos. Y lo más aterrador era que ni el Yuan Mágico ni ninguna de sus defensas mentales parecía poder hacer algo para detener su sufrimiento o mitigarlo.

Su cuerpo comenzó a sufrir espasmos y cayó al suelo de rodillas mientras gritaba como nunca antes lo había hecho. Tuvo que apelar a toda su fuerza de voluntad para resistir el impulso de matarse ahí mismo, luego consiguió abrir los ojos para mirar a su alrededor y vio que el Pequeño Esqueleto también estaba sufriendo. Sus manos huesudas sujetaban su cráneo mientras rodaba de un lado a otro de forma desesperada.

“¡Es la conexión!” Gritó Han Shuo en su interior al darse cuenta de lo que ocurría. “¡La conexión que compartimos como maestro invocador y criatura subordinada! ¡Esta cosa maldita está intentando poseernos! ¡Se está aprovechando nuestro enlace mental para dominar nuestras dos mentes al mismo tiempo! ¡Tengo que detenerlo!”

-¡Gran Datara! ¡Adalid! ¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué está mal?!- El viejo Chamán alzó la vista del suelo por los gritos y su expresión se llenó de terror al ver a su dios convulsionando.

-¡Sal del templo! ¡Ahora!- Gritó Han Shuo con una mirada terrible e iracunda. -¡El Gran Datara quiere que salgas de aquí! ¡Ya!-

Pero el viejo Chamán parecía paralizado de miedo e incertidumbre, por lo que no se atrevía a levantarse del suelo. Así que Han Shuo se volvió hacia él y le propinó una patada directamente en el rostro mientras rugía: -¡Dije que te largues! ¡Ahora mismo anciano! ¡Lárgate he dicho!-

El golpe sobresaltó al viejo Chamán, pero la mirada monstruosa de Han Shuo fue aún más efectiva. Con un salto frenético se puso de pie y luego corrió hasta salir del templo como si lo persiguiera la mismísima muerte. Sólo se detuvo cuando llegó junto a sus compañeros que lo esperaban a cierta distancia, entonces se quedó contemplando el gran árbol con miedo y asombro mientras esperaba algún auspicio o augurio que lo ayudase entender lo que estaba pasando.

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Mientras tanto Han Shuo volvió a caer de rodillas por el dolor, pero consiguió arrastrarse junto al Pequeño Esqueleto y se enroscó a su lado como un animal herido. Nunca había sentido tanto miedo e impotencia. Si esta extraña gema realmente le pertenecía a Datara, entonces esa energía no era realmente magia, sino alguna clase de poder divino que provenía directamente de un dios maligno. El poder de una deidad no era algo que los mortales pudieran entender y mucho menos soportar. Han Shuo no tenía ni siquiera una noción de qué podía hacer para salvarse. El dolor no lo dejaba pensar con claridad, pero trató de encontrar una solución desesperadamente.

-Este… Dolor…viene. ¡¿De dónde viene?!- Han Shuo comenzó murmurar su pensamientos para tratar de concentrarse. -El dolor viene de la cuenca ocular izquierda. ¡Eso quiere decir que no es una maldición, sino que es un poder emanando del objeto! ¡Sácatelo! ¡Ya!-

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Han Shuo le ordenó al Pequeño Esqueleto que arrancara la gema de su ojo y la arrojase lejos, pero resultó imposible. Tal vez la había colocado de un modo complicado o quizá la gema tenía un poder que la mantenía bien fija en su posición, pero todos los intentos del Pequeño Esqueleto eran inútiles. La gema no se movió sin importar cuan desesperadamente intentasen sacarla.

-¡Maldición!…- Rugió Han Shuo y trató de volver a circular su Yuan Mágico, luego quiso concentrar su Fuerza Mental para colocar una barrera, pero el dolor no le permitió hacerlo. Humano y esqueleto continuaron convulsionando en el suelo sin poder hacer nada. Fue entonces cuando un nuevo poder, desconocido hasta el momento, comenzó a manifestarse desde el parche que el Pequeño Esqueleto continuaba aferrando en su mano.

Han Shuo no lo notó al principio, pero el dolor estaba forzando su mente hasta el límite y su percepción se veía aumentada por momentos. Cuando detectó la anormalidad se sintió confundido e intrigado, pero no dejó que sus emociones lo detuvieran y reunió sus últimas fuerzas para ordenarle a su Pequeño Esqueleto que se colocara el parche en el ojo. Su criatura comenzó a luchar frenéticamente para cumplir con la orden y finalmente lo consiguió.

De pronto el terrible y misterioso poder que había estado intentado dominar sus cuerpos desapareció sin dejar rastro, como si nunca hubiese existido. Han Shuo se levantó con mucha dificultad, su cuerpo estaba tembloroso y cubierto de un sudor frío pero lentamente volvía a la normalidad.

El parche negro parecía bastante apropiado para la gran estatua del dios Datara, pero se veía bastante estrafalario en el Pequeño Esqueleto. Era tan grande que casi le cubría la mitad de la cara, haciéndolo parecer bastante cómico e incluso algo ridículo.

Finalmente Han Shuo consiguió recuperarse lo suficiente. Entonces ignoró todo lo demás y se concentró en darle una sola orden a su criatura:

-Jamás… te quites… ese parche. No importa cuándo o dónde estés. ¡Jamás te quites el parche!-

 

 

Great Demon King Libro 3 Capítulo 101 Novela Web

Que tal amigos, soy Acabcor de Perú, donde sólo una provincia tiene más de 300 bailes típicos. Así es, puedes bailar algo diferente cada día del año.

Mis queridos amigos lectores, este capítulo fue largo de traducir porque es uno de los más complicados de entender. Tuve que literalmente reescribir partes enteras para darle sentido a todo, pero creo que me ha quedado muy bien. Al menos a mí me ha gustado.

Por supuesto he agregado cosas… Ya saben cómo soy.

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Lamento la demora, pero el trabajo es terrible y la situación política se ve tenebrosa. Tuvimos huelgas, la censura (merecida) de todo un gabinete ministerial, terroristas tratando de instigar una revuelta y muchas cosas que simplemente me hacen casi imposible tener tiempo.

Quiero hablarles un poco del concepto de Augurio y Auspicio, que he utilizado en este capítulo y que más adelante utilizaré de nuevo para darle contexto a la obra. En la antigua Roma (soy fanático) se consultaba la voluntad de los dioses para tomar casi cualquier decisión importante. Un Augurio usualmente se realizaba interpretando un fenómeno natural (como un rayo, un eclipse, etc.) y si era negativo usualmente significaba que los dioses no querían que algo se hiciese de ningún modo. En cambio un Auspicio, que viene del latín “Avis” =Ave, se interpretaba usualmente viendo el vuelo de los pájaros y de ser negativo significaba que los dioses no querían que algo se hiciese “en ese mismo momento”. Pero al día siguiente podía volver a leerse el vuelo de las aves y ver si los auspicios eran positivos.

Entonces recuerden: Augurio = Futuro Definitivo. Auspicio = Futuro Inmediato.

Otra cosa que quiero aclarar es que la obra hace menciones al “Imperio Lancelot” usando vagos e impreciso términos en inglés. Pero yo he estudiado la historia de Inglaterra y la verdad sea dicha… es aburrida. Inglaterra sólo se pone interesante después de su revolución industrial, antes de eso no es tan relevante como otros pueblos antiguos en cuestiones culturales, hasta el punto de que su propia corte real prefería hablar en francés antes que en inglés. Por eso la mayoría de los términos que utilizo son directamente romanos, medieval español y medieval francés; que tienen mucho más material para componer escenarios fantásticos y me permiten llenar más fácilmente los agujeros argumentales. En cambio sí me remito al inglés para ciertas descripciones de criaturas fantásticas, específicamente al imaginario de Tolkien.

Nos vemos en el siguiente Capítulo.

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