Great Demon King

Libro 3: La Orden del Manto Oscuro

Capítulo 100: ¿El Doble de un Demonio?

 

 

-¡Datara! ¡Datara! ¡Datara! ¡Datara!…-

El estruendo de alabanzas se incrementó junto con las muestras de devoción, hasta que la totalidad del ejército Trol estuvo de rodillas como poseídos por un frenesí incontrolable.

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-¡¿Pero qué es esto?!- Preguntó uno de los enanos.

Los gritos de los Trol del Bosque fueron demasiado… peculiares. Naturalmente esto llamó la atención de los elfos y enanos quienes, a pesar de estar a mitad de su retirada, no pudieron evitar dar media vuelta para ver lo que ocurría. Cuando confirmaron que no los estaban persiguiendo decidieron regresar junto a Han Shuo, pero lo que se desarrollaba ante sus ojos superaba con creces a cualquiera de los escenarios que hubiesen imaginado.

-¡Datara! ¡Datara! ¡Datara! ¡Datara!…-

Los Trol continuaron con su adoración efervescente sin importarles la presencia de enanos y elfos. La suya ya era una conducta que rayaba en el paroxismo, pero nadie parecía ser capaz de comprender lo que ocurría. Entonces Eragon recordó algo y dijo:

-¡Creo que ya lo entiendo! Ese pequeño esqueleto alado se parece a la deidad maligna que adoran los Trol del Bosque, una especie de criatura pestilente que ama la violencia y el saqueo por encima de todo. Recuerdo que un Ancestral de mi pueblo mencionó algo al respecto… ¿Cómo era? ‘Datara es el dios muerto que rige la matanza, el saqueo y la violencia. Espera soñando en el abismo sin nombre hasta que llegue el día en que sus adoradores le entreguen el tributo justo. Entonces cubrirá el mundo con oscuridad absoluta, dará riqueza incalculable a sus elegidos y reinará con terror sobre los mortales sometidos…’ o algo así. No recuerdo el verso con exactitud, pero creo que ellos piensan que están viendo al dios Datara.-

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No muy lejos de ellos había un Chaman Trol tan anciano que parecía a punto de cerrar los ojos para expirar su último suspiro. Cuando Han Shuo le dio un rápido vistazo de inmediato pensó: “A ese viejo ya lo está llamando la tierra…” Pero para el asombro de todos, el anciano Chamán comenzó a arrastrarse de rodillas por el suelo con una velocidad casi vertiginosa hasta llegar en frente del Pequeño Esqueleto. Entonces se puso a recitar varias cosas ininteligibles en el extraño idioma de los Trol que debían ser parte de un ceremonial religioso, a juzgar por el tono solemne que empleaba.

Por su parte el Pequeño Esqueleto se limitó a permanecer de pie casi sin moverse, aunque de vez en cuando pasaba una de sus manos sobre su calavera reluciente, como si quisiera dar a entender que la situación lo estaba confundiendo. Finalmente, entre el Chaman que le hablaba cosas en un idioma extraño, el ejército de adoradores y la falta de conflicto; el Pequeño Esqueleto pareció incapaz de permanecer quieto y volvió el rostro hacia su amo para pedirle órdenes.

“Muy bien creo que esto es el colmo. Demasiadas cosas han pasado en un tiempo muy corto. Pero supongo que simplemente es uno de esos días llenos de rarezas, así que mejor lo asimilo de una vez.” Pensó Han Shuo. “Por ahora hay concentrarse en sobrevivir. Si lo que dice Eragon es cierto (y a juzgar por este despliegue de alabanzas debe ser el caso) algo muy conveniente acaba de ocurrir. Los Trol creen que mi esqueleto es un dios maligno e incluso su Chaman más viejo parece estar esperando algo, pero lo realmente importante es que gracias a esto parecen haberse olvidado de saquear el pueblo de mis amigos. ¿Cómo no aprovecharme de la situación? Necesito pensar en una forma de usar esto en mi favor, pero… ”

-Amigo Han, ¿Qué hacemos ahora? ¿Debemos huir?- Un enano susurró esa pregunta mientras luchaba por sobreponerse a la confusión.

Han Shuo estaba pensando a toda velocidad para encontrar una solución hasta el punto en que la cabeza comenzó a dolerle por el estrés. Había algo que podía intentar, pero era muy peligroso y no sabía si su idea ayudaría o terminaría por empeorar las cosas. Pero al final recordó su lema favorito la‘fortuna favorece al osado…’ y susurró:

-Voy a tratar de alargar esta situación lo más que pueda, tal vez incluso consiga que estos locos se alejen un poco de aquí. Ustedes dejen el valle de inmediato y reúnanse con el Patriarca Calvin, luego busquen un lugar seguro para refugiarse. Creo que podré encontrarlos cuando termine aquí.-

-¡Pero estarás en peligro! ¿No sería mejor retirarnos juntos mientras están distraídos?- El enano parecía bastante incómodo por dejar a un amigo atrás y habló un poco a regañadientes.

Han Shuo noto que tanto enanos como elfos lo estaban mirando expectantes, así que habló muy despacio para tranquilizarlos y convencerlos:

-Lo haría… pero entonces perderíamos un tiempo precioso. Antes quería pelear para conseguirnos unos minutos, ahora podría obtener unas cuantas horas. Y ustedes tendrían tiempo de recoger las raciones de comida que les traje, las que por suerte siguen bien empaquetadas. Aprovechen esto para salir con más calma y no teman por mí, porque aún tengo unos cuantos trucos para escaparme de esto con vida. Eragon… creo que también conviene que tus elfos se retiren ahora. No sé cuánto tiempo podré mantener esta farsa y si ellos llegan a descubrir que mi esqueleto no es su divino Datara, probablemente no se lo tomaran bien. Entonces tendré que huir a toda velocidad sin mirar atrás.-

Eragon lo pensó por un momento y asintió:


-Tienes razón, será muy peligroso si nos quedamos. De cualquier modo es más importante informar a nuestros Ancestrales primero, así que nos retiraremos de inmediato.- Después de decir eso se volvió hacia al grupo de elfos y les hizo un gesto para que lo siguieran, pero antes de irse miró Han Shuo una última vez y dijo: -Los hombres saben pelear, voy a reconocer eso. Que la diosa de la guerra te acompañe en este día.-

Los elfos se marcharon rápidamente. Los enanos fueron más reticentes, pero al final pudo convencerlos de retirarse. Han Shuo hizo que uno de sus Demonios Originales los acompañara mientras abandonaban el valle para tener una idea de su futura ubicación y confirmar que estaban a salvo. Tiempo después los vería adentrarse en una grieta disimulada entre las rocas, por la que discurría un pequeño arrollo que provenía de las montañas. Ahí se formaba un pasaje lo bastante ancho para que los enanos caminaran en dos filas.

-¡¿Quién entre ustedes conoce la Lengua Común de los Hombres?!- Han Shuo se adelantó lentamente con una actitud segura y confiada hasta quedar de pie al lado del Pequeño Esqueleto.

El Chamán anciano interrumpió sus misteriosos pregones y alzó la mirada confundido. Parecía que se había olvidado por completo de todo lo relacionado con el combate hasta el punto en que tenía problemas para recordar a Han Shuo o el motivo de su presencia. Finalmente recobró la conciencia y habló usando la lengua común de un modo algo rudimentario:

-¿Quién eres, humano ladino? ¿Por qué caminas junto al poderoso Datara?-

-E… ¿De modo que no dudas estar en presencia de tu dios?- Han Shuo hablaba con un tono muy serio y pausado para mantener las apariencias, aunque por dentro estaba luchando con las ganas de reírse o escapar a toda velocidad.

La cara del viejo Chaman ya era bastante desagradable por naturaleza. Tenía un color verde espantoso, piel seca y llena de pliegues extraños como la corteza de un árbol, los mismos que cubrían todo su cuerpo encorvado. Además los años le habían dejado su marca, pues lucia como si hubiese sufrido la inclemencia de la lluvia y el viento desde los orígenes del tiempo. Ese rostro terrible se deformó aún más cuando su expresión se llenó de desprecio al mismo tiempo que proclamaba con vehemencia:

-¡Por supuesto que no dudo! ¡No equivocado! ¡Tengo muchos años, mucho tiempo! ¡Este es poderoso! ¡Este es invencible! ¡Este es Datara en la tierra! ¡Este es Datara!… ¡Mira! ¡Mira!-

Mientras respondía exaltado, el viejo Chamán sacó un rollo de cuero muy antiguo y aparentemente valioso. Lo puso en el suelo para extenderlo con todo el cuidado del que era capaz a pesar de que sus manos temblaban por la emoción. Los márgenes estaban pintados con inscripciones onduladas y misteriosas en el extraño lenguaje de los trol que eran muy difíciles de distinguir, pero en el centro destacaba el dibujo de un enorme esqueleto negro con alas en la espalda. Los huesos de esta deidad eran de un color blanco puro pero sus alas estaban completamente desprovistas de plumas, lo que seguramente era el principal motivo de la confusión. Cuando Han Shuo miró disimuladamente a su Pequeño Esqueleto, vio cierta semejanza.

Han Shuo volvió a examinar el dibujo. Rápidamente notó que el dios de los Trol parecía estar parado sobre una montaña, pero no una cualquiera, sino que era una acumulación aparentemente innumerable de tesoros. No había forma de saber quién fue el artista que lo dibujó, pero debió tratarse de alguien muy talentoso para los detalles porque Han Shuo pudo reconocer con claridad el oro, distintos tipos de plata y varias joyas que parecían bastante valiosas.

Entonces creyó ver algo curioso en el cráneo de la deidad y lo examinó con cuidado. Se dio cuenda de que los ojos del dios eran diferentes: uno de ellos era la vacía cuenca ocular que cualquier calavera tendría, pero el segundo estaba cubierto con un parche negro por algún motivo misterioso.

“No sé la historia de este dios, pero con ese parche… Jeje… ¡Parece un estereotipo de pirata!”

-¡¿Has visto?! ¡¿Has visto?! ¡Este sólo poder ser Datara el poderoso! ¡Este es! ¡No equivocado! ¡Datara ha venido! ¡Datara tomará mundo! ¡Datara reinará sobre tribu! ¡Datara nos llevará a donde hay mucho oro y joyas! ¡Donde nunca moriremos de hambre! ¡Haremos guerra a los humanos ladinos y tomaremos sus tierras fértiles para nosotros! ¡Tendremos oro!…- El viejo Chamán estaba hablando con un tono cada vez más frenético y comenzó a gritar sin darse cuenta.

“Bueno, ya lo he confirmado. Tengo que admitir que, aparte del color o el tamaño, realmente son muy parecidos. Pero por lo que escucho, el tal Datara es todo un demonio saqueador. ¿Y por qué será un dios muerto? Claro, yo nunca fui bueno en mitología y esas cosas. Pero es una suerte que sus fieles no sean muy inteligentes o se habrían dado cuenta de los detalles. Quien diría que una raza de ladrones podría ser tan poco avispada para estas cosas, si fueran un poco más… ¿Mmm? Ahora que lo pienso son MUY ingenuos. Quizá… ALGUIEN debería tomar ventaja de esto.” Han Shuo estaba bastante impactado por la inesperada situación, pero una idea repentina llegó a su mente mientras consideraba su siguiente paso y el rastro de una perversa sonrisa comenzó a insinuarse en sus labios.

El Pequeño Esqueleto seguía parado sin moverse demasiado, pero entonces sintió una orden mental de su amo. De inmediato agitó su daga con presteza a la vez que alzaba su mano vacía lentamente y con la palma extendida, para indicar a los Trol que se deseaba que se levantasen.

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-¡Oh! ¡Datara escuchó a fieles seguidores! ¡Nuestras oraciones serán respondidas!- El viejo Chamán no cabía en sí por la emoción que sentía. Sus pies temblaban y sus manos se sacudían, luego se puso a decir cosas en el extraño lenguaje trol.

El resto de los Trol gritó en respuesta con emoción y algarabía a la vez que se levantaban del suelo. Después comenzaron a quitarse los sacos que llevaban atados en el cinto, los mismos que usualmente usaban para guardar los tesoros robados durante sus incursiones, y comenzaron a sacudirlos con fuerza como si estuviesen saludando. Parecía algún tipo de ritual primitivo.

El Pequeño Esqueleto esperó hasta que todos los Trol se calmaron un poco. Luego volvió a alzar su mano izquierda pero esta vez para señalar a Han Shuo. Por último dobló el brazo para señalarse así mismo.

-El divino Datara quiere que yo sea su interlocutor.- Dijo Han Shuo con un tono arrogante e incorporándose con orgullo. El Pequeño Esqueleto asintió oportunamente en ese momento, como si estuviese corroborando la historia, aunque todo lo hacía siguiendo órdenes.

-¿Qué ser interlocutor?- Preguntó el viejo Chamán confundido.

“Mierda.” Pensó Han Shuo un instante y luego dijo:

-He sido elegido para ser su avatar.-

-¿Avatar? ¿Qué ser eso?-

“¿Tampoco conoce esa palabra? ¡Ahh, pero que imbécil! Bueno, quizá ese concepto no existe en este mundo.”

– Su embajador. Su heraldo. Su representante. Quien dice su voluntad… ¡El que habla por él!-

-¿Su Adalid?- Pregunto por último el viejo Chaman con una expresión confusa.

-¡Exacto! ¡Dices bien, anciano! ¡El divino Datara quiere que yo sea su Adalid y te comunique su voluntad!- Han Shuo le respondió con una sonrisa, pues en verdad estuvo cerca de perder la paciencia.

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-¡¿Qué?! ¡¿Por qué elegirías a un asqueroso y ladino humano como tu Adalid, glorioso Datara?!- Pregunto el viejo Chamán confundido. Era evidente que no podía aceptar esa posibilidad y miraba al Pequeño Esqueleto con intensidad en busca de una explicación.

“Este viejo olvida palabras cada dos por tres, pero cuando se trata de insultar a los humanos sí que se acuerda de todas” Pensó Han Shuo con ironía, pero tal actitud no lo sorprendía demasiado. En cambio ya se había preparado para esa eventualidad y dio las órdenes a su esqueleto.

Antes de que el Viejo Chaman pudiese pronunciar una palabra de más, la daga de hueso se encontraba bien cerca de su cuello. El Pequeño Esqueleto se había movido a una velocidad pasmosa y ahora estaba parado de puntillas para tratar de parecer lo más alto posible, sus dos cuencas oculares vacías contemplaban directamente al viejo Chamán mientras abría la boca para castañear los dientes con furia.

Han Shuo se adelantó de inmediato con un gesto dramáticamente exagerado y prácticamente gritó:

-¡¿Cómo te has atrevido a cuestionar la voluntad del dios muerto?! ¡Qué osadía! ¡Que descaro! ¡Que tremenda desfachatez! ¡Has invocado al trueno! ¡¿No sabes que no debes interrogar a los dioses, viejo Chaman?!-

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En cuanto terminó de decir estas palabras, el cielo se oscureció de repente mientras un frió terrible a la vez que repugnante comenzó a apoderarse de los corazones de todos los Trol del Boque. El viejo Chamán sintió que el alma escapaba de su cuerpo por el terror y perdió toda la fuerza que le quedaba. De inmediato cayó al suelo y comenzó gesticular desesperadamente en su idioma mientras alzaba las manos, pero la oscuridad no desaparecía. Entonces gritó en la lengua común:

-¡No quise ofender al glorioso! ¡Perdone a este tonto insensato! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Adalid! ¡Adalid! ¡Hable por nosotros, Adalid! ¡Piedad!-

Todo el ejército Trol estaba encogido de miedo sin saber qué hacer. Han Shuo se movió con parsimonia hasta llegar junto al viejo Chaman, se arrodilló junto a su lado y le sujeto el hombro mientras hablaba con vehemencia para que todos lo escucharan:

-¡Se paciente y obedece! A pesar de lo que yo quiera, si el dios muerto su terrible brazo extiende… No me resta más que encogerme, incapaz de defenderte.- En este punto se levantó y pasó su mirada sobre el resto de los Trol: -¿Y quién osaría acudir en tu ayuda o alzar la mano contra el poderío del gran Datara?-

“Debí dedicarme a la actuación. ¡Habría hecho una fortuna!” Pensó Han Shuo para sí mismo. Y la verdad era que todo el espectáculo le había salido muy bien. Lo que dijo era un parafraseo de una antigua obra de teatro que escuchó alguna vez e incluso imitó un poco los gestos dramáticos del narrador para crear más impacto. El Pequeño Esqueleto complementó el acto alzando su mano cuando era necesario o haciendo girar su daga en modo atemorizante. En cuanto a la oscuridad y el ambiente frío, se trataba de una aplicación muy leve e incompleta de Dominio Necromántico que había practicado. En la actualidad apenas podía oscurecer un poco el ambiente a su alrededor y causar una sensación algo escalofriante, pero alcanzaba para lograr el efecto ominoso que necesitaba. El elemento crucial fue la naturaleza impresionable de los Trol en ese momento, pues el miedo hizo que magnificaran esa suma sucesos en su mente, volviéndolos mucho más aterradores de lo que realmente eran.

Ningún Trol se atrevió a moverse o trató de defender al anciano, pues estaban paralizados por el miedo a que la ira divina cayera sobre ellos. El viejo Chamán temblaba en el suelo como si estuviese por sufrir un ataque de pánico. Finalmente no pudo soportarlo más y comenzó a echarse tierra sobre la cabeza sin parar, mientras gritaba:

-¡Nunca más! ¡Nuca más dudaré! ¡Nunca más preguntaré! ¡Oh poderoso Datara, perdona a este estúpido siervo! ¡No te lleves nuestros tesoros! ¡No nos dejes sin nada! ¡Yo suplicar! ¡Yo suplicar!-

Han Shuo se volvió hacia él con una sonrisa y esto coincidió con el momento exacto en que el efecto de su encantamiento incompleto desaparecía. Entonces dijo:

-¡Levántate viejo Chaman y llénate de regocijo! ¡Tus humildes súplicas han aplacado la ira del gran Datara! Por ahora te ha perdonado, pero nunca más debes cuestionar la voluntad de los dioses. ¿Has entendido?-

-¡Si, Adalid!- Respondió el viejo Chamán aterrorizado, sin atreverse a levantar por completo la cara del suelo: -¿El Gran Datara y su Adalid venir con nosotros? Honrarían tribu con presencia. Tenemos ofrendas, ¡queremos ofrecer tributo!-

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-¿Qué hay de los enanos? ¿Acaso piensas saquear sus casas primero?- Han Shuo comenzó a preguntar con un tono indiferente, mientras buscaba una forma de manipularlos para que abandonaran el lugar sin destruir el pueblo. Pero al final no tuvo la necesidad, porque el Viejo Chamán sacudió la cabeza de inmediato.

-Nosotros no venir aquí por eso. Los enanos son molestos pero solo pequeño pueblo, no es amenaza. No necesario reunir a nuestros mejores guerreros por ellos. Tribu Trol escuchó rumores. Rumores del gran Datara. “Nuestro dios ha venido, lo vieron”, nos dijeron antes. Así que salimos varias veces con muchos ejércitos para encontrarlo y pedirle que viniera a tierra sagrada. Buscamos y buscamos, también aplastamos elfos, hombres y enanos mientras buscamos. ¡Y finalmente encontramos hoy! ¡Oh, Gran Datara!-

-¿Tierra Sagrada, has dicho? ¿A qué te refieres?- Preguntó Han Shuo, sorprendido.

-Un palacio que tribu construyó para dios más grande. Dicen antiguos sabios trol que en ese lugar fue donde Gran Datara apareció por primera vez. Ahí construimos gran palacio ¡un gran palacio! Luego llenamos de tesoros para Gran Datara ¡Los tesoros de Gran Datara!- El viejo Chamán parecía bastante impaciente por tener que explicarle estas cosas a Han Shuo y no dejaba de mirarlo con un poco de repugnancia. Pero no se atrevió a “desafiar las órdenes” del Pequeño Esqueleto.

“¿Gran Palacio y con tesoros, ha dicho? Debe ser el mejor botín de sus saqueos y robos. ¡ALGUIEN DEFINITIVAMENTE DEBERÍA APROVECHARSE DE ESTO!” Pensó Han Shuo con alegría mientras luchaba con todas sus fuerzas para mantener su expresión solemne. Se volvió hacia el Pequeño Esqueleto fingiendo que escuchaba alguna instrucción divina y luego dijo:

-Datara el Grande dice: ¡Yo Datara, el dios difunto, oscuro señor del mundo, amo del saqueo y la guerra te doy permiso para guiarme a mi palacio junto con mi Adalid y entregarme mis tesoros!-

El viejo Chamán no dijo mucho e hizo un gesto con la mano. El Trol del Bosque más fornido entre todos, que había estado comandando el ejército, se separó del grupo y comenzó a acercarse lentamente hacia el Pequeño Esqueleto con una actitud muy humilde. Se detuvo un poco antes de llegar junto al Han Shuo o el viejo Chamán y se volvió para empezar a gritar órdenes en su extraño idioma. Poco después el ejército trol comenzó a moverse para recoger sus armas, muertos o heridos. Luego dieron media vuelta de un modo muy disciplinado y comenzaron a marchar fuera del Pueblo Enano para dirigirse hacia el interior del Bosque Oscuro con gran fanfarria.

Ocho Guerreros Trol se separaron del resto y fueron corriendo hacia un puesto de suministros improvisado. Poco después regresaron cargando una gran litera de madera negra con adornos de plata bien pulida y brillantes joyas incrustadas. La habían decorado con telas finas y el interior contaba con un colchón de plumas muy pequeñas y blandas.

Los ocho trol se arrodillaron con mucha humildad para ofrecer sus respetos. Serían los cargadores que trasportarían el anda del glorioso Datara y parecían muy felices por el honor. Era obvio que se habían preparado de antemano, ya que sus movimientos eran fluidos y demostraban experiencia.

Han Shuo le ordenó al Pequeño Esqueleto subir lentamente y le pidió que se quedara quieto con la cabeza en alto como un gran señor, aunque de vez en cuando debía moverse para aparentar. En cuanto estuvo sentado, los ocho troles se alzaron con la litera sobre sus hombros y comenzaron a marchar a paso regular, cuidando de no balancear el asiento en lo más mínimo.

Como Adalid, Han Shuo no podía disfrutar de esa comodidad, pero tendría el “honor” de poder marchar en el puesto de más importante a la derecha del dios junto con el viejo Chamán, mientras que el General Trol se posicionaba a la izquierda.

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***

 

 

Las horas pasaron y el ejército Trol avanzaba con paso seguro a través del Bosque Oscuro. En medio de las columnas estaban los cargadores con la litera que llevaba al Pequeño Esqueleto, bien protegida contra cualquier amenaza. De vez en cuando el general Trol gritaba algo que sonaba bastante marcial en su extraño idioma y todas las tropas coreaban al unísono en respuesta.

Durante la marcha se toparon con distintos tipos de criaturas mágicas, pero ninguna de ellas fue lo bastante valiente como para molestar a un ejército entero de los Trol del Bosque. Incluso las bestias más feroces entre las que habitaban ese territorio desestimaron hacer un ataque contra un grupo tan unido y disciplinado, en cambio prefirieron mantenerse a una distancia prudencial de estos villanos conocidos por su codicia y su amor por el saqueo indiscriminado.

Los Trol del Bosque eran odiados por casi todas las criaturas, en especial los elfos. Ambos pueblos se habían enfrentado innumerables veces por la supremacía en el territorio sin que ninguno resultase claramente victorioso. Los elfos poseían poder y sabiduría, los trol los números y su notable malicia.

Los Hombres de varias naciones también intentaron distintas incursiones militares específicamente contra ellos, con la esperanza de exterminarlos o al menos disuadirlos de atacar las caravanas humanas. El primer objetivo lo frustró la peligrosa e impredecible naturaleza del propio Bosque Oscuro que impedía que las legiones, mas acostumbradas a pelear en terrenos abiertos y llanos, pudiesen desplegar todo su poderío. Miles murieron en vano, pues el segundo objetivo siempre se demostró imposible debido al carácter incurablemente sanguinario y codicioso de esta miserable raza de ladrones, que preferían morir mil veces antes de dejar su forma de vida como saqueadores.

Al final repúblicas, reinos e imperios tuvieron que contentarse con enviar a grupos nutridos de aventureros cada cierto tiempo para reducir su número y proteger sus caravanas con mercenarios especializados. También se llegó a una especie de acuerdo tácito de no enemistarse con los elfos dentro de lo posible, aplicando el refrán militar: “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”

Tal era la nefasta reputación de los Trol del Bosque y hasta las criaturas más primitivas habían aprendido a temerles. Muy pocos eran los que se atrevían a enfrentarse directamente con ellos en los terrenos próximos a las afueras del Bosque Oscuro e incluso grupos poderosos como los aventureros que buscaban tesoros en lo profundo de la espesura o los mercenarios que protegían las caravanas de comercio se mantenían en guardia contra ellos, porque sabían que un solo descuido era suficiente para que estos infames ladrones cayeran sobre ellos y los mataran a todos.


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Pero el terror que inspiraban únicamente se limitaba al borde exterior del Bosque. Cuanto más profundo llegaba uno aumentaba el peligro, pues en el interior habitaban seres tan antiguos y poderosos que no tenían necesidad de temerle a nadie. Y esto pronto fue evidente para Han Shuo.

Conforme avanzaban, notó que la actitud de los troles cambiaba poco a poco hasta pasar de una algarabía guerrera a una actitud muy cautelosa. Finalmente el ejército entero comenzó a marchar en silencio como si un miedo mortal los obligase a pasar desapercibidos.

Este extraño cambio en el comportamiento del ejército intrigó mucho a Han Shuo, por lo que a la primera oportunidad se volvió hacia el viejo Chamán para preguntarle:

-¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué avanzamos en silencio?-

El anciano dio un rápido vistazo a su alrededor antes de responder:

-Nos acercamos a… ¿Espacio? ¿Terreno? Gran lugar medio entre profundidad y afueras del Bosque Oscuro. Ahí vivimos, pero también monstruos poderosos y varias tribus peligrosas. También los ladinos humanos que atreverse a venir hasta aquí son más fuertes que mayoría. Difíciles de matar. Habrá problemas si nos encontramos cualquiera, así que mejor no hacer ruido.-

En ese mismo momento se escuchó un terrible estruendo a lo lejos. Han Shuo agudizó la mirada y vio a un enorme gigante espantoso, cuyo cuerpo ligeramente antropomorfo parecía hecho completamente con rocas de color blanco. Con una sola de sus terribles manos había arrancado de raíz el árbol más grande de la zona para luego cargarlo sobre su hombro. Después se alejó caminando muy despacio hacia una cordillera. Un instante después oyeron un chillido grave que parecía provenir de otro mundo y el cielo se oscureció cuando una criatura bloqueó la luz del sol al pasar sobre ellos volando a gran velocidad. Era tan rápida que incluso Han Shuo tuvo problemas para distinguirla, pero en la sombra que proyectó sobre el suelo podían distinguirse claramente dos cabezas con largos cuellos delgados.

-El grande cubierto de polvo blanco es Gigante Montañoso. Normalmente tranquilo, no molesta si no le molestas, no gusta de pelear. Pero si enojas… desastre. No duerme, no come, solo persigue hasta matarte. El gran volador es Dragón con dos cabezas. Escupe veneno y difícil matarlo, pero más débil que gigante.- Le explicó el viejo Chamán al ver el asombro en su mirada.

“No sé nada del Gigante, pero al Dragón Bicéfalo si lo conozco. En realidad no es un verdadero dragón, sino una sub-especie y se le considera una Criatura Mágica de Nivel 2. Pero es bastante peligroso enfrentarlo por el ataque combinado de su dos cabezas que arrojan un aliento venenoso y muy pocos elegirían cazarlo.” Pensó Han Shuo asombrado y suspiró. “¡Ahora entiendo porque los Trol sólo se atreven a actuar con osadía en las afueras del Bosque Oscuro!”

 

 

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Que tal amigos, soy Acabcor de Perú, donde ciudades ancestrales emergieron del mismísimo barro para convertirse en poderosos y tiránicos imperios.

Mis amigos, disculpen el largo silencio pero he tenido una terrible semana en donde casi no dormido más de 3 horas por día. Además me pasaron terribles tribulaciones que ni siquiera quiero detallar, pero involucran un proyecto en el que estuve trabajando durante meses y un mono (literalmente un mono, creo que una subespecie de capuchino) que de alguna extraña manera logró llegar a mi residencia en medio del Desierto del Pacifico sólo para arruinarme la existencia.

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Creo que nunca en toda mi vida había querido matar tanto a un animal hasta ahora, pero al final se me privó de mi justa venganza. No me sentía así desde que jugué Dark Souls por primera vez.

En fin, este capítulo… Creo que mi serie favorita en toda la historia es Roma de HBO, se las recomiendo a todos. Eso sí ¡no es apta para menores de edad! ¡Se recomienda discreción! (con eso me aseguro de que todo el mundo la vea). Pero después esto otra famosa que les recomiendo a todos y que seguramente sus padres disfrutaron: ¡Yo, Claudio!

Esa antigua serie basada en una novela histórica tiene muy buenos diálogos y muchos de ellos siempre rondan por mi memoria hasta el día de hoy. Una escena en particular que me ayudó a reproducir mejor los diálogos de Han Shuo con los Troles del Bosque. Por supuesto que la “obra de teatro” parafraseada es en realidad un pasaje poco conocido de la Ilíada de Homero, pero la forma de aplicarlo es usada magistralmente en Yo Claudio y me pareció que quedaba bien aquí. Un parafraseo de un parafraseo.

El resto de cambios son totalmente propios y únicamente sirven para darle un mejor contexto a la historia que estaba francamente un poco sosa en esta parte. Ustedes seguramente han leído el original en inglés o las otras traducciones y podrán ser jueces del resultado final.

Nos vemos en el siguiente capítulo. ¡Y ya llegamos al número 100, gracias por su apoyo!

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