Goblin Slayer

Volumen 7

Capítulo 6: Corazón de la Oscuridad

Parte 3

 

 

El goblin había terminado su trabajo y estaba de buen humor. Casi nunca había estado borracho, pero estaba seguro que así debía de sentirse.

El alcohol robado casi nunca llegaba a sus manos… las botellas solían estar completamente vacías mucho antes de que llegaran a esta parte tan profunda. Tenía la duda de si los chicos de arriba estaban repartiendo las ganancias justamente, pero así eran los goblins. Ellos nunca solían pensar en sus camaradas, por lo que cada quien tomaba un extra para sí mismo, y antes de que lo notaran, ya todo se había agotado.

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Pero este magnánimo goblin subterráneo los perdonaría.

No porque supiera que él haría lo mismo si estuviera en los pisos superiores, nada tan razonable como eso. Estaba contento de estar enfadado con los bastardos desconsiderados de arriba, sin importarle el hecho de que se hubiera comportado como ellos.

No, la razón era porque trabajar en los pisos inferiores tenía sus beneficios.

Con un gesto casual, el goblin ajustó la decoración que pendía de una cadena alrededor de su cuello. Luego se sentó con pereza en el círculo hecho por sus compañeros y tomo la comida que estaba en el centro.

Arranco un dedo del brazo podrido y lo lanzó a su boca. Lo masticó y luego respiró hondo.

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Trabajar aquí abajo es lo peor, dijo, tratando de que suene bien a pesar de estarse quejando.

Hubo un coro de confirmación, luego alguien desgarró una pierna de la cena.

Alguien más, incapaz de dejarlo pasar, hizo un escándalo y trató de tomar la pierna, hasta que finalmente se partió en dos, y el goblin que empezó el pleito tuvo algo para sí mismo.

Mientras masticaban su carne, los goblins se quejaban de que los que estaban al mando no lo entendieran.

Uno de ellos arrancó un lindo globo ocular ambarino de su comida, y comento, Definitivamente no lo entienden. Luego se lo tragó.

Las quejas de los goblins se volvieron más y más ruidosas, pero claro, el trabajo que les pedían hacer no era tan demandante. Era solo la manera de ser de los goblins el estar convencido de que otros la tenían más fácil.

Después de la floja comida, los goblins se pusieron de pie. Entre ellos estuvieron de acuerdo que un rhea no era tan delicioso como un elfo, y que un elfo no era tan sabroso como un humano.

Ahora sus estómagos estaban bien y llenos, y parecía que no habría nada más que hacer salvo echarse una siesta hasta que hubiera más trabajo que hacer.

El goblin soltó un largo bostezo, cuando…

“¿…?”

Miren eso.

¿Qué era lo que rodaba hacia sus pies? ¿Una antorcha extinguida?

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¿Qué demonios? El goblin la miró estúpidamente.

“¡¿?!”

Un Segundo después algo pesado y húmedo lo golpeó en la cara. Intentó chillar, pero otra de esas cosas lo golpeó, ahora en la cara.

Intentó quitarselo, pero su mano quedo atrapada también y no pudo liberarse.

“¡¡GROBB!!”

“¡¡GRB! ¡¡GBBOROB!!”

Mientras se desplomaba en el suelo, los otros goblins lo señalaron y se rieron de él. También se habían burlado de los goblins que se habían desplomado de la escalera.

“¡¿GBOROB?!”

Esta vez, las cosas chocaron contra los goblins que se reían. Dos más intentaron quitárselas de sus caras, gritando en agonía. Eran tres en total.

Los otros dos finalmente entendieron que esto no era una cuestión de risa y sacaron sus espadas robadas.

Uno de ellos puso algo que parecía un silbato de alarma en sus labios…

“Uno.”

…y de pronto encontró su garganta atravesada por una daga que voló desde la oscuridad. La sangre brotó desde la herida con un sonido parecido al de un silbato.

“¡¿GOBBRB?!”

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Atravesando el sonido vino un aventurero con sucia armadura, corriendo hacia ellos desde río abajo. En su mano derecha una espada. En su izquierda un escudo. Los ojos del goblin se abrieron por la sorpresa. ¡Un aventurero! ¡Lo odio! ¡Era él!

“¡GBRO! ¡¡GGBORROB!!”

Olvidó todo pensamiento de llamar a sus compañeros o ayudarlos, en vez de eso se lanzó a pelear. La recién robada espada del aventurero estaba bien afilada, no era ningún cuchillo oxidado.

“Hmph.”

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Goblin Slayer, sin embargo, detuvo el ataque con facilidad con su escudo. De hecho, la rechazó hacia atrás. Atrapó el ansioso corte del monstruo, el cual se quedó encajado en su escudo, luego retrocedió.

“¡¿GOBBR?!”

El goblin perdió el equilibrio y cayó con pesadez, luego se puso de pie de forma inestable.

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Inmediatamente después de eso, noto un thump. El goblin dejó de respirar, sin saber por qué.

Él nunca hubiera imaginado que había sido una flecha con punta de capullo que se había alojado en la parte trasera de su cabeza.

Se tambaleó hacia delante, sus ojos sin vida ya no percibían que estaba pasando con sus compañeros.

“¡¿GOBB… GRB?!”

“¡¿GROBBR?!”

Los otros goblins, finalmente quitándose los globos pegajosos de sus rostros y bocas, casi no podían hablar.

Un instante después, la Garra Espada del Sacerdote Lagarto rebano torsos de sus piernas y Goblin Slayer atravesó un cuello.

Acabar con cinco goblins sólo había tomado unos diez o veinte segundos. Eso sí que era tener experiencia.

“Tres… cuatro, y cinco.” Goblin Slayer contó los cuerpos luego se giró hacia la oscuridad. “Ese fue un tiro impresionante.”

“He estado practicando.” La Sacerdotisa salió de la oscuridad, sosteniendo su sonoro bastón. Una expresión de pena apareció en su rostro ante el simple elogio de Goblin Slayer. Sí, la criatura se había distraído con la antorcha, pero ella le había dado de manera justa, resultado de su propio trabajo duro.

Ella levantó el calcetín que el goblin arranco de su rostro y lo hizo a un lado. “…Ugh, creo que ya no puedo usar esto.” Dijo con decepción. Había sangre, baba y moco en él. Podía lavarlo tres veces y aun así no querría usarlo de nuevo.

“¿Ponerles rocas a nuestros calcetines, cubrirlos de pegamento y lanzárselos a los goblins?” La Alta Elfa Arquera, quien había proporcionado su calcetín para la causa, estaba recuperando su flecha de uno de los cuerpos. “Te lo juro, tienes la imaginación de un niño travieso.”

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“Pero funcionó”. Dijo simplemente Goblin Slayer volteando al cuerpo a medio comer.

Era tal la masa de sangre y viseras que era imposible saber de que genero había sido, hasta que tomó una insignia de estado azul, había sido un hombre.

“Me pregunto si tenía familia.” Dijo el Chamán Enano, dando una ojeada y tomando un pedazo de un zafiro cubierto de sangre. “O un grupo… dudo que estuviera solo.”

“Es lo más probable” contestó Goblin Slayer, girando su cabeza y posando su mirada en las herramientas que los goblins habían usado para su “trabajo”.

La Alta Elfa Arquera miró una de ella con una expresión que decía ‘¿qué es esto?’ antes de que entendiera lo que estaba observando y dio un salto hacia atrás. “¡¿Eek?!”

Era una piedra de molino… o mejor dicho, una prensa. Al girar una manivela el aparato se movía, aplicando presión a lo que sea que estuviera dentro de ella. Era la clase de cosa que se utilizaría para obtener aceite de las aceitunas o el jugo de las uvas. ¿Entonces qué habían estado presionando los goblins con ella?

La respuesta era aparente.

“¡Ergh… Ah…!” la Sacerdotisa hizo unos pequeños sonidos entrecortados y casi tira su bastón.

En las ranuras de la maquina se podían ver restos de delgados manos y pies, aun con espasmos de sus últimos vestigios de vida. Le pertenecían a una joven mujer cuyos ojos vidriosos aún estaban mirando hacia el cielo, su lengua colgaba fuera de su boca.

Era espantosamente claro qué habían intentado aplastar los goblins y como. Como un método de tortura, era brutal. Como una forma de ejecución, era más que sádico.

No.

La Sacerdotisa entendió rápidamente lo que todo eso significaba.

La pila de armadura femenina maltratada en el rincón.

La espada pulida que Goblin Slayer recuperó del goblin.

La insignia de nivel zafiro que había estado colgando del cuello de uno de los cuerpos.

Los músculos en el brazo que ahora colgaba inerte.

Todo esto mostraba que la joven mujer había sido una aventurera.

Y esto llevaba a una innegable conclusión: los goblins habían hecho esto por pura diversión.

“…”

Era una escena nauseabunda, pero, aunque pálida, la Sacerdotisa tragó el agrió líquido que tenía en la boca de vuelta.

Quizá, desafortunadamente, ella se había acostumbrado a este tipo de cosas. Quizá era algo a lo que tenía que acostumbrarse. No lo sabía.

Mientras se arrodillaba, rezándole a la Madre Tierra, un líquido espeso y pegajoso salpico del suelo y ensució sus botas blancas.

La sustancia rojinegra que los goblins habían estado aplastando con la maquina goteaba a un canalillo en el piso y de ahí al río.

“Hmm,” el Sacerdote Lagarto dijo girando sus ojos. “Si ellos estaban poniendo esto en el río, ¿no sería una especie de veneno?”

“Bien podría serlo” Goblin Slayer se arrodilló y recogió una pequeña muestra de la sustancia viscosa, frotándola entre sus dedos. A pesar de que sólo era una pequeña gota en el inmenso río, probablemente sería fatal para cualquier individuo. “Es como si estuvieran pensando ‘todos ustedes han estado bebiendo, viviendo y bañándose con agua llena de la sangre y el excremento de sus compañeros.’ ”

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“Hrr—ghh…” inmediatamente la Alta Elfa Arquera se encorvo. La Sacerdotisa rápidamente le ofreció un un odre con agua, pero ella respondió, “No gracias.”

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“Supongo, entonces, que debemos considerar esto como una forma de maldición.” dijo el Sacerdote Lagarto.

“¿Así que tú también piensas eso?” Goblin Slayer tomó un respiro. “Esa…cosa…”

“¿Te refieres a Mokele Mubenbe?”

“Sí, eso.” Goblin Slayer asintió. “Esto debe significar que él que lo capturo era una especie de hechicero.”

“¿Y un goblin…” la Sacerdotisa tembló.

Una cueva oscura. Mujeres desmayadas. Y un goblin chamán riendo sobre su trono.

Todo encajaba con las memorias gravadas en su mente. Apretó su bastón más fuerte.

“…chamán?”

“Quien quiera que sea, no debemos tomárnoslo a la ligera” murmuró el Chamán Enano, luego miró a Goblin Slayer y al Sacerdote Lagarto. “Me sorprende que los dos estén tan calmados…”

“No es la forma de ser de mi pueblo el mantener a un prisionero con vida por placer, pero matar es nuestra vocación.” El Sacerdote Lagarto negó lentamente con la cabeza, casi contemplativo. “Es considerado como una costumbre apropiada el abrir las entrañas de un gran guerrero y comerse su corazón.”

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“Yo, por otro lado, creo que pasaran unos cuantos días antes de que quiera volver a comer carne.” Gimió el Chamán Enano.

“Así son los enanos.” dijo la Alta Elfa Arquera con una risa valiente.

Goblin Slayer miró al Chamán Enano y asintió. Luego caminó hacia la Sacerdotisa con su típico caminar atrevido y la miró desde arriba.

“Goblin Slayer, señor, uh…”

“Nos detendremos aquí” dijo él lentamente. “Cuando la hayamos enterrado, descansaremos.”

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