Goblin Slayer

Volumen 7

Capítulo 7: Limpiar la Sangre

Parte 1

 

 

Con un suave chirrido, el ascensor llevó a los aventureros más y más arriba.

Sin saber si se estaban moviendo lenta o rápidamente, el grupo se encontraba abrumado por la sensación de ser empujados hacia el piso. Intentaban caber donde pudieran dentro del pequeño compartimiento, de pie con el equipo listo y con miradas nerviosas en sus caras. No había garantía alguna de que los goblins no lanzaran un ataque repentino justo aquí en el elevador.


“¿Jum…?” De pronto la Alta Elfa Arquera empezó a emitir sonidos de preocupación, “¿Jumm?” y “¿Jumm?”, y puso una mano en su oreja. Se sacudió inquietamente, y una expresión de intranquilidad apareció en su rostro.

“… ¿Qué es? ¿Escuchaste los pasos de algún goblin?” preguntó el Chamán Enano.

“¡Jumm, no… Ahh, ¡aaah…!” Ella ni siquiera le respondió, pero continuó sacudiendo sus orejas irritadamente.

“Bébelo,” dijo Goblin Slayer, sin apartar la mirada mientras inspeccionaba sus artículos en una esquina del ascensor.

La Alta Elfa Arquera le dio una mirada desconcertada. “¿Qué dijiste?”

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“Aliviara tus orejas.”

¿Podría él estar en lo cierto? La Alta Elfa Arquera no estaba segura, pero asintió y lo probó.

“…Huh, es cierto.” Ella sonrió y movió las orejas de arriba a abajo, ahora libres de presión.

La Sacerdotisa, que estaba mirando, también bebió, luego parpadeó de asombro. “¡Wow! Esto en verdad funciona.”

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“Esta fortaleza realmente parecía ser bastante alta,” dijo el Sacerdote Lagarto, colocando una mano en la pared del ascensor como si estuviera comprobando su posición. Apenas servía para poder ubicar su lugar en la fortaleza, pero si sentían molestias en los oídos, eso les decía algo de por sí.

“Es evidencia de que estamos subiendo a salvo,” dijo, “y eso está bien.”

“Pero…” la Sacerdotisa puso su delgado dedo en sus labios. “¿Qué pasaría si se detuviera…?”

“En eso caso abriríamos las puertas y treparíamos a uno de los pasajes,” dijo Goblin Slayer firmemente. Ellos estaban a mucha más altura que antes; no debería ser tan difícil ahora.

La Sacerdotisa y la Alta Elfa Arquera intercambiaron miradas ante esta característica respuesta sin vacilar y sonrieron.

“Necesito tomar prestada tu cuerda.”

“Oh, aquí tienes,” dijo la Sacerdotisa, asintiendo y entregándole la cuerda. “Siento que el kit del aventurero nos ha sido útil esta vez.”

“No bromean cuando dicen que nunca salgas de casa sin él,” dijo el Chamán Enano riéndose; la Sacerdotisa sonrió y asintió. “¡Uh-eh!”

Y con eso, la conversación terminó. El chirrido del ascensor resonó, mezclándose con el torrente de agua desde muy por debajo de sus pies. Por un largo rato, nadie habló, pero cada quien imaginó lo que pronto tendrían que enfrentar.

“…Lo siento.” Las cortas y tranquilas palabras parecían salir de la Alta Elfa Arquera. Se movió cuando sintió que la mirada del grupo se centró en ella. “Y gracias, quiero decir… a todos ustedes.”

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Ella se sonrojó un poco, sonrió tímidamente. Tal vez le avergonzaba agradecerles así cara a cara.

“Los invite aquí por la boda de mi hermana, y… Bueno, ahora estamos aquí.”

“Ahh, ¿y qué con eso?” respondió el Chamán Enano sin detenerse un momento. Él rebuscó intencionadamente en su bolso de catalizadores, sin mirar a la Alta Elfa Arquera mientras hablaba. “Creo que me gusta que los elfos estén en deuda conmigo. Además, somos… Ya sabes.” Se jaló la barba y finalmente logró decir la palabra. “Amigos.”

“Oh…”

El Sacerdote Lagarto se rió levemente cuando vio los ojos de la Alta Elfa Arquera abrirse; él asintió con una expresión seria. “Nosotros siempre confiamos en ti, señorita guardabosques.” Él giró los ojos con un gesto lleno de humor. “Ciertamente, esto es lo menos que podemos hacer.”

“Y, uh,” la Sacerdotisa aplaudió despacio, con una suave sonrisa en su cara. “Goblin Slayer se habría metido en esta misión de todos modos, desde el momento en que escuchara la palabra goblins.”

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“¿Jum?” el armado aventurero gruñó, pero la Sacerdotisa le dio una sonrisa despreocupada y le preguntó, “¿Estoy equivocada?”

“…No,” dijo él, sacudiendo lentamente su casco de apariencia barata. “Debemos matar a todos los goblins.”


“…Santo cielo,” dijo la Alta Elfa Arquera, dejando caer sus hombros mientras suspiraba. Una sonrisa se formó en su cara. “Solo ha pasado un año más o menos. ¿Quién diría que nos volveríamos tan cercanos tan rápido?”

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“Bueno, ojalá sigas pensando en nosotros dentro de 100 años.”

“Enano tonto,” dijo la Alta Elfa Arquera con una pequeña risa. Ella apuntó con su largo y delgado dedo, dibujando un círculo en el aire. “Por supuesto que no los olvidaré.”

Así es. Ella se dio una palmada en sus mejillas. Luego levantó su arco, revisando la cuerda; sacó una flecha con punta de capullo de su carcaj y la alistó. Alzó su mirada hacia el techo, y moviendo sus orejas, su rostro se puso serio. “Escucho viento. Pasos. Parloteos. Probablemente sean del techo o de algún pasaje. Hay muchos de ellos.”

“Me gustaría simplemente cortarlos a todos.” Goblin Slayer sacó su espada, girando lentamente su muñeca antes de ponerse en posición de lucha. “¿Qué piensas?”

“Creo que es el momento para lo que podrías llamar una maniobra clásica” dijo el Sacerdote Lagarto con un guiño. Luego asintió y propuso una estrategia. “Tengo una sugerencia. Mi señor Goblin Slayer, usted estará en el frente, con el maestro hechicero, y yo en los flancos. Nuestra señorita Sacerdotisa estará detrás de la señorita guardabosques”

“¡D-de acuerdo!”

Al final de la formación.

Goblins por detrás. Desgarrando y cortando. Balbuceando, golpeando. Una daga clavada en sus entrañas.

“¡…!” La Sacerdotisa agito su cabeza vigorosamente para olvidar todos los acontecimientos que pasaban por su mente.

“Esa posición es la más segura ante el ataque enemigo, así que no tienes por qué preocuparte”. El Sacerdote Lagarto asintió a la Sacerdotisa, que se mordía el labio nerviosamente.

“Entonces todo lo que tengo que hacer es vigilar y brindar apoyo, ¿correcto?” Dijo la Alta Elfa Arquera.

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“‘¿Todo? Es lo más importante.”

“Okay, lo entiendo,” respondió, inflando su pecho.

“Cielos. Recuerdas que soy un hechicero, ¿no?” Se quejó el Enano Chamán mientras retiraba su bolso de catalizadores sobre sus hombros y sacaba su hacha de mano. Como hechicero, él no llevaba mucha armadura, aun así, tenía un cierto aire de guerrero listo para la batalla.

El casco de Goblin Slayer giró brevemente en su dirección, y murmuró, “Pero estamos contando contigo.”

“Obviamente. Te mostraré de qué estamos hechos los enanos.”

“¡Ja-ja-ja-ja-ja-ja! Nosotros los de la tribu de los lagartos somos guerreros de todos modos.”

Mientras los hombres bromeaban, las mujeres intercambiaban miradas.

Finalmente, el ascensor se detuvo con un estruendo.

“¿Estás lista para esto?” Desde detrás del visor de metal, la Sacerdotisa podía sentir un par de ojos fijados en ella.

Estar alerta y estar nerviosa eran cosan distintas. Al igual que calentarse y tener mucha sangre palpitando en la cabeza.

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Ella tomó un largo respiro y luego lo soltó lentamente. Puso una mano en su pecho. Otro profundo respiro.

“…Estoy bien. Puedo hacer esto.”

“Cuando se abran las puertas, correremos. Estén listos,” Goblin Slayer dijo bruscamente. Miró hacia adelante. Él no tuvo que ver a sus compañeros para saber que estaban asintiendo.

“¿Qué hay de los hechiceros?” susurró la Alta Elfa Arquera, comprobando el estado de la cuerda de su arco. “Ellos deben tener algunos.”

“Si encontramos alguno, los priorizaremos,” dijo Goblin Slayer. “Eso es todo lo que podemos hacer.”

“Detesto pelear contra hechiceros,” añadió el Chamán Enano. “Por irónico que suene.”

“Puede que ellos usen hechizos que causen trastornos de estado, pero mientras uno de nosotros todavía esté a salvo, esa persona puede traer de vuelta al grupo”, dijo Goblin Slayer con calma. “Mientras no todos estemos abatidos, tenemos una amplia gama de opciones.”

“Y si todos somos destruidos…” la voz de la Sacerdotisa temblaba, y el rostro de metal giró hacia ella.

“No lo pienses.”

Como una orden, era imposible, y la Sacerdotisa lo miró sorprendida. Pero entonces ella le dio una pequeña sonrisa, incluso se rió. Incluso si tenía que forzarse un poco.

“…Ok, si tú lo dices. Daré lo mejor de mí para que no muramos.”

“Bien.” Goblin Slayer asintió. “No usen hechizos. Solo milagros.”

“Mm.”

“¡Sí, señor!”

Los dos clérigos asintieron, y después cada uno rezó a su propio dios a su manera, pidiendo Milagros.

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“Oh alas de hoz de Velociraptor, rasguen y despedacen, vuelen y cacen.”

“Oh Madre Tierra, abundante en misericordia, por el poder de la tierra, danos seguridad a los que somos débiles.”

Finalmente, las puertas se abrieron…

“¡Vamos!”

Comenzaron a correr.

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